martes, 26 de agosto de 2014

EL DIVORCIO SUELE TENER CONSECUENCIAS NEFASTAS

El divorcio suele tener consecuencias nefastas en la vida de los individuos afectados.
No sólo en la vida de los esposos, como bien saben todos los que han pasado por esa experiencia, sino también, y esto es más grave, en los hijos. El divorcio produce en ellos una herida profunda porque ellos ven a sus padres como una unidad. La presencia y cariño de ambos padres les proporciona seguridad. Cuando la unidad y armonía entre sus padres se rompe, el niño se siente amenazado y culpable. Al mismo tiempo, si el divorcio va acompañado de peleas y agresiones o, lo que es peor, de una competencia entre padre y madre por el cariño de los hijos, los niños se desconciertan, se sienten tironeados y experimentan un fuerte conflicto emocional, porque, en general, aman por igual a ambos progenitores y les angustia que se les presione para decidirse por uno de ellos en perjuicio del otro.

No es sorprendente pues que todos los estudios que se han realizado sobre los efectos a largo plazo del divorcio, o de la separación, sobre los hijos menores, muestren resultados muy dañinos para su psicología, para su confianza en sí mismos y para su desarrollo como seres humanos.
(Este pasaje está tomado de las pags. 66 y 67 de mi libro “Matrimonios que Perduran en el Tiempo”, Editores Verdad y Presencia, Tel 4712178)


