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martes, 1 de agosto de 2017

EL PESO FALSO ES ABOMINACIÓN A JEHOVÁ

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL PESO FALSO ES ABOMINACIÓN A JEHOVÁ
Un Comentario de Proverbios 11:1-6
En el capítulo 11 figuran con frecuencia las palabras “justo” y “justicia”, y sus contrarios, las palabras “impío” e “impiedad”. Pero la temática es variada y abarca varios aspectos de la vida.
1. “El peso falso es abominación a Jehová, mas la pesa cabal le agrada.”

El peso falso (el original hebreo dice “la balanza falsa”) es el fraude en las transacciones comerciales, el engaño consciente y planeado para obtener una ganancia a costa de la credulidad o de la buena voluntad del prójimo. Eso desagrada mucho a Dios, (20:10,23. Ver también Lv 19:35,36; Dt.25:13-16). Él lo detesta, al punto que lo llama “abominación”, palabra que en otros lugares es aplicada a cosas execrables, como la idolatría (Dt 7:25), los sacrificios humanos y las perversiones sexuales (1R 14:24; 2R 16:3; Lv 18:22; 20:13). En cambio, la honestidad, la transparencia en los tratos le agrada. Más que eso, es su delicia (ratson). Por eso los profetas denuncian con palabras severas el fraude en las transacciones comerciales (Am.8:4-8; Miq.6:10,11). (Nota) Como al principio no se acuñaban monedas, el oro y la plata eran pesados para realizar pagos. De ahí la importancia de tener pesas y balanzas exactas. La razón es sencilla. La estabilidad del comercio depende de la confiabilidad de las balanzas, las pesas y las medidas. La justicia de Dios es el “estándar” al cual deben sujetarse para que haya paz. Cuán importantes eran ellas para Dios puede verse en el proverbio 16:11: “Peso y balanzas justas son de Jehová; obra suya son todas las pesas de la bolsa.” Las pesas eran llevadas en una bolsa para que el comprador pudiera verificar su exactitud con los comerciantes del lugar: “No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica” (Dt 25:13; cf Ez 45:10). Entiéndase, pesa grande para comprar, pesa chica para vender.
Pero peso falso es también en las relaciones humanas todo lo que aparenta ser lo que no es. El que se muestra solidario, pero en realidad no lo es; el que aparenta amistad, pero va siempre en busca de lo suyo; el que ofrece, pero no cumple, etc. En cambio, el que promete y cumple, el amigo fiel, el que ve el dolor ajeno como propio, ése agrada a Dios.
El ojo de Dios recorre la tierra observando todas las acciones humanas (2Cro 16:9; Pr 15:3; Zc 4:10). Se deleita en algunas, y abomina otras. Él desea que en el campo de las transacciones nosotros seamos perfectamente justos y honestos, como Él lo es (Sal 11:7).
2. “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.” 
Aquí se contraponen la soberbia y la humildad. La primera lleva a la deshonra; la segunda, a la sabiduría, lo que permite concluir que la soberbia es necedad, mientras que la humildad, siendo sabia, terminará siendo honrada.
Cabría preguntarse si se trata de la deshonra del soberbio, o de aquellos a los que el soberbio humilla.  A juzgar por el segundo estico, sería lo primero. Este proverbio es una variante, o desarrollo, de aquel que dice: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” (16:18).
En el Antiguo Testamento hay muchos casos que ilustran esta verdad históricamente. El faraón que se negó repetidas veces a dejar salir de Egipto al pueblo hebreo sufrió por ello repetidas humillaciones y derrotas, y finalmente, la destrucción de su ejército que pereció ahogado en el Mar Rojo (Ex 14:21-28). El mismo pueblo hebreo, que se rebeló contra Dios que los había sacado del cautiverio egipcio con maravillas y prodigios, y que no obstante, estando a las puertas de la Tierra Prometida, quiso designar un capitán que los hiciera volver a la tierra de servidumbre (Nm14:1-4; Nh 9:16,17). Como consecuencia Dios decretó que ninguno de los que se habían rebelado contra Él, de veinte años para arriba, entraría en la tierra, salvo Caleb y Josué; todos los demás morirían en el desierto, por lo cual la congregación tuvo que deambular pastoreando en el yermo durante 40 años (Nm: 20-25, 32-35).
A lo largo de su historia los israelitas no quisieron en su soberbia escuchar la voz de los profetas que Dios les enviaba para amonestarlos, hasta que por fin vieron que la ciudad santa era conquistada por los babilonios, y la crema y nata de la sociedad hebrea era enviada al exilio (2Cr 36:17-21 Jr 25:8-11).
Que la soberbia precede a la caída (Pr 16:18) lo vemos desde el inicio de la creación del hombre, cuando Eva fue tentada por la serpiente a ser como Dios, y comieron ella y su marido del fruto prohibido y, como consecuencia, se dieron cuenta de que estaban desnudos (Gn 3:1-7). Peor aún, huyeron de la voz de Dios que los llamaba, porque tuvieron miedo a causa de su desnudez (Gn 3:8-10).
Los descendientes de Noé establecidos en la llanura de Sinar, que hablaban todos una misma lengua, se propusieron construir una ciudad y una torre “cuya cúspide llegue al cielo” nada menos, y con ello hacerse un nombre para el caso de que fueran esparcidos por toda la tierra. Pero Dios confundió su lengua para que ninguno entendiera a su vecino. De esa manera les sucedió lo que querían evitar: ser esparcidos por toda la tierra y que los pueblos descendientes de ellos no se entendieran entre sí, porque hablaban distinto lenguaje (Gn 11:1-9).
El rey Uzías se hizo poderoso al fortalecer su ejército, pero se enalteció su corazón y pretendió quemar incienso en el altar, algo que estaba reservado a los sacerdotes. Cuando ellos quisieron oponerse, se encendió su ira, y le brotó lepra en la frente, por lo que tuvo que ser recluido hasta su muerte, y gobernó su hijo Jotam en su lugar (2Cro 26:16-21).
Amán se jactó de sus riquezas y del poder que había logrado gracias al favor del rey (Est 5:10,11), pero terminó siendo colgado en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo, su odiado enemigo (7:10).
El rey Herodes Agripa permitió que el pueblo le aclamara como a Dios, pero un ángel del Señor le tocó y murió comido de gusanos (Hch 12:21-24)
Pero ¿qué mayor ejemplo que el de Nabucodonosor, el soberano más poderoso de su tiempo, que se jactó de la belleza de su capital, Babilonia, que él había construido, y que de golpe se vio reducido a la condición de una bestia del campo? (Dn 4:29-33)
“Cuando viene la soberbia viene también la deshonra”, porque el soberbio, el altanero, suele comportarse de una manera que ofende a los demás. Pero al final cosecha el fruto de su arrogancia, porque “el que se exalta será humillado.” (Mt 23:12; Lc 14:11; 18:14).
2b. “Mas con los humildes está la sabiduría.” La sabiduría no está en lo alto, no tenemos necesidad de subir al cielo para traerla, no está en la mucha ciencia ni en la mucha erudición, sino en la simplicidad de espíritu, en la humildad de corazón, en la pureza (“¡Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios!” Mt 5:8).
