miércoles, 27 de julio de 2016

MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS - A TIATIRA II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS VII
A LA IGLESIA DE TIATIRA II
Un Comentario de Apocalipsis 2:24-29

24. “Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga:”
¿Quiénes son esos “vosotros” y esos “demás” que están en Tiatira? Estas palabras implican que las cartas de Jesús están dirigidas a los responsables, a los ancianos de cada iglesia, no a una sola persona en autoridad. A ellos dirige Jesús, en primer lugar, sus advertencias, aunque ellas alcancen a todos los fieles de la iglesia incluidos en la expresión “los demás”.

Las palabras que siguen conciernen a los que han permanecido fieles, a los que no se han dejado seducir por doctrinas equivocadas, que suponemos eran la mayoría de la iglesia, por muy atractivo que fuera lo que Jezabel, o Satanás por intermedio de ella, ofrecía a los creyentes de Tiatira.

“No han conocido las profundidades de Satanás”. Esas palabras indican que hubo quienes se involucraron a fondo con conceptos y prácticas ocultistas diabólicas, y que se jactaban del conocimiento esotérico que obtenían a través de ellas, sin percatarse del peligro al que se exponían.

Es posible que al hablar de las profundidades de Satanás Jesús haya pensado en los albores del movimiento gnóstico, que amenazó la pureza doctrinal de la Iglesia, pretendiendo estar en posesión de conocimientos profundos acerca de los misterios divinos, y que en el curso del tiempo captó muchísimos seguidores.

En su estudio de las palabras del Nuevo Testamento M. Vincent pone el término “profundidades de Satanás” en relación con la secta gnóstica de los ofitas (adoradores de la serpiente) que perduró hasta inicios del siglo VI, en que fue proscrita por el emperador Justiniano. Su doctrina, cuyo germen es común a muchas sectas gnósticas y ocultistas, invertía el relato de la creación haciendo del Creador un ser malévolo, hostil al Dios supremo, de modo que la caída del hombre como consecuencia de su desobediencia, fuera considerada no como una transgresión contra la voluntad divina, sino como un acto de emancipación frente a una autoridad malvada. La serpiente tentadora no sería entonces una enemiga de la humanidad, sino su benefactora. Ella es un símbolo del intelecto, mediante el cual la primera pareja humana obtuvo el conocimiento de la existencia de seres superiores a su Creador. De esa manera llevaban a cabo lo que denuncia Isaías: “¡Ay de los que al mal llaman bien, y al bien, mal; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz…” (Is 5:20). En su arrogante blasfemia convertían a Satanás en Dios, y a Dios en Satanás. Su uso de la palabra “profundidades” pervertía y se burlaba de la exclamación emocionada de Pablo: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Rm 11:33). 

Pero a los que no lo hicieron Jesús les dice que no les impondrá otra carga aparte de la que ya tienen, y que Él ha elogiado en el vers. 19. (Véase el artículo anterior “Mensajes a las Siete Iglesias VI”). La carga a la que Jesús alude se refiere, en opinión de muchos, a las normas dictadas por el Concilio de Jerusalén para los gentiles que se convertían a Cristo (Hch 16:28,29).

25. “pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.”
Jesús anima a los creyentes a mantenerse firmes de la manera expuesta hasta que Él vuelva, según su promesa. Aunque la idea de su pronto retorno está presente en todos los mensajes, ésta es la primera vez que lo menciona explícitamente, y no lo volverá a hacer hasta la carta a la iglesia de Filadelfia (Ap 3:11). Sin embargo, la iglesia de esos primeros tiempos vivía en la expectativa del pronto retorno de Jesús, según Él había anunciado repetidas veces. La frustrada expectativa de su pronta vuelta hizo que la fe de muchos se conmoviera, al punto de que el apóstol Pedro consideró necesario tranquilizar a los que se impacientaban por no verlo regresar (2P 3:4-9).

¿A qué se refiere “lo que tenéis” y que debe ser retenido? Pudieran ser las reglas de conducta derivadas de las Sagradas Escrituras, y que expresan la voluntad de Dios para el hombre, la forma en que ha de comportarse para agradarle. Los evangelios están llenos de esas instrucciones prácticas, así como lo están también las porciones parenéticas de las epístolas. Como por ejemplo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced el bien a los que os aborrecen…” (Mt 5:44). O “Al que te pide, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. (Mt 5:42). O “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” (Rm 13:7).

No obstante, Jesús afirma claramente: “mi yugo es fácil, y mi carga ligera.” (Mt 11:30). En cambio, los fariseos añadían a los mandamientos contenidos en la Ley, reglas minuciosas que cubrían todos los aspectos de la vida diaria que, tal como denunció Jesús, se convertían en una carga pesada de llevar (Mt 23:4; Mr 7:8).

26, 27. “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
En esta ocasión a la frase “Al que venciere”, que figura en todas las otras cartas, Jesús añade las palabras: “y guardare mis obras hasta el fin.” ¿De qué obras se trata? Las que se acaba de mencionar al comentar al versículo anterior, a las que se podría añadir el fruto del Espíritu de que habla Gal 5:22,23 y, a imitación suya, el predicar el evangelio a las naciones, la enseñanza de su doctrina, y las obras de caridad con los necesitados. O quizá simplemente la obediencia a la ley de Cristo de que habla Pablo (1Cor 9:21; Gal 6:2), que abarca lo mencionado y mucho más.

En estos dos versículos Jesús hace una promesa inusitada a los que le permanezcan fieles hasta el fin: les dará autoridad sobre las naciones, a las que regirán con vara de hierro. Ahora bien ¿cuándo debe cumplirse, o cuándo se cumplió esa promesa? ¿Se trata de un cumplimiento que se realiza en este siglo, o en el siglo venidero? ¿Se cumplirá en el curso normal de la historia, o será un cumplimiento escatológico?

