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miércoles, 16 de junio de 2021

CONFIANZA Y OBEDIENCIA (EL PACTO DE ABRAHAM III)

CONFIANZA Y OBEDIENCIA (EL PACTO DE ABRAHAM III)

¿Quién está dispuesto a salir de su tierra, abandonando casa, familia y posesiones, sin saber a dónde quiere Dios llevarlo? Si al menos Dios le hubiera dicho a Abraham para comenzar: Sal de tu tierra para ir a tal parte, eso hubiera sido desde el punto de vista humano, menos exigente. Pero "Abraham salió sin saber a dónde iba" (Hb 11:8). ¿Estarías tú dispuesto a hacer eso? ¿O lo estaría yo?

jueves, 29 de septiembre de 2016

BENDICE ALMA MÍA A JEHOVÁ III

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
BENDICE, ALMA MÍA, A JEHOVÁ III
Un Comentario del Salmo 103:15-22
Después de cantar las maravillas que ha hecho y hace Dios por el hombre, el salmista contrasta la fugacidad de la vida humana con la permanencia eterna de la misericordia divina.

15,16. “El hombre (Nota 1), como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella y pereció, y su lugar no lo conocerá más.”
El salmista hace un paralelo entre la vida del hombre y la hierba del campo, que por unos días se yergue lozana y bella, pero muy pronto se marchita, secada por el calor del viento solano, lista para ser segada. O como la flor que exhala su perfume en la mañana, pero cuyos pétalos caen al suelo en la noche. Isaías 40:7 proclamó una cosa semejante, y también lo hicieron algunos salmos, como el salmo 90:5,6. 
Un día vemos al hombre en la cima de su vigor, trabajando laboriosamente y haciendo muchas cosas, y otro día lo vemos decaído, pálido y sin fuerzas, agobiado por la enfermedad, e inclinado hacia el sepulcro. Pronto circulan las esquelas de duelo y los que lo conocieron llenan su boca de elogios al difunto por lo mucho que hizo en vida. Pero al cabo de pocos años nadie se acuerda de él. Su recuerdo se ha borrado de la memoria colectiva, y su nombre es desconocido por la nueva generación. En el lugar donde vivía casi nadie lo recuerda. Otros hombres crecen, florecen y también pasan.
La vida del hombre es un sueño fugaz. De ser una criatura de pecho, pasa a la infancia; de la infancia a la pubertad; de la pubertad, a la adultez; de la adultez a la ancianidad; de la ancianidad a la tumba. Su nombre sólo perdura en una lápida en el campo santo, o en el letrero de una calle (Jb 7:7-10). No obstante, la huella de su carácter y su influencia, buena o mala, perdura en sus hijos y en su descendencia, aunque no lo recuerden conscientemente.

17,18. “Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad, sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.”
Frente a la transitoriedad de lo humano la misericordia de Dios nunca se extingue.
Pasan las generaciones y los siglos, pero permanece siendo la misma. La vida del hombre en la tierra es, por el contrario, como hemos visto, un instante fugaz dentro de la eternidad de Dios.
Él se inclina siempre compasivo y tierno sobre los que le temen, sobre los que le son fieles y se esfuerzan en guardar todas sus ordenanzas, porque le aman. Su amor por el hombre es inagotable y nunca se cansa de perdonarnos y de otorgarnos sus beneficios (Ex 20:6). María dirá algo semejante en el cántico que entonó cuando visitó a su pariente Isabel: “Su misericordia es de generación en generación a los que le temen.” (Lc 1:50).