¿Qué mayor fuente de sabiduría, qué mejor libro, que contemplar el rostro de Dios? Los que son como niños captan las verdades con una lucidez que ninguna escuela puede dar. Sin embargo, nosotros despreciamos a los humildes, porque en muchos casos no saben expresarse, o porque su aspecto no inspira respeto. Quizás sean, en efecto, unos ignorantes. Pero ¿a cuántos revelará Dios secretamente cosas que a los sabios les están vedadas? (Sal.51:6).
La arrogancia es una coraza para la luz del espíritu ¡y cuántos, creyéndose espirituales, se acercan a Dios armados de esa coraza! ¡Como si esa coraza tuviera una falla que permitiera que fueran heridos por un rayo de la luz inmarcesible! ¡Quiera Dios que siempre estemos desarmados de todo amor propio, de toda suficiencia, para que su luz nos llene y alumbre todos los rincones de nuestra alma, de manera que veamos sin engaño nuestra miseria!
Notemos que en este estico se dice "con los humildes está la sabiduría", mientras que el segundo estico de Pr 13:10 se dice "con los avisados". Luego el avisado es humilde, y viceversa, el humilde, avisado, es decir, sabio. En efecto, el hombre verdaderamente sabio es humilde, porque reconoce que lo que sabe es nada comparado con lo que ignora.
3. “La integridad de los rectos los encaminará; pero la perversidad de los pecadores los destruirá.” 4. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.” 5. “La justicia del perfecto enderezará su camino; mas el impío por su impiedad caerá.” 6. “La justicia de los rectos los librará; mas los pecadores serán atrapados en su pecado.” 
Estos proverbios expresan pensamientos semejantes. A manera de ilustración: Si a un hombre honesto se le ofrece, a cambio de un soborno, participar en una operación dolosa, su sentido de lo justo le impedirá aceptar la propuesta y, de esa manera, se librará de ser acusado como cómplice cuando se descubra la maniobra. En cambio, el impío acepta la propuesta y cae en la trampa que su deshonestidad le ha tendido. Por ello puede decirse que el camino más seguro, la decisión más acertada, es siempre el camino honesto, aunque a corto plazo pueda parecer desventajoso. En cambio a la larga, la deshonestidad paga mal.
No hay contradicción entre los vers. 11:5 y 3:6 (“Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.”) en el sentido de que, según el primero, es la justicia del hombre, sin necesidad de la de Dios, la que endereza sus caminos, mientras que, según el segundo, es Dios quien lo hace. Lo que ocurre es que “justicia” tenía el sentido de obedecer los mandamientos de Dios. Tener en cuenta a Dios supone precisamente acatar sus mandamientos. O dicho de otro modo, el piadoso es justo porque reconoce a Dios en todos sus caminos. De ahí le viene su justicia.
3. La integridad (concepto emparentado al de justicia) del recto lo encamina, es decir, lo conduce hacia el bien; mientras que la perversidad, que es lo contrario, lo descamina, lo destruye. (c.f. 10:9,29; 13:6,21; 28:18). De otro lado, las cosas que la impiedad impulsa a hacer al impío son las que causan su caída. Cosa semejante dice el v.5.
La integridad hace caminar derecho.  En cambio, a los deshonestos tarde o temprano, se les descubrirá sus trapacerías. El vers. 3 está  ligado a los vers. 5  y 6  que desarrollan y amplían el mismo pensamiento. La integridad es aquí una disposición del corazón que aparta al hombre instintivamente de lo malo e  incorrecto. El íntegro busca la luz; en cambio, el perverso se orienta hacia lo oscuro y torcido. Cada cual recoge el fruto de lo que siembra. Al recto su conducta íntegra le permite escapar de las trampas en las que cae el impío. (c.f.10:9,29; 13:6,21; 20:7).
4. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.”
“El día de la ira” es aquí el día en que sucede una desgracia (guerra, catástrofe natural, etc). Las riquezas son impotentes en esas ocasiones (Sof 1:18; Ez 7:19), pero Dios cuida del justo y lo libra. (c.f. Pr 11: 28;10:2; Sal.49:6-9; Sir.5:8). Un poeta medioeval llama “dia de la ira” (dies irae) al tremendo juicio final (Mt 25:31-46) en el que cada cual recibe su merecido, como se dice en Gal 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.”
“La justicia librará de muerte”. Un ejemplo de la verdad de este dicho –que recuerda lo que dijo Jesús en Jn  8:51- es el caso de Noé, que fue librado de morir, él y su familia, en el diluvio, porque Dios vio que él era justo en medio de una generación perversa (Gn 7:1). Pero nadie puede comprar un minuto de vida con su dinero cuando le llega la hora, y menos podrá comprar el perdón de Dios si ha pecado, porque es gratuito (Jb 36:18,19). Las riquezas que se poseyeron en vida no pueden ni siquiera comprar una gota de agua para refrescar la lengua del condenado, como nos enseña la historia del rico y de Lázaro que narra Lucas 16:19-25.
5. “La justicia del perfecto enderezará su camino; mas el impío por su impiedad caerá.”
Si la justicia endereza, la impiedad tuerce. La primera hace andar por caminos rectos que llevan a puerto feliz; la segunda hace andar por caminos torcidos que llevan al abismo. La justicia del perfecto y la impiedad del impío están en este proverbio contrastadas en sus resultados.
La justicia del que ha nacido de nuevo libra de la condenación, mientras que a los pecadores la muerte los alcanza en estado de pecado y, por tanto, serán condenados.
Cuando en la Escritura se habla de camino, “torcido” se refiere al mal camino, el camino por el que uno se desvía y se despeña. Mal camino es lo mismo que conducta descarada, perversa, y es lo contrario a camino recto. La justicia, que es obediencia a la voluntad de Dios, hace que el hombre camine rectamente, esto es, que obre bien, que tenga una buena conducta.
6. “La justicia de los rectos los librará; mas los pecadores serán atrapados en su pecado.”
Este proverbio presenta una idea afín a la del proverbio anterior, señalando el  contraste entre la suerte del recto y la del impío, que en el día de la ira perecerá en su pecado. Morir en su pecado es morir sin arrepentirse y, por tanto, sin ser perdonado, lo que equivale a condenarse. También podría interpretarse: el impío morirá a causa de su pecado.
Nota: Vale la pena notar que en la antigüedad se usaban piedras como pesas, y era fácil reducir su tamaño. En Israel los sacerdotes del templo eran los encargados de establecer los patrones de peso y medidas. Por eso se hablaba del “siclo del santuario” (Ex 38:26).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a arrepentirte de tus pecados, y a pedirle perdón a Dios por ellos., haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#944 (25.09.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 11 de enero de 2017

