miércoles, 18 de mayo de 2016

LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA REVELACION DE JESUCRISTO II
Un Comentario en dos partes de Apocalipsis 1:1-8
En el artículo anterior comentamos el texto del primer capítulo hasta el versículo 5a, donde hay un corte natural. Continuamos el comentario a partir de ese punto, en que debería comenzar el vers. 6 abarcando la doxología entera.

5b, 6. "Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre (Nota 1); a Él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén".
Este texto es una doxología en honor de Jesús, en la que vemos una vez más una estructura triple: Nos amó, nos lavó, nos hizo. Aquí hay una progresión:
1) Nos amó (2). Su amor por nosotros lo impulsó a venir a la tierra a redimirnos;
2) Ese amor lo llevó a derramar su sangre que lava todos nuestros pecados;
3) No contento con esto, una vez limpios, nos exaltó a la condición de reyes y sacerdotes para su Padre (Véase Ap 5:10). Esto equivale a decir que nos ha elevado a la posición más alta en la tierra, tanto en el campo de las dignidades humanas y de gobierno, como en el campo religioso.

Esta frase de Apocalipsis es una alusión a la promesa que Dios hizo al pueblo hebreo en el Sinaí: que, si le obedecen, todos constituirían un real sacerdocio para Él (Ex 19:6), es decir, todos ellos formarían un reino sacerdotal santo.

El Nuevo Testamento, en 1a P 2:9, transfiere esta promesa a los creyentes en Cristo, esto es, a la iglesia, la cual es heredera de todas la promesas hechas al Israel en la carne, y es, en verdad, el nuevo Israel de Dios (compárese 1Cor 10:18 con Gal 6:16). Si el Israel según la carne se sentía orgulloso de ser el pueblo elegido de Dios, ¿cuánto más debemos nosotros gloriarnos de haber sido elegidos para ser redimidos mediante la sangre derramada del Cordero? A Él pues, tres veces nombrado, sea la gloria y el imperio para siempre (3). Notemos respecto de este corto himno cómo antes de proseguir con la declaración de las cosas que le han sido reveladas, el apóstol descarga la emoción que lo embarga en palabras emocionadas de agradecimiento y alabanza por lo que Dios ha hecho por nosotros.

¿Qué quiere decir esta gloria y este imperio? La palabra "gloria" (doxa) es uno de los términos más multifacéticos del Nuevo Testamento, pues asume diversos significados según el contexto y según quiénes sean los autores. Esos significados son peculiares al mensaje cristiano. Según el diccionario "gloria" significa: opinión que otros tienen de uno, estima, honor, majestad, dignidad, reputación, renombre, brillo, luminiscencia, esplendor, felicidad, cielo, cercanía a Dios, etc.

Bastará citar algunos pocos ejemplos para tener una idea de la riqueza de contenido que tiene esta palabra en el Nuevo Testamento, como por ejemplo, la gloria luminosa de Dios enviada a los pastores de Belén (Lc 2:9); el cuerpo de gloria, semejante al de Jesús que tendremos en el cielo (Flp 3:21); la gloria inherente al Verbo como reflejo de la del Padre (Hb 1:3), etc.

7a. "He aquí que viene con las nubes y todo ojo le verá,"
Estas palabras parecen inspiradas en una visión de Daniel: "Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre..." (Dn 7:13), palabras que Jesús, antes de su pasión, citó anunciando su retorno "sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria." (Mt 24:30), y que Él repitió cuando era juzgado por el Sanedrín, provocando la reacción airada del sumo sacerdote (Mt 26:64). Este anuncio será repetido después de su ascensión por los ángeles que hablan a los apóstoles (Hch 1:9-11).

Él viene aunque nunca estuvo ausente, pues siempre ha estado con nosotros, tal como Él prometió: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt 28:20b). Pero viene ahora de una manera corporal poderosa, para afirmar visiblemente su soberanía y su dominio.

El retorno de Jesús a la tierra será una especie de fenómeno cósmico, porque la señal del Hijo del Hombre será vista en el cielo en todo el orbe terráqueo a la vez, algo que sólo mediante un milagro extraordinario puede ocurrir (Mt 24:30).

