miércoles, 27 de enero de 2016

OREMOS FERVIENTEMENTE POR EL PERÚ

Quiero instar a mis lectores, y a todos los cristianos en general, a orar
fervientemente por nuestro país. En el proceso electoral que se avecina se va a decidir el destino de nuestra patria en el próximo quinquenio. Lo que está en juego va mucho más allá de las preferencias personales, o del bienestar y desarrollo de los individuos. Es la viabilidad misma de nuestra patria como estado democrático y civilizado. El resultado de cada elección, como sabemos, determina la dirección en que se moverá el país en el futuro próximo: si será ascendente o descendente, si progresamos o retrocedemos. Dios nos ayude.





martes, 26 de enero de 2016

ANOTACIONES AL MARGEN XLIII

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ANOTACIONES AL MARGEN XLIII


* Que el hombre no tenga un control total de su imaginación y pensamientos es muy curioso. Si la mente  es parte de su ser ¿por qué no los puede controlar sino muy parcialmente? Pero tampoco puede controlar las funciones de su cuerpo. El funcionamiento de los órganos de su cuerpo es automático e independiente de su voluntad. Es más, ni siquiera es consciente de muchos de ellos. ¿Qué pasaría si el funcionamiento de sus órganos dependiera de su atención y de su voluntad? ¿El latido de su corazón, la secreción de los jugos gástricos cuando come, por ejemplo? Olvidarse de una sola de esas funciones le sería fatal. Los recién nacidos y los niños pequeños morirían rápidamente. Por eso Dios, en su infinita sabiduría, hizo que el funcionamiento de las miríadas de funciones internas que nos mantienen en vida (no sólo a nosotros sino a todos los seres vivos) fuese automático e independiente de nuestra atención y querer.
Nosotros gobernamos sólo una fracción mínima de las funciones y capacidades de nuestro cuerpo, los llamados músculos estriados de la cara, boca, cuello y resto de nuestros miembros. Pero nuestro cerebro recibe miles de mensajes de los órganos del cuerpo a cada instante, y envía órdenes en respuesta constantemente sin que nosotros tengamos conciencia de ello.
Igual es con nuestra mente. La atraviesan cantidades de pensamientos e imágenes, algunos indeseables, sin que podamos hacer nada para detenerlos. ¿Cómo detener el flujo constante de pensamientos de nuestra mente? ¿Poner la mente en blanco? Cuando estamos tratando de hacerlo, eso es precisamente aquello en lo que estamos pensando.
Así pues, el hombre es señor de sólo una pequeña parte de su ser. Todo el resto lo controla Dios, o está ligado a factores aleatorios y desconocidos. Lo único que le es propio es su voluntad, porque ni siquiera sus sentimientos están bajo su control. Y aun la libertad de su voluntad está condicionada y limitada por las condiciones del entorno y por la debilidad de su carne. Desea esto o aquello que se presenta delante de sus ojos, y no puede resistir a las solicitaciones de su sensualidad sin la ayuda de Dios.
¡Cuán acertada es la frase del salmo: “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes?” (Sal 8:4). ¡Somos tan limitados, pequeños e impotentes! Y sin embargo, ese ser minúsculo como el polvo de la tierra se atreve a rebelarse contra su Creador.
En los millones de células que tenemos en nuestro cuerpo se realizan, dice la biología, miles de transacciones químicas por minuto de las que depende nuestra vida, y que la ciencia está recién empezando a descubrir. ¿Qué pasaría si el funcionamiento de nuestras células estuviera controlado por nuestra conciencia? ¿Qué pasaría si los millones de glóbulos rojos que flotan en nuestra sangre esperaran nuestra orden para descargar el anhídrido carbónico que traen y recargarse de oxígeno al entrar en los pulmones? Moriríamos de asfixia. ¿Qué pasaría si nuestros glóbulos blancos esperaran nuestra orden para atacar a los microbios y bacterias que nos invaden constantemente? La menor infección acabaría con nuestra vida.
Todo eso lo hace Dios que ha programado el funcionamiento de nuestros órganos y de todas las partes de nuestro cuerpo. Pese a la enorme potencia de procesamiento de las computadoras modernas, no existe una sola en el mundo que pudiera controlar la centésima parte del trabajo que se realiza en el organismo de cada ser humano viviente.
El don de la vida que hemos recibido en el instante en que fuimos concebidos es un don complejísimo e inescrutable. En verdad, nuestra existencia física es un verdadero milagro repetido a cada instante (Nota). ¿Cómo no le hemos de dar gracias a Dios constantemente por este cuerpo y por este don?
*
De cómo ocupemos nuestra mente durante el día depende de cuán concentrados estén nuestros pensamientos en Dios durante nuestro tiempo de oración. Si estamos abiertos a toda clase de impresiones externas durante el día, y andamos ocupados en “entretenimientos”, esas impresiones e imágenes mentales invadirán nuestra mente cuando queramos orar.
Nosotros alimentamos nuestra mente constantemente con las cosas que miramos y a las que dedicamos nuestra atención. Ese es el “input”. No tiene nada de extraño que el “output” sea de naturaleza semejante.
