miércoles, 29 de marzo de 2017

FEMINISMO DE GÉNERO Y CURRÍCULO ESCOLAR II

 LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
FEMINISMO DE GÉNERO Y CURRÍCULO ESCOLAR II
En la entrega anterior del mismo título he publicado dos de los artículos
míos que aparecieron en el diario “Gestión” a mediados del año 2000, relacionados con el tema del género.
Publico a continuación, ligeramente revisado, el tercero de esos artículos, que está relacionado con uno de los aspectos de la vida humana que las feministas de género están más empeñadas en destruir, esto es, la familia. Su título era FEMINISMO DE GÉNERO Y FAMILIA, (publicado el 24.09.2000), y decía así:
En un artículo anterior ("Gestión" 2.9.2000) explicaba cómo, según las feministas de género, para lograr la supresión de las clases sexuales hombre/mujer (en cuyo marco la mujer es la clase oprimida); esto es, para eliminar toda distinción de roles de género femenino/masculino en la sociedad, debe eliminarse dos obstáculos cruciales: uno es la maternidad y el otro, con el que está íntimamente ligado, la familia.
Ahora bien ¿en qué sentido y por qué es la familia enemiga de la ansiada liberación femenina? La familia, escribe Christine Riddlough, "...nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan, primero, la religión y a ser buenos ciudadanos..." (¡Caramba!)
Dice Dale O'Leary, estudiosa del fenómeno, que las "feministas de género" consideran que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y, por tanto, no igualitarias. (Recuérdese el axioma marxista: diferencia = desigualdad = opresión). La desigualdad en el hogar es causa de la desigualdad en la vida pública, ya que la mujer centrada en el hogar carece del tiempo y de la energía para desarrollarse y triunfar fuera de él.
En el marco de la familia, suele decirse, la mujer está sometida al hombre, primero, porque la maternidad impide su libertad de movimiento durante el embarazo y la lactancia; y segundo, durante los primeros años de la infancia, porque el niño pequeño (¡el muy canalla!) busca instintivamente a la madre antes que al padre para satisfacer sus necesidades materiales y afectivas y, lo que es peor, la madre (¡la muy idiota!) tiende a acceder a las demandas de la criatura sobre su tiempo y energías.
Por eso es que, enfatiza otra autora: "No debería autorizarse a ninguna mujer quedarse en casa para cuidar a sus hijos... Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres se decidirán por ella." Pero si la mujer, por propia iniciativa, acepta el rol maternal ¿por qué debería impedírsele? Porque ése es un rol "artificialmente construido" por la educación y las presiones sociales. Nótese bien la tendencia dictatorial de estas defensoras de la libertad femenina, abocadas a reprimir la libertad de las mujeres casadas: NO TIENES DERECHO A QUEDARTE EN CASA.
De ahí la necesidad de "desconstruir la familia", no sólo porque esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a hijos e hijas a aceptar a la familia, al matrimonio y a la maternidad como algo natural.
Esta visión lleva necesariamente a una reeducación de la mujer y del hombre que ya está en marcha en muchos textos escolares, para que todas las tareas del hogar, incluyendo prioritariamente la crianza de los hijos, sean igualitariamente compartidas por el hombre y la mujer, lo cual en sí es bueno.
Pero dado que la maternidad ha sido satanizada y considerada como una injusticia de la naturaleza, según Simone de Beauvoir, cabría naturalmente preguntarse si la maternidad y la crianza de los hijos son algo natural, o si acaso son un invento del macho para someter a la mujer; o si el hombre fue el que inventó los órganos internos  que permiten a la mujer concebir y gestar a una criatura y, más tarde, darle de mamar.
Si estas posiciones extremas fueran sólo una extravagancia relegada a los libros, no habría motivo para preocuparse. Pero el hecho inquietante es que han penetrado profundamente en los organismos internacionales satélites de las NNUU, que están dirigidos por feministas radicales, como el Fondo de Población, cuya directora procede de las canteras de la internacional abortista "Planned Parenthood". (Véase de paso el Comunicado publicado por el Sistema de las NNUU en el Perú el 3.3.17 apoyando al Currículo Escolar).
El movimiento actual para el reconocimiento de las uniones homosexuales es una manifestación de esta campaña "desconstructivista", que busca redefinir el concepto de familia para que englobe relaciones "alternativas" que eliminan la reproducción y en las que el ejercicio de la maternidad es sólo posible mediante la adopción, o la fecundación "in vitro".
Esto explica también el interés de las feministas de género y sus simpatizantes por la clonación como método reproductivo de perspectivas insospechadas, que podría liberar a la mujer de la servidumbre del embarazo. Todas estas cosas son facetas de un movimiento global que persigue revolucionar totalmente a la especie humana de una manera que desafía a la imaginación.


