martes, 4 de noviembre de 2008

PARTÍCIPES DE LA NATURALEZA DIVINA III Un Comentario a la Segunda Epístola de Pedro 1:12-15

12. “Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente.”
Da la impresión de que Pedro sintiera que tiene necesidad de defenderse de la posible acusación de ser un cargoso, repitiendo cosas que sus lectores ya saben. En efecto, algunas veces los oyentes y los discípulos (y también los hijos) tienden a reaccionar así. Pero ¿por qué las repite? Porque teme que aunque las sepan, no las practiquen, o lo hagan poco, y él quiere asegurarse de que no las descuiden.

¿No nos pasa a nosotros lo mismo? Sabemos muchas cosas esenciales, pero nos contentamos con saberlas y no las llevamos a la práctica. ¿De qué nos sirven entonces? El conocimiento no usado es inútil y por inútil se pierde. ¿De qué me sirve saber en teoría cómo se nada, si nunca he entrado a una piscina? ¿De qué me sirve saber inglés, si yendo a un país de habla inglesa insisto por pereza en seguir hablando español?

Pedro les dice a sus lectores que él no dejará de recordarles estas cosas, que no dejará de cumplir con su deber aunque les sea cargoso. (Nota 1) Él sabe bien que ellos las conocen y que, incluso, han sido confirmados en ellas, quizá por el mismo Pedro, o por otro apóstol, o por sus propios maestros (2).

Los lectores a los que Pedro dirige su carta no son novatos sino cristianos experimentados (c.f. Rm 15:14,15; 1Jn 2:21). Posiblemente se trataba de iglesias con las cuales él había estado en contacto anteriormente, o de aquellas a las que él había dirigido su primera carta. Nada sabemos de las circunstancias que rodean su escrito ni a quiénes fue dirigido exactamente. Pero Pedro conoce las necesidades de sus lectores –entre los que ahora nos contamos nosotros. Es necesario insistir en las enseñanzas y prácticas fundamentales porque de ellas depende el vigor de la vida cristiana. No de las más avanzadas. El que sabe poco pero lo practica, puede llegar a estar más unido a Cristo que el que sabe mucho y descuida poner en práctica lo que sabe. En última instancia el conocimiento de las cosas de Dios no es teórico sino experimental.

De otro lado la urgencia que siente Pedro de asumir esta tarea recordatoria se debe a que esas cosas de que él habla con insistencia son la verdad relevante para la hora presente, no un conocimiento de anticuario, sino la verdad eterna misma (3). Hay verdades cuya importancia práctica aumenta o decrece según cambian las circunstancias. Hay verdades que en determinadas ocasiones no podemos descuidar porque son vitales en ese momento, y hay otras cuya relevancia disminuye con el tiempo. Pero las verdades relativas a la salvación y a la vida futura nunca pierden vigencia porque de ellas depende nuestra eternidad.

La frase que RV 60 traduce como “no dejaré de recordaros…“ es traducida en otras versiones como: “no seré negligente en recordaros…” Esa palabra es implícitamente una exhortación a los ministros a ser diligentes en el cumplimiento de las tareas que el Señor les demande, porque algún día tendrán que dar cuenta de las ovejas que les fueron confiadas. Buena parte de la tarea del predicador consiste en recordar a la gente (“a tiempo y a destiempo”, 2Tm 4:2, c.f. Tt 3:8), las cosas que tiende a olvidar: mandamientos, obligaciones de estado, doctrinas, etc. ¡Cuántos padres, por ejemplo, descuidan educar bien a sus hijos y disciplinarlos! Si no lo hacen algún día les causarán dolores de cabeza.

13, 14. “Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.”
Continuando con su argumento para explicar porqué él ha vuelto en su epístola sobre un tema ya conocido por sus lectores, Pedro menciona un hecho que él considera oportuno confiarles: que el Señor le ha hecho saber, no sabemos cómo ni de qué manera, que el tiempo de su peregrinación en la tierra va a terminar pronto (c.f. 2Tm 4:6)

Él dice que el Señor se lo ha declarado, dando a entender que fue un anuncio formal del Señor. ¿Sería a través de una profecía, como la que pronunció Agabo sobre Pablo cuando éste se dirigía a Jerusalén, o como el anuncio que hizo Isaías, siglos atrás, al rey Ezequías de que pronto moriría? (Hch 21:10,11; Is 38:1) ¿Sería por una revelación interna, como sucedió a algunos santos en la historia, a quienes Dios hizo saber que su fin se acercaba? Las palabras de Pedro parecen indicar que se trató de un verdadero anuncio, no de una simple intuición, como muchos también pueden tener (4). En todo caso es una gracia preciosa que Dios nos haga saber, o sentir, cuándo nos toca abandonar este mundo, a fin de que estemos preparados y de que podamos también ordenar nuestros asuntos para facilitar las cosas a nuestros deudos.

Lo cierto es que nosotros estamos aquí de paso. La palabra griega que emplea Pedro y que RV 60 traduce como “cuerpo”, expresa muy bien esta transitoriedad de nuestra vida: Él dice: “en tanto que estoy en esta tienda”, (skénoma, que también podría traducirse como “tabernáculo”, c.f. 2Cor 5:1,4), esto es, una habitación que se arma y se desarma; una residencia temporal en la que habita nuestra alma (5).

