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jueves, 24 de noviembre de 2016

LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VIRGENES I
Un Comentario de Mateo 25:1-13
1. “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.”

La palabra “entonces” tiene la función de ligar esta bella y tierna parábola –que era una de las favoritas de la iglesia primitiva- al discurso escatológico iniciado por Jesús en el capítulo anterior, en el que se habla de lo que ocurrirá al final de los tiempos y, en especial, de la anunciada venida del Hijo del Hombre. (“Entonces” es una de las palabras de transición favoritas de Mateo).
La parábola tiene como trasfondo la costumbre hebrea de celebrar el matrimonio por la noche en la casa de la novia (Jc 14:10-18; Tb 6:13;  8:19), la cual era enseguida llevada por el novio a su casa acompañado por un cortejo formado por sus amigos y las amigas de la novia, vírgenes como ella. Las bodas se celebraban en verano y había invitados que acudían directamente al banquete en la casa del novio (Nota 1).
2. “Cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas.”
Por algún motivo no especificado, diez de las jóvenes invitadas no asistieron a la ceremonia del matrimonio en la casa de la novia, sino fueron directamente a la casa del novio, donde se celebraría el banquete. Cinco de ellas eran precavidas, pero las otras cinco no tomaron las precauciones necesarias. (Véase en Mt 7:24-27 la descripción que hace Jesús del hombre prudente y del insensato).
3,4. “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron consigo aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.”
¿En qué se notaba la diferencia entre unas y otras? En que las vírgenes prudentes, previendo que el novio pudiera demorarse, trajeron con sus lámparas encendidas, una cantidad suficiente de aceite como para mantener la llama viva en caso de que tardase el novio, mientras que las insensatas no tomaron esa precaución, y temieron que sus lámparas pudieran apagarse antes de que el novio llegase, y ellas quedaran en ridículo.
5,6. “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!
Como en efecto el novio se tardó más de lo esperado, las diez muchachas se quedaron dormidas, cuando de repente, alguien (posiblemente los mismos miembros del cortejo) les avisó: Ya se acerca el novio con sus acompañantes, salgan a recibirlo, seguramente con cánticos y danzas según la costumbre. Que se les pida que salgan quiere decir que no estaban en el descampado, sino en algún lugar o recinto cubierto.
7. “Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.”
Alertadas pues, las diez muchachas se preocuparon de arreglar sus lámparas cuya llama podría estarse apagando, para que dieran la luz más brillante posible.
8. “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.”
Entonces fue cuando las que no fueron precavidas se dieron cuenta de que no tenían aceite suficiente, y que sus lámparas podían apagarse antes de que el cortejo del novio llegase. ¿Qué hacer en ese aprieto? Pedir ayuda a las que sí habían sido precavidas, para que compartieran su reserva de aceite con ellas, ya que sin sus lámparas encendidas no serían admitidas al banquete.
9. “Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras ni a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.”
Esa no es una buena idea, respondieron las precavidas. No vaya a ser que nuestro aceite no alcance para todas. Mejor vayan ustedes a comprar lo necesario en alguna tienda cercana, porque todavía debe haber alguna que esté abierta. Era costumbre, en efecto, en el oriente que las tiendas permanecieran abiertas hasta horas avanzadas de la noche.
10. “Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.”
Ocurrió lo que era de temer, que justo cuando las necias iban a comprar el aceite que les faltaba, y remediar su falta de previsión, vinieron el novio y la novia con su comitiva. Ellos no se iban a poner a esperar que las cinco vírgenes ausentes regresaran, sino que entraron de frente a la casa, y se cerró la puerta tras ellos.
11,12. “Después vinieron las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.”
Cuando las cinco vírgenes necias regresaron con el aceite comprado, se encontraron con la puerta cerrada, y comenzaron a gritar: “¡Señor, ábrenos! ¡Ya estamos de vuelta!” Pero el esposo no les hizo caso y se negó a abrirles la puerta, diciendo que no las conocía.
13. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
Así pues, concluyó Jesús, estad alertas y velad, porque no sabéis cuándo yo he de regresar para juicio de la humanidad entera (cf Mt 24:36,39,42,44; Mr 13:35.36).
