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jueves, 27 de abril de 2023

DILIGENCIA III

DILIGENCIA III

El diligente hace las cosas al ritmo adecuado, pero no por terminar rápido se precipita, porque el que hace las cosas precipitadamente no las está haciendo con cuidado, no las hace pensando. La diligencia incluye no solamente la manera de actuar sino también el cuidado de preparar de antemano lo que uno hace, pensar, usar la cabeza, la inteligencia, para que el resultado sea bueno.

Piensa primero en lo que vas a hacer, piensa en el resultado que quieres conseguir, piensa en las consecuencias. Eso también es actuar con diligencia. Es decir, la diligencia incluye actuar con inteligencia. 




viernes, 10 de marzo de 2023

DILIGENCIA II

DILIGENCIA II

 No hay pues trabajo malo ni trabajo aburrido, solamente hay trabajo hecho con el corazón, con diligencia, o hecho de una manera descuidada. Y si es hecho de una manera descuidada, nos aburre, nos molesta. Nosotros pues tenemos que cambiar esa mentalidad de “así no más”, porque es motivo de mucha frustración para la gente.


miércoles, 14 de diciembre de 2022

DILIGENCIA I a

DILIGENCIA I a
Hacer todo siempre lo mejor que uno puede.
...me preocupé mucho de que mi redacción y mi gramática inglesa fueran la mejor posible. Al cabo de poco tiempo yo gozaba haciendo mi trabajo, un trabajo rutinario que aburría a mis colegas, pero que para mí era un trabajo delicioso, porque trataba de hacerlo lo mejor que podía, como si fuera Dios mismo el que lo hiciera. Yo lo hacía para Él, y eso  para mí era un motivo de gran alegría, de tal manera que al terminar el día, en lugar de estar cansado yo estaba entusiasta. 

jueves, 28 de abril de 2022

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I a


EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD I a

 El sentido de responsabilidad es aquella cualidad que asegura el buen desempeño de las labores asignadas, o asumidas, por cada miembro de la sociedad en el lugar que ocupa. Al mismo tiempo es la cualidad indispensable que nos permite ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos, y que nos frena cuando tememos que puedan ser negativas o perniciosas para nosotros mismos, o para terceros




miércoles, 30 de marzo de 2022

EL SECRETO DEL DINERO II

NO ES BRONCE O LATÓN, ES VIDA

EL SECRETO DEL DINERO II

Cuando compras al crédito o pides un préstamo con algún fin, lo que estás empeñando es un pedazo de tu vida. Estás hipotecando tu tiempo futuro, tu sudor del mañana, de muchos mañanas.

Eso que compras ¿vale un pedazo de tu vida?

 


jueves, 24 de febrero de 2022

“LAS CUATRO “I” DEL FRACASO” - EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VIII


“LAS CUATRO “I” DEL FRACASO”

EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VIII

Sé cumplido, puntual, responsable, experto en todo lo que hagas.

Daniel se mantuvo delante de los reyes a lo largo de su vida, a pesar de los cambios políticos que le tocó presenciar, porque siempre fue solícito, diligente, en su trabajo. Su integridad y su eficiencia lo convirtieron en un colaborador y consejero invalorable, indispensable.


miércoles, 12 de enero de 2022

"SIEMBRA EN LOS SURCOS DE TU TIEMPO" - EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VI


"SIEMBRA EN LOS SURCOS DE TU TIEMPO" -
EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES VI

Cuando se es joven uno cree que tiene una eternidad por delante. Sí la tienes, pero no en la tierra. En la tierra el tiempo vuela.

Si no siembras bien en los surcos de tu tiempo, no cosecharás satisfacciones sino frustraciones.

Siembra en los surcos de tu tiempo semilla apretada, remecida, abundante, de buena calidad, para que tengas una buena cosecha.


lunes, 26 de diciembre de 2016

EL HIJO SABIO ALEGRA AL PADRE

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL HIJO SABIO ALEGRA AL PADRE
Un Comentario de Proverbios 10:1-5
Introducción. Las palabras “Los proverbios de Salomón” con que se inicia el primer versículo de este capítulo son en realidad el título de una sección del libro que abarca desde el vers. 10:1 hasta el vers. 22:16, y que comprende 375 proverbios que, curiosamente pero no casualmente, es el valor numérico de las letras que conforman el nombre de Salomón, esto es, slmn. (Recuérdese que el alfabeto hebreo sólo tiene consonantes).
Esta larga sección central, que está formada por proverbios de sólo dos líneas, contrasta con los capítulos 1 al 9, que están conformados mayormente por poemas sapienciales de cierta extensión (por ejemplo, 4:20-27; o 6:1-5; o todo el cap. 7).
La mayoría de los proverbios de los capítulos 10 al 15 son de paralelismo antitético (Véase mi artículo “Para Leer el Libro de Proverbios II, #850 del 12.10.14) donde predomina el contraste entre el justo (o sabio) y el impío (o necio).
El justo parece ser el tema principal de este capítulo. Son 13 los proverbios en que aparece la palabra “justo” (14 si contamos el vers. 29, en que aparece la palabra “perfecto”, que quiere decir lo mismo). Seis de esos proverbios hablan acerca de su relación con la lengua, o con el hablar sabiduría. Ellos son los vers. 11, 13, 20, 21, 31, 32.
Hay muchos otros que se refieren al justo en general, o a su vida en relación con los avatares de la vida: el v. 3 es una promesa de provisión; el v. 6 es una promesa de bendiciones; el v.7 promete que el justo será bien recordado. Otros proverbios en que aparece la palabra “justo” son los vers. 16, 24, 25, 28 y 30.
La perícopa formada por los vers. 1 al 5 es un ejemplo de inclusio, recurso literario en que la palabra, o idea, del inicio es repetida al fin de la unidad, como ocurre también, por ejemplo, en 3:13-18.