* Es un hecho que todas las cosas que supuestamente yo hago para Dios, las hago porque me agrada hacerlas, porque es mi oficio, mi ocupación favorita.
Si no es cierto lo que digo –y no sólo en mi caso- pregúntenle a un pastor cuánto le cuesta predicar los domingos. Sin duda le demanda esfuerzo, pero nada le agrada más que hacerlo.
* Todo lo que hago, incluso cuando me involucro en el mundo, debe estar dirigido a Dios, debe tener como objetivo servirlo. Eso es lo que Pablo dice en Rm 12:1 y 14:8.
Sin embargo, hay muchas cosas que hago durante el día que son inútiles, porque no están dirigidas hacia Dios.
* Si todo lo hago para Dios y con el deseo de servirlo, entonces todo lo que hago es oración.
* Hacer todas las cosas bien (como para el Señor) es una forma de adorarlo.
* Para el mundano, para el pecador y el cristiano carnal, esto es, para la mayoría de los seres humanos, la voz del ego viene primero, la voz de Dios al último. Y para mí ¿qué voz viene primero?
* No sólo mi cuerpo, también mi alma es templo del Espíritu Santo.
* Recogimiento y desprendimiento van juntos. No puedo vivir una vida de recogimiento, sin vivir desprendido de las cosas. Porque si no ¿a dónde se dirigirá mi atención?
* ¿Qué es la celda interior? Es entrar en sí mismo, en el silencio de la vida interior donde Dios nos habla.
* En las situaciones extremas, de sufrimiento o de peligro, las personas reaccionan según el metal de que están hechas.
* Los sentimientos paternales y los sentimientos maternales son obra divina, proceden de Dios. Él los ha sentido antes que nosotros, y se los ha dado a los seres humanos con un fin.
* ¿Qué es lo que más vale de todo lo que hago? Lo que más debo empeñarme en hacer es que la gente conozca y ame a Dios.
* Esta frase me impresiona: En el infierno hay vírgenes, pero no hay humildes.
* En la última Cena Jesús lavó los pies de sus discípulos, que eran mucho menos que Él, para darnos ejemplo de humildad y de servicio, y para enaltecer el servicio humilde, el oficio de los que despreciamos, porque lavar los pies de los huéspedes era en ese tiempo labor de esclavos.
* Siempre estamos en la presencia de Dios aunque no lo sintamos ni lo queramos.
* El mundo no nos enseña a amarnos los unos a los otros sino a despreciarnos o, por lo menos, a sernos mutuamente indiferentes, a ser fríos y egoístas con el prójimo. ¡Y qué bien aprendemos a veces la lección!
* Lavar los platos, o ser gerente de una gran compañía; barrer las calles, o ser ministro de estado; son ocupaciones igualmente valiosas para Dios. Para Él lo que cuenta es el amor y la entrega con que se realizan, y cuanto más alta la responsabilidad, con mayor desprendimiento.
* ¿Cómo hacer para no tener más voluntad que la de Dios? Todo el tiempo estamos haciendo nuestra propia voluntad. El remedio podría ser la frase que Jesús dirigió a su Padre en Getsemaní: No lo que yo quiera sino lo que tú. (Lc 22:42)
* Si Dios es infinitamente más que nosotros, ¿por qué pensamos tan poco en Él? Estamos absorbidos por lo finito que tenemos delante, por nuestros gustos e intereses.
* Desde el punto de vista natural se diría que cuanto más se ha sufrido por una persona, más se le odia. Pero desde el punto de vista espiritual sucede al revés, cuanto más se ha sufrido por una persona, más se le ama, como hizo Jesús con nosotros.
* A todos los que le sirven Jesús les ha dicho en algún momento: “Tú ven y sígueme”, como al hombre que iba a enterrar a su padre (Mt 8:21,22).
* Nosotros podemos dar un gran valor aun a nuestras acciones más pequeñas, si le ofrecemos a Dios todo lo que hacemos a lo largo del día.
* Dios se sirve de los hombres para hacer el bien, y para bendecirlos, si están dispuestos a ser canales de su gracia.
* Las cosas de la tierra son nada en verdad, comparadas con las del cielo. Sin embargo, captan toda nuestra atención y nos afanamos por ellas como si fueran un gran tesoro. ¡Qué necios somos! Somos como alguien que encontrara en la playa una concha con una perla dentro, y botara la perla y se quedara con la concha.
* La vida es corta para amar a Dios. El tiempo no nos alcanza para crecer en su amor como debiéramos. Sólo su gracia puede colmar ese vacío.
* La mejor defensa contra el demonio es la presencia de Dios.
* Hemos de orar con mayor fervor cuando menos ganas tenemos de hacerlo, porque es cuando más lo necesitamos.
* El demonio nos tentará aun en el lugar más santo.
* Nada alegra más al demonio que ver un alma que peca y persevera en el pecado. Así que no le des gusto al diablo. Arrepiéntete y no peques más.
* ¿Ves a ese hombre a quien todo el mundo admira? Todos escuchan sus palabras como si fueran las de un oráculo, y ha sido colmado de honores. Sin embargo, si pudieras ver su alma retrocederías espantado ante su negrura, y ante el hedor que de su corrupción moral emana. Pero muy posiblemente, fama aparte, nuestra condición antes de venir a Cristo era semejante.
Nota: Por eso es que yo estoy convencido de que todos los intentos que se realizan desde hace décadas, de crear vida “in vitro” en un laboratorio, están condenados al fracaso.


