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jueves, 26 de enero de 2023

Envidiar o Admirar





ENVIDIAR O ADMIRAR

¿Cómo es posible que ese hombre exhiba las cualidades de autoridad, de dominio de la partitura, de atención a todos los detalles de la ejecución, que yo deseaba tener cuando me tocara subir al pódium?

Me enfrenté entonces a la disyuntiva de envidiar o admirar.



miércoles, 27 de octubre de 2021

"HUMILDAD Y SERVICIO" CONTRASTES EN JESÚS VI


"HUMILDAD Y SERVICIO" - CONTRASTES EN JESÚS VI


No tratemos de ponernos por encima de otros, o de creernos más, ni de alardear de sabiduría, porque podemos quedar en ridículo. Jesús dijo: “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” (Mt 23:11), y nos dio ejemplo práctico extraordinario.


miércoles, 6 de octubre de 2021

¿"IMAGEN INSTITUCIONAL"? CONTRASTES EN JESÚS IV


¿"IMAGEN INSTITUCIONAL"? 
CONTRASTES EN JESÚS IV
El cristiano debe mantener su túnica blanca impecable. Lo que para el mundo sería una pequeña mancha, en la túnica del cristiano sería una mancha vergonzosamente grande. Nosotros no nos emborrachamos, pero a veces actuamos como si lo estuviéramos, estando de hecho completamente sobrios. Y el nombre de Dios es blasfemado por ese motivo entre los mundanos.

jueves, 12 de agosto de 2021

LA GLORIA DE SER EL SEGUNDO (EL PROFETA ELISEO II)

LA GLORIA DE SER EL SEGUNDO 
(EL PROFETA ELISEO II)
El discipulado comienza por el servicio. Sólo cuando se es fiel en lo humilde y sencillo se puede acceder a responsabilidades mayores. Para llegar a ser el primero es necesario haber sido un buen y fiel segundo -o tercero, o cuarto, etc., esto es, un buen subordinado.



martes, 12 de enero de 2021

UNA LECCIÓN INESPERADA V

UNA LECCIÓN INESPERADA V

La humildad es una virtud tan humilde que ni siquiera figura entre los frutos del Espíritu Santo que menciona Pablo en Gálatas, pero es condición indispensable para que los demás frutos florezcan. Es una virtud esquiva y difícil de adquirir. Ha sido comparada con la violeta que esconde su perfume entre las hierbas del campo y apenas se ve. ¿Cómo coger esa flor escondida? ¿Cómo aprenderemos a ser humildes?

miércoles, 6 de enero de 2021

UNA LECCIÓN INESPERADA IV

UNA LECCIÓN INESPERADA IV
El cristiano no tiene nada de qué jactarse. ¿De nuestro conocimiento de las Escrituras? Si pudiéramos llenar volúmenes enteros con nuestro conocimiento, eso es nada comparado con lo que ignoramos. ¿De que Dios escuche nuestras oraciones? No lo hace por nuestros méritos, sino porque es bueno. ¿De las muchas almas que hemos traído a los pies de Cristo? No lo hicimos nosotros, sino el Espíritu Santo. ¿De qué podemos jactarnos? A lo más de una cosa: De que siendo unos miserables pecadores, Dios se compadeció de nosotros.

miércoles, 21 de octubre de 2020

SUFRIMIENTO II

¿Sufre Dios cuando pecamos, cuando le ofendemos, cuando le somos infieles? Al menos sabemos que aparta su rostro de nosotros (Is 59:2). Sin duda lo hace de disgusto.

viernes, 9 de octubre de 2020

FAMA


Es mejor ser ignorado por nuestros semejantes y ser conocido por Dios, que ser ignorado por Dios y ser conocido por nuestros semejantes. 

martes, 1 de agosto de 2017

EL PESO FALSO ES ABOMINACIÓN A JEHOVÁ

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL PESO FALSO ES ABOMINACIÓN A JEHOVÁ
Un Comentario de Proverbios 11:1-6
En el capítulo 11 figuran con frecuencia las palabras “justo” y “justicia”, y sus contrarios, las palabras “impío” e “impiedad”. Pero la temática es variada y abarca varios aspectos de la vida.
1. “El peso falso es abominación a Jehová, mas la pesa cabal le agrada.”

