viernes, 22 de mayo de 2015

ELOGIO DEL AMOR CONYUGAL

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ELOGIO DEL AMOR CONYUGAL
Un Comentario de Proverbios 5:15-23
Después de haber advertido contra los peligros de la mujer extraña o seductora, el maestro pasa a ensalzar las virtudes del amor entre esposos.
15. “Bebe el agua de tu propia cisterna,
Y los raudales de tu propio pozo.”
16. “¿Se derramarán tus fuentes por las calles,
Y tus corrientes de aguas por las plazas?”
17. “Sean para ti solo,
Y no para los extraños contigo.”
18. “Sea bendito tu manantial,
Y alégrate con la mujer de tu juventud.”
19. “Como cierva amada y graciosa gacela,
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor recréate siempre.”
20. “¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,
Y abrazarás el seno de la extraña?
15. Este versículo de paralelismo sinónimo contiene una encendida simbología poética del amor erótico, de la unión física afín a la del Cantar de los Cantares (7:1-5). La cisterna propia cuya agua limpia y pura se bebe es la mujer propia. Para entender esta metáfora debe recordarse que muchas casas orientales en ese tiempo en que el agua era escasa, tenían una cisterna en el patio que surtía de agua a la familia y que hacía innecesario buscar el líquido elemento en el pozo común (2R 18:31) (Igual ocurría en la Lima antigua) (Nota 1) La segunda línea repite la misma idea con palabras distintas pero afines: raudales por agua, pozo por cisterna.
Este proverbio es una invitación inequívoca a la fidelidad conyugal, a cultivar el amor de una sola mujer. El amor conyugal es uno de los mayores dones que Dios le ha hecho al hombre, y debe gozarse de él con gratitud y fidelidad, sin codiciar la cisterna ajena. El caso del rey David, que codició a la mujer del fiel Urías, puede servir de escarmiento de la conducta contraria (2Sm 11:2,3). En cambio, las recompensas de la fidelidad son muchas (Sal 127:3-5; 128:3). (2)
16. Esa fidelidad a un solo amor contrasta con la promiscuidad representada por la imagen de las fuentes que se derraman por las calles y de las aguas por las plazas. Las palabras usadas dan una acertada imagen de desperdicio de la propia sustancia, y del peligro de contaminación que la vida promiscua conlleva. Al respecto el lenguaje de la epístola a los Hebreos es muy claro: “Honroso sea el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (13:4). (3)
17. No compartas las aguas de tu manantial con los extraños que se acuestan con tus compañeras ocasionales, ni bebas el amor contaminado por otras fuentes, porque eso, a su vez, no dejará de contaminarte a ti. (4)
18. Más bien preserva tu manantial para una sola mujer con la que puedas alegrarte para que Dios bendiga vuestro amor. Sé fiel a la mujer que amaste en tu juventud (Dt 24:5), y no le des la espalda buscando a una más joven cuando aparezcan arrugas en su rostro, pues Dios será testigo en contra tuya (Mal 2:14,15). Como dice el Predicador (Qohelet): “Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol…” (Ec 9:9).
El versículo que estudiamos lleva implícita la idea de que el amor conyugal que ha sido cultivado a lo largo de los años puede proporcionar satisfacciones mucho mayores y más profundas que los amores nuevos u ocasionales. El placer que proporciona el amor fiel es intensificado por los sentimientos y las experiencias compartidas, e incluso por las pruebas por las que los esposos hayan podido pasar. Como dice Mathew Henry, el placer mutuo es fruto de la fidelidad mutua.
Tu mujer es la esposa que Dios en su Providencia ha destinado para ti. Debes pues tratarla como un regalo de Dios, según dice el proverbio: “La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente.” (19:14).
19. El realismo y sensualidad de esta imagen es sorprendente. Compara a la amada con una cierva o gacela graciosa. En verdad estos animales gráciles han sido siempre símbolos del amor, porque suelen ser muy gentiles con su pareja (Cant 2:9,17). La idea de que las caricias satisfacen es muy exacta y oportuna, no sólo por el placer que proporcionan, sino también porque estando el hombre satisfecho, no tendrá motivos para buscar el pasto verde de otros prados, ni consuelo en otras caricias.
Es interesante que la palabra hebrea que se traduce como “caricias” (dad) quiere decir en realidad “pechos”, de manera que la frase entera podría traducirse así, “Que sus pechos te satisfagan siempre”, de tal modo que, embriagado con ellos, no busques otro elixir que pudiera ser venenoso. En Cantares la esposa dice: “Mi amado…reposa entre mis pechos.” (1:13).
