Mostrando entradas con la etiqueta inteligencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta inteligencia. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de octubre de 2016

LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA I

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA I
Un Comentario en dos partes de Proverbios 9
Este capítulo asume la forma de un tríptico (1-6; 7-12; 13-18) de tres veces seis versículos, en el que las dos secciones de los extremos se corresponden. Entre ambas secciones se intercala una sección intermedia que completa el tríptico, y en la que, en su primera parte (vers. 7-9) se habla de las dos clases de oyentes que pueden acudir a la invitación de las dos mujeres representativas de la sabiduría y de la necedad. En la segunda (ver. 10-12) se habla principalmente de las buenas consecuencias que trae seguir a la sabiduría, cuyo principio es el temor de Dios.


1. “La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas.” 2. “Mató sus víctimas, mezcló su vino, y puso su mesa.” 3. “Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó.” 4. “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice:” 5. “Venid, comed mi pan (Nota 1), y bebed del vino que yo he mezclado.” 6. “Dejad las simplezas, y vivid, y andad por el camino de la inteligencia.” (Pr 2:6; 4:7; cf Jr 42:3: Os 14:9)
7. “El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; El que reprende al impío, se atrae mancha.” 8. “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará.” (2) 9. “Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber.” 10. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” (cf 1:7; Sal 111:10) 11. “Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.” 12. “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.”
13. “La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante.” 14. “Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad,” 15. “para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.” 16. “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo:” 17. “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso.” 18. “Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol.”


Hay un paralelismo interesante entre las secciones 9:1-6 y 13-18. En la primera sección se habla de la sabiduría; en la segunda, de la necedad personificada en la mujer insensata, que es todo lo contrario imaginable a la sabia. La mujer sabia es diligente, edifica su casa (3), labra sus 7 columnas. ¿Tendrían 7 columnas las  casas de los hebreos entonces?  ¿O se trata del número simbólico de perfección –el de los siete días de la creación, Gn 1:1-2:23- referido a las columnas  o pilares, es decir al sostén o fundamento de algo?
          La cosmogonía antigua suponía que la tierra era sustentada por columnas que se asentaban sobre el abismo (el mar abismal) que sostenían su peso. Por ejemplo, en 1Sm 2:8: “Porque de Jehová son las columnas de la tierra, y Él afirmó sobre ellas el mundo.”
          La estructura de las casas de los patricios estaba sostenida por columnas. Recuérdese cómo Sansón derribó la casa en que se encontraba la gente festejando y burlándose de él, empujando con sus brazos dos de sus columnas (Jc 16:23-20).
          La sabiduría prepara un banquete para sus convidados y los hace llamar. La mujer insensata, en cambio, no hace nada sino sentarse a la puerta de su casa, esperando. De ella se dice que es alborotadora, simple e ignorante.
          La mujer sabia invita, o busca, a sus invitados a través de criadas; la mujer insensata los llama ella misma, pero no los busca, sino que llama a los pasantes "que van por sus caminos derechos" (v. 15), esto es, que van a sus ocupaciones sin tener nada malo en mente. Es ociosa, no se toma mayor molestia para buscar a sus invitados. Pero ambas atraen a sus invitados en los lugares altos.
          ¿Qué son los lugares altos? Posiblemente los sitios donde hay mayor concurrencia de gente, los lugares públicos. Ambas invitan a los simples, a los faltos de cordura, como en Pr 1:4. Notemos que los versículos de invitación en ambos casos son prácticamente idénticos (9:4 y 16), porque los que tienen necesidad de sabiduría, y los que están en peligro de sucumbir a los halagos de las tentaciones, pertenecen a la misma clase de personas.
          Ambas invitan a comer y a beber simbólicamente: vino y pan la una; agua y pan, la otra. Pero la segunda recomienda lo pecaminoso, lo oculto y escondido ("aguas hurtadas", "pan comido en lo oculto") y elogia el delicioso sabor de lo que ofrece; mientras que la sabiduría no trata de incitar, o seducir, a sus invitados ofreciendo placeres prohibidos. Aquí también hay un contraste: La mujer sabia misma ha preparado lo que ofrece, mató a los animales que va a servir, mezcló su vino (en Israel el vino no se bebía puro, sino mezclado con agua y especies aromáticas) y puso su mesa, lo cual incluye sin duda las viandas, o carne (cf Mt 22:4). (4) En el pan y en el vino que la mujer sabia ofrece algunos ven una alusión a la mesa del Señor, donde, siguiendo el modelo sentado por Melquisedec (Gn 14:18-20), se ofrece pan y vino a los partícipes,  tal como hizo Jesús en la víspera de su pasión (Mt 26:26-29).
La insensata no ha preparado ella misma nada, no se ha tomado ninguna molestia; ella ofrece lo que encuentra a la mano, lo que está disponible; esto es, sugiere aprovechar las oportunidades que se presenten. De otro lado, mientras la mujer sabia menciona el resultado positivo de aceptar su invitación (v.6), la insensata calla el final amargo que espera a los que acuden a la suya (v. 18). Estos pasajes contrastan bien la sabiduría con la necedad, encarnada en la mujer insensata. Pero el mayor contraste es que la sabiduría lleva a la virtud y a la paz del alma; la necedad, al pecado, al remordimiento y a la angustia. Esto es, la una invita para vida, la otra para muerte. Aquí hay también ya una diferencia fundamental. Pero además, lo que la sabiduría ofrece es resultado del esmero y del esfuerzo; lo que la necedad ofrece es improvisado.
