miércoles, 4 de junio de 2014

¿QUÉ ES EL HOMBRE PARA QUE DE ÉL TE ACUERDES? I

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
¿QUÉ ES EL HOMBRE PARA QUE DE ÉL TE ACUERDES? I
Un Comentario del Salmo 8:1,2
1. “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre sobre la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos.”
El primer versículo es una exclamación de admiración ante la grandeza de Dios (puesto que su nombre lo representa). Es una grandeza que se extiende sobre toda la tierra, sobre toda la naturaleza visible aquí abajo; sobre todo lo que nuestros ojos abarcan.
Pero también el salmista se admira de la gloria de Dios manifiesta en los cielos; esto es, en la luna, en las estrellas, en las nubes y en los colores fulgurantes del crepúsculo. (Nota 1)
Lo que el hombre puede ver ahora con sus propios ojos en la inmensidad del firmamento ha aumentado casi al infinito por los métodos que la tecnología ha creado. El hombre puede penetrar con instrumentos hasta los confines del universo y se han descubierto galaxias, huecos negros, y toda clase de formaciones celestes antes desconocidas.
Comparado con esa grandeza inconmensurable ¿qué cosa somos nosotros, seres miserables que caminamos sobre la tierra y que tenemos como máximo dos metros de altura?
¿Qué es el hombre comparado con todo eso para que Dios sea acuerde de él y se incline hacia él, siendo ese ser menos que una partícula de polvo comparado con la grandeza del universo?
Las palabras del salmo acerca del glorioso nombre de Dios bien pueden ser aplicadas a Jesús, cuyo nombre está “por encima de todo nombre” (Flp 2:9), porque no hay nombre que sea más conocido y venerado en la tierra que el suyo; no hay nombre que haya marcado más la historia de la humanidad que el suyo, que es el único “nombre bajo el cielo dado a los hombres por el que podamos ser salvos” (Hch 4:12).
En virtud de ese nombre, escribe Juan Crisóstomo, “la muerte fue disuelta, los demonios fueron apresados en cadenas, los cielos fueron abiertos, sus puertas de par en par, el Espíritu fue enviado, los esclavos fueron liberados, los enemigos se volvieron hijos, y los extranjeros, herederos…”
En nuestro país, donde el amanecer y el atardecer duran poco tiempo, debido a la cercanía del Ecuador, nos hemos acostumbrado a ver el despliegue de colores de esos momentos con indiferencia, sobre todo en Lima, donde las nubes los velan en parte. Pero en las regiones donde ambos fenómenos duran más tiempo, en el Sur del Perú, o en Chile, o en los países del hemisferio Norte, el crepúsculo puede durar tres o cuatro horas. El espectáculo de los cielos encendidos de colores cambiantes es maravilloso. ¡Qué belleza! ¡Qué gloria! No hay pintor que pueda igualarlo. ¡Qué mayor manifestación de la gloria de Dios que ésa!
¡Y qué decir del arco iris que sucede a la lluvia! Aunque es cierto que en Lima casi no lo vemos porque llueve rara vez, pero en la sierra donde llueve con frecuencia… ¡Y qué decir de los truenos, de los rayos y los relámpagos que atraviesan el firmamento durante las tempestades, cuando el mar agitado se encrespa! Ése puede ser un espectáculo pavoroso, sobre todo para quienes se hallan en el mar.
Hace varias décadas, de muchacho, yo viajé a Europa en un trasatlántico, y una tempestad nos cogió en medio del océano. Parecía que el barco se iba a hundir porque unas olas de por lo menos diez metros de altura barrían la cubierta, y la proa se hundía en el agua y se levantaba en un sube y baja terrorífico al enfrentar el oleaje gigante. Desafiando las instrucciones dadas a los pasajeros de permanecer en su camarote, yo subí imprudentemente hasta el puente de mando sin que me vieran, y me quedé escondido fuera de la cabina cubierta donde estaba el capitán empuñando el timón. Yo estaba por lo menos a treinta metros de altura sobre el mar, pero me empapé completamente porque las ráfagas del viento huracanado levantaban chorros de gotas de agua como si fuera lluvia. Era un espectáculo de dar miedo.
Los fenómenos en que se desata la furia de la naturaleza nos hablan de la grandeza de Dios, tal como nos lo recuerda el inicio del salmo 19: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos.”
