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jueves, 21 de enero de 2021

EL FÚTBOL COMO METÁFORA DE LA VIDA II

EL FÚTBOL COMO METÁFORA DE LA VIDA II

Es muy importante que el niño sepa que a la cancha de la vida se sale para meter goles, que debe empezar a hacerlo desde temprano, y que su triunfo depende en parte de la colaboración de otros. No vaya a ser que su vida pueda ser comparada con la del futbolista de barrio, del que se dice que sabe jugar bonito y lucirse, pero no sabe meter goles.

Al niño hay que enseñarle desde pequeño (pero con prudencia, pues no es sino un niño) a fijarse metas, a planificar cómo las alcanza y, sobre todo, a lograrlas, a no aceptar los fracasos.

EL FÚTBOL COMO METÁFORA DE LA VIDA I

EL FÚTBOL COMO METÁFORA DE LA VIDA I
¡Tiempo! grita el árbitro. Se detiene el juego y todos a la banca. Hay momentos en que la vida nos saca de la cancha para que podamos reflexionar y reponer fuerzas.
Cuando empieza el segundo tiempo ya pasó la valla de los 40 años. Ya no está fresco como al comienzo, pero todavía guarda energías, y no hay suplente que lo reemplace.

viernes, 17 de noviembre de 2017

EL FÚTBOL COMO METÁFORA DE LA VIDA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL FUTBOL COMO METÁFORA DE LA VIDA
Los partidos de fútbol que apasionan a las multitudes, y llenan los estadios son, bien mirados, una metáfora de la vida.
El adolescente es como un equipo que sale a la cancha y está haciendo ejercicios de calentamiento antes de que el árbitro toque el pito para iniciar el juego.
Cuando sale del colegio se inicia el partido. Los muchachos están llenos de impulso, de energía, de vida y deseos de triunfar.
El adolescente tiene dos tiempos por delante para ganar o perder, para meter goles, o que se los metan. Cuenta con una barra de hinchas que lo apoya, y con otra que le es contraria: sus padres y sus amigos de un lado; sus rivales y sus enemigos, del otro.
Los goles que quiere anotar son las metas que se propone alcanzar en los años que tiene por delante, los logros a que aspira para tener una vida exitosa de la que pueda enorgullecerse.

