jueves, 24 de septiembre de 2015

AMONESTACIÓN CONTRA EL ADULTERIO

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
AMONESTACIÓN CONTRA EL ADULTERIO
Un Comentario de Proverbios 6:20-35
20. "Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre."
Es interesante la distinción que hace el proverbista entre los consejos del padre y los de la madre mediante el uso de distintas palabras: el consejo del padre tiene la autoridad del mandamiento (mitzvá); el de la madre es menos autoritario, más suave, es enseñanza (tora) (Nota 1). El uno se dirige a la voluntad, el otro al corazón. Pero ambos se complementan, y cuando los esposos están unidos por lazos de amor profundo, nunca se contradicen, sino se apoyan mutuamente. (Véase 1:8,9; cf 4:1)
Nótese también que el mandamiento se guarda y la enseñanza se sigue. No se sigue el mandamiento, ni se guarda (en el sentido de cumplir) la enseñanza.
Obedecer a los padres es obedecer a Dios, dice con acierto I.H. Ironside. Dios bendice a los hijos que se someten a la disciplina paterna, y los guarda de caer en emboscadas y tropiezos morales y de orden práctico, sobre todo cuando los padres los educan "en la disciplina y amonestación del Señor." (Ef 6:4)
Rechazar los consejos de los padres puede tener consecuencias fatales en la vida, como nos  advierte Pr 5:11-13.
21. "Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello."
Este versículo refuerza en términos poéticos el consejo precedente. Bien dice el Salmo 119: "En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti." (v. 11), porque -como dice otro proverbio- "del corazón mana la vida." (4:23). Lo que hacemos en la práctica está determinado por lo que tenemos en el corazón.
Si las ha grabado en el corazón, las amonestaciones de sus padres pueden ser para el hijo como—una cadena al cuello que le impidan voltearse para mirar a una mujer atractiva pero ajena (2). Recuérdese la advertencia de Jesús: "Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." (Mt 5:28).
22. "Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardaran; hablarán contigo cuando  despiertes."
¿Por qué debe darse tanta importancia a los consejos de padre y madre, a su mandamiento y enseñanza? Porque serán una guía segura para el joven (o la joven) al empezar su vida independiente como adultos, al término de la adolescencia. En ellos tendrá el joven un "standard" o patrón, una norma que lo sostendrá en momentos de duda o de tentación, una ley escrita en su corazón que lo guardará de pecar. Serán para él como una valla vigente las veinticuatro horas del día. Nótese que aquí se mencionan tres momentos básicos en la vida que figuran también en Dt 6:7, esto es, andar, acostarse, levantarse, o sea, el día, la noche y la mañana (Véase Pr 3:23,24; 4:12; Sal 63:6).
Te servirán de guía durante el día; te guardarán de noche, para que no aproveches la oscuridad para pecar; e incluso cuando duermas (como dice el salmo 16:7b: "Aún en las noches me enseña mi conciencia.”). Al despertar te amonestarán.
Muchas veces los hijos bien educados dejan de hacer cosas por las que se sentían atraídos para no avergonzar a sus padres; o si no hay peligro de que se enteren, para no ser indignos de ellos. Lo mismo puede ocurrir en sentido inverso. Los padres rechazan ciertas tentaciones para no defraudar la alta opinión que de ellos tienen sus hijos; o para no contradecir con sus hechos las enseñanzas que les dieron, considerando lo que podrían ellos pensar si se enteraran. Eso es lealtad recíproca. Pero si es apropiada esa lealtad entre seres humanos ¡cuánto más apropiada es la   lealtad que el hombre debe guardar con Dios! Aunque no pueda igualar a la fidelidad de Dios, que es infinita y perfecta, el joven debe esforzarse por ser en este aspecto un hijo digno de su Padre  que está en los cielos. Como dijo Jesús: "Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto." (Mt. 5:48).
23. "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones  que te instruyen."
En la antigüedad la imagen de una lámpara en medio de la oscuridad era muy expresiva y  elocuente, porque en esa época en que la iluminación era muy cara, y no había casi alumbrado público, tener una lámpara de aceite portátil al caminar de noche podía salvar de accidentes. De manera semejante tanto el mandamiento paterno como la enseñanza materna ayudan a disipar  las tinieblas del error y de la ignorancia, enseñando a los jóvenes a vivir escapando de los múltiples peligros que los acechan, y de los más graves aun a los que sus pasiones los exponen. Como dice el salmista: "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino." (Sal 119:105).
