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jueves, 14 de septiembre de 2023

DILIGENCIA V

DILIGENCIA V

Entonces, por encima de todas las cosas, ¿qué es aquello en lo que debemos emplear más diligencia que en ninguna otra? En buscar al Señor. Eso es lo que dice Jeremías 29 en un párrafo conocido, “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.”  (29:13) Hacer las cosas de todo corazón es hacer las cosas con diligencia. Si tú quieres hallar al Señor búscalo con diligencia, de todo corazón, asiduamente, no te canses de buscarle.

¿Qué pasa cuando uno busca al Señor con diligencia? El Señor se revela a nosotros. Él no regala sus dones a los que no quieren recibirlos, sino precisamente a aquellos que los desean intensamente. El que desea realmente algo lo busca con diligencia, insistentemente.



martes, 18 de julio de 2023

DILIGENCIA IV



DILIGENCIA IV

Este es un principio muy importante para la conducción de nuestra vida: Rodeémonos de gente que en su capacidad, o en su oficio, y en general, sean mejores que nosotros, no peores, porque nos servirán de ejemplo de lo que debemos aprender, nos servirán de estímulo. 

También se dice: El que anda con sabios, finalmente llegará a ser sabio. Es muy conocido el refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres.” Si andas con personas serias, exactas, meticulosas, responsables, poco a poco tú te irás contagiando de esas cualidades y virtudes. Entonces busquemos pues la compañía de esa clase de personas.

Eso también es válido en la vida cristiana: Tratemos de vincularnos con personas que nos enseñen a ser mejores cristianos, aunque sólo fuera por su manera cuidadosa de vivir, su manera de actuar, su seriedad; así nos podemos estimular unos a otros y dar gloria a Dios.

jueves, 27 de abril de 2023

DILIGENCIA III

DILIGENCIA III

El diligente hace las cosas al ritmo adecuado, pero no por terminar rápido se precipita, porque el que hace las cosas precipitadamente no las está haciendo con cuidado, no las hace pensando. La diligencia incluye no solamente la manera de actuar sino también el cuidado de preparar de antemano lo que uno hace, pensar, usar la cabeza, la inteligencia, para que el resultado sea bueno.

Piensa primero en lo que vas a hacer, piensa en el resultado que quieres conseguir, piensa en las consecuencias. Eso también es actuar con diligencia. Es decir, la diligencia incluye actuar con inteligencia. 




viernes, 10 de marzo de 2023

DILIGENCIA II

DILIGENCIA II

 No hay pues trabajo malo ni trabajo aburrido, solamente hay trabajo hecho con el corazón, con diligencia, o hecho de una manera descuidada. Y si es hecho de una manera descuidada, nos aburre, nos molesta. Nosotros pues tenemos que cambiar esa mentalidad de “así no más”, porque es motivo de mucha frustración para la gente.


jueves, 26 de enero de 2023

Envidiar o Admirar





ENVIDIAR O ADMIRAR

¿Cómo es posible que ese hombre exhiba las cualidades de autoridad, de dominio de la partitura, de atención a todos los detalles de la ejecución, que yo deseaba tener cuando me tocara subir al pódium?

Me enfrenté entonces a la disyuntiva de envidiar o admirar.



miércoles, 14 de diciembre de 2022

DILIGENCIA I a

DILIGENCIA I a
Hacer todo siempre lo mejor que uno puede.
...me preocupé mucho de que mi redacción y mi gramática inglesa fueran la mejor posible. Al cabo de poco tiempo yo gozaba haciendo mi trabajo, un trabajo rutinario que aburría a mis colegas, pero que para mí era un trabajo delicioso, porque trataba de hacerlo lo mejor que podía, como si fuera Dios mismo el que lo hiciera. Yo lo hacía para Él, y eso  para mí era un motivo de gran alegría, de tal manera que al terminar el día, en lugar de estar cansado yo estaba entusiasta. 

martes, 25 de octubre de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD II b

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD II b

Santiago escribió citando a Jesús "que tu sí sea sí, y que tu no sea no." (St 5:12; Mt 5:37). Eso equivale a decir: que tu palabra tenga el valor de un contrato, aunque no la respalde un papel firmado. Cumple con tus compromisos. Esto es, sé responsable cuando te comprometas. No lo hagas a la ligera, pero si lo haces, honra tu palabra.

Honrar la propia palabra es una norma eminentemente cristiana, porque Dios honra siempre la suya y no defrauda al que en Él confía.




miércoles, 7 de septiembre de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD II a

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD II a

Amar, no sólo de palabra sino de obra incluye necesariamente ser responsable. Una persona irresponsable, no podrá verdaderamente llevar su amor a la práctica beneficiando a los que ama, sino que, más bien, sin quererlo, perjudicará inevitablemente con sus actos los intereses, o los sentimientos de las personas que lo rodean, de sus conocidos, amigos y parientes (sin hablar de los que le son desconocidos), porque obrará de cualquier manera y sin tener en cuenta las consecuencias de sus acciones.


miércoles, 8 de junio de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I d


EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I d

No se puede cumplir la regla de oro evangélica ("Trata a los demás como tú quisieras que los demás te traten"), si no somos responsables en el cumplimiento de nuestras tareas, porque si no las desempeñamos bien, hacemos daño al prójimo. El amor al prójimo, la consideración por los demás, nos obliga a ser responsables en nuestros actos, nos fuerza a medir las consecuencias de todo lo que hacemos, o dejamos de hacer.

