martes, 19 de mayo de 2009

MIS OVEJAS OYEN MI VOZ II

Anotaciones al Margen XVIII

Como en el artículo anterior, basado en el libro de J.C. Hedgecock, las citas del libro están copiados aquí en negrita y cursiva.

* Si no confías en Dios y no permites que Él sea Señor de tu vida Él no establecerá su trono en ti ni tendrá comunión contigo. Dios no irá adonde no lo quieren. Él solamente reinará en tu vid por invitación. Eso es por lo que se refiere a los actos de tu voluntad y a la guía y protección especial que Él dispensa a los suyos, pero no se refiere a tu destino mismo, pues nada escapa a su autoridad y hay muchos aspectos y circunstancias en tu vida que Él ha determinado y que no dependen de tu voluntad.

* Si tú deseas vivir tu propia vida y hacer de ti mismo un necio, puedes hacerlo, En verdad nos engañamos a nosotros mismos cuando tratamos de dirigir nuestras vidas. Dios nos ha advertido que toda la sabiduría del mundo es necedad comparada con la suya. Sus caminos son más altos que los nuestros como son más altos los cielos que la tierra (Is 55:9). Yo quiero Señor que tus planes se realicen en mí. No quiero poner obstáculo a tus proyectos para mí, que tu palabra dice que superan todo lo que yo pueda pensar o imaginar (Ef 3:20). Cuanto más rinda yo mi voluntad a Dios más podrá Él dirigirme y hacer su voluntad en mi. Cuán cierto es que Dios ha dirigido mi vida desde mi nacimiento por caminos que nunca pude sospechar y que me sorprenden. Y cuánto más pudiera Él haber podido hcer en mí si yo, en mi ignorancia, no hubiera ofrecido resistencia.

* Jesús dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, e único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado.” (Jn 17:3) El Señor describe ahí en que consiste la vida eterna. Este es el único lugar en la Biblia en que se da una definición exacta de la vida eterna. No es ir al cielo. Todo el mundo tiene un espíritu eterno, pero lo que cuenta es a dónde vas a pasar la eternidad. Se conoce a Dios en el sentido, primario de conocerlo por la fe, al creer en Él, pues no se le puede conocer de otra manera; pero segundo, en el sentido de más profundo de conocimiento íntimo, de intimidad u unión con Él, que es algo que depende sobretodo del deseo que uno tenga y del amor.

* El cielo es Jesús y el Padre, no las calles de oro ni las puertas de perlas. Yo ya tengo una parte del cielo porque tengo al Señor en mi corazón. No es la plenitud que tendré cuando vaya al cielo, pero la tengo en la medida en que ya lo esté disfrutando ahora. Si yo conozco íntimamente a Jesús y al Padre ahora, yo tengo vida eterna ahora, y eso es un adelanto del cielo.

* La relación íntima con Dios produce gozo y paz necesaria e inevitablemente Si yo no tengo gozo y paz es porque algo está fallando en esa relación con ÉL, o porque hay un pecado escondido en mi vida que no quiero reconocer.

* Quiero mostrarte un ejemplo a manera de ilustración de lo que es el señorío de Dios. En medio del jardín del Edén había originalmente dos árboles: el árbol de vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal, no sólo del conocimiento mal. En el principio Dios había prohibido que el hombre tuviera conocimiento de uno u otro comiendo del árbol. Él no quería que el hombre tomara decisiones al respecto. Él era Dios y decidiría qué era bueno o malo. Dios no quería que Adán y Eva tuvieran que decidir entre el bien y el mal, ni siquiera que conocieran la diferencia entre uno y otro; sólo quería que obedecieran. Y ellos le fallaron.

* Nunca llegarás a conocer a Dios en el árbol del conocimiento del bien y del mal. Lo único que podrás llegar a conocer serán tus propios juicios acerca de lo que examines y estudios sobre lo que es bueno o malo. Esto es lo que la gran mayoría de los moralistas y filósofos del mundo hacen. Por eso es que su conocimiento es tan limitado y tan incapaz de comunicar vida.