¿Y por qué es glorioso singularmente el nombre inefable de Dios? ¿Quién sabe cómo se llama Dios? ¿Alguien conoce su nombre? Es Jehová. ¿De dónde viene ese nombre? ¿Cómo lo conocemos? Porque Dios mismo se lo reveló a Moisés, cuando se le apareció en la zarza ardiente y le dijo que había visto la aflicción y oído el clamor de su pueblo, y que lo iba a enviar donde el faraón para que deje salir al pueblo de Egipto (Ex 3:7). Moisés, asustado, se resiste y, entre otros argumentos, contesta: Si el pueblo me pregunta cuál es tu nombre ¿qué les digo? Dios le responde (en hebreo) “Eh yéh asher Eh yéh” (Yo soy el que Yo soy). Este es un juego de palabras que apunta al nombre de Yahweh (que nosotros escribimos como Jehová, y que probablemente se pronunciaba “iáue”) (2) y que significa “Yo soy el que causa que las cosas sean”. HYH (omitiendo las vocales) es la primera persona del verbo imperfecto “ser”. YHWH (el tetragrama sagrado) es la tercera persona singular masculina del mismo verbo imperfecto, que puede ser tanto presente, como pasado o futuro.
“Así dirás a los hijos de Israel: ‘Yo soy’ me ha enviado a vosotros.” Y enseguida añade: “Yaweh, el Dios de vuestros padres, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.” (v. 14,15).
Los teólogos y los eruditos han estudiado durante siglos el significado profundo de ese nombre, pero ¿quién puede entender lo que el nombre de Dios quiere decir? Sería como descifrar lo que es Dios mismo. Pero ¿hay mente humana que pueda descifrar o entender completamente lo que es Dios? No lo hay.
Hemos visto que el nombre revelado a Moisés quiere decir ‘Yo soy el que Yo soy’. Es decir, ‘Yo soy el Ser que subsiste por sí mismo’, el Ser que no necesita de ningún otro, que no fue creado sino al contrario es el origen creador de todas las cosas que existen. De Él hemos salido y a Él vamos a regresar algún día. Pero ese significado no agota todo su contenido. En realidad el nombre de Dios es tan grande como Él mismo. Por eso es que uno puede comprender la exclamación de admiración del poeta ante algo tan inconmensurable: “¡Oh Jehová Señor nuestro cuán glorioso es tu nombre sobre toda la tierra!” Porque su gloria va mucho más allá de lo que el hombre puede entender; es más grande de lo que la mente humana puede abarcar.
Y prosigue el salmo diciendo:
2. “De la boca de los niños y de los que maman fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo.”
Cuando Jesús entró triunfalmente en Jerusalén antes de su pasión, Él citó esta frase para responder a los fariseos que se indignaban de lo que los niños decían de Él. Él usó la versión griega de la Septuaginta, que era, dicho sea de paso, la versión que la iglesia usaba al comienzo, y que sigue siendo la versión de la Biblia que usan las iglesias ortodoxas de habla griega: “De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza” (Mt 21:16).
Leamos el episodio que está en Mateo 21: Jesús entró en el templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo, ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas viendo las maravillas que Él hacía y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí, ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (v. 12-16). Y les cerró la boca.
Ellos estaban molestos porque al ver los milagros que Jesús hacía, los niños alababan a Dios por las maravillas que Él hacía. Por ese motivo ellos estaban furiosos. A los impíos no les gusta que se alabe a Dios.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante la alabanza? Porque la alabanza es un baluarte, una fortaleza, contra la cual el enemigo se estrella impotente. Por eso no la soporta. Donde quiera que haya alabanza el diablo se retira molesto porque no puede hacer nada. Por eso mismo ésa es nuestra arma de elección. Cuando nos veamos acosados por el demonio, no tenemos sino que ponernos a alabar a Dios y él se irá corriendo porque no le gusta oírla. ¿Por qué no le gusta? Recordemos, ¿quién era Lucifer antes de que fuera echado al abismo?  Era el director de la alabanza. Ése era su papel. Por eso él la detesta, porque por soberbia renunció a ella.
Muchas cosas misteriosas y profundas han sido ocultadas a los grandes y a los sabios, a los que se jactan de sus propias fuerzas y conocimientos, pero han sido reveladas a los pequeños que no presumen de nada, dijo Jesús en otra ocasión (Mt 11:25). ¿Y por qué es eso? Porque Él desea ser conocido sobre todo por los que desean sinceramente conocerle y tienen hambre y sed de la justicia que viene de Él (Mt 5:6).