20. La perícopa iniciada en el vers. 15 alentando a la fidelidad matrimonial termina con un consejo paternal en forma de pregunta: “¿Y por qué hijo mío…? En efecto, el casado que se junta con una mujer ajena está trágicamente ciego al daño que se hace a sí mismo, y a su matrimonio y, por tanto, a su felicidad; ciego a la afrenta que inflinge a su esposa; ciego al perjuicio que las relaciones irregulares causan a su propia salud, provocadas por la angustia y los remordimientos que acompañan a la vida desordenada; ciego al castigo que tendrá que sobrellevar, y que será eterno si no se arrepiente a tiempo; ciego, en fin, al daño que puede causar a sus hijos, si los tuviera, y que no le perdonarán fácilmente la ofensa hecha a su madre.
Conviene recordar lo que dice Pr 9:17: “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en secreto es sabroso.” Sin embargo, el placer que proporcionan ambos es de corta duración, y al final, como continúa diciendo el proverbio, se encuentra que “allí están los muertos, y que sus convidados están en lo profundo del Sheol.” (v. 9:18). ¿Qué agua prefieres tú beber, la que brota de un manantial límpido, o la que está empantanada en un charco maloliente y sucio?
De paso este versículo 20 es un caso de paralelismo sinónimo en que la segunda línea apoya con una imagen realista el sentido de la primera.
            Consideraciones adicionales. Los padres de la iglesia solían dar a la frase: “Bebe el agua de tu propia cisterna…” una interpretación espiritual en un sentido figurado. Así, por ejemplo, Orígenes (siglo III) aplica la imagen de la propia cisterna a la lectura personal de las Escrituras, que puede servir de iluminación a nuestro espíritu. Basilio el Grande (siglo IV) agrega que uno no debe ir a las cisternas ajenas para buscar el consuelo de la vida teniendo en la ley de Dios una cisterna propia. Juan Casián (siglo V) relaciona este versículo con un texto de Isaías: “Serás como huerto de riego y como manantial de aguas…” (58:11) cuando todos tus pensamientos se conviertan en una meditación constante en la palabra de Dios. Clemente de Alejandría (c.150-c.215) interpreta la pregunta: “¿Por qué andarás ciego con la mujer ajena…?” en el sentido de no dar demasiada importancia a la educación clásica secular, en detrimento del estudio de la palabra divina, que es propia del cristiano, y de la cual fluye toda la sana doctrina. Esa observación evoca la polémica vigente entonces acerca de si los cristianos debían o no participar de los estudios académicos de su tiempo, que eran el reflejo de la cultura greco-romana pagana.
21. “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová”,
Y Él considera todas sus veredas.”
22. “Prenderán al impío sus propias iniquidades,
Y retenido será con las cuerdas de su pecado.”
23. “Él morirá por falta de corrección,
Y errará por lo inmenso de su locura.”
21. Este vers. expresa una gran verdad que aparece en muchos pasajes de la Biblia: Nada escapa a la mirada atenta de Dios. Toda nuestra vida, pasado, presente y futuro, está abierta delante de sus ojos, como un libro. Nada se le oculta, así como tampoco nuestras intenciones y nuestras motivaciones, junto con nuestros pensamientos y nuestras palabras. Él lo conoce todo.
            Como ejemplos citemos una frase del salmo 94: "El que formó el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?” (vers 9); o la conocida enseñanza de Jesús: "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados.” (Mt 10:29,30). Si ni aún el menor de nuestros cabellos escapa a su atención, ¿qué será con las cosas mayores? ¿Sabes tú cuántos cabellos tienes en la cabeza? ¿Los has contado? Pues Dios sí lo ha hecho.
            22. Este versículo dice que el impío caerá en la trampa que le tienden sus propias maldades. Con sus actos va tejiendo una maraña de relaciones, de resistencias, de odios, y de complicidades involuntarias, que terminarán por destruirlo. Pasando de las circunstancias concretas a las abstractas diremos que el que así obra sufrirá las consecuencias inevitables de sus actos. Esto es, no será necesario que Dios intervenga  para castigarlo, pues sus propios actos lo harán.