Eso es nuestro cuerpo. No es nuestra residencia definitiva sino una casa transitoria que se nos ha alquilado, por así decir, y que vamos a dejar algún día para ocupar una mejor que, esa sí, será definitiva: nuestro cuerpo glorioso.

Pero en tanto que estemos en este cuerpo debemos trabajar en la obra que Dios nos ha encomendado. Y eso era lo que Pedro pretendía hacer: “despertar” a sus lectores de la modorra en que podrían haber caído, para que, como exhortó Pablo a Timoteo, avivaran el don que había en ellos (2Tm 1:6), como lo hay, en unos más, en otros menos, en todos los cristianos, a fin de que ya no estemos ociosos, sino que seamos obreros útiles en la viña del Señor.

15. “También yo procuraré que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.”
No contento con eso Pedro asegura a sus lectores que se ocupará de que después de su partida, haya quienes les recuerden a ellos las cosas que él les ha dicho. Eso nos muestra la carga que él sentía porque sus lectores –así cómo lo necesitamos todos los cristianos- sean amonestados constantemente para que no se enfríen con el paso del tiempo, como puede ocurrirnos también a nosotros.

Esa constatación trae a la memoria el pasaje de Hebreos en que se exhorta a los creyentes a no dejar de congregarse “como algunos tienen por costumbre” (Hb 10:25). El creyente que se aísla, que no asiste con regularidad a una iglesia tiende a apagarse –como el ascua de carbón que es apartada de la hoguera. El culto dominical, con el infaltable sermón, es una práctica sana que estableció la iglesia desde el principio. Es esa reunión semanal la que mantiene viva la llama de la fe en los cristianos (6). Cuando los cristianos empiezan a alejarse del servicio semanal, cuando empiezan a abandonar los templos, las campanas del espíritu empiezan a sonar a muerte. Es el tañido funerario de las campanas que lamentan el apagarse de la vida de la fe en la sociedad. Es entonces cuando el enemigo envalentonado extiende su influencia, sabiendo que ha de encontrar poca resistencia.

Eso es lo que está ocurriendo en muchos países cuyas ciudades están llenas de iglesias que antes estaban repletas de fieles y que hoy lucen desiertas, al punto que ya no es posible mantenerlas abiertas. En la cristiana Europa –tanto en los países protestantes como en buen número de católicos-, la gente ha abandonado las iglesias y se ha entregado “al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”, (Ef 2:2) y que gobierna sus pensamientos y sus hábitos. Polonia y Grecia quizá todavía sean una excepción, donde la ola de indiferencia religiosa no se ha extendido totalmente. Pero en el resto de países europeos el secularismo de la sociedad y el relajamiento de las costumbres están a la hora del día. Las sociedades se están volviendo paganas y la fe es sólo una pátina superficial que influye poco en la vida de la gente.

Es muy significativo que Pedro use la palabra éxodos (que quiere decir “partida”) para referirse a su muerte. La muerte, en efecto, es un “partir” de este mundo, que hace las veces de la tierra de Egipto que los israelitas dejaron para encontrar su libertad. Así también la muerte nos libera de las ataduras físicas que nos limitan, y de los lazos del pecado. Pero contrariamente a los israelitas que huyeron de la tierra de esclavitud, nosotros nos aferramos tercamente a ella porque nos atrae más que la tierra prometida donde fluye leche y miel y en la que por fin encontraremos descanso.

Nota 1. Al asumir esta tarea quizá Pedro recordaba las palabras que Jesús le dirigió una vez: “Y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22:32).

2. La palabra griega del original quiere decir “firmemente establecidos”, “afirmados”.

3. Pudiera ser que Pedro use la expresión “la verdad presente”(según otros “la verdad que teneis”) para referirse al Evangelio de Jesucristo, a fin de contrastarlo con las profecías del AT que lo anunciaban y que en su momento fueron verdad futura.

4. Algunos creen que Pedro se está refiriendo al pasaje de Jn 21:18,19, en que Jesús le da a entender la clase de muerte que él ha de sufrir cuando sea viejo. Pero es improbable que Pedro se refiera en su carta a ese anuncio demasiado alejado en el tiempo y que no tiene ninguna apariencia de proximidad.

5. Pedro y Pablo usan con naturalidad esa imagen para referirse a su cuerpo porque, aunque sus lectores vivían en ciudades, ellos sabían muy bien por las Escrituras que sus antepasados habían vivido en tiendas como pastores nómadas, y muchos todavía en ese tiempo vivían así.

6. Esa es la razón por la cual la Iglesia Católica hizo obligatoria la asistencia a misa los domingos. Es un hecho que los católicos que asisten a misa regularmente (si bien la fe de muchos de ellos es apagada) llevan una vida muy distinta, más moral que la que exhiben los que nunca asisten. Sin duda acudir al templo frecuentemente influye de una manera positiva en sus vidas.

EXHORTACIÓN: INVITO A TODOS MIS LECTORES A UNIRSE EN ORACIÓN POR LA SITUACIÓN ECONÓMICA MUNDIAL PIDIÉNDOLE AL SEÑOR QUE APARTE LA AMENAZA DE UNA CRISIS GENERALIZADA QUE AFECTARÍA A TODOS LOS PAÍSES.

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