El peso falso (el original hebreo dice “la balanza falsa”) es el fraude en las transacciones comerciales, el engaño consciente y planeado para obtener una ganancia a costa de la credulidad o de la buena voluntad del prójimo. Eso desagrada mucho a Dios, (20:10,23. Ver también Lv 19:35,36; Dt.25:13-16). Él lo detesta, al punto que lo llama “abominación”, palabra que en otros lugares es aplicada a cosas execrables, como la idolatría (Dt 7:25), los sacrificios humanos y las perversiones sexuales (1R 14:24; 2R 16:3; Lv 18:22; 20:13). En cambio, la honestidad, la transparencia en los tratos le agrada. Más que eso, es su delicia (ratson). Por eso los profetas denuncian con palabras severas el fraude en las transacciones comerciales (Am.8:4-8; Miq.6:10,11). (Nota) Como al principio no se acuñaban monedas, el oro y la plata eran pesados para realizar pagos. De ahí la importancia de tener pesas y balanzas exactas. La razón es sencilla. La estabilidad del comercio depende de la confiabilidad de las balanzas, las pesas y las medidas. La justicia de Dios es el “estándar” al cual deben sujetarse para que haya paz. Cuán importantes eran ellas para Dios puede verse en el proverbio 16:11: “Peso y balanzas justas son de Jehová; obra suya son todas las pesas de la bolsa.” Las pesas eran llevadas en una bolsa para que el comprador pudiera verificar su exactitud con los comerciantes del lugar: “No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica” (Dt 25:13; cf Ez 45:10). Entiéndase, pesa grande para comprar, pesa chica para vender.
Pero peso falso es también en las relaciones humanas todo lo que aparenta ser lo que no es. El que se muestra solidario, pero en realidad no lo es; el que aparenta amistad, pero va siempre en busca de lo suyo; el que ofrece, pero no cumple, etc. En cambio, el que promete y cumple, el amigo fiel, el que ve el dolor ajeno como propio, ése agrada a Dios.
El ojo de Dios recorre la tierra observando todas las acciones humanas (2Cro 16:9; Pr 15:3; Zc 4:10). Se deleita en algunas, y abomina otras. Él desea que en el campo de las transacciones nosotros seamos perfectamente justos y honestos, como Él lo es (Sal 11:7).
2. “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.” 
Aquí se contraponen la soberbia y la humildad. La primera lleva a la deshonra; la segunda, a la sabiduría, lo que permite concluir que la soberbia es necedad, mientras que la humildad, siendo sabia, terminará siendo honrada.
Cabría preguntarse si se trata de la deshonra del soberbio, o de aquellos a los que el soberbio humilla.  A juzgar por el segundo estico, sería lo primero. Este proverbio es una variante, o desarrollo, de aquel que dice: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” (16:18).
En el Antiguo Testamento hay muchos casos que ilustran esta verdad históricamente. El faraón que se negó repetidas veces a dejar salir de Egipto al pueblo hebreo sufrió por ello repetidas humillaciones y derrotas, y finalmente, la destrucción de su ejército que pereció ahogado en el Mar Rojo (Ex 14:21-28). El mismo pueblo hebreo, que se rebeló contra Dios que los había sacado del cautiverio egipcio con maravillas y prodigios, y que no obstante, estando a las puertas de la Tierra Prometida, quiso designar un capitán que los hiciera volver a la tierra de servidumbre (Nm14:1-4; Nh 9:16,17). Como consecuencia Dios decretó que ninguno de los que se habían rebelado contra Él, de veinte años para arriba, entraría en la tierra, salvo Caleb y Josué; todos los demás morirían en el desierto, por lo cual la congregación tuvo que deambular pastoreando en el yermo durante 40 años (Nm: 20-25, 32-35).
A lo largo de su historia los israelitas no quisieron en su soberbia escuchar la voz de los profetas que Dios les enviaba para amonestarlos, hasta que por fin vieron que la ciudad santa era conquistada por los babilonios, y la crema y nata de la sociedad hebrea era enviada al exilio (2Cr 36:17-21 Jr 25:8-11).
Que la soberbia precede a la caída (Pr 16:18) lo vemos desde el inicio de la creación del hombre, cuando Eva fue tentada por la serpiente a ser como Dios, y comieron ella y su marido del fruto prohibido y, como consecuencia, se dieron cuenta de que estaban desnudos (Gn 3:1-7). Peor aún, huyeron de la voz de Dios que los llamaba, porque tuvieron miedo a causa de su desnudez (Gn 3:8-10).
