Por
José Belaunde M.
¿QUÉ ES EL
HOMBRE PARA QUE DE ÉL TE ACUERDES? I
Un
Comentario del Salmo 8:1,2
1.
“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso
es tu nombre sobre la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos.”
El
primer versículo es una exclamación de admiración ante la grandeza de Dios
(puesto que su nombre lo representa). Es una grandeza que se extiende sobre
toda la tierra, sobre toda la naturaleza visible aquí abajo; sobre todo lo
que nuestros ojos abarcan.
Pero también el salmista se admira de la gloria de
Dios manifiesta en los cielos; esto es, en la luna, en las estrellas, en las
nubes y en los colores fulgurantes del crepúsculo. (Nota 1)
Lo que el hombre puede ver ahora con sus propios ojos en la inmensidad del
firmamento ha aumentado casi al infinito por los métodos que la tecnología ha
creado. El hombre puede penetrar con instrumentos hasta los confines del
universo y se han descubierto galaxias, huecos negros, y toda clase de
formaciones celestes antes desconocidas.
Comparado con esa grandeza inconmensurable ¿qué cosa somos nosotros, seres
miserables que caminamos sobre la tierra y que tenemos como máximo dos metros
de altura?
¿Qué es el hombre comparado con todo eso para que Dios sea acuerde de él y
se incline hacia él, siendo ese ser menos que una partícula de polvo comparado
con la grandeza del universo?
Las palabras del salmo acerca del glorioso nombre de
Dios bien pueden ser aplicadas a Jesús, cuyo nombre está “por encima de todo nombre” (Flp 2:9), porque no hay nombre que sea
más conocido y venerado en la tierra que el suyo; no hay nombre que haya
marcado más la historia de la humanidad que el suyo, que es el único “nombre bajo el cielo dado a los hombres por
el que podamos ser salvos” (Hch 4:12).
En virtud de ese nombre, escribe Juan Crisóstomo,
“la muerte fue disuelta, los demonios fueron apresados en cadenas, los cielos
fueron abiertos, sus puertas de par en par, el Espíritu fue enviado, los
esclavos fueron liberados, los enemigos se volvieron hijos, y los extranjeros,
herederos…”
En nuestro país, donde el amanecer y el atardecer
duran poco tiempo, debido a la cercanía del Ecuador, nos hemos acostumbrado a
ver el despliegue de colores de esos momentos con indiferencia, sobre todo en
Lima, donde las nubes los velan en parte. Pero en las regiones donde ambos
fenómenos duran más tiempo, en el Sur del Perú, o en Chile, o en los países del
hemisferio Norte, el crepúsculo puede durar tres o cuatro horas. El espectáculo
de los cielos encendidos de colores cambiantes es maravilloso. ¡Qué belleza!
¡Qué gloria! No hay pintor que pueda igualarlo. ¡Qué mayor manifestación de la
gloria de Dios que ésa!
¡Y qué decir del arco iris que sucede a la lluvia!
Aunque es cierto que en Lima casi no lo vemos porque llueve rara vez, pero en
la sierra donde llueve con frecuencia… ¡Y qué decir de los truenos, de los
rayos y los relámpagos que atraviesan el firmamento durante las tempestades,
cuando el mar agitado se encrespa! Ése puede ser un espectáculo pavoroso, sobre
todo para quienes se hallan en el mar.
Hace varias décadas, de muchacho, yo viajé a Europa
en un trasatlántico, y una tempestad nos cogió en medio del océano. Parecía que
el barco se iba a hundir porque unas olas de por lo menos diez metros de altura
barrían la cubierta, y la proa se hundía en el agua y se levantaba en un sube y
baja terrorífico al enfrentar el oleaje gigante. Desafiando las instrucciones
dadas a los pasajeros de permanecer en su camarote, yo subí imprudentemente hasta
el puente de mando sin que me vieran, y me quedé escondido fuera de la cabina
cubierta donde estaba el capitán empuñando el timón. Yo estaba por lo menos a
treinta metros de altura sobre el mar, pero me empapé completamente porque las
ráfagas del viento huracanado levantaban chorros de gotas de agua como si fuera
lluvia. Era un espectáculo de dar miedo.
Los fenómenos en que se desata la furia de la
naturaleza nos hablan de la grandeza de Dios, tal como nos lo recuerda el inicio
del salmo 19: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de
sus manos.”
¿Y por qué es glorioso singularmente el nombre
inefable de Dios? ¿Quién sabe cómo se llama Dios?