 


miércoles, 1 de junio de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I c


EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I C
Mientras que en la sociedad responsable todo fluye y se realiza fácilmente; esto es, los trámites, los negocios, las actividades comunes, etc., en la irresponsable, donde no se respetan las normas, y la gente actúa irracionalmente, nada funciona, nada fluye, la menor gestión cuesta enorme esfuerzo, tiempo y dinero.
¿Conoces un país donde se dan esos síntomas?




jueves, 19 de mayo de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I b

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I b

Al que carece de sentido de Responsabilidad, sea hombre o mujer, le decimos "irresponsable". Irresponsable es la persona a la que no le importa cómo hace o ejecuta las cosas que le han encargado, o que debe llevar a cabo por su posición en la vida. El libro de los Proverbios lo llama "necio", y dice que "como el que se corta los pies y bebe su daño es el que envía recado por medio de un necio," (26:6) aunque, obviamente, la irresponsabilidad no agota el significado de esa palabra.

jueves, 28 de abril de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I a


EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I a

 El sentido de responsabilidad es aquella cualidad que asegura el buen desempeño de las labores asignadas, o asumidas, por cada miembro de la sociedad en el lugar que ocupa. Al mismo tiempo es la cualidad indispensable que nos permite ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos, y que nos frena cuando tememos que puedan ser negativas o perniciosas para nosotros mismos, o para terceros




jueves, 24 de febrero de 2022

“LAS CUATRO “I” DEL FRACASO” - EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VIII


“LAS CUATRO “I” DEL FRACASO”

EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VIII

Sé cumplido, puntual, responsable, experto en todo lo que hagas.

Daniel se mantuvo delante de los reyes a lo largo de su vida, a pesar de los cambios políticos que le tocó presenciar, porque siempre fue solícito, diligente, en su trabajo. Su integridad y su eficiencia lo convirtieron en un colaborador y consejero invalorable, indispensable.


miércoles, 12 de enero de 2022

"SIEMBRA EN LOS SURCOS DE TU TIEMPO" - EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VI


"SIEMBRA EN LOS SURCOS DE TU TIEMPO" -
EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VI

Cuando se es joven uno cree que tiene una eternidad por delante. Sí la tienes, pero no en la tierra. En la tierra el tiempo vuela.

Si no siembras bien en los surcos de tu tiempo, no cosecharás satisfacciones sino frustraciones.

Siembra en los surcos de tu tiempo semilla apretada, remecida, abundante, de buena calidad, para que tengas una buena cosecha.


miércoles, 17 de noviembre de 2021

"SIN TACHA ALGUNA" EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES II


"SIN TACHA ALGUNA" - EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES

¿Cual es la tacha más grave que se puede hacer contra una persona? Que no sea de buena conducta. Que tenga malos hábitos, malos antecedentes.

Si tienes un pasado malo, si has sido arrestado varias veces, si has estado en la cárcel. Eso es una tacha grave. Y puede ser un obstáculo decisivo que te cierre muchas puertas.

Pero puedes arrepentirte hoy de tus pecados y de tu mala conducta y a partir de hoy, con la ayuda de Dios, comenzar una vida nueva.


miércoles, 3 de noviembre de 2021

"CON EL TIEMPO SE NOTA" (CONTRASTES EN JESÚS VII)


"CON EL TIEMPO SE NOTA"
CONTRASTES EN JESÚS VII

“Limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robos y de injusticia.” ¿Qué es lo que más nos preocupa a nosotros? ¿Nuestra fachada, nuestra imagen pública o nuestro interior? Sólo Dios ve nuestro interior. Él nos conoce mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. Él sabe todo lo que sentimos, deseamos y pensamos; sabe lo que hacemos sin que nadie nos vea, salvo Él.


jueves, 24 de enero de 2019

DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX II


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX II
Un Comentario de Hechos 24:22-27