¿Es a esto a lo que lo que la Biblia llama en otros lugares "castigo de Dios"? (Jb 31:23; Pr 3:11) ¿O es el castigo de Dios una intervención divina en el curso de los acontecimientos para producir cierto resultado de acuerdo a sus propósitos de justicia? Dios obra de ambas maneras. Como Él ha establecido las leyes que gobiernan causa y efecto, en muchos casos Él deja que los acontecimientos sigan su curso natural, y que las causas produzcan efectos buenos o malos según su naturaleza. Pero así como a veces Dios interviene para evitar o desviar las consecuencias normales de los hechos, en otras las agrava, o introduce factores nuevos que modifican el curso de los acontecimientos. Pero tenemos que reconocer que, en última instancia, cómo y por qué actúa Dios es algo demasiado alto para que lo podamos conocer (Is 55:9).
23. Todos los seres humanos tenemos necesidad de ser corregidos, porque todos estamos inclinados al mal. El que no tuvo la suerte de ser corregido a tiempo, es decir, en la infancia, o en la juventud; (o habiéndolo sido, rechazó toda reprensión), está a merced de sus impulsos malignos que lo llevarán a la muerte espiritual que es el pecado, el cual, a su vez, puede provocar una muerte física temprana inesperada. Abandonado a los extremos de su desvarío moral, y desprovisto de todo freno, su fin puede ser terrible.
Notas: 1. Yo todavía me acuerdo del pozo que había en la casa de mis abuelos, que estaba rodeado por un parapeto redondo de piedra de poco menos de un metro de altura, y donde todavía estaba la polea y la cadena con la cual antes se bajaba un balde.
2. Así como el agua pura apaga la sed y alivia el calor del estío –apunta J. Gill- de igual manera el amor de la mujer legítima apaga la sed del deseo y alivia el calor de la concupiscencia.
3. Otras versiones traducen este versículo no como pregunta sino así: “Que tus fuentes se derramen alrededor, (como) corrientes de aguas por las calles.” Algunos entienden que “fuente” es el vientre de la esposa que será fructífero por el amor del esposo (“Cosa de estima es el fruto del vientre” dice de los hijos el salmo 127:3b). Es decir, que tu descendencia se multiplique y sea poderosa en la tierra, como promete el salmo 112:2a. En cambio, las rameras, por lo común, evitan tener hijos, y su vientre por eso suele ser estéril.
El comentarista judío del Medioevo, Rashi, entiende figuradamente este texto de los discípulos que se multiplican y honran el nombre de su maestro, a la vez que ellos mismos alcanzan renombre. Pero es mejor entenderlo de las doctrinas del Evangelio que, al difundirse, señalan el camino de la vida eterna a muchos.
4. Algunos interpretan este versículo en el sentido de que siendo fiel a una esposa virtuosa, el marido puede estar seguro de que los hijos que engendre sean realmente suyos, lo que no ocurriría si engendrara otros hijos con sus compañeras ocasionales, pues podrían ser de otro.


Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

 #868 (15.02.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

jueves, 14 de mayo de 2015

ADVERTENCIA CONTRA LA SEDUCTORA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M:
ADVERTENCIA CONTRA LA SEDUCTORA
Un Comentario de Proverbios 5:1-14
Este capítulo desarrolla el tema de la seductora (de la “mujer extraña”), que fuera introducido en Prov. 2:16-19, y que será expuesto más ampliamente en Prov. 6:24-35 y en el capítulo 7 del libro. De otro lado, en la segunda parte se hace un encendido elogio del amor conyugal.
Los versículos 1 al 6 forman la primera estrofa del capítulo.
1. “Hijo mío, está atento a mi sabiduría,
y a mi inteligencia inclina tu oído,”
2. “Para que guardes consejo,
Y tus labios conserven la ciencia.”
3. “Por que los labios de la mujer extraña destilan miel,
Y su paladar es más blando que el aceite;
4. “Mas su fin es amargo como el ajenjo,
agudo como espada de dos filos.”
5. “Sus pies descienden a la muerte;
sus pasos conducen al Seol.”
6. “Sus caminos son inestables; no los conocerás,
si no considerares el camino de vida.”
1, 2. Estos dos versículos son un prólogo solemne, una invocación a escuchar la voz de la sabiduría, y sirven de preparación adecuada a la amonestación que va a seguir (vers. 3 al 6) acerca de los peligros que encierra la mujer extraña. (Nota 1) El padre, como buen maestro, ha creído necesario preparar el oído y la atención de su hijo y discípulo, a la enseñanza que le va a dar.
