LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA DEMANDA DE UNA SEÑAL
Un Comentario de Mateo 16:1-4
1. “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que
les mostrase señal del cielo”. (Nota 1)
Los enemigos de siempre,
los fariseos, esta vez acompañados de los saduceos (el partido de los
sacerdotes) deponiendo su rivalidad, se juntaron para hacerle una pregunta que
pudiera suscitar de parte de Jesús una respuesta que pudiera ser usada para
acusarle (2). Su petición era –como
ya lo habían hecho antes (Mt 12:38)- que les diera una señal del cielo (3) que confirmara si su ministerio y los milagros que hacía eran obrados por
Dios, esto es, en consecuencia, que Dios era quien lo había enviado. ¿Por qué
le piden una señal en ese momento? Porque ellos cuestionan en virtud de qué
poder Él había realizado el milagro patente para todos de la multiplicación de
los panes. ¿No estarían poderes satánicos operando en Él? Si Él no puede dar
una señal que confirme que los poderes que Él exhibe son del cielo, ellos
pueden alegar ante el pueblo que vienen del diablo, y de esa manera
desprestigiar su obra.
Poco tiempo antes, en efecto, ellos habían pretendido que Jesús expulsaba
demonios por el poder de Beelzebú (Mt 12:24). En esa ocasión Jesús había dado
claramente a entender que el que atribuye a poderes satánicos las maravillas
que hace el Espíritu de Dios, peca contra el Espíritu Santo, esto es, comete un
pecado imperdonable (Mt 12: 28,31,32).
¿Qué clase de señal piden ellos? En el pasado Josué había hecho que el sol
se detuviera en el cielo durante unas horas (Jos 10:12,13), y Elías había hecho
que cayera fuego del cielo (1R 18:36-38). ¿Era una señal de ese tipo lo que
ellos pedían? ¿No les bastaba el milagro de la multiplicación de los panes? (4) ¿Acaso Nicodemo, uno de ellos, no había
reconocido que nadie podía hacer las cosas que Él hacía si Dios no
estaba con Él? (Jn 3:2)
2,3. “Mas Él respondiendo, les dijo: Cuando
anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana:
Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que
sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no
podéis!”
Jesús –según Mr 8:12 “suspirando profundamente en su espíritu” (5) les responde
diciéndoles que ellos saben distinguir muy bien las señales que muestra el
cielo acerca de si habrá buen tiempo, sea en la mañana siguiente, o en la
tarde. Cuando el cielo se tiñe de rojo al atardecer pero está despejado, ellos
saben que eso anuncia buen tiempo para la mañana siguiente. Pero si al
amanecer, además del rojo de la aurora el cielo está nublado, saben que habrá
mal tiempo. Estos hipócritas saben distinguir muy bien estas señales, pero las
señales de los tiempos que están viviendo, esas sí para ellos son algo oscuro.
¿A qué tiempos se refiere Jesús? A los tiempos en que se cumplirían las
profecías acerca del Mesías esperado por Israel, en los que ellos estaban
viviendo.
¿Qué señales de los tiempos eran ésas? Siguiendo a M.
Poole las enumeraremos: 1) Él había nacido de una virgen, tal como Isaías 7:14
había profetizado. 2) Había nacido en Belén, como había sido profetizado por
Miqueas 5:2. 3) En un tiempo en que el cetro sería quitado de Judá y “el legislador de entre sus pies”, tal
como Jacob había profetizado (Gn 49:10), es decir cuando Israel estaría
dominado por una potencia extranjera. 4) Cuando había venido Juan Bautista en
el espíritu y poder de Elías, para preparar el camino delante de Él, tal como Isaías
40: 3-5 y Malaquías 3:1 y 4:5 habían anunciado (cf Lc 3:4,5 y Mt 3:1-3). 5) Él
había venido a abrir los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, y a
hacer que los cojos salten de gozo y la lengua de los mudos cante (Is 35:5,6;
cf Mt 11:4,5); y que el evangelio sea predicado a los pobres, tal como Isaías
61:1 había también profetizado (cf Lc 4:18).
¿Por qué los llama hipócritas? Porque Él se ha dado bien cuenta de que se
acercan a Él con la intención de tenderle una trampa. Pero Él no cae en su
juego y se niega a responder a su pregunta echándoles en cara que, pese a la
piedad que aparentan, su vida privada desmiente sus pretensiones.
Y agrega, como ya había hecho en la otra ocasión (Mt 12:38-41), que la
única señal que les sería dada es la señal de Jonás:
4. “La generación mala y adúltera demanda
señal, pero señal no le será dada sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos
se fue.”
