martes, 24 de agosto de 2010

¡CUÁN AMABLES SON TUS MORADAS! IV

Por José Belaunde M.
Comentarios al Salmo 84
Concluyo esta serie citando pasajes tomados de comentarios de autores antiguos sobre los cuatro últimos versículos de este salmo, pero incluyo uno de un autor contemporáneo que presenta un original enfoque cristológico de nuestro texto. Mis anotaciones están impresas en color negro. Los textos citados lo están en color azul.

Spurgeon
9. “Mira, oh Dios, nuestro escudo, y pon tus ojos en el rostro de tu Ungido.”
Aquí tenemos la oración de la nación por David y la oración del creyente por el Hijo de David. Que el Señor Dios ponga sus ojos en Jesús y nosotros seremos protegidos de todo daño; que mire el rostro de su Ungido y nosotros seremos capaces de contemplar su rostro con alegría. Nosotros también somos ungidos por la gracia del Señor, y nuestro deseo es que nos mire con ojos de amor en Cristo Jesús.

10. “Porque un día en tus atrios es mejor que mil (fuera de ellos).”
Bajo las circunstancias más favorables en que se pueda gozar de los placeres de la tierra, ninguna es comparable con una sola entre mil de las delicias del servicio de Dios. Sentir su amor, alegrarse en la persona de su Salvador ungido; examinar las promesas y sentir el poder del Espíritu Santo para aplicar su verdad preciosa al alma, es un gozo que los mundanos no pueden entender, pero que encanta a los verdaderos creyentes. Tan solo un atisbo del amor de Dios es mejor que siglos gastados en placeres de los sentidos.
“Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios que habitar en las moradas de maldad.”
El lugar más humilde en la casa de Dios es mejor que la posición más alta entre los que no tienen Dios. Tan sólo estar en el umbral y echar una ojeada dentro para ver a Jesús, es felicidad. Cargar bultos y abrir puertas para el Señor es mayor honor que reinar entre los impíos. Todo hombre puede escoger y ésta es nuestra elección. Lo menos bueno de Dios es mejor que lo supremo del diablo.
El umbral de la puerta de Dios es mejor que los mullidos cojines de los pabellones reales de los pecadores, aunque uno pudiera estar recostado en ellos toda una vida.
Nótese que llama al tabernáculo “la casa de mi Dios”. Ahí se encuentra la dulzura; si Jehová es nuestro Dios, su casa, sus altares, sus umbrales, son preciosos para nosotros.

11. “Porque el Señor Dios es sol y escudo.”
Los peregrinos los necesitan a ambos, según sea el clima, porque el frío los golpearía si no hubiera sol, y los enemigos pudieran atacar la sagrada caravana y destruirla, si no contaran con un escudo.
La nación peregrina en el desierto tuvo sol y escudo en la columna de fuego (Ex 13:21,22), que era el símbolo de la presencia de Dios; y el cristiano halla tanto luz como abrigo en el Señor su Dios. Un sol para los días felices y un escudo para los peligrosos. Un sol arriba y un escudo alrededor. Una luz para mostrar el camino y un escudo para alejar los peligros. (Eso es Dios para nosotros, añadiría yo) Dichosos aquellos que viajan en semejante convoy. El lado asoleado y el lado oscuro de la vida son igualmente felices para ellos (es decir, para nosotros).
“El Señor dará gracia y gloria.”
Ambos a su debido tiempo; ambos según se necesiten; ambos en medida llena, y ambos con absoluta certeza. El Señor tiene gracia y gloria en infinita abundancia. Jesús es la plenitud de ambas y, como su pueblo escogido, recibiremos ambas como un don gratuito del Dios de nuestra salvación. ¿Qué más podría darnos el Señor, o nosotros recibir o desear?
“Ninguna cosa buena negará a los que caminan rectamente.”
(Así reza la versión King James)
La gracia nos hace caminar con rectitud y eso garantiza que todas las promesas del pacto sean nuestras. ¡Qué promesa tan completa! Pudiera ser que un bien aparente nos fuera escatimado, pero ningún bien verdadero, no, ninguno. “Todas las cosas son vuestras; vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” (1Cor 3:22c,23).Dios tiene todo el bien y no hay bien alguno fuera de Él; y no hay bien que Dios quisiera retener, o que pudiera negarnos, si estamos listos para recibirlo. Debemos ser rectos y no inclinarnos a tal o cual forma de maldad. Nuestra rectitud debe ser práctica; debemos caminar en verdad y santidad. Entonces seremos herederos de todas las cosas; y a medida que maduremos, llegaremos a poseerlas todas. Entretanto nuestra capacidad de recibir determinará la medida del don divino. Esto es verdad no sólo para unos cuantos favorecidos, sino para todos los santos de todos los tiempos.