¿Podría decirse que la primera opción se cumplió cuando los emperadores bizantinos acumularon todo el poder, y rigieron el mundo mediterráneo oriental y aún más allá, a partir del siglo IV? ¿O cuando el Sacro Imperio Romano Germánico, fundado por Carlomagno el año 800, unido al poder de la iglesia, se extendió a toda Europa? No lo creo porque en el primer caso su hegemonía fue pronto socavada por las invasiones de árabes y turcos, en su afán por expandir el Islam. Y en el caso del segundo, las luchas intestinas mermaron su autoridad.

Más parece que se tratara de un cumplimiento al final de los tiempos, cuando los cristianos reinen con Cristo, porque la promesa no está reservada a una sola persona, al emperador, sino está destinada a todo el que venza los obstáculos que el enemigo ponga en su camino, es decir, a todos los cristianos vencedores y fieles.

Esta palabra está ligada a lo que se dice en Ap 1:6, 5:10 acerca de los que Jesús hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; y nos hace pensar en lo que Jesús prometió a sus discípulos: “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Mt 19:28 c.f. Lc 22:30). 

Pablo también afirma que los santos han de juzgar al mundo (1 Cor 6:2). El Salmo 2 lo había profetizado respecto de Cristo: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.” (v. 8). Pero Él ejercerá ese poder que ha recibido de su Padre a través de sus apóstoles y discípulos.

El mismo salmo añade una frase a la que Jesús en este pasaje se refiere directamente: “Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.” (v. 9).

La autoridad que sea entonces delegada a los creyentes será adecuada a la fidelidad que mostraron en esta vida, según dijo Jesús en la parábola de los talentos, a los siervos a los que encargó administrar su dinero: “Bien, siervo bueno y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25:21,23). A los que supieron dominar sus pasiones en la tierra, Dios les encargará gobernar a los pueblos en el cielo, escribe acertadamente John Stott.

“Las regirá con vara de hierro; y serán quebrantadas como vaso de alfarero.” Antes de instaurar el nuevo orden, el antiguo debe ser totalmente destruido. Antes de la regeneración de todas las cosas, el bien y el mal convivían. Pero llegará el momento en que la cizaña deberá ser separada del trigo y quemada al fuego (Mt 13: 30,41,42).

En Jeremías Dios nos pone delante la imagen del alfarero que fabrica sus vasijas moldeando el barro en la rueda (Jr 18:1-6). Dios tiene sobre nosotros un dominio mayor que el que tiene el alfarero sobre sus vasijas, porque el alfarero sólo les da forma, pero Dios ha creado tanto a la arcilla como al alfarero (M. Henry). Más adelante Él ordena al profeta realizar una acción simbólica, consistente en quebrar un vaso de barro delante de los ancianos del pueblo infiel (Jr 19:10). Dios trata a su pueblo como el alfarero rompe y descarta las vasijas que salieron mal, y escoge y preserva las que son a su gusto.

Llegará el día en que el jinete del caballo blanco herirá a las naciones con la espada aguda que sale de su boca –es decir, con su palabra- y las regirá con vara de hierro, señal de autoridad absoluta (Ap 19:15).

28. “y le daré la estrella de la mañana". 
Ése es Jesús mismo, según sus propias palabras: “Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” (Ap 22:16). Ya muchos siglos atrás Balaam había profetizado a pesar suyo su venida: “Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá Estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel.” (Nm 24:17).

Así como el lucero de la mañana anuncia un nuevo día, de igual manera cuando Cristo se levante –es decir, cuando aparezca su señal en los cielos (Mt 24:30)- regirá un nuevo día que empiece con su venida y que no tendrá fin. La estrella es señal de autoridad. Recuérdese que fue una estrella de Oriente la que anunció a los magos su nacimiento (Mt 2:2). Entonces dará a sus discípulos fieles la potestad de gobernar a las naciones con Él. Ellos compartirán no sólo su autoridad y su poder, sino también su gloria. Al haberle dado la espalda a la oscuridad del pecado, podrán ver la gloria de Dios reflejada en la faz de Jesucristo (2Cor 3:18).

29. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Esta frase que aparece al final de todas las cartas, ha sido ya tratada en el comentario de las tres cartas anteriores. No tengo nada que añadir por el momento a lo ya dicho. 

NB. Desde el punto de vista histórico-simbólico la iglesia de Tiatira representa el período que va desde inicios del siglo VII hasta la Reforma protestante, esto es, la era de la grandes catedrales y del inicio de las universidades bajo su sombra; la era de la consolidación del poder del Papado, con las contradicciones que trajo consigo; de la fundación, como contraparte, de las órdenes mendicantes, con su testimonio de pobreza; la era de las cruzadas y de los denodados esfuerzos para detener el avance del Islam; la era de las luchas feudales que condujeron al surgimiento de los reinos de España y Portugal, de Francia, Inglaterra y Austria, mientras Alemania e Italia seguían siendo un mosaico de pequeños estados; la era del surgimiento de las ciudades alrededor de los conventos, y de los primeros pasos de la ciencia experimental; la era del pasmoso desarrollo de la literatura, de las artes plásticas, de la arquitectura y de la música, que llevó al despertar del Renacimiento, sobre todo, pero no sólo en Italia; la era, en fin, de la invención de la imprenta, y del descubrimiento de América.

Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, yo te exhorto a arrepentirte de tus pecados, y  te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

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miércoles, 20 de julio de 2016

MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS VI - A TIATIRA I

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS VI
A LA IGLESIA DE TIATIRA I
Un Comentario de Apocalipsis 2:18-23

La ciudad de Tiatira está situada al Sur de Pérgamo, entre esta ciudad y Sardis. A inicios del siglo III AC, Seleuco Nicator estableció en la antigua Pelopia una guarnición de macedonios para defender el acceso al valle, y le puso el nombre de Tiatira. Pasó a manos del reino de Pérgamo el año 190 AC, y de los romanos en 133 AC. No tenía un acrópolis propiamente dicho, como la mayoría de las ciudades griegas, pero tenía un templo dedicado al dios Apolo y otro, a la diosa Artemisa (Diana).

