lunes, 28 de diciembre de 2009

EL INICIO DE LA VIDA

Cada vez que se discute acerca de la legitimidad del aborto surge la cuestión: ¿A partir de qué momento empieza la vida humana? ¿Desde la concepción, cuando los padres se unen y se engendra el embrión, o cuando nace la criatura? ¿Es el feto sólo un apéndice del cuerpo de la madre, como sostienen algunos, esto es, un ente sin vida propia, o es un verdadero ser humano? Para el cristiano es importante tener ideas muy claras sobre este punto para no ser confundido con los argumentos que a veces se esgrimen. Para ello nada mejor que ir a la palabra de Dios.´

El salmo 71, dice así: “En ti somos sustentados desde el vientre materno” (Sal 71:6ª). Dios sustenta al ser humano no sólo desde que nace sino desde el instante de la concepción. Es el aliento de Dios lo que nutre la vida del feto a través de la madre.

La vida humana no está en la alimentación, ni en el oxígeno del aire, ni es producto de reacciones químicas, sino es una esencia o energía que viene de Dios y que reside en la sangre.

Todos los seres vivientes, toda la creación, se mantiene, crece y se desarrolla porque Dios la sustenta. Nosotros concebimos el acontecimiento de la creación, que narra el primer capítulo del Génesis, como un acto único, ocurrido de una vez por todas en el pasado remoto. Pero, en realidad, la creación es un acto continuo de Dios, desde la eternidad hasta la eternidad, que nunca cesa. El salmo 104 dice: “Envías tu espíritu y son creados y renuevas la faz de la tierra.” (v. 30). Es decir, Dios está creando constantemente vidas nuevas. Si no lo hiciera, la humanidad desaparecería por extinción. Si ese recrear continuo se interrumpiera un solo instante, si Dios dejara de sostenerla un solo momento, la creación entera desaparecería y en un abrir y cerrar de ojos volvería a la nada de donde salió. Apunta el mismo salmo 104: “Les quitas el hálito y cesan de ser y vuelven al polvo.” (v. 29b). Como dice el libro de los Hechos: “Él es quien da a todos vida y aliento.” (v. 17:25). Cuando Dios quita el hálito al hombre y al animal, ambos mueren, porque la vida de uno y otro la sostiene Dios.

La Escritura insiste no sólo en el hecho de que es Dios quien da vida al ser humano desde que es concebido, sino también en que Él es quien hace salir del vientre a la criatura que está por nacer: “De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó” dice el salmo 71:6b.

El alumbramiento, ese acto decisivo de la existencia, por el cual el ser humano inicia su vida independiente, es un acto causado por Dios –no un hecho automático provocado por fuerzas biológicas ciegas. Nadie tiene derecho de interferir en ese acto, de sacar al feto antes de que Dios lo haga, salvo que, por razones médicas, para salvar la vida del hijo o de la madre, o para evitar un alumbramiento difícil, se adelante el parto o se haga una cesárea. Pero no se puede sacrificar la vida del feto para salvar la de la madre.

Algunos sostienen que el alma y el espíritu son creados por Dios en el momento mismo del nacimiento. Si así fuera, quedaría por contestar a la pregunta: ¿De qué vida vive el feto si no tiene alma y espíritu? Porque sin alma y espíritu no hay vida. Se dice que el feto vive de la vida prestada de la madre, lo cual es verdad en cierto sentido, porque el oxígeno y los nutrientes que alimentan sus células le llegan con la sangre de la madre a través de la placenta.

Pero, ¿acaso no tiene el feto conciencia? Algunos investigadores han descubierto que tiene inclusive memoria. Dado que la conciencia y la memoria son personales y residen en el espíritu, ¿de dónde las tiene si no tiene vida propia?

La Escritura afirma que el feto tiene vida propia cuando el ángel le dice a Zacarías del hijo que va a tener su mujer Isabel, (esto es, del futuro Juan Bautista): “Será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.” (Lc 1:15b). Lo dice de la criatura por nacer, no de su madre.

¿Cómo podría saltar de gozo al oír la voz de María, que viene a visitar a Isabel, si no tuviera oídos que escuchen? (Lc 1:42-44) ¿Oyó la criatura la voz de María al mismo tiempo que su madre, o cuando Isabel oyó la voz la criatura supo por intuición de quién se trataba? Es indiferente, porque la criatura no conocía a María pero, iluminada por el Espíritu, supo a Quién traía en el seno, y por eso saltó de alegría.

Por ello, es más plausible suponer que el alma y el espíritu son creados por Dios en el momento mismo de la concepción, junto con el embrión, y que los padres son los agentes de la generación tanto material como espiritual del ser humano. De ahí también la responsabilidad que asumen al unirse.

Ten bien en cuenta: Los padres son los intermediarios de la creación de un nuevo ser que existe en esencia completo con cuerpo, alma y espíritu, desde el momento mismo de la fecundación. Pero el creador de ese nuevo ser humano es Dios y su vida le pertenece a Él, tanto como la vida de cualquier hombre o mujer que camine sobre la tierra. Atentar contra la vida del feto, arrancarlo del vientre es un asesinato. Amiga o amigo que lees estas líneas, nunca seas reo de la sangre de un ser humano indefenso.

NB Estos dos artículos fueron escritos para la radio el 06.11.99, el primero; y el 19.06.96, el segundo. Se publican por primera vez.

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