Los descendientes de Noé establecidos en la llanura de Sinar, que hablaban todos una misma lengua, se propusieron construir una ciudad y una torre “cuya cúspide llegue al cielo” nada menos, y con ello hacerse un nombre para el caso de que fueran esparcidos por toda la tierra. Pero Dios confundió su lengua para que ninguno entendiera a su vecino. De esa manera les sucedió lo que querían evitar: ser esparcidos por toda la tierra y que los pueblos descendientes de ellos no se entendieran entre sí, porque hablaban distinto lenguaje (Gn 11:1-9).
El rey Uzías se hizo poderoso al fortalecer su ejército, pero se enalteció su corazón y pretendió quemar incienso en el altar, algo que estaba reservado a los sacerdotes. Cuando ellos quisieron oponerse, se encendió su ira, y le brotó lepra en la frente, por lo que tuvo que ser recluido hasta su muerte, y gobernó su hijo Jotam en su lugar (2Cro 26:16-21).
Amán se jactó de sus riquezas y del poder que había logrado gracias al favor del rey (Est 5:10,11), pero terminó siendo colgado en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo, su odiado enemigo (7:10).
El rey Herodes Agripa permitió que el pueblo le aclamara como a Dios, pero un ángel del Señor le tocó y murió comido de gusanos (Hch 12:21-24)
Pero ¿qué mayor ejemplo que el de Nabucodonosor, el soberano más poderoso de su tiempo, que se jactó de la belleza de su capital, Babilonia, que él había construido, y que de golpe se vio reducido a la condición de una bestia del campo? (Dn 4:29-33)
“Cuando viene la soberbia viene también la deshonra”, porque el soberbio, el altanero, suele comportarse de una manera que ofende a los demás. Pero al final cosecha el fruto de su arrogancia, porque “el que se exalta será humillado.” (Mt 23:12; Lc 14:11; 18:14).
2b. “Mas con los humildes está la sabiduría.” La sabiduría no está en lo alto, no tenemos necesidad de subir al cielo para traerla, no está en la mucha ciencia ni en la mucha erudición, sino en la simplicidad de espíritu, en la humildad de corazón, en la pureza (“¡Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios!” Mt 5:8).
¿Qué mayor fuente de sabiduría, qué mejor libro, que contemplar el rostro de Dios? Los que son como niños captan las verdades con una lucidez que ninguna escuela puede dar. Sin embargo, nosotros despreciamos a los humildes, porque en muchos casos no saben expresarse, o porque su aspecto no inspira respeto. Quizás sean, en efecto, unos ignorantes. Pero ¿a cuántos revelará Dios secretamente cosas que a los sabios les están vedadas? (Sal.51:6).
La arrogancia es una coraza para la luz del espíritu ¡y cuántos, creyéndose espirituales, se acercan a Dios armados de esa coraza! ¡Como si esa coraza tuviera una falla que permitiera que fueran heridos por un rayo de la luz inmarcesible! ¡Quiera Dios que siempre estemos desarmados de todo amor propio, de toda suficiencia, para que su luz nos llene y alumbre todos los rincones de nuestra alma, de manera que veamos sin engaño nuestra miseria!
Notemos que en este estico se dice "con los humildes está la sabiduría", mientras que el segundo estico de Pr 13:10 se dice "con los avisados". Luego el avisado es humilde, y viceversa, el humilde, avisado, es decir, sabio. En efecto, el hombre verdaderamente sabio es humilde, porque reconoce que lo que sabe es nada comparado con lo que ignora.
3. “La integridad de los rectos los encaminará; pero la perversidad de los pecadores los destruirá.” 4. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.” 5. “La justicia del perfecto enderezará su camino; mas el impío por su impiedad caerá.” 6. “La justicia de los rectos los librará; mas los pecadores serán atrapados en su pecado.” 
Estos proverbios expresan pensamientos semejantes. A manera de ilustración: Si a un hombre honesto se le ofrece, a cambio de un soborno, participar en una operación dolosa, su sentido de lo justo le impedirá aceptar la propuesta y, de esa manera, se librará de ser acusado como cómplice cuando se descubra la maniobra. En cambio, el impío acepta la propuesta y cae en la trampa que su deshonestidad le ha tendido. Por ello puede decirse que el camino más seguro, la decisión más acertada, es siempre el camino honesto, aunque a corto plazo pueda parecer desventajoso. En cambio a la larga, la deshonestidad paga mal.