¿Cuál es la interpretación de esta parábola que sólo se encuentra en Mateo? Lo primero que debemos notar es que, según palabras del propio Jesús, la actitud de las diez vírgenes refleja la actitud que asumirán los seres humanos (cristianos o no) cuando Él venga al final de los tiempos. Pero también podemos entenderla de la actitud que asuma cada ser humano cuando al  morir le toque presentarse personalmente a juicio, algo de lo que nadie sabe el día ni la hora. Pero que es seguro que tendremos que hacerlo no cabe duda pues, como dice Pablo: “Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.” (Rm 14:10).
¿Por qué diez vírgenes? El número diez, aparte de su valor mnemotécnico (los diez dedos de las manos, cinco en cada una) en el Antiguo Testamento es símbolo de lo completo: los diez mandamientos, las diez plagas de Egipto, las tablas de diez codos del tabernáculo, las cucharas de diez siclos de oro, etc., etc. (2) Diez es también en el judaísmo  el número mínimo de hombres (minyam) con el cual se puede establecer una sinagoga, y el número mínimo de hombres requerido para comer el cordero pascual.
Se les llama vírgenes porque ellas representan primeramente a los cristianos, a los miembros de la iglesia, que es pura y santa (Ef 5:27), como lo era idealmente también el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, y por eso con frecuencia se le llama “virgen” (Lam 1:15; 2:13).
Los matrimonios solían celebrarse de noche o, al  menos, duraban hasta hora avanzada, lo que explica que las vírgenes que formaban parte del cortejo llevaran lámparas consigo para no tropezar en el camino.
El sentido básico de la parábola es que hay que estar preparados para cuando el Señor venga en un día que sólo Dios conoce. Debemos vivir constantemente como si hoy fuera el último día de nuestra vida, porque en realidad, no sabemos cuándo el Señor vendrá a buscarnos. Puede ser hoy, o mañana, o dentro de muchos años.
Jesús quería además advertir a los discípulos, que esperaban que su retorno a la tierra sería inmediato, que Él podía demorar más de lo que imaginaban. Por tanto, había que velar, es decir, estar siempre listos (Lc 21:34-36).
¿Qué es estar listos para su venida? Vivir en estado de gracia, en comunión con Dios; habiéndose arrepentido y habiendo sido perdonado de todo pecado.
Tener aceite suficiente en nuestra lámpara es perseverar en el estado de gracia, de comunión efectiva con Dios, aborreciendo el pecado y no cediendo a las tentaciones que constantemente nos asaltan.
Eso hicieron las vírgenes prudentes; en eso fallaron las vírgenes necias: No estaban en estado de gracia cuando Jesús vino de improviso, aunque parecía que llevaban una vida cristiana correcta (2Tm 3:5). Cuando quisieron arrepentirse, ya era tarde. Nuestro destino eterno se define en el momento de la muerte. No hay segunda oportunidad.
La fiesta de bodas en la casa del esposo, como en otras parábolas afines (Mt 22:1-14; Lc 12:36) es el reino de los cielos, donde se goza de la presencia de Dios en compañía de los ángeles, y de todos sus santos y elegidos.
Que el Señor venga a medianoche –cuando los hombres están durmiendo, en sentido figurado- quiere decir que Él viene cuando menos se le espera, como ocurrió en los días de Noé: los hombres comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos (Lc 17:26,27; Mt 24:37-39).
El clamor a medianoche anunciando la venida del esposo es la voz del arcángel y de la trompeta de Dios, que anuncia la venida del Señor con sus ángeles, y todos los que entretanto hubieren fallecido resuciten para recibirlo, despertando de su sueño de muerte; y los que estén vivos sean “arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire.” (1Ts 4:16,17; cf 1Cor 15:51,52).
Arreglar sus lámparas es prepararse a dar cuenta a Dios de su vida. Pero unos estarán preparados para el juicio, otros, lamentablemente, no. En ese momento, traspuesto el umbral de la muerte, nadie podrá ayudarlos, el estado de gracia no se transfiere de unos a otros. Nadie puede compartir su aceite con otro. (3)
La luz de las lámparas de las vírgenes necias se extingue porque, aunque llevaron una vida aparentemente cristiana, y la gente las tenía por tales, en verdad vivían alejadas de Dios. En el día del juicio, cuando se cierre la puerta definitivamente para muchos, las apariencias de piedad caerán a tierra y se mostrará lo que las personas son realmente.