Como apunta W.M. Ramsay, a lo largo de la historia, especialmente durante los siglos de lucha entre los invasores musulmanes, (primero árabes y después turcos), y los defensores cristianos, su destino estuvo marcado por su situación estratégica en la ruta de la invasión. Bloqueaba el camino de los ejércitos invasores, y por eso debía ser conquistada por todo invasor. Pero a la vez, como resguardaba el pasaje a un rico distrito, debía ser defendida a toda costa y ser fortificada. Actualmente la ciudad subsiste con el nombre de Ak-Hisar, y tiene unos cien mil habitantes.

En los años en que se escribieron estas cartas se distinguía sobre todo a causa de su comercio floreciente, y por sus gremios artesanales especializados en trabajos de bronce, cerámica, tejeduría, textiles y tejidos de púrpura, que en esta ciudad era obtenida no de moluscos marinos, sino de una raíz. Su nombre aparece en el libro de los Hechos en conexión con Lidia, la primera mujer gentil convertida al cristianismo. De ella dice Hechos que era "vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira." (Hch 16:14) Ella era una persona de posición acomodada porque se permitía invitar a Pablo y a su comitiva a posar en su casa. Ella adoraba al Dios verdadero, lo cual quiere decir probablemente que era prosélita del judaísmo. Estando Pablo y sus compañeros en Filipos un día de reposo, salieron fuera de la ciudad, junto al río, donde los judíos piadosos solían reunirse para orar (porque no había sinagoga en la ciudad), y empezaron a hablar a las mujeres que estaban allí. Una de ellas, Lidia, estaba atenta a lo que Pablo decía, creyó y fue bautizada, ella con su familia (Hch 16:13-15).

18. Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:"
La epístola a la iglesia de Tiatira es la más larga de todas las epístolas de nuestro Señor y también la más elogiosa. Quizá por ese motivo Jesús se refiere a sí mismo en una forma que no ha empleado antes, ni lo hará en las subsiguientes cartas, esto es, como el Hijo de Dios, el eterno Hijo Unigénito del Padre. Y luego se describe a sí mismo en los términos resaltantes de la descripción que Juan da de su apariencia al comienzo del libro: "ojos como llama de fuego y pies semejantes a bronce bruñido" (Ap 1:14,15).

Los ojos llameantes son, como ya se ha dicho, de un lado, manifestación de amor encendido y, de otro, expresión de ira santa y de juicio, con los cuales escudriña la mente y el corazón. Los pies de bronce bruñido simbolizan la perfecta sabiduría, y la firmeza con la que Dios actúa.

La fe de los cristianos en Tiatira estaba expuesta a un gran peligro debido a que nadie podía pertenecer a los gremios artesanales -condición indispensable para prosperar en un oficio- sin participar en sus banquetes comunales que podían tener el carácter de festines idolátricos y, posiblemente, al final orgiásticos. Ya en su carta a la iglesia de Pérgamo Jesús había expresado su oposición a toda concesión a las prácticas paganas que podían inducir a los creyentes a pecar. Pero obedecer a esa orden suya significaba aceptar limitaciones en el ejercicio de su oficio o profesión, esto es, empobrecer.

19. "Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras."
La frase “Yo conozco tus obras" es como un estribillo que se repite en cada epístola. Jesús la repite tanto porque quiere que seamos conscientes de que Él conoce todo lo que hacemos, que nuestra vida es un libro abierto delante de sus ojos, y que nada de lo que hacemos escapa a su mirada.

Pero no sólo conoce las obras de la iglesia, sino también las cualidades que posee,
esto es, su amor, fe servicio y paciencia. Que mencione el amor en primer lugar, como nada dice inútilmente, quiere decir que los miembros de esta iglesia se distinguían por su amor acendrado, primero a Dios y, segundo, al prójimo. Este amor debe haber sido algo especial para que Jesús lo destaque, y que ésta sea la única epístola en que Jesús mencione esta virtud como un elogio.

El amor está unido a la fe, formando una pareja en que ambos se apoyan mutuamente. Si el amor sobrenatural (ágape) proporciona el impulso para servir, la fe, junto con la esperanza, es el fundamento de la perseverancia y de la paciencia frente a las pruebas. Sin duda el pastor y sus fieles se desvivían por atender a las necesidades espirituales y materiales de sus hermanos, así como de las personas paganas necesitadas (1Ts 1:3).

La caridad ha sido siempre un testimonio poderoso ante los incrédulos. En esos tiempos lo era especialmente porque el mundo pagano era cruel e indiferente frente a las necesidades ajenas. Los enfermos no eran atendidos por sus familiares, sino eran expulsados de sus casas por temor al contagio, y se hacía escarnio de los pobres. Pero los cristianos cuidaban de sus enfermos y, para sorpresa de sus vecinos, no se contagiaban, así como también atendían a las necesidades de los--pebres. Su conducta-amable y la santidad de su vida atraían la mirada de la población en torno, admirativa en unos casos, burlona en otros.

“Tus obras postreras son más que las primeras." Una rápida revisión de lo que Jesús dice en las otras cartas a continuación de la frase 'Yo conozco tus obras", nos hará ver lo excepcional del elogio contenido en las palabras citadas. Tus obras, es decir, tu conducta, tus esfuerzos actuales, son mejores que al comienzo. ¡Cuánto has progresado en tu devoción a mi causa y en tu entrega!

Ese elogio contrasta con el tierno reproche que dirige a la iglesia de Éfeso, a la cual, después de alabarla, le recrimina: “Has dejado tu primer amor" (Ap 2:4). Tus obras postreras no son más que las primeras, sino lo contrario. Por su lado, al ángel de la iglesia de Sardis le reprocha: "tienes nombre de que vives, pero estás muerto"; y al de Laodicea le recrimina su tibieza: no eres ni frío ni caliente (3:16). El vers. que comentamos nos hace pensar que, pese a los obstáculos, la comunidad de creyentes de Tiatira experimentaba un proceso de crecimiento espiritual, que es un signo de la vitalidad de la fe.

¿Y nosotros cómo andamos? ¿Estamos progresando, o estamos estancados, o quizá, estamos retrocediendo?

