martes, 30 de diciembre de 2008

"CUANDO EL SEÑOR VUELVA III"

Un Comentario a la Segunda Epístola de Pedro 3:15 al 18

15,16. “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.”
Por razones de conveniencia vamos a dividir estos dos versículos, que forman una unidad, en tres partes: La primera hasta la palabra “salvación”; la segunda, hasta la palabra “cosas”; y la tercera, a partir de “entre las cuales” hasta el final.

1) Al mencionar la paciencia de nuestro Señor, Pedro vuelve a la idea expuesta en el vers. 9: que el Señor demora el cumplimiento de su promesa de regresar por los suyos (promesa que ha sido expresada en varios lugares: Jn 14:3, 18,28; Hch 1:11) porque en su misericordia no desea que ninguno perezca, sino que el mayor número posible de seres humanos se arrepienta de sus pecados y se salve.

Naturalmente lo que Pedro plantea tiene sentido si se está hablando de las personas que vivían en ese tiempo. Jesús demora en retornar porque está esperando que muchos que todavía siguen endurecidos se arrepientan y se salven. Pero si cuando Pedro escribió estas líneas (entre los años 60 y 68, posiblemente) ya había muerto casi toda la generación de los que vivían cuando empezó la predicación del Evangelio (hacia el año 30 DC) ¿porqué sigue esperando y demora más? ¿O es que está pensando en los que vengan después, es decir, en las generaciones futuras? Sin embargo, cuanto más tiempo pase, mayor será el número de los escuchen y no obedezcan a la palabra, y de los que no tengan oportunidad de escucharla, esto es, en suma, mayor será el número de los que por una u otra razón se pierdan. Con el pasar de las generaciones su número aumentará y sólo una minoría se salvará mientras que la mayoría se condenará.

¿Hasta cuándo durará la paciencia del Señor con los contumaces? ¿Tiene Dios fijado el número de los que ha elegido para salvación y a causa de ellos, es decir, esperando que se complete su número, demora su retorno? He aquí uno de los grandes misterios del obrar de Dios. Naturalmente, debemos pensar que todo ocurre de acuerdo a sus sabios y misericordiosos planes y propósitos, en cuyo secreto nosotros no podemos penetrar. Por eso no podemos hacer otra cosa sino contemplar admirados la inescrutabilidad de sus designios (Rm 11:33-36), y alabarlo por el hecho de que nos haya incluido entre el número de sus escogidos. ¿Acaso hemos hecho algo para merecer ese privilegio?

2) Vamos a reformular estas frases para facilitar su comprensión: “Como también nuestro amado hermano Pablo os ha escrito, según la sabiduría que le ha sido dada, como hace también en todas sus otras epístolas, hablando de estas cosas.” En este pasaje Pedro hace alusión a las epístolas que Pablo ha escrito y dirigido a diversas congregaciones, y que, debemos pensar, eran leídas en todas las iglesias.

Hay varias cosas que destacar en esta frase. Primero, que Pedro menciona a Pablo llamándolo “nuestro amado hermano”. Estas palabras excluyen toda posibilidad de rivalidad, o de enojo, entre ambos apóstoles. Aunque en algún momento hubo una seria discrepancia entre ellos (véase Gal 2:11-14), Pedro quiere resaltar la unidad de espíritu que unía a ambos. (Nota 1)

Segundo, Pedro reconoce y resalta la sabiduría que Dios ha dado a su colega (“le ha sido dada”. El giro de la frase es el llamado “pasivo divino”). Esta frase reconoce implícitamente el carácter inspirado de los escritos de Pablo, porque la sabiduría que él exhibe no es propia sino proviene del Espíritu Santo.

Los tiempos verbales griegos que emplea Pedro da a entender que Pablo estaba vivo cuando Pedro escribió esta epístola, lo cual constituye un argumento más a favor de que fue escrita antes del año 70.

Es poco probable que los cristianos de ese tiempo tuvieran ya conciencia de la formación de un incipiente “canon” cristiano de la Escritura. Pero es evidente, de otro lado, que las iglesias ya poseían un grupo de escritos apostólicos, además de los evangelios (o de colecciones de dichos de Jesús), que atesoraban porque eran considerados auténticos y autoritativos.

