martes, 26 de agosto de 2014

EL DIVORCIO SUELE TENER CONSECUENCIAS NEFASTAS

El divorcio suele tener consecuencias nefastas en la vida de los individuos afectados.
No sólo en la vida de los esposos, como bien saben todos los que han pasado por esa experiencia, sino también, y esto es más grave, en los hijos. El divorcio produce en ellos una herida profunda porque ellos ven a sus padres como una unidad. La presencia y cariño de ambos padres les proporciona seguridad. Cuando la unidad y armonía entre sus padres se rompe, el niño se siente amenazado y culpable. Al mismo tiempo, si el divorcio va acompañado de peleas y agresiones o, lo que es peor, de una competencia entre padre y madre por el cariño de los hijos, los niños se desconciertan, se sienten tironeados y experimentan un fuerte conflicto emocional, porque, en general, aman por igual a ambos progenitores y les angustia que se les presione para decidirse por uno de ellos en perjuicio del otro.

No es sorprendente pues que todos los estudios que se han realizado sobre los efectos a largo plazo del divorcio, o de la separación, sobre los hijos menores, muestren resultados muy dañinos para su psicología, para su confianza en sí mismos y para su desarrollo como seres humanos.
(Este pasaje está tomado de las pags. 66 y 67 de mi libro “Matrimonios que Perduran en el Tiempo”, Editores Verdad y Presencia, Tel 4712178)


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