20. "Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos."
No obstante, a esta iglesia tan elogiada le hace ver, como hizo con la de Efeso y la de Pérgamo, que tiene algo que le disgusta. En el caso de Tiatira se trata de Jezabel, la pretendida profetisa que induce a mis siervos, dice Jesús, a comer lo sacrificado a los ídolos. Pero no sólo a comer esa carne -lo que en sí no sería grave, pues Pablo lo permite- sino también a participar en sus banquetes y rituales idolátricos (Nota). Es decir, a negarme públicamente, porque ¿qué comunión puede haber entre Cristo y Belial (2Cor 6:15)? ¿Entre el culto al Dios invisible y a los ídolos? Este reproche ligado a la palabra "fornicar", quiere decir aquí posiblemente, como ocurre en el lenguaje de los profetas del Antiguo Testamento, adorar a falsos dioses (Jr 3:1,2; Ez 16:15-34; cf Ex 34:15).

Naturalmente Jezabel no era el nombre verdadero de la mujer, sino que Jesús se lo atribuye en términos simbólicos, comparándola con el personaje femenino más execrable de toda la Biblia: la mujer de Acab, que pervirtió a Israel difundiendo el culto a Baal, y apoyando a los falsos profetas. Y que luego quiso matara Elías (1R 16:29-33; 18:20-40).

En los primeros tiempos de la iglesia las mujeres ocupaban un lugar prominente, tanto como evangelistas y maestras, como profetizas. Después la iglesia se masculinizaría y relegaría a la mujer a papeles secundarios. Pero no era así al comienzo. Esta mujer, sin embargo, posiblemente había abusado de la confianza que ingenuamente el pastor tenía en ella, lo había engañado con halagos, y había adquirido una influencia peligrosa en la iglesia.

21. 'Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación."
Jesús dice que le ha dado largas a la falsa profetiza, quizá en consideración a servicios pasados. Pero en vista de su obstinación en el mal, el plazo de tolerancia se ha terminado. El orgullo suele ser la causa principal de la obcecación de los que se desvían halagados por los elogios que reciben de sus seguidores. Hay quienes especulan que el propio Juan, ministrando en Tiatira, la habría reprendido severamente, pero sin resultados debido a su soberbia.

22. "He aquí yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella."
Jesús anuncia que ha llegado para ella la hora del castigo, el cual se cumplirá mediante una enfermedad que la postrará en cama. No se dice qué clase de enfermedad la afligiría, pero será una enfermedad que pondrá en gran angustia -aparentemente en inminente peligro de contagio- a los que con ella adulteran, es decir, practican la idolatría. En ese tiempo en que la medicina estaba muy poco avanzada, los que se acercaban a los enfermos estaban en grave peligro de contagio, por lo que pocos eran los que se atrevían a cuidarlos.

23. "Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón, y os daré a cada uno según vuestras obras."
"Y a sus hijos heriré de muerte..." Es una advertencia solemne: el castigo vendrá indefectiblemente sobre los seguidores de la mujer impía (a los que Jesús llama figuradamente "hijos") si no se arrepienten de las obras que ella les enseñó a practicar, y con las que la imitaban.

Es un hecho que las personas que incurren en ritos ocultos satánicos –que es lo que la alusión a profundidades de Satanás en el versículo siguiente sugiere- difícilmente se arrepienten de lo que hacen, porque viven bajo la ilusión de haber penetrado en secretos de profunda sabiduría y adquirido poderes sobrenaturales. El demonio les ha dado algunas pequeñas migajas de su poder engañoso -que ellos, en su ciega vanidad, se figuran que es un banquete- y se resisten a abandonar la ilusión en que están atrapados.

Sólo una intervención excepcional de la gracia puede hacer que se les caiga el espeso velo que cubre sus ojos y despierten a la realidad. Pero si no obedecen a la gracia que se les concede ¡qué terrible castigo les espera! Su extravío, a mi juicio, forma parte de lo que Jesús llamó "la blasfemia contra el Espíritu Santo" (Mt 12:31).

 El castigo que les sobrevendrá servirá de advertencia a todas las iglesias para que todos sepan que nadie puede ocultar sus intenciones y pecar de forma tan escondida que escape a la mirada escrutadora de Jesús. Él penetra, en efecto, hasta lo más profundo del corazón humano, "hasta la división del alma y del espíritu, y discierne -es decir conoce- los pensamientos y las intenciones" más secretas (Hb 4:12; cf Sal 7:9b; Jr 17:10).

Entre nosotros esto no es conocido, pero en algunas iglesias nominales de otros países el poder feminista de Jezabel se ha extendido y contaminado la enseñanza y la vida de los asistentes.

"Daré a cada uno según sus obras." Este es el principio quizá que con más frecuencia se repite en las Escrituras, y que representa una ley que se aplica a todo ser humano: Dios paga a cada cual según sus obras (Sal 62:12b; Pr 24:12b; Ez 33:20; Mt 16:27). Cada cual recibe indefectiblemente la recompensa, o la sanción, que sus actos, palabras y pensamientos merecen.

Pablo lo pone de otra manera muy pertinente: "Dios no puede ser burlado... lo que el hombre siembra eso cosechará."(Gal 6:7).

El principio es el mismo, sólo que en la primera forma el pago parece venir de Dios; en la segunda parece que viene de las consecuencias naturales. Pero ambas maneras redundan en lo mismo, el pago y el resultado vienen de Dios, porque Él es quien ha hecho el mundo de tal manera que las causas producen efectos congruentes con su naturaleza.

Sin embargo, sí hay una diferencia entre ambas formas de retribución. La primera proviene del aspecto personal de Dios; la segunda, de su aspecto impersonal. En la primera su amor y su misericordia, o su ira justiciera, están involucradas; en la segunda, es como si Dios permaneciera distante e indiferente.