1. “Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre.”
Es notable el hecho de que después de una larga serie de proverbios que empiezan con las palabras “Hijo mío” en los nueve primeros capítulos, el primer proverbio de este capítulo 10, trate acerca del hijo.
Los padres se alegran por todo lo bueno que alcanza su hijo, sean logros materiales o intelectuales. Y por ninguna cualidad se alegran más que por la sabiduría que demuestre tener, porque la sabiduría allana el camino del éxito (23:15,16,24,25). Dice: hijo “sabio”, y no “inteligente”, porque la sabiduría es más útil que la inteligencia. Muchos inteligentes fracasan en la vida si no son a la vez sabios, y es un hecho que la inteligencia no está siempre acompañada de sabiduría. En cambio, la sabiduría sí suele estar acompañada de inteligencia, aunque pueda no estarlo de instrucción. Sin embargo, aun con esa limitación, la sabiduría se impone en la vida y es mucho más útil.
¿En qué consiste la sabiduría en términos prácticos? En discernir lo que conviene hacer y lo que conviene evitar, y en saber tomar buenas decisiones. En cambio ¡cuánta tristeza acarrea el hijo necio a sus padres y, en especial, a su madre! (15:20). La necedad anula las mejores disposiciones. Hay necios inteligentes que acumulan fracaso tras fracaso. El necio se equivoca siempre, o casi siempre, en lo principal. El sabio acierta. He ahí la gran diferencia.
Aquí la alegría y la tristeza pertenecen a ambos progenitores: hay un alegrarse en el hijo que es propio del padre (15:20a; 23:15,16,24; 27:11: 29:3a), y un entristecerse que es propio de uno u otro progenitor, o de la madre en particular. (17:21,25; 19:13a; Sir:16:1-5).
Los hijos son, o eran, considerados como el mayor don de Dios para los esposos, que se alegraban con la fecundidad de su matrimonio (Gn 5:28,29; 33:5; Sal 127:3). (Nota 1). Pero con mucha frecuencia los hijos son un motivo de preocupación o de tristeza. Derek Kinder comenta al respecto: “Sin los lazos (sobre todo los del amor) por los cuales las personas son miembros los unos de los otros, la vida sería menos dolorosa, pero inconmensurablemente más pobre.” (“Proverbios”, pag 94).
Si el hijo sale necio, ¿no será porque los padres, o uno de ellos, descuidaron disciplinarlo de pequeño? Los proverbios que hablan de la satisfacción, o disgusto que los hijos causan a los padres tienen como contrapartida la pena medicinal, esto es, la corrección que los padres deben aplicar a sus hijos. Con frecuencia es la negligencia de los padres, o del padre específicamente, en educar a su hijo en el respeto de las leyes de Dios y de la convivencia humana, la causa del desvío del vástago, y de la tristeza que puede causarles cuando crezca. Eso fue el caso concretamente de los hijos de Elí, que fueron un motivo de mucho dolor para él (1Sm 2:22-25), y de la reprensión divina que recibió (1Sm 2:27-36), porque omitió corregirlos cuando debió hacerlo (1Sm 3:12-14; cf Pr 22:6; 23:13,14; 29:15). Y también es el caso de dos hijos de David, Amnón y Absalón, que le causaron muchos dolores de cabeza, especialmente el segundo, a los que él no corrigió cuando debió hacerlo.
En el Antiguo Testamento tenemos el caso de un hijo cuya sabiduría fue causa de gran satisfacción para su padre, esto es, Salomón (1R 2:1-4; 1Cro 22:7-13; 2Cro 1:7-12); y de otro cuya necedad fue motivo de gran aflicción para su madre, esto es, Esaú (Gn 26:34,35).