Dos actitudes de escucha le pide que son comunes a otros pasajes: estar atento, e inclinar el oído. En realidad se refieren a lo mismo: prestar atención para entender bien (Ver Consejos Paternales III). El discípulo necesita estar atento a la sabiduría y a la inteligencia de su maestro que se expresa en palabras de consejo. ¿Son la sabiduría y la inteligencia la misma cosa? La sabiduría está por encima de la inteligencia. La inteligencia tiene que hacer con la información, con el proceso de obtenerla, de analizarla y de utilizarla, es decir, de valorarla. La sabiduría, en cambio, saca, sobre la base de la información obtenida, conclusiones aplicables a situaciones concretas.
Estos dos versículos pueden resumirse así: Escucha con atención lo que te voy a decir, el consejo sabio que te voy a dar, porque de nada vale oír si no se presta atención. Cuando escuchamos con atención lo oído provoca una repercusión en nuestra mente que nos hace reflexionar. Pero si no prestamos un oído atento, las palabras entrarán por un oído y saldrán por el otro sin dejar huella en el espíritu. El oído atento las captura, las retiene y producen fruto.
“Guardar consejo” es no sólo meditar sobre lo oído, sino ajustar nuestra conducta a lo escuchado y no permitir que digamos palabras atrevidas que nos empujen por caminos peligrosos, o nos tiendan una trampa.
En efecto, las palabras que susurramos en el oído de una mujer pueden atarnos porque suscitan en ella una respuesta afectiva, un deseo que no descansará hasta ser satisfecho. El deseo suscitará en ella, a su vez, palabras que inviten a gozar de un banquete dulce, pero peligroso.
3,4. El banquete está, para empezar, en sus labios que “destilan miel”. ¡Qué maravillosamente expresado está el atractivo de su boca! El que se deja atrapar por ella caerá en un abismo de placer que lo cautivará y lo emborrachará durante un tiempo. En Cantares hay un verso que emplea un lenguaje similar: “Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua.” (4:11).
Mientras dure la ebriedad se es feliz, pero a la vuelta de la esquina acecha el peligro, una espada tan amarga como fueron dulces los labios.
Ella te llevará por caminos extraños que te conducirán por donde no esperabas transitar, y te hundirán en un pozo de amarga desilusión cada vez más profunda, como dice el proverbio: “Porque abismo profunda es la ramera, y pozo angosto la extraña.” (23:27).
Los labios, la lengua y el paladar de la mujer sensual tienen un atractivo irresistible para el joven cuya pasión inflama su sangre y lo rinden sin defensa a su dulzura y encantos. El joven cree que se embarca en una travesía de placer (Véase Pr 7:14-20), pero poco a poco descubre que la miel de sus labios se va tornando amarga, y acaba por herirle el alma con una herida tan acerba como dulce era el hechizo que lo apresaba (cf Ecl 7:26; Jr 9:15). (2) Por eso es necesario que te escapes antes de que te atrape en la red de sus encantos, pues una vez preso en ellos, te será muy difícil escapar (Ver Nota 4).
5,6. ¡Cuántas veces las cadenas de pasión con que el joven está atado, y de las que no puede liberarse, se hunden dolorosamente en su carne, y llega a odiarlas tanto como las desea, porque lo llevan por caminos de autodestrucción que lo envilecen a sus propios ojos y ante los de los demás, volviéndose en objeto de burla y de lástima de todos los que lo conocen.
Si confías en sus promesas recuerda que ella es voluble y sus caminos inestables. Su capacidad para mentir es inagotable, y serás víctima de sus engaños sin darte cuenta. La amargura que sembrará su falsedad en tu alma te hará odiar el placer que antes sentiste y detestar tu ingenuidad. No te apartes pues de mis caminos –dice la sabiduría- ni desoigas mi consejo, porque él te guardará del desengaño que puede morder tu corazón.
El que se vuelve una víctima dócil de los caprichos de la mujer extraña, y un juguete en sus manos, se enfurece y se llena de odio contra ella, pero no puede romper el lazo que lo ata a la seductora. Su carne la desea y no puede, por más que quiera, escapar del imán de su cuerpo que lo atrae como un agujero negro sideral que todo lo devora. Cuanto más detesta su esclavitud, más esclavo se vuelve. Al final se resigna a escanciar hasta la muerte el néctar que lo enajena y embriaga como una droga, pero, entre tanto, vive atormentado por el temor de que ella pueda abandonarlo y buscar en otros brazos el placer que él, al precio de su vida, se esfuerza por regalarle. (3)
7.  “Ahora pues, hijos, oídme,
y no os apartéis de las razones de mi boca.”