Nota: El Concilio de Jerusalén había instruido a los cristianos de la gentilidad que se abstuvieran de comer carne sacrificada a los ídolos (Hch 15:29). En su 1ra Carta a los Corintios. Pablo trata el tema con cierto detalle y flexibilidad. Comprar carne en los mercados presentaba un problema de conciencia para muchos cristianos porque mucha de esa vianda podía haber sido previamente sacrificada a algún ídolo en un templo. Para los cristianos de conciencia robusta ese hecho no significaba nada, porque sabían que el ídolo es nada en sí, puesto que sólo hay un Dios. Pero algunos cristianos de conciencia débil pensaban que la carne sacrificada a un ídolo podía estar contaminada por el contacto con el ídolo. Por ese motivo él aconseja evitar comer, o participar en banquetes en algún lugar de ídolos, por consideración a la conciencia de los hermanos débiles (1Cor 8:1-13). De otro lado, si un cristiano es invitado a comer por algún incrédulo, puede comer de todo lo que le sirvan sin preguntar por el origen de la carne. Pero si alguno le advirtiera que la carne servida proviene de algún sacrifico idolátrico, mejor es que se abstenga de comerla para no ser tropiezo a ninguno (1Cor 10: 23-31).

Así mismo, el que participa de la mesa del Señor no puede participar de la mesa de los demonios que están detrás de los ídolos a los que los gentiles ofrecen sacrificios (1Cor 10:20,21).

Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de   Dios, yo te exhorto a arrepentirte de tus pecados, y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."


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jueves, 14 de julio de 2016

MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS - A PÉRGAMO

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS V
A LA IGLESIA DE PÉRGAMO
Un Comentario de Apocalipsis 2:12-17

12. “Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:"

La historia de la ciudad de Pérgamo (que todavía subsiste bajo el nombre de Bergama) es compleja y accidentada. Situada a 24 Km. del mar Egeo y al Norte de Éfeso y de Esmirna, fue capital del reino de los atálidas, por el nombre de su fundador, Atalo y de varios de sus sucesores. Uno de ellos, Eumeno, la dotó de una gran biblioteca de 200,000 volúmenes, superada en tamaño sólo por la de Alejandría. El último de sus reyes, Atalo III, donó el territorio de sus dominios a Roma, y la ciudad se convirtió en la capital de la provincia romana de Asia.

La piel de oveja preparada para la escritura, que poco a poco reemplazó al papiro, lleva el nombre de pergamino en honor de esta ciudad, que es donde, según la tradición, se inició la técnica de su confección.

Al empezar la carta Jesús se identifica a sí mismo con una de las características de la visión inicial de Juan, "el que tiene la espada de dos filos." (1:16). La espada de dos filos es aquella que es cortante no sólo por un lado de la hoja, sino por los dos. La espada, o puñal de dos filos, era un arma especialmente mortal. Por ese motivo es símbolo de la palabra de Dios que, de un lado, penetra hasta lo más profundo del corazón humano para revelar sus secretos (Hb 4:12); y de otro, es el arma con la cual el jinete montado sobre el caballo blanco aniquila a sus enemigos (Ap 19:21).

Esas imágenes nos hablan del poder de la palabra de Dios, que es a la vez creadora y destructora. Creadora, como cuando con ella fueron creados los cielos y la tierra (Gn 1:3-25; Sal 33:6); temible y destructora, como cuando dos palabras solas -'Yo soy", el nombre de Dios- hicieron caer por tierra a los esbirros que iban a apresar a Jesús. (Jn 18:6).

La espada de dos filos de la palabra de Dios es el arma con que los santos ejecutan venganza –simbólicamente- entre las naciones para ejecutar el juicio decretado por Dios (Sal 149:6,7). Pero la espada de dos filos simboliza también el fin amargo del que se deja seducir por la blandura del paladar de una mujer (Pr 5:4). En uno y otro ejemplo la espada doblemente aguda es símbolo de castigo, y debería hacernos temblar ante el poder de Dios (Véase también Is 49:2).

El hecho de que Jesús se identifique a sí mismo usando el símbolo de la espada aguda es una advertencia a los ancianos y ministros de la iglesia de Pérgamo, de que Él está dispuesto a castigar a los que se desvíen del camino que Él ha trazado a los suyos. Sírvannos también a nosotros esas palabras de advertencia de que Dios no tolerará nuestras desviaciones.

13. 'Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas, mi testigo fiel, fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás."
Como en todas las otras cartas, en ésta también Jesús dice: “Yo conozco tus obras". ¿Por qué repite tanto esta frase? Para que los destinatarios de las cartas y nosotros seamos conscientes de que Dios conoce todo lo que hacemos, pensamos y sentimos. Él conoce todo acerca de nosotros. Esta idea, que podría inspirarnos temor si vivimos ofendiéndole, debe inspiramos una gran confianza si tratamos siempre de agradarle, pese a nuestras flaquezas, ya que Él apreciará nuestros esfuerzos aunque sean fallidos. Al final, si le permanecemos fieles, se apiadará de nosotros y nos premiará.

La alusión al trono de Satanás donde mora esta iglesia se refiere posiblemente al hecho de que Pérgamo era la sede del poder romano en la provincia de Asia, puesto que en ella residía el procónsul. Pero además, la ciudad era un centro del culto al emperador, al cual cualquier ciudadano recalcitrante de la ciudad podía ser obligado como prueba de su fidelidad a Roma. Negarse a tomar parte de ese culto era considerado como un acto de alta traición, y castigado con la muerte.

Dominando la ciudad había una acrópolis en que se habían levantado varios templos a diferentes divinidades paganas. Entre ellas un templo al divino Augusto, y a la diosa Roma; y un templo dedicado al dios Esculapio, el patrón de la medicina, con su simbología satánica de la serpiente.

Jesús alaba a la iglesia de Pérgamo, porque retiene la fe en su nombre y no lo ha negado, pese al ambiente hostil, incluso cuando uno de los suyos, llamado Antipas, fue martirizado. No sabemos quién fue este héroe de la fe, pero el que se le mencione a él solo, hace suponer que no cayó en esa ciudad ninguna otra víctima de la persecución. Aunque atribulada, Pérgamo no compartía la suerte amarga de Esmirna.

14. "Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación."
Balaam es el profeta que fue llamado por Balac, rey de Edom, para que maldijera al pueblo de Israel que, de paso a la tierra prometida, se acercaba a sus dominios. Dado que el poder guerrero de los hebreos era conocido e inspiraba temor, Balac pensó que de esa manera él podría enfrentarlos con éxito y derrotarlos. Pero en lugar de maldecirlos, Jehová puso tres veces en boca del profeta palabras de bendición sobre Israel, para gran disgusto de Balac (Nm cap. 22 al 24).