19. “Jehová estableció en  los cielos su trono, y su reino domina sobre todos.”
Este versículo afirma una vez más la soberanía de Dios sobre la creación entera, como lo hacen también en variados términos los salmos 93 y 95 al 99. El salmista emplea para ello imágenes tomadas de la realeza humana.
El trono es a la vez símbolo de gobierno, de supremacía y de majestad. Dios puso su trono en los cielos que, en la concepción cósmica de ese tiempo era el lugar más alto del universo, desde el cual se divisa no sólo la tierra entera y los mares, sino también el sol, las estrellas y los demás cuerpos celestes. Él ejerce un señorío absoluto sobre todos los seres que pueblan nuestro planeta y los mundos celestes, con su inmensa variedad de astros (Sal 22:28).
Los tres versículos siguientes constituyen la estrofa final del salmo, dedicada a alabar y bendecir al Señor.

20. “Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra.”
Así como al inicio el salmista se exhortó a sí mismo a bendecir a Dios, ahora exhorta a sus ángeles a hacerlo. Ellos son suyos, fueron creados por Él y puestos a su servicio, dotados de gran poder, muy superior a los poderes y capacidades humanas. Ellos tienen por misión obedecer a las órdenes que les da Dios y ejecutar sus encargos en el gobierno de la creación, y también, cuando es necesario, intervenir en las vidas de los seres humanos.
Algunas de esas intervenciones están consignadas en la Biblia, y tuvieron gran importancia en el desarrollo de los acontecimientos de la historia. Pero ignoramos de qué manera ellos siguen interviniendo ahora, aunque se tienen consignados algunos casos singulares en los que ellos han intervenido concretamente y en forma milagrosa.
En la Biblia no hay información acerca de la creación de los ángeles ni de su naturaleza. Toda la información concreta que poseemos acerca de ellos proviene de la literatura apócrifa y pseudoepigráfica.

21. “Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos que hacéis su voluntad.”
Luego exhorta con el mismo fin a las miríadas de seres espirituales que forman las milicias divinas y que pueblan el universo. Sabemos que existen categorías entre ellos que menciona Pablo (principados, potestades, etc. Ef 6:12), pero también ignoramos cuáles sean sus funciones específicas, y de qué manera los emplea Dios, aunque aquí se dice de ellos que son sus ministros, esto es, sus administradores. En el salmo 91:11,12 se menciona cuáles son algunas de esas funciones a favor del hombre: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos (de donde proviene la noción de los ángeles de la guarda). En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra.” (2)

22. “Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Jehová.”
Por último exhorta a las obras de Dios a bendecirlo. Éstas incluyen el reino animal y vegetal en el aire, mar y tierra y, posiblemente también, incluye a los valles, los ríos y las montañas, en suma, todos los accidentes geográficos.
Vemos que aquí hay una progresión en la alabanza. Primero los ángeles, luego los ejércitos celestiales, y, luego las obras de su creación entera. Todos deben unirse en coro para alabar a Dios.
El salmista concluye repitiendo la frase del inicio, con que empezó el salmo, y que será también, la frase con que se inicie el salmo siguiente.

Notas: 1. Es interesante que el hebreo use aquí la palabra enosh en lugar de adam, porque siendo su raíz el verbo anash, que significa, entre otras cosas, “ser débil”, esa palabra se emplea cuando se trata de señalar la debilidad o fragilidad del ser humano, como en el salmo 8:4, por ejemplo: “¿Qué es el hombre (enosh) para que de él te acuerdes?”
2. Este versículo fue usado por Satanás para tentar a Jesús (Mt 4:6).

Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#915 (21.02.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

martes, 9 de abril de 2013

SANSÓN I


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
SANSÓN I
Nacimiento de Sansón

