Pasaje
tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo
EN NUESTRO MEDIO LA INFIDELIDAD MASCULINA goza de cierta
aceptación, se la tolera; incluso hasta da
prestigio al hombre. Se habla de las proezas de los seductores como si fueran
hazañas, pero se castiga la infidelidad femenina. Eso es una gran hipocresía,
porque ambas son iguales, ambas son igualmente condenables. Es la cultura
machista perniciosa que dice, bueno, son cosas de hombres. No son cosas de
hombres, son cosas del diablo. El diablo es el autor de la infidelidad. El
sentimiento natural debería ser el de cultivar una sola relación, porque es
imposible, absolutamente imposible, que una relación entre dos personas, una
relación íntima, pueda mantenerse incólume si uno de los dos es infiel. La
gente dice: “Ojos que no ven, corazón que no siente.” No saben lo que es el
corazón. El corazón tiene intuiciones muy profundas. De repente la mujer no
vio, nunca se enteró. Pero su corazón sí lo supo, lo sintió. De repente el
hombre vuelve a casa, y la mujer está fría, hosca. ¿Qué pasó? En su interior
algo le ha dicho que su unión con su marido ha sido profanada por una carne
ajena. Y peor si la infidelidad es de la mujer, aunque el corazón del hombre
sea menos intuitivo. Esas cosas pueden hacer muchísimo daño, aunque nadie se
entere, porque violan la santidad del matrimonio. Esas cosas nunca se hacen impunemente,
porque la infidelidad no solamente contamina al infiel; contamina también al
fiel y contamina a los hijos, aunque no se enteren, porque ellos son el fruto
del amor de sus padres.
Págs 190-192. EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT
THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.
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