Este proverbio nos dice también que es obligación de los hijos ser un motivo de satisfacción para sus padres por su conducta recta y sabia. La satisfacción que les produzcan les será algún día recompensada. Mientras que lo contrario es también cierto: el dolor que por su inconducta les causen, será algún día causa de desvelos y preocupaciones propias.
De otro lado, conviene notar que un hombre inteligente no es necesariamente bueno. Hay malvados que son sumamente inteligentes, pero no hay sabio que pueda ser malo.
2. “Los tesoros de maldad no serán de provecho; mas la justicia libra de muerte.” (Pr 21:6,7)
Este proverbio y el proverbio 11:4 dicen prácticamente lo mismo, siendo la segunda línea en ambos idéntica. En la segunda línea de 11:4 “riqueza” reemplaza a “tesoros de maldad”, pero agrega que las riquezas de maldad no serán de provecho “en el día de la ira”, esto es, en el día del juicio, o de la muerte, y menos aún si se trata de la segunda muerte (Lc 12:19,20).
Eso nos haría pensar que las riquezas son necesariamente tesoros de maldad, pero no siempre es ése el caso; no siempre han sido acumuladas oprimiendo y explotando al prójimo. De otro lado, la muerte no viene siempre a los hombres en el día de la ira.
Las Escrituras nos enseñan el poco valor que desde la perspectiva de la eternidad, tienen las riquezas (Pr 23:5; Mt 6:19), aunque en la vida práctica puedan traer muchos beneficios. Mucho menor valor y utilidad tienen las riquezas mal adquiridas, porque en el algún momento se vuelven contra el que las posee, como denuncia Jeremías: “¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!” (22:13) (2) ¿De qué le sirvieron a Judas las treinta monedas de plata que recibió por traicionar a su Señor? Sólo para ser empujado al suicidio carcomido por los remordimientos (Mt 27:3-5). ¿De qué le sirvió a Acab, rey de Israel, incitado por su mujer, la perversa Jezabel, haberse apoderado de la viña de Nabot, después de haberlo hecho matar? Recibir la maldición divina, proferida por el profeta Elías, de que su linaje desaparecería con él, y de que el cadáver de su mujer sería comido por perros (1R 21:4-24).
El dinero mal adquirido a la larga no beneficia a su dueño, pero llevar una vida recta puede librar de peligros mortales. En este proverbio de paralelismo antitético se contrastan la honestidad de vida con las prácticas fraudulentas. Además se yuxtaponen dos vicisitudes contrarias: no ser de gran utilidad, frente al escapar con vida del peligro.
En las Escrituras tenemos un texto que ilustra la inutilidad de las riquezas mal adquiridas: “Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y al final mostrará ser un insensato.” (Jr 17:11). Y tenemos el caso contrario en que la justicia (o rectitud de vida) libran de una muerte segura: el caso de Noé que no pereció en el diluvio. En el libro de Ester hay dos personajes cuyas vidas son un testimonio de cómo se cumple la verdad enunciada en este proverbio: el impío Amán, quien pese a su riqueza y poder terminó en el cadalso (Es 7:9,10); y el de Mardoqueo, que por su fidelidad a Dios fue enaltecido (10:1-3).
Para ilustrar este proverbio A.B. Faucett menciona los casos que ya hemos visto de Acab y de Judas, y observa además con razón que los dos talentos de plata que Giezi codiciosamente obtuvo de Naamán, sólo le sirvió para que la lepra de este último se le pegara (2R 5:20-27). De otro lado, dice él, la justicia, acompañada de misericordia y de generosidad, atrae la misericordia de Dios (Sal 41:1-3; 112:9; Dn 4:27; 2Cor 9:9). (3)
3. “Jehová no dejará padecer hambre al justo; mas la iniquidad lanzará a los impíos.”
Esta es una promesa rara vez incumplida que nos asegura la provisión permanente de Dios, tal como se expresa en el Sal 34:10 y en Pr 13:25a. Los casos en que Dios ha suplido la mesa de los suyos de una manera milagrosa son tan numerosos que no es necesario abundar sobre ellos. Pero es una permanente realidad. (4). El bello salmo 37, que es un compendio de proverbios, en su v. 25 formula una promesa semejante en distintos términos: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Véase Is 33:15,16). Sin embargo, conviene insistir en el hecho de que los proverbios no son leyes absolutas que se cumplen siempre indefectiblemente, sino son principios generales deducidos de la observación de la realidad y de la experiencia, cuyo cumplimiento conoce excepciones dependiendo del tiempo y las circunstancias. Esto debe decirse para beneficio de quienes hayan visto a justos y a sus familiares alguna vez padecer hambre, o necesidad. Habría que añadir, sin embargo, que para que veamos las promesas de Dios cumplidas en nuestra vida, es necesario que creamos en ellas sin dudar (St 1:6,7).
Pero si alguna vez Dios permite que el justo padezca necesidad, lo hace para su bien, para otorgarle un beneficio mayor, o para que tenga ocasión de ejercitar su fe, como ocurrió con Pablo, quien en más de una oportunidad padeció hambre y sed, frío y desnudez (1Cor 4:11; 2Cor 11:27; Dt 8:3). Pudiera ser que el morir literalmente de hambre libre al justo de experimentar la miseria mayor que puede sobrevenir sobre la comarca donde vive. Y si así no fuera, ¿qué cosa es el dolor de la muerte por inanición comparado con la dicha que el justo encuentra en el cielo?
En una ocasión Jesús alentó a sus discípulos a confiar en la provisión divina puesto que Él alimenta a las aves del cielo que no siembran ni cosechan, recordándoles que los hombres valen más que ellas (Mt 6:25,26,31,32). Jesús es nuestro buen pastor (Jn 10:11) que lleva a sus ovejas a comer donde hay buenos pastos (Ez 34:14)
Para el segundo estico yo prefiero la versión: “pero Él desecha el deseo (o la avidez) de los impíos”. Uno padece de hambre, el otro siente gula. Aunque se parecen son apetencias distintas. El primero tiene el estómago vacío. El segundo está saciado y desea más. Dios desecha al segundo porque su necesidad es artificial, y su manera de actuar y su carácter le son desagradables. Aunque durante un tiempo al impío todo le sonríe y su mesa está plena, le llegará el día de las vacas flacas y entonces constatará que no tiene amigos; que los que tuvo, lo eran de su dinero.
4. “La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece.”
Este proverbio parece que enunciara una verdad establecida derivada de la experiencia común, algo archisabido, que no requiere de ninguna iluminación de lo alto para reconocer. Sin embargo, aquí el Espíritu Santo confirma lo que el intelecto humano por sí solo puede conocer, para darnos a entender la importancia que tiene esa verdad, para que la tengamos muy bien en cuenta. El diligente cosecha los frutos de su trabajo, provisto que lo haga con inteligencia; el negligente, el que descuida sus obligaciones, el que pierde el tiempo, o trabaja mal, no progresa, sino empobrece.
Pero esta verdad se aplica a todos los campos: el que trabaja y estudia con ahínco desarrolla su intelecto; el artista que constantemente crea, dejará una obra; el investigador que quema sus pestañas, hará descubrimientos; el que es diligente en buscar a Dios, será premiado con una familiaridad íntima con Él, etc. Mientras que el que deja de hacer lo que debe y lo descuida, no obtiene ningún resultado. En toda actividad humana, la diligencia es condición para el éxito. Pablo lo pone así: el hombre cosecha lo que siembra (Gal 6:7).
Son varios los proverbios que en variados términos confirman este mensaje: 19:15; 20:4: 23:21. La pequeña perícopa 24:30-34 explica cómo la holgazanería se manifiesta en el descuido del campo y trae como consecuencia inevitable la pobreza (cf Ecl 10:18). Pr 13:4 opone el deseo frustrado del perezoso, a la prosperidad que alcanza el diligente, cuyos pensamientos persiguen esa meta (21:15a). La parábola de los talentos opone también a dos siervos diligentes que multiplican el dinero que se les confía, y son por eso premiados, a la pereza del siervo infiel que no obtiene para su señor ningún provecho, y es por eso condenado (Mt 25:14-30).
Pero esa no es la única ventaja de la diligencia. Por medio de ella el hombre prospera socialmente, adquiere propiedades (Pr 12:24) y se codea con los grandes (22:29). Trabajar la tierra fue la orden que se dio a Adán en el paraíso, no que sólo se alimentara cogiendo los frutos de los árboles del jardín (Gn 2:15,16). Como consecuencia del pecado el trabajo que demanda esfuerzo se convirtió en una ley de la vida (Gn 3:19).
Dios usa a los hombres que tienen las manos ocupadas, no a los ociosos: Moisés y David pastoreaban su ganado cuando fueron llamados (Ex 3:1,2; 1Sm 16:11,12). Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar (Jc 6:11). La fe y la pereza no suelen ir juntas; al contrario, la diligencia es compañera de la fe y de la confianza en Dios. Rut, la moabita, no le hizo ascos a recoger espigas con los segadores y terminó casándose con el dueño del campo (Rt 2:3; 4:13). Ella es contada entre las cuatro antepasadas de Jesús que menciona la genealogía con que se inicia el evangelio de Mateo (Mt 1:3,5,6).
Pero no solamente se debe trabajar por los bienes de la tierra; también debe hacerse por los del cielo con energía y perseverancia (Jn 6:27). Como dice Ch. Bridges, los negocios del mundo son inciertos, pero los espirituales son seguros. En el cielo no hay bancarrotas. El siervo diligente es honrado con un aumento de gracia y de confianza (Mt 25:21,29). La palabra hebrea jarutzim –que se traduce como diligente- designa a los que actúan con decisión y prontamente, a los que economizan su tiempo y los medios que emplean.
5. “El que recoge en el verano es hombre entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.”
El hombre que recoge en el verano de su vida (de los 30 a 45 años) es hombre entendido. Es el tiempo en el cual se forja el bienestar de la edad madura, del otoño y del invierno. El que no lo aprovecha tendrá más tarde mucho que lamentar.
En el proverbio anterior se comparó la negligencia con la diligencia; en éste se opone la previsión a la imprevisión (Véase Pr 6:6-8). El libro del Eclesiastés subraya la importancia del tiempo oportuno para cada cosa (cap. 3). Un ejemplo claro de lo que afirma este proverbio es el caso de José en Egipto, que almacenó el grano cosechado en los años de abundancia para usarlo en los años de escasez (Gn 41:46-56).
¡Cuán importante es acumular conocimientos cuando la mente está fresca, aprende y asimila rápido! Ese bagaje adquirido temprano será muy útil más adelante en la vida profesional. ¡Y qué lamentable es, en cambio, desperdiciar ese tiempo valioso en que pudo haberse instruido! El que obró de esa manera tendrá mucho de qué avergonzarse en la edad madura cuando no tenga logros que exhibir.
Ahora es el tiempo aceptable (2Cor 6:2). Mañana será quizá tarde para hacer el bien que no hicimos cuanto tuvimos oportunidad (Gal 6:10). Cuanto mejor aprovechamos el tiempo que Dios nos da, más tiempo tendremos a nuestra disposición para servirlo (Ef 5:16). El apóstol Pablo es un buen ejemplo de alguien que trabajó con diligencia en la viña del Señor sin omitir esfuerzos; Demas, en cambio, es uno que desaprovechó la oportunidad que se le presentaba y perdió su recompensa (2Tm 4:10).
 Notas: 1. Digo “eran” porque muchos esposos en nuestros días evitan tenerlos, o los consideran una carga, o una limitación, y no hay duda que, de hecho, en muchos casos lo son.
2. Esta es una denuncia que alcanza a todos los empresarios y hombres de negocios que en nuestros días construyen sus fortunas sobre la base de la explotación de sus trabajadores, o del público, cobrando por sus productos precios exagerados. Algún día ese dinero mal ganado les arderá más que una plancha caliente en los lomos.
3. Con el tiempo la palabra “justicia” adquirió el sentido de limosna (Tb 4:7-11), lo que explica que en algunas versiones, la segunda línea diga: “pero la limosna libra de la muerte.”
4. Puede recordarse la ocasión en que David y los que le seguían fueron alimentados por quienes eran en verdad sus enemigos (2Sm 17:27-29).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle perdón a Dios por ellos diciendo: Jesús, yo te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#927 (22.05.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 26 de agosto de 2015