Por eso Pablo nos aconseja que no juzguemos por apariencias antes de que venga el Señor a iluminarlo todo con su luz, porque Él “aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones…” (1Cor 4:5).
En el día del juicio los salvos no podrán ayudar de ninguna manera a los condenados, aunque quisieran, por mucha compasión que sientan por ellos. “Id vosotras a comprar” es una frase involuntariamente irónica: ¿Por qué no lo hicisteis a tiempo? De nada sirvió que las vírgenes necias invocaran en ese momento el nombre de Aquel a quien habían negado en sus vidas.
A ese respecto Herbert Lockyer en “Todas las Parábolas de la Biblia”, anota: Cada persona es responsable de su lámpara. La preparación es personal. Todas las vírgenes esperaban al esposo, todas se durmieron, pero en el momento en que se anuncia que llega el esposo se revela la diferencia que hay entre ellas: Unas estaban preparadas para recibirlo; otras, no.
Todas eran iguales en lo externo: todas tenían lámparas; pero no eran iguales en lo interno: el aceite que algunas tenían no era suficiente para la larga espera.
La preparación es personal: Cada cual dará cuenta a Dios de sí, dice Pablo  (Rm 14:12). La puerta se cierra para las que no están preparadas.
La parábola enseña la perseverancia porque las vírgenes necias estaban preparadas al comienzo (tenían lámparas y aceite), pero no al final. Por eso Jesús concluye: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora…”.
Por su lado, R.C. Trench en “Notes on the Parables of our Lord”, observa: Las vírgenes son las compañeras o amigas de la novia (la iglesia), vírgenes como ella.
Vírgenes son todos los que esperan la segunda venida del Señor. Hay quienes están armados de todas las cualidades que menciona Pedro en 2P 1:5-9, y quienes las descuidan: fe, virtud (es decir, fortaleza), conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor. Esas cualidades son la provisión más o menos abundante de aceite que cada cual posee.
Según otra interpretación las vírgenes necias son las que confiesan a Jesús con sus labios, pero carecen de la fe verdadera que vivifique sus vidas. Lo exterior de la vida cristiana es la lámpara, lo interior es el aceite, símbolo del Espíritu. (Recuérdese el aceite de la unción, Ex 30:22-33).
Las vírgenes necias son negligentes en la oración, perezosas en su trabajo para Dios. Tienen aceite, pero no lo suficiente.
Las vírgenes prudentes reconocen que tienen un largo camino por delante de negación de sí mismas (Mt 16:24) y, por tanto, necesitan estar llenas del Espíritu.
La demora del esposo sugiere que la segunda venida del Señor no es inmediata (2P3:9), y por tanto, los creyentes no deben dormirse en su fe, sino permanecer vigilantes para ser hallados dignos de entrar en su reino cuando Él venga inesperadamente como ladrón en la noche (2P3:10).
John A. Broadus (“Commentary on Mathew”): Los matrimonios eran celebrados por la noche en la casa de la novia. De ahí que después el novio, acompañado por sus amigos y las amigas de ella, fuera en procesión a su propia casa para la fiesta, llevando lámparas para el camino.
Sin las lámparas encendidas las vírgenes no serían admitidas a la fiesta. Arreglar sus lámparas es rellenarlas de aceite, enderezar la mecha.
Aplicación: La única manera de estar listos cuando Jesús venga, es estar siempre listos. La única manera de estar preparados para morir, es estar siempre preparados. Una parte de la humanidad estará preparada para ese día, otra parte no lo estará.
El retorno de Jesús no será tan pronto como algunos en ese tiempo imaginaban. Por eso es que algunos se duermen en la espera, es decir, mueren.
El no traer una reserva de aceite en vasijas junto con sus lámparas es una indicación del poco interés que se pone en las cosas de Dios (Os 6:4).
Las vírgenes prudentes no pueden ayudar a las necias porque la piedad y la fe son personales e intransferibles. Es como la necesidad de comer. Yo no puedo comer por ti si tienes hambre.
“No os conozco” dirá Jesús a algunos porque no hicieron la voluntad de su Padre (Mt 7:23). Eso no significa rechazar a los que sinceramente buscan ser salvados.
Los hombres en tiempos de Noé no creían que habría un diluvio, y por eso, no tomaron precauciones y se burlaron de él. Cuando vino, cada uno hacía su vida normal, pero los que no tuvieron cabida en el arca fueron arrastrados por las aguas.