MANANTIAL DE VIDA ES LA BOCA DEL JUSTO

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
MANANTIAL DE VIDA ES LA BOCA DEL JUSTO
Un Comentario de Proverbios 10:11-15


En esta sección los versículos 11,13 y 14 tratan acerca de la boca, que es el órgano por  medio del cual el hombre expresa lo que tiene en su interior, y manifiesta su sabiduría o su necedad. En el libro de Proverbios, la boca, la lengua y los labios asumen un rol protagónico.


11a. “Manantial de vida (Nota 1) es la boca del justo…”  por lo que dice a otros, edificándolos, y por lo que confiesa para sí mismo y los suyos. Al ser un manantial de vida el justo tiene en su boca palabras que provienen de la fuente de aguas vivas que es la boca del Señor (Jr 2:13; 17:13).
El vers. 15:4a describe una cualidad de la boca del justo, al decir que es “apacible” (esto es, llena de paz) y que es “árbol de vida” para muchos, que es como si dijera “fuente de vida”, porque está en condiciones de guiar a la verdad a los que la ignoran.

            El vers. 10:21a dice que los labios del justo apacientan, es decir, alimentan a muchos, esto es, a los que le escuchan, que son confortados, consolados, o enseñados por él (15:7a). Todo ello apunta al hecho de que, estando lleno de Dios, porque vive en unión con Él, el justo es un instrumento que Dios usa para llevar su mensaje a los que ama, y consuelo a los que más lo necesitan.
El salmo 36.9 dice que con Dios está “el manantial de la vida”, de cuyo torrente delicioso beben los hijos de los hombres; lo cual nos remite al bello pasaje en Ezequiel 47:1-12, en el que el profeta describe el río de aguas salutíferas que brotan por debajo del umbral del templo, y que van creciendo hasta formar un río anchuroso en cuyas riberas crecen árboles frutales, cuyas hojas nunca caen (cf Sal 1:3).
Pero no sólo la boca del justo es manantial de vida. También lo son “la ley del sabio” (Pr 13:14), y “el  temor de Jehová” (14:27), que hacen que el hombre se aparte de los lazos de la muerte.
Es un privilegio del cristiano que busca a Dios mañana, tarde y noche, que su boca sea un manantial de vida para los que andan desorientados y sin esperanza, tropezando a cada rato con las piedras que el enemigo coloca en su camino.
Jesús dijo que del interior de los que creyeran en Él “fluirían ríos de agua viva” (Jn 7:38; 4:14) la que por tener como fuente al Espíritu Santo que lo representa, calmaría la sed espiritual de muchos, reviviéndolos y refrescándolos.
La segunda línea contrasta con la primera:
11b. “Pero violencia cubrirá la boca de los impíos,” porque de ella sólo salen palabras perniciosas, ofensivas y dañinas para los que la oigan.
Alternativamente algunos traducen este estico así: “La boca del impío cubre (o esconde) (la) violencia” que trama contra otros. Aquí vemos un contraste: El justo es fuente de vida para sus semejantes con sus palabras, mientras que el impío complota contra su prójimo, ocultando sus intenciones, como hizo Judas al traicionar a Jesús con un beso (Mt 26:48,49); o como Joab, que mató a Abner fingiendo que quería conversar con él (2Sm 3:22-29).
12. “El odio despierta rencillas (29:22a); pero el amor cubrirá todas las faltas.”
Podría completarse así: El odio despierta rencillas, por aun la menor falta y si no las encuentra las inventa, chismeando y difundiendo sospechas y calumnias para azuzar los celos y las rivalidades. En cambio el amor cubrirá todas las faltas, por lo cual no despierta rencillas, sino es, al contrario, conciliador y pacificador.
“El amor cubrirá todas las faltas…” porque no las anda divulgando sino, más bien, las disimula para que no surjan conflictos entre las personas que puedan sentirse afectadas.
Pr 15:18 presenta otro aspecto de este principio: “El hombre iracundo promueve contiendas, mas el que tarda en airarse (porque es paciente) apacigua la rencilla.” Son dos maneras de obrar completamente distintas, y que tienen efectos opuestos: Uno puede terminar en derramamiento de sangre, el otro lleva al abrazo conciliador.
Pr 16:27 y 28 califican de perverso al contencioso, y agrega que en sus labios hay una llama de fuego. Un nefasto papel semejante cumple el orgulloso, el que es “altivo de ánimo” (Pr 28:25). ¿Lo hace acaso el  humilde? Al contrario, el humilde rara vez suscita contiendas; y suele ser, más bien, instrumento de paz. ¡Cómo es Dios deshonrado cuando los creyentes andan en peleas y rivalidades! ¡Cuán contraria es su conducta a la de su Maestro, que era “manso y humilde de corazón”! (Mt 11:29). Aprendan de su Maestro, y darán gloria a Dios con su comportamiento.
En otro lugar se dice que “el que cubre la falta busca amistad” (Pr 17:9). Eso es bueno y encomiable, con tal de que no se convierta en complicidad. Porque ¿cómo podría nadie conservar el afecto de su amigo si anda divulgando sus defectos? Al contrario, el que perdona graves agravios, como hizo José con sus hermanos, compromete su gratitud y su afecto (Gn 45:4-8).
En Gn 9:20-23 tenemos el caso concreto de una falta cubierta por cariño filial, cuando, al beber vino por primera vez, Noé se embriagó, y sus hijos Sem y Jafet, cubrieron la desnudez de su padre, caminando de espaldas para no verlo.
            "El amor cubrirá …" El hecho de que el apóstol Pedro cite este proverbio (1P4:8) ha sido objeto de controversias, pues afirma que el que ama no ve las faltas de aquel a quien ama o, al menos, no le da importancia. O, mejor aún, es indulgente, las perdona, no las toma en cuenta, (cf 1 Cor. 13:5), que es el verdadero sentido de “cubrir”; en contraste con el que odia, que no solamente las hace resaltar, si no que anda rebuscando qué reprochar al que odia.
Según algunos, al citar este proverbio Pedro le da otro sentido: al que ama le son perdonados muchos pecados, en mérito de su amor, lo cual concuerda con las palabras de Jesús en el episodio de la pecadora: “Sus muchos pecados le son perdonados porque amó mucho”. (Lc 7:47). Pero la primera interpretación es la más natural.
13. “En los labios del prudente se halla sabiduría; mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.”
Aquí el contraste consiste en que mientras que el prudente edifica y enseña a otros con la sabiduría que Dios le ha dado, y suscita respeto, cuando no admiración, por la utilidad de sus consejos, el que es “falto de cordura”, es decir, el que carece de sabiduría, hace daño con las necedades que atrevidamente profiere su boca, y necesita ser corregido –si es necesario, castigado físicamente- si persiste en su terquedad, a fin de que aprenda a razonar convenientemente.
El rey Salomón, y su hijo y sucesor, Roboam, ilustran muy bien el contraste que expone este proverbio. Mientras que en los labios del primero se hallaba sabiduría, y por eso de todo el mundo venían a escucharlo (1R 10:1,8), al suceder Roboam a su padre en el trono, en lugar de escuchar los consejos prudentes de los ancianos que habían estado con su padre, prefirió seguir la opinión de los jóvenes con los cuales se divertía. Su actitud necia provocó que más adelante se rebelaran contra él las diez tribus del norte, y se produjera la división del reino, hecho nefasto que fue para él como una vara para sus espaldas (1R 12:8-19), y una catástrofe para el pueblo elegido. Pero si él hubiera sido castigado de pequeño con vara, algo que quizá Salomón omitió, pese a que lo aconseja (Pr 19:29; 22:15; 26:3; 29:15), quizá no se hubiera comportado como un necio al heredar el trono de su padre.