Las palabras “os ha escrito” son intrigantes porque parece que Pedro se refiriera a una epístola paulina que no ha sido identificada. Sabemos que las epístolas de Pablo fueron dirigidas a destinatarios determinados, que no eran los mismos que los destinatarios de esta carta de Pedro. Esa frase refuerza la noción de que las epístolas de Pablo circulaban ampliamente y se consideraba que, más allá de los destinatarios originales, estaban dirigidas a toda la iglesia en general.

La frase que sigue puede leerse así: “hablando de estas cosas en todas sus epístolas”. ¿Qué son “estas cosas”? Los temas que Pedro ha tocado en su epístola, pero más particularmente, las cosas relativas al retorno de Jesús y al fin de los tiempo, los cielos y tierra nuevos de la profecía. La palabra “casi”, que no figura en el original, ha sido quizá añadida por Reina Valera porque, de hecho, Pablo no habla de este tema literalmente en todas sus epístolas, sino sólo en algunas de ellas.

El tema escatológico figura explícitamente en las siguientes epístolas de Pablo: 1ra a Corintios (1:7; 4:5; 1126; 15:22-58), Flp 3:20,21; Colosenses 3:4; 1ra a Tesalonisenses 1:10, 2:19; 3:13; 4:15-17; 5:1-5; 2da a Tesalonisenses 1:7-10; 1ra a Timoteo 6:14,15; 2da a Timoteo 4:1,8; Tito 2:13.

Como puede verse el tema del retorno glorioso de Jesús ocupa un lugar prominente en sus escritos. Sólo en Romanos, 2da a Corintios, Gálatas, Efesios y Filemón no aparece. Esto nos puede dar una idea de la importancia que asumía en los primeros tiempos de la iglesia el esperado retorno de Cristo.

3) Examinemos ahora lo que resta del v. 16: “entre las cuales hay algunas difíciles de entender”. Nos consuela pensar que desde los primeros tiempos los creyentes han encontrado que algunas frases de Pablo son intrigantes, o se prestan a interpretaciones contradictorias.

las cuales los indoctos e inconstantes tuercen”. Puesto que son susceptibles de diferentes interpretaciones, es fácil que algunos las malinterpreten, conciente o inconcientemente, para respaldar sus propias ideas equivocadas. ¿Cuáles serían éstas? Son dos las posibilidades más probables.

Una, la noción que usa el aparente incumplimiento del retorno del Señor, para negar absolutamente que su regreso sea algo inminente, o incluso, para ponerlo en duda del todo como una falsa esperanza. Esta es una posibilidad muy cercana dado lo que Pedro ha escrito en el vers. 3:4 acerca de los burladores que dicen: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?

De hecho el aparente retraso del retorno del Señor era un motivo de preocupación que inquietaba a los cristianos, Pablo se vio obligado en dos de sus epístolas a tocar el tema para tranquilizarlos: En 1Ts 4:13-18, porque algunos temían que los que morían antes de que Jesús vuelva no participarían de la resurrección universal; y en 2Ts 2:1,2, para prevenir contra los anuncios precipitados de que el retorno de Jesús es inminente. Esta advertencia puede ser dirigida también a los que en nuestro tiempo pretenden fijar fechas específicas para su venida.

Era en efecto muy fácil entonces, faltando la fe, poner en duda la promesa del retorno de Cristo a la tierra. De hecho esa actitud escéptica es muy común hoy en día en amplios sectores de la iglesia, para los que la “parousia” es un mito, o debe ser interpretada en un sentido espiritual, alegórico.

La segunda posibilidad de malinterpretación de los escritos de Pablo consiste en tomar algunas frases aisladas suyas para deducir falsamente que la libertad de que goza el cristiano le permite llevar una vida sin restricciones morales. Es decir, confundir la libertad con libertinaje. Teniendo en cuenta lo que Pedro ha dicho en los vers. 18 y 19 del capítulo anterior, esta es también una posibilidad muy cercana. (2)

Citemos por ejemplo 2Cor 3:17: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” Es fácil también usar Gal 5:1 en ese sentido (“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”) olvidando lo que Pablo escribió poco más abajo en la misma epístola: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.” (5:13). (Véase, por ejemplo, Rm 4:15; 8:1,2; 1Cor 6:12, etc.)

