viernes, 7 de agosto de 2009

JEROBOAM, EL QUE HIZO PECAR A ISRAEL II

Terminamos el artículo anterior afirmando que el pecado de Jeroboam no podía quedar sin castigo y que la palabra de Dios anunció que su linaje sería borrado de la tierra. Veamos ahora de qué manera se cumplió esa profecía.
1R 14:1-3. “En aquel tiempo Abías hijo de Jeroboam cayó enfermo, y dijo Jeroboam a su mujer: Levántate ahora y disfrázate, para que no te conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y vé a Silo; porque allá está el profeta Ahías, el que me dijo que yo había de ser rey sobre este pueblo. Y toma en tus manos diez panes y tortas, y una vasija de miel, y vé a él para que te declare lo que ha de ser de este niño.”
Una primera consecuencia de la impiedad de Jeroboam en el plano personal, como castigo de Dios, fue la enfermedad del hijo que él había designado para sucederle en el trono. Cuando su heredero cae enfermo él teme por la permanencia de su linaje en el trono de Samaria, y entonces se acuerda del profeta que le había anunciado que él sería rey. Si de Ahías había venido la palabra que lo había exaltado y colocado sobre el trono, ¿por qué no se acordó de él antes para pedirle que le aconsejara sobre cómo debía ejercer el poder y gobernar al pueblo que Dios le había dado? Porque no fue su propio brazo el que lo había exaltado sino el brazo de Dios. Él no había tenido eso en cuenta, pero ahora que teme que las cosas puedan voltearse en su contra, ahora sí se acuerda del profeta y quiere que él le diga qué va a ocurrir con el niño.
Pero he aquí lo interesante. Jeroboam no quiere que nadie sepa que él envía a su mujer donde el profeta que permanece fiel al Dios de sus mayores, y por eso la envía de incógnito. Incluso el presente con que él la envía no es el propio de una reina sino el regalo modesto de un ciudadano común (Nota 1). Él tiene mala conciencia porque no ha cumplido la advertencia que Ahías le hizo de que debía permanecer fiel a Dios, como lo había sido David, para que su casa sea firme (1R 11:38). Presume que si el profeta la reconoce su respuesta podría no ser favorable.
¡Cómo es de doble la conducta de Jeroboam! En el fondo él reconoce al Dios verdadero, a quien se rinde el único culto autorizado en Jerusalén, y no en los lugares que él había establecido. Pero él no quiere que el pueblo sepa que él acude al Dios que niega; no quiere que el pueblo sepa que él teme a Jehová más que a los baales a los que él ha ordenado que el pueblo adore, violando el mandato que Dios dio a Moisés (Ex 20:2,3). Sin embargo, acude a Ahías porque fue él quien le predijo que sería rey de Israel, y su profecía se cumplió. Supone que por ese motivo el profeta está a su favor. Él es a la vez conciente de que Ahías tiene la palabra de Dios en su boca y que, por tanto, lo que él diga se cumplirá.

14: 4-6 “Y la mujer de Jeroboam lo hizo así; y se levantó y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y no podía ver Ahías, porque sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez. Mas Jehová había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo; y así y así le responderás, pues cuando ella viniere, vendrá disfrazada. Cuando Ahías oyó el sonido de sus pies, al entrar ella por la puerta, dijo: Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te finges otra? He aquí yo soy enviado a ti con revelación dura.”
¡Cómo debe haberse sorprendido la mujer de Jeroboam de que Ahías, que estaba ciego, supiera quién era ella! Pero si Ahías era profeta ella debió haber pensado que él sabría quién venía a visitarlo, aun sin verla. ¿Podemos nosotros engañar a Dios? ¿Cómo podríamos disfrazarnos para que Dios no nos reconozca y vea lo que hacemos? Hay “cristianos” que no se atreven a hacer ciertas cosas en las ciudades donde habitan por temor de que alguien los vea, pero que cuando están de viaje van a ciertos lugares y hacen ciertas cosas no permitidas, porque confían que nadie los va a reconocer. Pero ¿podemos ocultarnos de Dios? Su palabra dice que “aun las tinieblas no encubren de ti.” (Sal 139: 12).
Notemos la autoridad con que Ahías habla a la mujer de Jeroboam. No la trata con ninguna cortesía especial, como correspondería a su condición de reina. Dios, por cuenta de quién él habla, “no hace acepción de personas” (Dt 10:17). Él la trata con la severidad que su conducta merece –aunque más que la de ella, la de su marido, de quien ella es cómplice.
“Entra mujer de Jeroboam…” Si Ahías fuera alguien del mundo, se hubiera dirigido a ella en términos corteses, como por ejemplo: “Tenga a bien, su Majestad, entrar a la modesta morada de este indigno siervo suyo…” Pero si ella hubiera venido de buena fe, sin disfraces, hubiera ciertamente merecido una acogida mejor que la que Ahías le dispensa. Pero el profeta, que no tiene temor de hombre porque sabe quién lo respalda, le hace un severo reproche que ella deberá transmitir a su marido.
“¿Por qué te finges otra?” ¿Cuántas veces los hombres pasan por lo que no son, y aparentan riquezas, o títulos, o estudios que no tienen? ¿O simulan pobreza cuando tienen las arcas llenas, para que nadie les solicite ayuda? ¡Qué vergüenza pasarán cuando se revele la verdad y su mentira quede expuesta!