Jueces 13:1. “Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en manos de los filisteos por cuarenta años.”
La vida de Sansón se sitúa al final del período de los Jueces, que duró unos 200 años, durante los cuales el pueblo desorganizado hacía lo que quería. Ese período de la historia de Israel se extiende desde la muerte de Josué, ocurrida aproximadamente el año 1220 AC (Js 24:29), hasta la institución de la monarquía con la elección de Saúl como rey, hacia el año 1030 AC. (1Sm 10:1).
Cuando, debido a su infidelidad, el pueblo hebreo caía en idolatría Dios permitía que fueran oprimidos por los pueblos vecinos. Pero cuando se arrepentían y clamaban a Dios, Él levantaba a un líder –al que la Biblia llama juez (shafat en hebreo)- que los libraba de la opresión. Se les llamaba así porque entre sus funciones estaba la de juzgar y dictar sentencia en los casos que se les presentaba. Pero solía ocurrir que, muerto el juez, el pueblo recaía en la idolatría, y nuevamente alguna nación vecina los oprimía.
El episodio de Sansón ocurrió durante el pontificado de Elí, pero antes de que el arca cayera en manos de los filisteos (1Sm 4-6).
Sansón es el antepenúltimo de los jueces. Después de él vinieron Elí (1Sm 4:8) y el profeta Samuel, el que ungió a Saúl como rey (1Sm 10:1), y luego a David como el escogido de Dios (1Sm 16:13).
Según este versículo Israel había vuelto a caer en idolatría y Dios los castigó entregándolos en manos de los filisteos por 40 años, el período de opresión más largo que registre el libro de Jueces. Pero es singular que el libro no diga en este caso que los israelitas clamaran al Señor que los librara. Quizá porque se habían acostumbrado a convivir con los filisteos, como algunos episodios de esta historia muestran. Ése es el gran peligro que encierran algunas costumbres o hábitos inconvenientes que se infiltran inadvertidamente en nuestra vida si no estamos alertas.
2,3. “Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos. A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo.”
Con frecuencia cuando Dios quiere levantar a un hombre que cumpla una misión especial Él escoge como madre a una mujer estéril.
Tenemos los casos de Sara, la madre de Isaac (Gn 11:30);
    de Rebeca, la madre de Jacob (Gn 25:21);
    de Raquel, la madre de José (Gn 29:31);
    de Ana, la madre de Samuel (1Sm 1:5,6),
    y de Isabel, la madre de Juan Bautista (Lc 1:7). (Nota 1)
¿Qué significa eso? Que el nacimiento de la criatura será obra de Dios. El hijo que van a tener será un don especial de Dios para ellos y para su pueblo. Cuando Dios interviene en la concepción de una criatura eso es señal de que está marcado para tener un destino fuera de lo común.
Para la mujer en esa época no tener hijos era una gran desgracia, una vergüenza (Gn 29:32: 30:1-3), pues las mujeres eran apreciadas por el número de hijos que tenían. Y así lo ha sido durante mucho tiempo, y todavía lo es en algunas regiones de nuestro país. Pero, como bien sabemos, en la cultura moderna las mujeres no son apreciadas por ese motivo, sino que más bien por lo contrario en muchos casos, son apreciadas por no tenerlos, ya que tener hijos limita su libertad. En la Biblia la fecundidad es una bendición y una recompensa (Sal 127:3; 128:3). ¡Cuánto nos hemos alejado de su mentalidad!
4, 5. “Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda. Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.”
Su hijo será nazareo (del hebreo nazir), es decir, consagrado a Dios desde el vientre de su madre. Nunca se cortará el cabello, lo cual será el signo externo de su consagración (Nm 6:1-5). Será nazareo no por un período limitado de tiempo, como era usual, sino de por vida.
Como será nazareo su madre no deberá comer nada inmundo, ni beber ninguna bebida alcohólica durante el embarazo.
Sansón, según dice el ángel, tendrá una misión que cumplir: Comenzar a salvar a su pueblo de los filisteos, tarea que será completada más adelante por David.
¿Quiénes eran los filisteos? (Véase la nota 2)
6,7. “Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre. Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte.”
Ella le cuenta a su marido lo que le dijo un varón con aspecto de ángel que había venido a verla. No actuó como Eva que, aparentemente, no le contó a Adán el diálogo que había sostenido con la serpiente (Gn 3:1-6).
8. “Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer.”
