martes, 16 de diciembre de 2008

FALSOS PROFETAS Y FALSOS MAESTROS I

Un comentario a la Segunda Epístola de Pedro 2:1-11

1. “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.”
Jesús advirtió una vez que entre el trigo puede crecer la cizaña (Mt 13:26,30). Ese dicho puede aplicarse a los tiempos pasados en los que, junto a los profetas verdaderos enviados por Dios, surgieron también profetas falsos, enviados por ya sabemos quién, para sembrar confusión en el pueblo de Dios. De manera semejante, anuncia Pedro, en los tiempos de la iglesia vendrán falsos maestros que tratarán de sorprender a las congregaciones enseñando doctrinas heréticas aun más peligrosas que las proclamadas por los falsos profetas de antaño, porque, dice, "negarán al Señor". ¿Qué quiere decir con esa frase? Posiblemente él se está refiriendo a los falsos maestros que negaban la humanidad de Cristo, o a los que negaban su divinidad.
Entre ambos extremos oscilaban las doctrinas equivocadas con que el diablo en los inicios buscaba confundir a los creyentes. Jesús era hombre sólo en apariencia, proclamaban los docetas. Jesús era un ser muy elevado, más que un ángel -aseguraban los arrianos- pero no era Dios, porque Dios no puede morir. Unos y otros negaban de alguna manera la verdad del Evangelio, negando que Jesús fuera "el camino, la verdad y la vida", como Él había dicho de sí mismo (Jn 14:6); negaban en última instancia que su muerte nos hubiera salvado pues para ello era necesario que Él fuera a la vez hombre y Dios.
Los que tal hicieron en el pasado, y hacen en el presente, deben saber, advierte Pedro, que ellos atraen sobre sí una destrucción calamitosa que les sobrevendrá cuando menos lo esperan. O más bien, cuando esperan cosechar en metálico el fruto de su impiedad. Así ha ocurrido, en efecto, con la mayoría de los hombres que, desde el interior de la iglesia, han tratado de corromper el Evangelio.

2. “Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado,”
Por desgracia serán muchos los extraviados que los sigan, hombres cuya fe no es firme pero que, atraídos por su concupiscencia, convertirán la fe en Jesús en libertinaje, trayendo, como dice Judas 4, descrédito al Evangelio. (Nota 1)

3. “y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.”
Es sorprendente la astucia que despliega el diablo para distorsionar el camino sencillo de la verdad y engañar a los incautos que, sin sospecharlo, se convierten en mercadería para los falsos maestros que los exprimirán hasta sacarles todo su dinero con falsas promesas de prosperidad. Contra éstos advirtió también Pablo en 2Tm 3:1-7.
¡Pero qué triste es ver cómo con frecuencia, las ideas falsas encuentran más audiencia y seguidores que las verdaderas! La gente suele ser atraída por la novedad, por lo sorprendente, por aquello que halaga su curiosidad, pero sobre todo, por las enseñanzas que fomentan la satisfacción de los sentidos y se burlan de la necesidad de negarse a sí mismo en ocasiones..

4. “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio”
En este versículo Pedro empieza un argumento en forma de cadena lógica de cuatro oraciones condicionales (2), que termina con una conclusión en los vers. 9 y 10a. Él quiere mostrar cómo, si bien Dios guarda a los suyos de tentación, es decir, a los que le son fieles, Él condena a los que se vuelven atrás para satisfacer libremente sus pasiones. Como ilustración Pedro menciona en primer lugar el ejemplo de los ángeles que –según Génesis 6:1,2- en los albores de la humanidad, se dejaron seducir por la belleza de las “hijas de los hombres”, y renunciaron a su dignidad (Véase Jd 6). A ellos, dice 1P 3:19,20, fue Jesús después de muerto pero antes de resucitar, a predicar cuando esos ángeles caídos estaban recluidos en prisiones de oscuridad, esperando el juicio de condenación definitivo. Este es un episodio misterioso que he tratado con cierto detalle en “Una Buena Conciencia IV” (#501, del 16.12.07).

5. “y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;” (3)
En segundo lugar trae a colación el recuerdo de los gigantes que nacieron de la unión de esos ángeles con las hijas de los hombres, los cuales, en tiempo de Noe, se pervirtieron al punto de que Dios, arrepentido de haber creado a la humanidad, decidió destruirlos a todos mediante el diluvio, salvo a Noe y a su familia (Gn 6:4-8).
Pedro llama a Noe “pregonero de justicia”, no sólo por su rectitud de vida, sino porque al ponerse a construir el arca en la que él y los suyos se salvaron de las aguas, él, mediante su obediencia al mandato divino, dio testimonio de su fidelidad al Creador de todos ante los hombres que le habían sido infieles y le habían dado la espalda.