14: 7-9. “Ve y di a Jeroboam: Así dijo Jehová Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel, y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué a ti, y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos, (2) sino que hiciste lo malo más que todos los que te han precedido, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas…”
Primero que nada Dios le recuerda a Jeroboam que fue Él quien lo levantó como rey de las diez tribus cuando no era sino un funcionario real, anunciándole que iba a dividir el reino de Salomón a causa de la idolatría en que había caído al final de sus días. Jeroboam era pues conciente del motivo por el que Dios dividió al reino forjado por David. Pero no aprendió la lección, sino que por razones de frío cálculo político, decidió hacer lo mismo que había hecho Salomón, y aun peor, pues apartó premeditadamente al pueblo de la adoración al Dios verdadero.
Ahías le recuerda a Jeroboam que cuando él le anunció los planes que Dios tenía para el reino de Israel y para su persona, le advirtió solemnemente que si andaba fielmente en los caminos de Dios y hacía lo recto, Él haría que su linaje fuera firme sobre el trono de Israel, como había hecho con el linaje de David (1R 11:38). (3) Pero Jeroboam no actuó como había sido amonestado, sino hizo todo lo contrario, despreciando a Dios. (4)
Si el profeta anuncia lo que ha de venir no es porque él tenga en sí mismo algún poder para ver el futuro, sino porque él habla en el nombre del Dios de Israel. Jehová sigue siendo el Dios de Israel, aunque Jeroboam haya prostituido a su pueblo. Pese a su infidelidad no les ha dado Dios todavía carta de divorcio (Jr 3:8).
“Hiciste lo malo más que todos los que fueron antes de ti…” Saúl, que nunca se inclinó ante los ídolos, fue descartado por un acto de desobediencia (1Sm 15). Salomón en su vejez se tornó idólatra, seducido por sus muchas mujeres (1R 11:4-8), pero nunca pretendió apartar a su pueblo del culto al Dios verdadero. Jeroboam, en cambio, cometió algo que Dios abomina, pretender que se le adore en la forma de becerros de fundición, y montar todo un culto falso con sacerdotes falsos y fiestas espúreas.

10. “Por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre de Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada.”
¡Qué maldición terrible pronuncia Ahías sobre Jeroboam y su descendencia! ¡Dios los aniquilará y los barrerá como quien barre el estiércol! ¡Qué gráfico es el lenguaje de la Escritura! Pero eso no es todo. Pero es no es todo; aun tiene Dios un castigo más ignominioso para el linaje de Jeroboam:

11. “El que muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho.”
Es decir, ninguno de ellos será enterrado, sino que sus restos serán comidos por los perros o por las aves. No ser enterrado y ser pasto de las fieras y las aves era tenido por una gran desgracia en Israel, pues constituía una de las maldiciones que Dios pronunció sobre los desobedientes (Dt 28:26). Por ese motivo dar sepultura a los muertos llegó a ser considerado como un acto de suma piedad en Israel. Aun nosotros solemos honrar a nuestros muertos dándoles una sepultura digna.

12. “Y tú levántate y vete a tu casa; y al poner tu pie en la ciudad, morirá el niño.”
Tú has venido aquí a preguntarme qué será de tu hijo. Pues yo te digo que apenas llegues a tu casa tu hijo morirá. ¿Cómo debe haber recibido ella la noticia en ese momento y cuán grande debe haber sido su pena y su desilusión? ¿Con qué cara transmitirá la mala nueva a su esposo que esperaba una buena palabra del profeta? Pero ¿tenía él derecho a esperarla, él, que no había cumplido lo que el profeta le había amonestado solemnemente que hiciera? Dios no acepta la sumisión a medias y en aquello mismo en que el hombre pretende aprovecharse de las cosas de Dios, ahí es castigado el hipócrita.