Para meter esos goles necesita tener una estrategia de juego que tome en cuenta las condiciones de la cancha, así como las fortalezas y las debilidades del adversario. Es decir, no sólo sus propias condiciones, sino también las circunstancias concretas con las que se tiene que enfrentar, las ventajas y desventajas de su entorno, las dificultades y las facilidades que encuentre en la vida.
Los padres lo pueden ayudar y aconsejar, pero los goles los tiene que meter él.
Al frente está el guardameta, rodeado de los defensas, que tratarán de impedir que la pelota penetre en el arco. Ya sabemos quién es el guardameta contrario y sus defensas. Es el enemigo de siempre y sus cómplices, que tratan de frustrar nuestros planes y robarnos el éxito, junto con la esperanza de alcanzarlo (Jn 10:10).
A medida que transcurre el primer tiempo el marcador va señalando los goles anotados. Llega la mitad del primer tiempo, y quizá le han metido un par de goles al muchacho, y él todavía no ha metido ninguno.
O pudiera ser que él mismo, en un momento de atolondramiento, se  metió un autogol, y cuando quiere recuperarse lo "faulean". Alguien le ha serruchado el piso en el trabajo, o lo calumniaron y lo mandan a la banca por un rato. ¡Oh, como arde de furia cuando retorna al césped!
Sigue moviéndose el minutero, vuelan las hojas del calendario, pero él todavía no obtiene nada. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Se agita, empieza a sudar angustiado. Todavía le quedan 15 minutos para voltear el marcador, o siquiera para empatar.
¡Tiempo! grita el árbitro. Se detiene el juego y todos a la banca. Hay momentos en que la vida nos saca de la cancha para que podamos reflexionar y reponer fuerzas.
Cuando empieza el segundo tiempo ya pasó la valla de los 40 años. Ya no está fresco como al comienzo, pero todavía guarda energías, y no hay suplente que lo reemplace.
Los goles que metió son las cosas que ha logrado en la vida: profesión, casa propia, familia, auto... Pero quizá no metió ninguno, no tiene nada de eso y se siente derrotado.
Los goles que le metieron son las adversidades, las desilusiones, los fracasos, las enfermedades...
Pero aún le queda el segundo tiempo por delante para recuperarse y ganar el partido. ¿Cómo se moverá el marcador? ¿Meterá más goles, o se los meterán?
¿Cómo anda tu vida si ya estás jugando el segundo tiempo? ¿Cuántos goles has hecho? ¿Cuántos te han metido? Si el marcador está en tu contra, todavía puedes voltearlo con la ayuda de Dios antes de que termine el encuentro.
De repente, en un momento de descuido, cuando está por meter un gol, la pelota se va al “corner”. ¡Tiro de esquina! Decreta el árbitro. Es un momento de peligro, pero lo salva con un cabezazo genial que arranca aplausos de la tribuna. ¡Qué magnífico jugador es este tipo, comentan los hinchas!
Saber usar la cabeza y no dejarse llevar por las emociones, o por el desánimo, cuando hay que tomar decisiones es muy importante para triunfar en la vida.
Al final se juega el tiempo de descuento, cuando se jubila, pasados los sesenta años. Todavía tiene una chance de ganar el partido, si le quedan piernas para correr y se esfuerza. En las tribunas el público retiene el aliento. Pero cuando el árbitro toca el pito final, se acaba el partido y ahí queda el marcador.
Habrá quienes celebren el triunfo porque se alzaron con la copa, y quienes lamenten su derrota, y se vayan a llorar al camarín, como harán algunos deudos afligidos. Pero lo que importa y alegra a los espectadores es que el partido haya sido bien jugado, respetando las leyes de la ética, y que nadie ganara medallas injustamente.
En las exequias dirán que fue un gran goleador, que se dio por entero en la cancha de la vida, y no fue un ocioso que se aprovechó del esfuerzo ajeno; que tenía un gran dominio de la pelota; que no la retuvo cuando convenía pasársela a otro; que supo jugar en equipo y no pretendió lucirse metiendo él solo todos los goles.
Es muy importante que el niño sepa que a la cancha de la vida se sale para meter goles, que debe empezar a hacerlo desde temprano, y que su triunfo depende en parte de la colaboración de otros. No vaya a ser que su vida pueda ser comparada con la del futbolista de barrio, del que se dice que sabe jugar bonito y lucirse, pero no sabe meter goles.
Al niño hay que enseñarle (pero con prudencia, pues no es sino un niño) desde pequeño a fijarse metas, a planificar cómo las alcanza y, sobre todo, a lograrlas, a no aceptar los fracasos.
Esas metas que se proponga serán las adecuadas a su edad, a la etapa de la vida en que se encuentra, y estarán relacionadas con sus estudios, con los deportes que practique, con sus colecciones, con sus juegos, sus lecturas, con sus amigos y amigas, porque los hay buenos y malos, los que te ayudan a triunfar, y los que te desvían.
El niño debe ser estimulado a fijarse propósitos para su vida, y es bueno que converse sobre ellos con sus padres y que sienta que sus padres lo apoyan. Más tarde, cuando la vida lo lleve por otros caminos y se independice, buscará el consejo de sus padres porque está acostumbrado a hacerlo desde pequeño, y sabe que en ellos encuentra a sus mejores amigos.
Pero no sólo el consejo de ellos, si es que ha encontrado un buen amigo, es decir, un entrenador capaz, que observe sus defectos y sus virtudes, y que lo ponga en el lugar de la cancha que más conviene a sus cualidades.
Pero más que nada debe cuidarse de las tentaciones, de los malos amigos. No vaya a ser que en la prueba de dopaje le encuentren una sustancia prohibida en su organismo, y lo manden  a la sombra durante un tiempo, y que toda la gloria que alcanzó quede manchada, o se desvanezca.
NB. Este escrito formó parte de una enseñanza dada hace más de una década en la escuela de padres de un colegio cristiano. Lo publiqué hace tres años, pero lo vuelvo a imprimir con algunos cambios, porque creo que la ocasión es propicia.
Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
   "Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida.

#1004 (12.11.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 20 de enero de 2016

LAS ARTIMAÑAS DE LA ADÚLTERA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LAS ARTIMAÑAS DE LA ADULTERA
Un Comentario de Proverbios 7
Este capítulo consta de un relato magistral y exquisitamente escrito acerca de la seducción (v. 6-23), el cual está enmarcado por una llamada de atención, como si fuera un preludio, hecha por el padre a su hijo (v. 1-5), y una advertencia final sobre las consecuencias de no escuchar la voz de la sabiduría (v. 24-27).
Es muy apropiado publicar este artículo en el Día del Padre, porque todos los hombres, cualquiera que sea su edad, y muchas veces aun los casados, están expuestos a caer en el peligro que aquí se describe. Y es bueno estar advertidos. "El que piensa estar firme, mire que no caiga."(1Cor 10:12).