No hay contradicción entre los vers. 11:5 y 3:6 (“Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.”) en el sentido de que, según el primero, es la justicia del hombre, sin necesidad de la de Dios, la que endereza sus caminos, mientras que, según el segundo, es Dios quien lo hace. Lo que ocurre es que “justicia” tenía el sentido de obedecer los mandamientos de Dios. Tener en cuenta a Dios supone precisamente acatar sus mandamientos. O dicho de otro modo, el piadoso es justo porque reconoce a Dios en todos sus caminos. De ahí le viene su justicia.
3. La integridad (concepto emparentado al de justicia) del recto lo encamina, es decir, lo conduce hacia el bien; mientras que la perversidad, que es lo contrario, lo descamina, lo destruye. (c.f. 10:9,29; 13:6,21; 28:18). De otro lado, las cosas que la impiedad impulsa a hacer al impío son las que causan su caída. Cosa semejante dice el v.5.
La integridad hace caminar derecho.  En cambio, a los deshonestos tarde o temprano, se les descubrirá sus trapacerías. El vers. 3 está  ligado a los vers. 5  y 6  que desarrollan y amplían el mismo pensamiento. La integridad es aquí una disposición del corazón que aparta al hombre instintivamente de lo malo e  incorrecto. El íntegro busca la luz; en cambio, el perverso se orienta hacia lo oscuro y torcido. Cada cual recoge el fruto de lo que siembra. Al recto su conducta íntegra le permite escapar de las trampas en las que cae el impío. (c.f.10:9,29; 13:6,21; 20:7).
4. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.”
“El día de la ira” es aquí el día en que sucede una desgracia (guerra, catástrofe natural, etc). Las riquezas son impotentes en esas ocasiones (Sof 1:18; Ez 7:19), pero Dios cuida del justo y lo libra. (c.f. Pr 11: 28;10:2; Sal.49:6-9; Sir.5:8). Un poeta medioeval llama “dia de la ira” (dies irae) al tremendo juicio final (Mt 25:31-46) en el que cada cual recibe su merecido, como se dice en Gal 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.”
“La justicia librará de muerte”. Un ejemplo de la verdad de este dicho –que recuerda lo que dijo Jesús en Jn  8:51- es el caso de Noé, que fue librado de morir, él y su familia, en el diluvio, porque Dios vio que él era justo en medio de una generación perversa (Gn 7:1). Pero nadie puede comprar un minuto de vida con su dinero cuando le llega la hora, y menos podrá comprar el perdón de Dios si ha pecado, porque es gratuito (Jb 36:18,19). Las riquezas que se poseyeron en vida no pueden ni siquiera comprar una gota de agua para refrescar la lengua del condenado, como nos enseña la historia del rico y de Lázaro que narra Lucas 16:19-25.
5. “La justicia del perfecto enderezará su camino; mas el impío por su impiedad caerá.”
Si la justicia endereza, la impiedad tuerce. La primera hace andar por caminos rectos que llevan a puerto feliz; la segunda hace andar por caminos torcidos que llevan al abismo. La justicia del perfecto y la impiedad del impío están en este proverbio contrastadas en sus resultados.
La justicia del que ha nacido de nuevo libra de la condenación, mientras que a los pecadores la muerte los alcanza en estado de pecado y, por tanto, serán condenados.
Cuando en la Escritura se habla de camino, “torcido” se refiere al mal camino, el camino por el que uno se desvía y se despeña. Mal camino es lo mismo que conducta descarada, perversa, y es lo contrario a camino recto. La justicia, que es obediencia a la voluntad de Dios, hace que el hombre camine rectamente, esto es, que obre bien, que tenga una buena conducta.
6. “La justicia de los rectos los librará; mas los pecadores serán atrapados en su pecado.”
Este proverbio presenta una idea afín a la del proverbio anterior, señalando el  contraste entre la suerte del recto y la del impío, que en el día de la ira perecerá en su pecado. Morir en su pecado es morir sin arrepentirse y, por tanto, sin ser perdonado, lo que equivale a condenarse. También podría interpretarse: el impío morirá a causa de su pecado.
Nota: Vale la pena notar que en la antigüedad se usaban piedras como pesas, y era fácil reducir su tamaño. En Israel los sacerdotes del templo eran los encargados de establecer los patrones de peso y medidas. Por eso se hablaba del “siclo del santuario” (Ex 38:26).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a arrepentirte de tus pecados, y a pedirle perdón a Dios por ellos., haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