* Tú puedes desempeñar el papel de Dios y juzgar de lo que es bueno o malo y decidir lo que harás o no harás. Da lo mismo si tratas de hacer el bien o el mal: el hecho de que tú seas quien decida te convierte en el señor de tu vida, y ESO ES PECADO.
Esta es la independencia del que no reconoce a Dios por lo que es. Cree que su destino está en sus manos y que él es el señor de su vida. En el fondo ese fue el pecado de Adán y Eva. Nosotros lo repetimos y por eso vivimos en lo que los antiguos llamaban “un valle de lágrimas”. El Edén está muy lejos de nosotros, no sólo a causa de nuestros primeros padres, sino debido a nuestros propios actos.

* El propósito original de Dios fue que el hombre participara del árbol de vida, no del árbol del conocimiento del bien y del mal, una vez que superara la prueba a la que lo sometió. Esto es, que tuviera intimidad con su Padre, Dios, y que viviera eternamente con Él. Cuando uno está unido a Dios, vive como el sarmiento que se alimenta de la savia que viene de la raíz. Por eso es árbol de vida.
El árbol de vida hoy día que no estamos en el Edén, es la cruz; el árbol del conocimiento del bien y del mal es la carne, la autonomía, la facultad de decidir por sí mismo qué es bueno y qué es malo.
El árbol de vida es entregarse incondicionalmente a Dios, así como Jesús puso su vida sin condiciones por nosotros.

* Quiero que veas a las dos naturalezas como estos dos árboles. La caída, la naturaleza de Adán, es este árbol del conocimiento del bien y del mal, y la otra es el árbol de vida, la cual es la naturaleza de Cristo. Esta es la naturaleza que recibimos cuando aceptamos que Cristo entre en nuestras vidas. Hasta entonces estábamos separados de Dios y condenados al infierno. Sólo teníamos la naturaleza caída. Cuando vinimos a Cristo obtuvimos la nueva naturaleza. Como cristianos tenemos dos naturalezas (en el lenguaje de Pablo el “viejo hombre” y el “hombre nuevo”), mientras que la gente perdida sólo tiene una naturaleza. Siendo cristianos no perdemos la naturaleza de Adán. El espíritu de Dios que entra en nosotros, es cierto, anula la maldición de la naturaleza caída y quita todo pecado pasado. Nos da también el poder de matar a la vieja naturaleza para que podamos funcionar en la naturaleza de Cristo, pero no la anula de golpe. Ese es nuestro trabajo.

* Nunca vas a llegar a ninguna parte tratando de ser un cristiano. O eres como Cristo, o no lo eres. Cristiano significa ser “como Cristo” (1Jn 2:6), un seguidor de Cristo. No alguien que una vez tomó una decisión y tiene su nombre apuntado como miembro de una iglesia. El cristiano camina en el Espíritu. Si tú no estás caminando en el Espíritu tal vez seas salvo, pero no eres un cristiano. En otras palabras, no eres “como Cristo”. No estás siguiendo a Cristo.
Llevamos la palabra “cristiano” de aquí para allá, y hasta nos referimos a nuestro país como una nación cristiana. Pero nuestra nación no sigue al Señor ni se comporta en nada “como Cristo”. Hemos usado incorrectamente la palabra, hasta el punto en que la mayoría de la gente en la iglesia no entiende lo que es ser cristiano . Los discípulos fueron llamados “cristianos” en Antioquia (Hch 11:26), porque seguían a Cristo
(y eso tenía para ellos un alto costo). Hoy la mayoría de la gente en la iglesia está siguiendo sus propios deseos carnales y sus propias voluntades, tratando de construir sus propios reinos y ser sus propios dioses (Nota), pero no son discípulos de Cristo, no caminan tras sus pasos, porque no están dispuestos a morir a sí mismos. Mientras no muramos a nosotros mismos, nuestro cristianismo es un barniz superficial que no influye en el mundo.