Manoa quiere saber cómo deben ellos proceder con el hijo que tendrán, que será consagrado a Dios y que salvará a su pueblo. Él es un hombre responsable y conciente de su misión como padre. Quiere ser ilustrado por Dios sobre la responsabilidad que él y su mujer van a asumir.
Él es un tipo de José, el esposo de María, porque Sansón es también, pese a sus defectos, un tipo de Jesús, ya que él salvará a su pueblo tal como Jesús salvará a su pueblo del gran enemigo.
9-11. “Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella. Y la mujer corrió prontamente a avisarle a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino a mí el otro día. Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy.”
La mujer, como buena esposa obediente, sabiendo que su marido quiere hablar con el ángel, corre a buscarlo. ¿Por qué no fue el ángel de frente donde Manoa? Porque ella es más importante que su marido en esta historia.
12. “Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?”
Manoa dirige su pregunta directamente al ángel. Aunque su mujer era estéril, Manoa no duda del anuncio que les ha hecho el ángel.
13,14. “Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije. No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé.”
El ángel repite las instrucciones que ya le dio a la mujer sobre la conducta que ella debe guardar durante su embarazo, pero no le dice nada acerca de cómo deben educarlo. ¿Por qué? Porque ellos saben que deben educarlo en el temor de Dios y en el conocimiento de la ley de Moisés. Eso es un ejemplo para todos los padres de familia cristianos. Ellos deben educar a sus hijos en el temor de Dios y en el conocimiento de las Escrituras. No en un conocimiento erudito de la letra, sino en el conocimiento de su espíritu porque, como dice Pablo, “la letra mata, pero el espíritu vivifica.” (2Cor 3:6)
15, 16. “Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito. Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél fuese el ángel de Jehová.”
Según la práctica de hospitalidad de la gente de campo, no sólo de Israel de entonces, sino de muchas partes del mundo, Manoa quiere ofrecer algo bueno de comer al visitante. El ángel se niega a comer, pero le dice en cambio que ofrezca un holocausto a Jehová. Es necesario que rechace comer para que Manoa empiece a entender que él no es un mensajero humano (3).
17,18. “Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos? Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?”
Manoa quiere honrar al varón, pero ¿cómo puede hacerlo si no sabe cómo se llama? El ángel contesta ¿por qué preguntas por mi nombre que es admirable (o maravilloso)? (4).
Nosotros entendemos que el ángel de Jehová se está identificando, aunque Manoa no se dé cuenta. ¿Cómo así? Porque Isaías profetizó: Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Is 9:6). Manoa y su mujer no se dan cuenta porque la profecía de Isaías aún no había sido pronunciada.
El Ángel de Jehová que aparece en momentos cruciales de la historia bíblica para transmitir un mensaje importante de parte de Dios, (tal como en Gn 16:7-13; 22:11,12; 31:11-13; Ex 3:2-4) según una interpretación común, es el Verbo, esto es, el Hijo de Dios antes de su encarnación, que hablaba como mensajero en nombre de su Padre (5).
19-21. “Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.  Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra. Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová.”
Manoa ofrece un holocausto y el ángel hace algo maravilloso. Ellos se postraron y adoraron, porque el milagro que contemplaron les hizo comprender que el varón con el cual hablaban era nada menos que el ángel de Jehová.
Podemos imaginar la escena: Cuando Manoa enciende el fuego que empieza a quemar el cabrito y la ofrenda, el ángel se aproxima al altar y se eleva al cielo en la llama de fuego.
22,23. “Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.  Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.”
Manoa teme que van a morir porque han visto a Dios (Véase Jc 6:22,23), según lo que advierte Ex 33:18-23, que ningún hombre puede ver el rostro de Dios y vivir. Pero ellos no han visto el rostro de Dios, sino sólo el del ángel de Jehová en forma humana.
La mujer con mucho tino le dice: Si fuera la intención de Dios que muriésemos por haber visto su rostro no habría aceptado el sacrificio, ni nos habría mostrado todas estas cosas anunciándonos el nacimiento de un hijo. Es decir, no nos hubiera escogido para esta misión.