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miércoles, 15 de marzo de 2017

ANOTACIONES AL MARGEN XLV

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ANOTACIONES AL MARGEN XLV

v  Tus actos y tus palabras fluyen de tus pensamientos. ¡Qué principio tan cierto! Por eso dice Proverbios 4:23: “Guarda tu corazón con toda diligencia porque de él mana la vida.”  ¡Cuán importante es no ensuciar esa fuente!
v  Que mi mente sea como un espejo de agua que refleje los deseos de Jesús.
v  Cuando nos hacemos pequeños es cuando más grades somos para Dios.
v  Cuanto más esperes de Dios, más recibes.
v  Encarnar diariamente la bondad de Dios por mis actos, gestos y palabras. Eso es parte de lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Aprended de mí…”
v  Escucha hermano, amigo: Esta vida no es sino el medio de ganar la vida eterna, de alcanzar aquello para lo cual fuiste creado. Tenlo muy en cuenta, no sea que pierdas la oportunidad. 
v  Yo suelo arder en deseos de revancha, de venganza y de castigo. ¿Cómo puedo parecerme a Jesús que era manso y humilde corazón, y nunca devolvió mal por mal?
v  En cierta manera nuestro amor a Jesús, nuestra ternura, “le paga” por lo que hizo por nosotros. Esto es, le compensa por los terribles sufrimientos por los que debió pasar para salvarnos. Es la retribución, si se puede usar ese término, que Él espera. Él no desea otra cosa sino que le amemos.
v  Tenemos que aprender a ser felices aun en medio de las tribulaciones. Ya lo dijo Pablo: “Sobreabundo de gozo en medio de mis tribulaciones” (2Cor 7:4) Jesús desea que nosotros tengamos esa actitud porque su amor lo compensa todo.
v  Debemos darle gracias a Dios constantemente por todo lo que Él ha hecho por nosotros, y Él distinguirá nuestra voz de las miríadas de voces que le cantan y alaban.
v  La belleza de los paisajes y de los crepúsculos es un regalo de Dios para el hombre, constantemente renovado, y es un pálido reflejo de su multiforme e infinita belleza. ¡Cómo será la belleza del cielo! A veces en sueños es como si se me permitiera vislumbrarlo.
v  Fue por amor a los hombres que Jesús soportó todo. ¿Cuánto he podido yo soportar por amor a Él?
v  Nuestras sonrisas hacen un bien enorme a los que menos pensamos. Para muchos son el mejor regalo. No seamos pues avaros con ellos, sino seamos cordiales y generosos. Dios nos lo pagará.
v  Jesús está aun en el más miserable, en el más repugnante de los seres humanos. Si vencemos nuestro asco, o nuestro rechazo instintivo, para acercarnos a él, cosecharemos una gran recompensa.
v  En verdad, si he de ser sincero, yo vivo para mí y no para Dios. ¿Cómo cambiar esta tendencia? ¿Cómo invertirla? Todos vivimos centrados en nosotros mismos. Jesús nos pide que no sólo vivamos en su presencia, sino que vivamos amándolo con una devoción y un entusiasmo tan grande que contagie todas nuestras actividades y que se irradie hacia los demás.
v  “Pedid y recibiréis” dijo Jesús. Cuanto más pidas, más recibirás. No te canses pues de pedir por ti y por otros, que Dios no se cansará de dar.
v  Una de dos: O vivimos para Dios, o vivimos para nosotros mismos. En el día del juicio los resultados serán diametralmente opuestos.
v  ¡Qué honor y qué dicha servir a Dios! ¿Somos conscientes de ello?
v  Nosotros con frecuencia nos comportamos como unos pobres a quienes un hombre muy rico se gozara haciendo regalos y dándoles de comer, pero que despreciaran sus dones, los miraran con indiferencia y no los agradecieran.
v  Aunque indigno, yo soy sal de la tierra, porque por todos los medios a mi alcance hablo del amor de Dios.
v  Lo que yo busque debe ser esto en todo: Unirme más y más a Dios. Ésa es mi felicidad, y debe ser también la tuya.
v  Cuando yo doy de mala gana a un pobre, no lo alegro sino lo humillo, le hago sentirse mal. ¿No me siento yo igual si alguien me alcanza de mala gana lo que me pertenece?