¿Alguien conoce su nombre? Es Jehová. ¿De dónde viene ese nombre? ¿Cómo lo
conocemos? Porque Dios
mismo se lo reveló a Moisés, cuando se le apareció en la zarza ardiente y le
dijo que había visto la aflicción y oído el clamor de su pueblo, y que lo iba a
enviar donde el faraón para que deje salir al pueblo de Egipto (Ex 3:7). Moisés,
asustado, se resiste y, entre otros argumentos, contesta: Si el pueblo me
pregunta cuál es tu nombre ¿qué les digo? Dios le responde (en hebreo) “Eh yéh asher Eh yéh” (Yo soy el que Yo
soy). Este es un juego de palabras que apunta al nombre de Yahweh (que nosotros
escribimos como Jehová, y que probablemente se pronunciaba “iáue”) (2) y que significa “Yo soy el que causa que las cosas
sean”. HYH (omitiendo las vocales) es la primera persona del verbo imperfecto
“ser”. YHWH (el tetragrama sagrado) es la tercera persona singular masculina
del mismo verbo imperfecto, que puede ser tanto presente, como pasado o futuro.
“Así dirás a
los hijos de Israel: ‘Yo soy’ me ha enviado a vosotros.” Y enseguida añade: “Yaweh, el Dios de vuestros padres, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios
de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se
me recordará por todos los siglos.” (v. 14,15).
Los teólogos y los eruditos han estudiado durante
siglos el significado profundo de ese nombre, pero ¿quién puede entender lo que el nombre de Dios quiere decir? Sería como
descifrar lo que es Dios mismo. Pero ¿hay mente humana que pueda descifrar o
entender completamente lo que es Dios? No lo hay.
Hemos visto que el nombre revelado a Moisés quiere decir ‘Yo soy el que Yo
soy’. Es decir, ‘Yo soy el Ser que subsiste por sí mismo’, el Ser que no
necesita de ningún otro, que no fue creado sino al contrario es el origen
creador de todas las cosas que existen. De Él hemos salido y a Él vamos a
regresar algún día. Pero ese significado no agota todo su contenido. En
realidad el nombre de Dios es tan grande como Él mismo. Por eso es que uno puede
comprender la exclamación de admiración del poeta ante algo tan
inconmensurable: “¡Oh Jehová Señor
nuestro cuán glorioso es tu nombre sobre toda la tierra!” Porque su gloria
va mucho más allá de lo que el hombre puede entender; es más grande de lo que la mente humana puede abarcar.
Y prosigue el salmo diciendo:
2.
“De la boca de los niños y de los que
maman fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al
enemigo y al vengativo.”
Cuando
Jesús entró triunfalmente en Jerusalén antes de su pasión, Él citó esta frase
para responder a los fariseos que se indignaban de lo que los niños decían de
Él. Él usó la versión griega de la Septuaginta , que era, dicho sea de paso, la versión
que la iglesia usaba al comienzo, y que sigue siendo la versión de la Biblia que usan las
iglesias ortodoxas de habla griega: “De
la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza” (Mt
21:16).
Leamos el episodio que está en Mateo 21: “Jesús entró en el templo de Dios y echó fuera a todos los que
vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y las
sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa será
llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y
vinieron a él en el templo, ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales
sacerdotes y los escribas viendo las maravillas que Él hacía y a los muchachos
aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron y le
dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí, ¿nunca leísteis: De la
boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (v. 12-16). Y les cerró la boca.
Ellos estaban molestos porque al ver los milagros que Jesús hacía, los
niños alababan a Dios por las maravillas que Él hacía. Por ese motivo ellos
estaban furiosos. A los impíos no les gusta que se alabe a Dios.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante la alabanza? Porque la alabanza es
un baluarte, una fortaleza, contra la cual el enemigo se estrella impotente. Por
eso no la soporta. Donde quiera que haya alabanza el diablo se retira molesto
porque no puede hacer nada. Por eso mismo ésa es nuestra arma de elección.
Cuando nos veamos acosados por el demonio, no tenemos sino que ponernos a
alabar a Dios y él se irá corriendo porque no le gusta oírla. ¿Por qué no le
gusta? Recordemos, ¿quién era Lucifer antes de que fuera echado al abismo? Era el director de la alabanza. Ése era su
papel. Por eso él la detesta, porque por soberbia renunció a ella.
Muchas cosas misteriosas y profundas han sido
ocultadas a los grandes y a los sabios, a los que se jactan de sus propias
fuerzas y conocimientos, pero han sido reveladas a los pequeños que no presumen
de nada, dijo Jesús en otra ocasión (Mt 11:25). ¿Y por qué es eso? Porque Él
desea ser conocido sobre todo por los que desean sinceramente conocerle y
tienen hambre y sed de la justicia que viene de Él (Mt 5:6).
En otra ocasión Jesús dijo también que el reino de
los cielos pertenece a los niños y a los que son como ellos (Mt 19:14; Lc 18:16).
