miércoles, 22 de agosto de 2018

PABLO ES ENVIADO AL PROCURADOR FÉLIX


    LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
PABLO ES ENVIADO AL PROCURADOR FÉLIX
Un Comentario de Hechos 23:23-35

En vista del complot que cuarenta conjurados fanáticos habían tramado para asesinar a Pablo, el tribuno toma las medidas necesarias para enviar al apóstol al procurador en Cesarea, donde estaría a buen recaudo.
23,24. “Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador.”
Al enterarse del complot de los conjurados el tribuno actúa rápidamente para sacar a Pablo de Jerusalén, donde su vida corre peligro, y enviarlo sin tardanza a Cesarea, sede del procurador de Judea, donde estará seguro. Él no quiere que se le pueda acusar de no proteger la vida de un ciudadano romano al que no se le acusa de nada que sea un delito bajo las leyes del imperio.
Para ello ordena que dos centuriones se preparen para salir de la ciudad a eso de las 9 de la noche con doscientos soldados (que llevaban escudos y la famosa espada corta mortífera), sumados a setenta cabalgaduras (caballos o mulas), con sus respectivos jinetes, y a doscientos lanceros, esto es, soldados de  pie con armas ligeras. Ordenó que tomasen a Pablo consigo, subido a una de las cabalgaduras, y partiesen rápidamente.
Cabe preguntarse ¿vivían estos cuatrocientos setenta soldados en la Torre Antonia? Habría que pensarlo porque de lo contrario, reunir toda esa tropa al comenzar la noche produciría un alboroto que alertaría a los conjurados. El éxito de la operación  dependía de que se hiciera en secreto. Pero la partida de setenta caballos, más cuatrocientos hombres no podría pasar desapercibida. Si los conjurados se dieran cuenta de la maniobra nocturna es posible que no se atrevieran a obstaculizar la salida, o a perseguir a un contingente tan considerable de soldados. Resguardado por una tropa tan numerosa, bien se puede decir que Pablo viajaba seguro. Bien se puede aplicar a su caso la frase de David: “El ángel del Señor acampa en torno de los que le temen y los defiende.” (Sal 34:7) El poder de la guardia celestial se manifestaba en una numerosa guardia humana.
25-30. “Y escribió una carta en estos términos: Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud. A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano. Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión. Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien.”
Ahora nos enteramos de que el tribuno se llamaba Claudio Lisias, nombre que había tomado cuando adquirió la ciudadanía romana mediante el pago de una fuerte suma (Ver Hch 22:28) (Nota 1)
¿Cómo conoció Lucas el texto de la carta para poder reproducirla? Posiblemente pudo tenerla en sus manos, pues estaría archivada en Cesarea, o la reconstruyó con los datos que sus investigaciones obtuvieron, lo que no quiere decir que la reprodujera literalmente. Pero lo primero es más probable.
El texto de la carta es escueto pero suficientemente informativo como para que el procurador supiera qué decisión tomar respecto del preso. En ella indica que el prisionero judío que se le envía es un ciudadano romano que estaba a punto de ser linchado por la plebe cuando él lo rescató y, convocado al día siguiente el Sanedrín, con el fin de averiguar de qué se le acusaba, se enteró de que no se trataba de ningún delito bajo las leyes del imperio, sino de algo concerniente a las leyes religiosas judías. Pero enterado de una conjura para matarlo, lo envía para que esté a salvo, y que el procurador decida qué hacer con él, al mismo tiempo que le informa de que ha avisado a las autoridades judías a fin de que presenten sus acusaciones ante él.
31,32. “Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris. Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza.”
Obedeciendo a las órdenes dadas, la compañía de soldados partió a las nueve de la noche llevando a Pablo consigo, e hicieron a marchas forzadas el recorrido de más de 50 Km que separa Jerusalén de Antípatris, a donde llegaron al día siguiente. Se ha cuestionado que la comitiva a pie pudiera hacer el viaje en tan poco tiempo. Quizá Lucas ha omitido un día en su narración para hacerla más dinámica.
Antípatris, dicho sea de paso, era una ciudad situada en la fértil llanura al norte de Galilea, que había sido fundada por Herodes el Grande en honor de su padre, el general idumeo Antípater, que brindó valiosos servicios a los romanos, y que fuera el iniciador de la dinastía herodiana.
Llegados a esta ciudad, y ya lejos del alcance de los conjurados, la infantería regresó a Jerusalén, mientras los setenta jinetes proseguían su viaje de 40 km a Cesarea a través de la llanura.
33-35. “Cuando aquellos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él. Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia, le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.”
Llegados a su destino el jefe de la caballería, o alguno de los centuriones, entregó al procurador Félix la carta que le enviaba el tribuno, y dejaron a Pablo en sus manos.