+++Quiero instar a mis lectores, y a todos los cristianos en general, a orar fervientemente por nuestro país. En el proceso electoral que se avecina se va a decidir el destino de nuestra patria en el próximo quinquenio. Lo que está en juego va mucho más allá de las preferencias personales, o del bienestar y desarrollo de los individuos. Es la viabilidad misma de nuestra patria como estado democrático y civilizado. El resultado de cada elección, como sabemos, determina la dirección en que se moverá el país en el futuro próximo: si será ascendente o descendente, si progresamos o retrocedemos. Dios nos ayude.


Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”


#912 (31.01.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 20 de enero de 2016

LAS ARTIMAÑAS DE LA ADÚLTERA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LAS ARTIMAÑAS DE LA ADULTERA
Un Comentario de Proverbios 7
Este capítulo consta de un relato magistral y exquisitamente escrito acerca de la seducción (v. 6-23), el cual está enmarcado por una llamada de atención, como si fuera un preludio, hecha por el padre a su hijo (v. 1-5), y una advertencia final sobre las consecuencias de no escuchar la voz de la sabiduría (v. 24-27).
Es muy apropiado publicar este artículo en el Día del Padre, porque todos los hombres, cualquiera que sea su edad, y muchas veces aun los casados, están expuestos a caer en el peligro que aquí se describe. Y es bueno estar advertidos. "El que piensa estar firme, mire que no caiga."(1Cor 10:12).


1. "Hijo mío, guarda mis razones
y atesora contigo mis mandamientos."
2. "Guarda mis mandamientos y vivirás,
Y mi ley como la niña de tus ojos."
3. "Lígalos a tus dedos;
Escríbelos en la tabla de tu corazón."
4. "Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia llama parienta;"
5. "Para que te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña que ablanda sus palabras."

El capítulo empieza con una exhortación paterna semejante a la que figura en otros pasajes de Proverbios, como 1:8, 9; 2:1-4; 3:1; 4:1ss; 4:10; 4:20, 21; 5:1,2, aunque es aquí un poco más elaborada.
El inicio del capítulo está enfocado en dos cosas relativas a la torá, (la cual debe ser entendida aquí no sólo como "ley" sino sobre todo como "enseñanza", o "dirección"): primero, escuchar y guardar en la mente los consejos paternos; y segundo, cumplirlos.

1. Es necesario guardar el buen consejo como quien conserva un tesoro valioso, con el mismo cuidado y diligencia con que se le guarda en el lugar más secreto. Cuanto mayor sea el valor de un objeto de gran precio, con más cuidado se le conserva.
2a. Lo que debe ser guardado, cumplido, son los mandatos, las órdenes o prohibiciones concretas que da el padre (cf 4:4c). La palabra hebrea shamar que se traduce por "guardar", tiene el mismo doble sentido que tiene en español y en muchos otros idiomas, de conservar, mantener, cuidar, asegurar; y de cumplir, observar, obedecer.
"Guarda mis mandamientos y vivirás." Cumpliendo los mandamientos se alcanza la vida. A ese respecto vale la pena observar que cuando el joven rico se acerca a Jesús con la pregunta ¿haciendo qué cosa alcanzaré la vida eterna? Jesús simplemente le responde: Ya conoces los mandamientos, y cita algunos de ellos (Mr 10:17-19). La relación entre el cumplimiento de los mandamientos y la vida eterna es muy antigua en la Biblia. Recuérdese lo que dice el Levítico: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre vivirá en ellos." (Lv 18:5). Véase también al respecto Lc 10:25-28.
2b. La enseñanza paterna debe ser guardada con el mismo extremo cuidado con que el hombre protege su pupila, porque es a través de ella como entra la luz a sus ojos, y sin ella deambula ciego (Véase Dt 32:10; Sal 17:8; Zc2:8).
3a. Esta es una expresión simbólica que indica cuán presente debemos tener la enseñanza paterna. Nada nos es más cercano, ni tenemos tan fresco en la memoria, como lo que tenemos entre los dedos, como el hilo blanco que anudamos en uno de ellos como recordatorio, o el anillo de nuestro compromiso nupcial.
3b. Así como Moisés escribió los mandamientos en "tablas de piedra", el joven debe escribirlos en las tablas de su corazón (Pr 3:3), es decir, en su memoria. Si se tienen escritos ahí, no hay necesidad de leerlos para consultarlos, porque están bien grabados en la mente. Eso nos recuerda lo que dice Jr 31:33: "Daré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón."
(Nota 1).
4. La relación que tenemos con la sabiduría debe ser tan estrecha como la que tenemos con una hermana, de tanta familiaridad como la que tenemos con parientes cercanos. ¿Qué quiere decir eso? Que nuestra mente debe estar tan imbuida de las máximas de la sabiduría como para que ellas determinen nuestra manera de comportarnos y guíen nuestra conducta. La sabiduría que no se manifiesta en actos, que es sólo especulación, es inútil. Sabio es el que actúa sabiamente, no el que piensa sabiamente, pero actúa mal.
5. Lo primero en que esa sabiduría de vida se manifiesta es en evitar a la mujer extraña, a la tentadora que ofrece sus brazos y sus caricias indiscriminadamente, y cuyo fin es capturar al hombre por los sentidos para servirse de él y explotarlo. En verdad, el hombre puede hacerse esclavo de la mujer sin quererlo ni darse cuenta, por el poder del sexo. Se vuelve incapaz de pensar claramente y discernir lo que le conviene; se somete a humillaciones y despilfarra sus bienes con tal de agradarle a ella. Ella lo domina ofreciéndosele y rehuyéndolo, de modo que él vive pendiente de sus favores como el perrillo mira a su amo. La virilidad en esos casos es arrastrada por tierra y se vuelve abyecta servidumbre.

6-23. El libro de los Proverbios muestra una gran preocupación por el gran peligro en que están los jóvenes de caer en manos de mujeres ligeras. La sabiduría es presentada en los primeros siete capítulos en gran parte como una manera de prevenir ese desvío. Esa preocupación muestra cuan común debió haber sido en aquel entonces ese peligro. Pero es también un peligro presente y causa de perdición de muchos.
El pasaje que sigue no nos revela cómo termina la aventura que relata, sino pasa de frente a la moraleja, dando a entender que el final es trágico: el joven sigue a la seductora para su daño, o para su muerte, posiblemente como consecuencia de la venganza del marido engañado.

6. "Porque mirando yo por la ventana de mi casa,
Por mi celosía,"
7. "Vi entre los simples,
Consideré entre los jóvenes,
A un joven falto de entendimiento,"
8. "El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,
E iba camino a la casa de ella."
9. "A la tarde del día, cuando ya oscurecía,
En la oscuridad y tinieblas de la noche."

El proverbista se encuentra en su casa mirando a través de la celosía (2) de una ventana lo que ocurre al oscurecer en una noche quizá de luna nueva, en la calle por la que pasan varios jóvenes, y se fija en uno, de quien se dice que es falto de entendimiento, o peor, que podría no haber sido instruido por sus padres, o mucho peor, que no prestó atención a sus palabras de advertencia. El joven se dirige a la casa de una mujer de costumbres ligeras. Él hace lo contrario de lo que aconseja Pr 5:8: "Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa." (Según la Septuaginta y la versión aramea llamada Peshita, es la mujer la que espía a través de la celosía).

10. "Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y astuta de corazón,"
11. "Alborotadora y rencillosa,
Sus pies no pueden estar en casa;"
12. "Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,
Acechando por todas las esquinas."
13. "Se asió de él y le besó.
Con semblante descarado le dijo:"
14. "Sacrificios de paz había prometido,
Hoy he pagado mis votos;"
15. "Por tanto he salido a encontrarte,
Buscando diligentemente tu rostro,
Y te he hallado."
16. "He adornado mi cama con colchas
Recamadas con cordoncillo de Egipto;"
17. "He perfumado mi cámara
Con mirra, áloe y canela."
18. "Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;
Alegrémonos en amores."
19. "Porque el marido no está en casa;
Se ha ido a un largo viaje."
20. "La bolsa de dinero se llevó en su mano;
El día señalado volverá a su casa."

10. De pronto una mujer vestida como ramera, es decir, con el rostro cubierto con un velo, y vestida con ropa llamativa (Gn 38:14), se acerca al joven. Ella sabe cómo envolver a los incautos con sus argucias y engañosas palabras, y con sus manos suaves que acarician (Pr 5:13).
11,12. Ella está siempre armando intrigas, yendo de casa en casa (1Tm 5:13). Sus oídos tienen comezón de oír chismes, y su boca de propagarlos, o de inventarlos. Por eso ronda por las calles y las plazas, espiando por las esquinas, al acecho de lo que le parezca sospechoso.
13. Se acerca al joven que ha escogido, lo coge del brazo y lo besa, al mismo tiempo que lo mira con descaro. El Sirácida dice: "La liviandad de la mujer se muestra en el descaro de la mirada, y en el pestañear de sus ojos." (Sir 26:12).
14. Finge ser mujer piadosa para hacerle creer en la bondad de sus propósitos. Le asegura que en cumplimiento de un voto, ha ofrecido ese mismo día sacrificios de paz, por lo que hay abundancia de carne y comida en su casa (Lv 7:15-17).
15. En verdad, ella ha salido a buscar una aventura, no importa con quién sea, y aborda al primer candidato que le parece apropiado, haciéndole creer que lo ha buscado a él en particular. Y el joven se lo cree porque siempre estamos dispuestos a creer lo que nos halaga.
16,17. La mujer venusiana hecha para el amor sensual, adorna y perfuma su cama como por instinto, como para seducir al hombre embriagando su olfato y su tacto con aromas y sedas. Suele tener un sentido innato del amueblamiento sensualmente atrayente. Todo en su alcoba, o recámara, habla de feminidad y de placer. ¿Cómo podría echársele en cara que cultive aquello para lo cual está tan dotada? Es una predisposición innata que está acompañada de ciertas características físicas: ojos almendrados, piel suave como acolchada, firmeza en las manos, voz acariciante, mirada atrevida, labios carnosos. Todo en ella es envolvente y seductor. Para ella el amor físico es un arte que cultiva con sabiduría. Está hecha para atraer al hombre. Es inteligente y valiente; no se achica ante el peligro; está llena de recursos para salir bien librada, porque es lúcida.
La mujer honesta carece de esas artes; su amor es espiritual, hecho de sentimientos. Ella se entrega. Si su instinto no la guarda, puede ser fácilmente engañada.
En cambio la mujer sensual no se entrega, se da por ratos. Ella no pertenece a nadie; es difícilmente conquistada, pero conquista; no es seducida, sino seduce; está siempre en control de la situación; finge dejarse atrapar, cuando es ella la que atrapa; es astuta y calculadora, de palabra fácil; rara vez se conmueve, y si llora, sus lágrimas son una treta. Su cuerpo arde, pero su corazón es frío. Si se enamora es por poco tiempo, y cambia con frecuencia el objeto de sus preferencias.
Cuando el Evangelio dice que de la Magdalena salieron siete espíritus dice una gran verdad, porque detrás del atractivo de la mujer seductora y de su arte amatorio, suele haber espíritus seductores que dan encanto especial a su voz y a su mirada, así como calor a su seno. Guarda su hechizo y su fascinación sobre los hombres hasta edad avanzada, y por eso suele estar siempre rodeada de admiradores.
Es atraída por el buen porte, por la fuerza unida a la donosura y el garbo; por el gesto altivo y despreocupado del hombre engreído y seguro de sí mismo. Pero, sobre todo, es atraída por el dinero. El galán apuesto pero pobre encuentra poco favor a sus ojos, pero no lo desprecia si está sola, porque necesita compañía y detesta la soledad. Conoce muy bien a los hombres y los mide con una rápida mirada.
No está hecha para la maternidad y con dificultad concibe, si no es del todo estéril. Finge pudor, pero le gusta que la miren desnuda. Sabe que desnuda lleva puesto su mejor traje.
La cortesana vive a la sombra del poder, cuyos hilos mueve astutamente. Los poderosos se alocan por ella, y no les importa compartir con otro sus favores, pues saben que las cortesanas no son fieles. Si alguno se enamora realmente de ellas, le tienen cariño y lástima. Prefieren al que las desprecia, y tratan de conquistarlo. Persiguen al hombre que se resiste a sus encantos como quien persigue a un enemigo, hasta vencerlo cuando se incline sobre ella. Si no logra su cometido, al final, odia.
18. El amor físico, exaltado por el estímulo de los perfumes, produce una embriaguez de la que es difícil despertar. Pero el placer que proporciona es un pálido eco del deleite conyugal, que es mucho más profundo y sin culpa (Pr 5:19).
19,20. Ella confía en que su marido está lejos y no los sorprenderá. Ella es una mujer arriesgada que no le teme al peligro. La Vulgata y algunas versiones, como la NVI, dicen: "No volverá a casa hasta la luna llena." Como el vers. 9 sugiere que el incidente se produce una noche de luna nueva, ella le está diciendo que cuentan con dos semanas para gozar a sus anchas.