jueves, 21 de agosto de 2014

AMONESTACIONES DE LA SABIDURÍA I

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
AMONESTACIONES DE LA SABIDURÍA I
Un Comentario de Proverbios 1:8-19
Los versículos del 8 al 19 constituyen un discurso en el que el autor da al lector una
serie de consejos prácticos semejantes a los que los  padres suelen dar a sus hijos. Los dos primeros (v.8 y 9) son una amonestación general introductoria, o exordio, en que se menciona a ambos progenitores, porque uno y otro tienen algo que enseñar al hijo y ambos deben ser escuchados. Vale la pena notar la importancia que se daba a la esposa y madre en la cultura patriarcal hebrea (cf 31.10-31, véase también 10:1; 23:22; 29:15; 30:17; 31.1).
8. “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre;” (Nota 1) 9. “Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.”
Estos dos versículos contienen una advertencia muchas veces repetida al hijo para que escuche los consejos y exhortaciones de sus padres, (cf. 2:1; 3:1; 4:1,20; 5:1; 6:20; 7:1). Debe ser repetida porque los hijos, en la soberbia de la adolescencia y de la juventud, tienen la tendencia a no escuchar a sus padres, o a considerarlos desfasados en el tiempo e incapaces de comprender las inquietudes de los jóvenes. Olvidan ellos que sus padres también fueron jóvenes, que pasaron por las mismas tumultuosas emociones –porque la naturaleza humana no cambia- y experimentaron la misma tensión entre deseos y aspiraciones, y la cruda realidad, aunque las circunstancias sociales y las costumbres hayan cambiado mucho desde la época en que se escribió este libro, y muchísimo más en las últimas décadas.
Pero el factor que los hijos más ignoran es que los padres, por el amor instintivo que sienten por sus hijos, suelen tener una aguda intuición de lo que les conviene y de los peligros que les acechan. Cuanto más desinteresado sea el amor de los padres por sus hijos, mejor comprenden la situación de éstos y más deberían éstos escucharlos.
La sabiduría que adquiere el hijo que escucha a sus padres lo viste de una gracia especial que atrae las miradas ajenas. Los hijos que escuchan a sus padres caminan con más facilidad al éxito, no sólo porque al ser guiados pueden evitar muchas trampas, sino también porque la obediencia trae bendición. Bien dice Pablo que el mandamiento de honrar padre y madre es el primer mandamiento con promesa (Ef.6:2). Pero no sólo es larga vida la bendición de este mandato, otras bendiciones lo acompañan pues Dios honra al que honra a quienes lo representan. En otras palabras: el que honra a sus padres, le honra a Él.
De otro lado, ¿no hemos comprobado muchas veces lo antipáticos que son los niños engreídos que no obedecen a sus padres y, por el contrario, lo simpáticos que son los niños bien educados y obedientes?
Desde otro punto de vista estos dos versículos describen dos posibles actitudes negativas del hijo frente a los consejos amorosos de sus padres. Una, es simplemente no oír, cerrar los oídos. La otra es indiferencia, no dar importancia, encogerse de hombros. En última instancia, aunque se expresen en gestos distintos, ambas actitudes son una sola cosa: desprecio. Prov 30:17 advierte del terrible castigo que espera al hijo que tal haga.
Pero si el hijo no tiene esa actitud necia, y escucha en cambio con atención la amonestación de su padre y la enseñanza de su madre, en la imaginación pictórica del autor esos consejos bien atendidos serán como joyas que adornan su cabeza y su cuello. (2)
Aquí las palabras usadas: amonestación, por el padre; y enseñanza, por la madre, corresponden a dos maneras de aconsejar distintas: una con voz robusta, imponente, imperiosa; y otra con voz suave, delicada, paciente. La primera es susceptible de originar rechazo; la segunda, en cambio, predispone a oír.
Es una cosa cierta que el porte seguro del joven, que pese a su corta edad, haya adquirido una sabiduría precoz escuchando atentamente a sus padres y siéndoles obediente, tendrá algo de grácil y de espontáneo que conquistará a los que lo traten, (Pr 4:1; 6:20-22; Sir 6:18-37), algo mejor que el más costoso adorno. El episodio del niño Jesús conversando con los sabios en el templo ilustra bien el caso (Lc 2:46-50).
Otro es el caso del joven Timoteo que fue instruido en las Escrituras por su madre y su abuela (2Tm 1:5; 3:15). ¡Qué bendición es para un hijo o una hija, contar con padres que les den buenos consejos, y que los instruyan en el buen camino!, porque hay muchos padres lamentablemente que descuidan esa responsabilidad, o que si aconsejan a sus hijos, lo hacen mal porque carecen de temor de Dios. El hijo o la hija que han sido mal aconsejados por sus padres o tutores, se extravían temprano en la vida y pueden terminar teniendo problemas con la justicia. ¡Padre o madre que lees estas líneas, ten en cuenta la enorme responsabilidad que Dios ha puesto sobre tus hombros de guiar sabiamente a tus hijos por el camino del bien! Si lo haces tus hijos serán para ti algún día motivo de satisfacciones y de sano orgullo; de lo contrario lo serán de tristeza y vergüenza.
Es bueno que los padres tengan en cuenta que la enseñanza más eficaz y duradera es la que se imparte con el ejemplo. El modo de vida, las costumbres, las aficiones y los gustos, los buenos y los malos hábitos de los padres, sientan un patrón que los hijos tienden a imitar inconcientemente. Ellos tienden a comportarse y a reaccionar frente a las circunstancias de la vida tal como vieron que hacían sus padres. De ahí que con frecuencia padres honestos, o piadosos, o trabajadores, o solidarios, suelen tener hijos que exhiben esas cualidades; así como lo contrario es también cierto. Si los padres son deshonestos, o irreligiosos, u ociosos, o desconsiderados, los hijos tenderán también a serlo. El ambiente espiritual, moral e intelectual en que crecieron marca a los hijos de por vida y deja una huella indeleble en su personalidad, aunque a veces ocurre, cuando ese ambiente es negativo, que ellos, por un sano instinto, reaccionen contra las actitudes que les disgustaron de pequeños, y se esfuercen en actuar de manera contraria. Es bueno recordar que la fibra moral de una nación es determinada en gran parte por la formación moral que reciben los hijos en el hogar, y que, en ausencia de ésta, se desencadena el caos en la sociedad (cf Pr 29:18).
Vienen a continuación dos estrofas de cinco versos cada una:
10. “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas.”
11. “Si dijeren: Ven con nosotros; pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente;”
12. “Los tragaremos vivos como el Seol, y enteros, como los que caen en un abismo;”
13. “Hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos;”