v  ¿Qué mejor tarea que la de dar alegría a todas las personas a las que yo me acerque? ¿A mis hijos? ¿A mis parientes y amigos? ¿A los pobres a los que ayudo? Pero, ¿lo hago realmente?
v  ¿Soy yo rápido en hacer el favor que me piden? ¿O me demoro en hacerlo? ¿Tengo que hacerme de rogar? ¿Lo hago de mala gana? ¿Cómo lo haría Jesús si estuviera en mi lugar?
v  ¡Qué gran riqueza es la fe! ¿Hay algún bien que tenga mayor valor en el mundo? Ninguno. Y si es así, ¿cómo no distribuirla a los que carecen de ella? ¿Cómo no compartir lo que he recibido gratis?
v  ¡Qué pregunta tan desafiante y profunda! ¿Para qué vivo yo? ¿Para agradar a Dios, o para agradarme a mí mismo?
v  Al sonreír a otros, al tratar de hacerlos felices y darles alegría, estoy haciendo lo que Dios ama hacer. 
v  Cuando ofendo o hiero a otros, la luz de Cristo en mí se apaga.
v  Puesto que Dios está en mí yo puedo creer que Él hará lo que sea necesario para mi bien. En Él debo confiar, no en factores humanos, inseguros por naturaleza.
v  Todos deseamos ser conocidos y hasta famosos. Eso es humano. Pero antes que nada debemos desear ser conocidos por el amor que irradia nuestra sonrisa, nuestros ojos, nuestros labios. Si lo logramos, nos pareceremos a Jesús.
v  Antes de dar limosna debo dar amor al pobre que extiende la mano, porque eso es quizá lo que más necesita. Al obrar así obraré como obra Dios.
v  ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Qué trabaje y me esfuerce por su causa? No, antes que nada que lo ame.
v  Si la gente percibe el amor de Dios que vive en ti, serás sin proponértelo un apóstol.
v  Debemos creer que todo en nuestra vida ha sido dispuesto de antemano expresamente para nuestro bien. ¿Pero cómo creer eso frente a las pruebas severas que a veces enfrentamos?
v  Dios se alegra de que acudamos a Él con la confianza del hijo pequeño que sabe que su padre lo escucha.
v  ¡Qué gran privilegio, que Dios obre a través mío, de mi boca, de mis manos, y que la gente sienta su presencia!
v  Dios debería ser el centro de nuestros pensamientos. Si fuera así, nuestros pensamientos llenos de Dios nos transformarían y santificarían en poco tiempo.
v  Nada se pierde a los ojos de Dios. Él recuerda todo lo que le ofrecemos, por pequeño que sea.
v  Cuanto más quiera yo agradar a Dios en las minucias de la vida, tanto más derramará Él su amor lleno de ternura sobre mí.
v  Recordar a nuestros amigos incrédulos al orar es bueno, pero no basta. Interceder por ellos con lágrimas es mejor.
v  Nosotros somos hijos de Dios a través de Jesús, el Hijo de Dios. A causa de Él, el Padre nos adoptó como hijos.
v  Aun los más pequeños o furtivos pensamientos nobles, o los estados de ánimo de paz, de elevación del espíritu, han sido inspirados de lo alto. Todo lo bello que pasa por nuestra alma es obra del Espíritu Santo.
v  Cuando llegue el momento de morir, ¿qué más dará que estemos en un muladar, o en un palacio? Lo que importará en ese momento no es dónde estemos, sino a dónde vamos.
v  Que haya silencio en nuestro interior, silencio de recuerdos y pensamientos, es muy difícil, pero es indispensable para poder oír la voz de Dios, aunque a veces su voz irrumpe pese a todo el ruido interno y nos habla clarísimo.
v  ¿Cómo ver a Jesús en el pobre antipático, quejoso y mentiroso? Sin embargo, Él está ahí. No lo rechaces ni lo maltrates. (Mt 25:31-40)
v  Necesitamos desprendernos de todo. Poseer como si no poseyéramos, comprar como si no compráramos (1Cor 7:30). Sólo así podremos llenarnos plenamente del amor de Dios, pues de lo contrario, el sitio estará ocupado.
v  Las guerras, el crimen organizado, la violencia, los atentados cada vez más peligrosos, son obra de Satanás que cada día cobra más espacio porque el mundo rechaza a Dios. No sólo lo rechaza, sino que lo niega, y después se queja de lo mal que están las cosas.