24,25. “Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón (6). Y el niño creció, y Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.”
Nació la criatura y el Espíritu de Dios comenzó a manifestarse en él desde temprano, dándole una fuerza extraordinaria, a pesar de que era un hombre sensual y pecador.
Con Sansón Dios levantó a un hombre que, pese a sus fallas humanas, es un ejemplo de cómo Él puede usar a alguien pese a sus grandes defectos, pero que se consagre a Él.
El nazareato no era algo que Sansón hubiera escogido, sino que le había sido impuesto antes de su nacimiento. Por eso quizá él fue un mal nazareo, pero él sabía que de ahí provenía su fuerza. Aparte de nunca cortarse el cabello, él debía abstenerse no sólo de vino y sidra y sus subproductos, sino de todo producto de la vid, así como de tocar un cadáver de un hombre. Es poco probable que él se abstuviera de vino. Pero sobre todo, él no parece haber sido conciente de que su consagración significaba que debía apartarse de todo pecado.
Notas: 1. En el caso de Jesús Dios escoge para que sea su madre no a una mujer estéril por naturaleza, sino a una doncella que concibió sin dejar de ser virgen.
2. Según el Génesis los filisteos descendían de Casluhim, hijo de Mizraim, hijo de Cam (Gn 10:14; cf 1Cro 1:12). Provenían del Asia Menor, de donde tuvieron que emigrar después de la caída de los imperios hitita y miceno. Algunos se establecieron en Creta (Caftor) y otros en la costa de Canaán, en donde fundaron cinco ciudades: Gaza, Asdod, Ascalón, Gat y Ecrón, gobernada cada una por un rey. Se mezclaron con los canaanitas y adoptaron su lenguaje. Abraham y su hijo Isaac tuvieron relaciones amistosas con ellos (Gn 20; 21:34; 26:18-20).
Eran un pueblo guerrero que dominaba el arte de la metalurgia del hierro, cuyos secretos no quisieron compartir con los israelitas porque les daba una notable ventaja militar (1Sm 13:19-22). Impusieron tributos a los israelitas, pero su dominio no fue demasiado opresivo, por lo que el pueblo se acostumbró a convivir con ellos, como puede verse en el incidente en Lehí (Jc 15:9-13). El conflicto, sin embargo, se volvió inevitable. En la desastrosa derrota sufrida por Israel en Afec los filisteos destruyeron el santuario de Silo, y se apoderaron del arca de la alianza (1Sm 4), que fue recuperada después de varios incidentes (1Sm 5,6).
El profeta Samuel organizó la resistencia contra ellos y, al envejecer, ungió a Saúl como primer rey de Israel para que continuara la lucha (1Sm 10:1). Durante su reinado David mató al gigante filisteo Goliat (1Sm 17,18). Posteriormente David les inflingió una fuerte derrota que debilitó seriamente su poder (2Sm 5:17-25), aunque siguieron hostilizando a Israel durante un tiempo (1R 15:27; 16:15-17).
Los filisteos eran unos idólatras que rendían culto a tres dioses: Dagón, en Gaza y Asdod; Astoret, en Escalón; y Baal-zebub, en Ecrón (1Sm 5:1,2; 2R 1:1-16).
3. Compárese este episodio con el llamamiento de Gedeón (Jc 6:17-22), que también quiere ofrecerle algo de comer al ángel del Señor y éste lo rechaza, al mismo tiempo que hace un prodigio que permite que Gedeón comprenda quién es el que le habla.
4. Recuérdese el episodio en que Jacob pelea toda la noche con un ángel, y al final le pide que le diga su nombre y el ángel se niega a decírselo (Gn 32:24-30).
5. Ángel quiere decir literalmente “mensajero”.
6. El nombre Simson en hebreo deriva de semes, que quiere decir “sol”.
NB. Este artículo, y los tres siguientes del mismo nombre, están basados en la trascripción de una charla dada recientemente en el Ministerio de la Edad de Oro, cuyo texto ha sido revisado y ampliado.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
MATRIMONIO Y FELICIDAD ¿Qué mayor homenaje puede hacerle un marido a su mujer que confiar en ella? ¿Confiar no sólo en su fidelidad sino también en su buen juicio para encargarle todos sus asuntos domésticos? El marido que le demuestra a su mujer que confía en ella la fortalece espiritualmente y la anima a ella a confiar en él. Porque la confianza es algo recíproco. La fortaleza de una unión matrimonial, cuando ambos esposos confían el uno en el otro, es inquebrantable. En cambio cuando hay desconfianza en uno o en el otro, la unidad se resquebraja y las disputas no tardan en aparecer. (Este párrafo está tomado de las pag. 135 y 136 del libro “Matrimonios que perduran en el tiempo” Vol 1)
#769 (10.03.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