8.  “Aleja de ella tu camino,
y no te acerques a la puerta de tu casa;”
9.  “Para que no des a los extraños tu honor,
y tus años al cruel;”
10. “No sea que extraños se sacien de tu fuerza,
Y tus trabajos estén en casa del extraño;
11. “Y gimas al final,
cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,”
12. “Y digas: Cómo aborrecí el consejo,
Y mi corazón despreció la reprensión;”
13. “No oí la voz de los que me instruían,
Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!”
14. “Casi en todo mal he estado,
En medio de la sociedad y de la congregación.”
7. El padre hace un pedido como implorando a sus hijos: Haced caso de mis consejos, no desechéis mi advertencia. ¿Por qué adopta ese tono casi suplicante? Porque él conoce el peligro al que están expuestos y sabe, por experiencia propia o ajena, cuáles son sus consecuencias.
8. Aléjate lo más que puedas de ella, no frecuentes los lugares donde puedas encontrarla, ni acudas a su llamado cuando ella te llame (4). El padre sabe cuán grande es la atracción que una mujer sensual puede ejercer sobre un joven que está en el hervor de sus pasiones. Le pide que no se acerque para nada a su casa porque sucumbirá fácilmente a la atracción que sobre él ejerce su puerta (Véase Pr 7:7-9). El recuerdo de sus caricias lo atormenta y es como si su piel reclamara el suave contacto de sus manos.
9. El padre sabe que si su hijo cae en las manos de la mujer extraña, de la mujer que no pertenece a nadie porque es de todos, y está siempre rodeada de hombres que la pretenden y que la cortejan, él se convertirá en el juguete de sus caprichos y en el hazmerreír de los que saben cómo es ella. El padre intuye que su hijo puede dilapidar sus mejores años preso en el regazo de ella, descuidando el estudio, y más adelante, su profesión, en vez de aprovechar ese tiempo inestimable para labrar su futuro.
10. Preso en las garras del placer consumirás las fuerzas que debiste haber empleado en tu provecho, y serán los amigos y las amigas de ella los que te exploten y te saquen el dinero de tu billetera, pensando tú que al hacerlo le agradas a ella, cuando ella lo toma a burla, y se goza del poder que ejerce sobre ti, al punto de convertirte en su esclavo (Véase Pr 29:3b).
11. Cuando despiertes a la realidad, y te des cuenta de cómo has despilfarrado tus mejores años, tu salud y tu fortuna por una quimera, y tengas el corazón magullado por la desilusión, te lamentarás de haber sido tan necio al haber despreciado el consejo de los que te amonestaban y querían tu bien. Entonces, como hizo el hijo pródigo, recapacitarás, pero no podrás regresar donde tu padre para que te acoja, porque él ya no estará en vida. Pero hay otro Padre que sí está dispuesto a recibirte en sus brazos, a perdonarte y restaurarte.
            12,13. Estos dos versículos podrían ponerse en boca del  hijo pródigo cuando estaba cuidando cerdos, antes de volver en sí. Ellos describen muy bien la actitud del que se niega a escuchar la voz de Dios y de sus mayores: aborrece el consejo y menosprecia la reprensión. Por ahí empiezan los que terminan mal.
14. El que, desoyendo el consejo, se deja seducir por la mujer extraña, termina con frecuencia en la pobreza. El pecado de la carne tiene un alto costo en salud y en dinero; enflaquece y empobrece al que se deja arrastrar a sus tortuosos caminos que terminan en un precipicio. Bien amonestó Pablo a Timoteo: “Huye de las pasiones juveniles.” (2Tm 2:22). Bien puede decir el insensato: “Casi en todo mal he estado,” porque ha bebido la copa de la amargura hasta las heces.
A los males personales que sufre se añade el desprestigio entre los suyos, sus amigos y conocidos, y ante la sociedad en general.
Ningún caso más aleccionador que el de Sansón, el hombre más fuerte de su tiempo, que era poseedor de una fuerza sobrenatural, y era el pavor de sus enemigos. Él cayó preso en los encantos de Dalila, y aunque tuvo tres veces la prueba patente de que ella lo traicionaba, no se alejó de ella, y terminó ciego, sin fuerzas, y convertido en el hazmerreír de los filiteos (Jc 16:4-25).