v  Los peores atentados ocurren hoy día en países llamados post cristianos, que en el pasado fueron cristianos y enviaron muchísimos misioneros al mundo pagano, pero que hoy le han dado la espalda a Dios. ¡Cómo pueden quejarse!
v  ¡Cuán cierto es esto! El diablo maneja a su antojo la vida de muchos, e incluso, a veces, la de los creyentes, si se descuidan. Quizá alguna vez lo hizo conmigo.
v  Nunca me entregaré a Dios de una manera que Él considere suficiente. Siempre querrá Él más de mí.
v  Nunca debemos hacernos eco de calumnias y maledicencias, porque la reputación del prójimo debe ser sagrada a nuestros ojos. Pero, ¿cuántas veces habré yo pecado de esa forma repitiendo lo malo que se dice acerca de otras personas, en especial de figuras públicas? ¿Y cuántas veces lo habrán hecho otros acerca de mí?
v  Las almas son como flores. Las hay de todos los colores y formas, y en las combinaciones más diversas. Todas tienen su encanto y exhalan un perfume a veces intenso. Pero las hay también marchitas, dobladas, que perdieron sus colores y la esbeltez de sus formas. El hedor que exhalan es repulsivo.
v  Morir a sí mismo es una condición indispensable para unirse a Jesús y vivir en Él, porque no pueden vivir los dos juntos en el mismo espacio a la vez. Es Él o yo.
v  A veces tomamos decisiones a la ligera, sin darnos cuenta de que las consecuencias pueden ser profundas y duraderas.
v  La presencia del amor de Dios en una persona se manifiesta en su amabilidad y gentileza, en su paciencia y generosidad, que suelen atraer inconscientemente a la gente. Su ausencia se manifiesta por las actitudes contrarias, que provocan rechazo. “Por sus frutos los conoceréis…” Sin embargo, a unos y otros los ama Jesús. ¿Por qué los ama si son necios y malos? Porque su amor es sin límites y lo probó al morir por todos.
v  Con la razón se avanza paso a paso. Con el amor se avanza a saltos.
v  Cuando se burlan de nosotros y no nos comprenden nos parecemos a Cristo que fue incomprendido y objeto de burla. Ése es un privilegio que no debemos rechazar, sino abrazar agradecidos de parecernos a Él.
v  Todas las luces que recibimos de Dios debemos transmitirlas a otros, pues para eso nos han sido dadas, no sólo para nuestro propio beneficio.
v  ¿Estoy deseando yo todo el tiempo que venga el reino de Dios, como nos enseñó Jesús que pidamos en el Padre Nuestro? Me temo que rara vez pienso en ello, al menos de una manera consciente, tan absorto estoy en lo presente.
v  ¿Cómo puede nadie ser santo si cree ser algo en el reino de Dios? ¿Si estima que tiene un ministerio importante, o si cree –o se imagina- que Dios lo ha llamado a grandes cosas? Claro que Dios puede llamar a grandes cosas a alguien, pero lo hace sólo a los que se creen indignos de ese favor, a los que están dispuestos a pagar el precio en términos de sacrificio y esfuerzo.
v  Cuanto menos nos creamos sinceramente, más recibimos de Dios. Él abomina la presunción.
v  ¿De cuántas maneras podemos traducir el amor que hemos recibido de Dios en obras y gestos que bendigan a nuestros semejantes? Ya una sonrisa es bastante, pero no basta, si se me permite la paradoja.
v  ¡De cuántas cosas inútiles estamos llenos! Pero no sólo de las inútiles debemos despojarnos. También debemos hacerlo de las innecesarias y superfluas, salvo que pensemos que en algún momento pueden sernos útiles. ¡Y cuántas de nuestras palabras son vanas! Como dice un proverbio: “En las muchas palabras no falta pecado.” (Pr 10:19).
Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? (Mt 16:26) "Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."
#936 (31.07.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).