viernes, 15 de marzo de 2013

LA SIERVA DE NAAMÁN II


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA SIERVA DE NAAMÁN II
Un Comentario de 2 Reyes 5:1-8
4-6. “Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, vé, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.”
El rey de Siria era un ignorante. Él pensó: así como yo le doy órdenes a mi general, o a mis siervos, para que hagan tal o cual cosa, seguramente el rey de Israel dará órdenes a su profeta para que sane a Naamán. Con ese fin, y para ganarse su buena voluntad, le envió con el enfermo un regio regalo. (Nota 1)
Los mundanos entienden las cosas en términos mundanos. Él cree que el profeta hace milagros a pedido. Esto nos recuerda un episodio de la pasión de Jesucristo que consigna Lucas, cuando Pilatos envió a Jesús donde Herodes Antipas -personaje turbio a quien conocemos porque mandó matar a Juan Bautista. Herodes se alegró mucho de la inesperada visita porque esperaba que Jesús hiciera en su presencia algún milagro: “A ver pues, lúcete; hazte un milagrito para que veamos tus poderes”. Pero Jesús no le respondió palabra (Lc.23:6-12).
7. “Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida (2), para que éste envíe a mí a que sane a un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.”
I. El rey de Israel (3) se aflige al leer la carta del rey de Siria porque él también es un ignorante. Él se imagina que su colega le está pidiendo que él sane a Naamán, y como eso es algo imposible piensa que el rey sirio está buscando un pretexto para hacerle la guerra. No recuerda que hay un profeta en su reino a quien Dios ha dado el poder de hacer milagros. Las personas encumbradas, o las que desempeñan un papel importante, suelen tomar todas las cosas personalmente. Todo lo refieren a sí mismas, como si fueran el centro del mundo. Es una distorsión de su visión de las cosas provocada por la posición que ocupan.
Pero también podemos pensar que si el rey de Israel no pensó inmediatamente que Eliseo podía curar al general sirio –como sí lo pensó una simple muchacha- fue porque él no le había dado la debida importancia a la presencia del profeta en su tierra, o quizá porque le temía.
II. Observemos lo siguiente: El reino de Israel era una nación idólatra. Su fundador, Jeroboam, para evitar que sus súbditos fueran a adorar al Dios verdadero a Jerusalén, hizo fundir dos becerros de oro que colocó en sendos santuarios, uno en Betel, al Sur; y otro en Dan, al Norte de su reino. Expulsó a los sacerdotes de la tribu de Aarón y nombró a nuevos sacerdotes según su capricho (1R 12:28-31).
No obstante, en este reino idólatra colocó Dios a dos de los más grandes profetas del Antiguo Testamento: a Elías, primero, y a su discípulo Eliseo, después. No envió al reino de Judá, que sin embargo le permaneció fiel, profetas que se equipararan a estos gigantes en milagros. Pero ellos no fueron los únicos que profetizaron en Israel. También lo hicieron Oseas y Amós.
Nosotros solemos despreciar a los que no rinden culto a Dios como nosotros. ¡Ah, esos son unos idólatras! Pero ¿qué sabemos de lo que Dios piensa de ellos y de lo que hace con ellos? Los caminos de Dios no son nuestros caminos (Is 55:8). Quizá haya entre ellos mayores profetas y mayores santos que entre nosotros.