La Versión Autorizada inglesa (KJV) traduce así: “En los labios del que tiene inteligencia (entendimiento) se halla sabiduría.” (2) Esto es necesariamente cierto si se trata de alguien que conoce y entiende las verdades divinas del Evangelio, porque las ha experimentado y son parte de su vida. De su boca brotarán dichos y consejos que iluminen el camino de los que, a su vez, buscan la sabiduría (Sal 37:30).
Los labios prudentes son en verdad una joya más valiosa que el oro y las piedras preciosas (Pr 20:15), porque sus consejos sabios pueden librar de la muerte, o de cometer serios errores, a los que los escuchan. Por eso dice bien el proverbista:
“En los labios del prudente se halla sabiduría.” El que es prudente medirá sus palabras para no ofender, para no chocar, para no exponerse a sí mismo ni a sus amigos, para no decir más de lo necesario. Como está acostumbrado a mirar las dos o más caras que presenta un asunto, su opinión será siempre esclarecedora; y si es buen conocedor de las personas, ayudará a escoger bien a sus colaboradores.
La segunda línea contrasta con la primera en el sentido de que describe las consecuencias que recaen sobre el que carece de sabiduría. Si fuera un caso de paralelismo antitético el segundo estico diría: “En los labios del falto de cordura está la necedad”. Pero sería demasiado obvio. Por eso opone a la constatación primera los efectos de la carencia de sabiduría.
Algo semejante ocurre con el proverbio siguiente, que es también un caso de paralelismo antitético, donde el segundo estico describe la posible consecuencia de la negación del primero. Los sabios atesoran, es decir, guardan bajo siete llaves y acumulan en sus mentes la sabiduría para no fallar, mientras que lo que el necio enseña, o aconseja, traerá una desgracia al que sigue sus instrucciones. El segundo estico podría decir: “Pero los necios atesoran necedad”. El autor lo omite y pasa a la consecuencia de la necedad. ¿Por qué dice: “la boca del necio”? Porque el necio suele enredarse en sus propias palabras.
14. “Los sabios guardan la sabiduría; mas la boca del necio es calamidad cercana.”
“Guardar” quiere decir “conservar”, “atesorar”. (Ellos son sus depositarios y los que la transmiten). Pero también quiere decir “obedecer”, o “cumplir”, lo que se aplica a los que se dejan guiar por ella, y como consecuencia, llevan vidas prósperas y tranquilas.
¿Por qué yuxtapone la conducta del sabio a la boca del necio? Porque mientras que el sabio suele guardar silencio mientras no le pregunten, el necio proclama su necedad a los cuatro vientos, y lo que él proclama es el anuncio de lo que va a hacer y que le traerá a él, y a los que puedan estar involucrados con él, grandes desgracias. Su boca es calamidad cercana para los despistados que lo escuchen y sigan sus equivocados consejos. La boca del sabio, en cambio, traerá bendición a los que siguen sus enseñanzas.
Dice que los sabios atesoran (así la KJV) sabiduría oyendo y leyendo la palabra de Dios, y meditando en ella, de manera que puedan instruir y aconsejar a otros en el momento oportuno (cf Mt:13:52). Salomón dedicó los tiempos de ocio que le permitían la administración de su vasto reino a investigar y conocer todo lo que se hace bajo el sol (Ecl 1:13) para poder transmitir sus conocimientos a otros. Eso lo hizo desde su juventud con la diligencia de la hormiga (Pr 6:6-8), por lo cual llegó a ser conocido como el hombre más sabio que había en la tierra.
Tenemos en las Escrituras dos ejemplos que ilustran la verdad contrastante de este proverbio. Timoteo, que perseveró en las verdades que le fueron enseñadas de niño (2Tm 3:14,15). El mago Elymas, que trató de impedir que el procónsul de la isla de Pafos oyera la palabra de Dios en la que deseaba ser instruido, por lo cual el apóstol Pablo lo reprendió severamente, y quedó ciego durante un tiempo (Hch 13:6-10).
15. “Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; y el desmayo de los pobres es su pobreza.”
Son las riquezas las que hacen fuerte al rico, y es la pobreza la que hace débil al pobre. El dinero otorga al que lo posee influencia y respeto (Gn 23:6), y atrae muchos amigos (Pr 19:4), cuya amistad, sin embargo, puede ser sólo interesada (19:6). Además, el rico se defiende de los ataques ajenos con su dinero, del que se dice que es un escudo (Ecl 7:12). En muchos sentidos, gracias a su dinero está libre de las limitaciones y penurias que sufren los pobres. Por su pobreza el pobre no puede pagar abogados que le defiendan, ni médicos y remedios que lo curen, y en su desventura se vuelve odioso para sus amigos (14:20) y hasta para sus hermanos (19:7). ¡Cuán traicionero y falso es el mundo alejado de Dios! ¿Les parece que eso no es posible en nuestros días? En Lima debe haber por lo menos un millón de personas en esa condición, y quizá me quede corto.
No obstante, Santiago nos recuerda que Dios ha elegido “a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman” (St 2:5). Y Jesús mismo nos dio ejemplo al nacer y vivir en la pobreza (Lc 2:7; Mt 8:20). Pero en su misericordia cuando lo considera oportuno Dios “levanta del polvo al pobre… para hacerlo sentar con los príncipes de su pueblo.” (Sal 113:7,8)
Pr 18:11 completa el significado de la primera línea de este proverbio (“Las riquezas del rico…) diciendo “y como un muro alto en su imaginación.” El rico se imagina que su dinero lo protege de toda desventura, pero ¿acaso lo libra de enfermedades, o de disputas familiares? Al contrario, pudiera ser que su fortuna atice rivalidades entre sus futuros herederos, y que eso le amargue la vida. Por eso el salmista aconseja a los ricos no poner su confianza en las riquezas (Sal 62:10b), porque no lo librarán en el día de la ira (Pr 11:4). ¿Hay alguien que pueda sobornar a Dios?
Hay cosas en la vida que tienen mucho más valor que las riquezas como, para comenzar, el conocer a Dios (Jr 9:23,24). Por ello Pablo también aconseja a los ricos no poner su confianza en las riquezas, que son inciertas (1Tm 6:17), sino que, más bien, sean ricos en buenas obras (v. 18).
De otro lado, la pobreza no impide al pobre gozar de la gloria futura, ni la riqueza asegura que se gozará de ella, como nos muestra la historia del rico y del mendigo Lázaro (Lc 16:19-21). Más bien Jesús dijo: “es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mt 19:24).
Como bien dice Ch. Bridges, ambos estados, la riqueza y la pobreza, tienen sus tentaciones y limitaciones propias (Pr 30:8,9; 1Tm 6:9,10). La mejor defensa contra ellas está en que los ricos sean “pobres en espíritu” (Mt 5:3; Jb 1:21), y que los pobres sean ricos en la fe (St 2:5; 1Tm 6:6-8).
Notas: 1. Curiosamente macor jayim (esto es “manantial de vida”) es en hebreo el nombre de la gran aorta de donde sale del corazón la sangre que irriga todo el cuerpo y le da vida.
2. Ya hemos visto que inteligencia no es lo mismo que sabiduría. Véase el comentario al vers. 10:1 en mi artículo “El Hijo Sabio Alegra al Padre”.