24. "Para que te guarden de la mala mujer; de la blandura de la lengua de la mujer extraña."
El mayor peligro moral al cual está expuesto un joven es el de caer en manos de una mujer  seductora, de lo que se suele llamar una "mala mujer".
Es interesante considerar lo que este término significa. Ella es la mujer libre, sola, que no está  atada a ningún hombre, o que si lo está, le es infiel. Es la mujer que siente una gran atracción por los hombres, y que, por tanto, a su vez, los atrae como un imán, ya que sabe muy bien cómo  manejarlos. Ella es muy sensual y excita la sensualidad del hombre, que con frecuencia se vuelve esclavo de su encanto y del hechizo que ella ejerce sobre él, hasta que ella lo desecha cuando le ha chupado, por así decirlo, toda la sangre. Ella es la mujer que las mujeres buenas temen que les pueda robar su hombre con sus malas artes; la que arruina los hogares y las familias, y provoca tragedias cuando se encienden los celos y las rivalidades.
El joven está pues muy expuesto a caer bajo el hechizo de esas mujeres, porque estar con una de ellas le hace sentirse hombre. Dice que le guarden de la "blandura de su lengua", porque su boca es un pozo de lujuria insondable en la que el joven se precipita cuando se asoma a sus bordes, es decir, a sus labios, y los roza con los suyos. Un beso fatal puede sellar un destino cuando marca al fuego un alma inexperta. Nunca podrá borrar el recuerdo de ese beso. Hay mujeres, en efecto, (y a  veces, algunos hombres) que albergan sin saberlo un espíritu de seducción que captura a sus  víctimas a pesar de ellas mismas, y sin que sean conscientes de ello, porque su hechizo es irresistible.
Nótese que "la blandura de la lengua" puede también referirse a sus palabras halagüeñas, contra  las que advierte Pr2:16 (cf 5:3-8; 7:1-5,21).
25. "No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos;"
Aquí se habla de dos cosas: de la hermosura de la mujer y del atractivo de sus ojos. El hombre, en  efecto –es decir, su naturaleza sensual- codicia el cuerpo de la mujer de rostro hermoso, que le  promete placeres extraordinarios. De otro lado, la mirada de la mujer, sus ojos misteriosos y profundos, sugestivos a ratos, retadores en otros (Is 3:16), cautivan el alma del varón. La mirada  de la mujer puede ser un pozo maravilloso de sorpresas y de encantos en el que el hombre se  sumerge embelesado. Una vez atrapado ya no puede salir de él aunque quiera. Está preso por sus sentidos excitados. Lo que ella le ha hecho experimentar lo persigue día y noche, y no puede dejar  de desear volver a verla.
26. "Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; y la mujer  adúltera (3) caza la preciosa alma del varón."
Una vez que ha conquistado a la mujer deseada, el hombre se vuelve esclavo de ella. La presa se apodera de la voluntad de su captor. Como consecuencia del poder que ella ejerce sobre él, el hombre se vuelve inerme, incapaz de ningún esfuerzo, inofensivo. El pedazo de pan que cualquiera se lleva a la boca sin que ofrezca resistencia, simboliza la condición a la que el hombre en brazos de una mujer así, es reducido. Ella le roba su voluntad y lo convierte en su esclavo (Pr 5:10,11; 29:3; cf Lc 15:13,16,30). Peor aún, se convierte en el hazmerreír de los que observan su condición y saben que ella no le es fiel, ni puede serlo, haciendo que él se resigne a compartir sus favores con otros.
Como el cazador que persigue a su presa no cesa en sus esfuerzos hasta que la abate, de manera semejante la seductora persigue como presa al hombre que codicia, hasta que lo rinde.