Sin embargo, atraído por la oferta de dinero (2P2.15), Balaam aconsejó a Balac que las mujeres de su pueblo sedujeran a los israelitas y los invitaran a ofrecer sacrificios a sus dioses, como en efecto ocurrió en Baal-peor, por lo cual se encendió la ira de Jehová contra Israel, y hubo gran mortandad entre ellos (Nm 25:1-3,9; 31:16).

El hecho de que Jesús mencione el nombre del antiguo profeta quiere decir que había en la iglesia de Pérgamo quienes propiciaban una conducta licenciosa, y no sólo no tenían escrúpulos de comprar en el mercado carne sacrificada a los ídolos (como permitía Pablo, 1Cor 10:25-30) sino que animaban a los incautos a participar en los sacrificios a los dioses, que solían estar acompañados de orgías.

15. 'Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco."
Nuevamente se menciona a los nicolaítas, que ya lo fueron en la carta a la iglesia de Efeso (v.2:6). Es posible que lo que ellos propugnaban fuera un desorden afín a la doctrina de Balaam mencionada en el vers. anterior porque, según el escritor Victorino, ellos sostenían que la carne contaminada podía ser exorcizada y comida, y quienes hubieran fornicado en un banquete podrían recibir paz al octavo día.

Jesús reprocha al pastor de la iglesia que sea tolerante con estos perturbadores, cuya influencia podía ser muy nociva, si se tiene en cuenta que los convertidos de la gentilidad vivían en ciudades paganas donde reinaba una gran promiscuidad sexual. Era por eso necesario tomar toda clase de medidas para que los cristianos no fuesen tentados a volver a sus antiguas costumbres.

16. "Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca."
¿A quiénes se dirige la palabra "arrepiéntete"? Al ángel de la iglesia, es decir, a su pastor u obispo, que era responsable de la tolerancia con esos desviados. Indirectamente se dirige a todos, y así debe entenderse la advertencia "vendré a ti pronto", es decir, a la iglesia culpable en su conjunto, a enfrentar a los perturbadores.

La exhortación a arrepentirse figura explícitamente sólo en esta epístola, y en las dirigidas a las iglesias de Éfeso y Sardis, que son aquellas a las que, además de la iglesia de Laodicea, tiene un reproche grave que hacer.

Dice que peleará contra ellos "con la espada de mi boca", es decir, con su palabra. ¿Qué quiere decir esto? Que los reprenderá. Pero ¿cómo? ¿Vendrá Jesús a ellos personalmente? ¿Se les aparecerá en visión? Lo más probable es que lo haga a través de terceros, de algún enviado, o apóstol, o profeta que los expulse, o los humille públicamente, y los obligue a confesar su pecado ante la congregación. (Nota). O pudiera ser que lo haga en el espíritu, por medio de una reprensión interna que los convenza del mal que hacen. En todo caso, Jesús desea que ese desorden sea eliminado de la iglesia. Si es necesario lo hará Él mismo mediante enfermedad o muerte.

Sea como fuere, esta seria advertencia nos hace ver que la tolerancia complaciente con los que se apartan de la sana doctrina, o de una conducta irreprensible, es en sí pecado. La autoridad que tolera el pecado se hace su cómplice, pues con su actitud anima a otros a seguir el mal ejemplo de unos pocos. Este versículo es un llamado a la disciplina dentro de la iglesia.

17. "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe."
Una vez más Jesús repite la frase: "El que tiene oído, oiga". Es un llamado a aguzar nuestros sentidos espirituales, que pueden haberse adormecido por la autocomplacencia, o por la rutina. Todos necesitamos aguzar nuestros oídos para escuchar la voz de Dios que nos habla a través de fuentes diversas, como la predicación, y la lectura de su palabra. Si la lectura de la palabra ha de ser una fuente de iluminación y de edificación, debemos leerla con los oídos espirituales bien dispuestos. De lo contrario, como dice el dicho popular, sus palabras nos entrarán por un oído y saldrán por el otro. No dejarán huella en nosotros porque no prestamos atención a lo que dicen. Al que tiene los oídos despiertos Dios le habla constantemente.

Nótese que si bien Jesús le dice a Juan en cada caso: "Escribe al ángel de la iglesia" tal, su mensaje está dirigido no a una persona en particular, que podría ser el anciano principal u obispo (palabra que quiere decir supervisor), o pastor, sino está dirigida a toda la iglesia, es decir, a todos los que la componen, a todos los que se congregan en ella, y que, como entonces no había templos cristianos, se reunían en casas.

"Al que venciere", es decir, al que triunfe sobre las tentaciones y las asechanzas del maligno, "yo le daré de comer del maná escondido". ¿Qué es ese maná escondido? El maná que recogían los israelitas en el desierto no era algo escondido, sino era visible para todos. Pero el maná que -según Hb 9:4- Dios mandó a Moisés poner en una vasija de oro en el Lugar Santísimo, junto a las tablas de la ley, sí era un maná escondido, pues sólo el sumo sacerdote tenía acceso a él. El maná que ahora Jesús ofrece a unos pocos no está a la disposición de todos, sino es un don, un regalo reservado. ¿Qué puede ser ese don? Es una intimidad particular con Jesús, un toque especial de su gracia, un conocimiento más profundo de su persona. Sea lo que fuere, es algo muy deseable.

En realidad, lo que todos buscamos en nuestra vida espiritual es recibir ese maná escondido que satisfaga nuestra hambre de Dios, ese maná no es otra cosa sino Dios mismo.

Otra interpretación posible del maná escondido, y afín a la que hemos propuesto, es que se trate del pan que baja del cielo, de Jesús mismo, de su cuerpo, del que Jesús dice que el que lo comiere "vivirá para siempre" (Jn 6:49-51). Dice que está escondido porque está encubierto bajo la apariencia de pan.