* El día del juicio final muchos estarán delante de Jesús diciendo que hicieron muchas cosas en su nombre: Pero Jesús les contestará: “Nunca os conocí.” (Mt 7:23) Esos son los que hicieron muchas obras exteriores (profetizaron, expulsaron demonios e hicieron milagros) pero, al mismo tiempo, desobedecían a Dios, o lo negaban, porque sus intenciones no eran rectas, o se servían a sí mismos pretendiendo servir a Dios.

* Mientras estemos en la vieja naturaleza no tenemos otra alternativa que funcionar en ella. Podemos tratar de ser buenos, pero eso no nos salvará más que si estuviéramos asaltando bancos. No estoy diciendo que alguien no podría ser mejor persona que otro. Lo que estoy diciendo es que eso no tiene nada que ver con nuestra posición ante Dios. Lo único que tiene valor eterno no es lo que nosotros hacemos en el nombre del Señor (pues podríamos invocar su nombre falsamente). Sólo lo que se hace en el espíritu, en la naturaleza nueva que Dios nos ha dado (el árbol de vida) tiene valor eterno.Lo que el autor está diciendo es que las buenas obras hechas viviendo en pecado no cuentan para nuestra recompensa, lo que no quita que Dios pueda usar a los pecadores y sus hechos como instrumentos de su obra.

* Dos personas pueden estar haciendo la misma cosa y una obra puede ser aceptable a los ojos de Dios y la otra no. Todo depende del espíritu en que obró la persona, de quién fue el señor de su proyecto. Eso explica por qué Dios miró con buenos ojos el sacrificio de Abel y rechazó el de Caín (Gn 4:4,5). Dios ve las intenciones del corazón, más allá de lo externo de los actos.

* Si tú eres cristiano, pero tienes un pecado escondido en tu vida y no te has arrepentido, la paz de Dios no rige tu corazón. Como consecuencia, no tienes al testimonio del Espíritu Santo en ti y puedes ser engañado.
Esto es muy importante. El que vive en pecado puede ser engañado fácilmente por Satanás que es el padre de la mentira. Está “ausgeliefert”, entregado sin remedio y sin defensa ante las enseñanzas falsas. He ahí por qué mucha gente, incluso creyentes, son víctimas de enseñanzas equívocas: porque viven en pecado no pueden reconocer el error. No tienen el testimonio del Espíritu de Verdad en ellos que pudiera detectarlo. Ese es el motivo también por el cual pululan tantas enseñanzas falsas en el mundo que capturan a mucha gente inteligente. El pecado nubla su inteligencia.

* Hedgecock dice que el cristiano debería estar siempre en el estado de paz de que gozó al convertirse, según la frase de Pablo: “que la paz de Dios gobierne vuestros corazones.” (Col 3:15). Pero si no goza de esa paz, ¿cuál es la causa? ¿Qué cosas son las que lo perturban? Las preocupaciones de la vida diaria. Es inevitable que lo afecten, pero si confiara más en Dios lo afectarían menos (Mt 6:25-34). La paz de que gozamos es una medida de nuestra unión con Dios y de nuestra confianza en Él.

* Cuando nos hemos arrepentido y la paz ha entrado en nuestro corazón el Espíritu tiene libertad para funcionar en nosotros. Tendremos la sensibilidad necesaria para saber cuando el Espíritu nos mueve en uno u otro sentido para que hagamos algo.
Es como el tacómetro: que, para que pueda medir la velocidad, tiene que estar en cero, es decir, en reposo. Estar en paz es como estar en cero. El tacómetro mide la perturbación del punto de equilibrio. Si estamos en paz (es decir, en cero) podemos percibir todo lo que altera el equilibrio interno. Pero si no estamos en paz Dios puede hablarnos sin que nos demos cuenta.

* Debemos aprender a ser sensibles para escuchar la voz o el aviso del Espíritu cuando oímos una prédica o se sentimos un impulso para hacer algo. En todas las decisiones que tomemos debemos contar con la ayuda de dos testimonios: Lo que dice la Escritura y la vez del Espíritu.