Lo que puede pasarle a un hombre en esas circunstancias nos lo enseña el final de la terrible historia de Sansón y Dalila (Jc 16:15-21). ¡Cuánto se habrá arrepentido Sansón, ya ciego y sin fuerzas, de haberse dejado cautivar por los encantos de Dalila! Él había desoído varias veces el consejo de sus padres. El precio que tuvo que pagar por ello al final fue altísimo. A él podría aplicarse el dicho: "El que ama el peligro, caerá en él."
27,28. "¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen?"
En este par de versículos de paralelismo sinónimo ambos dísticos expresan la misma idea. Las imágenes que utiliza ilustran bien cuán inescapable es la acción destructiva del fuego. Nadie puede tomar, en efecto, fuego en su seno, ni andar sobre brasas sin quemarse. El mensaje es claro: ¿Puede el hombre hacer algo ilícito sin sufrir las consecuencias?
La mujer ajena es comparada con el fuego al que nadie puede acercarse sin quemarse, porque la pasión es como un fuego que enciende el alma.
29. "Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare."
Eso es lo que le ocurrirá a todo el que se deja tentar por la mujer seductora que pertenece a otro. El placer experimentado al comienzo se tornará amargo como la hiel, una vez escanciada la copa que ella le ofrece. En adelante una aguda espada de Damocles penderá amenazante sobre su cabeza.
30,31. "No tienen en poco al ladrón si hurta para saciar su apetito cuando tiene hambre; pero si es sorprendido, pagará siete veces; entregará todo el haber de su casa."
El pobre que por necesidad roba para saciar su hambre suele ser tratado con indulgencia por la mayoría de la gente. Pero si cae en manos de la justicia será obligado a entregar todos sus bienes hasta el séptuplo del valor de lo robado, además de ser enviado a la cárcel (4).
El adulterio es, en verdad, un robo. Roba a los esposos la tranquilidad de una unión conyugal sin fallas; roba a uno u otro los favores que el cónyuge le debe con exclusividad; rompe la promesa de fidelidad que ambos se hicieron al casarse; y despoja a ambos del placer que compartían cuando se eran fieles.
32,33. "Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada."
Los dos versículos anteriores comparaban la condición del adúltero con la del ladrón sorprendido "in fraganti". Aquí se constata, primero, que el adúltero actúa sin inteligencia, porque no mide las consecuencias de sus actos. Y en segundo lugar, se destaca el efecto más grave que produce el adulterio: Corrompe el alma del que lo comete, la ensucia y la contamina con un pecado horrendo. Si pudiéramos mirar el alma del adúltero, nos espantaría su aspecto y condición, y el hedor que exhala nos produciría asco.
David, el rey guerrero y poeta, a quien Dios había bendecido tanto, cuando codició a una mujer casada y pecó con ella, para tapar las consecuencias de su adulterio, llegó al extremo de tramar la muerte del marido agraviado. Dios reservó para él un severo castigo, pues el profeta Natán le anunció que la espada no se apartaría de su casa (2Sm 12:10).
Recuérdese que la ley mosaica condenaba a muerte a la pareja adúltera (Lv 20:10; Dt 22:22; cf Pr 2:19). Pero esa pena no siempre se aplicaba estrictamente. En el caso de la mujer sorprendida en adulterio flagrante que trajeron a Jesús, sus acusadores dejaron escapar al hombre, y sólo trajeron a la mujer, como si él fuera menos culpable que ella. (Jn 8:2-5).
34,35. "Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza. No aceptará ningún rescate, ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones."
Pasando a las consecuencias externas de su pecado, se constata que la afrenta que hizo el adúltero al honor del marido agraviado nunca será extinguida y, como resultado inevitable, será atacado y golpeado, y encima será avergonzado, cuando su ofensa se haga pública. No encontrará a nadie que lo defienda. ¿Dónde se hallará un insensato que haga el elogio del adulterio? Más bien todos se avergüenzan de ello, y el que lo comete tratará de ocultarlo.
El adúltero se expone a una de las formas de sentimiento más agresivas y peligrosas: los celos del hombre agraviado, o engañado, por su mujer. No habrá nada que aplaque su furia y su deseo de venganza. No hay dinero con que se le pueda comprar, salvo que sea un descastado. En efecto, por las páginas policiales sabemos que los celos son una de las causas más frecuentes de homicidio.