Si bien la primera venida de Jesús fue en humildad, su segunda venida será en gloria y universalmente conocida. Entonces todos los seres humanos que estén vivos en ese momento lo reconocerán por lo que Él es: El Rey que viene a juzgar a los hombres.

Cuál sea la reacción de éstos dependerá de cuál fue la actitud que tuvieron respecto de Él antes de que vuelva, si creyeron en Él, le amaron y le obedecieron; o si se negaron a creer en Él, y vivieron de una forma que Él condena. En ese día a éstos últimos se les caerán las vendas de los ojos y reconocerán la realidad tal cual es, y lamentarán amargamente su ceguera, pero ya será tarde. Este será un día de terror y angustia para unos, y de alegría y de júbilo para otros. ¿En qué grupo quisiéramos nosotros estar si alcanzamos a estar vivos en ese día?

7b. "Y los que le traspasaron; y todos las tribus de la tierra harán lamentación por Él. Sí, amén."
Habrá un grupo en particular que contemplará su regreso atribulado: el pueblo judío, cuyas autoridades lo condenaron a muerte y lo hicieron crucificar. Según la profecía de Zc 12:10 ellos llorarán amargamente arrepentidos de lo que hicieron sus antepasados, pero también lo harán sus descendientes, que a lo largo de los siglos mayoritariamente rechazaron a Jesús, y se negaron obstinadamente a reconocerlo como su Salvador. Sin embargo, como anuncia Pablo en Romanos 11, con ocasión de su regreso un gran número de ellos creerán en Él y se alegrará.

"Los que le traspasaron..." Juan es el único evangelista que registra el episodio del soldado que clavó su lanza en el costado de Jesús muerto (Jn 19:33-37), recordando la profecía de Zacarías. Pero cuando Jesús vuelva no sólo se lamentarán los que le crucificaron entonces, sino lo harán también todos los que en su vida diaria lo crucifican de nuevo con su incredulidad e indiferencia, y con sus incontables pecados.

8. "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso."
Con este versículo culmina la introducción al libro. Este versículo es un compendio que expresa la supremacía de Dios sobre todas las cosas y su dominio sobre la creación (cf Am 4:13).

El alfa y la omega son la primera y la última letra del alfabeto griego. Lo que Jesús quiere decir al nombrarlas está implícito en la frase siguiente: el principio y el fin, no en un sentido temporal, sino en uno causal o, si se prefiere, ontológico, referido al ser. En Is 44:6 leemos: "Yo soy el primero, yo soy el postrero y fuera de mí no hay Dios." (cf 48:12)

Dios es el origen del universo, de todas las cosas; y, a la vez, el fin hacia el cual todo converge, la meta final. Nada escapa a su dominio, todo lo tiene en sus manos. Todo lo que existe le debe su existencia a Él, existe en función de Él y para Él. Pablo lo expresa de la siguiente manera: "Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas" (Rm 11:36).

Él es también el principio de nuestra existencia, pues a Él le debemos la vida; y su fin, pues a Él volveremos al término de nuestros días.

Para subrayar lo que quiere decir, el Señor reitera su eternidad (cf vers.4): el que es ahora en el presente, el que fue en el pasado, y ha de manifestar su soberanía en el futuro. Su existencia abarca el ámbito completo de la eternidad, sin comienzo ni fin.

La frase "el que ha de venir" tiene un significado especial unido al nombre de Todopoderoso. No sólo sigue existiendo ahora, sino que en el futuro ha de venir a mostrar de manera innegable que Él es el Soberano del universo, instaurando su justicia, y restaurando todo como al principio.

La palabra griega "pantokratos"  que se traduce como Omnipotente o Todopoderoso, está formada por dos palabras: "panta", que quiere decir "todo", y "kratos": fuerza, poder. Pantokratos es el nombre de Dios y de Cristo al que la liturgia y la teología oriental dan una importancia especial.

La Septuaginta usa la palabra pantokratos para traducir del hebreo dos nombres divinos, "sabaot” (Jehová sabaot = Señor de los Ejércitos) y "El shaddai” (Todopoderoso). Vale la pena notar al respecto que este versículo adorna la cúpula central de casi todas las iglesias ortodoxas en el mundo entero.