14. “Echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa.”
15. “Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas”,
16. “Porque sus pies corren hacia el mal, y van presurosos a derramar sangre.”
17. “Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave;”
18. “Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, y a sus almas tienden lazo.”
19. “Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores.”
La primera estrofa es de advertencia; la segunda, de amonestación. Los versículos 10 al 14 contienen una advertencia ferviente al hijo para que no se deje seducir por el discurso engañoso de los impíos que lo quieren hacer su cómplice. Ellos se gozan atrayendo a otros al mal camino. Tan pronto como Lucifer se rebeló contra Dios, se convirtió en un tentador. Él es un experto en este oficio, y entrena a sus secuaces para que sean tan hábiles como él.
Los tentadores con frecuencia tratan de apartar a los jóvenes de la obediencia a sus padres, diciéndoles: Ya estás grande, ya puedes independizarte y obrar de acuerdo a tu propio criterio. Los pecadores endurecidos y atrevidos, que se jactan de su impiedad, tratan de que otros se unan a su pandilla, y se complacen en corromper a los sanos.
Los versículos 15-19, por su lado, dan las razones paternas por las que el hijo no debe ceder a sus requerimientos. Una preocupación destaca aquí: Las invitaciones de los pecadores son engañosas porque ocultan el resultado trágico final que trae obrar como ellos proponen.
A partir del v.11 el padre cita las palabras seductoras que los malvados podrían dirigir a su hijo. Lo hace para que el hijo sepa reconocerlas cuando las oiga y no se deje sorprender: “Ven, únete a nosotros….Acechemos al inocente.” Ellos no ocultan sus malos propósitos, tan osado es su cinismo: De lo que se trata es de asesinar para apoderarse del dinero de las víctimas (Sir. 11:32; Sal. 10:8), personas desprevenidas y desarmadas que no les han hecho ningún daño, pero a quienes envidian.
Ellos se jactan de sus malvadas proezas (“los tragaremos vivos…”). Están ilusionados con el botín que hallarán y por la forma cómo se enriquecerán rápidamente sin haber trabajado. Y deslizan un sutil engaño que pierde a muchos que no lo captan: “Tendrán una bolsa común que ellos controlarán”. Le están adelantando -esperando que el joven no se dé cuenta- que él no tocará el dinero que reúnan, porque todo se pondrá en una sola bolsa que los cabecillas manejarán. Pero unirse a la suerte de los criminales es compartir su castigo cuando se acabe la ilusión de compartir su botín.
Hay muchas maneras de asaltar a la gente y robarles su dinero sin llegar a matarla. Al contrario, piensan algunos malhechores. Es mejor que sigan viviendo para poder seguir explotándolos. Notemos que en el mundo de los negocios con frecuencia surge la tentación de enriquecerse a costa de los clientes, sea ofreciéndoles productos cuya calidad inferior no corresponde a lo publicitado, sea recargando los precios de manera desproporcionada. La naturaleza humana no ha cambiado a través de los siglos, aunque los métodos hayan variado. Los que carecen de temor de Dios no tienen escrúpulos en explotar a sus semejantes. Algún día el dinero mal ganado arderá en sus entrañas.
15. El padre implora: “No vayas con ellos…”. La experiencia que dan los años y la intuición que le da el amor, le hacen comprender al padre que su hijo puede ser tentado por la emoción de la aventura y del dinero fácil, y de la camaradería con tipos hábiles, pero sin pensar que su compañía puede serle fatal.
16. Ten cuidado. Ellos se apuran a matar como si fuera una hazaña. Si no tienen respeto de la vida ajena ¿quién te garantiza que algún día la sangre que derramen no sea la tuya, cuando les seas incómodo?
Nótese la relación entre los versículos 11 y 16: Las palabras comunes en ambos
versículos: “derramar sangre” (3) (c.f. Pr 12:6) son un circunloquio usado para expresar el homicidio. Pero es a su propia sangre a la que los impíos tienden lazo, porque así como ellos matan sin escrúpulos a algunos, alguien los matará algún día a ellos sin pena. El camino que se anunciaba exitoso termina en el sepulcro.
El pecado puede tener consecuencias nunca imaginadas (pero que el diablo sí conoce). Cuando la muchacha se deja seducir por su galán, no piensa en que más adelante va a querer abortar para ocultar las consecuencias de su debilidad. Cuando David tramó seducir a Betsabé, no pensó en que iba a tener que mandar matar al marido, al fiel Urías, para ocultar el escándalo. El ladronzuelo que coge a escondidas una prenda que le gusta en el supermercado, no piensa que puede terminar en la cárcel.
17,18. Con frecuencia se tiende inútilmente una red para capturar a las aves del cielo porque ellas ven cuando el pajarero echa la red y su instinto les hace evitarla, y por eso escapan antes de quedar atrapadas. Pero los malhechores son menos avisados que las aves, porque aunque son concientes del peligro al que su conducta criminal los expone, corren para caer en las redes que tendieron a los pies de otros, y cuando ilusamente creían que sus planes y emboscadas les iban a salir bien, terminan por ser cogidos en sus propias trampas.
19. Este versículo recuerda la advertencia que Pablo dirige a su discípulo Timoteo: “Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo…” (1 Tm.6:9). La codicia es homicida. Asesina no sólo a los que despoja sino también a los que la cultivan en su corazón.
Notas : 1. La palabra “torá” que aparece en el original hebreo del vers. 8, y que generalmente se traduce por “ley”, quiere decir primordialmente “dirección” tal como aparece correctamente aquí. (Véase el comentario de D. Kidner en “Proverbs” pags. 56 y 57.)
2. Para entender la intención del autor en el versículos 9 debe tenerse en cuenta que era costumbre en la antigüedad que no sólo las mujeres, sino también los hombres usaran joyas y ornamentos en la cabeza y en el cuello (Gn 41:42). En el caso concreto de este versículo se trata de la guirlanda que se colocaba en la frente de los héroes victoriosos, y del collar que usaban los magistrados y que simboliza protección. Crisóstomo anota al respecto: “Mientras que en los juegos olímpicos la corona de la victoria no es más que una guirlanda de laurel, o el aplauso y la aclamación de las multitudes, todo lo cual desaparece y se pierde al caer la noche, la corona de la virtud y sus luchas no es material en absoluto. No está sujeta a decadencia en este mundo, sino que es imperecedera, inmortal.”
3. Estos dos versículos parecen una cita de Is 59:7, sólo que en el caso del profeta sus palabras son una acusación dirigida al pueblo de Israel.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#816 (09.02.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