FIANZAS, PEREZA, MALEVOLENCIA II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
FIANZAS, PEREZA, MALEVOLENCIA II
Un Comentario de Proverbios 6:6-19
6. “Ve a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos y sé sabio;”
7. “La cual no teniendo capitán,
Ni gobernador ni señor,” (Nota 1)
8. “Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.”(2)
9. “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?”
10. “Un poco de sueño, un poco de dormitar,
Y cruzar por un poco las manos para reposo;”
11. “Así vendrá tu necesidad como caminante,
Y tu pobreza como hombre armado.” (3)
6-11. Este pasaje es el primero de tres poemas que el libro de Proverbios dedica al perezoso. Los otros dos están en 24:30-34 y 26:13-16. (4) Se divide en dos perícopas sucesivas: 6-8 y 9-11. La primera propone como ejemplo a la hormiga, pequeño insecto del reino animal. Un animalito tan pequeño obra con una prudencia que pocos hombres tienen, pues sin que nadie se lo advierta (cf 30:27) hace lo que es necesario para tener con qué sustentarse durante el invierno. Aquí estamos frente a uno de los misterios del reino animal, en el que las diversas especies por instinto, o por una recóndita inteligencia, toman las providencias más favorables para su sustento y preservación. Y lo hacen siempre sin fallar (30:25). Los naturalistas han observado que las hormigas se ayudan unas a otras, se juntan para llevar cargas pesadas (¿cómo se comunican?), protegen sus reservas de la lluvia y las sacan al sol para que se sequen, cuando se mojan. ¿Quién se lo ha enseñado?
¡Qué vergüenza es para el hombre que se le aconseje que aprenda la diligencia y la previsión de un animalito minúsculo cuya presencia nos es desagradable y que aplastamos con el pie!
¿Cuál es el tiempo del verano de que aquí se habla? La juventud, en que el hombre puede sembrar con esperanza de cosechar en el futuro (10:5).
La segunda perícopa (9-11) como conclusión del ejemplo propuesto, increpa directamente al que pasa su tiempo en dormir (26:14), en no ocuparse en nada útil, en dejar transcurrir las horas en ocupaciones frívolas que no conducen a ningún fin útil. La pobreza y la necesidad que vendrán como resultado son descritas como un caminante, o vagabundo, que se divisa a lo lejos en el camino, y que inexorablemente se va acercando a donde uno se encuentra; o como un guerrero amenazante, o un salteador de caminos, contra el cual el hombre desarmado está inerme. De manera semejante el perezoso verá la indigencia venir sobre él sin que pueda hacer nada para evitarla.
           