Pero, sobretodo, Él envió a esos dos grandes profetas a las tribus del reino apóstata porque también eran parte del pueblo elegido y quería darles oportunidad de que se arrepintieran. De hecho, aún después de la expulsión de las diez tribus idólatras por los asirios (2R 17:1-23) quedó en Israel un remanente fiel que acudió a la invitación que les hizo Exequias para que participaran en la renovada fiesta de la Pascua en Jerusalén (2Cro 30:5,10,11).
8. “Cuando Eliseo, el varón de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.”
Al enterarse el profeta de la angustia del rey lo tranquiliza haciéndole ver lo innecesario que es su temor. Hace llamar a Naamán y, por lo que se narra enseguida, sabemos cómo lo sanó haciéndolo sumergirse siete veces en las aguas del Jordán. ¿Por qué siete veces? Siete es un número que tiene un significado especial en la Biblia. Siete días tiene la semana, y en siete días creó Dios al mundo, incluyendo el día de descanso (Gn 2:2,3); siete días duraban la fiesta de los Panes sin Levadura (Ex 12:14,15; Lv 23:5-8) y la de los Tabernáculos (Lv 23:33,34). Siete veces dio vuelta la congregación de Israel alrededor de la ciudad de Jericó para que caigan sus murallas (Jos 6:3-5). Siete fueron las últimas palabras que pronunció Jesús en su pasión; y siete las iglesias de Asia que se nombran en Apocalipsis (1:11), por mencionar sólo algunos ejemplos. Siete en este caso es una prueba de perseverancia en hacer lo que Dios había ordenado a través del profeta, tal como Jacob sirvió siete años para obtener la mano de Raquel (Gn 29:18-20).
A mí me sorprende la seguridad en sí mismo que muestra Eliseo, que casi parece presunción. Pero no lo era. Eliseo no confiaba en sí mismo, sino en el poder de Dios que obraba a través de él.
La historia tuvo un final feliz. Pero ¿cómo comenzó? Con una tragedia: una banda de bandoleros sirios que capturó a un grupo de mujeres israelitas –entre las que se encontraba nuestro personaje- y las hizo sus esclavas (4).
Una de esas esclavas aceptó su condición como venida de las manos de Dios; no se rebeló contra Él, sino amó a sus captores. El amor de la muchacha por sus patrones llevó a la curación de un general de ese país que era uno de sus paladines, pero era leproso.
El amor puede hacer milagros. Dios usa a los que aman. ¿Quieres que Dios te use? Ama y Él te usará de maneras que no imaginas. Es cierto que Él también usa a los que odian. Los usa para castigar a los que le vuelven las espaldas. Pero seguramente tú no deseas que Dios te use con ese fin. Prefieres que Dios te use para bendecir y no para castigar. Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Ama y Él te usará.
¿Cómo hacer para llenarnos de amor por los demás? Llenándonos del amor de Dios. Sólo hay una fuente de amor verdadero y es Dios mismo. Si el amor de Dios llena tu corazón no podrás refrenar el amor al prójimo que fluya de ti. Para nosotros la fuente de ese amor es Jesús: “Si alguno tiene sed venga a mí y beba.” (Jn 7:37). Busca en oración el costado abierto de Jesús, de donde brotó sangre y agua, y Él saciará tu sed.
Nosotros sabemos que la historia tuvo un final ulterior, aun más feliz que la curación de Naamán, y eso fue el que él reconociera al Dios verdadero, y se propusiera en adelante adorarle sólo a Él. El milagro que el profeta hizo con él, hizo que se convirtiera (2R 5:17). Pero ¿cómo comenzó el proceso? Con la compasión que una muchacha esclava sintió por él. Las acciones más pequeñas tienen a veces consecuencias grandes e inesperadas.