12. “Oh Señor de los Ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti.”
Aquí está la clave de todo el salmo. El culto es de la fe, y la bienaventuranza es propia de los creyentes. Ningún adorador nominal puede penetrar en este secreto. El hombre debe conocer a Dios por una vida de fe verdadera, o no podrá tener verdadero gozo en la adoración del Señor, ni en su casa, ni en su Hijo, ni en sus caminos. ¡Lector querido! ¿Cómo están las cosas contigo?

Cosas Nuevas y Antiguas
9. Mientras muchos se dan por satisfechos con las meras formalidades de la religión, o con la discusión árida de doctrinas, tú en cambio, mira y ocúpate de Cristo. Es el conocimiento de su persona lo que da fuerza y alegría al alma. En todo tiempo y bajo todas las circunstancias nosotros podemos decir: “Mira el rostro de tu Ungido.” No podemos siempre decir: “Míranos”; pero sí podemos siempre decir. “Míralo a Él”. Sumidos en profunda tristeza debido a nuestras fallas concientes, o debido a las pruebas y dificultades que pasamos a causa de nuestra fidelidad a su Nombre, podemos siempre rogar a Dios que sea nuestro lo que Cristo es. Dios se complace siempre en Él, siempre está ocupado con Él, como resucitado de los muertos y exaltado a su derecha en los cielos; y desearía que nosotros estuviéramos también siempre ocupados con Él, como único objeto de nuestro corazón.

San Agustín
10. “Porque un día en tus atrios es mejor que mil.”
Esos eran los atrios por los que suspiraba, por los que languidecía. “Mi alma suspira y desmaya por los atrios del Señor” ha dicho poco antes (vers. 2). Un día en ellos es mejor que mil días fuera de ellos. Los hombres anhelan tener miles de días, y desean vivir largamente. Que desprecien esos miles de días y suspiren por un día que no tiene amanecer ni atardecer; un día sempiterno, al que ningún “ayer” cede, y al que ningún “mañana” apremia. Aspiremos nosotros alcanzar ese día. ¿Qué tenemos nosotros que hacer con mil días? Nosotros vamos de mil días a un día. Apurémonos por llegar a ese único día, mientras vamos de poder en poder.
(Lo que San Agustín quiere decir es que a medida que progresamos espiritualmente, anhelamos más el día sin fin en que contemplaremos a Dios cara a cara.)

Thomas Brooks (Nota 1)
“Un día…”
El menor atisbo que un hombre pueda tener de Dios, y la menor de las buenas palabras que el hombre pueda oír de Dios; y la menor carta de amor, y la menor señal de amor que un hombre pueda recibir de Dios, es inmensamente preciosa para el hombre que tiene a Dios por su heredad. “Un día en tus atrios en mejor que mil fuera de ellos.” No dice que un año en tus atrios es mejor que mil fuera de ellos; ni dice que un trimestre en tus atrios, es mejor que mil fuera de ellos; sino dice “Un día en tus atrios es mejor que mil fuera de ellos…” para mostrar que lo más pequeño de Dios es inmensamente precioso para el alma que tiene a Dios por su porción. (Sal 16:5).


Thomas Watson (2)
Una de las señales de los hijos de Dios es que se deleitan en su presencia. Los hijos deben estar en la presencia de su Padre. Donde está el rey, está la corte; donde está la presencia de Dios, está el cielo. Dios está de una manera especial presente en sus ordenanzas; ellas son el arca de su presencia (Ex 25:10,11). Si nosotros somos sus hijos amemos estar en el culto sagrado…En oración tenemos una conferencia secreta con Dios. En su palabra oímos a Dios hablarnos desde el cielo. ¡Y cómo se deleita todo hijo de Dios escuchando la voz de su Padre! ¡Oh, qué bueno es acercarse a Dios! Es dulce estar en su presencia. Todo verdadero hijo de Dios dice: “Un día en tus atrios es mejor que mil fuera de ellos.”