1. "Hijo mío, guarda mis razones
y atesora contigo mis mandamientos."
2. "Guarda mis mandamientos y vivirás,
Y mi ley como la niña de tus ojos."
3. "Lígalos a tus dedos;
Escríbelos en la tabla de tu corazón."
4. "Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia llama parienta;"
5. "Para que te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña que ablanda sus palabras."

El capítulo empieza con una exhortación paterna semejante a la que figura en otros pasajes de Proverbios, como 1:8, 9; 2:1-4; 3:1; 4:1ss; 4:10; 4:20, 21; 5:1,2, aunque es aquí un poco más elaborada.
El inicio del capítulo está enfocado en dos cosas relativas a la torá, (la cual debe ser entendida aquí no sólo como "ley" sino sobre todo como "enseñanza", o "dirección"): primero, escuchar y guardar en la mente los consejos paternos; y segundo, cumplirlos.

1. Es necesario guardar el buen consejo como quien conserva un tesoro valioso, con el mismo cuidado y diligencia con que se le guarda en el lugar más secreto. Cuanto mayor sea el valor de un objeto de gran precio, con más cuidado se le conserva.
2a. Lo que debe ser guardado, cumplido, son los mandatos, las órdenes o prohibiciones concretas que da el padre (cf 4:4c). La palabra hebrea shamar que se traduce por "guardar", tiene el mismo doble sentido que tiene en español y en muchos otros idiomas, de conservar, mantener, cuidar, asegurar; y de cumplir, observar, obedecer.
"Guarda mis mandamientos y vivirás." Cumpliendo los mandamientos se alcanza la vida. A ese respecto vale la pena observar que cuando el joven rico se acerca a Jesús con la pregunta ¿haciendo qué cosa alcanzaré la vida eterna? Jesús simplemente le responde: Ya conoces los mandamientos, y cita algunos de ellos (Mr 10:17-19). La relación entre el cumplimiento de los mandamientos y la vida eterna es muy antigua en la Biblia. Recuérdese lo que dice el Levítico: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre vivirá en ellos." (Lv 18:5). Véase también al respecto Lc 10:25-28.
2b. La enseñanza paterna debe ser guardada con el mismo extremo cuidado con que el hombre protege su pupila, porque es a través de ella como entra la luz a sus ojos, y sin ella deambula ciego (Véase Dt 32:10; Sal 17:8; Zc2:8).
3a. Esta es una expresión simbólica que indica cuán presente debemos tener la enseñanza paterna. Nada nos es más cercano, ni tenemos tan fresco en la memoria, como lo que tenemos entre los dedos, como el hilo blanco que anudamos en uno de ellos como recordatorio, o el anillo de nuestro compromiso nupcial.
3b. Así como Moisés escribió los mandamientos en "tablas de piedra", el joven debe escribirlos en las tablas de su corazón (Pr 3:3), es decir, en su memoria. Si se tienen escritos ahí, no hay necesidad de leerlos para consultarlos, porque están bien grabados en la mente. Eso nos recuerda lo que dice Jr 31:33: "Daré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón."
(Nota 1).
4. La relación que tenemos con la sabiduría debe ser tan estrecha como la que tenemos con una hermana, de tanta familiaridad como la que tenemos con parientes cercanos. ¿Qué quiere decir eso? Que nuestra mente debe estar tan imbuida de las máximas de la sabiduría como para que ellas determinen nuestra manera de comportarnos y guíen nuestra conducta. La sabiduría que no se manifiesta en actos, que es sólo especulación, es inútil. Sabio es el que actúa sabiamente, no el que piensa sabiamente, pero actúa mal.
5. Lo primero en que esa sabiduría de vida se manifiesta es en evitar a la mujer extraña, a la tentadora que ofrece sus brazos y sus caricias indiscriminadamente, y cuyo fin es capturar al hombre por los sentidos para servirse de él y explotarlo. En verdad, el hombre puede hacerse esclavo de la mujer sin quererlo ni darse cuenta, por el poder del sexo. Se vuelve incapaz de pensar claramente y discernir lo que le conviene; se somete a humillaciones y despilfarra sus bienes con tal de agradarle a ella. Ella lo domina ofreciéndosele y rehuyéndolo, de modo que él vive pendiente de sus favores como el perrillo mira a su amo. La virilidad en esos casos es arrastrada por tierra y se vuelve abyecta servidumbre.