3. En las parábolas del Nuevo Testamento vemos que el dueño de casa convoca a sus invitados mediante sus siervos (Mt 22:3; Lc 14:17). Aquí la sabiduría –que no es otra sino la misma que habla en el capítulo 8- lo hace a través de sus criadas. ¿Por qué la diferencia? No sabemos, pero quizá sea para enfatizar la personificación femenina de la sabiduría (hokma). Pero mientras que en las parábolas de Jesús mencionadas arriba, los invitados al banquete ya habían sido advertidos de antemano, en este caso no lo han sido, sino que las criadas hacen la invitación de frente a todos los que encuentran.
Si entendemos que Jesús es la sabiduría de Dios y que su mensaje es el Evangelio, las criadas que envía para llamar a sus invitados son, en primer lugar, los apóstoles que difundieron su mensaje al  comienzo, y los predicadores y evangelistas que los sucedieron y que, con la ayuda del Espíritu Santo, tuvieron tanto éxito en difundir el mensaje de Cristo. El hecho de que ella clame en los lugares más altos de la ciudad, nos indica que el Evangelio debe ser predicado a los gobernantes y a las personas en autoridad.
5. El pan y el vino simbolizan el cuerpo partido y la sangre derramada de Cristo, sabiduría de Dios, que da su vida a todos los que se apropian de ella por la fe (Mt 26:26-28; 1Cor 11:23-26).
6. Los apóstoles Simón y Andrés, y los hijos de Zebedeo, dejaron no simplezas, sino su oficio de la pesca, para convertirse en pescadores de hombres (Mt 4:18-22).
Charles Bridges (5) propone una interpretación original de esta estrofa que quisiera glosar libremente: La sabiduría, personificada como una reina según la costumbre oriental, envía a sus siervas (los apóstoles) para invitar a la fiesta que ha preparado (Mt 22:2-4). Ha edificado su casa (la iglesia del Dios viviente, 1Tm 3:15) firmemente sobre los pilares de la verdad eterna (Ef 2:20,21). La víctima ya ha sido sacrificada (1Cor 5:7; Is 25:6). Ella llama a todos (Is 55:1,5) a comer del pan de vida y a beber del vino de la gracia (Mt 26:26-28). 
7. Es curioso que se aconseje no reprender al que más lo necesita, por medida de prudencia, para no atraer su venganza. Esta recomendación parece estar en oposición a aquello en lo que consiste el oficio del profeta, esto es, advertir a los prevaricadores el fin que le espera,  pero, en realidad, no se trata de eso. Este proverbio es un consejo de prudencia. No es aconsejable corregir al que no va a escuchar y va a tomar muy mal tus observaciones, como bien dice el proverbista: “El escarnecedor no ama al que lo reprende, ni se junta con los sabios.” (15:12), como también dice que por muy oportunas que sean tus reflexiones, las despreciará. Si es un hombre poderoso buscará vengarse de tu osadía.
Recuérdese en este sentido lo ocurrido al profeta Micaías con el rey Acab en 1 R 22:1-25, especialmente los tres últimos versículos. Cuando el rey Acab oyó el anuncio del trágico final que lo esperaba, se encolerizó y ordenó que encarcelaran al profeta atrevido (v. 26-28; cf 2Cro 25:15,16). Jesús dijo: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.” (Mt 7:6).
El oficio de profeta no se ejerce por iniciativa propia, sino por un llamado divino que lleva aparejado el arrostrar los riesgos de la misión encomendada. El profeta actúa de manera imprudente porque su misión lo exige. Pero el que no tiene ese llamado no debe correr riesgos inútiles (c.f. Pr 15:12a).
Es verdad que debemos distinguir entre el escarnecedor ignorante, y el que se burla con pleno conocimiento de lo que hace. Pablo persiguió a los cristianos porque era ignorante de la verdad, pero tan pronto como ésta le fue revelada sobrenaturalmente (Hch 9:1-19), se convirtió en su más denodado apóstol. En cambio, como bien apunta Charles Bridges, la mayoría de sus compatriotas rechazaron obstinadamente el mensaje de salvación que él les traía  (Hch 13:45,46,50; 18:6). ¡Cuánta compasión merecen, en efecto, los que rechazan toda noción de Dios, y se oponen  acerbamente a los que predican! (Sal 14:1a). Su destino final es terrible. De otro lado, guardar silencio puede ser en algunos casos la reprensión más elocuente y efectiva (Am 5:13).  