Si bien Proverbios habla aquí de los celos masculinos, algo semejante se podría decir de los celos femeninos, que pueden ser tan agudos y crueles, y más aún quizá, que los del varón. La mujer defiende a su "hombre" como su posesión más preciada, como un animal herido se aferra a su presa para que no le sea quitada.
Notas: 1. La palabra tora, que suele traducirse como "ley", quiere decir en primer lugar "enseñanza", "instrucción".
2. Véase Pr 3:3; cf 4:21.
3. Así dice el original hebreo y así lo traducen muchas versiones. La versión RV 60, al decir solo "mujer" diluye el contraste entre los dos tipos de mujeres, la ramera y la casada adúltera, y el daño diferente que pueden hacer a un hombre.
4. Siete veces debe entenderse no literalmente, sino como una licencia retórica en el sentido de completo (Véase Gn 4:15,24). De hecho la ley de Moisés no exigía pagar más de cinco veces el valor de lo robado (Ex 22:1). Zaqueo, por ejemplo, ofreció devolver cuatro veces lo que había cobrado en exceso en impuestos (Lc 19:8).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. E n adelante quiero vivir para ti y servirte."
#879 (03.05.15) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima 18, Perú. Telf. 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI) .

miércoles, 9 de septiembre de 2015

ANOTACIONES AL MARGEN XLI

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ANOTACIONES AL MARGEN XLI

  • v  Yo estoy convencido de que Dios me ama y de que nada, nada puede hacerme realmente daño, porque Él me cuida, y de que si paso por algunas pruebas, es porque las necesito, y que su amor por mí las ordena.
  • v  Un salmo dice: "Le concediste los deseos de su corazón." (21:2) Sí, Él puede convertir en realidad nuestros sueños.
  • v  ¿Cómo podemos probarle a Jesús que le amamos? Haciendo su palabra y ayudando al prójimo.
  • v  Como todo en la vida, la recompensa tiene también su hora.
  • v  Si yo soy consciente de mi impotencia y deploro mi debilidad, el que es Omnipotente y fuerte vendrá a socorrerme y a suplir mis deficiencias;
  • v  Jesús nos conoce a fondo, pero nuestra miseria no le repugna, sino le atrae para remediarla.
  • v  Si Dios nos diera de inmediato lo que le pedimos seríamos unos engreídos. Pero cuando hemos crecido en la fe, responde rápido a nuestra oración.
  • v  Cuando nos ocupamos de las cosas de Dios, Él se ocupa de las nuestras.
  • v  Para el que la recibe con fe, la palabra de Dios le es provechosa. Pero al que la desprecia, también le sirve...para condenación.
  • v  ¿Dónde está Dios? En la profundidad de nuestro corazón, en las interioridades de nuestra alma, a las cuales nunca llegamos porque estamos demasiado agitados. Pero allí debemos buscarlo para que nos hable.
  • v  Entre Dios y el hombre las convenciones y apariencias del mundo no cuentan. Sólo la verdad.
  • v  Los que crucificaron a Jesús están vivos todavía, y no dejan de atacarlo. Le tienen un odio a muerte que Satanás incita. Pero nosotros con nuestra fidelidad podemos levantar un escudo que desvíe su furia y proclame Su victoria.
  • v  Nosotros tendemos a despreciar y condenar a los pecadores. Pero Jesús no vino a condenar a los pecadores sino, a buscarlos. No vino por los justos. Y dijo además que había más fiesta en el cielo por un pecador que se convierta que por 99 justos (Le 15:7).
  • v  Cuando uno se arrepiente. Dios perdona. Pero el arrepentimiento debe ser a la medida del pecado. Un pecado grande exige un arrepentimiento también muy grande para que Dios lo tenga en cuenta.
  • v  Nosotros amamos a Jesús con toda nuestra alma (decimos), pero deseamos aplazar el día del encuentro definitivo con Él, porque nos aferramos a esta vida con todo lo que ella involucra (nuestros bienes, nuestra familia, nuestras ocupaciones). En el fondo es porque amamos poco a Dios. Si lo amáramos realmente como decimos, suspiraríamos todos los días por el ansiado encuentro.
  • v  Todo el que ama, sufre; y el que ama a Dios, más todavía.