6. “si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente,”
Enseguida menciona a las ciudades de la llanura, a Sodoma y Gomorra que, en tiempos de Abraham, fueron destruidas por la lluvia de fuego que Dios hizo caer sobre ellas en castigo de sus perversiones. El episodio en que los habitantes de Sodoma -donde Lot se había instalado después de separarse de Abraham- trataron de que el sobrino de Abraham les entregara a los varones que él había alojado en su casa, para “conocerlos”, (4) pone de manifiesto en qué consistía el pecado de los sodomitas y por qué esta palabra ha quedado ligada en el lenguaje común a esa forma de perversión sexual que en nuestros días está tratando de obtener la aprobación de las mayorías. Judas añade que los habitantes de esas ciudades sufren ahora el castigo del fuego eterno.
Este versículo nos hace ver cuánto detesta Dios esta perversión abominable que en nuestros días alza su cabeza soberbia buscando aparecer, con el apoyo de los medios de comunicación, como una “opción sexual” válida. ¡Qué bien nos muestran estos desvaríos que nos estamos acercando a los últimos tiempos anunciados por la palabra profética de Jesús en Mt 24!

7,8. “y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)”
Por último Pedro menciona a Lot que, como ya sabemos, se había establecido en Sodoma (Gn 19). Pedro nos dice que este justo afligía su alma cada día “viendo y oyendo” lo que los habitantes de esa ciudad perversa hacían. Es interesante que el texto diga que oía y veía lo que ocurría a su alrededor porque significa que las costumbres de esa gente eran públicas y notorias en esa ciudad, y que sus habitantes no se avergonzaban ni se escandalizaban de ellas. Al contrario, las practicaban a la vista de todos y, posiblemente, hasta las comentaban favorablemente, alabando a los que las cometían de una manera más osada, un poco como en las secciones de espectáculos de nuestros diarios se habla elogiosamente, como si se tratara de una hazaña, de la vida desordenada que llevan algunas “estrellas” del mundo de la farándula.
Pero uno no puede menos que preguntarse: Si él estaba tan disgustado y afligido por lo que ocurría en torno suyo ¿por qué permanecía en la ciudad perversa y no se alejaba más bien de ella? Podemos especular que se quedaba allí por una de dos razones, o por una combinación de ambas: 1) Porque le convenía a sus intereses, ya que, posiblemente había anudado relaciones comerciales con algunos habitantes de esa ciudad y de las ciudades vecinas, y el lugar le era propicio para sus negocios; o 2) simplemente, por comodidad o inercia. Mudarse le habría significado molestias, trastornos y quizá podría acarrearle pérdidas económicas. ¡Cuántas veces las consideraciones materiales y económicas pesan más en nuestras decisiones que las consideraciones morales! Decimos estar escandalizados de la conducta de ciertas personas, pero mantenemos relaciones cordiales con ellas porque nos conviene, en vez de separarnos y romper todo vínculo de amistad, tal como deberíamos: “Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor” (2Cor 6:17; Is 52:11). Cuando no lo hacemos estamos implícitamente declarando ante el mundo que aprobamos su modo de vida o que, por lo menos, no nos disgusta.
No obstante lo antedicho, por consideración a su amigo Abraham, Dios libró por medio de los dos ángeles a su sobrino Lot, que no merecía ese benévolo trato, primero de las manos de esos hombres malvados que querían hacerle daño; y segundo, de la destrucción que Él iba a enviar sobre la ciudad perversa y sus habitantes (Gn 19:1-25).