8a. “No reprendas al escarnecedor…” (6)
8b. "Corrige al sabio y te amará". El que ama el saber recibe la instrucción con agrado, y por eso ama también al que lo instruye. En Sirácida 8:14 se da un consejo semejante. (7)
          9. Esto coincide con lo que dice Jesús: Al que tiene le será dado más. (Mt 25:29) La razón se encuentra en los proverbios 12:1a 15:14a y 18:15. El entendido valora la sabiduría y tiene en gran estima el conocimiento, pues sabe cuán útil puede ser en la vida, y cuán peligrosa es la carencia de ambas cosas. Pero para que la amonestación sea bien recibida debe ser hecha con palabras amables, inspiradas por el amor. La reprensión dicha con dureza provoca rechazo. Llegará el día en que los hombres cerrarán sus oídos a toda amonestación, por razonable que sea, porque estarán empeñados en seguir el mal camino que ciegamente han escogido. Ap 22:11a dice: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía…”
          Todos los seres humanos tratan de incrementar lo que tienen, sea dinero, o conocimiento, o influencias, o amistades, o poder, etc. El que está inclinado al bien tratará de incrementar lo bueno que posee; el que lo está al mal, lo malo. Es una ley de la vida que se cumple en campos tan variados como el deporte, la ciencia, el dinero, la delincuencia, la política… Todos queremos tener más.
          Ironside (8) escribe: “Cuanto más superficial y vana es una persona, menos desea escuchar un consejo prudente; mientras que los que son sabios se alegran de escuchar al que puede corregirlos e instruirlos. Por lo general, cuanto menos un hombre sepa, más cree saber. Cuanto más sepa realmente, tanto más es consciente de su ignorancia y limitaciones.” Eso coincide con el dicho de Sócrates: “Sólo sé que no sé nada.”  
Notas: 1. La palabra "pan" en hebreo (lejem) significa también "alimento" en general. De ahí viene el nombre de la ciudad donde nació el Salvador "Beth-lejem" = casa de pan o de alimento.
2. “Escarnecedor” (luts) podría también traducirse como “arrogante” (Is 28:22).
3. Algunos comentaristas antiguos ven en la casa que la sabiduría edificó para sí, una alusión al cuerpo de Cristo quien, como hemos visto, es la sabiduría misma (Pr 8:22-31) y, que por el poder del Espíritu Santo, se hizo carne en el cuerpo virginal de María.
4. Nótese que en Is 55:1-3 Dios llama a los hambrientos y sedientos de conocimiento en términos semejantes (cf Sir 15:3).
5. Charles Bridges (1794-1869) fue educado en Queen’s College, Cambridge, y ordenado en 1817. Ocupó diversos pastorados en la Iglesia de Inglaterra, de cuyo partido evangélico fue un prominente líder. Es recordado sobre todo por su obra expositiva (Salmo 119, Eclesiastés, entre otros). Su Exposición del Libro de los Proverbios, muy apreciada por Ch. Spurgeon, es el mejor comentario que conozco de este libro. Se puede conseguir en internet.
6. Tres ejemplos de reprender y ser aborrecido: 1) José, que fue odiado por sus hermanos porque informaba a su padre de la mala fama que tenían: Gn 37; 2) El profeta que amonestó a Amasías por rendir culto a los ídolos de los edomitas, y fue por ello amenazado de muerte: 2Cro 25:14-16; 3) Juan  Bautista, que reprendió a Herodes el tetrarca por haber tomado por esposa a Herodías, la mujer de su hermano, y fue decapitado: Mt 14:1-10. (F.J.Dake)
7. Tres ejemplos de reprender y ser amado: 1) El profeta Natán que echó en cara a David su adulterio y el crimen que había cometido, e hizo que se arrepintiera: 2Sm 12:1-14; 2) Los discípulos de Emaús que fueron reprendidos por Jesús porque no creyeron que Él había resucitado: Lc 24:25-35; 3) Pedro que había negado a Jesús tres veces (Mt 26:69-75), y fue amonestado por Jesús resucitado tres veces, a la vez que se le confería una misión: Jn 21:15-17. (F.J. Dake)
8. H.A. Ironside (1876-1951), nació en Toronto, Canadá. Aunque autodidacta de formación, alcanzó un alto grado de erudición demostrada en los 51 libros de comentarios de la Biblia que escribió, que se distinguen por la claridad de su mensaje.  Fue pastor durante 18 años de la iglesia Moody Memorial Church de Chicago (su único pastorado) pero predicó incansablemente la palabra de Dios hasta su muerte, donde quiera que lo llamaran.

Estimado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir la presencia de Dios y a gozar de su compañía para siempre, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón por ellos haciendo la siguiente oración:
Señor Jesús, yo me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lávame con tu sangre. Entra en mi corazón y sé el Señor de mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#922 (17.04.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 19 de octubre de 2016

EL CLAMOR DE LA SABIDURÍA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
EL CLAMOR DE LA SABIDURÍA
Un Comentario de Proverbios 8:1-21


Después de haber advertido contra las artimañas de la adúltera y las terribles consecuencias que pueden sufrir los que van tras ella, el proverbista hace el elogio de la sabiduría y los beneficios que acarrea seguir sus pasos.
No creo que yo pueda escribir una mejor introducción a este capítulo de Proverbios que las palabras con que Mathew Poole (1624-1679) comenta el primer versículo:
“Es una gran cuestión saber qué es esta sabiduría de la que Salomón habla tan amplia y profundamente en este capítulo. Algunos entienden que se trata de ese atributo, o perfección de la naturaleza divina que es llamada sabiduría, por medio de la cual Dios conoce perfectamente todas las cosas, y hace conocer a los hombres lo que juzga necesario, o conveniente que ellos sepan. Otros entienden que se trata de la segunda persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, que es llamado “la sabiduría de Dios” (Lc 11:49). Y no se puede imparcialmente negar que algunos pasajes concuerdan mejor con la primera opinión, y que otros, con la segunda. Posiblemente las dos puedan ser juntadas, y este capítulo pueda ser entendido de Cristo, considerado en parte en su capacidad personal, y en parte en su oficio de impartir la mente y la voluntad de Dios a la humanidad.”