6-23. El libro de los Proverbios muestra una gran preocupación por el gran peligro en que están los jóvenes de caer en manos de mujeres ligeras. La sabiduría es presentada en los primeros siete capítulos en gran parte como una manera de prevenir ese desvío. Esa preocupación muestra cuan común debió haber sido en aquel entonces ese peligro. Pero es también un peligro presente y causa de perdición de muchos.
El pasaje que sigue no nos revela cómo termina la aventura que relata, sino pasa de frente a la moraleja, dando a entender que el final es trágico: el joven sigue a la seductora para su daño, o para su muerte, posiblemente como consecuencia de la venganza del marido engañado.

6. "Porque mirando yo por la ventana de mi casa,
Por mi celosía,"
7. "Vi entre los simples,
Consideré entre los jóvenes,
A un joven falto de entendimiento,"
8. "El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,
E iba camino a la casa de ella."
9. "A la tarde del día, cuando ya oscurecía,
En la oscuridad y tinieblas de la noche."

El proverbista se encuentra en su casa mirando a través de la celosía (2) de una ventana lo que ocurre al oscurecer en una noche quizá de luna nueva, en la calle por la que pasan varios jóvenes, y se fija en uno, de quien se dice que es falto de entendimiento, o peor, que podría no haber sido instruido por sus padres, o mucho peor, que no prestó atención a sus palabras de advertencia. El joven se dirige a la casa de una mujer de costumbres ligeras. Él hace lo contrario de lo que aconseja Pr 5:8: "Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa." (Según la Septuaginta y la versión aramea llamada Peshita, es la mujer la que espía a través de la celosía).

10. "Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y astuta de corazón,"
11. "Alborotadora y rencillosa,
Sus pies no pueden estar en casa;"
12. "Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,
Acechando por todas las esquinas."
13. "Se asió de él y le besó.
Con semblante descarado le dijo:"
14. "Sacrificios de paz había prometido,
Hoy he pagado mis votos;"
15. "Por tanto he salido a encontrarte,
Buscando diligentemente tu rostro,
Y te he hallado."
16. "He adornado mi cama con colchas
Recamadas con cordoncillo de Egipto;"
17. "He perfumado mi cámara
Con mirra, áloe y canela."
18. "Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;
Alegrémonos en amores."
19. "Porque el marido no está en casa;
Se ha ido a un largo viaje."
20. "La bolsa de dinero se llevó en su mano;
El día señalado volverá a su casa."

