martes, 26 de mayo de 2009

MIS OVEJAS OYEN MI VOZ III

ANOTACIONES AL MARGEN XIX
Como en los dos artículos anteriores, las citas del libro de Hedgecock del mismo título están en cursiva y negrita, y mis comentarios están en letra normal.

* Nuestro problema como cristianos es que tenemos un cuerpo que aloja dos naturalezas. Son enemigas la una de la otra. El Espíritu de Dios y la vieja naturaleza siempre están peleando entre sí. ¿Has experimentado el querer caminar en el Espíritu y ver cómo tu vieja naturaleza se resiste? La vieja naturaleza nunca va a dejar de obstaculizarte cuando trates de obedecer a Dios.
¡Pero Dios nos ha provisto de algo mejor! Tú puedes deshacerte de esa vieja naturaleza y sojuzgarla. Puedes fortalecer la naturaleza nueva hasta que tenga tal vigor que la vieja naturaleza no tenga influencia… Puedes llegar al punto en que no te cueste esfuerzo hacer lo que Dios te diga. Y te deleitarás haciéndolo, sin que tengas que batallar contra tu vieja naturaleza…

* Dios no aceptará cohabitar con tu vieja naturaleza. Él se opondrá a esa naturaleza. Cada vez que camines en tu vieja naturaleza Él hará que pierdas tu paz. Eso me ocurre cada vez que mi deseo se inclina al pecado. Dios no va a cesar de oponer resistencia hasta que expulses a la vieja naturaleza. Todos los años que pasaste tratando que Dios tolerara tu vieja naturaleza fueron gastados inútilmente. El nunca lo hará. Todo el tiempo que trates de hacer que tu vieja naturaleza ame a Dios será gastado también inútilmente. Tu vieja naturaleza siempre ofrecerá resistencia a Dios. Dios no quiere que seas desgraciado y la única manera de resolver el problema es deshacerte de tu vieja naturaleza. Dios no va a cambiar. Si tú lo aceptaste como Señor de tu vida tienes que deshacerte del que era antes señor. No hay lugar para dos señores.
(Jesús dijo: “Nadie puede servir a dos señores, porque amará a uno y aborrecerá al otro.” (Mt 6:24). Así que voy a mostrarte cómo deshacerte de tu vieja naturaleza.

* En Romanos Pablo dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (8:1-4). El Hijo ha tomado el pecado y lo ha condenado en nuestra carne. Así que tienes que deshacerte de la carne. En la naturaleza de Cristo que recibimos no hay pecado. El pecado está en la vieja naturaleza. Si tú estás en el Espíritu la posibilidad de pecar no debe preocuparte. ¡NO PUEDES PECAR! Todo el que diga que está en el Espíritu y vive en pecado es un mentiroso (“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” 1Jn 3:9) Si quieres pecar tienes que pasarte de la naturaleza del Espíritu a la naturaleza de la carne porque el Espíritu de Cristo en ti no puede pecar.

* Gálatas 5:16 dice: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Pedro dice que los deseos carnales combaten contra el alma (1P 2:5). Por eso siguiéndolos mi alma está intranquila.
La Escritura nos dice que no debemos andar en la carne. Todo lo que tienes que hacer es quedarte en el Espíritu. ¿Cómo hacerlo? “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu (piensan) en las cosas del Espíritu.” (Rm 8:5). Eso no puede ser más claro: “Tal como es el hombre en su corazón, así es él.” (Pr 23:7)
Para quedarme en el Espíritu no sólo tengo que orar diariamente y leer la Biblia. Tengo que dejar de ver, oír, leer y, sobre todo, pensar en las cosas que ocupaban mi mente y mi tiempo cuando vivía en la carne. Tengo que romper con todo eso y llenarme de las cosas del Espíritu. El que fue alcohólico no puede permanecer sobrio si pasa todos los días delante del bar que frecuentaba antes, y menos si entra para saludar a sus ex-amigos. Tiene que caminar por otra calle para no ser tentado. Si quieres andar en el Espíritu y no recaer en la carne tienes que romper con tu pasado carnal y huir de las ocasiones de pecar, es decir, de las tentaciones. En otras palabras, tengo que dejar de alimentar a mi vieja naturaleza, dejando de pensar en las cosas en que ella se deleita, y debo alimentar, en cambio, mi nueva naturaleza pensando en las cosas del Espíritu y ocupándome de ellas.