9. “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;”
En los versículos precedentes (que constituyen la “prótesis” de su razonamiento) Pedro ha mostrado varios ejemplos de cómo la justicia de Dios procede dando el castigo apropiado a los pecadores, a la vez que preserva a los inocentes de las consecuencias de su ira. Su propósito es recalcar (como “apódosis”) de qué manera Dios libra de tentación –es decir de caer en ella- a los que le son fieles, al mismo tiempo que reserva para el castigo final a los impíos.
Dos ideas resaltan aquí: 1) Dios libra de la tentación a los suyos. Esta frase, que nos proporciona una gran seguridad, nos recuerda la petición del Padre Nuestro que literalmente dice: “No nos conduzcas a la tentación” (Mt 6:13). Esto es, no permitas que seamos tentados, o probados, más allá de nuestras fuerzas (1Cor 10:13); y 2) el castigo de los impíos se ejecuta al final de los tiempos, (o al final de su carrera) lo que significa que entre tanto ellos gozan de gran bonanza. Esta constatación frecuente pero paradójica atormentaba al piadoso autor del salmo 73.
En cuanto a lo primero, a veces nos es difícil aceptar que Dios sea responsable de las dificultades por las que atravesamos. El prólogo del libro de Job nos muestra, sin embargo, que si bien no es Dios el que obra esas pruebas sino el diablo, es Dios quien deja en libertad al enemigo para que nos atormente. Las dificultades y las pruebas por las que pasamos forman parte –aunque nos pese- del plan de Dios para nuestras vidas.
Si no fueran parte de su plan, no ocurrirían. Porque nada sucede sin que Dios lo permita; y si lo permite, por algún buen motivo será. Jesús lo dijo muy claro: “No cae un solo pajarillo a tierra sin vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.” (Mt 10:29)
Si las cosas son así ¿cómo debemos nosotros afrontar nuestras dificultades? ¿Quejándonos y acusando a Dios? Al contrario, agradeciéndole por todo lo que nos ocurre, sea bueno o malo, porque todo forma parte de su buen propósito para nosotros.
Pablo lo dijo: “Dad gracias a Dios en todo”. (1Ts 5:18) No sólo en lo que nos agrade, también en lo que nos sea contrario, ya que eso que experimentamos como malo, es en realidad bueno para nosotros, como dice Pablo: “Todas las cosas colaboran para el bien de los que aman a Dios” (Rm 8:28).
Esta conformidad agradecida a la voluntad de Dios es nuestra mejor garantía de felicidad en la tierra: saber que estamos enteramente en sus manos y que Él está constantemente obrando nuestro bien. Y es también la mayor prueba de fe que podemos dar.
¡Qué distinta es la actitud del que atribuye todo al diablo! Rechaza todo lo que le sea doloroso como malo, ignorando que el que no ha pasado por pruebas no ha madurado.
Es cierto que el diablo siempre trata de hacernos daño y puede hacerlo. Por eso debemos estar siempre en guardia. Lo hace engañándonos y tentándonos, llevándonos por caminos inconvenientes que tienen la apariencia de buenos. Él tiende celadas delante de nuestros pies, pero él no es responsable de que caigamos en ellas, sino nosotros.
Dios nos ha dado armas poderosas para defendernos contra las artimañas satánicas y debemos usarlas. Pero si todos nuestros esfuerzos fallaran, entonces debemos admitir la posibilidad de que la mano de Dios esté detrás de nuestras dificultades, o que ellas sean simplemente la consecuencia natural de nuestros propios errores.

10a. “y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío.”
Con estas palabras Pedro precisa quiénes son aquellos a quienes Dios reserva para ser castigados en el juicio futuro: a los que se dedican a satisfacer sin freno sus pasiones sensuales y a fomentar en sí mismos y en otros las peores perversiones.
El mal uso de la sexualidad es un pecado que Dios abomina y que ha suscitado el castigo de Dios a lo largo de la historia; no sólo a los hombres contemporáneos de Noe, que atrajeron sobre sí el diluvio; y a los habitantes de Sodoma y Gomorra, que fueron destruidos por el fuego, sino que, como Pablo dice en Gal 5:9-21, Dios excluye de su reino a los que practican tales cosas. Notemos que al enumerar en detalle los pecados a los que esa sanción se aplica, Pablo menciona en primer lugar al adulterio, a la fornicación, a la inmundicia y a la lascivia.
He aquí cuatro cosas que la prensa moderna no sólo tolera sino promueve y exalta, animando a la gente a practicarlas y justificando cualquier desvarío.
Sin embargo, dado que, inevitablemente, el elogio del vicio es incompatible con la creencia en un Dios justo, las “autoridades” mediáticas, filosóficas, culturales del mundo contemporáneo, niegan enfáticamente que exista un Ser Supremo que juzga nuestros actos; o lo ponen en duda, y se burlan de los que creen en esos mitos religiosos trasnochados. Algún día se despertarán trágicamente a la realidad y constatarán aterrorizados que esas cosas que neciamente negaron son terriblemente reales. Al ver que les está reservado un castigo eterno, ¡cómo lamentarán entonces su extravío y cómo se arrepentirán demasiado tarde de su ciega soberbia!
La rebelión del hombre contra Dios no sólo tiene un costo altísimo, incalculable, para el ser humano en el más allá, sino tiene también tristes consecuencias en el presente por el desorden que trae a la vida de los individuos y sus relaciones familiares y a la sociedad en general. tal como podemos verificar día a día, simplemente abriendo los periódicos o sintonizando la TV..