Jesús preguntó una vez: “Cuando venga el Hijo del Hombre ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18:8) Los hombres estarán demasiado ocupados en sus asuntos personales para pensar en Dios. Los que no estén preparados serán arrastrados a su perdición. Los preparados serán salvos.
La segunda venida del Señor es un suceso que llenará de alegría a algunos, pero de terror a otros. Habrá que estar listos, por lo que la preparación debe ser permanente. Lamentablemente muchos de los que creen ser amigos de Jesús, o dicen serlo, no estarán listos.
Los esfuerzos apurados del último momento para estar bien con Dios se revelarán inútiles. A muchos la muerte los sorprenderá sin que tengan tiempo de arrepentirse. La puerta del cielo les estará cerrada para siempre. Los que no quisieron buscar la gracia de Dios cuando tuvieron tiempo, no tendrán tiempo de hacerlo cuando lo necesiten.
Notas: 1. En la parábola no se menciona a la esposa, que queda como oculta, como tampoco se la menciona en Mt 22:1-14. Sin embargo, algunos textos latinos y sirios la mencionan, reflejando la costumbre occidental, según la cual la esposa es conducida donde el esposo para la ceremonia. Recuérdese que en el episodio de las Bodas de Caná (Jn 2:1-12), la fiesta de bodas se celebra en la casa del novio, y la novia tampoco es mencionada.
2. Elcana le dice a su mujer Ana: “¿No te soy yo mejor que diez hijos?” (1Sm 1:8) Diez también fue el número de testigos que Booz convocó para decidir el asunto de la redención de las tierras que habían pertenecido a su pariente Elimelec, y que su viuda Noemí había decidido vender (Rt 4:1-3).
3. En esta parábola Jesús parece haber dado previsoriamente un argumento contra la doctrina de que la salvación no se pierde (una vez salvo, siempre salvo) porque si las cinco vírgenes necias eran creyentes ¿cómo así Jesús les cerró la puerta?
NB. Veamos algunas de las palabras griegas:
Parthénos= virgen, doncella; muchacha que no ha conocido varón, que está en edad casadera; en Ap 14:4 se aplica a los hombres que no se han contaminado con mujeres (en sentido de libertinaje).
Numphíos= novio, esposo recién casado.
Phrónimos= Prudente, sensible, poseedor de sabiduría práctica.
Morós= tonto, estúpido, necio.
Élaion= aceite de oliva, usado tanto para iluminar, como para ungir.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle perdón a Dios por ellos diciendo: Jesús, yo te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#925 (08.05.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 26 de agosto de 2015

FIANZAS, PEREZA, MALEVOLENCIA II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
FIANZAS, PEREZA, MALEVOLENCIA II
Un Comentario de Proverbios 6:6-19
6. “Ve a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos y sé sabio;”
7. “La cual no teniendo capitán,
Ni gobernador ni señor,” (Nota 1)
8. “Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.”(2)
9. “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?”
10. “Un poco de sueño, un poco de dormitar,
Y cruzar por un poco las manos para reposo;”
11. “Así vendrá tu necesidad como caminante,
Y tu pobreza como hombre armado.” (3)
6-11. Este pasaje es el primero de tres poemas que el libro de Proverbios dedica al perezoso. Los otros dos están en 24:30-34 y 26:13-16. (4) Se divide en dos perícopas sucesivas: 6-8 y 9-11. La primera propone como ejemplo a la hormiga, pequeño insecto del reino animal. Un animalito tan pequeño obra con una prudencia que pocos hombres tienen, pues sin que nadie se lo advierta (cf 30:27) hace lo que es necesario para tener con qué sustentarse durante el invierno. Aquí estamos frente a uno de los misterios del reino animal, en el que las diversas especies por instinto, o por una recóndita inteligencia, toman las providencias más favorables para su sustento y preservación. Y lo hacen siempre sin fallar (30:25). Los naturalistas han observado que las hormigas se ayudan unas a otras, se juntan para llevar cargas pesadas (¿cómo se comunican?), protegen sus reservas de la lluvia y las sacan al sol para que se sequen, cuando se mojan. ¿Quién se lo ha enseñado?
¡Qué vergüenza es para el hombre que se le aconseje que aprenda la diligencia y la previsión de un animalito minúsculo cuya presencia nos es desagradable y que aplastamos con el pie!