21. "Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,
Lo obligó con la zalamería de sus labios."
22. "Al punto se marchó tras ella,
Como va el buey al degolladero,
Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23. "Como el ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es contra su vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón."

21-23. El joven tenía otros proyectos, pero ella vence su resistencia con su zalamería, ofreciéndole varias noches ininterrumpidas de placer. Cuando el joven está inclinado al pecado se deja tentar fácilmente, pero no sabe en qué lío se mete. El proverbista presenta tres ejemplos de lo que le espera al incauto; dos tomados del reino animal (el buey que camina confiado al matadero, y el ave que vuela hacia la red), y uno, de las circunstancias humanas (la prisión).

24. "Ahora, pues, hijos, oídme
Y estad atentos a las razones de mi boca."
25. "No se aparte tu corazón a sus caminos;
No yerres en sus veredas."
26. "Porque a muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
27. "Camino al sheol es su casa,
Que conduce a las cámaras de la muerte."

Como corolario de la historia precedente el proverbista se dirige a su audiencia imaginaria formada ya no por uno sino por varios hijos, a quienes invita a escucharlo con atención.
Notemos que el maestro comienza su exhortación diciendo "Oídme", porque para escuchar sus consejos es necesario, primero, oírlos; no cerrar los oídos ni apartarse; y segundo, prestar atención al que habla, poner todas las potencias del ser tendidas para comprender lo que se dice. La comprensión que se alcanza es una función de la atención que se pone. Si no se atiende, no se entiende.
El pasaje termina con una exhortación del padre (el maestro) a sus hijos (los discípulos): No dejes que tu corazón sea seducido por sus encantos, porque son mortales; no vayas por donde ella te llame. Con ese fin usa imágenes fuertes para describir en términos figurados el terrible destino (o castigo) que aguarda a los que se hacen esclavos de su hechizo.
¡Cuántos son los que la han seguido y han sido víctimas de sus embustes! ¿Cuáles pueden ser éstos? La infidelidad que corroe el corazón, el desprecio de su rechazo cuando ya te tiene atrapado; o el agotamiento que producen los excesos de la pasión; o los errores que hace cometer y que vuelven ridículo al hombre.
La seductora convierte en esclavos de sus caprichos a los que se dejan prender en las redes que tienden sus ojos, o las mentiras de sus labios. En verdad su casa es, en un doble sentido, un camino al sheol, esto es, al lugar de los muertos, porque las penas del amor son para el que las experimenta una tortura comparable al infierno, y el que se vuelve esclavo de sus pasiones encontrará al fin que el camino de su casa lo condujo al abismo de la perdición eterna (Pr 2:16-19; 5:1-6).
Por ello, aconseja el padre: Muchos han creído que podían tener comercio con ella y salir bien librados para contarlo. Pero su abrazo hunde a los más fuertes y hace que se destruyan. El atractivo que ejerce sobre los hombres los empuja a deshonrarse y a vagar como mendigos pendientes de sus favores. Pierden todo sentido del honor y se vuelven como esclavos de sus caprichos.

Notas: 1. Nótese que en francés y en inglés saber algo de memoria se dice "saberlo de corazón" ("savoir par coeur", "to know by heart").
2. Las celosías eran como las persianas modernas hechas de tablillas de madera juntas, que permitían al que estaba en la ventana ver lo que había afuera, pero no permitían desde afuera ver lo que había adentro. Se llamaban así porque su existencia se debía a los celos del marido, que no deseaba impedir que su mujer mirara a la calle, pero que, a la vez, no quería que ella fuera vista (Jc 5:28). Los balcones coloniales de Lima tienen también un entramado de madera que no permite ver a la persona que asoma a la ventana.