En otra ocasión Jesús dijo también que el reino de los cielos pertenece a los niños y a los que son como ellos (Mt 19:14; Lc 18:16). De modo que si alguna vez alguien te dijera: Pareces un niño. ¡Qué tonto eres! puedes decirle: Gracias a Dios por ello, porque así tengo asegurado un puesto en el reino de los cielos.
El comentarista británico del siglo XVII Mathew Poole escribe que en los niños se puede ver mucho de la gloria de Dios, desde su concepción hasta su crecimiento en lo oculto del seno materno (Sal 139:13,15,16), así como en su alumbramiento y en su crianza; en su alimentación que provee el pecho materno; y por la forma cómo los niños son con frecuencia guardados de peligros de los que ellos no son concientes, por las personas que los rodean. Dios, en efecto, ha puesto en las criaturas pequeñas un  encanto que subyuga los corazones y que hace que de una manera instintiva tendamos a protegerlos y a acariñarlos. Por eso es que hay pocos crímenes tan odiosos y terribles como el de pervertir la inocencia de los niños, como ahora se hace con frecuencia.
¡Qué cosa tan extraordinaria es que una nueva vida humana pueda surgir cuando se unen una célula femenina y una célula masculina! ¡Qué misterio extraordinario! Son dos células, una provista por el hombre, la otra por la mujer. De su unión surge el embrión; que es algo más que una simple célula, porque es una nueva vida, un ser humano. ¿Qué tiene el embrión que lo hace diferente de una mera célula? Tiene un alma y un espíritu.
¿Saben ustedes por qué los aliados del diablo promueven el aborto? Porque odian ese fenómeno, odian el surgimiento de la vida. Odian ese misterio que se produce cada vez que un hombre y una mujer se unen. ¡Y qué maravilla es también cuando la criatura se va formando y crece en el seno materno; y luego irrumpe al exterior y nace!
Yo he estado presente en el nacimiento de la mayoría de mis hijos, y como son nueve, tengo bastante experiencia. Hasta casi podría hacer de partero. Yo he visto qué cosa extraordinaria es un parto. Claro que yo no quisiera ser el que lo sufre dando a luz. Pero en ese trance yo le daba la mano a mi mujer para darle coraje cuando ella pujaba. Al final ella se volvió tan experta que una vez la criatura nació antes de que regresara el médico que la había examinado media hora antes, y dijo que todavía había para rato.
A continuación dice el salmo: “De la boca de los niños fundaste la fortaleza (o perfeccionaste la alabanza) a causa de tus enemigos.“ Yo me pregunto ¿de qué manera la alabanza que brota de los párvulos, de los niños, hace callar a los enemigos de Dios? De hecho, en el episodio de Mateo 21 que hemos leído, en que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, y sana a cojos y ciegos, provocando los gritos de júbilo de los muchachos, y en que los escribas y los fariseos estaban molestos, ¿qué fue lo que pasó? Que los gritos de alabanza de los niños los hicieron callar, les taparon la boca y no pudieron decir nada más. Ver la manifestación gloriosa del poder de Dios enfurecía a los enemigos de Jesús, que ya complotaban para matarlo.
¿No es cierto que a veces los niños dicen  cosas sabias y que nos asombran? Pero no solamente ellos. Nosotros también podemos hacerlo. Cuando nuestra boca ungida por el Espíritu Santo proclama la verdad, los enemigos de Dios, los bribones y los críticos, no tienen nada que responder. No es nuestra inteligencia o nuestra elocuencia, sino la palabra de Dios en nuestra boca la que tiene ese poder. Llenémonos, pues de esa palabra, y limpiémonos de toda vanagloria para que Él pueda usarnos. Seamos como niños en nuestra franqueza y en nuestra inocencia para que podamos confundir a los que se oponen a la obra que Dios hace en la tierra.
Notas: 1. El hecho de que el autor en el vers. 3 no mencione al sol hace pensar que este salmo fue compuesto de noche.
2. La palabra “Jehová” que solemos usar viene de una lectura equivocada de los signos de las vocales que se colocan debajo de las consonantes en la escritura hebrea, hecha en el siglo XIII, y que la costumbre ha consagrado.
NB. El presente artículo y los siguientes del mismo título, están basados en la grabación de una charla dada en el ministerio de la Edad de Oro.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que sea tan necesaria. Con ese fin te invito a pedirle sinceramente perdón a Dios por tus pecados diciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.
En relación con la polémica vigente acerca de la Unión Civil sugiero consultar en Internet el folleto “El Cristianismo y el Matrimonio Homosexual” publicado por la IACYM  (http://goo.gl/YKxu94)

#832 (01.06.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

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