viernes, 4 de marzo de 2022

¿QUÉ SON LOS EVANGÉLICOS? I-A

 

LA VIDA Y LA PALABRA

José Belaunde M.

¿QUÉ SON LOS EVANGÉLICOS? I-A

Un amigo por quien tengo gran aprecio me preguntó una vez ¿qué son los evangélicos? Como se trata de una persona que ha ocupado altos cargos en el campo universitario me propuse darle una respuesta que satisfaciera a la vez su curiosidad y su intelecto, escribiendo tres artículos dedicados sucesivamente a los siglos XVIII, XIX y XX. Con ese fin, comenzando por el primero que publico ahora, me ha sido necesario investigar acuciosamente para llenar las muchas lagunas de mi conocimiento y debo reconocer que, al hacerlo, he aprendido muchas cosas que me han sorprendido.

La palabra "evangélico" viene de "evangelio" que quiere decir "buenas noticias". Y, en efecto, el mensaje que vino a traer Jesús fueron buenas noticias para la humanidad.

El movimiento evangélico nace en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, en relación con el avivamiento espiritual promovido por los predicadores John Wesley y George Whitefield, ambos sacerdotes de la Iglesia de Inglaterra (Anglicana), que empezaron a predicar a las multitudes en grandes espacios abiertos, pese a la oposición de la iglesia oficial.

Pero el avivamiento provocado por ambos tiene un antecedente en el surgimiento del pietismo por obra del pastor luterano F.J. Spener (1635-1705) (aunque  el término "evangélico" ya había usado por Spener  para referirse a los suyos, e incluso antes por Lutero para referirse a los protestantes).

Spener había denunciado el formalismo y la ostentación retórica de la predicación de muchos pastores, más interesados en su posición que en estimular la piedad de sus feligreses. Mediante su copiosa correspondencia y su popular pequeño opúsculo "Pia Desideria" (Deseos Piadosos) denunció la hipocresía de la religión establecida, y abogó por la reforma de la vida de los cristianos.

Él insistió en la necesidad del nuevo nacimiento como experiencia fundamental de la vida cristiana. Para promover esta experiencia él fomentó la creación de pequeñas asambleas ("collegia  pietatis") que se reunían dos veces por semana para orar y aplicar la Escritura a la vida personal.

Él insistía en el sacerdocio de todos los creyentes, en los que la fe debe expresarse en actos de amor hacia el prójimo.  Según él la vida espiritual y el llevar una vida piadosa, centrada en una relación personal con Cristo, eran más importantes que el conocimiento dogmático y poseer la doctrina correcta.

Entre sus muchos seguidores conviene destacar a August Herman Franke (1643-1727), teólogo y filólogo. Sus clases bíblicas en la universidad de Leipzig produjeron un avivamiento que fue objetado por sus superiores. Expulsado de la universidad, Franke fue ayudado por Spener para ocupar un cargo en la universidad de Halle en 1692. Allí empezó a preocuparse de los desposeídos y menesterosos. Fundó una escuela para pobres y un orfanato, un hospital, una farmacia, una casa para viudas, un instituto pedagógico y una librería, pequeñas empresas que ayudaron a financiar su obra. Se interesó también por las misiones extranjeras enviando misioneros a la India.

John Wesley es conocido por ser el creador de un método que desarrolló como estudiante en la universidad para progresar en la vida cristiana (de ahí el término "metodismo" usado inicialmente por sus compañeros de estudio en son de burla). Wesley y Whitefield eran socios y amigos, a pesar de la diferencia de edad, pero sobre todo de teologías: Wesley era arminiano, mientras Whitefield era calvinista. (Calvino sostenía que Jesús había muerto sólo por los elegidos; Arminio sostenía que Jesús había muerto por todos, y que dependía de cada individuo aceptar o no la oferta de salvación que Jesús le hace, ayudado ciertamente por la gracia).

Whitefield era el predicador más poderoso. En su juventud había querido ser actor, y solía aplicar en su predicación, con mucho efecto, algunos recursos de la actuación. Se dice que predicaba a multitudes que llegaban a 30,000 personas en una época en que no había megáfonos ni amplificadores. Pero Wesley tenía un sentido de organización del que su colega carecía. Él organizó a sus seguidores en "clases" que se reunían semanalmente para orar y estudiar la Biblia, y que él visitaba regularmente recorriendo, al crecer el movimiento, enormes distancias a caballo.

Para los evangélicos la Biblia es la autoridad suprema que contiene el registro de las verdades que Dios ha querido comunicar a la humanidad, a través de hombres escogidos para ese fin.

