LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M:
ADVERTENCIA
CONTRA LA SEDUCTORA
Un
Comentario de Proverbios 5:1-14
Este
capítulo desarrolla el tema de la seductora (de la “mujer extraña”), que fuera
introducido en Prov. 2:16-19 ,
y que será expuesto más ampliamente en Prov.
6:24-35 y en el capítulo 7 del libro. De otro lado, en
la segunda parte se hace un encendido elogio del amor conyugal.
Los
versículos 1 al 6 forman la primera estrofa del capítulo.
y a mi
inteligencia inclina tu oído,”
2.
“Para que guardes consejo,
Y tus
labios conserven la ciencia.”
3.
“Por que los labios de la mujer extraña
destilan miel,
Y su
paladar es más blando que el aceite;
4.
“Mas su fin es amargo como el ajenjo,
agudo como
espada de dos filos.”
5.
“Sus pies descienden a la muerte;
sus pasos
conducen al Seol.”
6.
“Sus caminos son inestables; no los
conocerás,
si no
considerares el camino de vida.”
1,
2. Estos dos
versículos son un prólogo solemne, una invocación a escuchar la voz de la sabiduría,
y sirven de preparación adecuada a la amonestación que va a seguir (vers. 3 al
6) acerca de los peligros que encierra la mujer extraña. (Nota 1) El padre, como buen maestro, ha
creído necesario preparar el oído y la atención de su hijo y discípulo, a la
enseñanza que le va a dar.
Dos actitudes de escucha le pide
que son comunes a otros pasajes: estar atento, e inclinar el oído. En realidad
se refieren a lo mismo: prestar atención para entender bien (Ver Consejos
Paternales III). El discípulo necesita estar atento a la sabiduría y a la
inteligencia de su maestro que se expresa en palabras de consejo. ¿Son la sabiduría
y la inteligencia la misma cosa? La sabiduría está por encima de la
inteligencia. La inteligencia tiene que hacer con la información, con el
proceso de obtenerla, de analizarla y de utilizarla, es decir, de valorarla. La
sabiduría, en cambio, saca, sobre la base de la información obtenida,
conclusiones aplicables a situaciones concretas.
Estos
dos versículos pueden resumirse así: Escucha con atención lo que te voy a
decir, el consejo sabio que te voy a dar, porque de nada vale oír si no se
presta atención. Cuando escuchamos con atención lo oído provoca una repercusión
en nuestra mente que nos hace reflexionar. Pero si no prestamos un oído atento,
las palabras entrarán por un oído y saldrán por el otro sin dejar huella en el
espíritu. El oído atento las captura, las retiene y producen fruto.
“Guardar
consejo” es no sólo meditar sobre lo oído, sino ajustar nuestra conducta a lo
escuchado y no permitir que digamos palabras atrevidas que nos empujen por
caminos peligrosos, o nos tiendan una trampa.
En
efecto, las palabras que susurramos en el oído de una mujer pueden atarnos
porque suscitan en ella una respuesta afectiva, un deseo que no descansará
hasta ser satisfecho. El deseo suscitará en ella, a su vez, palabras que
inviten a gozar de un banquete dulce, pero peligroso.
3,4.
El banquete está, para empezar, en sus labios que “destilan miel”. ¡Qué maravillosamente expresado está el atractivo
de su boca! El que se deja atrapar por ella caerá en un abismo de placer que lo
cautivará y lo emborrachará durante un tiempo. En Cantares hay un verso que
emplea un lenguaje similar: “Como panal
de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua.” (4:11).
Mientras
dure la ebriedad se es feliz, pero a la vuelta de la esquina acecha el peligro,
una espada tan amarga como fueron dulces los labios.
Ella
te llevará por caminos extraños que te conducirán por donde no esperabas
transitar, y te hundirán en un pozo de amarga desilusión cada vez más profunda,
como dice el proverbio: “Porque abismo
profunda es la ramera, y pozo angosto la extraña.” (23:27).