jueves, 7 de agosto de 2014

ES IMPORTANTE QUE LOS NIÑOS SEAN TRATADOS CON RESPETO

Pasaje tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo
Es importante que los niños sean tratados con respeto… porque su seguridad futura en sí mismos va a depender del respeto que les muestran sus padres. Si sus padres los tratan sin respeto, sin consideración, como es común entre nosotros, el niño se siente inferior, y cuando salga más tarde a luchar por la vida se va a sentir en inferioridad de condiciones frente a los que son seguros de sí mismos. Muchos complejos vienen de ahí. Trata a tu hijo con respeto para que no se sienta inferior, no para que se sienta superior tampoco, sino que sienta que él es capaz de muchas cosas y tenga seguridad ante los demás. La timidez de muchas personas viene, en muchos casos, del maltrato que recibieron en su infancia de parte de su familia, de su padre o de su madre.

(Págs. 168 y 169, Editores Verdad y Presencia, Tel 4712178)





miércoles, 6 de agosto de 2014

EL CRISTIANO Y LA TELEVISIÓN (NEGATIVIDAD II)

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL CRISTIANO Y LA TELEVISIÓN (NEGATIVIDAD IIB)


Hemos estado hablando de los factores que producen una actitud negativa ante la vida, esa visión pesimista del mundo que destruye el ánimo, así como de los efectos dañinos que tiene esta actitud en la vida de la gente.
Voy a mencionar hoy un factor al que no se le suele dar mucha importancia,
pero que sí la tiene y muy grande, tanto más que forma parte de los hábitos más arraigados del común de las personas. Debido a la instantaneidad de las comunicaciones nuestra atención está en buena parte copada por los acontecimientos tanto locales como los que suceden en el orbe entero. Por lo que ocurre en los rincones más apartados del planeta. Esto es, por la noticia. Por el suceso que se convierte en noticia.
Es sabido que hoy se atribuye importancia a las cosas en la medida en que se convierten en noticia. Si algo no es noticia, parece que no tiene importancia y de hecho permanece ignorado. Si algo que concitó la atención de los medios de comunicación durante un tiempo, en algún momento dado deja de ser noticia, la gente se olvida muy pronto de ello.
Pero ¿qué cosa es noticia en términos generales? ¿Qué acontecimientos son los que acaparan los titulares? ¿Los hechos buenos, los actos de bondad de la gente, los actos de heroísmo? No. Con la mayor frecuencia son las cosas malas que ocurren en el mundo, las tragedias, las catástrofes, las guerras, los crímenes, los abusos, lo que atrae la atención de los periodistas. Es muy raro que un noticiero dé buenas noticias, salvo en los espacios deportivos, cuando celebran la victoria de algún equipo favorito.
El hecho es que las buenas noticias no se venden, no llaman la atención del público, no ayudan al “rating” de los programas. Este es un rasgo muy significativo del carácter de la gente. El mal atrae más que el bien. Por eso es que cuando un idealista ha tenido la iniciativa de lanzar un periódico, o una radio, que sólo diera buenas noticias, ha fracasado comercialmente. No tenía público que respaldara su empresa.
Dado pues que el contenido de la información de los medios es preponderantemente negativo, pasar largas horas delante de la pantalla, o leyendo los diarios, enterándose de las desgracias que suceden en el mundo, contribuye enormemente a colorear de negro  nuestra visión de la realidad y nuestro estado de ánimo. Como ese pasatiempo, aparentemente inocente, influye en nuestro estado  anímico, nos predispone a esperar que lo malo suceda y no lo bueno. Nos vuelve pesimistas.
Pero hay algo más. Nosotros sabemos que el causante, el motor detrás de tanta desgracia, de las guerras, de la violencia, de los asesinatos y de todas las cosas feas que nos muestran las pantallas, es el demonio. Dice San Pablo en Efesios: "Porque no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra los gobernadores mundiales de estas tinieblas... contra huestes espirituales de maldad..." (Ef 6:12) que atizan las pasiones humanas, la codicia, el odio, la envidia, la lujuria, que son los móviles detrás de la mayoría de los hechos tristes que constituyen noticia.
El que se la pasa el día absorbiendo malas noticias tiene la mente dominada por lo que Satanás hace en el mundo, no por lo que hace Dios. Porque lo que Dios hace no es noticia, no aparece en los  noticieros. Por lo general permanece secreto, pero algún día se sabrá. Pero lo que contemplas embobado en tu programa impactante favorito, o en el diario de tu preferencia -sobre todo si es uno de esos diarios populares que ahora pululan- es obra del demonio. Es él quien impulsa los bajos instintos del ser humano que constituyen los móviles de tanto hecho de sangre, de las violaciones, los robos y asaltos, etc.
Jesús dijo: "el enemigo no ha venido sino para robar, matar y destruir." (Jn 10:10). Es él quien, odiando al ser humano, busca robarle la felicidad, matar sus ilusiones y destruir su salud y su vida. Es él quien divide a las familias, incita los celos, atiza el deseo de venganza, incentiva la desvergüenza. Todo eso terrible que muestran los noticieros, o los "talk shows" más recientes, incluso las telenovelas que calcan la realidad, es una parte de la obra del demonio en el mundo. Es la manera como él triunfa sobre el hombre.
Quien concentra su atención en esas cosas y dedica buena parte de su tiempo a contemplarlas, o a enterarse de ellas, está mirando lo que Satanás hace, tiene su atención y sus sentidos fijos en él, le está rindiendo homenaje. Sin quererlo le rinde culto, se inclina ante él, lo reconoce como "príncipe de este mundo", que gobierna las acciones humanas, admira la supremacía que ejerce sobre la faz de la tierra. Y como él no quiere sino nuestro mal y las noticias proclaman su victoria, quien bebe todo ese brebaje de amargura, dolor y lágrimas, acaba teniendo su visión de la realidad y su mente dominada por el diablo. Y acabará mirando al mundo a través del cristal que Satanás le ofrece.
A la frase que acabamos de citar del Evangelio Jesús añadió estas palabras: "Pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia." (Jn 10:10). Él vino además para destruir las obras del diablo.