1. “¿No clama la sabiduría y da su voz la inteligencia? 2. “En las alturas junto al camino, a las encrucijadas de las veredas se para;” 3. “En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces:” 4. “Oh hombres, a vosotros clamo, dirijo mi voz a los hijos de los hombres.” 5. “Entended, oh simples, discreción; y vosotros, necios, entrad en cordura.” 6. “Oíd, porque hablaré cosas excelentes, y abriré mis labios para cosas rectas.” 7. “Porque mi boca hablará verdad, y la impiedad abominan mis labios.” 8. “Justas son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida.” 9. “Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que han hallado sabiduría.”

1. ¿Dónde y cómo clama la sabiduría y hace oír su voz? Yo quiero oír su voz. ¿Dónde iré a escucharla? Dice que en las alturas, donde parten y llegan los caminos, y donde se cruzan los senderos. Yo he estado allí y no la he escuchado ¿Qué clase de oídos se necesita para escucharla? ¿Acaso habla ella sólo a los iniciados? Si dice que clama ¿no deberían todos oírla?
Pero ella habla sobre todo al corazón. Ahí están las puertas y las entradas donde ella se para a gritar. Su voz es inconfundible para el que se preparó a oírla, pero inexistente para el que no adiestró su oído. Para el que lo hizo, su voz es diáfana y evidente. Para el que no, es un murmullo sin sentido.
La sabiduría desea que los hombres extraviados oigan su mensaje, no se contenta con querer hablarles, sino que clama, grita para que la oigan. Sabe cuán importante es para la vida.
2,3. Con ese fin se pone en los lugares por donde pasan numerosas personas: en los sitios donde se cruzan los caminos, donde va y viene la gente en distintas direcciones. Pero también en los lugares de reunión, donde se reúne la gente para tratar sus asuntos. En las ciudades antiguas, rodeadas de murallas, había delante de las puertas de la ciudad, amplias explanadas donde los hombres cerraban sus negocios y se rendía juicio (cf 1:20-23).
Hoy día lo hace en los lugares y plazas concurridas, en las avenidas y calles donde circula la gente, en los mercados y centros comerciales donde están los compradores y vendedores atareados.
4,5. Su discurso se dirige a los hombres, porque ellos necesitan oírlo. No oculta lo que ellos son, porque de ahí viene su necesidad de escucharla. Son simples (es decir, ignorantes y carentes de experiencia) y necios (obstinados en el error). A ambas categorías de hombres les ofrece lo que necesitan: discreción (es decir, saber reflexionar, evaluar, decidir) y cordura, porque el que carece de sabiduría es como un enajenado.
En el salmo 49:1-4 la sabiduría hace un llamado semejante a todos los hombres, plebeyos y nobles, ricos y pobres. Jesús ordenará más adelante que el Evangelio sea proclamado a toda criatura sin distinción (Mr 16:15), a donde quiera que la voz humana alcance y haya oídos que escuchen.
6-9. Aquí la sabiduría repite el llamado que hizo en capítulos anteriores: “Oíd” (Pr 4:1,10); y hace el elogio de su mensaje para animar a sus oyentes a escuchar: cosas excelentes (Nota 1) que os llenarán de conocimiento; cosas rectas que os mostrarán el camino de la justicia. Lo que ella habla es verdad sin asomo de mentira. ¡Qué distinto del discurso habitual de los hombres llenos de engaños y tapujos! Ella está alejada de toda perversión. Los embustes del padre de la mentira son impotentes frente a ella, y ella desnuda sus falacias. Pero para captar plenamente su mensaje es necesario poseer de antemano una dosis de entendimiento y sabiduría.
El versículo 9 expone un pensamiento muy profundo que explica por qué muchos no entienden la palabra de Dios: Sólo el que ha hallado la sabiduría, porque la ha buscado diligentemente; o el que ha sido tocado previamente por ella, puede recibir o entender su mensaje; lo cual quiere decir que habrán muchos que no lo entenderán, o que no le darán ninguna importancia, permaneciendo indiferentes ante ella, como quien no entiende lo dicho en un lenguaje desconocido. Esos son los que confían en su propia prudencia (3:5), y terminan engañados por sus propios consejos.
10,11. “Recibid mi enseñanza, y no plata; y ciencia antes que el oro escogido. Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.”
Lo que la sabiduría ofrece es mejor que todas las riquezas de la tierra, entre otras razones, porque permite adquirirlas. No hay bien material que puede compararse con ella. Por eso dice: Preferid mi enseñanza a los metales costosos, y mi ciencia a las joyas más preciosas. Porque mi sabiduría es más útil en los avatares de la vida que la posesión de riquezas, y atrae más honores de parte de los hombres que la fortuna (cf Pr 3:14,15; 16:16; Jb 28:15-19).
12. “Yo, la sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia de los consejos.”

¿En qué se distingue la sabiduría de la cordura? La cordura es la cualidad que permite ver las cosas con realismo, sin desbordes de la imaginación, ni de los sentimientos y que, por tanto, al actuar escoge caminos seguros. Si asume riesgos, son moderados y están ampliamente compensados por las ventajas esperadas. No se deja llevar por el entusiasmo ni el pesimismo. No espera resultados exagerados, ni menosprecia los peligros.
13. “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa aborrezco.”
El temor de Dios lleva inevitablemente a aborrecer el mal, y todo aquello que Dios rechaza, esto es, la soberbia y la arrogancia, que son contrarias a la humildad y a la mansedumbre que Dios ama. Y así como Él ama la vida justa y recta, detesta Él también la conducta desarreglada, la murmuración y la calumnia.
Son los soberbios, los arrogantes, los que más suelen andar por el "mal camino". Existe una correspondencia estrecha entre ciertas condiciones del alma y la conducta. El hombre modesto, aun pudiendo ser confiado en exceso, rara vez irá por caminos malos.
14. “Conmigo está el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder.”
Compañero de la sabiduría es el consejo sano y prudente, así como el sentido común, que permiten que uno camine por senderos razonables, evitando riesgos imprudentes e innecesarios. En cambio la arrogancia hace con frecuencia que el hombre escoja caminos arriesgados, pensando con ello atraer admiradores y seguidores. Cuando logra este cometido hará que muchos se arrepientan de haber seguido su ejemplo.
El poder se adquiere usando la fuerza o usando la inteligencia, o ambas a la vez. Aunque a veces usando la inteligencia se evita usar la fuerza. Eso es lo que nos dan a entender los vers. 21:22 y 20:18b. Ecl 9:13-16 desarrolla con más amplitud ese punto, mostrando cómo la sabiduría es mejor que la fuerza. Los cual es obvio, dado que la fuerza es un elemento animal, y la sabiduría un factor humano.
Vale la pena notar que el poder de que aquí se habla incluye el poder para ministrar y para predicar.
15,16. “Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra.” (2)
Dios da sabiduría para gobernar a todos los que están en autoridad en la tierra, aún a los incrédulos. En efecto, dado que toda autoridad viene de Dios (Rm 13:1), hay una unción de sabiduría que viene de parte suya y que reposa sobre todo el que ejerce un cargo, aunque sea una persona impía. La razón por la que Dios da su sabiduría aun a las autoridades inicuas es que tiene cuidado de los que están bajo su mando.
Todo el que ejerce una función de gobierno, aun sea incrédulo, recibe de Dios una  porción de sabiduría para gobernar, a menos que se haya entregado a Satanás, como hemos visto algunos casos. La recibe sin distinción de edad, educación, o posición social. La recibe no por él mismo, sino porque Dios ama a los que están bajo su mando y cuida de ellos. Si no recibiese esa sabiduría ningún hombre podría  gobernar bien.
"Por mi reinan los reyes". La verdadera autoridad, la que no es impuesta, sino aquella que los súbditos, o subordinados, otorgan espontáneamente al que manda, no se puede conseguir sin sabiduría. Se podría decir que de la sabiduría emana autoridad. La sabiduría reviste de autoridad al que la posea, sea hombre o mujer. De ahí que, por lo general, todos escuchen al sabio, aunque no siempre sigan sus consejos.
17. “Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.”
Este versículo está emparentado con los vers. 4:8 y 9. La sabiduría, como mujer enamorada, ama, es decir, dispensa sus favores al que la ama, y se lo ha demostrado por su fidelidad en buscarla. Si tú te dedicas a buscar la sabiduría, ella no sólo vendrá a tu encuentro sino que, a su vez, te sostendrá en todo lo que hagas y emprendas.
Buscar la sabiduría temprano puede entenderse de dos maneras: buscarla desde edad temprana, como hizo el rey Salomón (1R 3:3-14); y buscarla diariamente en las primeras horas del día, orando y escudriñando la palabra.
18. “Las riquezas y la honra están conmigo; riquezas duraderas, y justicia.” (Pr 3:16b)
Parte del premio de la sabiduría es la prosperidad, pero no sólo se trata de las riquezas materiales, sino de aquellas que están incluidas en la consideración recibida de parte de los hombres en reconocimiento de las cualidades demostradas en la vida práctica. De otro lado, es sabido que las riquezas obtenidas injustamente no son duraderas, sino se pierden rápidamente y llevan eventualmente al desprestigio, como dice Pr 20:17: “Sabroso es al hombre el pan de mentira, pero después su boca será llena de cascajo.” Los delincuentes que amasan fortunas están ansiosos de gozar de ellas porque saben que pueden perderlas en poco tiempo,
19. “Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida.”
En la relación de beneficios que otorga la sabiduría, y desarrollando la idea del versículo anterior, se desprende que la sabiduría contribuye al enriquecimiento de los que la poseen. El proverbio subraya, sin embargo, que el fruto, es decir, los beneficios que otorga la sabiduría, son mejores que los que producen los metales preciosos, el oro y la plata, porque son de mayor valor para la conducción de la vida y tener éxito.
Sabemos que las riquezas son volátiles e inestables, pero que la cualidad distintiva de los metales preciosos, el oro y la plata, es que son duraderos, no se oxidan ni se llenan de herrumbre. El que posee la sabiduría posee más que riquezas materiales, porque ellas pueden evaporarse, pues tienen alas (Pr 23:5), pero la sabiduría permanece en el individuo, madura y crece, constituyendo un capital interno que puede ayudarlo a reconstruir su posición si acaso la perdiera, o se arruinara.