En el artículo anterior hemos visto a Pablo presentar una defensa muy sólida contra las acusaciones hechas por el orador Tértulo por cuenta del sumo sacerdote y los ancianos, haciendo notar que ellos no han presentado un solo testigo que pudiera avalar los cargos que se le hacen.
22,23. “Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. Y mandó al centurión que custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él.”
Llegado a este punto Félix pudo cerciorarse de que las acusaciones que se hacían contra Pablo tenían que ver con asuntos relativos a las diversas creencias judías, (es decir, no concernían a las leyes romanas) y, en particular, con las relacionadas con el Camino, el movimiento iniciado por los discípulos de Jesús, acerca del cual él estaba bien informado. ¿De qué manera? No sabemos, pero pudiera ser a través de su esposa, Drusila, que era hija de Herodes Agripa I.
Por tanto, él decidió en ese momento aplazar el asunto hasta que viniera el tribuno Lisias y le aclare, desde el punto de vista romano, cuál era el motivo de las acusaciones contra Pablo.
Dispuso entonces que se mantuviera a Pablo en custodia, pero con relativa libertad de movimiento y, sobre todo, que se permitiera a los suyos visitarlo y atenderlo. Esto él lo ordenó teniendo en cuenta que Pablo era un ciudadano romano contra el cual no se había probado ningún cargo lesivo a las leyes del imperio.
Lo curioso del relato es que no dice si Lisias vino o no a Cesarea para precisar las acusaciones contra el apóstol, aunque es prácticamente seguro que lo hiciera, pues estaba bajo sus órdenes, ni a qué conclusión llegó Félix con la información traída por el tribuno. Tampoco se dice qué hizo la comitiva acusadora presidida por Ananías. Lo más probable es, que viendo que su acusación no llegaba a buen término, retornaran decepcionados a Jerusalén.
Pero es sorprendente también que Félix, no habiendo ninguna acusación probada concreta contra Pablo, no lo liberara como consecuencia. La explicación de esta irregularidad la veremos más adelante en el relato, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que todo este proceso estaba bajo el control de la Providencia, que obraba a través de las omisiones, errores y arbitrariedades humanas para obtener los objetivos que se había propuesto a través de Pablo.
24. “Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo.”
¿Cuánto tiempo puede ser “algunos días después”? No más de una semana, posiblemente menos, 4 ó 5 días. Félix tenía curiosidad de volver a conversar con Pablo y de saber más concretamente lo que él tenía que decir. Algo en él, su sinceridad, su firmeza al expresarse, y su valor deben haberlo impresionado. Pese a ser un hombre venal y sin escrúpulos, la personalidad de Pablo le atraía.
Quizá quería también que su mujer, siendo judía, y más conocedora que él de las cosas por las que se acusaba a Pablo, lo oyera disertar, pues no debe habérsele escapado también que Pablo era un hombre culto. Drusila, dicho sea de paso, no debe haber ignorado las medidas que años atrás (quizá unos seis) su padre, Herodes Agripa I, tomó en contra de los líderes nazarenos mandando ajusticiar a Santiago, llamado el mayor (hijo de Zebedeo), y haciendo apresar a Pedro (Hch 12:1-3); y que murió comido por gusanos por no haber dado la gloria debida a Dios (12:23). (Nota 1)
En esta ocasión el texto de Lucas menciona directamente en qué consistía el mensaje que traía Pablo. Ya no se refiere a él solamente con el nombre con que lo conocían los mismos cristianos, el Camino, sino menciona su esencia, esto es, la fe en Jesucristo.
Es importante que tomemos nota de esto: la esencia de nuestra vida, aquello que constituye, por así decirlo, la espina dorsal de nuestra conducta y actitud frente al mundo, es nuestra fe en Jesucristo. Es esa fe la que nos da forma y distingue. Si no es ése el caso, convendría que nos examinemos a nosotros mismos.
25. “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.”
Al pasar más adelante Pablo en su disertación a hablar de algunos de los aspectos colaterales del mensaje de Jesús que atañen a la conducta humana, esto es, la rectitud de vida (que es como debe entenderse en este caso el término “justicia”, dikaiosuné en griego); y la templanza, esto es, el dominio de nuestras pasiones; y el juicio futuro, que todos nuestros actos y nuestra vida deberán afrontar algún día ante el Juez de vivos y muertos que no puede ser sobornado, Félix que, sin duda, tenía en su memoria muchas cosas indignas de las cuales su conciencia, por endurecida que estuviera, lo acusaba, tuvo miedo (el texto dice: “se espantó”, que es una forma intensa de temor). Se asustó de lo que Dios podría decirle y de que pudiera condenarlo. (2)
¡Qué bueno fuera, que se recordara con más frecuencia a los hombres, que algún día van a tener que dar cuenta a Dios de todo lo que hicieron en vida! Para comenzar recordémoslo nosotros. Ése es un pensamiento muy útil, si alguna vez nos desviamos del recto camino. Si los hombres no lo vieron, a Dios no se le ha escapado.
Félix pues, interrumpió a Pablo y le dijo: Basta por el momento. Algún otro día, cuando tenga tiempo, te volveré a llamar. Alguien ha observado que Pablo nunca tembló delante de Félix, pero que Félix tembló delante de Pablo. Sin embargo, es una lástima para el destino eterno de Félix que la palabra de Dios que le predicó Pablo, y la perspectiva del juicio divino, sólo le infundiera temor, pero no lo hiciera cambiar de conducta. Como vemos enseguida fue posiblemente el amor al dinero lo que le cerró la entrada al Reino. El suyo no es el único caso en los escritos de Lucas en que esto ocurre: El hombre rico de Lc 18:18-30; el de Ananías y Safira en Hch 5:1-11; y el de Judas en Hch 1:15-20.
26. “Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.”

Félix tenía un interés personal en volver a conversar con Pablo. Sabiendo que él deseaba sin duda recobrar su libertad, pensó que él estaría dispuesto a comprarla si fuera necesario. Quizá pensó que si Pablo había traído ofrendas a su nación, como él mismo había declarado, podría tener acceso a fuentes de fondos, o que sus mismos seguidores y amigos pudieran reunir el dinero exigido por él para liberarlo.
¿Percibiría Pablo la intención torcida de Félix? Es muy probable, pues el Espíritu nos permite discernir las intenciones del corazón de las personas con que tratamos. Pero él no estaba dispuesto a usar de recursos indignos de su llamado por verse libre. Él había puesto su vida en manos de Dios y dejaba que Dios obrase según sus propósitos. Él sabía que estando en manos suyas, no tenía nada que temer. El que teme a Dios, no tiene nada que temer de los hombres. Como dice el salmo 56: “En Dios he confiado… ¿qué puede hacerme el hombre?” (v.11).
27. “Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.”
Esta situación se prolongó por espacio de dos años. Félix que esperaba que Pablo le diera dinero a cambio de su libertad; Pablo que no estaba dispuesto a ceder sobre este punto, y que posiblemente ni se daba por aludido, por las indirectas si no propuestas directas, que le hacía el procurador. ¿De qué hablarían durante esas conversaciones? No sabemos. Posiblemente trataría de hablarle a su conciencia, pero Félix oponía una barrera a ese discurso.
Al cabo de dos años, posiblemente el año 59,  Félix fue removido de su cargo y reemplazado por Porcio Festo. Lo natural y justo hubiera sido que Félix, antes de dejar el puesto, dejara a Pablo en libertad, pero no lo hizo para congraciarse con los judíos. Tenía buenas razones para ello porque él fue depuesto por Nerón debido al juicio que le entablaron los judíos en Roma a causa de su mala administración y de sus crueldades, y del cual fue librado sólo por influencia de su hermano Pallas.
Nada se sabe de la vida previa de su sucesor, Porcio Festo. Josefo dice que era de un carácter noble, pero su conducta con Pablo no lo demuestra del todo pues, aunque estaba convencido de su inocencia, como veremos luego (26:31), no lo liberó inmediatamente como hubiera sido lo justo. Es cierto que al asumir su puesto él tenía escasos conocimientos de la religión y prácticas judías.
Festo se distinguió por su acción efectiva para restaurar el orden en  Palestina, que había venido muy a menos durante el gobierno de Félix. Él se propuso liberar a la provincia de los sicarios cuyas tropelías habían cundido por descuido de Félix. Esos asesinos, conocidos por el pequeño puñal que usaban (sica), llegaban a una aldea desguarnecida, pillaban lo que podían, la incendiaban y mataban a todo el que les ofreciera resistencia.
Festo intervino en el juicio establecido por los judíos ante el César contra Agripa II, y murió dos años después de su nombramiento, siendo sucedido por Albinus, bajo cuyo gobierno la situación interna volvió a deteriorarse.
Cabe preguntarse qué hizo Pablo durante esos dos años en que fue mantenido en “custodia líbera”, quizá atado, según la norma, a un soldado por la muñeca, aparte de ser llamado ocasionalmente por Félix que quería conversar con él (vers. 26). No se sabe. Él podía recibir visitantes con quienes podía orar y conversar. Quizá esbozó o escribió algunas cartas, aunque carecemos de toda evidencia al respecto. Pero esos años de inactividad forzada para un hombre de un espíritu misionero tan emprendedor como el suyo deben haber sido muy penosos.
Por su lado Lucas muy probablemente aprovechó ese tiempo, en Cesarea y otros lugares, para reunir información valiosa que le serviría para escribir su evangelio y los primeros capítulos del libro de Hechos.
Sin embargo, podemos estar seguros de que en los planes de Dios no hay tiempo perdido. Todo tiene un propósito que muchas veces desconocemos y, por ello, podemos confiar plenamente en su Providencia, sabiendo que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” (Rm 8:28).

Notas: 1. Drusila era la tercera hija de Herodes Agripa I y, por tanto, hermana de Agripa II  y de Berenice y de Mariamne. Nacida probablemente el año 38, su padre la prometió a Epífanes, príncipe heredero de Comagene, a condición de que él se circuncidara. Como él rehusó hacerlo, a los catorce años su padre la casó con Aziz, rey de Emesa, que sí aceptó esa condición. Pero dos años después ella fue seducida por Félix con la ayuda de un mago chipriota llamado Simón. Ella cedió en parte debido a la crueldad de su marido, y al odio de Berenice, esposa de Agripa, que estaba celosa de su belleza. Se casó con Félix el año 54, convirtiéndose en su tercera mujer, del que tuvo un hijo llamado también Agripa que murió en la erupción del Vesuvio, el año 79. Ella, como miembro de la casa reinante, veía en Pablo a un enemigo de ese poder, y lo odiaba porque condenaba sus pecados privados. Es posible que ella influyera en su marido para que Pablo permaneciera en prisión en lugar de ser liberado, como hubiera sido lo justo. Doy esta información para que el lector tenga una idea de cuán contaminada estaba la aristocracia judía por las costumbres corruptas de la sociedad romana. Ése fue el mundo al cual se enfrentó Jesús y luego se enfrentaron los apóstoles.
2. No es improbable que Pablo, conociendo la vida pasada de Félix y de su mujer, escogiera a propósito hablar de esos temas para remover sus conciencias.

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
   "Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#972 (23.04.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).


miércoles, 31 de enero de 2018

¿CUÁL ES TU PRECIO?

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
¿CUÁL ES TU PRECIO?
El presente artículo fue escrito en enero del año 2000. Fue publicado el año 2005 y nuevamente el 2010. En vista del lamentable escándalo de corrupción sistematizada que se ha destapado en los últimos meses, considero que es oportuno volverlo a publicar. Sin embargo, es importante destacar el hecho de que gran parte de la corrupción reciente denunciada fue perpetrada por una gran empresa constructora extranjera que había extendido sus tentáculos a varias esferas de la administración pública y de la actividad privada del Perú y de otros países latinoamericanos. Lo inusual de este fenómeno de corrupción sistémica es que se trataba de una política promovida por el entonces presidente del Brasil, que pretendía de esa manera ganar influencia sobre la política de nuestros países, comprometiendo en sus turbios manejos a varios de sus principales funcionarios públicos, y líderes políticos y empresariales.