* Satanás es el padre del orgullo y de toda mentira. El orgullo comenzó cuando él decidió exaltarse por encima del Dios Altísimo. Lo mismo ocurrió cuando Adán y Eva decidieron participar del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque querían ser su propio dios. Ese es el problema que tenemos hoy. Todos quieren ser sus propios dioses, tal como Adán y Eva quisieron (Gn 3:5,6) Pero sólo hay un Dios. Debemos dejar de querer ser nuestro propio dios. Cuando vinimos a Cristo aceptamos al Dios Todopoderoso como Señor. No hay oportunidad para ningún otro dios; sólo hay oportunidad para hijos e hijas. Podemos recibir la herencia de Dios, pero no vamos a ser Dios.
Ser Dios es lo que pretenden el hinduista y el ocultista. Pero eso es imposible porque una distancia infinita separa a Dios de su criatura. Mucho mejor, y ciertamente posible, es participar de la herencia de Cristo como hermanos adoptivos suyos. Eso es algo que está abierto a todos por fe. Querer ser Dios es una aspiración que Satanás pone en el corazón del hombre, semejante a la que ocasionó su caída. Porque está inspirado por Satanás el hinduismo fomenta el orgullo en sus seguidores, como yo he podido más de una vez comprobar.

* Del árbol del conocimiento del bien y del mal obtendrás toda clase de frutos, tales como malos hábitos, deseos pecaminosos, ambición desmedida, desobediencia y rebelión. El árbol de vida (que tiene a la humildad por raíz) producirá los frutos del espíritu y buenos hábitos. El orgullo lleva al egoísmo, así como la humildad lleva al desprendimiento. Esta es una ley espiritual que tiene pocas excepciones.

* La mayoría de los cristianos no practicarán la maldad abiertamente, pero practicarán ser su propio señor y hacer el bien a su manera. La mayoría de las personas religiosas están en eso: ser su propio señor y tratar de hacer el bien de acuerdo a su mejor entender. Por ese motivo su labor suele ser infructuosa. Sólo la obra guiada por el Espíritu Santo produce fruto abundante.

* Pablo escribió: “Yo sé que en mí, eso es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” (Rm 7:18) Esto es la depravación, o corrupción, de la naturaleza humana: quiere hacer el bien y evitar el mal, pero no puede. Sin embargo no es una depravación total, pues aun desea hacer el bien y se esfuerza por lograrlo.

* No tienes que seguir viviendo en el árbol del conocimiento del bien y del mal. No tienes que tratar de vivir para Dios en tu naturaleza carnal. Dios te dio una naturaleza nueva que ama el vivir para Él. Dios te dio la naturaleza de Jesucristo y no hay lucha para que el Espíritu de Dios haga las cosas de Dios. Esa naturaleza se deleita en obedecer a Dios, simplemente fluye en ello. A la vieja naturaleza nunca le gustará hacer lo que Dios quiere que haga. Eso es lo que nos ocurre con frecuencia: sentimos un placer enorme de hacer las cosas de Dios y nos sentimos santos y puros. Pero de repente volvemos a sentir los deseos carnales y queremos satisfacerlos aun a costa de nuestra comunión con Dios. Lo primero es estar en la naturaleza nueva; lo segundo, es la antigua. Es el paso de una naturaleza a la otra lo que explica el cambio tan marcado en nosotros.

* Tratar de caminar en el Espíritu mientras se está en la naturaleza de Adán es como tratar de empujar una carreta pesada cuesta arriba. Sólo quiere hacer lo que quiere, no importa lo que Dios diga. La vieja naturaleza siempre quiere hacer lo opuesto. Hará otra cosa buena con tal de no hacer lo bueno que Dios quiere que haga. Pero el principio fundamental es: No hacer lo bueno que yo quiero, sino lo que Dios quiere que yo haga.

* Nuestro problema como cristianos es que tenemos un cuerpo en que se alojan dos naturalezas, que son contrarias la una de la otra. El Espíritu de Dios y la vieja naturaleza siempre están peleando entre sí. Pablo lo explicó claramente: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, y ambas se oponen entre sí para que no hagáis lo que quisiereis.” (Gal 5:16).

Nota El autor no está pensando en ninguna iglesia en particular sino en todas las iglesias que se dicen cristianas en general, cualquiera que sea su denominación.

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