20, 21. “Por vereda de justicia guiaré, por en medio de sendas de juicio, para hacer que los que me aman tengan su heredad, y que yo llene sus tesoros.”
Estos dos versículos amplían y continúan el pensamiento anterior diciendo que la sabiduría ayuda al que la posee a dirigir sus pasos por sendas de justicia, es decir, a seguir una conducta recta que Dios premiará bendiciéndolo materialmente (cf Sal 112:3). En otras palabras, el sabio posee en su mente y en su corazón los medios para mejorar su situación y prosperar.
Notas: 1. Aquí el hebreo dice “cosas principescas”, es decir, útiles para que los príncipes sepan gobernar.
2. Es interesante recordar que la doctrina del poder divino de los reyes, que prevalecía en tiempos del absolutismo (siglos XVI al XVIII), se apoyaba en estos dos versículos.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#916 (28.02.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

martes, 27 de agosto de 2013

LOS PROVERBIOS DE SALOMÓN II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LOS PROVERBIOS DE SALOMÓN II
Notas a Proverbios 1:4-7
4,5. “Para dar sagacidad a los simples (inexpertos, ingenuos), y a los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo.”
Aquí se indica quiénes son los beneficiarios de las instrucciones que contiene el libro. En un extremo están los jóvenes (najar) y los simples (petai); en el otro están los sabios (jakam) y entendidos (bin). Es como si dijera: todos los seres humanos que están contenidos entre ambos extremos. Los jóvenes aún no tienen la experiencia que les permita descubrir las trampas que se esconden bajo apariencias atrayentes y, por tanto, son muy proclives a ilusionarse y a cometer errores.
Los simples, o ingenuos, categoría que no tiene límite de edad, a la que pertenecen los ignorantes, son los que difícilmente aprenden, los que se dejan engañar con facilidad, los crédulos, los necios que desoyen los buenos consejos, y que tienen poco interés en aprender. A ellos los proverbios de este libro, si les prestan atención –y ésa es la condición difícil- les pueden enseñar la sagacidad de que carecen; a ser cautos y circunspectos, y a no dejarse engañar por las argucias del enemigo.
¿Qué es la sagacidad (ormá)? Es un aspecto, o cualidad específica de la inteligencia que permite evaluar las situaciones viendo los inconvenientes y las oportunidades que presentan, sus peligros y sus ventajas, y que permite sopesar unos contra otras para seguir el camino más adecuado y que conduzca al éxito. El sagaz no asume riesgos innecesarios, mide sus fuerzas antes de resolverse a la acción; no muestra sus cartas, pero induce a la contraparte a mostrar las suyas (c.f. 14:15; 22:3). La sagacidad está emparentada con la prudencia o discreción, y con la astucia. Jesús elogió a los que la poseen (Lc 16:8).
A los jóvenes los proverbios pueden darles la inteligencia previniente (dajaz) que les enseñará a pensar antes de actuar, y la prudente cordura (mesimá) a la que sus arrebatos y pasiones juveniles no los inclinan. Les puede enseñar además todo lo concerniente a la moral y al buen comportamiento, a pensar y a actuar correctamente, como dice un salmo: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.”
En el otro extremo se encuentran el sabio y el entendido, palabras que son prácticamente sinónimas, aunque podríamos hacer una distinción entre uno y otro: la sabiduría del primero es el fruto de sus conocimientos decantados por la experiencia, y es una cualidad de orden moral. La inteligencia del segundo es la habilidad o agudeza de la mente que pueden tener también los malhechores. Es decir, es una cualidad natural moralmente indiferente. A los sabios escuchar los proverbios de este libro les servirá para adquirir más sabiduría, según el principio mencionado en Pr 9:9, de que el sabio está siempre deseoso de ampliar sus conocimientos y no descuida las oportunidades para hacerlo. Jesús lo dijo en otros términos: “Al que tiene se le dará y tendrá más (Mt 13:12; 25:29).
Escuchar es uno de los grandes medios de adquirir conocimientos, y lo era más en el pasado, cuando los libros eran escasos y costosos. Jesús instruyó a las multitudes que lo escuchaban (Mt 4:25, 5:1). Aquila y Priscila instruyeron a Apolos (Hch 18:26). Pablo instruyó a los que acudían a la escuela de Tiranno (Hch 19:9). Como bien dice Ch. Bridges, antes de ser maestros debemos ser buenos oyentes. Cuanto más aprendemos, más concientes somos de nuestra ignorancia y, por eso, más debemos aspirar a aumentar nuestros conocimientos de las cosas de Dios para beneficio propio y de los que nos escuchan.
F. Delitzsch parafrasea el segundo estico de este versículo así: “el hombre entendido adquirirá reglas de conducta”, teniendo en cuenta que tajbulah guarda relación con el timonel de un barco. Esto es, no sólo se adquieren en este libro conocimientos, sino también principios prácticos para conducir nuestra vida tal como un piloto experto conduce la nave en aguas tempestuosas.