"Le daré una piedrecita blanca". En la antigüedad las pequeñas piedras blancas tenían, según se reporta, varios usos. El que más nos interesa está relacionado con el voto de los miembros del tribunal en juicio: la piedra blanca significaba absolución; la piedra negra, condenación. A los que triunfan sobre sus pasiones Jesús les otorga la piedra de la absolución, significando su victoria sobre la carne, así como también a los vencedores en los juegos olímpicos se les entregaba una piedrecita blanca en premio de su victoria.

Pero hay otro uso que también tiene relevancia para nosotros, y es la práctica común entonces entre dos amigos, de romper en dos pedazos una piedrecita blanca como símbolo de amistad. Cada amigo se quedaba con el trozo que llevaba inscrito el nombre del otro.

Esta práctica puede estar aludida "en el nombre nuevo que ninguno conoce sino el que lo recibe”, y que estará inscrito en la piedrecita blanca que Jesús dé a los vencedores.

Si Jesús mismo recibe un nombre nuevo (Ap 3:12), no tiene nada de sorprendente que el cristiano vencedor reciba también el suyo. Ese nombre nuevo y secreto será revelado el día del juicio final. ¿Qué cosa puede significar ese nombre sino la verdadera identidad de cada persona en Cristo? Jacob recibió también de Dios un nombre nuevo, que significaba "el que luchó con Dios y con los hombres, y venció", y que llevarían en adelante sus descendientes (Gn 32:28).

Nota: Recuérdese que la confesión de pecados era en los primeros tiempos de la iglesia un acto público.
NB. Desde el punto de vista histórico-simbólico, esta iglesia representa el período que va desde el fin de las persecuciones (313 DC), hasta el término del siglo VI; la era de la consolidación de la iglesia, la era de los concilios, en que se condenó a las principales herejías, y se definió en términos teológicos la doble naturaleza divina y humana de Jesús; la era de los grandes doctores de la iglesia.

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? "Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de tus pecados, y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

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viernes, 1 de julio de 2016

MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS IV - A ESMIRNA II

LA VIDA Y LA PALABRA
MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS IV
A LA IGLESIA DE ESMIRNA II
Un Comentario de Apocalipsis 2:10-11

10. "No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida."
Los creyentes de Esmirna ya estaban sufriendo persecución y tribulación. Sin embargo, Jesús les anuncia que aún van a padecer más. Aún no han escanciado el cáliz de sufrimiento hasta el fondo, todavía les queda más amarguras que sufrir. Pero Jesús añade: "No temas." Ésta es una expresión que figura muchas veces en otros lugares de la Biblia, y concretamente en boca de Jesús, que es como si nos dijera a cada uno: "No temas, porque yo estoy contigo" (Is 43:5a).

Y eso es lo que Jesús nos dice a todos nosotros, no sólo a los cristianos de Esmirna: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". (Is 43:2; pero véase también el vers. anterior y el siguiente de ese pasaje). No tengas temor alguno en las pruebas que yo he determinado que tú debas pasar, porque yo estaré a tu lado sosteniéndote. Tus enemigos podrán creer que yo te he abandonado, o que yo soy impotente, pero cuando estés en lo más recio de la batalla y creyendo que ya vas a sucumbir, entonces será cuando mi brazo que te sostiene, será más poderoso.

No temas pues por esa corta tribulación. Yo la he determinado para tu bien, y yo te daré las fuerzas para soportarla. ¿Cuántos de nosotros nos encontramos en una situación semejante? ¿Pasamos por una gran tribulación y no entendemos porqué Dios lo permite? Pero es Él quien la ha determinado para nuestro bien, y dará junto con la tentación la salida para que podamos soportar (1Cor 10:13).

Notemos que la fe y el temor son opuestos, no pueden subsistir juntos, porque la fe, cuando es firme, ahuyenta el temor, como dice el salmista: "El día en que temo, yo en ti confío." (Sal 56:3).

Jesús anuncia que el diablo arrojará a algunos fieles de la iglesia a la cárcel. No serán brazos y voluntades humanas quienes lo hagan, sino el diablo que utiliza a seres humanos como instrumentos para atormentar a los seguidores de Cristo. Como antes ha mencionado a la sinagoga de Satanás (vers. 9), ya podemos inferir de dónde proviene el odio. Desde el inicio del libro aparece claro quién es el autor de las persecuciones, que después será identificado como "la serpiente antigua que se llama diablo y Satanás." (12:9; 20:2; Gn 3:1). Pero el diablo (esto es, el acusador) no puede hacernos nada que Dios no permita. Esto es lo que nos muestra claramente el libro de Job. Cuando Satanás en cierto modo le pide autorización a Dios para someter a prueba la fidelidad de Job tocando sus posesiones, Dios lo autoriza a tocar sus bienes, pero no su cuerpo (Jb 1:11,12). Más adelante, cuando Dios elogia a Job porque mantiene su integridad para con Él a pesar de que está en la ruina, Satanás le pide permiso para tocar su cuerpo, y Dios lo autoriza a hacerlo, mas no a tocar su vida (Jb 2:3-6). A ese límite se somete Satanás. Como sabemos, aunque refunfuña y se queja, Job no se rebela contra Dios.

La tribulación que viene, le dice Jesús a la iglesia de Esmirna, será corta y tendrá una duración de diez días. ¿Debemos entender esto en un sentido literal, o en uno simbólico? Yo me inclino tentativamente por lo primero, recordando que Daniel y sus amigos le pidieron al eunuco que los cuidaba que les dejara comer sólo legumbres durante diez días como prueba de que no empalidecerían en consecuencia. (Dn 1:12-14). Pero no descarto que pueda entenderse también en un sentido simbólico, como un período limitado de tiempo, tal como ocurre en otros pasajes de la Biblia (Gn 24:55; 31:41; Hech 25:6).

Alguien ha observado que el número doce es la cifra divina de lo completo. Así como Jesús escogió a doce apóstoles, la corona de la iglesia tiene doce estrellas (Ap 12:1), pero la bestia tiene diez cuernos (12:3; 13:1; 17:3). El número diez simboliza aquí la victoria temporal de Satanás, cuya duración está controlada por Dios en consideración a sus escogidos (Mt 24:22). Hay algunos comentaristas, sin embargo, que piensan que el número diez alude a las diez persecuciones que sufrieron los cristianos bajo los emperadores romanos, desde Nerón hasta Diocleciano.