Hay las cosas que el demonio causa y promueve, y lo que Jesús hace. Lo que hace el primero, es para nuestro mal. Lo que hace Jesús es para nuestro bien. Lo que hace el demonio nos angustia o nos entristece. Lo que hace Jesús nos alegra y nos consuela. Por amor de Dios, no pases tu tiempo mirando lo que el diablo hace, como si eso fuera lo único que existe. No enfermes tu alma.
Se conoce el caso de muchas personas que, dominadas por las malas noticias
, y deprimidas por la dirección negativa de los acontecimientos, han llegado hasta el suicidio, porque perdieron toda esperanza.
No permitas que el diablo te robe la esperanza. A pesar de todas esas cosas que se muestran en las pantallas, hay mucho bien en el mundo. Hay muchos seres que aman y se sacrifican por otros. Hay mucho heroísmo anónimo. Hay mucha buena voluntad que no llega hasta las pantallas, pero que es mucho más real que lo que éstas muestran.
El diablo ha comprado las cadenas de televisión. Los dueños de las estaciones de TV no lo saben, pero el diablo es su patrón y los usa como testaferros. Sus prácticas de mercadeo perverso, son las tretas que el diablo les enseña. Ellos creen que con sus estrategias aumentan su “rating”. Lo que hacen es aumentar la popularidad de Satanás, celebrar su victoria.
En las mesas de directorio de los canales y de la mayoría de los periódicos y revistas no se discute acerca de cómo educar al público, de cómo elevar el nivel cultural de la gente, sino de cómo aumentar la popularidad de sus programas, cualquiera que sea su contenido, a fin de poder vender más publicidad y a mayor precio. Lo que buscan es ganancia.
Y los auspiciadores, los anunciantes, son igualmente culpables, porque lo que buscan es aumentar sus ventas, aunque, en consecuencia, el número de los que se emborrachen con su producto aumente. Y aun a sabiendas de que los que empuñan el timón habiendo bebido más de lo conveniente, pueden causar accidentes. Pero las consecuencias de su negocio no les importan. Piensen un momento: ellos se nutren del dolor ajeno. No del sudor de otros sino de sus lágrimas.
San Pablo lo dijo: "Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchas codicias necias y engañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición." (1Tm 6:9). Con tal de hacerse ricos apelan a cualquier medio. Pero caen en destrucción y lazo, porque ensucian su conciencia y han de dar cuenta algún día del daño que hicieron a la conciencia y a las vidas de otros. Jesús dijo: "Ay de aquellos por los que viene el escándalo” …“más les valiera que le aten una rueda de molino al cuello y lo echen al fondo del mar. " (Mt 18:7,6).
Hacen caer en destrucción y lazo también a los que contemplan sus programas porque los incitan a hacer lo que allí se muestra. Les hacen creer que es normal. Hemos visto últimamente cómo niños de escuela disparan fríamente sobre sus compañeros de estudio y sus profesores. A esos niños les parece normal porque lo han visto tantas veces en la pantalla.
No llenes tu mente con basura. No contamines tu alma ni dejes que se contamine la de tus hijos pequeños. "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida", reza un proverbio (Pr 4:23). Lo que tú hagas, la manera como reacciones, el color del cristal con que miras al mundo, dependen de lo que tengas en el corazón, y esto, a su vez, depende de aquello con qué lo alimentes. Tú no comerías comida podrida, en mal estado o envenenada. ¿Por qué entonces absorbes por la vista y el oído lo que te sirve el diablo?
La gente tiene hoy día un ídolo en sus hogares. Y a veces uno en cada cuarto. Y pasan horas delante de él embobados, adorándolo. Satanás tiene una tribuna en todas las casas, un púlpito desde donde predica sus mensajes. Es el aparato de televisión. No seas tú uno de sus adoradores. No formes parte de su audiencia. Guarda la independencia de tu mente y guarda tu alma. Usa ese botoncito mágico que hay en todo televisor para apagarlo. Guárdate a ti mismo y sálvate. (Nota)
Nota: No quiero yo decir con esto que no debamos ver la TV en absoluto, ni siquiera los noticieros. Naturalmente puede ser útil ver los noticieros, y algunos programas periodísticos, a fin de estar enterados, o de tener una apreciación mejor de lo que ocurre en el Perú y en el mundo, así como de conocer a los actores del juego político en el que se juega los destinos de la nación. También hay en el cable algunos canales que transmiten información muy interesante. Pero dedicarle mucho tiempo a la televisión constituye una mala administración de ese precioso recurso del tiempo que Dios nos ha dado, aparte de que es dañino para la comunicación familiar. De otro lado cuando se tienen niños en casa, no tener televisor es la mejor manera de resguardarlos de los peligros que encierra la TV para la inocencia de sus almas. Durante casi 20 años no tuvimos televisor en casa, y eso hizo mucho bien a nuestros hijos, aunque pudieran verla -con bastantes limitaciones- en la casa del vecino o donde mi madre. Pero el hecho de no tener el bendito aparato en la casa les permitió jugar y divertirse juntos con mucha alegría y dedicarle más tiempo a la lectura del que le habrían dado a esa ocupación si hubieran tenido la pantalla al alcance de la mano. (Este artículo fue escrito como charla radial el 28 de abril de 1998. Fue publicado por primera vez en mayo del 2005).
No es mi costumbre pero quiero recomendar a mis lectores que navegan por Internet visitar la página (o suscribirse para recibir diariamente sus artículos) de Fuerza Latina a fin de estar enterados de los acontecimientos que afectan a los cristianos en el mundo. Y a los que dominan el inglés les recomiendo con mayor entusiasmo aun suscribirse a la página “Y-Jesus”, que contiene muy buenos artículos apologéticos acerca del Salvador.
            Asimismo, el Ministerio Logos Internacional está ofreciendo cursos acerca del método de estudio inductivo de la Biblia. Como se trata de una herramienta sumamente útil para el estudio de las Escrituras en profundidad, no quiero dejar de mencionarlo (Tel 461-4918).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#815 (02.02.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