Cuando Félix hubo leído la carta le preguntó a Pablo de dónde era. Era muy importante tener este dato porque según las leyes imperantes el prisionero estaba bajo la jurisdicción de su lugar de origen, y Félix no hubiera podido retenerlo, sino hubiera tenido que reenviarlo a las autoridades que correspondían, tal como, por ejemplo, hizo Pilatos cuando se enteró de que Jesús era de Galilea, y lo envió al tetrarca Herodes Antipas. Pero, dado que Pablo procedía de la provincia romana de Cilicia, a él le correspondía ocuparse de su caso.
Vemos aquí al apóstol a merced de las autoridades humanas ciertamente, pero al cuidado de una autoridad superior invisible que velaba por él, y eso lo hacía sentirse seguro.
El procurador dijo entonces que cuando vinieran a Cesarea los acusadores del prisionero él se ocuparía de su caso, y ordenó que entretanto Pablo permaneciera en custodia en el pretorio (2), enorme y lujoso palacio que Herodes el Grande había hecho construir para sí en esa ciudad, y que ahora servía de residencia al gobernador romano.
Antonius Félix (es decir, feliz) fue procurador de Judea entre los años 52 y 59 DC. Él era posiblemente un esclavo liberto del emperador Claudio, o de su madre Antonia (de quien había tomado su “nomen gentile”). Él fue nombrado procurador pese a no formar parte de la orden ecuestre, a la cual estaban reservados esos cargos, gracias a la influencia de su hermano Pallas, uno de los favoritos de Claudio, y que era, a su vez, un esclavo liberto de la madre de Claudio, Antonia (3). Antes de su nombramiento él parece haber ocupado una posición secundaria en Samaria bajo su predecesor, Ventidium Cumanus.
Su gobierno fue marcado por intensas agitaciones, porque él aplastó sin misericordia los levantamientos que se produjeron en esos años (entre ellos, el del año 55 del pretendido mesías de origen egipcio con el que el tribuno confundiera inicialmente a Pablo, Hch 21:38). De él dice el historiador Tácito que “ejerció con salvajismo y avidez los poderes de un rey con la mentalidad de un esclavo”. La narración de Lucas hace resaltar dos aspectos poco favorables de su carácter: Su escaso sentido de la justicia y su codicia. Él mantuvo a Pablo en prisión dos años a pesar de la evidencias que existían a favor de su inocencia (Hch 23:27-29), porque esperaba que Pablo le pagara por obtener su libertad (24:26). Cuando fue removido, debido a su infortunada y violenta intervención en la disputa entre las comunidades judía y griega de Cesarea, en vez de liberarlo, dejó a Pablo en prisión para congraciarse con los judíos (24:27). Se salvó de ser enjuiciado por Nerón, ante quien los judíos se quejaron por su crueldad, sólo por la influencia de su hermano Pallas. Pese a su humilde origen se casó tres veces con mujeres de alcurnia.
La primera fue una nieta de Antonio y Cleopatra, y la tercera, Drusila, era una hija de Herodes Antipas (Hch 24:24), y hermana de Herodes Antipas II. Félix era pues, lo que nosotros llamaríamos hoy día, un típico arribista sin muchos escrúpulos.
Extraño destino el de Pablo puesto en mano de hombres injustos, crueles y ávidos de dinero, que no conocían a Dios, y más bien rechazaban su palabra (24:25). A través de ellos, sin embargo, obraba Dios sus propósitos con Pablo, no librándolo de tribulaciones, pero sí protegiendo su vida de sus más encarnizados opositores.  Observando a los personajes de esta historia podemos percibir el gran contraste que existe entre la mentalidad del discípulo de Cristo, cuya mirada está dirigida hacia las realidades eternas, y la del hombre mundano, cuyas aspiraciones están dirigidas exclusivamente a las realidades terrenas.
Cuánta razón tuvo Juan al escribir: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1Jn 2:15-17). Aunque somos cristianos es oportuno que nos preguntemos, ¿cuánto del mundo y del amor por lo transitorio permanece en nosotros?
Notas: 1. Según el historiador romano Dio Cassius, durante el reinado del anciano Claudio, su mujer Mesalina y sus cortesanos vendían el derecho de ciudadanía a fin de llenarse los bolsillos. Lisias debe haber sido un hombre de medios económicos y de buenos contactos para haber podido comprar la ciudadanía romana y hacerse nombrar funcionario del ejército al mando de mil hombres.
2. Esta palabra de origen latino designaba al palacio donde residía la autoridad romana del lugar. Así, por ejemplo, Pilatos residía en el pretorio de Jerusalén (Mt 27:27; Mr 15:16; Jn 18:28,29; 19:9). Cuando Pablo estuvo prisionero en Roma, él permaneció en el pretorio, o palacio del César (Flp 1:13).
3. La sociedad romana estaba organizada en cuatro órdenes o clases (sin contar los esclavos), siendo la orden ecuestre la segunda debajo de la orden senatorial (los miembros del senado), y encima de la orden decurional y de la plebe. Los miembros de la segunda en su origen –como su nombre indica- eran los dueños de dos caballos, animal caro de mantener, y debían demostrar poseer una fortuna no menor de 400 mil sestercios. Entre las diversas funciones que se les asignaba en la administración pública estaba el arrendamiento de los impuestos imperiales, tal como hacían los publicanos en Palestina en tiempos de Jesús.


Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
   "Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."
#965 (05.03.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).