Mathew Henry (3)
“Preferiría ser un portero en la casa de mi Dios, que habitar en las tiendas de impiedad.” (Así reza en la versión King James)
Algunos leen “Preferiría estar clavado a un poste en la casa de mi Dios, que gozar de libertad en las tiendas de los impíos”, aludiendo a la ley relativa a los siervos, a los que, cuando no querían ser libertados, debía perforarse la oreja contra el poste de una puerta. (Ex 21:5,6).
David amaba a su patrón, y amaba tanto su trabajo, que deseaba estar ligado a su servicio para siempre. Ser libre
en Él, pero nunca ser libre de
Él, prefiriendo los lazos del deber a la libertad para pecar. Tal es el deleite superlativo que tienen los corazones santos en los deberes sagrados (del culto). Ninguna satisfacción es para ellos comparable a la que disfrutan viviendo en comunión con Dios.

Joseph Roberts (4)
La palabra “portero” no transmite adecuadamente el significado de “estar sentado en el umbral” (como reza el original hebreo) porque el salmista deseaba estar en una posición muy humilde, pero en el mundo oriental el cargo de portero era honroso y de confianza. Mirad al mendigo; se sienta en el umbral de la puerta (como el mendigo paralítico en Hch 3:2), hasta que ha obtenido lo que desea.

Profesor Green (5)
11. La frase: “Porque el Señor Dios es un sol…” expresa una verdad impresionante y llamativa, cuando pensamos en el sol sólo en su carácter obvio de fuente de luz y calor (Lo que espiritualmente hablando Dios es ciertamente para nosotros).
Pero cuánta fuerza nueva se da a este magnífico emblema cuando aprendemos por la astronomía que el sol es el gran centro de atracción, y cuando, además somos concientes de que el sol es la última fuente de toda forma de energía que existe en el mundo. El viento empuja el comercio de las naciones sobre el océano (6), pero el calor del sol ha rarificado el aire y ha puesto al viento en movimiento (7). Del arroyo descendente surge un poder que muele el grano, hace girar los husos, impulsa los telares y mueve las forjas. Pero eso ocurre porque el calor del sol ha hecho subir el vapor de los océanos, que cae sobre las montañas y encuentra su camino de regreso a la fuente de donde surgió. (8) La energía expansiva del calor impulsa tus máquinas, pero la fuerza que la opera está encerrada en el carbón, que es el resto fosilizado de los bosques extinguidos que permanecen bajo tus montañas, (9) o es obtenido de la leña que abunda en tus bosques, que ahora coronan y embellecen sus cimas. Tanto la fuerza primigenia del mineral y esos bosques actuales tomaron su sustancia del sol. Es la fuerza química residente en sus rayos la que extrajo el carbón de la atmósfera y la acumuló como fuente de poder para uso futuro. El animal ejerce su fuerza por la contracción muscular: la extrae del vegetal que lo alimenta, y el vegetal la extrae del sol que determina su crecimiento. Cada vez que tú levantas el brazo, cada vez que das un paso, estás tomando del poder que el sol te ha dado. Cuando subes al vagón del tren es el poder solar (encerrado en el carbón que mueve a la locomotora) el que te transporta. Cuando la suave brisa acaricia tus mejillas, o cuando el terrible huracán azota en su furia las ciudades, ellos son sirvientes del sol. ¡Qué gran símbolo de Aquel en quien “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.” (Hch 17:28).

Henry Melvill (10)
11. Tornad vuestro pensamiento a la combinación: “El Señor Dios es sol y escudo.” Como sol muestra más y más nuestra pecaminosidad; pero como escudo nos da el poder para enfrentarla, y la seguridad de que triunfaremos. Como sol nos revela de tal modo la enormidad de nuestra culpa que me veo obligado a exclamar: “Mis iniquidades son una carga pesada; más de lo que puedo soportar.” Pero como escudo me muestra que ha puesto el peso sobre un fiador que las llevó a la tierra del olvido. Como sol me hace cada vez más sensible a mi incapacidad de alcanzar mi justificación por mí mismo, pero como escudo ata continuamente mi pensamiento a la justicia de su Hijo, que es otorgada a todos los que creen en Él. Como sol, en breve, trae a mi conocimiento hechos que me harían ver que mi liberación está fuera de mi alcance y sin esperanza, si Él no fuera al mismo tiempo un escudo. Pero viendo que es ambas cosas, tanto un escudo como un sol, la revelación que me hace como sol sólo me prepara para la bendición que me imparte como escudo. ¿Quién pues se asombrará de que después de anunciar el carácter de Dios el salmista prorrumpa en expresiones de confianza y de seguridad?