La frase final del vers. 16 es más significativa: “como también las otras Escrituras”. Ella nos indica que las epístolas de Pablo eran consideradas ya como “escritura”, es decir, como textos inspirados. ¿Cuáles pueden haber sido las “otras Escrituras”? Es muy probable que con esa frase Pedro se refiera no sólo a las escrituras hebreas, sino también a otros escritos de lo que hoy llamamos “Nuevo Testamento” y, en especial, a los evangelios que ya circulaban entre las iglesias y que posiblemente eran leídos durante el culto al lado de los escritos del Antiguo Testamento. (3)

Eso nos hace pensar en dos cosas:
1) Que contrariamente a lo que sostienen que la redacción de los evangelios fue precedida por una prolongada tradición oral, los dichos y hechos de Jesús fueron muy pronto fijados por escrito. Es decir, que por lo menos el evangelio de Mateo es muy antiguo. De hecho así lo sostiene una tradición que registra el historiador Eusebio (siglo IV) y que va desde Papías (discípulo de Juan, que era obispo a inicios del siglo II), a Irineo (obispo de Lyon que combatió contra los gnósticos, segunda mitad del siglo II), y que confirma Orígenes (primera mitad del siglo III). (4)

2) Que muy pronto también los dos libros de Lucas (el evangelio que lleva su nombre y los Hechos de los apóstoles) así como la epístola de Santiago, fueron aceptados en las iglesias como escritos inspirados.

Este es un tema muy controvertido y yo sólo puedo limitarme a señalar aquí las opiniones discrepantes que han surgido en torno a la fecha en que pudieron haber sido escritos los libros del Nuevo Testamento. La denominada “alta crítica” –que es mayormente escéptica- se inclina por una fecha tardía (de finales del primer siglo a fines del segundo). Personalmente, yo me inclino a pensar (siguiendo a John A.T. Robinson y a Claude Tresmontant) que todos fueron escritos antes de la destrucción del templo de Jerusalén, esto es, antes del año 70 DC.

El asunto no es sólo una mera cuestión académica, porque cuanto más cercana sea la redacción de los evangelios a los hechos que describen, tanto más confiables son como evidencia de la vida y palabras de Jesús, menos expuestos estuvieron sus textos al peligro de alteraciones. (5)

17. “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.”
¿Sabiendo de antemano qué cosa? “Que la paciencia de Nuestro Señor es para salvación” (v. 15). Sabiendo que el Señor Jesús retarda su promesa de retornar a fin de que pueda salvarse el mayor número posible de personas, debemos estar vigilantes para no caer de la gracia en que estamos porque, de lo contrario, podríamos ser seducidos por las artimañas del error con que tratan de atraer a los inconstantes a sus caminos tortuosos que llevan a la perdición.

Es un hecho que los ministros de Satanás acechan a los creyentes para apartarlos de la verdad y de una vida santa. Como escribió Pedro en su primera epístola, el enemigo “merodea como león rugiente” buscando ingenuos, o inadvertidos, a quienes pueda devorar (1P 5:8). No seamos nosotros de ese grupo, sino fortalezcámonos en la fe para permanecer firmes en el camino que lleva a la salvación.

Nótese que este versículo es una prueba de que la salvación puede perderse. Los lectores a los que Pedro dirige esta exhortación son creyentes “amados”, personas de cuya fe Pedro está seguro (es decir, que no son falsos creyentes), pero de quienes teme que puedan ser arrastrados al error. En verdad el propósito por el cual Pedro escribió esta epístola es precisamente el que indicó al comienzo: recordarles estas cosas para que sean confirmados en la verdad y no caigan de ella. No tendría Pedro esta preocupación si no temiera que los que han conocido la verdad en Cristo pueden apartase de ella.

Es obvio, de otro lado, que existe una relativa pero muy real “seguridad de salvación”. Dios, como dijo Jesús, no va a dejar que el enemigo arranque de su mano (Jn 10:28) a los que se esfuerzan por permanecer fieles y perseverar en el buen camino. Entre la seguridad absoluta de los que creen que por haber creído son salvos, hagan lo que hagan y vivan en pecado, y la inseguridad absoluta de los que temen que pueden condenarse pese a la vida santa que llevan (6), existe el justo medio de la fidelidad de Dios que guarda a los suyos y no los abandona.

18. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.”
Pedro opone a la posibilidad de la apostasía una alternativa mejor que exhorta a sus lectores a abrazar: “Crecer en la gracia y en el conocimiento de Jesús”.
Son dos cosas distintas pero complementarias. Crecer en la gracia, esto es, en el favor de Dios. “Gracia” es un término que tiene muchos sentidos, pero que, en este caso, es el poder de Dios que permite al cristiano crecer en santidad, purificando sus impulsos y aumentando su amor por Dios y por el prójimo. La gracia nos vuelve pacíficos, misericordiosos, pacientes, tolerantes y perseverantes. Cuando el cristiano permite que la gracia trabaje en él, se vuelve agradable a los ojos de su Dios.

El conocimiento de Jesús, como ya se anotó anteriormente, no es un conocimiento intelectual, sino es la familiaridad que se consigue mediante el cultivo de la intimidad con Él a través de la oración frecuente. Este conocimiento experimental de Cristo se adquiere también por medio de la meditación en su pasión y muerte, la cual une al hombre con Jesús y lo hace poco a poco semejante a Él.

El versículo concluye con una “doxología”, esto es, con una frase dando gloria, en este caso no al Padre sino a Jesús, como Dios y Salvador. (7) De esta manera Pedro cierra el círculo de su carta con palabras casi idénticas que aparecen tanto al inicio (v. 1:1) como al final: “Nuestro Dios y Salvador Jesucristo”. Si hay alguna duda de que la iglesia desde el principio, adoró a Jesús como Dios, el comienzo y el final de esta epístola la descartan.

Pedro dice que a Él le corresponde la gloria “ahora”, en este tiempo y –he aquí lo singular, que subraya la perspectiva escatológica desde la cual ha sido escrita la epístola- “hasta el día de la eternidad”, esto es, hasta el día bendito en que Jesús vuelva a la tierra y inaugure su reino eterno.

Esta es la esperanza que sostiene al cristiano a través de las pruebas por las que debe pasar, y mediante las cuales su fe es ejercitada y fortalecida (1P 1:7). ¡Oh sí, ven Señor Jesús!

Notas: 1. La palabra “hermano” era usada por Pablo para señalar a sus colaboradores en el Evangelio. Se ve que este uso no era exclusivo de Pablo. Nótese que Pedro no dice: “mi amado hermano”, sino “nuestro” para indicar que Pablo era amado no sólo por él sino también por las iglesias a las que él escribe.

2. Algunos pasajes de Pablo fueron usados por los gnósticos del siglo II para propugnar la doctrina que más adelante, durante las polémicas de la Reforma, sería conocida como antinomianismo”, esto es, que el creyente no está sujeto a ninguna ley moral, y que era equivocadamente derivada de la doctrina paulina de la justificación por la fe.

3. Nótese que los términos de “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento” eran desconocidos en ese tiempo, y fueron dados siglos después a las dos partes de la Biblia que hoy llamamos así.

4. La cita de Papías dice así: “Mateo compiló los oráculos en lengua hebrea, y cada cual los interpretó (en griego) lo mejor que pudo.” La cita de Irineo dice así: “Mateo publicó también un evangelio por escrito entre los hebreos en la lengua de ellos, mientras Pedro y Pablo predicaban el evangelio y fundaban la iglesia de Roma.”

5. Uno de los argumentos que Tresmontant aduce en apoyo de la redacción temprana de Mateo es que el griego de ese evangelio está lleno de hebraísmos que serían ininteligibles para un lector gentil de finales del primer siglo. Ese hecho demuestra que quien lo tradujo del hebreo al griego estaba pensando en lectores judíos de la diáspora que, teniendo algún conocimiento de la lengua y de las costumbres hebreas, podrían entender fácilmente esas expresiones.

6. Véase al respecto el drama “El Condenado por Desconfiado” del gran dramaturgo español del siglo de Oro, Tirso de Molina.

7. Nótese que la palabra “Señor” es usada en el NT como sinónimo de Dios.

#554 (21.12.08) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

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