jueves, 19 de junio de 2014

¿QUÉ ES EL HOMBRE PARA QUE DE ÉL TE ACUERDES? II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
¿QUÉ ES EL HOMBRE PARA QUE DE ÉL TE ACUERDES? II
Un Comentario del Salmo 8:3-6
3.4. “Cuando veo los cielos, obra de tus manos, (Nota 1) la luna y las estrellas que tú
formaste, digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo de hombre para que lo visites?” (2)
En verdad, frente a la inmensidad de los cielos ¿qué cosa es esta miserable criatura que camina sobre la tierra? ¿Qué somos nosotros? La astronomía ha revelado que esos cuerpos celestiales que vemos en las noches como pequeños puntitos arriba en los cielos, las estrellas del firmamento, son en realidad de dimensiones portentosas, comparadas con las cuales, la tierra, este planeta sobre el cual caminamos, es de un tamaño minúsculo, y el hombre es menos que un virus, que una bacteria. El sol es más de mil veces más grande que la tierra, ¿y qué es el sol comparado con la Vía Láctea en la cual el sistema solar se encuentra? ¿Qué somos nosotros? ¿Cuántos millones de veces más pequeños que la tierra? Pero eso no es nada, la Vía Láctea, la galaxia en la cual está el sistema solar, es una de los millones de millones de galaxias que pueblan el universo.
¿Cómo podemos nosotros entender esa inmensidad que es la creación? ¿Y qué es el hombre al lado de ella? ¿Qué es el hombre para que Dios se acuerde de él y lo haya visitado viniendo Él mismo a la tierra para hacerse como uno de nosotros? En términos de comparación ¿quién es el hombre, o la mujer, que por amor a las cucarachas quisiera hacerse cucaracha? ¿O menos aun, que hormiga, o que una pulga casi invisible? ¿Qué diríamos de alguien que anuncie que se va a hacer pulga para salvarlas? Que está loco, diríamos. Entonces tenemos que decir que por amor Dios estaba loco, porque nosotros somos menos que una pulga comparados con Él. Él se hizo hombre, se hizo pulga, por decirlo de alguna manera, para venir a redimirnos y asumir nuestra naturaleza.
Oigan, ¿quién quisiera ser pulga? ¿Quién quisiera ser cucaracha? El Verbo, la segunda persona de la Trinidad, que estaba allá en la gloria de los cielos, se propuso tomar forma humana, hacerse hombre, sujetándose a todas las debilidades y limitaciones propias de nuestra condición, y tener hambre desde que era pequeño. ¿Ustedes se imaginan a Jesús como un bebé llorando? Claro que tiene que haber llorado de hambre y sed, o porque se había mojado y tenían que cambiarle los pañales. Su mamá tenía que acariciarlo para calmarlo, y José quizá tenía que cargarlo como hacen todos los padres.
Y una vez crecido, ya adulto, debe haberse cansado trabajando en Nazaret. Iniciada su vida pública anduvo por los caminos polvorientos de Judea y de Galilea, transpirando y cansándose como cualquiera de nosotros. Al final de su carrera fue insultado y golpeado. Lo torturaron y lo mataron clavándolo a una cruz. Todo eso lo soportó por amor a nosotros. ¿Qué es el hombre para que Jesús se sometiera a tantas vejaciones y padecimientos por su causa? ¿Qué es ese ser miserable y malagradecido al lado de Dios?
Asombrado el patriarca Job exclama: “¿Qué es el hombre (enosh), para que lo engrandezcas, y pongas en él tu corazón?” (Jb 7:17).
Dios ama al hombre, y todo lo soportó por amor a esos ingratos que somos nosotros. Es como si nosotros amáramos a un ser que no se puede ver ni con lupa. Dios ama a esa criatura insignificante. ¿Y por qué la ama? ¿Por qué será? Porque la ha creado, porque salió de sus manos.
El ser humano, dice el libro del Génesis, fue creado por Dios. Tomó polvo, arcilla de la tierra, le dio forma, y le infundió aliento de vida (Gn 2:7). Somos obra suya. Él nos ha hecho, y por eso, a pesar de que no somos nada, somos muchísimo, porque nos hizo con sus manos y tenemos su Espíritu dentro de nosotros.
Hay un salmo que dice: “Oh Jehová, ¿qué es el hombre (adam), para que en él pienses, o el hijo de hombre (enosh) para que lo estimes? El hombre (adam) es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa.” (Sal 144:3,4).