  • v  Todo el que ofende a Dios, se hace un gran daño a sí mismo, y muchísimo más, si no se arrepiente antes de morir.
  • v  Yo no quiero que me alaben. Basta con que Dios me apruebe.
  • v  Dios nos pide que muramos a nosotros mismos, lo que significa en parte renunciar a nuestros deseos personales.
  • v  ¡Qué cosa más difícil! Porque vivimos teniendo y satisfaciendo nuestros deseos personales. Nuestra vida no es otra cosa sino eso, un tejido de deseos personales satisfechos e insatisfechos.
  • v  ¿Qué será lo que me depara el porvenir? Lo que el Señor quiera. ¿Puedo yo desconfiar de Él? ¿Puedo yo desear para mí mismo algo mejor de lo que Dios desea darme?
  • v  ¿Cuál será el castigo de los que llamándose cristianos, y jactándose de sus títulos académicos, pervierten la doctrina de la iglesia, y enseñan cosas falsas que confunden a los creyentes?
  • v  El lujo en que muchos cristianos viven es un augurio de la modestia de su morada eterna, si se salvan. O de lo contrario, puede ser un anuncio del intenso fuego que los espera en el infierno.
  • v  La intención con que hacemos las cosas es el patrón con que se mide el valor ético de nuestros actos.
  • v  Nosotros poseemos a Dios - y somos poseídos por Él- en la medida en que lo amamos.
  • v  Jesús habita en todos los creyentes, pero nos hace sentir su presencia en mayor o menor medida, según sea la intensidad de nuestro amor.
  • v  Por respeto a su creación Dios deja libre al hombre de tomar sus propias decisiones, aunque le da normas y principios según los cuales debe y le conviene obrar. Según sea la rectitud de sus intenciones al obrar, será premiado o castigado.
  • v  ¿Qué tenemos que hacer nosotros? Tener la palabra de Dios en nuestro corazón, meditar en ella y asimilarla para que ella guíe nuestros pasos. Y luego, transmitirla a otros para que ellos hagan lo mismo. Proclamar a los cuatro vientos el poder del nombre de Dios y la fuerza invencible de su amor. Predicar el arrepentimiento que cambia el corazón del hombre y la necesidad de negarse a sí mismo.
  • v  Nunca debemos cansarnos de orar, porque la oración todo lo puede.
  • v  En verdad el pecado ha intensificado sus armas en los últimos tiempos y ha renovado su ofensiva contra las almas incautas, a las que ciega con sus halagos engañosos para llevarlos al infierno.
  • v  Nadie puede vivir sin Dios y menos los incrédulos. Incluso los que no creen en Dios, los que niegan su existencia, o lo insultan o lo blasfeman, viven por el aliento de vida que Dios les da y es Él quien los sostiene. Viven gracias a Aquel cuya existencia niegan o abominan. Eso es algo trágico y a la vez, grotesco.
  • v  ¿Qué se puede hacer para salvar de su engaño a aquellos que Satanás ha cegado y endurecido? ¿A los que corren hacia al abismo y que, en la práctica, aunque no lo sepan, han vendido su alma al diablo? Orar, orar por ellos, y confiar en la misericordia de Dios.
  • v  No seamos duros con los pobres, incluso cuando los ayudamos, porque Jesús está en ellos. No sea que algún día Él nos diga: Tuve hambre y me diste de comer, pero me lo diste de mala gana y humillándome.
  • v  El sufrimiento que debe ser aceptado es el que sólo Dios puede aliviar, porque viene de Él.
  • v  A veces pasamos por sufrimientos cuya causa desconocemos y que rechazamos, porque honestamente creemos que no los merecemos. Pero el que sufre pensando en los sufrimientos mucho mayores y más injustos de Cristo, gana un gran tesoro para el cielo, porque se hace semejante a Él.
  • v  En la práctica los seres humanos nos comportamos como lobos hambrientos unos con otros, y no sólo los asaltantes, o los soldados en el fragor de la batalla. También muchos empresarios "decentes" se comportan así con sus clientes, y no están satisfechos si no los esquilman y despedazan con sus dientes para enriquecerse.
  • v  "El mal sólo puede ser vencido por el amor". Gran verdad. De ahí que se nos exhorte a no devolver mal por mal, sino bien por mal.