Los labios, la lengua y el
paladar de la mujer sensual tienen un atractivo irresistible para el joven cuya
pasión inflama su sangre y lo rinden sin defensa a su dulzura y encantos. El
joven cree que se embarca en una travesía de placer (Véase Pr 7:14-20 ), pero poco a poco descubre que la
miel de sus labios se va tornando amarga, y acaba por herirle el alma con una
herida tan acerba como dulce era el hechizo que lo apresaba (cf Ecl 7:26; Jr
9:15). (2) Por eso es necesario que te
escapes antes de que te atrape en la red de sus encantos, pues una vez preso en
ellos, te será muy difícil escapar (Ver
Nota 4).
5,6. ¡Cuántas veces las cadenas de
pasión con que el joven está atado, y de las que no puede liberarse, se hunden
dolorosamente en su carne, y llega a odiarlas tanto como las desea, porque lo
llevan por caminos de autodestrucción que lo envilecen a sus propios ojos y
ante los de los demás, volviéndose en objeto de burla y de lástima de todos los
que lo conocen.
Si
confías en sus promesas recuerda que ella es voluble y sus caminos inestables. Su
capacidad para mentir es inagotable, y serás víctima de sus engaños sin darte
cuenta. La amargura que sembrará su falsedad en tu alma te hará odiar el placer
que antes sentiste y detestar tu ingenuidad. No te apartes pues de mis caminos –dice
la sabiduría- ni desoigas mi consejo, porque él te guardará del desengaño que puede
morder tu corazón.
El que se vuelve una víctima
dócil de los caprichos de la mujer extraña, y un juguete en sus manos, se
enfurece y se llena de odio contra ella, pero no puede romper el lazo que lo
ata a la seductora. Su carne la desea y no puede, por más que quiera, escapar
del imán de su cuerpo que lo atrae como un agujero negro sideral que todo lo
devora. Cuanto más detesta su esclavitud, más esclavo se vuelve. Al final se
resigna a escanciar hasta la muerte el néctar que lo enajena y embriaga como
una droga, pero, entre tanto, vive atormentado por el temor de que ella pueda
abandonarlo y buscar en otros brazos el placer que él, al precio de su vida, se
esfuerza por regalarle. (3)
7. “Ahora
pues, hijos, oídme,
y no os apartéis de las razones de mi boca.”
8. “Aleja
de ella tu camino,
y no te acerques a la puerta de tu casa;”
9. “Para
que no des a los extraños tu honor,
y tus años al cruel;”
10. “No sea que extraños se sacien de tu fuerza,
Y tus trabajos estén en casa del extraño;
11. “Y gimas al final,
cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,”
12. “Y digas: Cómo aborrecí el consejo,
Y mi corazón despreció la reprensión;”
13. “No oí la voz de los que me instruían,
Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!”
14. “Casi en todo mal he estado,
En medio de la sociedad y de la congregación.”
7.
El padre hace un pedido como implorando a sus hijos: Haced caso de mis consejos,
no desechéis mi advertencia. ¿Por qué adopta ese tono casi suplicante? Porque
él conoce el peligro al que están expuestos y sabe, por experiencia propia o
ajena, cuáles son sus consecuencias.
8.
Aléjate lo más que puedas de ella, no frecuentes los lugares donde puedas
encontrarla, ni acudas a su llamado cuando ella te llame (4).
El padre sabe cuán grande es la atracción que una mujer sensual puede ejercer
sobre un joven que está en el hervor de sus pasiones. Le pide que no se acerque
para nada a su casa porque sucumbirá fácilmente a la atracción que sobre él
ejerce su puerta (Véase Pr 7:7-9 ).
El recuerdo de sus caricias lo atormenta y es como si su piel reclamara el suave
contacto de sus manos.
9.
El padre sabe que si su hijo cae en las manos de la mujer extraña, de la mujer
que no pertenece a nadie porque es de todos, y está siempre rodeada de hombres
que la pretenden y que la cortejan, él se convertirá en el juguete de sus
caprichos y en el hazmerreír de los que saben cómo es ella. El padre intuye que
su hijo puede dilapidar sus mejores años preso en el regazo de ella,
descuidando el estudio, y más adelante, su profesión, en vez de aprovechar ese
tiempo inestimable para labrar su futuro.