13. “Y todo Israel lo endechará, y lo enterrarán; porque de los de Jeroboam, sólo él será sepultado, por cuanto se ha hallado en él alguna cosa buena delante de Jehová Dios de Israel, en la casa de Jeroboam.”
¿Qué cosa buena puede haber hallado Dios en este niño? Yo creo que su inocencia, pues posiblemente no llegó a vivir lo suficiente como para pecar. Los que mueren en edad temprana son afortunados, porque no tienen que rendir cuentas ante el tribunal de Dios, ya que no tuvieron oportunidad de hacer nada malo ni de ofenderlo. Jesús dijo: “Dejad que los niños vengan a mí… porque de los tales es el reino de los cielos.” (Mt 19:14)
Aunque en verdad no sabemos qué edad tenía ese hijo. Si Jeroboam, según la costumbre hebrea, se había casado antes de los 20 años, es posible que su hijo ya fuera un joven adolescente, que quizá no miraba con buenos ojos el culto idolátrico que había instaurado su padre. Si ése fuere el caso, tenía mucho mérito porque mantenía un espíritu recto en medio de muchas tentaciones. “Los que brillan en tiempos y lugares malos –dice Mathew Henry- resplandecen con fulgor a los ojos de Dios.” Por esa razón él fue el único de su casa que mereció ser sepultado en medio de los lamentos de su pueblo. Con frecuencia Dios se lleva temprano a los que más ama, porque la tierra no es un lugar digno de ellos.
Notemos que la muerte de su hijo debió servir de advertencia a Jeroboam, pero él no la escuchó, pues perseveró en sus malos caminos.
Pero aun no han terminado las maldiciones que el profeta tiene reservadas para la casa de Jeroboam, porque continúa diciendo de parte de Dios:

14. “Y Jehová levantará para sí un rey sobre Israel el cual destruirá la casa de Jeroboam en este día; y lo hará ahora mismo.”
¿Por qué dice “para sí”? Porque ese nuevo rey cumplirá lo que Dios se propone hacer. Y ¿por qué dice “ahora mismo” si aún faltan muchos años para que suceda? En la visión profética los tiempos se acortan: el futuro y el presente están juntos, tal como los ve Dios. Notemos que Jeroboam quiso asegurar la estabilidad de su reinado mediante la idolatría, pero lo que obtuvo en realidad fue la destrucción de toda su casa. La segunda parte de la profecía de Ahías se cumplió cuando, una vez muerto Jeroboam, al segundo año del reinado de su hijo Nadab que le sucedió, (el cual “andó en los caminos de su padre y en los pecados con que hizo pecar a Israel”, 1R 16:26), Baasa, un jefe de la tribu de Isacar, conspiró contra él y lo mató. Y cuando subió al trono “mató a toda la casa de Jeroboam sin dejar alma viviente…hasta raerla, conforme a la palabra que Jehová habló por medio de su siervo Ahías silonita” (1R 16:29). Baasa exterminó a todos los descendientes de Jeroboam, según la estrategia implacable usada entonces, para que ninguno de ellos pudiera más tarde reclamar la corona, aprovechando alguna circunstancia favorable.
Pero todavía tenía Ahías un anuncio más terrible que hacer de parte de Dios:

15. “Jehová sacudirá a Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Éufrates, por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, enojando a Jehová.”
Ahías profetiza cuál será el futuro aciago de las diez tribus que forman el reino de Israel. Dos siglos después de pronunciadas estas palabras, Dios arrancará al pueblo de la buena tierra que había prometido a sus padres, y los desterrará más allá del Éufrates a causa de su idolatría, diseminándolos por comarcas lejanas para que no puedan regresar. (5)
Esta profecía se cumplió en dos etapas. Primero cuando, unos doscientos años más tarde, Tiglat-pileser, rey de los asirios, conquistó las provincias septentrionales del reino de Israel, y llevó cautiva a la población. (2R 15:29). Algún tiempo después, su hijo Salmanasar “tomó Samaria y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.” Es decir, aún más lejos que en el primer destierro. Con esta conquista las diez tribus que formaban el reino del Norte (también llamado Samaria) desaparecen de la historia y no se vuelve a saber más de ellas. Por ese motivo son conocidas como “las diez tribus perdidas de Israel”.