Amado lector: Jesús dijo: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, yo te exhorto a adquirir esa seguridad, porque no hay ninguna seguridad que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón a Dios por ellos, diciendo:
Jesús, Yo sé que tú moriste por mí en expiación de mis pecados y que me ofreces gratuitamente tu perdón. Aunque soy consciente de que no lo merezco, yo lo acepto y te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#930 (19.06.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

jueves, 10 de noviembre de 2016

LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA II
Un Comentario en dos partes de Proverbios 9
10. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” (cf 1:7; Sal 111:10)
11. “Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.” 12. “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.”
10a. El hecho de que se repita aquí esta importante frase, que figura también en otros lugares subrayando su importancia, recalca la trascendencia de su mensaje. El temor de Dios es no sólo “el principio de la sabiduría”, es también su culminación. Isaías había profetizado que ésta sería una de las cualidades que adornarían la humanidad del Mesías (Is 11:2,3). ¿Temía Jesús a Dios siendo Él mismo Dios? Pienso que como hombre, sí. Hagámonos nosotros conforme a su imagen en este aspecto si queremos ser en todo semejantes a  Él (Rm 8:29). 
          El hijo de Dios –dice Ch. Bridges- tiene un solo temor: ofender a su Padre Dios; y sólo un deseo: agradarle. ¿Es este tu caso y el mío? El temor de Dios es no sólo el comienzo de la sabiduría, es también, como he dicho, su culminación en la unión perfecta con nuestro Creador a la que lleva.
Notemos que no puede haber arrepentimiento, ni fe ni amor sin el temor de Dios. El temor de Dios es lo primero que nos infunde la gracia cuando toca nuestro corazón.
10b.  El conocimiento del Santísimo (en hebreo, plural mayestático) es, antes que nada, el conocimiento de su voluntad. Así lo entendían los hebreos cuya mente era más práctica que especulativa.  Porque ¿de qué sirve al hombre saber mucho acerca de Dios si no sabe qué es lo que Dios quiere que haga?
          Job puntualiza: “Apartarse del mal es la inteligencia.” (28:28) De nada sirve el temor de Dios si no hace que nos apartemos de toda ocasión de pecar, porque el que coquetea con el peligro, caerá en él. Ningún hombre es sabio si no teme al Señor. Hay muchos hombres inteligentes, sabios según el mundo, de un cociente intelectual muy alto, que no sólo no temen a Dios, sino que niegan su misma existencia. Algún día, pero ya tarde, descubrirán cuán necia era su pretendida inteligencia, porque la sabiduría que no tiene en cuenta el final inevitable de nuestra existencia es ciega necedad. Aún el palurdo más ignorante y analfabeto que teme a Dios es más sabio que el científico laureado que no tiene temor del Altísimo.
          Tertuliano, a fines del siglo segundo escribió: “Los herejes dicen que Dios no debe ser temido, de modo que para ellos todo es libre y sin restricciones. Pero ¿dónde no se teme a Dios sino donde Él no está presente? Donde Dios no está presente, tampoco hay verdad; y donde no hay verdad, una disciplina como la que ellos propugnan es natural. Pero donde Dios está presente hay temor de Dios, hay una seriedad decente, un cuidado vigilante, una solicitud ansiosa, una elección bien hecha…”
11. “Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.”
Es un hecho que la sabiduría guarda al hombre de cometer imprudencias que pueden acortar su vida y le ayuda a vivir de una manera sana que fortalezca su salud y, en consecuencia, alargue su vida. Por eso puede decirse que ella es “árbol de vida” para sus seguidores (11:30).
          Gozar de una larga vida es una de las recompensas que se promete al que sigue las pautas de la sabiduría expresada en los consejos de padre y madre (3:2,16; 4:10; 10:27), mientras que se afirma que “los años de los impíos serán acortados.” (Pr 10:27b) Ellos mismos cometen los actos que llevan a una muerte temprana, y con frecuencia trágica. En cambio, ¡cuán bienaventurado es el justo a cuya larga vida sucede una felicidad eterna!
          Podría deducirse de lo que aquí se dice que los días del hombre no están fijados, pues el hombre puede alargarlos por su conducta sensata, o acortarlos por su conducta necia. Sabemos también que Dios puede añadir años a la vida del hombre, si éste se lo pide, como hizo el rey Ezequías cuando se le anunció que iba a morir. (2 Re 20:5,6). Pero eso no quiere decir que no estén decretados de antemano en la mente de Dios, porque Dios sabe y ha previsto desde la eternidad todo lo que el hombre hará que pueda alargar o acortar su vida.
12. “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.”
Este versículo expresa una verdad fundamental: que es nuestro interés adquirir la sabiduría y huir de la necedad, porque nosotros somos los primeros que seremos beneficiados, o perjudicados, por nuestra conducta (cf 29:1). Cada uno carga con las consecuencias de su sabiduría o necedad (16:26; 3:13-18). Como dice Pablo: “Cada uno llevará su propia carga…lo que el hombre siembre, eso también segará; corrupción, si siembra para su carne; vida eterna, si siembra para el Espíritu.” (Gal 6:5,7,8). Siglos antes Ezequiel había afirmado: “El alma que pecare esa morirá.” (18:20). No hay manera de escapar de las consecuencias de nuestros pecados (Nm 32:23; Pr 11:21a), porque Dios lo ve todo (Pr 15:3; Jr 23:24).
          Nuestra sabiduría nos ayudará a tomar decisiones adecuadas que nos permitan enfrentar los obstáculos de manera favorable a nuestros intereses y a evitar las dificultades, mientras que el incauto tomará por capricho, o tozudez, decisiones que le generen inconvenientes (Pr 13:15b; 14:14).
          Dios no puede ser beneficiado ni perjudicado con nuestra conducta -Él está demasiado por encima nuestro- aunque sí puede ser alegrado por nuestra fidelidad, o entristecido (en cierta manera) por nuestra necedad, y por el daño que nos hacemos a nosotros mismos. Como bien dice Elifaz: “¿Traerá el hombre provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio.” (Jb 22:2; cf 35:6,7).
          Pero el hecho de que tú cargues con las consecuencias de tu sabiduría y de tu necedad no excluye que, en segundo término, otros las soporten también junto contigo; sobre todo tus familiares y los que dependen de ti.  El que es sabio beneficiará necesariamente a muchos con su sabiduría, porque el campo de su influencia afecta a su entorno inmediato, y aun más allá. En cambio, si la guarda sólo para sí, se mostrará egoísta, que es lo contrario a la verdadera sabiduría que, por naturaleza, es necesariamente generosa.
          A este respecto el Sirácida anota: “Hay sabios que lo son para sí, y cargan con el fruto de su saber; hay sabios que lo son para su pueblo, y los frutos de su saber son duraderos.” (37:22,23) No obstante, ocurre con frecuencia que la maldad del impío causa mucho daño a otras personas, porque está en la naturaleza del mal ser perjudicial. El impío causa daño a otros a veces gratuitamente, por pura maldad. Pero con más frecuencia lo hace para obtener algún beneficio personal. ¡No sabe cuánto pagará por ello!
          La primera parte de este vers. me recuerda al dicho del sabio judío Hillel: “Si yo no estoy a favor de mí ¿quién lo estará?”. En otras palabras, piensa en ti primero. Pero lo que el proverbio que comentamos quiere decir no es tan burdamente egoísta, sino que simplemente afirma que el primer beneficiario de la propia sabiduría es uno mismo. La sabiduría ajena no te es útil a menos que te den un buen consejo que pongas en práctica; así como, de manera semejante, tu sabiduría puede serle útil al que te lo pida y no lo eche en saco roto. De otro lado, si te burlas de la sabiduría y del buen consejo ajeno, tú llevarás las consecuencias.
En el libro de Proverbios nos encontramos con frecuencia con la oposición entre el sabio y el escarnecedor, entre el justo y el impío, algo a lo que ya apunta el salmo 1.
La Septuaginta, añade el siguiente versículo, que la versión aramea (Peshita) reproduce con variantes como vers. 13: “El que se apoya en falsedades trata de gobernar el viento y persigue al ave silvestre, porque ha abandonado el camino de su propia viña, y se ha desviado de los senderos de su labor para viajar por un desierto donde no hay agua; viaja sediento por la orilla de un transitado camino y nada recoge.”
El hombre que prefiere la mentira a la verdad es como si quisiera atrapar el viento con sus manos, o pescar las aves en su vuelo. Como ha abandonado la viña que le producía frutos sabrosos, pronto se encuentra en un páramo donde no hallará ni una gota de agua que moje sus labios resecos, ni una fruta que sacie su hambre. Los caminos del vicio son en verdad a la larga muy crueles, porque una vez satisfecho, el deseo ardiente deja como secuela un gran desengaño y desprecio de sí mismo. La lujuria cuando es despertada produce una sed de más placer que con nada puede ser satisfecha. 
13. “La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante.” 14. “Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad,” 15. “para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.”
La mujer insensata es atraída por el hombre, y el hombre es atraído por ella, como las moscas a la miel. Así como la sabiduría invita a los transeúntes a que vengan a su casa (9:1-6), la insensata también lo hace. Pero el resultado de aceptar sus invitaciones es opuesto: una hace más sabios a sus huéspedes, la otra hace más necios a sus invitados. (Nota 1).
Notemos, de paso, que insensato, o necio, no es lo mismo. En español lo primero señala a una persona que no piensa, que actúa por impulsos, que hace lo que en el momento le viene a la mente, y no reflexiona, mientras que necio es el que no conoce, o no admite, sus limitaciones, y cree que tiene siempre la razón, aunque es un ignorante. Por ese motivo, porque no piensa, la mujer insensata es alborotadora, está siempre intrigando, siguiendo sus instintos, que son muy fuertes.
Ella es sensual y astuta, pero también ociosa. Se sienta a la puerta de su casa para ver pasar a la gente. No es como la mujer sabia que envía a sus criadas que hablen por ella. No, la insensata se sienta en una actitud provocadora, arriba donde la gente va de paseo. Ella llama sobre todo a los que van por su camino derecho. A ella no le interesan los sinvergüenzas como ella. Ella tiene un instinto especial para detectar a los rectos incautos; a los que obran juiciosamente pero son poco advertidos, o son más bien ingenuos. A esos se complace en seducir, en hacerles descubrir las delicias del pecado, como hace la Jezabel de Ap 2:20. Notemos, sin embargo, como dice Ch. Bridges, que los deseos de la carne están en abierta oposición con la sabiduría divina, la paralizan y oscurecen el entendimiento (Os 4:11).
Lo que primero que se dice de ella es que es alborotadora (Pr 7:11). Le gusta hacer líos; anda inquietando, azuzando las rivalidades, y se goza en las peleas que suscita, que después denuncia haciéndose la inocente.
Es simple, pero no tonta sino astuta. Es ignorante, pero no acomplejada. En ella se cumple el dicho: la ignorancia es atrevida. Con gran desparpajo se sienta a la puerta de su casa para ver pasar a la gente que se dirige a los lugares altos a quemar incienso a los ídolos, o los que van ocupados en sus asuntos sin mal pensamiento en su cabeza.
16. “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo:” 17. “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso.”
Al primero que divisa que tiene cara de ser presa fácil, le guiña el ojo y le dice: “Ven acá”, con mirada atrevida y voz sugestiva. Su invitación no es tímida sino directa, aunque usa un lenguaje figurado. “Las aguas hurtadas son dulces”, es decir, el placer ilícito es el mejor de todos, esconde delicias que el amor honesto desconoce. Ven, prueba de esta miel que nunca has gustado y que te será deliciosa. Ven, escóndete para que nadie te vea, ni sepa lo que hacemos, (aunque, en verdad, todos la conocen y saben lo que ocurre entre las paredes de su casa). Pero, sobre todo, lo conoce Dios, para quien nada de lo que ocurre en la tierra está oculto, y cuya mirada penetra en lo más secreto.
“Las aguas hurtadas son dulces” al comienzo, pero después dejan un sabor amargo, hecho de remordimientos, angustia y temor. Por eso te aconsejo, amigo lector: No bebas el agua de la cisterna ajena (5:15), porque aunque parezca deliciosa al comienzo, al final resulta venenosa. (2)  
¿A cuántos habrá engañado el atractivo de la aventura prohibida y llevado prematuramente a la tumba? Centenares de jóvenes sucumben a este hechizo si no físicamente, sí espiritualmente (Pr 20:17). Como dice el Sirácida: “El lujurioso que encuentra dulce cualquier pan no parará hasta que el fuego lo consuma.” (Sir 23:17).
18. Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol.” (cf Pr 2:19; 7:27).
El ingenuo que cae en sus lazos no sabe qué hay detrás del umbral que lo hará irremediablemente prisionero del encanto de una mujer desvergonzada. Comprenderá que lo que ella le ofrecía no era mentira, pero que su pie ha quedado atrapado en una trampa que no lo suelta. Clamará y gritará para librarse, pero no podrá porque, en el fondo, no quiere escapar. Odia su prisión y, a la vez, suspira por ella. Al final sacrificará su libertad por la lujuria. Pero, entre tanto, ella va en busca de otra víctima, y desprecia al primero que cayó en sus redes.
“Ven acá” ¡Qué invitación tan desvergonzada! Eso le puede decir el padre al hijo, el hermano al hermano, el amigo al amigo, el patrón al siervo. Pero ella se lo dice a un desconocido como si estuviera familiarizada con él y fueran viejos amigos.
El simple inocente puede reaccionar de dos maneras: rechazar molesto la invitación, y seguir de largo o, despertada su curiosidad, detenerse un momento y acercarse. Entonces ella le susurra insinuante, y con cierta impudicia en la mirada, la fórmula que nunca falla: “las aguas hurtadas son dulces.” El amor a escondidas, ilegal, es placentero. Déjate atraer por él; concédete este placer, y no lo olvidarás en tu vida.
Ella vive de los que caen en sus lazos, de los que ya nunca escaparán porque los ha capturado sin remedio con su hechizo. Entonces ellos, atrapados entre sus faldas, se sentirán cada día más viles, avergonzados y despreciables, y empezarán a decaer desmoralizados. La decadencia se apodera de sus vidas y pierden su dinero y su trabajo. Pero cuando ya no tienen qué darle a la mujer, ella los desprecia y va en busca de otros incautos.
Nota 1. Algunos ven en esta mujer, dice J. Gill,  a la locura misma como opuesta a la sabiduría; otros a la razón ciega a las realidades espirituales; otros a la herejía y a las supersticiones; otros a la serpiente antigua, al diablo, que asume formas diversas para engañar al hombre. Ella parece ser la misma que la mujer extraña, o ramera, descrita en Pr 2:16-19; 5:3-6; 7:5ss. Otros la identifican, agrega el mismo autor, con el anticristo, que es descrito en Apocalipsis como “la gran ramera” (17:3-6)
2. En la antigüedad los pozos, las cisternas y las fuentes de agua eran una posesión valiosa, y eran muy codiciadas en los lugares desiertos. Sus dueños solían sellarlas para impedir que extraños bebieran de ellas, y a veces surgían disputas por su posesión (Gn 21:22-32).
Estimado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir la presencia de Dios y a gozar de su compañía para siempre, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón por ellos haciendo la siguiente oración:
Señor Jesús, yo me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lávame con tu sangre. Entra en mi corazón y sé el Señor de mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

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viernes, 28 de octubre de 2016

LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA I

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA I
Un Comentario en dos partes de Proverbios 9
Este capítulo asume la forma de un tríptico (1-6; 7-12; 13-18) de tres veces seis versículos, en el que las dos secciones de los extremos se corresponden. Entre ambas secciones se intercala una sección intermedia que completa el tríptico, y en la que, en su primera parte (vers. 7-9) se habla de las dos clases de oyentes que pueden acudir a la invitación de las dos mujeres representativas de la sabiduría y de la necedad. En la segunda (ver. 10-12) se habla principalmente de las buenas consecuencias que trae seguir a la sabiduría, cuyo principio es el temor de Dios.


1. “La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas.” 2. “Mató sus víctimas, mezcló su vino, y puso su mesa.” 3. “Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó.” 4. “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice:” 5. “Venid, comed mi pan (Nota 1), y bebed del vino que yo he mezclado.” 6. “Dejad las simplezas, y vivid, y andad por el camino de la inteligencia.” (Pr 2:6; 4:7; cf Jr 42:3: Os 14:9)
7. “El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; El que reprende al impío, se atrae mancha.” 8. “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará.” (2) 9. “Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber.” 10. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” (cf 1:7; Sal 111:10) 11. “Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.” 12. “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.”
13. “La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante.” 14. “Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad,” 15. “para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.” 16. “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo:” 17. “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso.” 18. “Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol.”