El corazón de la Biblia para los evangélicos es la cruz, en la que Jesús se inmoló como sacrificio sustitutorio por los pecados de la humanidad, muriendo después de terribles padecimientos aceptados voluntariamente. Insisten en la necesidad de una respuesta personal al mensaje de la cruz: la conversión o nuevo nacimiento, que transforma a la persona, pero que, si es auténtica, debe manifestarse en una conducta renovada que la aleje del pecado. A la vez esas verdades deben ser comunicadas apasionadamente a los demás.

De ahí que suela verse a los evangélicos con una Biblia bajo el brazo, y tratando de convertir a otros, esto es, predicando. Los evangélicos suelen ser activistas. Son lo que el Nuevo Testamento llama "evangelistas" (Hch 21:8; Ef 4:11; 2Tm 4:5), y lo son apasionadamente, usando todos los medios a su alcance, incluyendo los que la moderna tecnología pone a su disposición.  

Antes de que surgieran los hermanos Wesley y G. Whitefield el estado de la iglesia de Inglaterra era bastante lamentable. El culto en la iglesia anglicana estaba dominado por un ritualismo vacío. Pocos nobles asistían a los cultos dominicales, y el bajo pueblo tampoco estaba interesado en la religión. La mayoría de los aspirantes al sacerdocio buscaban sobre todo asegurar su situación económica.

Nacido en 1714 y de origen humilde, George Whitefield conoció a los hermanos Wesley en 1733 y se unió al Holy club (Club Santo) organizado por John en la universidad de Oxford. Entregó su vida a Cristo en 1735 y fue ordenado diácono de la Iglesia de Inglaterra. Comenzó a predicar en Bristol y en Londres en 1737. El primero de enero de 1739 se reunión con los hermanos Wesley y un evangelista moravo en Fetter Lane, Londres. A eso de las tres de la mañana el poder Dios cayó sobre ellos y muchos empezaron a llorar de emoción y gozo y cayendo al suelo. Cuando se recuperaron empezaron a cantar al unísono un himno de alabanza. Este acontecimiento fue como el Pentecostés de un nuevo movimiento.

A partir de entonces Whitefield empezó a predicar extemporáneamente, sin leer un texto preparado como hacía antes, y empezó a predicar al aire libre porque muchas iglesias se le cerraron, y por la gran cantidad de gente que acudía a oírlo.

Un nuevo impulso ocurrió cuando fue a predicar a una pequeña ciudad minera de carbón donde no había iglesia ni escuela, y la pobreza era extrema. Los pocos cientos que acudieron a la primera reunión fueron aumentando hasta convertirse en miles que se arrepentían de sus pecados llorando.

Whitefield empezó a ser invitado a predicar en los parques de otras ciudades y el joven predicador se hizo pronto famoso. Cuando decidió retornar a la colonia de Georgia, al otro lado Atlántico, invitó a John Wesley a ocupar su lugar en Bristol, y aunque éste no atraía a tanta gente como antecesor, ése fue el inicio de su predicación itinerante.

Nacido en 1703 en Epworth como hijo de un pastor y de una madre muy devota, John Wesley hizo estudios brillantes en la universidad de Oxford. Fue ordenado como diácono en 1723 y dos años después como pastor. Poco después asumió la dirección del "Holy Club" (Club Santo) fundado por su hermano Charles, cuyos miembros cultivaban la oración y la meditación, además de la lectura de la Biblia. Los estudiantes empezaron a llamarlos "metodistas", por su enfoque metódico de la piedad.

En 1735 los hermanos Wesley aceptaron una invitación  para ser capellanes en una colonia recién fundada en Georgia. Durante el viaje una violenta tempestad amenazó hacer zozobrar el navío. John quedó muy impresionado por el hecho de que mientras la mayoría de los pasajeros lloraban desesperados, un pequeño grupo de moravos alemanes mantenía la calma, cantando y orando alegremente, sin manifestar temor alguno.

De regreso en Inglaterra, después de una experiencia no muy agradable en Georgia, John y Charles encontraron a un predicador moravo que les habló de la necesidad de tener una experiencia personal de conversión para ser salvo.

El 21 de mayo de 1738, estando en una reunión de los hermanos moravos en Aldersgate Street, mientras alguien leía el prefacio de Lutero a su comentario de la epístola a los Romanos, en que se describe el cambio que hace Dios en el corazón del hombre mediante la fe en Cristo, John sintió un calor muy especial en su corazón, y comprendió vivamente que él, en efecto, confiaba solamente en Cristo para salvarse.

 

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