Hoy día en el mundo se suele decir que todo tiene su precio, todo se vende y se compra. La conciencia de la gente tiene también su precio. Si un hombre de empresa necesita que una persona en un alto cargo tome determinada decisión que le favorezca o le facilite hacer algún negocio, va donde él, o le envía a un amigo de su parte, a indagar cuánto es lo que exige como compensación para decidir a favor suyo. Si acaso su amigo vuelve diciéndole que el funcionario no acepta plegarse a sus deseos, el empresario piensa: “Caramba, este tipo se cotiza muy alto ¿Cuánto será lo que quiere?” Y manda a su amigo de vuelta para que negocie el monto.
Y tú ¿has pensado cuál es tu precio? ¿Hasta que suma de dinero eres incorruptible, insobornable? ¿10,000 dólares? No, eso es muy poco para mí. ¿Pero si le agregan un cerito a la derecha y te susurran al oído: cien mil, estarías dispuesto a ceder? ¿Te pones firme y dices: Yo no puedo aceptar este tipo de ofertas? ¿O tratas de justificar tu venalidad diciéndote que hay ofertas que no se pueden rehusar?
Si te proponen un negocio incorrecto ¿hasta qué ganancia estás dispuesto a renunciar para mantener tu integridad?
La gente está acostumbrada a deslizar un sobre, o un billete a la persona que tiene que tramitar un expediente, para que no ponga trabas y lo haga rápido, aunque es su obligación hacerlo por el sueldo que recibe. Estas cosas son tan comunes que ya ni nos llaman la atención ni nos hacen sonrojar sino nos acomodamos a la costumbre.
Hay quienes no se venden por dinero (¡son incorruptibles!) pero sí por una “pequeña” ventaja temporal, como podría ser un viaje, o un puesto, o un honor, o una posición de cierta importancia, y no obstante, se consideran honestos. Nunca se rebajaron a recibir una coima en dinero, pero sí torcieron la verdad, o la justicia, a cambio de un beneficio de otro orden.
El personaje de Daniel en la Biblia es sumamente interesante en este respecto, y las peripecias de su vida son muy instructivas para nosotros, porque él fue un hombre público, que desempeñó altos cargos desde joven y sirvió a sucesivos gobiernos durante su larga carrera.
Él era un muchacho israelita que había sido llevado a Babilonia cuando Nabucodonosor conquistó Jerusalén, hacia fines del siglo VI antes de Cristo. El propósito del tirano era doble: de un lado privar a la nación conquistada de lo mejor de su gente, de su élite; y, de otro, aprovechar para su propia nación lo más capaz del país vencido.
El joven Daniel fue llevado a Babilonia junto con otros jóvenes que, como él, formaban parte de la aristocracia judía, y habían recibido desde niños una educación esmerada. Ahora se trataba de que aprendieran el idioma de los caldeos y se familiarizaran con las costumbres babilónicas. Si él y sus amigos demostraban ser alumnos aprovechados les esperaba una brillante carrera en su nueva patria.
El rey encargó a un hombre de su confianza el cuidado de los jóvenes israelitas, su manutención y su educación. Pero, Daniel como buen israelita, debía obedecer a las prescripciones de la ley de Moisés acerca de los alimentos, y había ciertos manjares y ciertas bebidas que le estaban prohibidas.
Dice la Escritura: "Daniel se propuso no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió por tanto a su tutor que no se le obligase a contaminarse." (Dn 1:8). Y el funcionario, aunque con algunas dudas, accedió a su petición.
Daniel y sus compañeros rehusaron gustar de la comida del rey, a pesar de que eso significaba correr el riesgo de disgustar a su tutor y, peor aún, de suscitar la cólera del soberano. En esa época los reyes no se andaban con contemplaciones. Si alguien se oponía a sus deseos, simplemente lo mandaban matar.
Pero Daniel no condescendió con las satisfacciones y halagos que le ofrecía el mundo: una mesa bien servida, vino abundante, diversiones y encima, una brillante carrera y formar parte del grupo privilegiado.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado en situaciones parecidas?  Se nos ofrecen tales o cuales ventajas, con tal de que cedamos en nuestros principios. ¿Mantenemos entonces nuestra integridad o nos acomodamos? ¿Estamos dispuestos, por razones de conciencia, a renunciar a las ventajas que nos ofrecen, o peor, a ser marginados por no colaborar?
Si eres profesional ¿te negarías a hacer lo que tu conciencia te prohíbe, pese a las amenazas de represalias?
Si eres juez ¿cambiarías la sentencia a favor del culpable porque alguien bien situado te lo ordena? (Nota) ¿Estás dispuesto a arriesgar que te cambien de colocación, o que te acusen falsamente de prevaricato, por no ceder a las presiones?
Si eres investigador, o fiscal ¿cambiarías el atestado policial por una buena oferta de dinero, o por la promesa de un ascenso? ¿Acusarías al inocente por un fajo de billetes?
Si eres médico ¿esterilizarías a esa pobre campesina ignorante, sin explicarle claramente lo que esa operación significa, o sin que su esposo esté de acuerdo? Hubo pocos médicos que se negaron hace pocos años a hacerlo por temor de perder su puesto y su sueldo.
¿Harías abortar a esa joven por una buena suma de dinero?
Si estás a cargo de las compras en una repartición pública, ¿harías pedidos innecesarios en complicidad con otros colegas para recibir la comisión que te ofrece el vendedor? ¿Te contentas con el diez por ciento para otorgar la buena pro, o pides más? ¿O te niegas, más bien, como debieras, a recibir un centavo?