Es verdad, nuestro paso por la tierra es fugaz, como esas estrellas fugaces que se ven un instante en el firmamento azul y que de pronto desaparecen. ¿Quién se acuerda de cuando tenía tres años? Yo me acuerdo muy bien de cuando tenía esa edad, cuando jugaba y me tropezaba, caía y lloraba. ¿Y cuándo fue eso? Ayer no más. Ayer no más fui al colegio, hacía trampa y copiaba en los exámenes; ayer no más me trompeaba con mis compañeros que me pegaban porque  eran más fuertes que yo. Ayer no más, ayer no más. Ayer no más me he casado, ayer no más nacieron mis hijos, uno tras otro, casi uno por año. Ayer no más yo los llevaba al colegio. ¡Cómo pasa la vida tan callado, como dice el poeta, y tan rápido! Los años vuelan, vuelan, vuelan.
El salmo 103 lo expresa elocuentemente: “El hombre (enosh), como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella y pereció, y su lugar no la conocerá más.” (v. 15,16).
Y hay otro salmo, el salmo 37, que lo dice de una manera más clara todavía, hablando del impío: “Vi al impío sumamente enaltecido, y que se extendía como laurel verde. Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; lo busqué y no fue hallado”. (v. 35,36)
Yo pienso ¿cuántos personajes famosos de la historia, o quizá más recientes, se pavoneaban porque eran grandes y reconocidos y todo el mundo se inclinaba a su paso ante ellos porque eran ricos y poderosos? ¿Dónde están ahora? ¿A dónde se fueron? Cuando mueren hay grandes avisos necrológicos en los diarios y se les entierra en medio de gran pompa. Pero en poco tiempo desaparecen de la memoria popular. ¿Dónde están sus sueños, los grandes planes y proyectos que concibieron? Nadie sabe, nadie los conoce ni los recuerda, porque murieron con ellos. Entonces ¿qué es lo que realmente importa? Si todo eso desaparece y no vale nada, lo que realmente importa es cómo nos vamos a presentar algún día delante de nuestro Juez. Eso importa. Si Él nos va a recibir con los brazos abiertos, o nos va a rechazar; si vamos a estar a su derecha con las ovejas, o si vamos a estar a su izquierda con los cabritos. Yo estoy seguro de que todos los que estamos acá vamos a estar a su derecha. Grandes y pequeños, todos vamos a comparecer delante del Dios para quien, como dice el profeta, las naciones son como gotas de agua (Is 40:15).
Otro salmo dice: “Sale su aliento y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.” (Sal 146:4) Y sin embargo, a ese ser transitorio que no es nada, o casi nada, “lo has hecho poco menor que los ángeles”, como dice este salmo en el vers. 5.
¿En qué sentido el hombre es “poco menor que los ángeles”? (3) Podríamos decir que el hombre tiene inteligencia, pero no una inteligencia tan vasta como la de los ángeles; ni tiene poderes como los que tienen los ángeles, que tienen la capacidad de trasladarse de un sitio a otro en un instante, de aparecer y desaparecer. ¿Quién puede hacer eso? Los ángeles sí lo pueden hacer, nosotros no. Y luego añade: “Lo coronaste de gloria y de honra.” Tóquense la cabeza, ahí tienen su corona de honra y de gloria, aunque seamos calvos algunos. ¿Qué ha hecho el hombre para merecer ese honor?
Luego dice en el vers. 6: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies”. Hiciste que dominara sobre toda la creación, según lo que dice el Génesis: “Hagamos al hombre conforme a nuestra semejanza y señoree en los peces del mar, en las aves del cielo, en las bestias y en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” (1:26) A este hombre que Dios creó, que salió de sus manos, y que es nada en sus dimensiones físicas comparado con la grandeza del universo, a este hombre, digo, le dio la facultad y la capacidad de ser señor de la naturaleza. ¿No es verdad? Yo pienso que el hombre desde el inicio dominaba no sólo sobre los animales que son más pequeños que él, sino también sobre los animales que son más grandes, porque el hombre, aunque es débil en fuerza muscular comparativamente hablando, domina a los rinocerontes, a los hipopótamos, a los elefantes. Y si hubiera animales más grandes, también los dominaría. ¿Por qué los domina a pesar de que no tiene una fuerza comparable a la que tienen ellos? Porque tiene inteligencia, algo que los animales no tienen. Eso nos lo dio Dios, eso es lo que Él hizo por nosotros.
En la epístola a los Hebreos hay un pasaje que habla de algo más importante que quiero tocar para terminar. Dice así: “Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él? ¿O el hijo de hombre, para que lo visites? Tú le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todas las cosas sujetaste debajo de sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero aún no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padecimiento de su muerte, a aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.”  (Hebreos 2:6-10).