10.
Preso en las garras del placer consumirás las fuerzas que debiste haber
empleado en tu provecho, y serán los amigos y las amigas de ella los que te
exploten y te saquen el dinero de tu billetera, pensando tú que al hacerlo le
agradas a ella, cuando ella lo toma a burla, y se goza del poder que ejerce
sobre ti, al punto de convertirte en su esclavo (Véase Pr 29:3 b).
11.
Cuando despiertes a la realidad, y te des cuenta de cómo has despilfarrado tus
mejores años, tu salud y tu fortuna por una quimera, y tengas el corazón
magullado por la desilusión, te lamentarás de haber sido tan necio al haber
despreciado el consejo de los que te amonestaban y querían tu bien. Entonces,
como hizo el hijo pródigo, recapacitarás, pero no podrás regresar donde tu
padre para que te acoja, porque él ya no estará en vida. Pero hay otro Padre
que sí está dispuesto a recibirte en sus brazos, a perdonarte y restaurarte.
12,13. Estos dos versículos podrían
ponerse en boca del hijo pródigo cuando
estaba cuidando cerdos, antes de volver en sí. Ellos describen muy bien la
actitud del que se niega a escuchar la voz de Dios y de sus mayores: aborrece
el consejo y menosprecia la reprensión. Por ahí empiezan los que terminan mal.
14.
El que, desoyendo el consejo, se deja seducir por la mujer extraña, termina con
frecuencia en la pobreza. El pecado de la carne tiene un alto costo en salud y
en dinero; enflaquece y empobrece al que se deja arrastrar a sus tortuosos
caminos que terminan en un precipicio. Bien amonestó Pablo a Timoteo: “Huye de las pasiones juveniles.” (2Tm
2:22). Bien puede decir el insensato: “Casi
en todo mal he estado,” porque ha bebido la copa de la amargura hasta las
heces.
A
los males personales que sufre se añade el desprestigio entre los suyos, sus
amigos y conocidos, y ante la sociedad en general.
Ningún
caso más aleccionador que el de Sansón, el hombre más fuerte de su tiempo, que
era poseedor de una fuerza sobrenatural, y era el pavor de sus enemigos. Él
cayó preso en los encantos de Dalila, y aunque tuvo tres veces la prueba
patente de que ella lo traicionaba, no se alejó de ella, y terminó ciego, sin
fuerzas, y convertido en el hazmerreír de los filiteos (Jc 16:4-25).
Notas: 1. Zur quiere decir básicamente
extranjero, pero se aplica a lo que se ha desviado, a lo que está fuera de la
ley. Como en Israel las mujeres de vida libre solían ser extranjeras, solía
designarse con esa palabra a la adúltera.
2. Orígenes dice que, por el
contrario, la rectitud puede ser amarga al comienzo, pero su final es dulce.
3. En el Sirácida hay un extenso
pasaje que parece un comentario o ampliación del mensaje de estos seis
versículos: “Huye de la cortesana, no
caigas en sus lazos. No te entretengas con la que canta coplas, no te pille en
sus redes. No fijes tu atención en doncella, no vayas a incurrir en castigo por
su causa. No te entregues a meretrices, no vayas a perder tu hacienda. No
pasees tus ojos por las calles de la ciudad, ni andes rondando por sitios
solitarios. Aparta tus ojos de mujer hermosa, y no fijes la vista en la
hermosura ajena. Por la hermosura de la mujer se han perdido muchos, y su amor
abrasa como fuego.” (Sir 3-9).
4. El caso de José, que
huyó de los brazos de la mujer de su amo que intentaba seducirlo, es un buen
ejemplo de la actitud sabia que debe adoptar el joven cuando es tentado.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar
de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te
invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar
en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo
sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente
muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo
quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el
mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados
con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir
para ti y servirte.”
#867 (08.02.15). Depósito Legal
#2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231,
Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
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