La pereza y la imprevisión pueden acarrear consecuencias graves. Jesús dijo que no debíamos angustiarnos por el día de mañana (Mt 6:34), pero eso no quiere decir que no debamos ser previsores, sobre todo cuando se asumen responsabilidades familiares (2Cor 12:14; cf Gn 30:30).
            Si la ansiedad por las cosas materiales es criticable (Lc 10:41), el uso diligente de los medios provistos por Dios, lo honra (Pr 10:15a; 24:27).
            Hay un refrán que expresa una gran verdad: “La pereza es madre de la pobreza”. El libro de Proverbios pinta con acierto en otro lugar las consecuencias de la pereza en la viña descuidada al señalar que está toda cubierta de espinos, y su cerca de piedra destruida (24:30,31). Así ocurre con todas las actividades afectadas por la holgazanería: el desorden y la suciedad reinan por todas partes y están a merced de los intrusos y depredadores, porque no se toman las medidas de seguridad que la prudencia aconseja.
             Una de las características del haragán es que no termina las cosas que emprende, y por eso no cosecha en el verano, porque no aró su campo en el invierno (20:4), y deja enfriar su comida, porque le cansa llevar el bocado a la boca (26:15; 19:24). Peor aún, no aprovecha las oportunidades de progresar que se le presentan, y por eso dejarán de venirle al encuentro en el futuro. No obstante, el perezoso tiene muy buena opinión de sí mismo, pues piensa que “es más sabio que siete que sepan aconsejar.” (26:16).
            Pero hay también una pereza espiritual muy común: la del que se niega a ser despertado por el mensaje del Evangelio en el tiempo de la gracia, y desperdicia las oportunidades que la misericordia de Dios constantemente le brinda. Una miseria interminable lo afligirá algún día si no se arrepiente a tiempo (Ironside), y permanece en el camino espacioso que lleva a la perdición, en lugar de tratar de entrar por la puerta estrecha que lleva a la salvación (Mt 7:13,14).
12. “El hombre malo, el hombre depravado, (5)
Es el que anda en perversidad de boca”,
13. “Que guiña con los ojos, que habla con los pies,
Que hace señas con los dedos.”
14. “Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;
Siembra las discordias.”
15. “Por tanto, su calamidad vendrá de repente;
Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.”
Hay hombres, en efecto, que andan siempre cavilando qué mal pueden hacer, a veces sin que les traiga ningún provecho (Pr 16:30). Sus palabras reflejan la negrura de su corazón, pues son siempre ofensivas, groseras, vulgares e irrespetuosas. No hay nada que les merezca respeto; se burlan hasta de lo más santo, y no creen que haya nadie honesto, porque ellos no lo son. En su avidez por hacer daño andan siempre complotando, poniéndose de acuerdo con otros tan malvados como ellos; intercambiando señales con la mirada, con los dedos, y hasta con los pies (10:10; Sal 35:19). Su ingenio para el mal es inagotable, y el mal llena su mente y su cerebro de continuo (cf Pr 2:14,15). Donde quiera que estén difunden su maldad casi sin querer, y originan con sus iniciativas perversas desacuerdos entre los amigos, o en las familias, que con frecuencia terminan en hechos de sangre (16:28; Sal 140:2,3). El apóstol Pablo nos manda que nos apartemos de esa clase de gente (2Ts 3:11-14).
Pero los tales no saben que están cavando su propia tumba, y que las consecuencias de sus actos vendrán un día impensadamente a aplastarlos, al punto de que no dejarán huella alguna de su paso por la tierra (Pr 15:26a). Su muerte repentina será una manifestación del justo juicio de Dios.
            El versículo 13 muestra que ya en esa época se conocían y se usaban signos secretos que permitían a los cómplices comunicarse por señas sin que los demás presentes se dieran cuenta. Esto es lo que hacen los que traman algo, y de ahí se ve que los que tejen intrigas no tienen nada bueno en el corazón, pues ocultan sus propósitos para que sus víctimas no se aperciban.
Lo que sigue es un poema numérico, como hay varios en el capítulo 30 de Proverbios: 15,16; 18,19; 21-23; 24-28; 29-31; en Jb 5:19, así como en el Sirácida (o Eclesiástico): 25:1,2; 7-11, e incluso en la literatura profética: Am 1:3,6,9,11,13; 2:1,4,6.
16. “Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma:”
17. “Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,”
18. “El corazón que maquina pensamientos inicuos,
Los pies presurosos para correr al mal,”
19. “El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.”
Aquí se menciona algunas cosas que el Señor detesta y que, por lo tanto, nosotros también debemos rechazar y considerar como abominables, porque lo son realmente.
1) El orgullo, la soberbia arrogante y despreciadora que se manifiesta en la mirada altiva. ¿No son nuestros gestos, y en especial, nuestra mirada, expresión de nuestros sentimientos? Nuestros gestos y nuestras miradas nos delatan. El que se fija en ellos puede descubrir muchas cosas acerca de las personas con que trata, o con las que se encuentra de paso, que pueden preservarlo de peligros, o que pueden ayudarlo a guiar prudentemente su comportamiento con ellos. Recordemos que fue el orgullo, el deseo impío de ser igual a Dios, lo que motivó la caída de Lucifer (Is 14:12-14). No por nada dice la Escritura que Dios “atiende al humilde, pero al altivo lo mira de lejos” (Sal 138:6;  4:6) y que el “altivo de corazón es abominación para Jehová” (Pr 16:5). Otro proverbio dice: “La soberbia del hombre lo abate.” (29:23a). El salmo 73 ilustra cómo es su caída (v. 3,6,18,19; cf Sal 18:27b).
2) La facilidad para mentir sin sonrojarse y sin escrúpulos. ¿Con qué órgano mentimos? Con el habla personificada en la lengua. Podemos mentir con la mirada o con los gestos, es cierto, aunque no es fácil y ninguno iguala a la boca. El espíritu de mentira es digno de temer porque puede ocasionar estragos y extravía a la gente. Por eso dice un salmo: “Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta.” (120:2). En ocasiones la mentira puede volverse contra los que la profieren, como en el caso de Ananías y Safira, que murieron por haberle mentido al Espíritu Santo (Hch 5:1-10), pues “los labios mentirosos son abominación a Jehová.” (Pr 12:22). Si Jesús es la verdad (Jn 14:6), y vino a dar testimonio de la verdad (Jn 18:37), el diablo es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8:44). Por ese motivo “todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre,” (Ap 21:8).
3) El espíritu sanguinario que no tiene respeto de la vida ajena. Joab, general de los ejércitos de David, es un ejemplo clásico (2Sm 3:22ss). ¡Cuánto daño hacen los asesinos porque no saben que la vida proviene de Dios, y que el que siega una vida contra Dios atenta! “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios fue hecho el hombre” dice el libro del Génesis 9:6. Ésta es la más terrible de las cosas abominables que enumera esta perícopa, porque viola el mandamiento que prohíbe el homicidio (Ex 20:13). Por eso, dice Isaías 1:15, que Dios rechaza la oración de los que tienen las manos llenas de sangre; y destruirá “al hombre sanguinario,” según el Sal 6:5.
4) Pero la más peligrosa es la mente que maquina, planea y urde maldades. Así como del corazón salen las cosas que contaminan al hombre, como dijo Jesús (Mt 15:18-20), del corazón salen también las acciones que dañan, los asaltos, los fraudes, los abusos, las violaciones, etc. Todos los delitos comienzan, o se gestan, en el pensamiento. Por eso Jesús dijo: “Cualquiera que mire a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt 5:28). Los actos delictivos y los beneficiosos no surgen de la nada, obedecen a un proyecto concebido en la mente, en la imaginación.
Dios se propuso destruir a la humanidad mediante el diluvio porque vio “que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era…solamente para el mal.” (Gn 6:5). Bien denuncia el profeta Miqueas: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en sus manos el poder! (Mq 2:1). Sólo Dios puede cambiar el corazón del pecador arrepentido, y darle un “corazón limpio” y “un espíritu recto” que modifique para bien su conducta, haciendo de él un hombre nuevo y apartado del mal. (Sal 51:10).
5) La disposición para hacer el mal, retratada aquí como los pies que se apresuran a cometerlo, es una característica del corazón torcido (cf Is 59:7). Hacer el bien le cuesta, le es aburrido; pero hacer el mal le agrada, lo divierte. Es su deporte favorito. En otro lugar el libro de Proverbios denuncia a los “que se alegran haciendo el mal y se huelgan en las perversidades del vicio.” (2:14). Personas de ese tipo se encuentran en toda una gama variada de grados de maldad, desde el que se presta para hacer una broma cruel, al asesino a sueldo. Pero ellos no saben que “a su propia sangre ponen asechanzas, y a sus almas tienden lazo.” (1:18).
6) Este punto no es repetición del segundo, porque aquí se trata de un tipo especialmente insidioso de mentiras, la del que presta un falso testimonio contra el inocente, o a favor del culpable. Dios ha llamado a su pueblo a dar testimonio de la verdad (Hch 1:8). Pero el testigo falso, que viola el noveno mandamiento (Ex 20:16), pervierte la justicia y puede ocasionar tragedias imprevistas y de incalculables consecuencias. Merece ser maldito y, por supuesto, ser condenado no sólo por Dios, que aborrece el juramente falso (Zc 8:17), sino también por la justicia humana (Dt 19:16-19; Pr 19:5).
7) Por último, está la persona que se complace en enfrentar a los hermanos y a la gente, creando divisiones donde había unión, conflictos donde había paz, y odio donde había amor. Estas personas hacen mucho daño, pero no lo sufren ellos mismos hasta que llega el día del ajuste de cuentas, en que experimentan en carne propia el daño que hicieron a otros.
Notas: 1. Algunos ven en estas autoridades a los tres poderes del estado, el judicial, el legislativo y el ejecutivo.
2. La Septuaginta (LXX) añade: “O ve a la abeja y aprende cómo trabaja,  y produce rica labor, que reyes y vasallos buscan para sí, y todos apetecen, y siendo como es pequeña y flaca, es por su naturaleza tenida en mucha estima.”
3. Pr 24:33,34 es una reproducción casi exacta de los vers. 10 y 11. La Septuaginta añade: “Si, por el contrario, eres activo, tu cosecha será abundante como una fuente, y la miseria estará lejos de ti.”
4. Además de los pasajes nombrados, la pereza es el tema de los siguientes proverbios: 10:4,5b; 13:4; 15:19a; 19:15,24; 20:4; 21:25.
5. Donde nuestra versión dice “hombre malo” el original hebreo, la Vulgata latina y la Versión autorizada inglesa (KJV), dicen “hombre de Belial”, que se suele traducir como malvado, perverso, inicuo. Esta palabra es una combinación de las palabras hebreas beli (sin) y ya’al (provecho), y figura en varios lugares como, por ejemplo, en Dt 13:13 (donde se trata de hombres impíos que incitan a la idolatría); en Jc 19:22 (donde se trata de perversos que quieren violar a un hombre); en 1Sm 2:12 (donde se aplica a los hijos impíos del sacerdote Elì); en 1Sm 25:25 (donde se dice de Nabal, el esposo necio de Abigaíl); en 2Sm 16:7 (cuando David sale derrotado de Jerusalén, huyendo de las tropas de Absalón, y Simeí lo insulta llamándolo “hombre de Belial”); en 1R 21:10,13, (cuando la reina impía Jezabel, usa esa expresión para acusar falsamente a Nabot de blasfemia, y apropiarse la viña que su esposo, el rey Acab, deseaba comprar). En Pr 19:28, pero sólo en original hebreo, (en que se aplica al testigo falso). Con el tiempo ese término se convirtió en el nombre propio del demonio: “¿Y qué concordia (tiene) Cristo con Belial?” (2Cor 6:15).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#877 (19.04.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 20 de octubre de 2010