¿Cuál es el tiempo del verano de que aquí se habla? La juventud, en que el hombre puede sembrar con esperanza de cosechar en el futuro (10:5).
La segunda perícopa (9-11) como conclusión del ejemplo propuesto, increpa directamente al que pasa su tiempo en dormir (26:14), en no ocuparse en nada útil, en dejar transcurrir las horas en ocupaciones frívolas que no conducen a ningún fin útil. La pobreza y la necesidad que vendrán como resultado son descritas como un caminante, o vagabundo, que se divisa a lo lejos en el camino, y que inexorablemente se va acercando a donde uno se encuentra; o como un guerrero amenazante, o un salteador de caminos, contra el cual el hombre desarmado está inerme. De manera semejante el perezoso verá la indigencia venir sobre él sin que pueda hacer nada para evitarla.
           
La pereza y la imprevisión pueden acarrear consecuencias graves. Jesús dijo que no debíamos angustiarnos por el día de mañana (Mt 6:34), pero eso no quiere decir que no debamos ser previsores, sobre todo cuando se asumen responsabilidades familiares (2Cor 12:14; cf Gn 30:30).
            Si la ansiedad por las cosas materiales es criticable (Lc 10:41), el uso diligente de los medios provistos por Dios, lo honra (Pr 10:15a; 24:27).
            Hay un refrán que expresa una gran verdad: “La pereza es madre de la pobreza”. El libro de Proverbios pinta con acierto en otro lugar las consecuencias de la pereza en la viña descuidada al señalar que está toda cubierta de espinos, y su cerca de piedra destruida (24:30,31). Así ocurre con todas las actividades afectadas por la holgazanería: el desorden y la suciedad reinan por todas partes y están a merced de los intrusos y depredadores, porque no se toman las medidas de seguridad que la prudencia aconseja.
             Una de las características del haragán es que no termina las cosas que emprende, y por eso no cosecha en el verano, porque no aró su campo en el invierno (20:4), y deja enfriar su comida, porque le cansa llevar el bocado a la boca (26:15; 19:24). Peor aún, no aprovecha las oportunidades de progresar que se le presentan, y por eso dejarán de venirle al encuentro en el futuro. No obstante, el perezoso tiene muy buena opinión de sí mismo, pues piensa que “es más sabio que siete que sepan aconsejar.” (26:16).
            Pero hay también una pereza espiritual muy común: la del que se niega a ser despertado por el mensaje del Evangelio en el tiempo de la gracia, y desperdicia las oportunidades que la misericordia de Dios constantemente le brinda. Una miseria interminable lo afligirá algún día si no se arrepiente a tiempo (Ironside), y permanece en el camino espacioso que lleva a la perdición, en lugar de tratar de entrar por la puerta estrecha que lleva a la salvación (Mt 7:13,14).
12. “El hombre malo, el hombre depravado, (5)
Es el que anda en perversidad de boca”,
13. “Que guiña con los ojos, que habla con los pies,
Que hace señas con los dedos.”
14. “Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;
Siembra las discordias.”
15. “Por tanto, su calamidad vendrá de repente;
Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.”
Hay hombres, en efecto, que andan siempre cavilando qué mal pueden hacer, a veces sin que les traiga ningún provecho (Pr 16:30). Sus palabras reflejan la negrura de su corazón, pues son siempre ofensivas, groseras, vulgares e irrespetuosas. No hay nada que les merezca respeto; se burlan hasta de lo más santo, y no creen que haya nadie honesto, porque ellos no lo son. En su avidez por hacer daño andan siempre complotando, poniéndose de acuerdo con otros tan malvados como ellos; intercambiando señales con la mirada, con los dedos, y hasta con los pies (10:10; Sal 35:19). Su ingenio para el mal es inagotable, y el mal llena su mente y su cerebro de continuo (cf Pr 2:14,15). Donde quiera que estén difunden su maldad casi sin querer, y originan con sus iniciativas perversas desacuerdos entre los amigos, o en las familias, que con frecuencia terminan en hechos de sangre (16:28; Sal 140:2,3). El apóstol Pablo nos manda que nos apartemos de esa clase de gente (2Ts 3:11-14).