Sea como fuere, este libro es de gran utilidad para todos, tanto para los que se encuentran al comienzo del aprendizaje de la vida, como para los que han ya recorrido un largo trecho. La única condición que se requiere para sacar provecho de este libro es el deseo de aprender. Eso sólo es ya un síntoma de sabiduría. El ignorante y el necio creen que todo lo saben y que no necesitan aprender nada. El sabio es conciente de su ignorancia, y por eso aspira siempre a saber más. Un dicho antiguo lo expresa claramente: “Soy ignorante de muchas cosas, pero no de mi propia ignorancia.”
Charles Bridges cita las siguientes escrituras como ejemplo de este deseo de adquirir siempre más sabiduría: 1Cor 3:18 y 8:2. Él señala también el hecho de que escuchar es el gran medio para aprender. En verdad todos los grandes maestros de la historia han enseñado hablando ante un auditorio de oyentes, como hacía también Jesús (Mt 5:2). Los otros medios son la lectura, la observación de la realidad, la investigación y la meditación.
6. “Para entender proverbios y su interpretación, dichos de sabios y sus enigmas (dichos profundos).”
Por último se señalan los beneficios pedagógicos generales que proporciona la lectura del libro: Ellos son:
1) Entender los proverbios (meshalim, plural de mashal=proverbio) y su interpretación (o declaración: militza). La palabra mashal cubre una vastedad de significados. Según D. Kidner significa básicamente “comparación” (de lo que hay varios ejemplos en el libro: 11:22; 12:24, etc.), o “alegoría” (como las de Ez 17:2-10 y Jc 9:8-15), o “parábola” (de las que hay también varios ejemplos en el Antiguo Testamento), o simplemente “máxima”, broma, sátira. (Nota 1)
Nuestros refranes populares son también proverbios y muchos de los más antiguos están inspirados en alguno del libro de Proverbios: “Quien bien te quiere, te hará llorar.” “Fieles son las heridas del que ama.” (Pr 27:6ª) “En boca cerrada no entran moscas.” “El que guarda su boca, guarda su alma…” (Pr 13:3a).
Pero no sólo se trata de entender el proverbio sino también la declaración de su sentido que los sabios solían proferir apodícticamente.
2) Entender las palabras (dabar) de los sabios (jakam), es decir, de los eruditos versados en el conocimiento de las Escrituras; las cuales incluyen enigmas, cuyo sentido es menos fácil de descifrar. La palabra jidza quiere decir acertijo, adivinanza, que la RV60 traduce como “dichos profundos”; otras versiones como “dichos misteriosos, oscuros”.
Un ejemplo clásico de enigma es la adivinanza que Sansón propuso a sus treinta compañeros en Timnat (Jc 14:12-14). 1R 10:1-5 dice que la reina de Saba vino a Salomón a probarlo con enigmas, esto es, con preguntas difíciles, que fueron todas contestadas a satisfacción por el rey sabio. No es pues de sorprender que el autor haya colocado varios enigmas en el libro. Los más característicos son los proverbios numéricos del cap. 30: 15,16; 18,19).
7. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”
¿En qué sentido “principio” (reshit)? ¿En el de comienzo, o en el de fundamento? En verdad puede ser ambos, pero lo que el autor propiamente quiere decir es: la sabiduría comienza temiendo a Dios. No hay otro comienzo para el hombre inexperto en el camino de adquirir sabiduría que ése, temer a su Creador.
Reshit forma parte de la palabra con que se inicia el libro del Génesis: “En el principio (bereshit) creó Dios…” (Gn 1:1), y que Juan concientemente asume para empezar su evangelio: “En el principio era el Verbo…” (Jn 1:1).
Que la palabra reshit sea usada en el sentido de empezar lo muestra el hecho de que aparezca en Gn 10:10 (“Y fue el comienzo de su reino…”), y en Jr 28:1 (“En el principio del reinado de Sedequías…”). Pero no hay duda de que en el versículo que comentamos tiene también el sentido de “base”, “fundamento” de la sabiduría, como piensan D. Kidner y otros autores, que llaman a este versículo el lema de todo el libro. Eso lo confirma el hecho de que la misma frase aparezca más adelante (Pr 9:10), y en Job 28:28 (“El temor de Dios es la sabiduría.”), y en el salmo 111:10 (cf Sal 112:1). Notemos también que la frase “temor de Dios” aparece catorce veces en el libro de Proverbios. (2)
¿Y en qué sentido “temer”? Se trata muchas veces de evitar el significado literal de temor, dándole el carácter de respeto reverencial, lo cual es cierto, hasta cierto punto. Pero el temor que el niño tiene de su padre cuando empieza a ser enseñado, es el temor del castigo. No que no ame a su padre, pero el amor no basta al comienzo; debe conocer por experiencia su severidad y tenerle un santo y sano temor. Ése es un instrumento muy efectivo para su educación. El hombre que es arrastrado por sus instintos y es empujado fácilmente al mal, lo evita por temor de las consecuencias. A medida que crezca su conocimiento de Dios y su amor por Él, evitará el pecado por motivos más elevados. Pero al comienzo el castigo es la mejor disciplina. (Pr.3:11,12 lo dice con bastante elocuencia y lo repite y comenta Hb.12:5-11).
Jesús y San Juan confirman este sentido de temor. Jesús dice que no temamos a los que pueden dañar el cuerpo, pero no pueden enviarnos al infierno, algo que sólo Dios puede hacer (Lc 12:5). Es decir debemos temer su ira pues puede significar la condenación eterna. Ahí temor es un miedo real.