* Recuerda. Si estás en el Espíritu no puedes llevar a cabo los deseos de la carne. La única forma como puedes pecar es pasándote primero a la naturaleza de la carne.
¿Te das cuenta de la importancia que tiene el desactivar la vieja naturaleza? Puedes coger el árbol del conocimiento del bien y del mal (la vieja naturaleza), podarlo, recoger sus frutos y cortar sus ramas para quemarlas (Esto es, siguiendo algún método de superación de sí mismo). Lo único que lograrás es que crezca más. Eso es lo que Satanás está fomentando que haga la mayoría de los cristianos. Te enfermarás viendo la basura que hay en ti y tendrás un gran sentimiento de culpa. Quieres voltear la página y cortar los frutos malos; pero nunca cambias de árbol. Sólo podas el árbol malo. Si tú podas un árbol, crecerá y dará más frutos que antes. No vas a matar el árbol cortando las ramas y los frutos.
Esto es, tratando de eliminar tus defectos y tus actos malos. Ese es el motivo por el cual muchos cristianos no son más maduros 40 años después de haber sido salvos. No hay cambio en ellos porque nunca cambiaron de árbol.

* La única manera de cortar el árbol de la carne es cortando la raíz con el hacha. Si cavas alrededor de las raíces y separas del tronco la raíz principal que proporciona fuerza al árbol, tomará un tiempo pero los frutos comenzarán a secarse y el árbol morirá (Esto es obvio. No es eliminando los defectos como eliminamos la carne, sino eliminando la raíz que da vida a la carne)…Pero la mayoría de nosotros no dejará que el Espíritu cave alrededor lo suficiente para llegar a la raíz del problema. La raíz es el orgullo. No importa qué frutos estés produciendo, la raíz de la carne es siempre el orgullo. Así que no cortes los frutos, corta la raíz. Está allí porque tú eres tu propio señor.
¿Cómo cortas la raíz? Es muy sencillo: Humíllate. Así cortas con el hacha la raíz de la vieja naturaleza. Pero si regresas de nuevo al árbol viejo, harás que brote una nueva raíz y volverá a tener vida. Así que pásate definitivamente al árbol de vida humillándote a ti mismo y rechaza absolutamente ser tu propio señor.
Señor Jesús, haré lo que tú digas. “Para mí el vivir es Cristo” (Flp 1:21), esto es, vivir unido a Él, con el pensamiento prendido a Él. Qué Él sea mi obsesión.

* Si tú haces eso no tienes por qué preocuparte por los frutos malos; comenzarán a caerse por sí solos, porque estás en el Espíritu. De repente tus “quiero hacer esto” cambiarán. No tendrás que vencerlos.

* Muchos cristianos luchan constantemente contra los deseos mundanos y se la pasan todo el tiempo pensando en esas cosas. (Pero si tú piensas en las cosas pecaminosas en que antes te deleitabas, te atraerán irresistiblemente y volverás a caer en ellas) El autor dice que esas cosas no significan ya nada para él. No tienen influencia en sus decisiones. Él sólo quiere hacer lo que Dios dice. Cuando yo viva totalmente para Dios, Él irá poniendo en mí el deseo de hacer las cosas que Él quiere que haga, y me deleitaré obedeciéndole.

* Cuando eres humilde, Jesús es señor. Cuando estás en el orgullo, tú eres señor. Hablar con humildad significa sencillamente decir lo que Dios quiere que digas. La humildad no es una cuestión de apariencia externa o de estar abatido. La humildad es lo opuesto al orgullo. El orgullo es pecado (El pecado satánico por excelencia). Jesús nunca pecó ni fue orgulloso. Él vivió teniendo al Padre al mando todo el tiempo (Véase Jn 5:19,30). (Si yo quiero progresar en mi vida espiritual Dios debe estar al mando todo el tiempo. No hay otro camino. Debo dejar de ser señor para que Él lo sea). Sin embargo, Jesús habló amablemente algunas veces, y otras reprendió severamente a los fariseos. No pecaba cuando lo hacía, sino estaba obedeciendo al Padre, y no estaba en el orgullo cuando tomó un azote y expulsó a los mercaderes del templo (Jn 2:13-22). Actuaba impulsado por el celo de Dios. Estaba haciendo exactamente lo que el Padre le dijo que hiciera.

* Después de que Pablo aprendiera que tenía que pasarse al Espíritu para obedecer a Dios, él dijo lo siguiente: “Así que yo de esta manera corro, no como a la aventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (1Cor 9:26,27). Finalmente Pablo aprendió cómo pelear. Él no boxeaba con su sombra. Él puso su cuerpo bajo sujeción. El no quería ser eliminado después de haber predicado a otros. Tu vieja naturaleza puede ser puesta bajo sujeción y puedes obtener victoria sobre tu carne. Ella no tiene que gobernarte. La llave para matar a tu vieja naturaleza es que te pases al árbol de vida y que permanezcas ahí. Yo he experimentado eso humillándome delante del Señor.

* Muchos cristianos no saben cómo se pasaron al Espíritu cuando lo hicieron. Piensan que fue la alabanza la que los introdujo al Espíritu, cuando en realidad fue el hecho de que confesaran a Jesús como Señor y por un momento sus ojos dejaran de estar puestos en sí mismos. Como yo hice cuando dije: “Me aferro a ti y sólo a ti, Señor”. La dificultad está en permanecer todo el tiempo ahí, sujeto a Jesús, porque nuestra carne se rebela.
Cuando ellos empiezan de nuevo a tomar sus propias decisiones, pierden nuevamente la paz que viene cuando Jesús es Señor. Eso es lo que le ocurre a la mayoría de los cristianos.