viernes, 1 de agosto de 2014

NEGATIVIDAD I

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
NEGATIVIDAD I

Nosotros conocemos a muchas personas que tienen una visión negativa de las cosas, del mundo, del futuro, de sí mismas y de la gente. Todo lo ven negro, al punto que llama la atención su actitud. Quizá nosotros mismos pertenezcamos, o hemos pertenecido, a ese tipo de personas, para quienes, en la práctica, la felicidad es un tesoro difícil de alcanzar porque apenas lo creen posible.
            La negatividad de visión puede tener diversos grados de intensidad. Algunos son más negativos que otros, algunos lo son menos. Pero es un rasgo de carácter que ejerce una influencia muy perniciosa en la vida de los individuos así como en la de los que los rodean,  porque no pueden escapar a su influencia.
            Jesús dijo: "Si tu ojo es bueno todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas." (Mt 6:22,23). Es decir, si tu ojo ve las cosas teñidas de un color sombrío, toda tu vida estará impregnada de oscuridad (Nota 1). Pero si tu ojo, es decir, tu manera de ver las cosas, está iluminada por una luz favorable, entonces toda tu vida lo estará también.
            No es afuera donde está la oscuridad sino en ti. Pablo lo expresa de otra manera: Para el puro todas las cosas son puras, para el impuro todas son impuras (Tt 1:15). (2)
            Hay un refrán que expresa en términos más concretos la misma idea: "El ladrón cree que todos son de su misma condición." Como él es deshonesto, cree que todos los demás también lo son; no puede creer que haya personas que sean honestas. ¿Donde está la deshonestidad que atribuye a los demás? ¿En los demás, o en su propio corazón? Para tranquilizar su conciencia el hombre tiende a proyectar en los demás los defectos que descubre en sí mismo. Como si dijéramos: pecado de muchos, consuelo de tontos.
            Esta condición de negatividad marca profundamente la vida y el carácter de las personas y, a la larga, las convierte en amargadas, aunque lo tengan todo. ¿Cuál es el origen de esta actitud ante la vida y la gente que es tan común en los seres humanos? Puede tener orígenes muy diversos. Puede ser algo simplemente heredado, sea porque está en los genes, o porque lo absorbió de sus padres, que tenían también esa actitud. Es sabido que los hijos suelen absorber las actitudes y opiniones de los padres, aunque las rechacen, y suelen imitar inconscientemente sus comportamientos (3).
            Pero también puede deberse a experiencias tristes de la infancia. Quizá el pesimista fue maltratado de criatura, o fue postergado ante un hermano que era el preferido, o fue humillado repetidas veces, o que sé yo. Hay tantas formas que el maltrato de la infancia puede asumir y que dejan una huella profunda en las actitudes y el carácter de los adultos (4).
            No obstante, pudiera ser que la persona tuvo una infancia feliz, fue amada y protegida, pero cuando creció sufrió desilusiones, desengaños, para los que no estaba preparada -sobre todo si fue muy engreída o sobre protegida (5)- y eso le ha quitado toda ilusión respecto de la gente y del mundo. Ya no cree en nadie, porque alguien la decepcionó y piensa que de todos puede recibir una bofetada. Vive amargada. Está siempre a la defensiva.
            Pero la causa más importante, más fundamental del negativismo es la falta de confianza en Dios. Cuando una persona tiene fe, tiende a ver todo bajo una luz positiva, porque sabe que Dios la protege y la cuida. Sabe que Dios es su proveedor y que aunque pueda pasar por períodos de escasez, nada le faltará (Sal 23:1). Sabe que aunque su salud pudiera sufrir algún quebranto, no será por mucho tiempo, porque Dios es su sanador (Ex 15:26). Sabe que aunque haya peligros en la calle y en el mar, Dios es su protector que no dormita ni duerme, y que lo salvará de todos ellos (Sal 121:3,4).
            Si está imbuido del mensaje de las Escrituras, sabe que aunque fuere atacado, “si Dios es por nosotros ¿Quién contra nosotros?”  (Rm 8:31).
            Sabe que aunque las dificultades de la vida se acumulen, haya falta de dinero y el mundo se muestre contrario, “en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó”. (Rm 8:37).
            Sabe, en suma, que Dios es su guardador, “su sombra a su mano derecha.” (Sal 121:5).
            En cambio, el que no cree en Dios, el que no confía en su ayuda, tiene muchos motivos para ser desconfiado, para temer ataques, porque vivimos ciertamente en un mundo hostil y pleno de peligros (6).
            A causa de esa falta de confianza en Dios la gente se rodea de toda clase de defensas y precauciones. El negocio de la seguridad se ha convertido en uno de los más florecientes del mundo actual: guardaespaldas, guachimanes, cercos eléctricos, alarmas, cámaras ocultas de TV, etc. y se venden pólizas de seguros contra toda clase de riesgos. Todas esas cosas son manifestaciones del temor con que vive la gente, de la inseguridad que se ha apoderado del mundo,
            Pero si la gente creyera en las promesas de seguridad que Dios nos ha dado en las Escrituras, no tendría necesidad de tomar tantas precauciones y viviría más confiada. Como se dice en Proverbios: "Huye el impío sin que nadie lo persiga, mas el justo está confiado como un león." (28:1) ¿Quién es el justo sino el que teme a Dios y tiene puesta su confianza en Él?