¿Qué debemos hacer nosotros por nuestros atormentadores? Lo que Jesús dice: "Amad a vuestros enemigos" (Mt 5:44). Ellos no son más que instrumentos del Maligno, y debemos orar por ellos para que escapen del engaño en que se encuentran.

"Sé fiel hasta la muerte". Lo que esta frase demanda es una fidelidad absoluta, una fidelidad que no teme llegar hasta sacrificar la propia vida (cf Ap 12:11; Hch 22:4); una fidelidad que está basada en la fidelidad absoluta de Dios (Sal 36:5; 117:2; 1 Tes 5:24). Es un anuncio, además, de que la tribulación podrá consistir en torturas que lleven a la muerte, como fue el caso de muchos. El cristiano debe estar preparado para afrontar lo peor, así como su Maestro fue torturado y permaneció fiel hasta la muerte en la misión que se le había encomendado de redimir a la humanidad caída.

Pero así como Jesús recibió "la corona de vida" al resucitar, el cristiano que sea fiel hasta la muerte, recibirá también de sus manos esa corona, y compartirá el triunfo de su Señor. A eso alude St 1:12 cuando menciona "la corona de la vida" que recibe todo el que resiste la prueba, corona que, dicho sea de paso, representa lo mismo que el "árbol de la vida" que Jesús promete a la iglesia de Éfeso (Ap 2:7).

Pablo, por su lado, destaca la diferencia entre la guirnalda, ocorona hecha de flores y, por tanto, corruptible, que recibe el atleta por su triunfo en el estadio, y la corona incorruptible, es decir, eterna, que recibe el cristiano que triunfa cuando su fidelidad es puesta a prueba (1 Cor 9:25; 2 Tim 4:8; 1 Pedro 5:4). ¡Qué abismo de diferencia separa las recompensas humanas, que son de corta duración, de la recompensa divina, que no termina nunca!

Sin embargo, debemos acotar que si nosotros no estamos sufriendo persecución -digo persecución sangrienta- por nuestra fe, sí hay en otros lugares del mundo "iglesias de Esmirna" donde los cristianos son perseguidos sin compasión, pierden sus casas, sus empleos y son asesinados impunemente, sin hablar de las prisiones injustas que muchos sufren. (Nota) John Stott escribe apropiadamente: "Nuestro adversario nos tienta para destruirnos; nuestro Padre nos prueba para refinarnos". Y añade: "Así como el oro es purificado de sus impurezas en el horno, la fe del cristiano es purgada, y su carácter fortalecido, por el fuego de las persecuciones." (cf 1P 1:7).

11. "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte."
En esta carta, como en todas las otras epístolas que dirige Jesús a las iglesias, aparece esta frase, como se explicó largamente al comentar el vers. 7 tres artículos atrás ("Mensajes a las Siete Iglesias I. A la Iglesia de Éfeso I")

Hay poco que agregar. "El que tiene oído, oiga." Es una orden perentoria sujeta a una condición inicial: El que no tiene oídos espirituales, no puede oír lo que el Espíritu dice a las iglesias aunque quisiera. Pero el que sí los tiene, debe oír lo que el Espíritu dice. No hay escapatoria, porque el mensaje es urgente para aquellos a quienes está dirigido.

Pero el que no tuviera oídos espirituales, aunque sea cristiano, debe procurárselos, porque los necesita. ¡Cuántas veces nosotros somos sordos a lo que Dios quiere decirnos, porque nuestros oídos están taponados por los halagos del mundo! Perdemos la capacidad de oír. Pero si los tuvimos, podemos recuperarlos, limpiando nuestros oídos de todo lo que los embota, es decir, desprendiéndonos de las cosas exteriores que nos distraen, y poniendo "los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". (Hb 12:2). Entonces nuestros oídos espirituales recuperarán su capacidad auditiva.

¿Y qué es lo que dice el Espíritu a la iglesia de Esmirna? El que venciere en esta lucha en la que está empeñado contra el enemigo de nuestras almas, que trata por todos los medios de apartarnos de Dios; el que no se deje atrapar por las trampas que le pone el mundo, ése no sufrirá daño de la segunda muerte, esto es, no la experimentará.

¿Y qué es la segunda muerte? La primera muerte es la separación del alma y del cuerpo. La segunda muerte es la separación definitiva del hombre y de Dios, esto es, la condenación eterna, el lago de fuego y de azufre al cual serán arrojados todos los que no se arrepientan de sus pecados antes de morir (Ap 20:14,15; 21:8).

Jesús dijo alguna vez que no debemos temer "a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno." (Mt 10:28). Esta es la muerte más horrible de todas porque conduce a tormentos interminables. A ella se exponen todos los que con su vida y su conducta desafían a Dios.

Alguna vez he escrito: "El que nace sólo una vez, muere dos veces; el que nace dos veces (la segunda vez de lo alto) muere sólo una." Es decir, sólo padece la muerte física.

Pero aún el que nace de lo alto puede dar marcha atrás. Ezequiel lo expone con gran claridad: "El alma que pecare, ésa morirá... Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá." (Ez 18:20,24). Aquí el profeta no habla de la muerte física, sino de la espiritual.

No debemos dejar de pedirle al Señor constancia en esta lucha a muerte en que estamos empeñados, para que no aflojemos y nos volvamos atrás por desánimo, o cansancio. Pablo escribió: "El que piensa estar firme, mire que no caiga." (1 Cor 10:12)

Nota: En el estado de Orisa, India, los cristianos son perseguidos por fanáticos hinduistas; en la China los fieles y pastores del movimiento de las iglesias domésticas son con frecuencia encarcelados; y los cristianos de Irak son perseguidos, y en muchos casos asesinados, por el Estado Islámico.

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?"  Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de tus pecados, y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#900 (27.09.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución  #003694-2004/OSD-INDECOPI).