Pudiera ser que a medida que la corrupción de mi naturaleza me es mostrada continuamente (más profunda, amplia y oscura) Satanás me ataque con la sugerencia de que mi culpa es demasiada inveterada para ser erradicada, demasiado grande para ser perdonada, y si Dios fuera un sol y nada más, sería difícil descartar esa sugerencia como una artimaña del padre de la mentira. Podría yo entonces tener temor de la santidad de Dios pensando que nunca podría estar preparado para tener comunión con la divinidad; podría yo temer la justicia de Dios, pensando que yo nunca podría ser absuelto en el terrible juicio final. ¿Pero puedo yo temer esas cosas cuando, además de ser un sol, Dios es también un escudo? ¿Puedo yo temer la justicia de Dios, cuando como escudo Él ha abonado sufrimientos a mi cuenta que satisfacen la ley hasta la última penalidad? ¿Puedo yo temer su santidad cuando me hace partícipe de una obediencia que cumple todo precepto?

Como sol Dios me muestra lo que soy; como escudo Dios me muestra lo que Él es. Uno me permite comprender que yo no merezco sino su ira, y que no puede ganar nada sino vergüenza; el otro me hace comprender que yo tengo un título a la inmortalidad, y que puedo reclamar una herencia permanente en el cielo. Aprendo, en suma, de Dios como sol que si tengo un salario, merezco una muerte eterna; pero de Dios como escudo aprendo que si yo recibo un “don gratuito”, debo tener “vida eterna”. ¿A quién debo temer entonces? A nadie sino a mí mismo, ciertamente, mi peor enemigo.

Patrick Henry Reardon (11).
El famoso templo de Salomón era una figura pasajera porque –según palabras de Jesús mismo- “aquí hay uno más grande que Salomón.” (Mt 12:42). El verdadero y permanente templo de Dios, la meta de nuestro anhelo y la morada de nuestro descanso, es Cristo el Señor. Él es “mayor que el templo” (Mt 12:6). Por eso oramos: “Pon los ojos en el rostro de tu Ungido” (vers. 9b).

La imagen de Jesús como verdadero templo de Dios, que suministra la clave cristológica de este salmo, está indicada en el evangelio de Juan. Al comienzo de su evangelio, cuando Jesús habla de la destrucción del templo, el evangelista anota: “Pero Él hablaba del templo de su cuerpo.” (Jn 2:21). El cuerpo de Cristo, en el contexto juanino, es su carne y sangre resucitada. Juan dice del cielo: “Pero no vi en ella ningún templo, porque el Señor Todopoderoso y el Cordero eran el templo.” (Ap 21:22).

Y porque Él es el templo de Dios, Dios permanece en Jesús. Jesús es el lugar donde nosotros nos encontramos con Dios, y nosotros también permanecemos en Jesús estando unidos a Dios en Él. “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, oh Padre en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn 17:20,21).

Este es el contexto cristológico para que oremos este salmo. Cuando decimos a Dios: “Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán.” (vers. 4), nos estamos refiriendo a la adoración ofrecida al Padre por los que permanecen en Cristo.

Notas: 1. Pastor puritano en Londres que vivió de 1608 a 1680. Spurgeon le tenía en gran aprecio.
2. Autor fallecido en 1680. Hombre de considerable erudición. Alcanzó fama y popularidad como vicario en Walbrook.
3. Pastor presbiteriano y exégeta (1662-1714). Escribió un famoso comentario del Antiguo y del Nuevo Testamento.
4. No tengo información sobre este autor.
5. Tampoco tengo información acerca de quién era este profesor, pero obviamente era un hombre de ciencia.
6. El autor vivía cuando los barcos eran mayormente todavía de vela.
7. La ciencia, en efecto, ha descubierto que los vientos surgen por las diferencias de temperatura que existen entre las diferentes capas de la atmósfera.
8. Antes de la invención de la máquina a vapor, y aún después de inventada ésta, la industria era movida por la fuerza de las caídas de agua, que era ingeniosamente explotada mediante poleas transmisoras.
9. El autor se refiere al origen milenario de los yacimientos de carbón.
10. (1798-1871) Clérigo de la Iglesia de Inglaterra y canónigo de la catedral anglicana de San Pablo en Londres. Autor de numerosos libros. Fue durante algún tiempo el predicador más popular de Londres.
11. Este bello texto que comenta el salmo entero, y que cito parcialmente, está tomado de un libro cuyo título en español sería “Cristo en los Salmos”. Su autor es párroco de la Iglesia Ortodoxa Antioqueña, en Chicago, EEUU.

#641 (22.08.10) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

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