            Sabemos que lo opuesto a la fe es el temor. En realidad el temor es una forma de fe, pero invertida. Y así como la fe atrae aquello en que se cree, el temor atrae lo que teme, y vive atormentado por lo que puede ocurrir. El poeta español del siglo XVII, Francisco de Quevedo, lo expresó muy bien: "El hombre que empieza a pensar en lo que puede temer, empieza a temer en lo que puede pensar." Es decir, si una persona empieza a preocuparse por las cosas malas que imagina le pueden suceder, todo lo que pase por su mente le inspirará temor.
            ¡Cuántos hay que están siempre pensando en lo que puede ocurrirles y no tienen por ese motivo ni un momento de tranquilidad! Siempre están tomando precauciones contra los peligros, reales o imaginarios, de ataques físicos, o contra amenazas para su salud, o contra intrigas de la gente en su contra. Viven azorados y preocupados. Su pensamiento temeroso se ha convertido en una cárcel mental que ellos mismos se han construido.
            Y les sucede con frecuencia lo que temen, como dijo el patriarca Job: "Me ha acontecido lo que temía." (3:25)
            Otra de las causas de la negatividad de la gente es la falta de amor. El que no ama al prójimo -y no ama por tanto a Dios, porque el amor al prójimo es una consecuencia del amor a Dios- el que no ama a su prójimo, digo, tiene inevitablemente una visión negativa de la gente, ve a todos bajo la lupa del poco aprecio que les tiene, regatea a todos sus cualidades y niega sus méritos; la mala opinión que tiene de todos hace que no espere sino el mal de los demás. ¿No nos codeamos a veces con ese tipo de personas?
            ¡Que cierto es que "el amor cubre multitud de pecados!” (1P 4:8). El amor es indulgente y tiende a excusar las faltas ajenas, a encontrar una razón para explicar el mal comportamiento del ofensor, y se inclina, en consecuencia, a esperar siempre lo mejor de otros. San Pablo lo dijo bien claro: “El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. (1Cor 13:7). Y a pesar de las desilusiones, sigue esperando el bien de los otros, porque ve a Cristo en ellos. Su visión tenderá pues a ser optimista. Y como esta clase de actitud atrae la simpatía ajena, atraerá también una respuesta positiva de los demás (7).
            Pero el que piensa mal de otros, juzga a los demás severamente y, en consecuencia, espera que actúen de acuerdo a la mala opinión que tiene de ellos. Y eso es lo que recibe, porque su actitud antipática provoca rechazo. Sus experiencias desfavorables reforzarán su visión negativa y se volverá desconfiado, más allá de lo que aconseja el sentido común.
            Como resultado de ese modo de pensar la persona se vuelve criticona. Siempre está censurando lo que ve o no ve en los otros. Tijeretear, como suele decirse, es un deporte muy popular entre nosotros. Pero aunque la gente se dedique a ello en las reuniones sociales para divertirse, nadie es realmente feliz criticando a los demás. Basta fijarse un momento en la expresión amargada que tienen cuando critican, aunque estén riendo. Reírse a costa ajena deja a la larga un sabor amargo.
            En cambio, el que admira a los demás, el que siempre elogia las virtudes ajenas y nunca critica al ausente, exuda felicidad y optimismo y lo contagia. (8)
            Por último, pocas cosas fomentan más en el hombre una visión pesimista del mundo que el hecho de vivir en pecado. Ya hemos citado el refrán: "el ladrón cree que todos son de su misma condición". Cree que todos son como él, deshonestos, incumplidos, tramposos, irresponsables, y no concibe que alguien pueda no serlo. Por tanto, es necesario estar siempre a la defensiva.
            Igualmente el impuro, el lujurioso, piensa que todos son como él y que no hay nadie inocente. En la corrupción ajena busca una excusa para la propia y se dice: "Todos lo hacen." Habría que aclararle: muchos tal vez, pero no todos, y los que no, son más felices.
            Los hombres buscan el placer sensual pero ignoran que la sensualidad paga mal a sus cultores. Los placeres de la carne no duran y después de gozados dejan un sabor amargo en la boca y cansancio en el cuerpo.
            El gran poeta simbolista francés del siglo XIX, Carlos Baudelaire, que fue un hombre muy sensual que dedicó gran parte de su tiempo a escanciar de la copa de la vida todo lo que podía ofrecerle de placeres, escribió en un momento de sinceridad: La carne es triste. Sí, el goce del pecado sexual agota las energías del cuerpo y apaga las luces del alma.
            Quien se dedique a la sensualidad vivirá dominado por una sensación de desencanto y no verá sino hojas marchitas donde los demás ven flores, porque su vitalidad se ha secado prematuramente. Si en el mundo no hay belleza ¿cómo puede enfrentarse la vida con optimismo?
            Eso no quiere decir que el sexo no sea un don de Dios. Sí lo es y maravilloso. Ha sido dado por Dios para la felicidad y la unión de los esposos, y también para que florezca en el hogar el clima de amor en que deben crecer los hijos.
            Pero el tiempo nos gana y no hemos terminado aún con el tema. Lo haremos en la próxima charla.

