miércoles, 6 de agosto de 2014

EL CRISTIANO Y LA TELEVISIÓN (NEGATIVIDAD II)

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL CRISTIANO Y LA TELEVISIÓN (NEGATIVIDAD IIB)


Hemos estado hablando de los factores que producen una actitud negativa ante la vida, esa visión pesimista del mundo que destruye el ánimo, así como de los efectos dañinos que tiene esta actitud en la vida de la gente.
Voy a mencionar hoy un factor al que no se le suele dar mucha importancia,
pero que sí la tiene y muy grande, tanto más que forma parte de los hábitos más arraigados del común de las personas. Debido a la instantaneidad de las comunicaciones nuestra atención está en buena parte copada por los acontecimientos tanto locales como los que suceden en el orbe entero. Por lo que ocurre en los rincones más apartados del planeta. Esto es, por la noticia. Por el suceso que se convierte en noticia.
Es sabido que hoy se atribuye importancia a las cosas en la medida en que se convierten en noticia. Si algo no es noticia, parece que no tiene importancia y de hecho permanece ignorado. Si algo que concitó la atención de los medios de comunicación durante un tiempo, en algún momento dado deja de ser noticia, la gente se olvida muy pronto de ello.
Pero ¿qué cosa es noticia en términos generales? ¿Qué acontecimientos son los que acaparan los titulares? ¿Los hechos buenos, los actos de bondad de la gente, los actos de heroísmo? No. Con la mayor frecuencia son las cosas malas que ocurren en el mundo, las tragedias, las catástrofes, las guerras, los crímenes, los abusos, lo que atrae la atención de los periodistas. Es muy raro que un noticiero dé buenas noticias, salvo en los espacios deportivos, cuando celebran la victoria de algún equipo favorito.
El hecho es que las buenas noticias no se venden, no llaman la atención del público, no ayudan al “rating” de los programas. Este es un rasgo muy significativo del carácter de la gente. El mal atrae más que el bien. Por eso es que cuando un idealista ha tenido la iniciativa de lanzar un periódico, o una radio, que sólo diera buenas noticias, ha fracasado comercialmente. No tenía público que respaldara su empresa.
Dado pues que el contenido de la información de los medios es preponderantemente negativo, pasar largas horas delante de la pantalla, o leyendo los diarios, enterándose de las desgracias que suceden en el mundo, contribuye enormemente a colorear de negro  nuestra visión de la realidad y nuestro estado de ánimo. Como ese pasatiempo, aparentemente inocente, influye en nuestro estado  anímico, nos predispone a esperar que lo malo suceda y no lo bueno. Nos vuelve pesimistas.
Pero hay algo más. Nosotros sabemos que el causante, el motor detrás de tanta desgracia, de las guerras, de la violencia, de los asesinatos y de todas las cosas feas que nos muestran las pantallas, es el demonio. Dice San Pablo en Efesios: "Porque no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra los gobernadores mundiales de estas tinieblas... contra huestes espirituales de maldad..." (Ef 6:12) que atizan las pasiones humanas, la codicia, el odio, la envidia, la lujuria, que son los móviles detrás de la mayoría de los hechos tristes que constituyen noticia.
El que se la pasa el día absorbiendo malas noticias tiene la mente dominada por lo que Satanás hace en el mundo, no por lo que hace Dios. Porque lo que Dios hace no es noticia, no aparece en los  noticieros. Por lo general permanece secreto, pero algún día se sabrá. Pero lo que contemplas embobado en tu programa impactante favorito, o en el diario de tu preferencia -sobre todo si es uno de esos diarios populares que ahora pululan- es obra del demonio. Es él quien impulsa los bajos instintos del ser humano que constituyen los móviles de tanto hecho de sangre, de las violaciones, los robos y asaltos, etc.
Jesús dijo: "el enemigo no ha venido sino para robar, matar y destruir." (Jn 10:10). Es él quien, odiando al ser humano, busca robarle la felicidad, matar sus ilusiones y destruir su salud y su vida. Es él quien divide a las familias, incita los celos, atiza el deseo de venganza, incentiva la desvergüenza. Todo eso terrible que muestran los noticieros, o los "talk shows" más recientes, incluso las telenovelas que calcan la realidad, es una parte de la obra del demonio en el mundo. Es la manera como él triunfa sobre el hombre.
Quien concentra su atención en esas cosas y dedica buena parte de su tiempo a contemplarlas, o a enterarse de ellas, está mirando lo que Satanás hace, tiene su atención y sus sentidos fijos en él, le está rindiendo homenaje. Sin quererlo le rinde culto, se inclina ante él, lo reconoce como "príncipe de este mundo", que gobierna las acciones humanas, admira la supremacía que ejerce sobre la faz de la tierra. Y como él no quiere sino nuestro mal y las noticias proclaman su victoria, quien bebe todo ese brebaje de amargura, dolor y lágrimas, acaba teniendo su visión de la realidad y su mente dominada por el diablo. Y acabará mirando al mundo a través del cristal que Satanás le ofrece.
A la frase que acabamos de citar del Evangelio Jesús añadió estas palabras: "Pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia." (Jn 10:10). Él vino además para destruir las obras del diablo.
Hay las cosas que el demonio causa y promueve, y lo que Jesús hace. Lo que hace el primero, es para nuestro mal. Lo que hace Jesús es para nuestro bien. Lo que hace el demonio nos angustia o nos entristece. Lo que hace Jesús nos alegra y nos consuela. Por amor de Dios, no pases tu tiempo mirando lo que el diablo hace, como si eso fuera lo único que existe. No enfermes tu alma.
Se conoce el caso de muchas personas que, dominadas por las malas noticias