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jueves, 14 de enero de 2016

QUIÉN ES EL MAYOR (B)

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
QUIEN ES EL MAYOR (B)
Un Comentario de Lucas 9:46-48
Aunque acabo de publicar un artículo con el mismo título ("Quién es el Mayor" No. 880, 10.05.15), basado en el pasaje paralelo de Mateo, publico el presente texto, basado en Lucas, -e impreso originalmente hace once años- para que pueda verse cómo pueden escribirse comentarios relativamente diferentes, y sacarse, hasta cierto punto, diferentes conclusiones, sobre un mismo episodio.
46. "Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor".
Jesús acaba de hablarles de su muerte y ellos, como hemos visto, tapan inconscientemente con el velo de su incomprensión, el significado de sus palabras para no verlas. Sin embargo, esas palabras, aunque contrarias a sus ambiciones y expectativas, les evocan la esperanza de la próxima venida del reino de Dios. Y como reino supone cargos, posiciones, promociones y honores, el gusanillo de la rivalidad levanta su cabecilla y los inquieta (Nota 1)
Cuando hay cargos y honores, hay jerarquía. Inevitablemente a uno le tocará el primer lugar. ¿Quién de ellos será? "Me toca a mí por tal motivo". "No, a mí por tal otro". Empiezan a disputar por el reparto de las ganancias de la leche aún no vendida -según la conocida fábula-, sin adivinar que el cántaro lleno se quebrará antes de llegar a venderse. ¡Cuánta verdad hay en el dicho de Jeremías sobre lo perverso del corazón! (Jr 17:9)
Jesús los ha llamado a seguirlo en una misión superior, trascendente, que implica el sacrificio de su propia vida, y ellos están pensando en las ventajas personales que pueden obtener, en el poder del que pueden gozar. Es casi como si hicieran anticipadamente un festín sobre los despojos mortales de su Maestro.
¿Pero no somos nosotros muchas veces así? ¿No hacemos de la iglesia el ring de box de nuestras ambiciones? ¿No nos disputamos los cargos, la preeminencia, el púlpito, el pastorado? ¿No estamos dispuestos a vender a nuestro Maestro por las monedas inmundas de los homenajes y de los primeros lugares?
Este pequeño episodio no es tanto una historia como una pintura de nuestros  corazones, y un adelanto de lo que empezaría a suceder pronto en la iglesia que Jesús fundaría. Y está allí no para que critiquemos a los apóstoles, sino para que miremos dentro de nosotros mismos, para que descubramos las raíces de nuestras ambiciones personales, y nos corrijamos. Porque si no lo hacemos Jesús lo hará y nos avergonzará algún día públicamente.
47. "Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso delante de Él."
Él conocía lo que había en los corazones de sus discípulos más allá de lo que expresaban sus palabras. Jesús sabe siempre qué es lo que realmente perseguimos cuando expresamos nuestra opinión, o sostenemos una idea, o defendemos una causa. Sabe qué propósito verdadero se oculta detrás de nuestro lindo discurso, conoce nuestras intenciones (Hb 4:12) ( 2 ). Todos protegen sus intereses, defienden sus ambiciones sin reconocerlo. Pero Dios lo sabe todo.
Jesús tenía una manera sutil de arrancarles la máscara a sus discípulos sin que les duela. Como ejemplo de su enseñanza les pone delante un niño, un pequeño a quien  los adultos no suelen dar importancia. ( 3 )
48. "Y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande."
Si un gobernante o un hombre importante desea enviar a otro de su mismo rango un mensajero, un embajador, ¿a quién escogerá? Al más distinguido de sus colaboradores, sin duda. Jesús nos envía para que lo recibamos en su nombre como embajador suyo, no al más distinguido, o al más importante de sus seguidores según el mundo, sino a un niño. El niño lo representa, porque dice: "Si alguno lo recibe en mi nombre, a mí me recibe." Los que son como niños son, en última instancia, en la jerarquía de valores de Jesús, más importantes que los que se precian de sus logros, o que los que el mundo más admira.
Pero no sólo al niño nos envía Jesús, también nos envía al enfermo, al pobre, al desvalido, al descastado. Si los recibimos en su nombre, a Él lo recibimos, porque es Él quien nos los envía. (Mt. 25:37-40) ¡Oh, no le cierres la puerta de tu casa al pobre, al humilde, al zarrapastroso! Interrógalo para saber qué es lo que quiere, trátalo bien aunque te cueste, y si piensas que su necesidad es verdadera, recíbelo, es decir acoge benévolamente su pedido, y dale algo de lo tuyo –una moneda, un pan, una fruta o, por lo menos, una sonrisa porque es Jesús quien te tiende la mano. No lo trates mal, no lo despidas con dureza, no vaya a ser que en el día del juicio Jesús te lo recuerde delante de todos y, sonrojado, te avergüences.