Casos como los que menciono ocurren a diario en la administración pública, en los negocios, y en todas las profesiones. Y ahí es cuando se descubre el temple de nuestra integridad de carácter, y de nuestras convicciones.
Queremos formar parte de la collera, del grupo de amigos "in", de los que son invitados a reuniones de diversión privadas, de los que están al tanto de las mejores oportunidades para hacer dinero, de los que se benefician con los repartos o de los ascensos.
Hoy más nunca reinan los que venden su conciencia. ¿Cuál es tu precio? ¿Ya lo has fijado?
Seguir a Cristo también tiene su precio, pero es un precio de naturaleza diferente, que no siempre se mide en dinero. Porque puede pedírsenos que mintamos ante la opinión pública, o que tomemos parte en manejos que nuestra conciencia reprueba; o que nos adhiramos a ciertos grupos políticos, o a ciertas fraternidades que nos ofrecen apoyo de colegas; o, simplemente, se nos pide que neguemos nuestra fe cristiana.
El apóstol Pedro se encontró una vez en una situación de peligro parecida y, para escapar de ella, negó que era amigo de Jesús. Si él decía que sí, si admitía que era su amigo, quizá lo hubieran involucrado en el juicio como cómplice, y hubiera acabado en la cruz junto con su maestro. Él lo amaba, por cierto, pero no tanto como para arriesgar la vida, o como para ser torturado por su causa.
Sin embargo, Pedro le había jurado poco antes a Jesús que estaba dispuesto a morir por Él. Pero llegado el momento de la prueba, más pudo el miedo. Cuando cantó el gallo, y se acordó del anuncio que le había hecho Jesús, ya era tarde, ya lo había traicionado.
¿A qué le temes tú más? ¿A desafiar la ira del rey, de los poderosos, o a desafiar la ira de Dios? Los reyes, los poderosos de este mundo, son muchas veces testaferros del diablo, sus emisarios. Vienen de su parte para tentarte, para probar el temple de tu conciencia. Cuando te vengan a hacer determinadas ofertas, mira bien los pies de la persona que te las hace, a ver si descubres las pezuñas del cachudo.
¿A quién le temes tú más? ¿A Dios, o a la gente del mundo, o a la sociedad, o a los poderosos? ¿Ante quién tiemblas?
Jesús dijo: "No temáis a los que matan el cuerpo mas no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede destruir alma y cuerpo en el infierno" (Mt 10:28). Hay quienes creen que Jesús se está refiriendo en ese pasaje al diablo, pero no se está refiriendo al diablo, sino a Dios. Sólo a Dios debemos temer. El diablo puede torturarnos en el infierno pero no puede mandarnos ahí, ni destruirnos. Sólo Dios puede hacerlo.
También dijo Jesús: "¿Qué provecho sacará el hombre con ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si pierdes tu alma, lo perdiste todo, porque los bienes son muchos, pero el alma es una sola. Además el bien que pudiste ganar a cambio de tu alma dura muy poco. En cambio tu alma es eterna.
Antes Él había dicho: "Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por mi causa, la encontrará". (Mt 16:25). Esa es la gran promesa de Jesús. Lo que tú estés dispuesto a renunciar por mantenerte fiel a Jesús, inclusive la vida, lo recuperarás mil veces aumentado, multiplicado, en este mundo, o en el otro.
Dios premió la fidelidad de Daniel y de sus compañeros haciendo que ellos encontraran gracia con el funcionario que se encargaba de ellos; haciendo que no se demacraran, como temía el tutor, por el hecho de comer sólo legumbres, y otros alimentos permitidos a los israelitas (Dn 1:12-15); y, por último, los premió dándoles más sabiduría que a los otros jóvenes de su edad (Dn1:19,20), de tal manera que destacaran temprano sobre los demás del grupo. Porque dice el texto sagrado que el rey se mostró satisfecho con ellos y los convirtió en sus consejeros.
Ser fieles a Dios conlleva un precio, pero trae consigo también una recompensa. Por de pronto, mayor sabiduría y autoridad. Puede haber sacrificios que afrontar, esto es, renunciar a los premios que da el mundo a los que se doblegan; y puede haber peligros que sortear, incluso el de arriesgar la vida; pero, al final, Dios nos premia y su recompensa tiene mucho mayor valor que las satisfacciones transitorias que ofrece el mundo.
En última instancia, aunque al principio te critiquen o se burlen de ti, al final te admirarán por la solidez de tus principios, y de tu carácter, te elogiarán públicamente. Porque no hay mucha gente incorruptible en el mundo, y esos pocos terminan siendo admirados y premiados hasta por aquellos que los criticaban.
Pero el mayor premio que puedes obtener es la paz de una conciencia tranquila, de un sueño imperturbado. Si hubieras consentido en lo que te proponían, si hubieras aceptado el soborno ¿cómo te hubieras sentido? ¿Estarías contento de ti mismo? Y si el asunto llegara a ser público ¿con qué cara mirarías a tus hijos que veían en ti a su modelo?
Nota: Debemos admitir con vergüenza que estas cosas suceden con frecuencia en nuestro poder judicial, y no sólo porque alguien bien situado lo ordena, sino también porque se ofrece una atractiva recompensa dineraria.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle a Dios perdón por ellos, a la vez que lo invitas a entrar en tu corazón y a ser el Señor de tu vida.