Así que este salmo que estamos comentando, en el que se habla del hombre, también habla del Hijo del Hombre, esto es, de Jesús que vino a la tierra tomando forma humana; que fue hecho temporalmente un poco menor que los ángeles para que pudiera padecer por nosotros y nos redimiese. Fue hecho inferior a ellos, a pesar de que era infinitamente superior a ellos, pues era su Creador. Fue hecho inferior a ellos al tomar “forma de siervo” (Flp 2:7), siendo concebido y formado en el vientre de una mujer, y naciendo en un humilde pesebre (Lc 2:7); y aunque era el dueño de todo, no tenía dónde recostar la cabeza (Mt 8:20); y aunque era igual en gloria y naturaleza al Padre, fue rechazado y despreciado por los hombres que eran sus criaturas; y aunque en Él estaba la vida que “era la luz de los hombres” (Jn 1:4), “se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.” (Flp 2:8). (Continuaré comentando el vers. 6).
Notas: 1. En verdad, no dice “obra de tus manos” sino “de tus dedos”. Si comparamos las palabras de Jesús en Mt 12:28 y Lc 11:20, veremos claramente que el dedo de Dios es su Espíritu. Con él expulsaba Jesús a los demonios; con él también el Creador desplegó los cielos (Is 40:22), y creó todo lo que contienen (Sal 146:6). En el salmo 144:1 podemos ver cómo las palabras “manos” y “dedos” se usan como sinónimos. Por eso David pudo escribir: “Los cielos son obra de tus manos (Sal 102:25b).
2. En este versículo, en que aparece dos veces la palabra “hombre”, el original hebreo emplea dos palabras distintas. La primera es enosh, “hombre mortal”, uno de cuyos significados es también “ser débil”, por lo que esta palabra es empleada en contextos que subrayan la debilidad humana (Jb 4:17; 7:1; Sal 90:3 y 103:15). Esta palabra contrasta con ish, que significa también “varón” o “esposo”, pero subrayando su fortaleza (Gn 3:6; 7:2; Is 21:9), aunque también puede significar “ser humano” (Nm 23:19). (No está de más recordar que Enosh o Enós era el nombre del hijo mayor de Set, el tercer hijo de Adán y Eva: Gn 5:5,6). La segunda palabra que aparece en la frase es adam, la cual, además de ser un nombre propio, designa a la humanidad en sentido general (Gn 1:26,27: 2:20), o también a un número específico de hombres (Gn 11:5; Jr 47:2). Se podría entonces traducir la pregunta de este versículo de la siguiente manera: “¿Qué es este hombre débil y mortal para que de él te acuerdes, y este descendiente de Adán para que lo visites?”
3. La palabra hebrea Elohim, que se traduce aquí como “ángeles” significa literalmente “dioses”. Aunque es una palabra plural, el libro del Génesis la emplea en un sentido singular para referirse al Dios creador (Gn 1:1,2,3,4, etc.). En su sentido plural puede significar “jueces” o “gobernantes” (Ex 21:6; Sal 82:2,6), o dioses paganos (Ex 18:11; Sal 86:8), o “ángeles”, como en este salmo.
La palabra Jehová que solemos usar viene de una latinización del tetragrámmaton (JHVH por YHWH) y de una lectura equivocada de los signos de las vocales que se colocan debajo de las consonantes en la escritura hebrea, hecha a finales del siglo XIII, y que la costumbre ha consagrado. El alfabeto hebreo consta de 22 consonantes. Hace algo más de diez siglos los escribas judíos (masoretas) inventaron un sistema de puntos y rayas que se colocan debajo de las consonantes, para registrar el sonido de las vocales y que la pronunciación tradicional de las palabras del idioma no se perdiera. Dado que estaba prohibido pronunciar el nombre de Dios (YHWH), se adoptó la costumbre de decir Adonai en su lugar. Para recordarlo se colocaron las vocales de esta última palabra (“a” “o” “a”. La primera “a” corta tiene un sonido cercano a la “e”). Ignorantes de este hecho los traductores cristianos de la Edad Media asumieron que la pronunciación de JHVH era “Jehová”. Recién en el siglo XIX los estudiosos se percataron del error.
NB. El presente artículo, el anterior y el siguiente del mismo título, están basados en la grabación de una charla dada recientemente en el ministerio de la Edad de Oro.


Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, te invito a pedirle sinceramente perdón a Dios por tus pecados diciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.

#833 (08.06.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

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