* Si tú quieres gozarte caminando con Dios y llegar a conocerlo y entenderlo…tienes que hacer ciertas cosas. Tienes que purificar tu corazón y no ser de doble ánimo. Si tú eres amigo del mundo, eres enemigo de Dios (1Jn 2:15). Hay mucha gente en la iglesia que es amiga del mundo. Están tratando de tener lo mejor de dos mundos: los deseos de la carne y, a la vez, tratando de amar a Dios para no irse al infierno. Todo eso está engranado con una motivación egoísta, y sabemos que el egoísmo es el tronco del árbol del conocimiento del bien y del mal (así como la raíz es el orgullo). No estoy diciendo que no sean salvos, simplemente no son como Cristo.
La única manera como Cristo se manifestará a través de ti es humillándote y reconociendo que Él es Señor. Toma nota: O Él es Señor de todo, o Él es Señor de nada. No va a ser un Señor de tiempo compartido. Si tú eres señor, Él está fuera del cuadro.


* Se te ha ordenado que te sometas a Dios, que resistas al diablo y que te acerques a Dios (St:4:7,8). Cuando te humilles, Dios se acercará a ti y te dará gracia. La gracia completará lo que te hace falta en habilidad…Te dará revelación, unción, provisión, fuerza y todo lo demás que necesites…si Él es quien va a recibir la gloria…Si yo me paso al orgullo y trato de hacerlo todo por mí mismo, pierdo la gracia.

* Si no tienes gracia, es porque estás en el árbol equivocado. Es algo automático: obtienes gracia en el árbol de vida, y la oposición de Dios cuando estás en el orgullo. Cuando estás en el árbol equivocado sólo puedes confiar en ti mismo,
aparte de que Dios te estará resistiendo.
Si yo estoy en el orgullo, en la autosuficiencia, en la autosatisfacción, no puedo confiar en Dios ni quiero; me basto a mí mismo y es todo lo que tengo. Los que confían sólo en sí mismos están llenos de orgullo y Dios los rechaza.

* ¡Con cuánta razón fallamos! Nos encontramos peleando contra Dios y Satanás se la pasa riéndose de nosotros. Algunos tratan de remover la resistencia del camino reprendiendo a Satanás, y como no se va piensan que no tienen suficiente fe. No se va porque no era el diablo. ¡Era Dios! Estaban funcionando en el orgullo y siendo su propio señor, y por eso Dios se oponía a ellos, porque el final del camino que seguían era la muerte espiritual.

* Dios no quiere que vivamos separados de Él, porque Él nos ama. Nosotros no entendemos esta clase de amor. Es como estar caminando al borde de un precipicio en la oscuridad y Dios está parado en la otra orilla del precipicio. Tú decides caminar en ese dirección y Dios se pone al frente para detenerte. Terminas enojado con Dios y seguirás estándolo hasta que llegue la luz del día y veas el precipicio. Muchos cristianos se enojan con Dios porque Él se les opone, y no comprenden que Él está tratando de que no se destruyan. Esta imagen es muy certera: Dios se opone a nosotros y nos crea dificultades cuando nos dirigimos al abismo; nos cierra el camino para que no caigamos, como hizo con Balaam (Nm 22:21-40). Intentar detener a una persona es oponérsele. Es Dios quien nos quiere detener y se lo echamos en cara. Así ocurría conmigo cuando estaba estudiando en Alemania. Seguía un camino de muerte y Dios se interpuso en el camino para que me detuviera, haciendo que me enfermara, a fin de que recapacitara y me arrepintiera. Cuando lo hice dejó de oponerse y empezó a guiarme.
Debatimos acerca de si lo malo que nos ocurre es castigo por nuestros pecados (es decir, las consecuencias de ellos) o guía, corrección de Dios, como si sólo pudiera ser una cosa u otra, y ambas se excluyeran. Pero no hay oposición entre ambas cosas. Un padre azota a su hijo en castigo de sus travesuras y, a la vez, para educarlo. Las dos cosas se combinan muy bien; son caras de la misma moneda. Pero la disciplina de Dios es suave comparada con la disciplina del mundo, porque Él nos ama.

NB En mi blog (JOSEBELAUNDEM.BLOGSPOT.COM) he pegado el texto del excelente discurso pronunciado por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en la reciente Cumbre de las Américas realizada en Trinidad Tobago. Recomiendo leerlo porque contiene reflexiones muy oportunas respecto del atraso latinoamericano frente a los tigres asiáticos. En los próximos días voy a colocar un artículo mío sobre la importancia de observar el rostro de las personas para discernir lo que revela acerca de su personalidad y psicología.

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