EL LIBRO DE DANIEL HABLA A LOS JÓVENES

Por José Belaunde M.

En la juventud uno tiene la vida en sus manos. Tú puedes ser lo que quieras ser.

Quizá digas: Imposible, hay cosas que no puedo ser, no está en mis manos decidirlo, porque depende de factores que no están a mi alcance.

Cierto. Si no tienes la estatura requerida no puedes entrar a la escuela militar. Si pesas 70 kilos no puedes ser bailarina de ballet.

Es muy cierto que nuestro futuro en la vida depende del camino que ya hemos recorrido anteriormente.

Cuanto más avanza uno en la vida menos libertad tiene para decidir lo que va a hacer en los años que le quedan de vida.

Si tomas el ómnibus para ir a Pacasmayo, no puedes decidir de repente ir a La Oroya. Está en otra dirección.

Si uno tiene 50 años, lo que uno hizo o logró hasta esa edad condiciona fuertemente lo que puede hacer en los 20 ó 30 años que le quedan de vida.

Pero a los 16 ó 18 años, el partido recién empieza. Tienes dos tiempos por delante para meter goles, para plantear el partido a tu gusto.

Por de pronto, hay algo que tú puedes decidir cualesquiera que sean las circunstancias de tu vida, seas rico o pobre; nadie puede impedir que tú lo hagas, sólo depende de ti:

Puedes decidir ahora mismo que vas a servir a Dios y nadie puede impedírtelo.

Pero ¡ojo! servir a Dios no quiere decir únicamente predicar o ser pastor. Uno puede servir a Dios sin haber subido nunca a un púlpito.

Servir a Dios quiere decir ante todo vivir de acuerdo a su palabra, amarlo, obedecerlo. Y eso nadie te lo puede impedir. Puedes hacerlo aunque estés preso.

Ahora puedes decidirlo, en este momento y sólo de ti depende el que mantengas esa decisión hasta tu último día en la tierra, cualquiera que sean las circunstancias exteriores de tu existencia. Y puedes hacerlo aunque te cueste la vida. Pero si te costara la vida, tendrías una gran recompensa en el cielo, habrías hecho un gran negocio.

Pero en el campo puramente humano, a esta edad tienes la capacidad de decidir lo que quieras ser en tu vida. Es verdad que tienes un campo de posibilidades relativamente limitado, es cierto; no es infinito, ilimitado, pero es, no obstante, bastante amplio.

Puede ser que llegar a ser un profesional no esté a tu alcance porque no tienes el dinero para estudiar en la Uni, eres demasiado pobre y lo poco que ganas lo empleas en sostener a tu madre viuda y hermanitos.

Pero eso no te impide decidir capacitarte en algún oficio, aunque sea artesanal. O puedes decidir llegar a ser una persona culta, leyendo y estudiando de noche. Si no tienes plata para comprar libros, puedes prestártelos de alguna biblioteca.

Puedes decidir a quién vas a servir, si a Dios o al diablo. Si decides lo primero, Dios te va a ayudar a alcanzar las metas que te propongas, metas que parecerían ser imposibles para ti si Dios no viene en tu ayuda.

Quizá te llamaron de la banca de suplentes a medio partido, cuando el marcador estaba en contra, pero ahora tienes todavía un tiempo amplio para voltearlo.

Al inicio del primer capítulo del libro de Daniel hay un versículo que habla de las cualidades que debían tener los jóvenes que debían ser seleccionados para ser entrenados y preparados para el servicio del rey. Veámoslo.

Dn 1:4 "muchachos en quienes no hubiere tacha alguna."

¿Cual es la tacha más grave que se puede hacer contra una persona? Que no sea de buena conducta. Que tenga malos hábitos, malos antecedentes.

Si tienes un pasado malo, si has sido arrestado varias veces, si has estado en la cárcel. Eso es una tacha grave. Y puede ser un obstáculo grave.

