viernes, 8 de noviembre de 2013

NINGÚN HOMBRE DEBE PENSAR EN EL MATRIMONIO SI NO ESTÁ EN CONDICIONES DE PROVEER PARA SU CASA

Pasaje tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo

NINGÚN HOMBRE DEBE PENSAR EN EL MATRIMONIO SI NO ESTÁ EN CONDICIONES DE PROVEER PARA SU CASA. Si bien en nuestros tiempos puede ser necesario que la mujer colabore también para ese fin, ése no es el orden natural de las cosas. El que las circunstancias obliguen a que la mujer contribuya con su trabajo al sustento familiar es una de las aberraciones de la vida económica moderna que esclaviza por igual a hombres y mujeres, y es enemiga de la familia.
Que la mujer trabaje voluntariamente para mejorar la economía familiar, o porque la necesidad apremia, es otra cosa. Pero sería totalmente inequitativo que ella contribuya económicamente al hogar y que el marido retenga el manejo exclusivo de las finanzas familiares. Hay esposos cristianos que ocultan a sus esposas cuánto ganan, o cuáles son sus fuentes de ingresos. No es mi propósito ahora tratar de ese tema en detalle, pero es contrario a la confianza mutua que debe existir en el matrimonio que el marido oculte esa información a su mujer.
Que no queden pues dudas. La primera obligación del marido es ser el sustento espiritual, psicológico, emocional, afectivo de su mujer, que colme las expectativas de ella, las expectativas con las cuales ella se ha casado. ¿O acaso las mujeres cuando se casan no están llenas de ilusiones y de expectativas?
Piensa un momento, amigo. Tu esposa ha invertido su vida y su cariño en ti. ¿Habrá hecho una buena inversión? ¿Eres tú para ella una inversión segura, confiable? Nuevamente te pregunto a ti, varón ¿Has cumplido con las expectativas de tu mujer? ¿Estás colmando lo que ella espera de ti? ¿Lo que Dios ordena que hagas? ¿La estás haciendo feliz? Que cada cual conteste esta pregunta por sí mismo.

Págs. 110 al 112 - Editores Verdad y Presencia, Av. Petit Thouars 1189, Santa Beatriz, Lima, Telf. 4712178.

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