Notas: 1. A eso lo llamaríamos, usando el lenguaje de moda, tener un enfoque negativo. Las personas que tienen un enfoque negativo de las cosas juzgarán mal de todas las circunstancias, les parecerán sospechosas o sin salida, y pensarán mal de todas las personas. Esas personas se gozan destruyendo las esperanzas y las ilusiones de otros y sienten una aversión grande por las personas  optimistas. Suelen ser infelices y hacen infelices a los que los rodean.
2. Las personas que llevan una vida impura  no quieren admitir que haya personas que lleven una vida santa. Les parece inverosímil. Y cuando las evidencias son demasiado evidentes para negarlas, se burlan de esos a quienes consideran atrasados. Esa es hasta cierto punto la actitud actual de muchos periodistas frente a una manera de vivir que es muy diferente de la suya.
3. Esa influencia no se limita a los padres. Existen tradiciones familiares inconscientes, comportamientos, modos de pensar y de hablar, que se remontan a los antepasados. Los padres suelen transmitir a sus hijos sus aficiones, sus opiniones políticas y religiosas, sus inclinaciones o aptitudes por determinadas profesiones u oficios. Y esto con tanto mayor fuerza cuanto más estrecha o amorosa haya sido la relación familiar. En cambio cuando la relación padres/hijos no ha sido buena, puede ocurrir que asuman concientemente opiniones o hábitos contrarios a los de sus padres. Incluso pueden llegar a hacer cosas negativas o indignas sólo para contrariarlos o humillarlos. Es una manera inconsciente de vengarse de ellos.
4. Entre las consecuencias más negativas del maltrato en la infancia es la baja autoimagen que suelen tener las personas, y la escasa confianza en sí mismas. Suelen asumir la actitud del que no merece nada bueno sino sólo lo malo. Como están acostumbradas a ser maltratadas desde pequeñas aceptan de adultas el maltrato, y casi hasta propician involuntariamente que los demás las maltraten.
5. Las personas que fueron muy engreídas de niño esperan, cuando  crecen, que todo el mundo les esté mirando las caras y se pongan a su servicio. Se sienten frustradas cuando no reciben como adultos el trato preferencial que recibieron de pequeños. Es como si hubieran sido educados para ser egoístas.
Una cosa es engreír a los hijos, y otra alentarlos y estimularlos para que desarrollen sus talentos. Por lo general los padres peruanos no tienen una actitud alentadora con sus hijos, sino una más bien crítica. Esa actitud negativa engendra inseguridad, y es quizá causa de ese pesimismo muy enraizado que tiene una muy mala influencia en el carácter nacional.
6. Es un hecho conocido que la mayoría de los suicidas son personas irreligiosas, descreídas. Cuando las cosas van mal no tienen ninguna esperanza trascendente que las sostenga. En cambio, son pocos los casos de verdaderos creyentes que se suicidan cuando todo va mal. No sólo a causa de sus convicciones religiosas, sino también porque soportan mucho mejor que los incrédulos las contrariedades y los avatares negativos de la vida, porque su fe los sostiene.
7. Las personas que aman al prójimo suelen ser simpáticas, atraen la atención favorable de la gente; tienen cierto magnetismo (que el amor otorga). Los que carecen de amor suelen ser por el contrario antipáticos, quejosos, andan siempre culpando a los demás de sus males; les cuesta reconocer las cualidades ajenas. Son los eternos criticones, cuya actitud negativa procede de sus propias frustraciones.
8. Yo conocí a una persona así. No se podía criticar a nadie en su presencia porque desviaba la conversación o se las arreglaba para decir algo favorable del criticado. Siempre miraba el lado bueno de las cosas. Nunca lo vi de mal humor. Cuando se moría, alguien le preguntó cómo se sentía. Contestó: "Me están llamando de arriba". Esa persona fue por lo demás muy creativa y emprendedora y dejó una obra material impresionante.
NB. Este artículo fue escrito el 5 de abril de 1998 como texto de una charla radial. Fue revisado y ampliado para su publicación en mayo de 2005. Se vuelve a publicar casi sin cambios.


Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.
#814 (26.01.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).