Pero puedes arrepentirte hoy de tus pecados y de tu mala conducta y a partir de hoy, con la ayuda de Dios, comenzar una vida nueva, llevar una vida irreprochable. Muchos lo han logrado, aunque tenían un largo prontuario de antecedentes en la PIP.

Pero si no es ese tu caso, te será más fácil.

Quizá tienes defectos de carácter. Puedes pedirle a Dios que te cambie y te libre de ellos.

¿Cómo? Despojándote del hombre viejo y vistiéndote del nuevo (Ef 4:22-24).

Transformándote por la renovación de tu entendimiento (Rm 12:2).

"De buen parecer"
¿Qué quiere decir eso? Bueno, eso podría ser tener buena pinta, o ser una reina de belleza. Pero no está hablando de eso.

Mírate en el espejo. No se trata de que puedas ganar un concurso de belleza o de que seas un Adonis, que te busquen para ser modelo, sino de que tengas un aspecto correcto, agradable.

Dios no está interesado en la belleza externa de las personas sino en la interior, pero la belleza interior se refleja en el orden exterior, en lo ordenado de su aspecto.

Fíjate en este punto: Si eres hombre ¿andas desgarbado, mal peinado, sucio, con el pelo desgreñado y largo, con tu ropa descuidada?

Conoces el dicho: “Como te ven te tratan”. Así es el mundo. Eso se refiere también al vestido.

Si llevas ropa fina, de marca, elegante...dicen: “Este es un señor”. Pero no estoy hablando de eso.

Quizá no tengas ropa fina, pero puedes tenerla limpia, estar bien arreglado, lavado, afeitado, pelo no muy largo. Si te ven así, causas buena impresión.

Y si eres una muchacha ¿A dónde llega tu falda? Si es una mini mini, ya te tasaron; apenas te ven, pensarán: Esta es una chica tan ligera de costumbres como de ropa.

¿Qué dice 1P 3:3,4? “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”

Puedes tener un aspecto agradable y a la vez discreto, ordenado.

La manera cómo nos vestimos refleja nuestra personalidad. No lo olvides.
Si andas pintarrajeada, ya te calificaron de frívola, o de pretenciosa, o de tener mal gusto.

Pero si te arreglas con buen gusto y discreción, aun los atrevidos te guardarán respeto.

Igual ocurre con los hombres. Tu aspecto te delata.

"Enseñados en toda sabiduría"
Que hayas sido o no enseñado en toda sabiduría hasta ahora quizá no ha dependido de ti.

La sabiduría más importante es la de Dios. Si no naciste en un hogar que era cristiano, o no fuiste a un colegio cristiano, es poco probable que hayas sido enseñado en la sabiduría de Dios.

Pero quizá tus padres tenían una buena moral y te dieron buen ejemplo. Eso es un gran capital para la vida.

Pero también pudiera ser que te enseñaron mal y que te dieron muy mal ejemplo con la vida que llevaban. Si ese es el caso, ahora que conoces la verdad, puedes reaccionar contra ese pasado negativo y eso tendría mucho mérito para Dios. Él quizá te quiera usar para que des testimonio a los que tienen un pasado como el tuyo. Recuerda para Dios no hay nadie perdido.

Pero no olvides que hay también una sabiduría del mundo que puede ser muy útil para la vida y quizá tus padres te la enseñaron, aunque no fueran creyentes. Recuerda que Jesús dijo que “los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.” (Lc 16:8). (Nota).

Y dijo también: “Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.” (Mt 10:16).

Si no recibiste una buena educación en casa ni en el colegio, ponte ahora en la escuela del Espíritu Santo y empieza a aprender la sabiduría de Dios. Ponte a leer y meditar el libro de Proverbios.

¿Sabes por qué este libro tiene 31 capítulos? Para que leamos uno cada día del mes. ¿Qué capítulo? Pues el del día. Si haces eso te llenarás de la sabiduría de Dios y la sabiduría de Dios será adorno a tu cuello y dará gracia a tus palabras (Pr 1:9; 16:23).

"Sabios en ciencia..."
Esto se refiere al conocimiento humano. Quizá fuiste un mal alumno en el colegio y eres como consecuencia un ignorante.

EN LO HUMANO, LO QUE TÚ ERES HOY DECIDE LO QUE SERÁS MAÑANA.

Toma nota de lo siguiente: tu futuro en la vida, tu éxito, tu progreso, depende en gran parte de lo que sabes. Es el conocimiento, la capacitación lo que nos abre la puerta del éxito en el mundo.

Ahora estás en la edad de adquirir conocimientos que te sean útiles para triunfar.
Adquirir esos conocimientos depende de cómo utilizas tu tiempo ahora.

¿Cómo lo empleas? Hay personas que aprovechan las 30 horas del día. ¿Cómo 30? ¿Acaso tiene el día 30 horas? Es que aprovechan tan bien hasta el último minuto que parece que para ellos el día tuviera más horas que para los demás.

De cómo uses el tiempo depende cuánto avances en la vida.

En el Perú hay una cultura de la pérdida de tiempo. Somos expertos en eso. Se habla y se habla ... pero no se hace nada. Se la pasan discutiendo en los cafetines o en las esquinas sobre lo que hay que hacer, pero no pasan de palabras que se lleva el viento.

¿Cuánta saliva gastas al día en decir tonterías? ¿En hablar piedras? Jesús dijo que de toda palabra ociosa daríamos cuenta en el día del juicio. ¿Recuerdas? (Mt 12:36).

¿O cuánto tiempo inviertes en mirar tonterías? ¿En ver TV, en oír radio, en parlotear por teléfono?

De cómo inviertas tu tiempo depende lo que llegues a ser. El tiempo que pierdes nunca lo recuperas. Aprovecha tu tiempo.

Es como llenar una maleta. Cuando vas de viaje puedes llevar poco o mucho en una maleta. Depende de que aproveches o no hasta el último resquicio, el último huequito que queda para poner algo. O si eres comerciante de que no lleves papeles viejos en lugar de mercadería para vender.

Tu tiempo es tu vida. No tienes otra vida que tu tiempo. A medida que pasan las horas, a medida que avanza el minutero, se te va la vida.

Cuando se es joven uno cree que tiene una eternidad por delante. Sí la tienes, pero no en la tierra. En la tierra el tiempo vuela.

Si no siembras en los surcos de tu tiempo, no cosecharás satisfacciones.

Si no siembras conocimiento, no cosecharás reconocimiento.

¿Qué es el reconocimiento? Es que la gente te aprecie, que reconozcan lo que vales, lo útil que puedes serles. Que reconozcan lo que has logrado con o sin diploma.

Si el agricultor siembra poca semilla, poco cosechará. Si siembra mala semilla, tendrá una mala cosecha.