#1014 (04.02.18). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).  

viernes, 27 de octubre de 2017

EL DESEO DE LOS JUSTOS ES SOLAMENTE EL BIEN

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL DESEO DE LOS JUSTOS ES SOLAMENTE EL BIEN
Un Comentario de Proverbios 11:23-26
23. “El deseo de los justos es solamente el bien; mas la esperanza de los impíos es el enojo.”
En este proverbio el deseo y la esperanza están contrastados. ¿En qué forma están ambos conectados? En que el deseo, una vez concebido en el alma, se convierte en esperanza de alcanzar lo deseado. Parafraseando a un autor del pasado diríamos que los deseos son las alas del alma que la llevan hacia aquello que ama, y no descansará hasta que lo consiga.
Los deseos del justo sólo pueden ser buenos porque todo su ser está orientado hacia el bien, y es Dios quien los inspira (Sal 37:4). El justo sólo desea el bien para otros, y no se resiente de lo que otros y no él recibe, porque sabe que en todo Dios es justo. Él no desea el mal a nadie, ni siquiera a sus enemigos. Si un pensamiento malo le cruza la mente inmediatamente lo aleja de sí, mientras que con el impío sucede lo contrario. Él se deleita en pensar y desear el mal para otros, sin saber que al desear el mal, lo atrae a sí, y que puede sobrevenirle lo que él deseó para otros.
Como desea sólo el bien, el justo puede decir que el Señor es la porción de la herencia que le ha tocado, y que, en verdad, es más deleitosa que ninguna otra, y que nada se compara con ella. Por eso el salmista exclamó: “El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa… Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos (1) y es hermosa la heredad que me ha tocado.” (Sal 16:5,6; cf Sal 73:25).
El desear sólo el bien trae consigo una gran recompensa: poseer y ser poseído por Dios, de modo que sólo se viva para Él (Rm 14:8).
En cambio, la esperanza (algunas versiones dicen la expectativa) del impío es enojo, esto es, disgusto, molestia, fastidio, porque al oponerse siempre a los planes y deseos de Dios, eso es lo que recibe.
Hay un episodio en el libro de Números que ilustra muy bien el mensaje de este proverbio. Durante su marcha por el desierto llegó un momento en que el pueblo hebreo se hartó de comer sólo el maná que caía del cielo cada mañana, y deseó comer carne. Entonces se quejaron a Dios de mala manera, diciendo que mejor les iba cuando vivían como esclavos en Egipto y podían comer de todo (Nm 11:4-6). En respuesta a su queja malagradecida Dios les dijo que puesto que tanto la deseaban ellos comerían carne hasta hartarse (11:18-20). Mandó entonces Dios un viento que trajo codornices del mar en gran número. No bien había comenzado el pueblo a comerlas cuando vino sobre ellos una plaga que causó la muerte de muchísimos de ellos (11:31-33; cf Sal 105:40).
No obstante, F. Delitzsch sugiere que la palabra hebrea ebra debe traducirse no como “enojo”, como hace nuestra versión, sino como “presunción”, de modo que mientras que el deseo de los justos es sólo el bien, la esperanza de los impíos está basada en las sugerencias de su presunción y es, por tanto, vano auto engaño.
            El versículo entero puede también interpretarse en el sentido de las consecuencias: el justo cosechará el bien como fruto de sus aspiraciones, mientras que la recompensa que el impío espera se frustrará, porque incluso cuando trata de hacer el bien, no lo hace rectamente.
Los tres proverbios siguientes (11:24,25,26) contraponen la generosidad con el egoísmo. El que reparte generosamente (v. 24) es el que se inspira en el carácter de Dios, que es generoso por naturaleza, y se goza en bendecir a sus criaturas. El que sacia las necesidades ajenas (v. 25) –que pueden ser muchas y de diversa índole- verá que las suyas son saciadas por canales de provisión inesperados.
Hay algunos que en su egoísmo todo lo quieren para sí y se apropian de lo que no es suyo –como podría ser de la calle o de la vereda, que son lugares públicos- pero cuya codicia suscita el rechazo de sus vecinos y, por último, de la sociedad entera. Todo lo quieren para sí, pero nadie los quiere tener por amigos. Terminan aislados de todos.
Nosotros vemos con frecuencia que el dadivoso es amado por todos, mientras que el tacaño es odiado. La razón es clara: el primero hace felices a muchos; el segundo es causa de mucho sufrimiento ajeno.
24. “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.”
Jesús pudo haberse inspirado en este versículo al decir: “Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosante darán en vuestro regazo.” (Lc.6:38)
            Ser generoso es buen negocio; y malo ser tacaño, porque el amarrete, aunque sea rico, vive como pobre.
            El que reparte participa del espíritu de Dios que es generoso en distribuir sus bendiciones, y en hacer prosperar a los justos (Dt 28:1-14), y por eso cuanto más da, más tiene. La semilla que siembra en los campos de la vida haciendo el bien, le produce un retorno generoso con el cual él llena sus graneros (Gal 6:9). Como se dice en 2Cor 9:6: “El que siembra generosamente, generosamente también segará.”
            El que honra al Señor con sus bienes recibirá con seguridad una cosecha abundante (Pr 3:9,10), pero también el que da a los pobres, porque Dios cuida de ellos (19:17).
            Hay quienes desperdician sus recursos en forma descuidada, y en pecado, amando el deleite, como el hijo pródigo (Lc 15:13,14). El fruto que cosechen será pobreza y necesidad (Pr 21:17).
            El que predica la palabra de Dios y la dispersa por el mundo generosamente, hallará que su conocimiento y entendimiento (que no son lo mismo) espiritual aumentará en la medida en que otros participan de él. En cambio, el que no comparte lo que sabe, pretendiendo reservarlo para sí y obtener una ganancia con lo que recibió por gracia, experimentará una pérdida.
            En el campo de la economía de Dios parece que rigiera una ley paradójica: El que reparte con generosidad verá que sus recursos no disminuyen sino, al contrario, aumentan; mientras que el que retiene para sí todo lo que puede, en lugar de enriquecerse como espera, empobrece. Un epitafio antiguo ilustra lo dicho: “Lo que gastamos, teníamos; lo que ahorramos, lo perdimos; lo que dimos, eso tenemos.”
            El principio enunciado por este proverbio tiene una aplicación práctica en el campo de los impuestos sobre las ventas que retienen las autoridades porque, cuando son excesivos, ahogan la actividad económica y el país empobrece.
            ¿Quién es el que retiene más de lo debido? El que no paga el precio justo por lo que compra, o el que vende usando una pesa falsa (Pr 11:1), o el que niega su ayuda al necesitado pudiendo darla. De esa clase de personas ha dicho el profeta: “Pues así ha dicho el Señor de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis…” (Hag 1:5,6). (2)
25. “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.”
El original hebreo dice: “el alma de bendición.” Podríamos comentar: el alma que bendice, será a su vez bendecida. Este proverbio de paralelismo sinónimo es un comentario, o elaboración, de la primera línea del proverbio anterior, y confirma el mensaje de Pr 11:17.
            Isaías contiene una promesa maravillosa para el que parte su pan con el hambriento, y alberga en su casa a los pobres errantes, y cubre además la desnudez de su hermano: “Entonces nacerá tu luz como la aurora, y tu salvación se dejará ver pronto, e irá tu justicia delante de ti, y la gloria del Señor será tu retaguardia.” (58:8).  Ya desde el Sinaí Moisés conminó al pueblo a ser generoso (Ex 22:25-27; Lv 25:35-37).
            En una de sus homilías Juan Crisóstomo cita algunos proverbios orientales sobre la mayordomía del dinero que contienen interesantes enseñanzas: “Las riquezas del bueno son como el agua vertida en un campo de arroz.” “Los buenos, como las nubes, reciben sólo para dar.” “Los ríos no beben su propia agua, ni los árboles comen sus propios frutos.”
            En la New King James Version se lee: “El que riega a otros, será también regado.” El que lleva a otros el agua de la palabra (Ef 5:26) será abundantemente bendecido porque “de su interior correrán ríos de agua viva” (Jn 7:38). Regar los campos de la viña del Señor es parte del trabajo del ministro del Evangelio, en el cual a cada uno le toca una parte asignada por Dios, tal como escribió Pablo: “Yo planté, Apolos regó…” (1Cor 3:6). Los que lleven a cabo el trabajo de esparcir y cultivar la buena semilla en otros serán a su vez refrescados, confortados, y recompensados generosamente por Dios. Como dice el Targum judío: “El que enseña, él también aprenderá.” El Espíritu Santo será su maestro.
26. “Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende.”