16. “Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, e hizo pecar a Israel.”
Las acciones de Jeroboam marcaron la pauta de lo que el pueblo del Norte haría en el futuro, como se dice más adelante: “Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam…sin apartarse de ellos, hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro…” (2R 17:22,23). De los 18 reyes que se sucedieron en cortos lapsos de tiempo sobre el trono de Israel, 15 de ellos, según la Biblia, no se apartaron de los pecados de Jeroboam. Por ello el trono del reino del Norte estuvo marcado por el caos. Después del reinado de Jeroboam II, durante el cual el reino gozó de un período de prosperidad, tres reyes que no eran parientes se sucedieron en el lapso de siete meses, y dos de ellos murieron asesinados; e igual suerte corrieron otros dos más en un lapso de 15 años. Los cambios de gobierno no se produjeron de forma ordenada, de modo que cada rey fallecido fuera sucedido por el heredero, sino mediante asesinatos y golpes de estado. Esa inestabilidad contrasta con la permanencia de la casa de David sobre el trono de Judá, pues durante más de 400 años, hasta que Jerusalén fue conquistada por Nabucodonosor, no faltó un descendiente suyo que se sentara sobre el trono.
¡Qué terrible influencia tuvo Jeroboam sobre su pueblo! No sólo pecó él de manera abominable, sino que hizo que a ejemplo suyo, pecara todo el pueblo, lo cual explica el título dado a estos dos artículos.
Los reyes del pasado, aún reciente, ejercían una enorme influencia sobre la conducta de sus pueblos (6). Y la siguen teniendo en nuestros días los gobernantes. Un gobernante corrupto hará que la corrupción aumente en su país, porque se rodeará de corruptos que lo secunden, que a su vez se rodearán de otros corruptos, etc., etc.. Un presidente honesto hará que la corrupción disminuya, porque no la permitirá en su entorno, y ese mensaje se transmitirá hacia abajo, aunque la corrupción no desaparezca totalmente. ¿Quiere esto decir que la corrupción es un mal inevitable? Mientras que el pueblo no se vuelva cristiano me temo que sí. Pero nótese que la corrupción generalizada y omnipresente que hoy nos aflige se ha desarrollado en los últimos cuarenta años y no existía antes.

17,18. “Entonces la mujer de Jeroboam se levantó y se marchó, y vino a Tirza; y entrando ella por el umbral de la casa, el niño murió. Y lo enterraron y lo endechó todo Israel, conforme a la palabra de Jehová, la cual Él había hablado por su siervo, el profeta Ahías.” (7)
Cuando Jeroboam vio que su hijo moría según lo anunciado por Ahías, supo que las demás profecías que él había hecho se cumplirían también. ¿Se arrepintió por eso Jeroboam? No tenemos noticia de que lo hiciera. ¿Cuál sería su destino eterno?

Notas: 1. Entonces era costumbre en Israel y en el Oriente, cuando se consultaba a un profeta, llevarle un presente, no como soborno (aunque recuérdese el caso de Balaam, Nm 22:7) sino como honorarios por sus servicios. La calidad del presente naturalmente guardaba relación con los medios o el rango del solicitante, o con la importancia que tenía el asunto. Véase, por ejemplo, 1Sm 9:1-8, donde el regalo es un siclo de plata; o 2R 8:8,9, donde el regalo requiere nada menos que de 40 camellos para transportarlo!!
2. Dios olvida el pecado de adulterio cometido por David, porque David nunca adoró a dioses ajenos.
3. Los descendientes directos de David de hecho reinaron sin interrupción en Jerusalén durante más de 400 años, hasta que, debido a sus pecados, Judá y su capital fueron conquistados por Nabucodonosor, y su clase dirigente deportada a Babilonia.
4. La frase “me echaste a tus espaldas” es una expresión de desprecio que también se encuentra en Ezequiel 23:35. El hombre piadoso debe tener a Dios siempre delante de sí, es decir, tenerlo en cuenta en todo lo que haga, como canta el rey David (Sal 16:8), y nos amonesta el libro de los Proverbios (Pr 3:6).
5. Los imperios de la antigüedad aplicaban políticas de dominación semejantes a lo que los incas empleaban bajo el nombre de “mitimaes”. Para acabar con la identidad de los pueblos conquistados los desterraban a comarcas lejanas y repoblaban el territorio que había quedado semivacío con súbditos propios traídos de otros lugares.
6. Los reyes en Europa, hasta hace dos siglos, decidían cuál debe ser la religión de su pueblo.
7. Aparentemente Jeroboam había trasladado su residencia a Tirza, una ciudad situada a once kilómetros al Noreste de Siquem, conocida por su ubicación ventajosa para el comercio y por su belleza (“Hermosa eres tú como Tirza”, dice el Cantar de los Cantares 6:4).

#586 (02.08.09) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). Si desea recibir estos artículos por correo electrónico recomendamos suscribirse al grupo “lavidaylapalabra” enviando un mensaje a lavidaylapalabra-subscribe@yahoogroups.com. Pueden también solicitarlos a jbelaun@terra.com.pe. En la página web: www.lavidaylapalabra.com pueden leerse gran número de artículos pasados. También pueden leerse buen número de artículos en www.desarrollocristiano.com. Pueden recogerse gratuitamente ejemplares impresos en Publicidad “Kyrios”: Av. Roosevelt 201, Lima; Calle Schell 324, Miraflores; y Av. La Marina 1604. Pueblo Libre. SUGIERO VISITAR MI VISITAR MI BLOG: JOSEBELAUNDEM.BLOGSPOT.COM.

No hay comentarios: