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viernes, 14 de febrero de 2014

MATRIMONIO Y FELICIDAD

Pasaje tomado de mi libro
“Matrimonios que Perduran en el Tiempo”
MATRIMONIO Y FELICIDAD
Si tomamos en su conjunto todo lo que la palabra de Dios dice acerca del matrimonio y de la familia, no hay lugar a dudas de que Dios bendice a los hogares donde se da a la madre y esposa el lugar que le corresponde.
¿Y cuál es el lugar que le corresponde ocupar a la mujer en el hogar? El marido es la cabeza, sin duda alguna, el sacerdote de la casa. El papel de la mujer, de la esposa y madre, es ser la reina del hogar, la reina de la casa.
Tú debes darle a ella ese lugar. Tú debes honrarla haciendo que ella sea la reina de tu hogar. La reina para los que están dentro, para tus hijos, para que la obedezcan y la respeten, para que nunca le falten el respeto; y la reina para los de afuera. Que vean que ella es la dueña de tu corazón. No porque ella está sobre ti, porque la reina no está encima del rey, sino porque tú no puedes ser rey si ella no es tu reina. Si tu mujer no es la reina del hogar, tú serás quizás el capataz, el sargento, el mandamás, pero no eres el rey del hogar.
Ella es tu primer ministro, si quieres verlo de otra manera, ella administra tu casa. Ella gobierna en ella y gobierna a tus hijos como la reina. Y tus hijos deben tratarla así, como tu reina. Ellos difícilmente te van a faltar el respeto a ti, pero si tú no los corriges a tiempo, sí se permitirán faltarle el respeto a su madre. Para ti debería ser como si te faltaran el respeto a ti mismo, porque ella es tu cuerpo (Ef 5:28) y lo que le hacen a ella te lo hacen a ti.
Tú debes protegerla. Tú debes ser su cobertura frente al exterior. Que nadie se permita atacarla, que nadie se permita faltarle el respeto, tratarla mal, menospreciarla. Y frente al interior, a los que están en casa, de igual manera. Porque tendrán que vérselas contigo. Tu mujer debe sentir eso, que tú la apoyas, que tú estás detrás de ella para sostenerla. Conviene que te des cuenta de que ella puede sentirse a ratos desbordada por sus hijos cuando crecen, sobre todo si son varios. En esas circunstancias tú debes apoyarla compartiendo sus tareas domésticas.

Págs. 126-128, Editores Verdad y Presencia, Telf. 4712178

viernes, 26 de abril de 2013

LAS BUENAS MANERAS EN EL MATRIMONIO

Pasajes Seleccionados de mi libro
"MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO" 
LAS BUENAS MANERAS EN EL MATRIMONIO.


Nosotros nos esforzamos por ser amables, bien educados en la calle, con la gente que nos importa, especialmente si queremos hacer un negocio. El hombre que va a cerrar un trato con alguien no trata mal a su cliente. Al contrario, se esfuerza por ser lo más amable posible con él. Y si la mujer tiene que hacer alguna gestión en algún lugar, también es amable con quienes la atienden. Pero ¿en casa? Nosotros solemos reservar nuestras malas maneras para el hogar. Somos educados, amables, fuera de casa, pero en el hogar, no. Yo te digo, si tienes que ser mal educado y brusco en algún sitio, sélo afuera pero no en tu casa. En tu casa debes ser lo más bien educado, lo más amable posible, por tu propio bien y por tu propio interés, para que tu casa sea un lugar en donde sea agradable estar, no uno de donde todos huyen.
(Este texto está tomado de las pags. 165 y 166 de mi libro “Matrimonios que Perduran en el Tiempo”)