Hay un paralelismo interesante entre las secciones 9:1-6 y 13-18. En la primera sección se habla de la sabiduría; en la segunda, de la necedad personificada en la mujer insensata, que es todo lo contrario imaginable a la sabia. La mujer sabia es diligente, edifica su casa (3), labra sus 7 columnas. ¿Tendrían 7 columnas las  casas de los hebreos entonces?  ¿O se trata del número simbólico de perfección –el de los siete días de la creación, Gn 1:1-2:23- referido a las columnas  o pilares, es decir al sostén o fundamento de algo?
          La cosmogonía antigua suponía que la tierra era sustentada por columnas que se asentaban sobre el abismo (el mar abismal) que sostenían su peso. Por ejemplo, en 1Sm 2:8: “Porque de Jehová son las columnas de la tierra, y Él afirmó sobre ellas el mundo.”
          La estructura de las casas de los patricios estaba sostenida por columnas. Recuérdese cómo Sansón derribó la casa en que se encontraba la gente festejando y burlándose de él, empujando con sus brazos dos de sus columnas (Jc 16:23-20).
          La sabiduría prepara un banquete para sus convidados y los hace llamar. La mujer insensata, en cambio, no hace nada sino sentarse a la puerta de su casa, esperando. De ella se dice que es alborotadora, simple e ignorante.
          La mujer sabia invita, o busca, a sus invitados a través de criadas; la mujer insensata los llama ella misma, pero no los busca, sino que llama a los pasantes "que van por sus caminos derechos" (v. 15), esto es, que van a sus ocupaciones sin tener nada malo en mente. Es ociosa, no se toma mayor molestia para buscar a sus invitados. Pero ambas atraen a sus invitados en los lugares altos.
          ¿Qué son los lugares altos? Posiblemente los sitios donde hay mayor concurrencia de gente, los lugares públicos. Ambas invitan a los simples, a los faltos de cordura, como en Pr 1:4. Notemos que los versículos de invitación en ambos casos son prácticamente idénticos (9:4 y 16), porque los que tienen necesidad de sabiduría, y los que están en peligro de sucumbir a los halagos de las tentaciones, pertenecen a la misma clase de personas.
          Ambas invitan a comer y a beber simbólicamente: vino y pan la una; agua y pan, la otra. Pero la segunda recomienda lo pecaminoso, lo oculto y escondido ("aguas hurtadas", "pan comido en lo oculto") y elogia el delicioso sabor de lo que ofrece; mientras que la sabiduría no trata de incitar, o seducir, a sus invitados ofreciendo placeres prohibidos. Aquí también hay un contraste: La mujer sabia misma ha preparado lo que ofrece, mató a los animales que va a servir, mezcló su vino (en Israel el vino no se bebía puro, sino mezclado con agua y especies aromáticas) y puso su mesa, lo cual incluye sin duda las viandas, o carne (cf Mt 22:4). (4) En el pan y en el vino que la mujer sabia ofrece algunos ven una alusión a la mesa del Señor, donde, siguiendo el modelo sentado por Melquisedec (Gn 14:18-20), se ofrece pan y vino a los partícipes,  tal como hizo Jesús en la víspera de su pasión (Mt 26:26-29).
La insensata no ha preparado ella misma nada, no se ha tomado ninguna molestia; ella ofrece lo que encuentra a la mano, lo que está disponible; esto es, sugiere aprovechar las oportunidades que se presenten. De otro lado, mientras la mujer sabia menciona el resultado positivo de aceptar su invitación (v.6), la insensata calla el final amargo que espera a los que acuden a la suya (v. 18). Estos pasajes contrastan bien la sabiduría con la necedad, encarnada en la mujer insensata. Pero el mayor contraste es que la sabiduría lleva a la virtud y a la paz del alma; la necedad, al pecado, al remordimiento y a la angustia. Esto es, la una invita para vida, la otra para muerte. Aquí hay también ya una diferencia fundamental. Pero además, lo que la sabiduría ofrece es resultado del esmero y del esfuerzo; lo que la necedad ofrece es improvisado.
3. En las parábolas del Nuevo Testamento vemos que el dueño de casa convoca a sus invitados mediante sus siervos (Mt 22:3; Lc 14:17). Aquí la sabiduría –que no es otra sino la misma que habla en el capítulo 8- lo hace a través de sus criadas. ¿Por qué la diferencia? No sabemos, pero quizá sea para enfatizar la personificación femenina de la sabiduría (hokma). Pero mientras que en las parábolas de Jesús mencionadas arriba, los invitados al banquete ya habían sido advertidos de antemano, en este caso no lo han sido, sino que las criadas hacen la invitación de frente a todos los que encuentran.
Si entendemos que Jesús es la sabiduría de Dios y que su mensaje es el Evangelio, las criadas que envía para llamar a sus invitados son, en primer lugar, los apóstoles que difundieron su mensaje al  comienzo, y los predicadores y evangelistas que los sucedieron y que, con la ayuda del Espíritu Santo, tuvieron tanto éxito en difundir el mensaje de Cristo. El hecho de que ella clame en los lugares más altos de la ciudad, nos indica que el Evangelio debe ser predicado a los gobernantes y a las personas en autoridad.
5. El pan y el vino simbolizan el cuerpo partido y la sangre derramada de Cristo, sabiduría de Dios, que da su vida a todos los que se apropian de ella por la fe (Mt 26:26-28; 1Cor 11:23-26).
6. Los apóstoles Simón y Andrés, y los hijos de Zebedeo, dejaron no simplezas, sino su oficio de la pesca, para convertirse en pescadores de hombres (Mt 4:18-22).
Charles Bridges (5) propone una interpretación original de esta estrofa que quisiera glosar libremente: La sabiduría, personificada como una reina según la costumbre oriental, envía a sus siervas (los apóstoles) para invitar a la fiesta que ha preparado (Mt 22:2-4). Ha edificado su casa (la iglesia del Dios viviente, 1Tm 3:15) firmemente sobre los pilares de la verdad eterna (Ef 2:20,21). La víctima ya ha sido sacrificada (1Cor 5:7; Is 25:6). Ella llama a todos (Is 55:1,5) a comer del pan de vida y a beber del vino de la gracia (Mt 26:26-28). 
7. Es curioso que se aconseje no reprender al que más lo necesita, por medida de prudencia, para no atraer su venganza. Esta recomendación parece estar en oposición a aquello en lo que consiste el oficio del profeta, esto es, advertir a los prevaricadores el fin que le espera,  pero, en realidad, no se trata de eso. Este proverbio es un consejo de prudencia. No es aconsejable corregir al que no va a escuchar y va a tomar muy mal tus observaciones, como bien dice el proverbista: “El escarnecedor no ama al que lo reprende, ni se junta con los sabios.” (15:12), como también dice que por muy oportunas que sean tus reflexiones, las despreciará. Si es un hombre poderoso buscará vengarse de tu osadía.
Recuérdese en este sentido lo ocurrido al profeta Micaías con el rey Acab en 1 R 22:1-25, especialmente los tres últimos versículos. Cuando el rey Acab oyó el anuncio del trágico final que lo esperaba, se encolerizó y ordenó que encarcelaran al profeta atrevido (v. 26-28; cf 2Cro 25:15,16). Jesús dijo: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.” (Mt 7:6).
El oficio de profeta no se ejerce por iniciativa propia, sino por un llamado divino que lleva aparejado el arrostrar los riesgos de la misión encomendada. El profeta actúa de manera imprudente porque su misión lo exige. Pero el que no tiene ese llamado no debe correr riesgos inútiles (c.f. Pr 15:12a).
Es verdad que debemos distinguir entre el escarnecedor ignorante, y el que se burla con pleno conocimiento de lo que hace. Pablo persiguió a los cristianos porque era ignorante de la verdad, pero tan pronto como ésta le fue revelada sobrenaturalmente (Hch 9:1-19), se convirtió en su más denodado apóstol. En cambio, como bien apunta Charles Bridges, la mayoría de sus compatriotas rechazaron obstinadamente el mensaje de salvación que él les traía  (Hch 13:45,46,50; 18:6). ¡Cuánta compasión merecen, en efecto, los que rechazan toda noción de Dios, y se oponen  acerbamente a los que predican! (Sal 14:1a). Su destino final es terrible. De otro lado, guardar silencio puede ser en algunos casos la reprensión más elocuente y efectiva (Am 5:13).  
8a. “No reprendas al escarnecedor…” (6)
8b. "Corrige al sabio y te amará". El que ama el saber recibe la instrucción con agrado, y por eso ama también al que lo instruye. En Sirácida 8:14 se da un consejo semejante. (7)
          9. Esto coincide con lo que dice Jesús: Al que tiene le será dado más. (Mt 25:29) La razón se encuentra en los proverbios 12:1a 15:14a y 18:15. El entendido valora la sabiduría y tiene en gran estima el conocimiento, pues sabe cuán útil puede ser en la vida, y cuán peligrosa es la carencia de ambas cosas. Pero para que la amonestación sea bien recibida debe ser hecha con palabras amables, inspiradas por el amor. La reprensión dicha con dureza provoca rechazo. Llegará el día en que los hombres cerrarán sus oídos a toda amonestación, por razonable que sea, porque estarán empeñados en seguir el mal camino que ciegamente han escogido. Ap 22:11a dice: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía…”
          Todos los seres humanos tratan de incrementar lo que tienen, sea dinero, o conocimiento, o influencias, o amistades, o poder, etc. El que está inclinado al bien tratará de incrementar lo bueno que posee; el que lo está al mal, lo malo. Es una ley de la vida que se cumple en campos tan variados como el deporte, la ciencia, el dinero, la delincuencia, la política… Todos queremos tener más.
          Ironside (8) escribe: “Cuanto más superficial y vana es una persona, menos desea escuchar un consejo prudente; mientras que los que son sabios se alegran de escuchar al que puede corregirlos e instruirlos. Por lo general, cuanto menos un hombre sepa, más cree saber. Cuanto más sepa realmente, tanto más es consciente de su ignorancia y limitaciones.” Eso coincide con el dicho de Sócrates: “Sólo sé que no sé nada.”  
Notas: 1. La palabra "pan" en hebreo (lejem) significa también "alimento" en general. De ahí viene el nombre de la ciudad donde nació el Salvador "Beth-lejem" = casa de pan o de alimento.
2. “Escarnecedor” (luts) podría también traducirse como “arrogante” (Is 28:22).
3. Algunos comentaristas antiguos ven en la casa que la sabiduría edificó para sí, una alusión al cuerpo de Cristo quien, como hemos visto, es la sabiduría misma (Pr 8:22-31) y, que por el poder del Espíritu Santo, se hizo carne en el cuerpo virginal de María.
4. Nótese que en Is 55:1-3 Dios llama a los hambrientos y sedientos de conocimiento en términos semejantes (cf Sir 15:3).
5. Charles Bridges (1794-1869) fue educado en Queen’s College, Cambridge, y ordenado en 1817. Ocupó diversos pastorados en la Iglesia de Inglaterra, de cuyo partido evangélico fue un prominente líder. Es recordado sobre todo por su obra expositiva (Salmo 119, Eclesiastés, entre otros). Su Exposición del Libro de los Proverbios, muy apreciada por Ch. Spurgeon, es el mejor comentario que conozco de este libro. Se puede conseguir en internet.
6. Tres ejemplos de reprender y ser aborrecido: 1) José, que fue odiado por sus hermanos porque informaba a su padre de la mala fama que tenían: Gn 37; 2) El profeta que amonestó a Amasías por rendir culto a los ídolos de los edomitas, y fue por ello amenazado de muerte: 2Cro 25:14-16; 3) Juan  Bautista, que reprendió a Herodes el tetrarca por haber tomado por esposa a Herodías, la mujer de su hermano, y fue decapitado: Mt 14:1-10. (F.J.Dake)
7. Tres ejemplos de reprender y ser amado: 1) El profeta Natán que echó en cara a David su adulterio y el crimen que había cometido, e hizo que se arrepintiera: 2Sm 12:1-14; 2) Los discípulos de Emaús que fueron reprendidos por Jesús porque no creyeron que Él había resucitado: Lc 24:25-35; 3) Pedro que había negado a Jesús tres veces (Mt 26:69-75), y fue amonestado por Jesús resucitado tres veces, a la vez que se le confería una misión: Jn 21:15-17. (F.J. Dake)
8. H.A. Ironside (1876-1951), nació en Toronto, Canadá. Aunque autodidacta de formación, alcanzó un alto grado de erudición demostrada en los 51 libros de comentarios de la Biblia que escribió, que se distinguen por la claridad de su mensaje.  Fue pastor durante 18 años de la iglesia Moody Memorial Church de Chicago (su único pastorado) pero predicó incansablemente la palabra de Dios hasta su muerte, donde quiera que lo llamaran.

Estimado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir la presencia de Dios y a gozar de su compañía para siempre, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón por ellos haciendo la siguiente oración:
Señor Jesús, yo me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lávame con tu sangre. Entra en mi corazón y sé el Señor de mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#922 (17.04.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).