10. De pronto una mujer vestida como ramera, es decir, con el rostro cubierto con un velo, y vestida con ropa llamativa (Gn 38:14), se acerca al joven. Ella sabe cómo envolver a los incautos con sus argucias y engañosas palabras, y con sus manos suaves que acarician (Pr 5:13).
11,12. Ella está siempre armando intrigas, yendo de casa en casa (1Tm 5:13). Sus oídos tienen comezón de oír chismes, y su boca de propagarlos, o de inventarlos. Por eso ronda por las calles y las plazas, espiando por las esquinas, al acecho de lo que le parezca sospechoso.
13. Se acerca al joven que ha escogido, lo coge del brazo y lo besa, al mismo tiempo que lo mira con descaro. El Sirácida dice: "La liviandad de la mujer se muestra en el descaro de la mirada, y en el pestañear de sus ojos." (Sir 26:12).
14. Finge ser mujer piadosa para hacerle creer en la bondad de sus propósitos. Le asegura que en cumplimiento de un voto, ha ofrecido ese mismo día sacrificios de paz, por lo que hay abundancia de carne y comida en su casa (Lv 7:15-17).
15. En verdad, ella ha salido a buscar una aventura, no importa con quién sea, y aborda al primer candidato que le parece apropiado, haciéndole creer que lo ha buscado a él en particular. Y el joven se lo cree porque siempre estamos dispuestos a creer lo que nos halaga.
16,17. La mujer venusiana hecha para el amor sensual, adorna y perfuma su cama como por instinto, como para seducir al hombre embriagando su olfato y su tacto con aromas y sedas. Suele tener un sentido innato del amueblamiento sensualmente atrayente. Todo en su alcoba, o recámara, habla de feminidad y de placer. ¿Cómo podría echársele en cara que cultive aquello para lo cual está tan dotada? Es una predisposición innata que está acompañada de ciertas características físicas: ojos almendrados, piel suave como acolchada, firmeza en las manos, voz acariciante, mirada atrevida, labios carnosos. Todo en ella es envolvente y seductor. Para ella el amor físico es un arte que cultiva con sabiduría. Está hecha para atraer al hombre. Es inteligente y valiente; no se achica ante el peligro; está llena de recursos para salir bien librada, porque es lúcida.
La mujer honesta carece de esas artes; su amor es espiritual, hecho de sentimientos. Ella se entrega. Si su instinto no la guarda, puede ser fácilmente engañada.
En cambio la mujer sensual no se entrega, se da por ratos. Ella no pertenece a nadie; es difícilmente conquistada, pero conquista; no es seducida, sino seduce; está siempre en control de la situación; finge dejarse atrapar, cuando es ella la que atrapa; es astuta y calculadora, de palabra fácil; rara vez se conmueve, y si llora, sus lágrimas son una treta. Su cuerpo arde, pero su corazón es frío. Si se enamora es por poco tiempo, y cambia con frecuencia el objeto de sus preferencias.
Cuando el Evangelio dice que de la Magdalena salieron siete espíritus dice una gran verdad, porque detrás del atractivo de la mujer seductora y de su arte amatorio, suele haber espíritus seductores que dan encanto especial a su voz y a su mirada, así como calor a su seno. Guarda su hechizo y su fascinación sobre los hombres hasta edad avanzada, y por eso suele estar siempre rodeada de admiradores.
Es atraída por el buen porte, por la fuerza unida a la donosura y el garbo; por el gesto altivo y despreocupado del hombre engreído y seguro de sí mismo. Pero, sobre todo, es atraída por el dinero. El galán apuesto pero pobre encuentra poco favor a sus ojos, pero no lo desprecia si está sola, porque necesita compañía y detesta la soledad. Conoce muy bien a los hombres y los mide con una rápida mirada.
No está hecha para la maternidad y con dificultad concibe, si no es del todo estéril. Finge pudor, pero le gusta que la miren desnuda. Sabe que desnuda lleva puesto su mejor traje.
La cortesana vive a la sombra del poder, cuyos hilos mueve astutamente. Los poderosos se alocan por ella, y no les importa compartir con otro sus favores, pues saben que las cortesanas no son fieles. Si alguno se enamora realmente de ellas, le tienen cariño y lástima. Prefieren al que las desprecia, y tratan de conquistarlo. Persiguen al hombre que se resiste a sus encantos como quien persigue a un enemigo, hasta vencerlo cuando se incline sobre ella. Si no logra su cometido, al final, odia.
18. El amor físico, exaltado por el estímulo de los perfumes, produce una embriaguez de la que es difícil despertar. Pero el placer que proporciona es un pálido eco del deleite conyugal, que es mucho más profundo y sin culpa (Pr 5:19).
19,20. Ella confía en que su marido está lejos y no los sorprenderá. Ella es una mujer arriesgada que no le teme al peligro. La Vulgata y algunas versiones, como la NVI, dicen: "No volverá a casa hasta la luna llena." Como el vers. 9 sugiere que el incidente se produce una noche de luna nueva, ella le está diciendo que cuentan con dos semanas para gozar a sus anchas.

21. "Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,
Lo obligó con la zalamería de sus labios."
22. "Al punto se marchó tras ella,
Como va el buey al degolladero,
Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23. "Como el ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es contra su vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón."

21-23. El joven tenía otros proyectos, pero ella vence su resistencia con su zalamería, ofreciéndole varias noches ininterrumpidas de placer. Cuando el joven está inclinado al pecado se deja tentar fácilmente, pero no sabe en qué lío se mete. El proverbista presenta tres ejemplos de lo que le espera al incauto; dos tomados del reino animal (el buey que camina confiado al matadero, y el ave que vuela hacia la red), y uno, de las circunstancias humanas (la prisión).

24. "Ahora, pues, hijos, oídme
Y estad atentos a las razones de mi boca."
25. "No se aparte tu corazón a sus caminos;
No yerres en sus veredas."
26. "Porque a muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
27. "Camino al sheol es su casa,
Que conduce a las cámaras de la muerte."