Jesús añade: el que me recibe a mí, recibe al que me envió, esto es, a mi Padre. ¿Despreciarías tú a Dios? Pues eso haces cuando desprecias a los que Él te envía. Él te envía a los pobres y humildes con un buen motivo: para probar tu corazón. Para probar si tienes sentimientos semejantes a los suyos, si eres capaz de mirar por encima de las apariencias, por encima de la miseria de las realidades humanas, a la gloria de su Redentor que se esconde tras ellas.
A veces despreciamos al que quiere darnos un buen consejo, porque nosotros somos los dueños de la verdad, y no necesitamos que venga nadie a enseñarnos. ¿No reaccionamos a veces así? "Nosotros ya sabemos eso; lo hemos estudiado, lo dominamos", pensamos. Pero Dios quiere que abramos los ojos a ciertas verdades que desconocemos, que seamos conscientes de nuestra ignorancia y, para ello, nos envía a un hermano humilde, a un niño, a uno que es ignorante como niño. ¿Qué sabe él? Sabe lo que el Espíritu le sugirió que te dijera. Y tú, gran sabihondo, lo desprecias.
Por último, Jesús corta por lo sano sus ambiciones, y junto con las de ellos, las nuestras: "Este niño que veis aquí, este inocente que nada pretende porque es humilde, es el mayor entre vosotros".
En el reino de los cielos los papeles están invertidos. El mayor es el menor, y el menor, el mayor; el primero es el último; y el último, el primero. Y el ambicioso queda por los suelos.
Él nos ha llamado a que nuestra meta sea servirlo, borrándonos nosotros; a que nuestra mayor ambición sea pasar desapercibidos, desempeñar el rol más humilde. Para el que voluntariamente se reserva ese papel, reserva Dios la corona más bella. ¿Quieres tú que un día adorne tu cabeza? No quieras ponerte ahora corona alguna. Más bien deséchalas todas y ponte al final de la cola, en el lugar que nadie pretende.
Si Él quisiera que pases adelante, a un lugar prominente, que sea Él quien te llame, no hagas tú nada por ocuparlo. No te disputes los primeros asientos en el banquete. Espera más bien que a los demás les sirvan antes de servirte tú. Y da gracias por el honor que se te confiere de ser el último. (4) (13.06.04)
Notas: 1. A veces pienso que la sola mención de su muerte que Jesús, por lo demás, ya había hecho antes- les evoca, como en una reacción inconsciente de rechazo, el pensamiento de la victoria sobre sus opresores romanos que ellos esperan que Jesús logre, y se aferran a esa idea para no admitir que los proyectos de Jesús puedan ser contrarios a sus deseos y esperanzas. Está en la naturaleza del corazón humano reaccionar de esa manera frente a lo que no deseamos.
2. Qué profundo y qué peligroso, en cierta manera, es el hecho de que Dios sepa siempre lo que hay en nuestros corazones, que no podamos engañarlo. Porque muchas veces, engañándonos a nosotros mismos, queremos engañarlo a Él, justificándonos. Pero, ¿quién podría hacerlo si de antemano estamos condenados, y sólo nos salvamos por su misericordia?
3. Marcos, de paso, nos da el precioso detalle de que al traer al niño Jesús lo tomó cariñosamente en sus brazos (Mr 9:36). Pero la escena muestra, de paso, que había entre sus discípulos, mujeres que lo seguían con sus niños, pues sin sus madres ellos no estarían allí.
4. El Evangelio de Marcos, que narra con más detalle este episodio (Mr 9:33-37), puntualiza que Jesús preguntó a sus discípulos sobre qué estaban discutiendo, y ellos no se atrevieron a decirle cuál era el motivo, obviamente porque tenían vergüenza de que Jesús lo supiera. Ellos sabían que hacían mal al disputarse los primeros puestos. Ya lo que habían escuchado enseñar a su Maestro, y su sola compañía les había hecho comprender que Él condenaba la ambición. Pese a ello, su carne, es decir, su orgullo y su deseo de destacar, era más fuerte que su docilidad a las enseñanzas de su Maestro. Pero Jesús, que se cuidaba tanto de no herir los sentimientos de nadie, no los corrige directamente, sino lo hace por medio de un ejemplo, tomando a un niño en sus brazos. ¡Qué vergüenza deben haber sentido de haber discutido sobre un tema que quisieron ocultar! ¡Pero también cuán profundamente debe haber calado en su espíritu la enseñanza que Jesús les dio suavemente ese día cuando, una vez muerto, la recordaron! Porque en ese mismo momento, por lo que viene en los versículos siguientes de Lucas -que veremos otro día-, no parece que la hubieran entendido: El que quiera ser el primero, hágase el siervo de todos.
Hay pocas enseñanzas de Jesús que hayan sido más descuidadas y contradichas en la práctica por nosotros, los cristianos, a lo largo de los siglos que ésta, porque todos quieren ocupar los primeros puestos.
Amado lector: Jesús dijo: "De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?" (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare, y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados, y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para t i y servirte."

#885 (14.06.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).