En esa ocasión Él había
explicado a qué se refería cuando mencionaba al profeta Jonás; esto es, a su
resurrección al tercer día de su muerte, porque así como Jonás había permanecido
tres días y tres noches en el vientre de un gran pez, Él permanecería en la
tumba un tiempo semejante. El percance sufrido por el profeta cuando huye del
encargo que Dios le ha dado se convierte en símbolo del milagro extraordinario
que Dios va a obrar en Él cuando resucite de entre los muertos al tercer día. (6)
Esa señal va a proclamar, no sólo ante ellos sino ante todo el mundo, que
es Dios quien lo ha enviado. Pero, como bien sabemos, cuando Jesús resucitó
ellos se negaron a reconocer la realidad de este hecho, y más bien sobornaron a
los guardias que vigilaban la tumba para que dijeran que los discípulos de
Jesús habían venido de noche y se habían llevado el cadáver mientras ellos
dormían. Si se llevaron el cadáver de la tumba los discípulos podrían hacer
creer a todos que Él había resucitado, tal como había anunciado. La impiedad e
incredulidad de los enemigos de Jesús no tenía remedio. Así ocurre cuando la
mente y el corazón de las personas han sido enteramente dominados por el
diablo. Se niegan a reconocer la verdad patente (7).
Jesús llamó a los fariseos y saduceos que le pedían una señal “generación mala y adúltera”. Y lo eran,
en efecto. Eran malos porque se negaban a ver en los milagros y curaciones que
hacía Jesús un signo de que Él era el enviado de Dios. Eran también adúlteros
en un doble sentido. En un sentido literal, porque la literatura de la época y
la misma “Mishná” judía, atestiguan de lo común que era entonces la infidelidad
matrimonial; pero también en el sentido figurado de apóstata, porque su fe en
el Dios verdadero era sólo de palabra. En otra ocasión Jesús les reprochó que
no lo conocían a Él ni a su Padre (Jn 16:3).
Entonces Jesús, seguramente muy disgustado, se alejó de ellos. En el
pasaje paralelo de Marcos se dice que Él entró en una barca y se fue al otro
lado del lago.
Pero hay algo más en el signo de Jonás que conviene notar. El libro
escrito por ese profeta relata un hecho sin parangón en el Antiguo Testamento:
que un profeta, por encargo expreso de Dios, vaya y predique el arrepentimiento
en una ciudad pagana como lo era Nínive, y que la ciudad entera, y su rey
idólatra, se conviertan al Dios verdadero. El hecho es tan inusual que cabe
preguntarse legítimamente: ¿Es ése un hecho histórico, o una profecía
disfrazada en una alegoría sobre el pasado?
Nótese que el libro de Jonás difiere de los demás libros escritos por los
profetas menores en que no contiene una profecía propiamente dicha, sino un
relato que contiene algunos elementos fantásticos. Ello no obstante, el hecho
de que Jesús en otro lugar haga alusión a la conversión de los ninivitas
diciendo que ellos en el día del juicio
condenarán a la actual generación por su dureza de corazón, le sirve de
autenticación histórica (Mt 12:41).
La ciudad de Nínive, capital del imperio asirio, había sido destruida el
año 612 AC, siglo y medio antes de que se escribiera el libro –según la opinión
mayoritaria de los eruditos- de manera que nadie podía ir a verificar la
veracidad de ese hecho histórico que no ha sido consignado en ningún otro
documento del Antiguo Testamento.
Según otros autores, sin embargo, el profeta Jonás del relato es el mismo
personaje de ese nombre, hijo de Amitai, que figura en 2R 14:25, y el libro
habría sido escrito cuando Nínive, como capital del imperio asirio, estaba en
la cúspide de su poder, y antes de que Asiria conquistara al reino de Israel
(Samaria) el año 722, y dispersara a sus habitantes.
Sea como fuere, el hecho de que Jesús refiera a sí mismo ese suceso en el
contexto que examinamos, lo convierte en una profecía acerca de la predicación
del Evangelio porque, si bien la mayoría de los judíos de su tiempo rechazaron
su mensaje, después de su muerte y resurrección, el Evangelio empezó a ser
predicado a los paganos, y ellos empezaron a convertirse en masa gracias a la
predicación de los apóstoles, primero en Samaria y después en Antioquia y,
finalmente, a través de los viajes misioneros de Pablo, tal como el libro de Jonás
alegóricamente había predicho. Una conversión masiva de paganos al Dios
verdadero, como la que narra ese libro, es algo que nunca antes había ocurrido
en la historia, según los registros de los libros históricos de la Biblia, pero
ahora estaba ocurriendo.