Lo que tú coseches más adelante (es decir, una buena posición, un hogar, una casa propia...) depende de que lo siembres ahora. No te caerá del cielo.

Siembra en los surcos de tu tiempo semilla apretada, de buena calidad, para que tengas una buena cosecha.

¿Qué es lo que puedes cosechar ahora mismo como fruto inmediato de tus estudios? Un buen currículum.

Cuando vas a buscar trabajo en una empresa, te piden tu currículum. Si eres joven, eso consiste básicamente en lo que has estudiado, en qué institutos, en qué universidad, qué experiencia tienes...

¿Por qué quieren saber eso? Porque de esas cosas depende cuán útil tú puedas serles, qué conocimientos o experiencia aportas a la empresa.

Si no sabes nada sólo servirás para portero o conserje... (Ahora de repente hay uno aquí cuyo padre es conserje o portero. No se lo eches en cara ni te avergüences de él. Quizá él no tuvo oportunidades de estudiar, o quizá nadie le habló de que debía aprovechar el tiempo en su juventud. Además Dios puede usar poderosamente a los conserjes como embajadores porque, estando en la puerta, entran en contacto con mucha gente).

Pero si eres un buen electricista, serás muy apreciado porque no se encuentra muchos buenos. Si además eres ordenado, cumplido, puntual, honrado, vales oro para ellos. La gente busca buenos técnicos, buenos operarios, que hagan bien su trabajo, que no los defrauden, que no lo dejen todo a medias, que reciban un adelanto y nunca regresen.

Las empresas grandes y chicas tienen hambre de buenos empleados, de empleados confiables, porque son escasos.

Al que trabaja bien lo buscan, lo necesitan, no hay nada peor que tener un empleado malo. El libro de Proverbios habla bastante de eso (Pr 26:6).

Pero quizá digas: yo no tengo oportunidad de estudiar porque tengo que trabajar y ayudar a mi familia. No tengo para la matrícula ni para las mensualidades de un instituto.

¿Sabes lo que es un autodidacta? Alguien que estudió solo, que no estudió en ninguna escuela. Muchos grandes hombres lo fueron. Edison, por ejemplo, el inventor de la bombilla eléctrica, del fonógrafo y de tantas otras cosas, también lo fue.

Un buen libro puede ser el mejor maestro.

"Idóneos para estar en la palacio del rey".
Aquí no se trata de la casa de Dios, sino de los buenos lugares del mundo, de los sitios elegantes. ¿Qué se esperaba de esos jóvenes para que pudieran estar en la corte sin desentonar? Que tuvieran buenas maneras, un lenguaje mesurado, que fueran corteses, amables, que tuvieran dominio propio. Esas son cualidades cristianas que también son apreciadas en el mundo Y que todo joven cristiano debe poseer para dejar bien parado el nombre de su padre, Dios.

Hay jóvenes que aprendieron a comportarse así en sus hogares. Esa es una buena herencia que los hijos reciben de sus padres, aun mundanos. Pero si no te enseñaron las buenas maneras en tu casa, puedes aprenderlas por tu cuenta, y tendrás más mérito.

Si tú tienes esas cualidades y te portas así, puedes estar seguro de que serás apreciado y te recibirán en cualquier parte; que no desentonarás, aunque no tengas dinero. Esas son las marcas del carácter controlado por el Espíritu Santo.

Tu aspecto exterior, tu conducta, tu forma de hablar, son tu mejor carta de presentación.

Recuerda lo que dice Pr 20:11. "Aun el muchacho es conocido por sus hechos si su conducta fuere limpia y recta."

"Y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos."
Si entras a una empresa y te haces notar por tu buen testimonio y tu diligencia, quizá te hagan estudiar alguna especialidad. Hay firmas que invierten en la capacitación de su personal. No lo hacen por altruismo sino porque saben que les reportará más tarde algún beneficio.

Tu futuro como profesional, o como empleado, o como operario, depende de cuán bien domines tu oficio o tu profesión o tu puesto en la línea de producción y de cuán bien te desempeñes.

Hazlo todo con excelencia, no sólo para agradar a tu patrón, sino para agradar al patrón de los patrones, a Dios (Col 3:22,23).

¿Por qué adelantó tanto José, digamos, "en su carrera"? Porque todo lo hacía bien. Quizá tú digas: “No, sino porque la mano de Dios estaba con él.” Claro, es cierto, todo lo hacía bien porque la mano de Dios estaba sobre él.

Pero si tú buscas a Dios y te esfuerzas, la mano de Dios también estará sobre ti y todo prosperará bajo tu mano. Hay incontables ejemplos de cristianos que prosperaron porque buscaban a Dios y Él hacía que tuvieran éxito en todo lo que hicieran. Esa es una promesa de Dios (Jos 1:8).

Hay lamentablemente muchos malos hábitos nacionales de los que se han contagiado hasta los creyentes. Se les podría llamar “las cuatro "i" del fracaso”: incumplimiento, impuntualidad, irresponsabilidad, impericia. Nunca cumplen sus compromisos, siempre llegan tarde o cumplen con atraso, no les importa cómo hacen las cosas ni asumen sus responsabilidades, no aprenden a trabajar con calidad profesional.

Arráncate esos malos hábitos. No pierdas el tiempo. Esfuérzate por quedar bien.
Recuerda el proverbio que dice: "¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición." (Pr 22:29). ¿Tú quieres estar delante de los reyes, esto es, delante de la gente que toma las decisiones importantes, que tiene el poder económico en sus manos? ¿Quieres progresar en el mundo? Pues sé solícito en tu trabajo.

Daniel se mantuvo delante de los reyes a lo largo de su vida, a pesar de los cambios políticos que le tocó presenciar, porque siempre fue solícito, diligente, en su trabajo. Su integridad y su eficiencia lo convirtieron en un colaborador y consejero invalorable, indispensable. Le permitieron cumplir tanto con Dios como con los hombres; ser fiel con Dios así como con los hombres que depositaron en él su confianza.

En el Perú hay muchos ejemplos de hombres que partieron de la nada y que alcanzaron grandes posiciones. El dueño de una de las grandes empresas de transporte terrestre empezó como camionero. Los dueños actuales de la más grande empresa de leche evaporada que todo el mundo toma, heredaron de su padre la flota de camiones que transportaba esa leche. Hoy son dueños de uno de los conglomerados industriales más grandes del país.

¿Cuál fue su secreto? Fueron diligentes en su trabajo y Dios les abrió puertas inesperadas. Estudia lo que el libro de Proverbios dice acerca del diligente y de la diligencia. Aprenderás mucho de ese estudio.

Nota: Haber pretendido prescindir de esa sabiduría, como si no viviéramos en el mundo, le ha hecho mucho daño a los cristianos al tildárseles de ignorantes.
#398 (04.12.05) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M.