10b, 11. “Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.”
Estas frases acerca de las potestades superiores han intrigado a muchos intérpretes que no saben bien qué hacer con ellas, y son, en efecto, misteriosas. (5) ¿Quiénes son esas potestades superiores pero inferiores en fuerza a Miguel y a sus ángeles? No están del lado de Dios puesto que se oponen a Miguel. Pero Miguel no se atreve tampoco a maldecirlas, sino que les guarda cierto respeto. Pero si no son buenas ¿por qué tiene esa actitud? (6).
El pasaje paralelo de la epístola de Judas, nos aclara en cierta medida el punto, porque dice que el evento al cual el pasaje se refiere es el episodio en que el diablo le disputa a Miguel el cadáver de Moisés (Jd 9). Este episodio no figura en el libro del Deuteronomio, en el que se narra la muerte y sepultura de Moisés (Dt 34:1-6), ni en ningún otro libro de la Biblia, pero sí figura –si hemos de creer a los autores cristianos del 2do. siglo- en el libro apocalíptico llamado “La Asunción de Moisés”, escrito por un judío piadoso a inicios del primer siglo, y que nos ha llegado incompleto, pero que fue muy leído por los primeros cristianos aunque no fue admitido en el canon.
También el libro de Daniel puede ayudarnos a entender quiénes son estas potestades. Allí se dice que cuando el pueblo escogido debía retornar del exilio, el príncipe de Persia –una potestad angélica- se oponía a su retorno. Pero el ángel Miguel, “uno de los principales príncipes”, los ayudó en esa lucha (Dn. 10:12,13).
Ese texto nos da a entender que la vida de los pueblos está regida por potestades superiores a quienes Dios ha dado cierto dominio sobre los acontecimientos. Algunos los llaman “príncipes territoriales”. No están del lado de la luz, porque se oponen al plan de Dios, pero Dios les ha asignado un papel en el desarrollo de su proyecto providencial para el hombre. Por eso Miguel no se atreve a pronunciar él mismo una maldición contra el diablo, sino deja que el Señor lo haga.
Esas potestades forman parte de la guerra entre el bien y el mal que se desarrolla en nuestro planeta, aunque no nos ha sido revelado cuál sea exactamente su papel. Se recordará que a Josué se le permitió hablar con el príncipe de los ejércitos del Señor, posiblemente para que en la lucha decisiva que tenía que emprender contra los ocupantes de la tierra de Canaán para poseerla, de acuerdo a la promesa hecha a Abraham, tuviera confianza de que Dios y sus ángeles combatían a favor suyo en esa empresa. (Jo 5:13-15).
¿Quién sería ese príncipe? No es posible saberlo, porque el personaje no se identifica, pero es probable que fuera el propio Verbo de Dios antes de su encarnación, porque permite que Josué le adore.
Una cosa es clara, sin embargo: Si bien las huestes demoníacas han conservado parte de sus antiguos poderes, éstos son muy inferiores a los de los ángeles buenos. De otro lado, sabemos que el resultado de nuestra lucha contra las huestes espirituales de maldad depende en gran parte del recurso que nosotros hagamos de la oración (Ex 17:8-16).

Notas: 1. Entre esos se encuentran no sólo los que distorsionan maliciosamente las palabras de Jesús, sino también los que apelan a palabras apócrifas suyas contenidas en supuestos evangelios olvidados que la iglesia nunca reconoció como canónicos.
2. Una “protásis” prolongada que antecede a la “apódosis”.
3. El original dice “Noé el octavo”. “El octavo” es un modismo griego que quiere decir “junto con otros siete”. Pero conviene destacar el valor simbólico del número ocho, que significa “un nuevo comienzo”, ya que el día octavo es, en efecto, un nuevo primer día de la semana, o nuevo domingo, día en que el Señor resucitó (así como la “octava” es el inicio de una nueve serie de siete notas).
4. El uso de este verbo, que en el lenguaje bíblico es un eufemismo de tener relaciones sexuales, unido a la mención que hace Judas 7 en el pasaje paralelo, de “vicios contra naturaleza” refuerza nuestra interpretación acerca de las intenciones de esos hombres.
5. El texto original los llama “glorias” (doxias en griego) Podría traducirse también como “seres gloriosos”.
6. Notemos que en Judas 9 los “gloriosos” de Pedro son identificados con el diablo, lo cual nos hace recordar la belleza y el poder de que gozaba Lucifer antes de su caída (Is 14:12-15)

#549 (16.11.08) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

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