Muchos, en verdad, llegados a la edad avanzada evitan el pecado sólo por el temor a ser enviados al infierno. Por el temor de ese castigo empiezan a actuar con la sabiduría que les faltó en su juventud.
San Juan dice en su 1ª epístola algo semejante en otros términos (1Jn 4:18): El temor implica, o supone, que hay un castigo. Es una forma todavía primitiva de acercarse a Dios. Pero cuando el amor llega a su madurez, es decir, a la perfección, se evita el mal por otro motivo, porque el que ama no quiere ofender al amado. Es un motivo superior el que nos impulsa a obedecer a Dios, independiente del temor al castigo. Jesús expresa también en otro pasaje una idea semejante: El que me ama obedece a mi palabra (Jn.14:23); no porque teme que le castigue, sino por amor.
Esa es la superación (überwinden) del temor. Pero el que no ha llegado a ese punto de perfección, mejor es que tema, que tema el castigo. Así se guardará del mal. Temiendo sus consecuencias poco a poco lo aborrecerá, como dice Proverbios más adelante: “El temor de Dios es aborrecer el mal.” (Pr 8:13ª). Lo aborrece porque aunque es dulce al comienzo, su final es amargo y cruel.
En mi experiencia como padre pude verificar que cuando castigaba a mis hijos su amor por mí se intensificaba. Dios debe haber puesto un resorte en la naturaleza humana que cuando sufre un castigo justo ama al que lo inflinge, porque intuye que lo castiga por amor. Y el amor llama al amor.
A lo largo del proceso mediante el cual Dios educa al pueblo elegido la amenaza del castigo juega un papel muy importante. Por de pronto ésa fue la experiencia de Adán y Eva. Desobedecer a Dios les valió ser expulsados del paraíso, y tener que soportar las maldiciones que Dios pronunció sobre ellos. En Dt. 28 Dios usa la misma táctica del palo y de la zanahoria con el pueblo elegido: Si me obedecen les irá bien; si me desobedecen, les irá mal. Temiendo el castigo debieron hacerse sabios. Pero no lo hicieron. Dios entonces amenazó destruirles del todo y lo cumplió con las diez tribus del Norte, que fueron dispersadas por los asirios y desaparecieron de la historia; y luego con Judá. Regresados del exilio babilónico Judá y Benjamín ya habían aprendido la lección: Nunca más cayeron en idolatría.
La segunda línea de Pr 1:7 dice que los insensatos (los necios, evyil) desprecian para su daño la sabiduría y la enseñanza que los podría guardar del camino ancho que lleva a la perdición (Mt 7:13). La desprecian justamente porque niegan a Dios y quieren obrar a su manera, satisfaciendo todos sus caprichos y sin considerar las consecuencias que su mal proceder les puede acarrear.
Cuando el salmista pregunta ¿Por qué actúan así los impíos? La respuesta es porque no tienen temor de Dios (Sal 36:1). Es decir, no temen que los castigue. El temor de Dios se parece al temor de la ley, de la sanción, de la cárcel, de las multas. Cuando las autoridades no aplican sanciones a los infractores de la ley, el pueblo les pierde el respeto y no cumple la ley (Eso sucede en el Perú). Pablo enseñará el mismo principio en Rm 13:3,4. Parafraseando a Pr 1:7 podríamos decir que el ciudadano comienza a ser responsable (es decir, sabio) cuando teme que le caiga todo el peso de la ley si no la cumple. Pero cuando la coima reemplaza a la multa nadie guarda la ley.
En el libro de Nehemías vemos la importancia que asume el temor de Dios como factor determinante de la conducta humana sabia y recta (Nh 5:9,15). Él confía en Hananías “jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque éste era varón de verdad y temeroso de Dios). (Nh 7:2). Con el tiempo la frase “temeroso de Dios” se convierte en un indicativo de la calidad ética de una persona (Véase Hch 9:31 y 10:2).
Cabría preguntarse, ¿por qué no hay sabiduría sin Dios? ¿Acaso no hay ateos que son sumamente inteligentes y astutos? Sí los hay, por supuesto. Pero si la sabiduría es la ciencia de la vida que lleva a una conclusión feliz, es decir, a un destino final bienaventurado, entonces la sabiduría de los que niegan obstinadamente a Dios es engañosa y altamente peligrosa, porque su final es trágico: se pierden para siempre. En otras palabras, los ateos pueden mostrar gran habilidad para las partes intermedias del camino, y tener un éxito notable, que les gane el aprecio del mundo entero, pero en lo que realmente importa, su sabiduría los descamina totalmente, a menos que se arrepientan a tiempo.
Notas: 1. Fuera de este libro la palabra “proverbio” figura en los siguientes pasajes de la Biblia: Nm 21:27; 1Sm 10:12; 2P 2:22.
2. Nótese que la palabra hebrea que la versión española traduce como “sabiduría” no es aqui jokma, como se podría suponer, sino dahat, que quiere decir “conocimiento”, y así la traduce la King James Version. Nuestra versión no es arbitraria, porque ésta es una palabra que está asociada al concepto de sabiduría, como puede verse en el vers. 9:10: “El temor de Dios es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#786 (07.07.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).