Pero los tales no saben que están cavando su propia tumba, y que las consecuencias de sus actos vendrán un día impensadamente a aplastarlos, al punto de que no dejarán huella alguna de su paso por la tierra (Pr 15:26a). Su muerte repentina será una manifestación del justo juicio de Dios.
            El versículo 13 muestra que ya en esa época se conocían y se usaban signos secretos que permitían a los cómplices comunicarse por señas sin que los demás presentes se dieran cuenta. Esto es lo que hacen los que traman algo, y de ahí se ve que los que tejen intrigas no tienen nada bueno en el corazón, pues ocultan sus propósitos para que sus víctimas no se aperciban.
Lo que sigue es un poema numérico, como hay varios en el capítulo 30 de Proverbios: 15,16; 18,19; 21-23; 24-28; 29-31; en Jb 5:19, así como en el Sirácida (o Eclesiástico): 25:1,2; 7-11, e incluso en la literatura profética: Am 1:3,6,9,11,13; 2:1,4,6.
16. “Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma:”
17. “Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,”
18. “El corazón que maquina pensamientos inicuos,
Los pies presurosos para correr al mal,”
19. “El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.”
Aquí se menciona algunas cosas que el Señor detesta y que, por lo tanto, nosotros también debemos rechazar y considerar como abominables, porque lo son realmente.
1) El orgullo, la soberbia arrogante y despreciadora que se manifiesta en la mirada altiva. ¿No son nuestros gestos, y en especial, nuestra mirada, expresión de nuestros sentimientos? Nuestros gestos y nuestras miradas nos delatan. El que se fija en ellos puede descubrir muchas cosas acerca de las personas con que trata, o con las que se encuentra de paso, que pueden preservarlo de peligros, o que pueden ayudarlo a guiar prudentemente su comportamiento con ellos. Recordemos que fue el orgullo, el deseo impío de ser igual a Dios, lo que motivó la caída de Lucifer (Is 14:12-14). No por nada dice la Escritura que Dios “atiende al humilde, pero al altivo lo mira de lejos” (Sal 138:6;  4:6) y que el “altivo de corazón es abominación para Jehová” (Pr 16:5). Otro proverbio dice: “La soberbia del hombre lo abate.” (29:23a). El salmo 73 ilustra cómo es su caída (v. 3,6,18,19; cf Sal 18:27b).
2) La facilidad para mentir sin sonrojarse y sin escrúpulos. ¿Con qué órgano mentimos? Con el habla personificada en la lengua. Podemos mentir con la mirada o con los gestos, es cierto, aunque no es fácil y ninguno iguala a la boca. El espíritu de mentira es digno de temer porque puede ocasionar estragos y extravía a la gente. Por eso dice un salmo: “Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta.” (120:2). En ocasiones la mentira puede volverse contra los que la profieren, como en el caso de Ananías y Safira, que murieron por haberle mentido al Espíritu Santo (Hch 5:1-10), pues “los labios mentirosos son abominación a Jehová.” (Pr 12:22). Si Jesús es la verdad (Jn 14:6), y vino a dar testimonio de la verdad (Jn 18:37), el diablo es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8:44). Por ese motivo “todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre,” (Ap 21:8).
3) El espíritu sanguinario que no tiene respeto de la vida ajena. Joab, general de los ejércitos de David, es un ejemplo clásico (2Sm 3:22ss). ¡Cuánto daño hacen los asesinos porque no saben que la vida proviene de Dios, y que el que siega una vida contra Dios atenta! “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios fue hecho el hombre” dice el libro del Génesis 9:6. Ésta es la más terrible de las cosas abominables que enumera esta perícopa, porque viola el mandamiento que prohíbe el homicidio (Ex 20:13). Por eso, dice Isaías 1:15, que Dios rechaza la oración de los que tienen las manos llenas de sangre; y destruirá “al hombre sanguinario,” según el Sal 6:5.
4) Pero la más peligrosa es la mente que maquina, planea y urde maldades. Así como del corazón salen las cosas que contaminan al hombre, como dijo Jesús (Mt 15:18-20), del corazón salen también las acciones que dañan, los asaltos, los fraudes, los abusos, las violaciones, etc. Todos los delitos comienzan, o se gestan, en el pensamiento. Por eso Jesús dijo: “Cualquiera que mire a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt 5:28). Los actos delictivos y los beneficiosos no surgen de la nada, obedecen a un proyecto concebido en la mente, en la imaginación.