Notas: 1. Zur quiere decir básicamente extranjero, pero se aplica a lo que se ha desviado, a lo que está fuera de la ley. Como en Israel las mujeres de vida libre solían ser extranjeras, solía designarse con esa palabra a la adúltera.
2. Orígenes dice que, por el contrario, la rectitud puede ser amarga al comienzo, pero su final es dulce.
3. En el Sirácida hay un extenso pasaje que parece un comentario o ampliación del mensaje de estos seis versículos: “Huye de la cortesana, no caigas en sus lazos. No te entretengas con la que canta coplas, no te pille en sus redes. No fijes tu atención en doncella, no vayas a incurrir en castigo por su causa. No te entregues a meretrices, no vayas a perder tu hacienda. No pasees tus ojos por las calles de la ciudad, ni andes rondando por sitios solitarios. Aparta tus ojos de mujer hermosa, y no fijes la vista en la hermosura ajena. Por la hermosura de la mujer se han perdido muchos, y su amor abrasa como fuego.” (Sir 3-9).
4. El caso de José, que huyó de los brazos de la mujer de su amo que intentaba seducirlo, es un buen ejemplo de la actitud sabia que debe adoptar el joven cuando es tentado.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#867 (08.02.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).


martes, 5 de mayo de 2015

JESÚS ANUNCIA SU MUERTE II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
JESÚS ANUNCIA SU MUERTE II
Comentario de Mateo 16:26 al 28
Jesús continúa con la enseñanza que ha iniciado después haber anunciado su próxima pasión y muerte en Jerusalén.
26. “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
¿De qué les sirvió a los grandes conquistadores, a los grandes tiranos, a los forjadores de las grandes fortunas, lo que alcanzaron en vida, si al final se condenaron? ¿De qué le sirve al hombre tener en vida todo lo que quiere, si al final se va a infierno? El bien que obtuvo aquí fue transitorio, pero lo que viene después de la muerte, no tiene fin. ¿No es una locura trabajar por lo que no dura y descuidar lo que perdura?
Yo desearía que esta frase de Jesús sea puesta como lema en grandes letras en los directorios de los grandes bancos, de las grandes empresas, en las oficinas de los hombres más ricos del orbe para que les recuerde esta verdad inexorable. ¿De qué sirve acumular todo el dinero del mundo y ser más rico que Creso, si todo lo que uno tiene no le alcanza para comprar el ingreso al cielo?
El disfrute del dinero puede durar cincuenta o más años, pero ¿qué es eso comparado con la eternidad? Menos que una milésima de segundo. ¿Quién sería el insensato que optaría por gozar de un segundo de placer a cambio de que le pongan una plancha ardiente sobre la piel durante un minuto? Nadie, a menos que esté loco.
Un millón de millones de siglos es nada comparado con la eternidad. ¿De qué le sirve al dictador controlar la vida de sus conciudadanos con el puño –como ocurre en algunos países- si después no puede evitar que lo arrojen para siempre a un calabozo de fuego? ¿Al lugar del llanto y del crujir de dientes? (Mt 8:12; 13:42; 24:51; 25:41)
El dólar, la libra esterlina, el Euro, no se cotizan en el más allá. Todo el oro acumulado en Fort Knox (Nota 1) no alcanzaría para pagar un instante de alivio a las llamas del infierno. El que es condenado al infierno ¿con qué podría pagar el rescate de su alma?
Sólo el que no cree que hay un más allá donde se cosecha el fruto de nuestras obras se burla de esas preguntas. Pero cuando muera se llevará una sorpresa terrible. Aullará de pavor. Si pudiéramos escuchar sus gritos se nos romperían los tímpanos.
Alguien escribió: “Si has de perder todo, salva al menos tu alma.” Porque todos los bienes de este mundo, riquezas, honores, placeres, pueden ser recobrados, si se pierden; pero el alma, una vez perdida, es irrecuperable. Todas esas cosas son extrínsecas a nuestra persona, pero el alma es lo más intrínseco, lo más íntimo de nuestro ser, es uno mismo (Lapide). Satanás compra el alma humana al precio más bajo, por el vil placer de los sentidos, que no dura y al final produce hastío; pero una vez que la atrapa, la atormentará por toda la eternidad. Como dice Bernardo de Claraval: “Ofrece al hombre una manzana, y lo priva del paraíso.”