Este capítulo del segundo libro de Reyes presenta a algunos grandes personajes de la historia de ese tiempo: al rey de Siria, al rey de Israel, al famoso general Naamán, al profeta Eliseo. Pero nada hubiera ocurrido sin la intervención de esa muchacha cuyo nombre ignoramos. Ella, siendo esclava, fue el agente del cambio. Un ser humilde fue la clave sin la cual los demás personajes no hubieran hecho nada y esta historia no se hubiera escrito.
Así obra Dios. Cuando, algunos siglos después, buscó una madre para su hijo Él no se fijó en una ilustre princesa de noble cuna que fuera digna de llevar en su seno al Verbo; ni en una mujer guerrera como Débora, que le transmitiera su espíritu aguerrido; ni en una mujer sabia como la reina de Saba, que pudiera discutir con el más sabio de los hombres de su tiempo. “Se fijó en la bajeza (es decir, en la humildad) de su sierva” (Lc 1:48).
La sierva de Naamán es para nosotros un ejemplo, no porque ella fuera sabia, aunque quizá lo era; no porque fuera osada, aunque pudo haberlo sido, sino porque era sierva.
¡Ah, sí, el amor, la humildad y el deseo de servir pueden hacer juntos grandes milagros en los cuerpos y en las almas!
EPÍLOGO: Aunque esté fuera del pasaje que me propuse comentar en este artículo, no puedo dejar de observar que Naamán consideró como una afrenta el hecho de que el profeta no saliera a recibirlo personalmente para imponerle las manos y curarlo con algún gesto imponente, sino que le enviara un recado con un mensajero dándole instrucciones –para él ridículas- sobre lo que debía hacer para ser sanado (vers. 11 y 12). ¿Por qué lo trató así Eliseo? En primer lugar, notemos que los profetas no son propensos a halagar a los poderosos, sino más bien los confrontan, como en el caso de Natán con David (2Sm 12). En segundo lugar, Eliseo lo hace para castigar la soberbia de alguien que estaba muy orgulloso de la posición que ocupaba y de sus hazañas; y en tercer lugar, lo hace para hacerle comprender que el poder de curar no reside en el hombre, sino en Dios que obra a través suyo. Naamán entendió muy bien la lección porque cuando fue curado regresó donde el profeta y le dijo: “He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra sino en Israel.” (2R 5:15).
Notas: 1. En la  antigüedad era costumbre ganarse la buena voluntad de las personas a las que se hacía pedidos haciéndoles regalos de valor, sea en dinero, u objetos, o ganado (Gn 32:13:20).
2. Las Escrituras hebreas dicen bien claro que sólo Dios tiene el poder de dar o quitar la vida: “Yo hago morir y yo hago vivir; yo hiero y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano.” (Dt 32:39b; cf 1Sm 2:6). Es cierto que el hombre tiene también el poder de matar y de transmitir a un nuevo ser la vida que tiene en su cuerpo mediante la concepción, pero no puede hacer resucitar (es decir, dar vida a un muerto), ni puede quitar la vida a nadie con sólo quererlo.
3. En ese tiempo reinaba en Israel Joram, hijo de Acab, que fue menos impío que su padre (2R 3:1).
4. En esas acciones de guerra generalmente los vencedores mataban a todos los hombres y se quedaban con las mujeres.
NB. Este artículo es la segunda parte de la revisión del artículo que fue publicado hace casi ocho años bajo el número 377.
Agradecimiento: Deseo agradecer a todas las personas que me dirigen mensajes a través de Facebook u otros medios. Aprecio muchísimo sus palabras, si bien no siempre me alcanza el tiempo para contestar a cada uno en particular como quisiera.
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Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#766 (17.02.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).