Dios se propuso destruir a la humanidad mediante el diluvio porque vio “que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era…solamente para el mal.” (Gn 6:5). Bien denuncia el profeta Miqueas: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en sus manos el poder! (Mq 2:1). Sólo Dios puede cambiar el corazón del pecador arrepentido, y darle un “corazón limpio” y “un espíritu recto” que modifique para bien su conducta, haciendo de él un hombre nuevo y apartado del mal. (Sal 51:10).
5) La disposición para hacer el mal, retratada aquí como los pies que se apresuran a cometerlo, es una característica del corazón torcido (cf Is 59:7). Hacer el bien le cuesta, le es aburrido; pero hacer el mal le agrada, lo divierte. Es su deporte favorito. En otro lugar el libro de Proverbios denuncia a los “que se alegran haciendo el mal y se huelgan en las perversidades del vicio.” (2:14). Personas de ese tipo se encuentran en toda una gama variada de grados de maldad, desde el que se presta para hacer una broma cruel, al asesino a sueldo. Pero ellos no saben que “a su propia sangre ponen asechanzas, y a sus almas tienden lazo.” (1:18).
6) Este punto no es repetición del segundo, porque aquí se trata de un tipo especialmente insidioso de mentiras, la del que presta un falso testimonio contra el inocente, o a favor del culpable. Dios ha llamado a su pueblo a dar testimonio de la verdad (Hch 1:8). Pero el testigo falso, que viola el noveno mandamiento (Ex 20:16), pervierte la justicia y puede ocasionar tragedias imprevistas y de incalculables consecuencias. Merece ser maldito y, por supuesto, ser condenado no sólo por Dios, que aborrece el juramente falso (Zc 8:17), sino también por la justicia humana (Dt 19:16-19; Pr 19:5).
7) Por último, está la persona que se complace en enfrentar a los hermanos y a la gente, creando divisiones donde había unión, conflictos donde había paz, y odio donde había amor. Estas personas hacen mucho daño, pero no lo sufren ellos mismos hasta que llega el día del ajuste de cuentas, en que experimentan en carne propia el daño que hicieron a otros.
Notas: 1. Algunos ven en estas autoridades a los tres poderes del estado, el judicial, el legislativo y el ejecutivo.
2. La Septuaginta (LXX) añade: “O ve a la abeja y aprende cómo trabaja,  y produce rica labor, que reyes y vasallos buscan para sí, y todos apetecen, y siendo como es pequeña y flaca, es por su naturaleza tenida en mucha estima.”
3. Pr 24:33,34 es una reproducción casi exacta de los vers. 10 y 11. La Septuaginta añade: “Si, por el contrario, eres activo, tu cosecha será abundante como una fuente, y la miseria estará lejos de ti.”
4. Además de los pasajes nombrados, la pereza es el tema de los siguientes proverbios: 10:4,5b; 13:4; 15:19a; 19:15,24; 20:4; 21:25.
5. Donde nuestra versión dice “hombre malo” el original hebreo, la Vulgata latina y la Versión autorizada inglesa (KJV), dicen “hombre de Belial”, que se suele traducir como malvado, perverso, inicuo. Esta palabra es una combinación de las palabras hebreas beli (sin) y ya’al (provecho), y figura en varios lugares como, por ejemplo, en Dt 13:13 (donde se trata de hombres impíos que incitan a la idolatría); en Jc 19:22 (donde se trata de perversos que quieren violar a un hombre); en 1Sm 2:12 (donde se aplica a los hijos impíos del sacerdote Elì); en 1Sm 25:25 (donde se dice de Nabal, el esposo necio de Abigaíl); en 2Sm 16:7 (cuando David sale derrotado de Jerusalén, huyendo de las tropas de Absalón, y Simeí lo insulta llamándolo “hombre de Belial”); en 1R 21:10,13, (cuando la reina impía Jezabel, usa esa expresión para acusar falsamente a Nabot de blasfemia, y apropiarse la viña que su esposo, el rey Acab, deseaba comprar). En Pr 19:28, pero sólo en original hebreo, (en que se aplica al testigo falso). Con el tiempo ese término se convirtió en el nombre propio del demonio: “¿Y qué concordia (tiene) Cristo con Belial?” (2Cor 6:15).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#877 (19.04.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).