Como corolario de la historia precedente el proverbista se dirige a su audiencia imaginaria formada ya no por uno sino por varios hijos, a quienes invita a escucharlo con atención.
Notemos que el maestro comienza su exhortación diciendo "Oídme", porque para escuchar sus consejos es necesario, primero, oírlos; no cerrar los oídos ni apartarse; y segundo, prestar atención al que habla, poner todas las potencias del ser tendidas para comprender lo que se dice. La comprensión que se alcanza es una función de la atención que se pone. Si no se atiende, no se entiende.
El pasaje termina con una exhortación del padre (el maestro) a sus hijos (los discípulos): No dejes que tu corazón sea seducido por sus encantos, porque son mortales; no vayas por donde ella te llame. Con ese fin usa imágenes fuertes para describir en términos figurados el terrible destino (o castigo) que aguarda a los que se hacen esclavos de su hechizo.
¡Cuántos son los que la han seguido y han sido víctimas de sus embustes! ¿Cuáles pueden ser éstos? La infidelidad que corroe el corazón, el desprecio de su rechazo cuando ya te tiene atrapado; o el agotamiento que producen los excesos de la pasión; o los errores que hace cometer y que vuelven ridículo al hombre.
La seductora convierte en esclavos de sus caprichos a los que se dejan prender en las redes que tienden sus ojos, o las mentiras de sus labios. En verdad su casa es, en un doble sentido, un camino al sheol, esto es, al lugar de los muertos, porque las penas del amor son para el que las experimenta una tortura comparable al infierno, y el que se vuelve esclavo de sus pasiones encontrará al fin que el camino de su casa lo condujo al abismo de la perdición eterna (Pr 2:16-19; 5:1-6).
Por ello, aconseja el padre: Muchos han creído que podían tener comercio con ella y salir bien librados para contarlo. Pero su abrazo hunde a los más fuertes y hace que se destruyan. El atractivo que ejerce sobre los hombres los empuja a deshonrarse y a vagar como mendigos pendientes de sus favores. Pierden todo sentido del honor y se vuelven como esclavos de sus caprichos.

Notas: 1. Nótese que en francés y en inglés saber algo de memoria se dice "saberlo de corazón" ("savoir par coeur", "to know by heart").
2. Las celosías eran como las persianas modernas hechas de tablillas de madera juntas, que permitían al que estaba en la ventana ver lo que había afuera, pero no permitían desde afuera ver lo que había adentro. Se llamaban así porque su existencia se debía a los celos del marido, que no deseaba impedir que su mujer mirara a la calle, pero que, a la vez, no quería que ella fuera vista (Jc 5:28). Los balcones coloniales de Lima tienen también un entramado de madera que no permite ver a la persona que asoma a la ventana.


#886 (21.06.15) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima 18, Perú. Tel 4227218. (Resolución # 003694-2004/OSD-INDECOPI).