27. “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
Sí, y ese día –el día del juicio final- todos recibirán el pago que se merecen. Nadie puede eludirlo. El que creyó y el que no creyó. El que siguió las normas de Dios, y el que siguió los consejos del diablo. Nadie escapará. Día terrible, día de ira, día de oscuridad para algunos; día de júbilo, día de gloria, día de victoria para otros. ¿Qué es lo que quieres para ti? ¿En qué lado quieres estar ese día, a la derecha o a la izquierda del Hijo del Hombre? (Mt 25:33)
Esta es la primera vez que en el evangelio de Mateo se menciona el fin de los tiempos, pero es una de las tantas en que se menciona la verdad más repetida de toda la Biblia, que Dios pagará a cada cual según sus obras (Sal 62:12; Pr 24:12; Jr 17:10; Ez 18:30; Rm 2:6; Ap 2:23; 22:12). Y si eso es cierto, ¿para qué quieres vivir? ¿Para hacerte un tesoro indestructible en el cielo? ¿O para acumular una deuda impagable en el infierno? Escoge.
En referencia a ese día de gloria, en el pasaje paralelo de Marcos figura esta frase notable: “Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.” (Mr 8:38; cf Mt 10:33).
¿Quieres tú que Jesús se avergüence de ti ese día? Nadie lo quisiera. ¿Pero cuántos alguna vez, y por respeto humano, no nos hemos avergonzado de ser discípulos suyos? ¿Cuántos hemos querido ocultarlo para que no se burlen de nosotros? Nos portamos como émulos de Pedro.
28. “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”
Este es uno de los versículos más intrigantes y enigmáticos de los evangelios y uno de los que más discusiones ha ocasionado.
Hay dos maneras principales de entender esta declaración solemne de Jesús, hecha inmediatamente después del anuncio de su segunda venida, esta vez no para morir, sino para juzgar. La primera es asegurar que esa venida ocurrirá pronto, puesto que afirma que algunos de los que le están oyendo, es decir, algunos de sus apóstoles, estarán todavía vivos cuando Él venga. ¿Quiénes estarán vivos? No lo dice, ni lo sugiere, pero una deducción fácil es que los más jóvenes. Pero eso es aventurado, porque no tiene en cuenta el desarrollo de la vida de cada cual y de sus circunstancias.
La segunda posible interpretación es que Jesús se está refiriendo a la manifestación gloriosa de su identidad divina que va a ocurrir seis días después, esto es, a su transfiguración en el monte Tabor, en presencia de tres de sus discípulos. Pero si se trata de algo que ocurrirá muy pronto, las palabras “algunos no gustarán la muerte” (2) antes de que lo anunciado suceda, no tienen sentido: Seis días es un plazo demasiado corto. Por eso la mayoría de los intérpretes deducen que se trata de un acontecimiento no muy cercano, pero tampoco muy lejano, dentro de pocas décadas, puesto que ocurrirá cuando algunos de los que le escucharon estén todavía vivos.
Pero si es así como deben interpretarse sus palabras, ¿se equivocó Jesús? Pues ya han corrido casi dos mil años, y aún no ha retornado a la tierra. Lo cierto es que la iglesia primitiva interpretó el anuncio de la segunda venida de Jesús como un acontecimiento que iba a ocurrir pronto, casi inminente, al punto que Pablo consideró necesario moderar la expectativa de los tesalonicenses respecto de esa venida gloriosa, diciéndoles que antes de que ocurra ha de venir una apostasía general, y aparecer el “hombre de pecado” acompañado de manifestaciones engañosas de poder que Satanás le prestará (2Ts 2:1-12).
Esto es, su retorno a la tierra como juez no era tan inminente como los primeros cristianos esperaban. Esta interpretación es apoyada por las últimas palabras que, según Mt 28:20, pronunció Jesús antes de ascender al cielo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, o “hasta el fin de los tiempos”, según otra traducción. (3) Es decir, se trata de un acontecimiento lejano.
No obstante, muchos estudiosos siguen adoptando la segunda interpretación, pese a las objeciones mencionadas: Las palabras del versículo que analizamos se refieren a la transfiguración.
Nótese que las palabras de este versículo no pueden referirse a la resurrección de Jesús, ni a su manifestación a sus discípulos durante cuarenta días, ni a su ascensión al cielo, porque cuando ocurrieron esos acontecimientos ninguno de sus discípulos había muerto, salvo Judas, el traidor. Es decir, los once estaban vivos. Pero las palabras de Jesús dan a entender que sólo algunos lo estarían.