, y deprimidas por la dirección negativa de los acontecimientos, han llegado hasta el suicidio, porque perdieron toda esperanza.
No permitas que el diablo te robe la esperanza. A pesar de todas esas cosas que se muestran en las pantallas, hay mucho bien en el mundo. Hay muchos seres que aman y se sacrifican por otros. Hay mucho heroísmo anónimo. Hay mucha buena voluntad que no llega hasta las pantallas, pero que es mucho más real que lo que éstas muestran.
El diablo ha comprado las cadenas de televisión. Los dueños de las estaciones de TV no lo saben, pero el diablo es su patrón y los usa como testaferros. Sus prácticas de mercadeo perverso, son las tretas que el diablo les enseña. Ellos creen que con sus estrategias aumentan su “rating”. Lo que hacen es aumentar la popularidad de Satanás, celebrar su victoria.
En las mesas de directorio de los canales y de la mayoría de los periódicos y revistas no se discute acerca de cómo educar al público, de cómo elevar el nivel cultural de la gente, sino de cómo aumentar la popularidad de sus programas, cualquiera que sea su contenido, a fin de poder vender más publicidad y a mayor precio. Lo que buscan es ganancia.
Y los auspiciadores, los anunciantes, son igualmente culpables, porque lo que buscan es aumentar sus ventas, aunque, en consecuencia, el número de los que se emborrachen con su producto aumente. Y aun a sabiendas de que los que empuñan el timón habiendo bebido más de lo conveniente, pueden causar accidentes. Pero las consecuencias de su negocio no les importan. Piensen un momento: ellos se nutren del dolor ajeno. No del sudor de otros sino de sus lágrimas.
San Pablo lo dijo: "Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchas codicias necias y engañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición." (1Tm 6:9). Con tal de hacerse ricos apelan a cualquier medio. Pero caen en destrucción y lazo, porque ensucian su conciencia y han de dar cuenta algún día del daño que hicieron a la conciencia y a las vidas de otros. Jesús dijo: "Ay de aquellos por los que viene el escándalo” …“más les valiera que le aten una rueda de molino al cuello y lo echen al fondo del mar. " (Mt 18:7,6).
Hacen caer en destrucción y lazo también a los que contemplan sus programas porque los incitan a hacer lo que allí se muestra. Les hacen creer que es normal. Hemos visto últimamente cómo niños de escuela disparan fríamente sobre sus compañeros de estudio y sus profesores. A esos niños les parece normal porque lo han visto tantas veces en la pantalla.
No llenes tu mente con basura. No contamines tu alma ni dejes que se contamine la de tus hijos pequeños. "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida", reza un proverbio (Pr 4:23). Lo que tú hagas, la manera como reacciones, el color del cristal con que miras al mundo, dependen de lo que tengas en el corazón, y esto, a su vez, depende de aquello con qué lo alimentes. Tú no comerías comida podrida, en mal estado o envenenada. ¿Por qué entonces absorbes por la vista y el oído lo que te sirve el diablo?
La gente tiene hoy día un ídolo en sus hogares. Y a veces uno en cada cuarto. Y pasan horas delante de él embobados, adorándolo. Satanás tiene una tribuna en todas las casas, un púlpito desde donde predica sus mensajes. Es el aparato de televisión. No seas tú uno de sus adoradores. No formes parte de su audiencia. Guarda la independencia de tu mente y guarda tu alma. Usa ese botoncito mágico que hay en todo televisor para apagarlo. Guárdate a ti mismo y sálvate. (Nota)
Nota: No quiero yo decir con esto que no debamos ver la TV en absoluto, ni siquiera los noticieros. Naturalmente puede ser útil ver los noticieros, y algunos programas periodísticos, a fin de estar enterados, o de tener una apreciación mejor de lo que ocurre en el Perú y en el mundo, así como de conocer a los actores del juego político en el que se juega los destinos de la nación. También hay en el cable algunos canales que transmiten información muy interesante. Pero dedicarle mucho tiempo a la televisión constituye una mala administración de ese precioso recurso del tiempo que Dios nos ha dado, aparte de que es dañino para la comunicación familiar. De otro lado cuando se tienen niños en casa, no tener televisor es la mejor manera de resguardarlos de los peligros que encierra la TV para la inocencia de sus almas. Durante casi 20 años no tuvimos televisor en casa, y eso hizo mucho bien a nuestros hijos, aunque pudieran verla -con bastantes limitaciones- en la casa del vecino o donde mi madre. Pero el hecho de no tener el bendito aparato en la casa les permitió jugar y divertirse juntos con mucha alegría y dedicarle más tiempo a la lectura del que le habrían dado a esa ocupación si hubieran tenido la pantalla al alcance de la mano. (Este artículo fue escrito como charla radial el 28 de abril de 1998. Fue publicado por primera vez en mayo del 2005).
No es mi costumbre pero quiero recomendar a mis lectores que navegan por Internet visitar la página (o suscribirse para recibir diariamente sus artículos) de Fuerza Latina a fin de estar enterados de los acontecimientos que afectan a los cristianos en el mundo. Y a los que dominan el inglés les recomiendo con mayor entusiasmo aun suscribirse a la página “Y-Jesus”, que contiene muy buenos artículos apologéticos acerca del Salvador.
            Asimismo, el Ministerio Logos Internacional está ofreciendo cursos acerca del método de estudio inductivo de la Biblia. Como se trata de una herramienta sumamente útil para el estudio de las Escrituras en profundidad, no quiero dejar de mencionarlo (Tel 461-4918).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#815 (02.02.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

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