  • v  La bondad, la generosidad, la pureza son escasas en nuestro mundo que ha perdido su verdadero centro, porque esas virtudes se marchitan en la persona egocéntrica, egoísta, y todo en ella gira en torno de sí misma y no de Dios.
  • v  En efecto, el fondo de muchas almas es semejante a una cloaca, y muchas veces, por desgracia, sale a flote, y contamina a otros.
  • v  Cuanto más pequeños seamos, esto es, menos orgullo haya en nosotros, mayor será el fruto de la palabra de Dios en nuestra alma, mayor respuesta suscitará, mejor la comprenderemos. En cambio el orgullo hace que nuestra mente no entienda lo que Dios dice, o lo entienda mal, o limitadamente. Es inevitable que así sea, porque el orgullo hace que Dios nos mire de lejos.
  • v  ¿Cómo guía Su corazón a mi corazón? Inspirándole sentimientos semejantes a los Suyos. ¿Y Su espíritu a mi espíritu? Inspirándome ideas basadas en las Suyas. ¿Y Su mano a mi mano? Guiándome para que actúe como Él actuaría si estuviera en mi lugar. Pero en muchas ocasiones mi reacción natural es demasiado humana y carnal, y no se asemeja en nada a Él.
  • v  Jesús dijo: "El que no es conmigo, contra mí es." (Mt 12:30) No hay término medio. Son actitudes totalmente diferentes, que llevan también a resultados opuestos. Proverbios dice que el impío se apresura con los pies para hacer lo que al final será para su daño (6:18), aunque momentáneamente le acarree alguna ventaja.
  • v  ¡Qué cierto es que los que están sólo ocupados en gozar de la vida no tienen mente ni ojos para las cosas superiores, espirituales! ¡Cuán grande y amarga será la sorpresa que se llevarán cuando descubran que éstas eran las que valían la pena, porque son duraderas, mientras las que los tenían ocupados eran pasajeras!
  • v  El amor que sentimos unos por otros nos protege de la justicia divina, porque Dios se goza en la unidad de los hermanos.
  • v  Así como los padres se gozan satisfaciendo los deseos de sus hijos. Dios, que es un padre infinitamente más amoroso que los mejores padres humanos, se goza satisfaciendo nuestros deseos, y si no los colma todos, es porque nos conoce y sabe cuáles son nuestros límites.
  • v  Es más fácil ceder a la tentación que vencerla, pero las consecuencias pueden ser fatales.
  • v  ¿Qué mejor regalo podemos hacerle a Jesús que un alma que se convierta y empiece a amarlo? Aunque Él es Dios y lo tiene todo. Él está ansioso de que le hagamos tales regalos.
  • v  Él es en verdad como un mendigo que estira su mano pidiendo una limosna de almas que aún no lo conocen. ¡Cuánto nos cuesta dársela! ¡Pero cómo seremos recompensados si lo hacemos!
  • v  Lejos de Dios para siempre hay un sufrimiento infinito; cerca de Él, un gozo eterno.
  • v  En verdad, la sensualidad destruye al alma, y le corta las alas para volar hacia su Creador.
  • v  Por muy indignos que seamos, Jesús nos ofrece siempre su perdón y se regocija en dárnoslo.
  • v  Jesús está intensamente involucrado en la vida de los que lo aman sinceramente. Él ama, se goza y sufre con ellos, y toma parte en todo lo que hacen, menos, naturalmente, en el pecado.
  • v  A todos ha asignado el Señor un lugar y una tarea. El éxito en la vida depende de cuán bien se asuma esa tarea y con cuánta responsabilidad se lleve a cabo.
  • v  Los hombres somos como árboles que damos fruto de acuerdo a nuestra calidad, o a nuestra naturaleza. Según sea el árbol, como dijo Jesús, da buen o mal fruto. Pero la mayoría son árboles malos o, siendo buenos, tienen el tronco carcomido de gusanos.
  • v  Sólo Jesús es verdadero, porque todos los seres humanos, aun los mejores, somos más o menos falibles.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#878 (26.04.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde IVI. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). DISTRIBUCIÓN GRATUITA. PROHIBIDA LA VENTA.