 

Según Carolyn Craglia (“Domestic Tranquility”), uno de los objetivos más importantes del feminismo de género es atacar el papel que desempeña el ama de casa, a la que autores tan connotados como S. de Beauvoir y Betty Friedan, califican de “parásito”, un ser menos que humano, que desperdicia su vida sin usar sus capacidades e inteligencia, dedicada a su esposo, a sus hijos y al hogar.
Dedicar su tiempo a cultivar su matrimonio, y a criar a sus hijos a tiempo completo, dicen, es una tarea indigna de una mujer, sobre todo si se tiene en cuenta que lo segundo puede muy bien ser desempañado por personal contratado, o por cunas o jardines de la infancia.
El segundo objetivo de la ofensiva feminista contra el orden tradicional ha sido alentar a la mujer a llevar una vida sexual promiscua tan libre como la del hombre, algo en lo que, en la práctica, han tenido lamentablemente un éxito incontrastable, primero, en las sociedades desarrolladas, y luego, en las menos desarrolladas.
La revolución sexual alentada por las feministas asume que la relación sexual no es otra cosa sino una actividad física placentera, carente de todo significado moral. Ignoran que la intimidad sexual exclusiva entre dos seres de sexo opuesto que se aman, promueve una intimidad psicológica y emocional profunda y duradera, que constituye una de las mayores fuentes de felicidad humana.
La liberación sexual que promueven debe hacerse extensiva a la infancia. Firestone aboga por la liberación total de los niños y por la abolición de la infancia.  Según ella “el tabú del incesto es ahora sólo necesario para preservar a la familia. Pero si eliminamos a la familia, estaríamos eliminando las represiones actuales que moldean la vida sexual” de adultos y niños.
Ella cree que no hay nada inherentemente malo en el incesto y en las relaciones de adultos con niños. El tabú que condena esas relaciones, así como el sexo homosexual, debería desaparecer, como podrían desaparecer las amistades que no incluyeran lo sexual (tal como ocurre en algunos países europeos). De esa manera todas las relaciones cercanas entre dos seres humanos incluirían el aspecto físico. Ella cree, en efecto, que si se eliminara el tabú del incesto, no habría nada malo en que un niño tenga relaciones con su madre.
Ella sostiene que la liberación sexual absoluta es la clave de la liberación política y económica. “Si la represión sexual temprana es el mecanismo básico que sostiene la estructura de la servidumbre política, ideológica y económica, la eliminación del tabú del incesto, al abolirse la familia, tendría efectos profundos. Liberando a la sexualidad de la camisa de fuerza que la oprime se produciría una saludable erotización de toda la cultura que cambiaría su naturaleza radicalmente”.


 


Estas ideas extremas son el trasfondo ideológico que impregna ciertos aspectos cuestionables del Currículo Nacional Escolar que vamos a examinar a continuación.
El punto 4 del cap. II, que lleva el título de ENFOQUE DE IGUALDAD DE GÉNERO, que figuraba en la página 16 del Currículo, decía: “Todas las personas independientemente de su identidad de género tienen el mismo potencial para aprender y desarrollarse plenamente.” En la versión corregida del Currículo la frase subrayada por mí ha sido eliminada debido a las protestas de un sector de la población.
El texto podría haber dicho simplemente: “Todas las personas, independientemente de su sexo, tienen el mismo potencial…” ¿Por qué no se redactó simplemente así? Porque identidad de género y sexo no son lo mismo, como lo muestra la frase que aparece a continuación tanto en la versión original, como en la corregida del Currículo:
“Si bien aquello que consideramos “femenino” o “masculino” se basa en una diferencia biológica sexual, éstas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones.” Lo que esta frase quiere decir es que las nociones que construimos de femenino, o masculino, a lo largo de la vida pueden superponerse al dato biológico sexual y, eventualmente, contradecirlo: género masculino en cuerpo femenino; o viceversa, género femenino en cuerpo masculino. Femenino y masculino serían pues “construcciones” que nos impone la sociedad y que pueden variar con el tiempo; no son hechos naturales objetivos inalterables.
En su página 30 el Currículo decía que el niño Vive su sexualidad de manera plena y responsable. Independientemente de la explicación que viene después, vivir su sexualidad de manera plena no quiere decir otra cosa que mantener relaciones sexuales. ¿Se espera que el niño (o niña) mantenga relaciones sexuales con sus compañeros del sexo opuesto, o acaso del mismo? Para corregir la impresión equívoca que producía esa frase en negrita se ha añadido a la misma, en la versión corregida, las siguientes palabras: de acuerdo a su etapa de desarrollo y madurez. Es decir, las relaciones que mantengan deben estar de acuerdo a la etapa que está viviendo.
De una u otra manera el texto implica que el niño, o niña, en la escuela puede mantener relaciones que supongan algún tipo de intimidad sexual, tanto más que se invita al niño a explorar y a valorar su cuerpo en función de su identidad sexual y de género (que se supone no necesariamente coinciden). Este texto alienta el despertar sexual del niño o adolescente, al decir: “Supone establecer relaciones de igualdad entre hombres y mujeres, así como relaciones afectivas armoniosas y libres de violencia”, en las que podría llegarse (y esto es lo interesante) a vulnerar los derechos sexuales y reproductivos de una de las partes, que no puede ser otra sino la femenina, puesto que la frase que he subrayado se refiere siempre a las prácticas anticonceptivas y al aborto. En otras palabras el texto oficial está previendo (o promoviendo) en caso de necesidad la aplicación de un procedimiento que está prohibido por la ley.
Más adelante la página 31 decía: “Vive su sexualidad de manera responsable y placentera”. “De manera responsable” querría decir que toma precauciones para no provocar un embarazo indeseado, o quizá, para no contraer una enfermedad de transmisión sexual. “Placentera” quiere decir que disfruta de las diversas formas de gratificación sexual disponibles, sea en solitario o con otra persona. Ante las justificadas protestas ese texto ha sido reemplazado por otro que dice: “Vive su sexualidad de manera integral y responsable”. La palabra “placentera” ha sido prudentemente reemplazada por “integral”, palabra que en este contexto no quiere decir mucho, salvo que quiera decir que se trata de aprovechar todas las posibilidades de gratificación disponibles.
Pero las palabras que siguen son muy significativas: “respetando la diversidad en un marco de derechos”. Eso quiere decir que en el contexto de la escuela hay que mostrar respeto, o tolerancia, por las diversas formas de orientación sexual que pudieran manifestarse pues su ejercicio estaría protegido por el derecho vigente. No conozco a qué leyes estaría aludiendo ese párrafo. Es obvio, sin embargo, que el Currículo da por hecho que en la escuela haya alumnos que manifiesten tendencias homosexuales que tienen que ser respetadas, esto es, que no deben ser objeto de burla o de rechazo por sus compañeros o profesores. No habría nada que objetar a esa preocupación, salvo el que se le dé tanta importancia, como si la diversidad aludida fuera un fenómeno generalizado, cuando en realidad es excepcional.
Al final del párrafo se dice: “Identifica signos de violencia en las relaciones de amistad o de pareja.” Eso está muy bien y es necesario que los educandos estén alertas a los signos de violencia latentes en sus relaciones de amistad, porque las consecuencias pueden ser penosas. Pero el que se añada las “relaciones de pareja” en el contexto escolar da a entender que se considera normal que los escolares establezcan relaciones de pareja entre ellos, que, según el espíritu del texto, podrían incluir las de naturaleza homosexual.
¿Es normal, o recomendable, que los escolares mantengan relaciones plenas de pareja entre ellos? Una concepción pedagógica sana diría que es prematuro y que no contribuye al desarrollo mental y psicológico sano de los adolescentes, ni a su proyecto de vida futuro, tanto más si se considera la posibilidad de que por descuido, o irresponsabilidad, la chica pueda quedar embarazada.
En todo esto hay una intención perversa de corromper a la infancia privándola de una de sus posesiones y virtudes más valiosas, la inocencia. Este fenómeno es el resultado de una estrategia a largo plazo de infiltración de los estamentos decisorios de las autoridades de educación. Nosotros sabemos bien de dónde proceden esos esfuerzos y qué es lo que buscan, pues “no tenemos lucha contra sangre y carne” (Ef 6:12). Tenemos que reconocer lamentablemente que no hemos estado suficientemente alertas para advertirlo y prevenirlo a tiempo, y que ahora sus manifestaciones nos golpean  en la cara. Aún hay tiempo, sin embargo, para contrarrestarlas con la ayuda de Dios.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón pero quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#968 (26.03.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

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