Este proverbio nos muestra que ya en esos tiempos antiguos había especuladores que aprovechaban la escasez de trigo, o de otros cereales, para enriquecerse, comprando a los campesinos sus cosechas a bajo precio, y reteniéndolas para crear de esa manera una escasez artificial que hacía elevar los precios. Es un principio básico de la economía que cuando la oferta es escasa, la demanda hace que los precios suban.
Como es natural, los que seguían esa política eran odiados por el pueblo (como lo son también ahora) porque explotaban el hambre; mientras que los que obraban de manera contraria, es decir, vendían, eran amados.
En el libro del Génesis tenemos el claro ejemplo de lo segundo en José, que sugirió al faraón que se reservara en depósitos apropiados la quinta parte de la cosecha que se recogiera durante los siete años de abundancia anunciados, para poder vender el trigo almacenado durante los siete años en que las cosechas serían escasas, de modo que no hubiera hambre. Y él mismo, por su sabiduría, fue encargado de llevar a cabo esa política prudente (Gn 41:34-36; 46-49).
Notemos que dice que hay bendición no sobre el que regala el grano, sino sobre el que lo vende, porque es normal que el comerciante tenga una ganancia razonable. Pero el acaparador quiere maximizar su beneficio a todo costo, sin importarle el sacrificio que su actitud impone a otros. El profeta Amós denunció severamente esa política, mencionando de paso a los que achican la medida, suben los precios y falsean la balanzas (8:4-6).
Ch. Bridges señala que la maldición viene del pueblo, pero que la bendición viene de arriba. Y agrega que al que subordina su propio interés al bien común, le vendrán bendiciones sobre su cabeza (Pr 10:6).
¿Pero es el clamor por el pan de vida tan grande como el clamor por el pan que perece? Si el que retiene el segundo es maldito, con mucho mayor motivo debe serlo el que retiene el primero. Y si vienen bendiciones sobre el que vende el grano material ¡con cuánto mayor motivo debe haberlas sobre el que reparte generosamente el grano que da vida al espíritu! Imitando a Isaías proclamaremos: “¡Venid y comprad ese pan sin dinero y sin precio!” (cf 55:1).
¡Cuánto daño hacen los que retienen las palabras que pueden dar vida a los que están muertos en sus delitos y pecados! (Ef 2:5) Con su silencio condenan a muchos al fuego eterno, que podrían ser salvos si se les predicara y nacieran de nuevo. No seamos nosotros de ellos, sino repartamos generosamente en torno nuestro la palabra de vida que hemos recibido.
Notas: 1. Estas palabras son una alusión al método que se empleaba entonces, mediante cuerdas o cordeles, para marcar el límite de las tierras cuando se repartían.
2. Es cierto que esas palabras fueron pronunciadas en una situación diferente –el desgano del pueblo para empezar la reconstrucción del templo de Jerusalén después del retorno del exilio- pero también son aplicables al descuido en hacer lo que sabemos que Dios espera de nosotros.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a arrepentirte de tus pecados, y a pedirle perdón a Dios por ellos., haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#951 (13.11.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).