Pero hay una tercera interpretación posible de ese anuncio, y es que se refiere a la destrucción del templo de Jerusalén por los ejércitos romanos, ocurrida el año 70, cuarenta años después de la muerte de Jesús, y después de un sitio de cuatro años, durante el cual se cumplieron las palabras proféticas de Jesús acerca de la gran tribulación, y del gran sufrimiento que padecerían los habitantes de la ciudad, porque “no conocieron el día de su visitación.” (Lc 19:44).
Jesús advirtió solemnemente a sus discípulos: “Cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos sabed entonces que su destrucción ha llegado.” (Lc 21:20) y los instó a alejarse lo más rápido posible de la ciudad (Mt 24:16-18). Para esa fecha algunos de sus apóstoles estarían todavía vivos, aunque no sabemos quiénes, salvo Juan. La destrucción del templo significó el final de los sacrificios de animales y de todas las ceremonias conectadas con ese santuario, y enseñó a los cristianos judíos, de una manera práctica y contundente, que esos ritos, a los que algunos todavía se aferraban, ya no debían ser observados. En suma, significó la victoria definitiva del cristianismo sobre el judaísmo.
Pareciera que Jesús, en los  vers. 27 y 28, hubiera juntado dos acontecimientos diferentes y distantes entre sí en el tiempo: El juicio de la humanidad al final de los tiempos, y la destrucción del templo de Jerusalén el año 70, tal como hace también en Mateo 24.
Cabría mencionar todavía el punto de vista muy plausible, expresado por Gregorio Magno (siglo VII) y otros exégetas posteriores, de que esa frase se refiere a la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, y al rápido crecimiento de la iglesia durante las décadas siguientes. Esta posición identifica el reino de Dios con la iglesia, posición que muchos niegan. Sin embargo, esta interpretación del versículo que nos ocupa podría derivarse de su redacción en Mr 9:1: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.” Estas palabras bien podrían aplicarse al crecimiento fulminante experimentado por la iglesia a partir de Pentecostés, y que narra el libro de Hechos, el cual sería inexplicable si no hubiera sido obrado por el poder de lo alto.
Notas: 1. Lugar donde se guardan las reservas de oro de EEUU.
2. ¿Puede gustarse la muerte, es decir, encontrar algo agradable en ella? El verbo geúo significa “percibir el sabor” (Mt 27:34; Lc 14:24; Jn 2:9; Hch 23:14; Col 2:21) y también “tomar alimentos” (Hch 10:10; 20:11). Pero en conexión con la muerte significa simplemente experimentarla. Así, por ejemplo, en Hebreos 2:9, o en Juan 8:52 (sufrir la muerte). Pero el verbo empleado en la versión Reina Valera 60 suscita un interrogante: ¿Puede la muerte ser una experiencia agradable? Generalmente se suele pensar que la muerte es una experiencia desagradable, dolorosa, a la que la gente le tiene espanto. Y lo es efectivamente en muchísimos casos, sobre todo cuando llega como consecuencia de una enfermedad penosa. Lo es también muchísimo para el que muere impenitente e intuye que lo espera el infierno, pero no quiere arrepentirse.
Lo es, además, porque morir significa abandonar esta vida que tanto amamos. Pedro, incluso, al hablar de la resurrección de Jesús el día de Pentecostés, dice que Dios lo levantó “sueltos los dolores de la muerte” (Hch 2:24), algo así como los que experimenta la mujer en el parto. La muerte es, efectivamente, una forma de parto, porque el alma y el espíritu del ser humano abandonan el cuerpo en el que han estado alojados durante un tiempo, tal como el feto abandona el seno materno, para nacer a una nueva vida. Esta última realidad, que es la definitiva, explica que el salmista pueda decir: “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de los santos” (Sal 116:15) en un verso que parece insertado en medio del texto, sin conexión aparente con lo que viene antes, ni con lo que viene después, y que significa que Dios vela sobre la muerte de aquellos que le han servido, y hace que su lecho de muerte “sea tan suave como almohadas de plumas”, como dice un poeta. Para aquellos que se duermen en el Señor, y que están seguros de la recompensa que les espera, la muerte puede ser una experiencia dulce, así como puede ser también edificante para los que los rodean. La muerte es en realidad –como reza la expresión popular- “pasar a mejor vida”.
3. Se trata aquí de la presencia constante de Jesús en la iglesia, mediante la predicación de la palabra, la Cena del Señor, y la inhabitación del Espíritu Santo en los creyentes.


Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.

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