El padre de la iglesia, Agustín, refiriéndose a los apóstoles Pedro y Pablo, escribe algunas palabras que tocan a este versículo y que vale la pena citar: "Fue despreciando al mundo como ellos adquirieron renombre en el mundo. Pedro fue el primero de los apóstoles, y Pablo fue el último. El primero y el último fueron traídos a un mismo día por el martirio sufrido por el Primero y el Último, por Cristo. A fin de entender lo que acabo de decir, tornen sus mentes al Alfa y al Omega. El Señor mismo dice claramente en Apocalipsis: "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero -antes de quien no hay nadie- y el último" –después de quien no hay nadie. Él precede a todas las cosas y pone término a todas las cosas. ¿Quieres contemplarlo como el primero? "Todas las cosas fueron hechas por Él." (Jn 1:3). ¿Quieres verlo como el último? "Porque Cristo es el fin de la ley para justicia de todo aquel que cree." (Rm 10:4). Para que tú pudieras vivir en un momento determinado del tiempo, tú lo tuviste como tu Creador. Para que tú puedas vivir para siempre como esperas, tú lo tienes como tu Redentor."

Notas: 1. Esta frase, según los mejores manuscritos, debería traducirse: "nos hizo un reino de sacerdotes...".
2. La mayoría de los manuscritos ponen el verbo en presente, "nos ama", (presente continuo) indicando con ello que Él nos sigue amando.
3. En una nota al final del artículo anterior del mismo título hablé de la importancia del número tres en los primeros versículos de este capítulo. Pero aun mayor importancia asume en todo el libro el número siete, que para los judíos era símbolo de totalidad, de perfección, de excelencia, de estar completo, lo cual,  interesantemente, se nota en el hecho de que aparezca cincuentaidos veces en todo el libro, una por cada semana del año. Así por ejemplo en el libro hay siete visiones, que figuran respectivamente en los capítulos 1,5,8,12,15,17 y 21; y además siete ángeles y siete trompetas, siete plagas y siete copas, siete espíritus y siete lámparas, siete cuernos, siete ojos, siete estrellas, siete montañas, siete reyes.
El número cuatro, característico de la tierra (cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales), aparece cuatro veces: Cuatro seres vivientes (4:6-8); cuatro jinetes montados sobre caballos (6:1-8); cuatro ángeles y cuatro vientos de la tierra (7:1).
Otro número que asume importancia es el número seis, es decir, siete menos uno, símbolo de imperfección, que figura tres veces en el número 666, y representa la imperfección absoluta. Como ya se explicó en el artículo anterior, ese número, que es la cifra de la bestia (13:18), corresponde, con toda probabilidad, al emperador Nerón.
También es muy importante el número doce: doce cimientos (21:14), y doce puertas (21:21); así como son importantes los múltiplos de doce: los venticuatro ancianos (12 x 2), los 144,000 siervos de Dios (12 x 12 x 1000), 12,000 por cada tribu de Israel. La longitud, la anchura y la altura de la Nueva Jerusalén miden 12,000 estadios cada una, y el muro, 12,000 codos (21:16,17).

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?" (Mr 8:36). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a i r a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare, y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados, y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y s in merecerlo. Yo  quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

Advertencia. Frente a la promoción masiva del uso de tarjetas de crédito actualmente en curso quisiera recordar u n principio de sentido común básico: El que quiere ser rico, ahorra; el que quiere ser pobre, se endeuda.
Salvo que se use de una manera muy controlada y con pleno conocimiento de los cargos que genera, el beneficio transitorio que proporciona el uso de tarjetas de crédito es engañoso, porque después viene el implacable verdugo de las elevadas tasas de intereses, y de cargos no previstos, que se comen los ingresos, y el pobre deudor termina siendo siervo de su acreedor (Pr 22:7). Pablo advirtió: "No debáis nada a nadie, salvo el amor mutuo." (Rm 13:8).


#894 (16.08.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel  4227218. Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

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