Jesús rechazó toda insinuación de que Él, en tanto que Mesías, pudiera
convertirse en un líder militar que liberara a su pueblo derrotando a los
romanos, tal como muchos esperaban. Él estaba interesado en una victoria
espiritual sobre el paganismo, que se produciría cuando los habitantes del
imperio, y de otras partes del mundo, creyeran en Él. Eso es lo que Él había
venido a llevar a cabo y que se produciría después de su muerte. Eso era lo que el libro de Jonás, según esta
interpretación, profetizaba. Nótese que si se trata de una alegoría profética
Nínive representa a la capital del imperio romano, y el rey de Nínive, a su
emperador, el César.
La profecía que contiene el libro se cumplió plenamente cuando el
emperador Constantino abrazó el cristianismo cerca de trescientos años después
de la muerte de Jesús. Constantino jugó un papel muy importante en la historia
de la iglesia, en primer lugar, al decretar que el cristianismo constituía una
religión lícita, poniendo fin de esa manera a la persecución de los cristianos;
y, en segundo, al convocar y presidir el año 325 el Concilio de Nicea, que
reafirmó categóricamente la divinidad de Jesús y condenó la herejía arriana que
negaba que Jesús fuera Dios; herejía, dicho sea de paso, que se había extendido
peligrosamente y amenazaba destruir la esencia del cristianismo, porque si
Jesús no es Dios, su sacrificio en la cruz no expió los pecados de nadie y
todos estamos condenados. (8)
Notas: 1. Sémeion, signo, milagro, acto
extraordinario que apunta hacia Dios como fuente de poder, y que con frecuencia
va acompañado de la palabra “prodigio” (Mr 16:20; Hch 14:3; Hb 2:3).
2. Hay quienes han objetado la historicidad de este relato alegando que es
inverosímil que en Galilea, tan alejada de Jerusalén, hubiera saduceos. Pero la
Mishná judía habla de saduceos galileos.
3. Los judíos usaban la palabra “cielo” por respeto para evitar decir
“Dios”. Pero eran varios los pueblos paganos de esa época que tomaban los
fenómenos celestes, como los eclipses, o el paso de cometas, como una señal o
advertencia divina (Jr 10:2).
4. Es interesante que Jesús diga que los fariseos y saduceos vinieron para
tentarlo (peirazó), y que use la
misma palabra en Mt 19:3 y 22:35. Querían efectivamente hacerle caer en una
trampa.
5. Esa reacción de Jesús nos muestra cuánto le afectaba la incredulidad y
dureza de corazón de esa gente.
6. Parece como si Jesús considerara al profeta Jonás como un tipo suyo en
varios aspectos. El escritor protestante del siglo XVI M, Chemnitz (citado por
M. Poole) menciona los siguientes: 1) Jonás fue arrojado al mar por los
marineros a los que él se había confiado al embarcarse; Cristo fue entregado a
la muerte por los judíos a los cuales Él había sido especialmente prometido. 2)
Jonás se dejó arrojar al mar; Jesús puso su vida por sus ovejas, sin que nadie
se la quitara (Jn 10: 15-18). 3) Al ser arrojado al mar, Jonás salvó la vida de
los que estaban en el barco; mediante su muerte Cristo salvó a los hijos de los
hombres. 4) Después de haber estado tres días en el gran pez, Jonás fue
arrojado a tierra firme; Después de tres días Cristo resucitó de entre los
muertos. 5) Los ninivitas después de haberse arrepentido bajo la predicación de
Jonás, volvieron a sus antiguos pecados y fueron destruidos; lo mismo ocurrió
con los judíos de Jerusalén 40 años después de la ascensión de Jesús.
7. Acerca de los signos celestiales que los hombres suelen demandar una
poetisa inglesa escribió: “La tierra está repleta del cielo, y la zarza más
común está ardiendo por Dios, pero sólo el que ve se saca el calzado de sus
pies”. (Ex 3:3-5) (Citado por W. Barclay)
8. En la interpretación de este pasaje debo reconocer mi deuda con el
hebraísta francés Claude Tresmontant, autor de dos libros a mi juicio
iluminadores, todavía no traducidos al español: “Le Christ Hebreu” y un
comentario sobre el Evangelio de Mateo.
Amado lector: Si tú
no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios,
yo te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú
viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los
hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he
ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces
gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente
de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname,
Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y
gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#860 (21.12.14).
Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
2 comentarios:
Buenos dias ,declaro muchas bendiciones ,🕊️🔥para su vida,saludo desde🇵🇹 ,me encanto SUS explicaciones como hago, para seguirle y me ayude En el estúdio de lá palabra
Excelente 🎉
Bendiciones desdé Cúcuta Colombia frontera con Venezuela
Un abrazo 🤗
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