jueves, 14 de mayo de 2015

ADVERTENCIA CONTRA LA SEDUCTORA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M:
ADVERTENCIA CONTRA LA SEDUCTORA
Un Comentario de Proverbios 5:1-14
Este capítulo desarrolla el tema de la seductora (de la “mujer extraña”), que fuera introducido en Prov. 2:16-19, y que será expuesto más ampliamente en Prov. 6:24-35 y en el capítulo 7 del libro. De otro lado, en la segunda parte se hace un encendido elogio del amor conyugal.
Los versículos 1 al 6 forman la primera estrofa del capítulo.
1. “Hijo mío, está atento a mi sabiduría,
y a mi inteligencia inclina tu oído,”
2. “Para que guardes consejo,
Y tus labios conserven la ciencia.”
3. “Por que los labios de la mujer extraña destilan miel,
Y su paladar es más blando que el aceite;
4. “Mas su fin es amargo como el ajenjo,
agudo como espada de dos filos.”
5. “Sus pies descienden a la muerte;
sus pasos conducen al Seol.”
6. “Sus caminos son inestables; no los conocerás,
si no considerares el camino de vida.”
1, 2. Estos dos versículos son un prólogo solemne, una invocación a escuchar la voz de la sabiduría, y sirven de preparación adecuada a la amonestación que va a seguir (vers. 3 al 6) acerca de los peligros que encierra la mujer extraña. (Nota 1) El padre, como buen maestro, ha creído necesario preparar el oído y la atención de su hijo y discípulo, a la enseñanza que le va a dar.
Dos actitudes de escucha le pide que son comunes a otros pasajes: estar atento, e inclinar el oído. En realidad se refieren a lo mismo: prestar atención para entender bien (Ver Consejos Paternales III). El discípulo necesita estar atento a la sabiduría y a la inteligencia de su maestro que se expresa en palabras de consejo. ¿Son la sabiduría y la inteligencia la misma cosa? La sabiduría está por encima de la inteligencia. La inteligencia tiene que hacer con la información, con el proceso de obtenerla, de analizarla y de utilizarla, es decir, de valorarla. La sabiduría, en cambio, saca, sobre la base de la información obtenida, conclusiones aplicables a situaciones concretas.
Estos dos versículos pueden resumirse así: Escucha con atención lo que te voy a decir, el consejo sabio que te voy a dar, porque de nada vale oír si no se presta atención. Cuando escuchamos con atención lo oído provoca una repercusión en nuestra mente que nos hace reflexionar. Pero si no prestamos un oído atento, las palabras entrarán por un oído y saldrán por el otro sin dejar huella en el espíritu. El oído atento las captura, las retiene y producen fruto.
“Guardar consejo” es no sólo meditar sobre lo oído, sino ajustar nuestra conducta a lo escuchado y no permitir que digamos palabras atrevidas que nos empujen por caminos peligrosos, o nos tiendan una trampa.
En efecto, las palabras que susurramos en el oído de una mujer pueden atarnos porque suscitan en ella una respuesta afectiva, un deseo que no descansará hasta ser satisfecho. El deseo suscitará en ella, a su vez, palabras que inviten a gozar de un banquete dulce, pero peligroso.
3,4. El banquete está, para empezar, en sus labios que “destilan miel”. ¡Qué maravillosamente expresado está el atractivo de su boca! El que se deja atrapar por ella caerá en un abismo de placer que lo cautivará y lo emborrachará durante un tiempo. En Cantares hay un verso que emplea un lenguaje similar: “Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua.” (4:11).
Mientras dure la ebriedad se es feliz, pero a la vuelta de la esquina acecha el peligro, una espada tan amarga como fueron dulces los labios.
Ella te llevará por caminos extraños que te conducirán por donde no esperabas transitar, y te hundirán en un pozo de amarga desilusión cada vez más profunda, como dice el proverbio: “Porque abismo profunda es la ramera, y pozo angosto la extraña.” (23:27).
Los labios, la lengua y el paladar de la mujer sensual tienen un atractivo irresistible para el joven cuya pasión inflama su sangre y lo rinden sin defensa a su dulzura y encantos. El joven cree que se embarca en una travesía de placer (Véase Pr 7:14-20), pero poco a poco descubre que la miel de sus labios se va tornando amarga, y acaba por herirle el alma con una herida tan acerba como dulce era el hechizo que lo apresaba (cf Ecl 7:26; Jr 9:15). (2) Por eso es necesario que te escapes antes de que te atrape en la red de sus encantos, pues una vez preso en ellos, te será muy difícil escapar (Ver Nota 4).
5,6. ¡Cuántas veces las cadenas de pasión con que el joven está atado, y de las que no puede liberarse, se hunden dolorosamente en su carne, y llega a odiarlas tanto como las desea, porque lo llevan por caminos de autodestrucción que lo envilecen a sus propios ojos y ante los de los demás, volviéndose en objeto de burla y de lástima de todos los que lo conocen.
Si confías en sus promesas recuerda que ella es voluble y sus caminos inestables. Su capacidad para mentir es inagotable, y serás víctima de sus engaños sin darte cuenta. La amargura que sembrará su falsedad en tu alma te hará odiar el placer que antes sentiste y detestar tu ingenuidad. No te apartes pues de mis caminos –dice la sabiduría- ni desoigas mi consejo, porque él te guardará del desengaño que puede morder tu corazón.
El que se vuelve una víctima dócil de los caprichos de la mujer extraña, y un juguete en sus manos, se enfurece y se llena de odio contra ella, pero no puede romper el lazo que lo ata a la seductora. Su carne la desea y no puede, por más que quiera, escapar del imán de su cuerpo que lo atrae como un agujero negro sideral que todo lo devora. Cuanto más detesta su esclavitud, más esclavo se vuelve. Al final se resigna a escanciar hasta la muerte el néctar que lo enajena y embriaga como una droga, pero, entre tanto, vive atormentado por el temor de que ella pueda abandonarlo y buscar en otros brazos el placer que él, al precio de su vida, se esfuerza por regalarle. (3)
7.  “Ahora pues, hijos, oídme,
y no os apartéis de las razones de mi boca.”
8.  “Aleja de ella tu camino,
y no te acerques a la puerta de tu casa;”
9.  “Para que no des a los extraños tu honor,
y tus años al cruel;”
10. “No sea que extraños se sacien de tu fuerza,
Y tus trabajos estén en casa del extraño;
11. “Y gimas al final,
cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,”
12. “Y digas: Cómo aborrecí el consejo,
Y mi corazón despreció la reprensión;”
13. “No oí la voz de los que me instruían,
Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!”
14. “Casi en todo mal he estado,
En medio de la sociedad y de la congregación.”
7. El padre hace un pedido como implorando a sus hijos: Haced caso de mis consejos, no desechéis mi advertencia. ¿Por qué adopta ese tono casi suplicante? Porque él conoce el peligro al que están expuestos y sabe, por experiencia propia o ajena, cuáles son sus consecuencias.
8. Aléjate lo más que puedas de ella, no frecuentes los lugares donde puedas encontrarla, ni acudas a su llamado cuando ella te llame (4). El padre sabe cuán grande es la atracción que una mujer sensual puede ejercer sobre un joven que está en el hervor de sus pasiones. Le pide que no se acerque para nada a su casa porque sucumbirá fácilmente a la atracción que sobre él ejerce su puerta (Véase Pr 7:7-9). El recuerdo de sus caricias lo atormenta y es como si su piel reclamara el suave contacto de sus manos.
9. El padre sabe que si su hijo cae en las manos de la mujer extraña, de la mujer que no pertenece a nadie porque es de todos, y está siempre rodeada de hombres que la pretenden y que la cortejan, él se convertirá en el juguete de sus caprichos y en el hazmerreír de los que saben cómo es ella. El padre intuye que su hijo puede dilapidar sus mejores años preso en el regazo de ella, descuidando el estudio, y más adelante, su profesión, en vez de aprovechar ese tiempo inestimable para labrar su futuro.
10. Preso en las garras del placer consumirás las fuerzas que debiste haber empleado en tu provecho, y serán los amigos y las amigas de ella los que te exploten y te saquen el dinero de tu billetera, pensando tú que al hacerlo le agradas a ella, cuando ella lo toma a burla, y se goza del poder que ejerce sobre ti, al punto de convertirte en su esclavo (Véase Pr 29:3b).
11. Cuando despiertes a la realidad, y te des cuenta de cómo has despilfarrado tus mejores años, tu salud y tu fortuna por una quimera, y tengas el corazón magullado por la desilusión, te lamentarás de haber sido tan necio al haber despreciado el consejo de los que te amonestaban y querían tu bien. Entonces, como hizo el hijo pródigo, recapacitarás, pero no podrás regresar donde tu padre para que te acoja, porque él ya no estará en vida. Pero hay otro Padre que sí está dispuesto a recibirte en sus brazos, a perdonarte y restaurarte.
            12,13. Estos dos versículos podrían ponerse en boca del  hijo pródigo cuando estaba cuidando cerdos, antes de volver en sí. Ellos describen muy bien la actitud del que se niega a escuchar la voz de Dios y de sus mayores: aborrece el consejo y menosprecia la reprensión. Por ahí empiezan los que terminan mal.
14. El que, desoyendo el consejo, se deja seducir por la mujer extraña, termina con frecuencia en la pobreza. El pecado de la carne tiene un alto costo en salud y en dinero; enflaquece y empobrece al que se deja arrastrar a sus tortuosos caminos que terminan en un precipicio. Bien amonestó Pablo a Timoteo: “Huye de las pasiones juveniles.” (2Tm 2:22). Bien puede decir el insensato: “Casi en todo mal he estado,” porque ha bebido la copa de la amargura hasta las heces.
A los males personales que sufre se añade el desprestigio entre los suyos, sus amigos y conocidos, y ante la sociedad en general.
Ningún caso más aleccionador que el de Sansón, el hombre más fuerte de su tiempo, que era poseedor de una fuerza sobrenatural, y era el pavor de sus enemigos. Él cayó preso en los encantos de Dalila, y aunque tuvo tres veces la prueba patente de que ella lo traicionaba, no se alejó de ella, y terminó ciego, sin fuerzas, y convertido en el hazmerreír de los filiteos (Jc 16:4-25).
Notas: 1. Zur quiere decir básicamente extranjero, pero se aplica a lo que se ha desviado, a lo que está fuera de la ley. Como en Israel las mujeres de vida libre solían ser extranjeras, solía designarse con esa palabra a la adúltera.
2. Orígenes dice que, por el contrario, la rectitud puede ser amarga al comienzo, pero su final es dulce.
3. En el Sirácida hay un extenso pasaje que parece un comentario o ampliación del mensaje de estos seis versículos: “Huye de la cortesana, no caigas en sus lazos. No te entretengas con la que canta coplas, no te pille en sus redes. No fijes tu atención en doncella, no vayas a incurrir en castigo por su causa. No te entregues a meretrices, no vayas a perder tu hacienda. No pasees tus ojos por las calles de la ciudad, ni andes rondando por sitios solitarios. Aparta tus ojos de mujer hermosa, y no fijes la vista en la hermosura ajena. Por la hermosura de la mujer se han perdido muchos, y su amor abrasa como fuego.” (Sir 3-9).
4. El caso de José, que huyó de los brazos de la mujer de su amo que intentaba seducirlo, es un buen ejemplo de la actitud sabia que debe adoptar el joven cuando es tentado.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#867 (08.02.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).