miércoles, 6 de abril de 2011

OREMOS POR NUESTRO PAÍS

OREMOS POR NUESTRO PAÍS

José Belaunde M.

Quiero hacer un llamado urgente a todos los cristianos del país, evangélicos y católicos por igual, para que en estos días que quedan antes del domingo 10, redoblen sus oraciones por el acto cívico que, en cumplimiento de nuestro deber vamos a realizar, para que no sea el mero cumplimiento de una obligación, sino un acto conciente y deliberado de patriotismo y de amor a nuestros hijos.

El destino de nuestra nación, de nuestra población, de nuestros hijos, pende del resultado de estas elecciones, porque existe el peligro de que el régimen que se elija se convierta en poco tiempo en una dictadura como la que maniata la libertad de los venezolanos, y que resultemos eligiendo no un gobierno para los próximos cinco años, sino uno que intente permanecer en el poder por mucho tiempo.

Nuestro país ha hecho en la última década grandes progresos en el desarrollo de nuestra economía, del aumento del nivel de vida, y de la disminución de la pobreza, así como en la extensión de los servicios de salud y en la mejora de la educación pública. Sabemos, sin embargo, que queda mucho por hacer en todos esos campos.

Ese progreso no debe ser detenido, como podría serlo si el país elige a un candidato cuyo programa de gobierno tiene un claro sesgo estatista, controlista y autoritario. Recordemos el proverbio que dice: “Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra; mas cuando domina el impío, el pueblo gime.” (Pr 29:2).

¡Ay del pueblo que renuncia a su libertad y al derecho de expresar libremente sus opiniones! Sé que muchos cristianos están orando por estas elecciones. Quisiera animarlos a no cejar en ese propósito en estos últimos días, sino a redoblar sus súplicas al Altísimo para que Su voluntad, que es buena agradable y perfecta, se cumpla en estas elecciones, y que ellas aseguren que el candidato que Él en su sabio y eterno consejo ha elegido, sea quien nos gobierne en el próximo quinquenio.

Sabemos, pues la Biblia lo dice claramente, que el enemigo de la Verdad y padre de la mentira levanta oposición para impedir que los buenos propósitos de Dios se cumplan; y que depende en gran medida de la oración intercesora de los fieles el que sus artimañas sean derrotadas.

En esta hora crucial para el futuro de nuestra generación oremos porque Dios incline el corazón del electorado hacia el candidato que Él en su sabiduría ha escogido para guiar a nuestra patria por caminos de prosperidad y de paz.

Roguemos para que Dios coloque en el Congreso a personas intachables, que sean las mejor preparadas para proponer y aprobar las leyes más adecuadas para el bien de nuestra población.

Roguemos porque el próximo gobernante sea una persona honesta, decidida a combatir sin respiro a la corrupción, a alentar la iniciativa privada y el desarrollo de la ciencia, a proseguir con la reforma de la educación pública, y a asegurar que prevalezca una administración de justicia sin reproche.

Y sobre todo, que no olvide que es Dios quien en los últimos años nos ha prosperado, y que seguirá haciéndolo si nuestras autoridades reconocen públicamente que Él es Rey y Señor de toda la tierra, así como de nuestro país, y que toda potestad procede de Él.

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