De modo que si alguna vez alguien te dijera: Pareces un niño. ¡Qué tonto eres! puedes
decirle: Gracias a Dios por ello, porque así tengo asegurado un puesto en el reino
de los cielos.
El comentarista británico del siglo XVII Mathew
Poole escribe que en los niños se puede ver mucho de la gloria de Dios, desde
su concepción hasta su crecimiento en lo oculto del seno materno (Sal
139:13,15,16), así como en su alumbramiento y en su crianza; en su alimentación
que provee el pecho materno; y por la forma cómo los niños son con frecuencia
guardados de peligros de los que ellos no son concientes, por las personas que
los rodean. Dios, en efecto, ha puesto en las criaturas pequeñas un encanto que subyuga los corazones y que hace
que de una manera instintiva tendamos a protegerlos y a acariñarlos. Por eso es
que hay pocos crímenes tan odiosos y terribles como el de pervertir la
inocencia de los niños, como ahora se hace con frecuencia.
¡Qué cosa tan extraordinaria es que una nueva vida humana pueda surgir
cuando se unen una célula femenina y una célula masculina! ¡Qué misterio
extraordinario! Son dos células, una provista por el hombre, la otra por la
mujer. De su unión surge el embrión; que es algo más que una simple célula,
porque es una nueva vida, un ser humano. ¿Qué tiene el embrión que lo hace
diferente de una mera célula? Tiene un alma y un espíritu.
¿Saben ustedes por qué los aliados del diablo promueven el aborto? Porque
odian ese fenómeno, odian el surgimiento de la vida. Odian ese misterio que se
produce cada vez que un hombre y una mujer se unen. ¡Y qué maravilla es también
cuando la criatura se va formando y crece en el seno materno; y luego irrumpe
al exterior y nace!
Yo he estado presente en el nacimiento de la mayoría de mis hijos, y como
son nueve, tengo bastante experiencia. Hasta casi podría hacer de partero. Yo
he visto qué cosa extraordinaria es un parto. Claro que yo no quisiera ser el
que lo sufre dando a luz. Pero en ese trance yo le daba la mano a mi mujer para
darle coraje cuando ella pujaba. Al final ella se volvió tan experta que una
vez la criatura nació antes de que regresara el médico que la había examinado
media hora antes, y dijo que todavía había para rato.
A continuación dice el salmo: “De la boca de los niños fundaste la fortaleza (o perfeccionaste la
alabanza) a causa de tus enemigos.“ Yo me pregunto ¿de qué manera la
alabanza que brota de los párvulos, de los niños, hace callar a los enemigos de
Dios? De hecho, en el episodio de Mateo
21 que hemos leído, en que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, y sana a
cojos y ciegos, provocando los gritos de júbilo de los muchachos, y en que los
escribas y los fariseos estaban molestos, ¿qué fue lo que pasó? Que los gritos
de alabanza de los niños los hicieron callar, les taparon la boca y no pudieron
decir nada más. Ver la manifestación gloriosa del poder de Dios enfurecía a los
enemigos de Jesús, que ya complotaban para matarlo.
¿No es cierto que a veces los niños dicen
cosas sabias y que nos asombran? Pero no solamente ellos. Nosotros
también podemos hacerlo. Cuando nuestra boca ungida por el Espíritu Santo
proclama la verdad, los enemigos de Dios, los bribones y los críticos, no
tienen nada que responder. No es nuestra inteligencia o nuestra elocuencia,
sino la palabra de Dios en nuestra boca la que tiene ese poder. Llenémonos,
pues de esa palabra, y limpiémonos de toda vanagloria para que Él pueda
usarnos. Seamos como niños en nuestra franqueza y en nuestra inocencia para que
podamos confundir a los que se oponen a la obra que Dios hace en la tierra.
Notas: 1. El hecho de que el autor en el vers. 3 no mencione
al sol hace pensar que este salmo fue compuesto de noche.
2.
La palabra “Jehová” que solemos usar viene de una lectura equivocada de los
signos de las vocales que se colocan debajo de las consonantes en la escritura
hebrea, hecha en el siglo XIII, y que la costumbre ha consagrado.
NB. El presente artículo y los
siguientes del mismo título, están basados en la grabación de una charla dada
en el ministerio de la Edad
de Oro.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar
de la presencia de Dios es muy importante que adquieras esa seguridad, porque
no hay seguridad en la tierra que sea tan necesaria. Con ese fin te invito a
pedirle sinceramente perdón a Dios por tus pecados diciendo la siguiente
oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la
cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé
que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente
muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo
quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el
mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados
con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir
para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA
EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS
QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA.
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En relación con la polémica vigente acerca de la Unión Civil sugiero consultar
en Internet el folleto “El Cristianismo y el Matrimonio Homosexual” publicado por
la IACYM (http://goo.gl/YKxu94)
#832 (01.06.14).
Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
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