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miércoles, 3 de marzo de 2021

LA MAGDALENA III

LA MAGDALENA III

Quizá alguno diga: “Entonces si estoy en Cristo Jesús, ¿puedo pecar a mis anchas?”, como, en efecto, algunos acusaban a Pablo de sostener. No, no es así. Jesús le dijo una palabra clave a la mujer: "Vete y no peques más". La realidad del arrepentimiento se prueba en que el individuo cambia de vida, y no vuelve a pecar habitualmente. De lo contrario su arrepentimiento no sería más que un sentimiento pasajero. Pero el verdadero arrepentimiento es un estado.



LA MAGDALENA II

LA MAGDALENA II

"Y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio". El pecador y Dios están siempre solos, uno frente al otro. Los testigos sobran.
"Enderezándose Jesús y no viendo sino a la mujer, le dijo: 'Mujer, ¿donde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?’" Cuando se descubre lo que en realidad somos, toda nuestra jactancia, toda nuestra osadía, desaparecen.
"Ella dijo:’ Ninguno, Señor’. Entonces Jesús le dijo: ‘Ni yo te condeno. Vete y no peques mas.’"



LA MAGDALENA I

LA MAGDALENA I

"Entonces los escribas y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: 'Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio '" Sorprendida, por así decirlo, con las manos en la masa. ¡Hipócritas! Sólo traen a la mujer, no al hombre. Se diría que cometió adulterio sola. ¿Y el hombre? No, él no pecaba; sólo la mujer. Debieron haber traído a ambos y decir: "Esta pareja ha sido sorprendida..."




jueves, 10 de noviembre de 2016

LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA SABIDURÍA Y LA MUJER INSENSATA II
Un Comentario en dos partes de Proverbios 9
10. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” (cf 1:7; Sal 111:10)
11. “Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.” 12. “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.”
10a. El hecho de que se repita aquí esta importante frase, que figura también en otros lugares subrayando su importancia, recalca la trascendencia de su mensaje. El temor de Dios es no sólo “el principio de la sabiduría”, es también su culminación. Isaías había profetizado que ésta sería una de las cualidades que adornarían la humanidad del Mesías (Is 11:2,3). ¿Temía Jesús a Dios siendo Él mismo Dios? Pienso que como hombre, sí. Hagámonos nosotros conforme a su imagen en este aspecto si queremos ser en todo semejantes a  Él (Rm 8:29). 
          El hijo de Dios –dice Ch. Bridges- tiene un solo temor: ofender a su Padre Dios; y sólo un deseo: agradarle. ¿Es este tu caso y el mío? El temor de Dios es no sólo el comienzo de la sabiduría, es también, como he dicho, su culminación en la unión perfecta con nuestro Creador a la que lleva.
Notemos que no puede haber arrepentimiento, ni fe ni amor sin el temor de Dios. El temor de Dios es lo primero que nos infunde la gracia cuando toca nuestro corazón.
10b.  El conocimiento del Santísimo (en hebreo, plural mayestático) es, antes que nada, el conocimiento de su voluntad. Así lo entendían los hebreos cuya mente era más práctica que especulativa.  Porque ¿de qué sirve al hombre saber mucho acerca de Dios si no sabe qué es lo que Dios quiere que haga?
          Job puntualiza: “Apartarse del mal es la inteligencia.” (28:28) De nada sirve el temor de Dios si no hace que nos apartemos de toda ocasión de pecar, porque el que coquetea con el peligro, caerá en él. Ningún hombre es sabio si no teme al Señor. Hay muchos hombres inteligentes, sabios según el mundo, de un cociente intelectual muy alto, que no sólo no temen a Dios, sino que niegan su misma existencia. Algún día, pero ya tarde, descubrirán cuán necia era su pretendida inteligencia, porque la sabiduría que no tiene en cuenta el final inevitable de nuestra existencia es ciega necedad. Aún el palurdo más ignorante y analfabeto que teme a Dios es más sabio que el científico laureado que no tiene temor del Altísimo.
          Tertuliano, a fines del siglo segundo escribió: “Los herejes dicen que Dios no debe ser temido, de modo que para ellos todo es libre y sin restricciones. Pero ¿dónde no se teme a Dios sino donde Él no está presente? Donde Dios no está presente, tampoco hay verdad; y donde no hay verdad, una disciplina como la que ellos propugnan es natural. Pero donde Dios está presente hay temor de Dios, hay una seriedad decente, un cuidado vigilante, una solicitud ansiosa, una elección bien hecha…”
11. “Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.”
Es un hecho que la sabiduría guarda al hombre de cometer imprudencias que pueden acortar su vida y le ayuda a vivir de una manera sana que fortalezca su salud y, en consecuencia, alargue su vida. Por eso puede decirse que ella es “árbol de vida” para sus seguidores (11:30).
          Gozar de una larga vida es una de las recompensas que se promete al que sigue las pautas de la sabiduría expresada en los consejos de padre y madre (3:2,16; 4:10; 10:27), mientras que se afirma que “los años de los impíos serán acortados.” (Pr 10:27b) Ellos mismos cometen los actos que llevan a una muerte temprana, y con frecuencia trágica. En cambio, ¡cuán bienaventurado es el justo a cuya larga vida sucede una felicidad eterna!
          Podría deducirse de lo que aquí se dice que los días del hombre no están fijados, pues el hombre puede alargarlos por su conducta sensata, o acortarlos por su conducta necia. Sabemos también que Dios puede añadir años a la vida del hombre, si éste se lo pide, como hizo el rey Ezequías cuando se le anunció que iba a morir. (2 Re 20:5,6). Pero eso no quiere decir que no estén decretados de antemano en la mente de Dios, porque Dios sabe y ha previsto desde la eternidad todo lo que el hombre hará que pueda alargar o acortar su vida.
12. “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.”
Este versículo expresa una verdad fundamental: que es nuestro interés adquirir la sabiduría y huir de la necedad, porque nosotros somos los primeros que seremos beneficiados, o perjudicados, por nuestra conducta (cf 29:1). Cada uno carga con las consecuencias de su sabiduría o necedad (16:26; 3:13-18). Como dice Pablo: “Cada uno llevará su propia carga…lo que el hombre siembre, eso también segará; corrupción, si siembra para su carne; vida eterna, si siembra para el Espíritu.” (Gal 6:5,7,8). Siglos antes Ezequiel había afirmado: “El alma que pecare esa morirá.” (18:20). No hay manera de escapar de las consecuencias de nuestros pecados (Nm 32:23; Pr 11:21a), porque Dios lo ve todo (Pr 15:3; Jr 23:24).
          Nuestra sabiduría nos ayudará a tomar decisiones adecuadas que nos permitan enfrentar los obstáculos de manera favorable a nuestros intereses y a evitar las dificultades, mientras que el incauto tomará por capricho, o tozudez, decisiones que le generen inconvenientes (Pr 13:15b; 14:14).
          Dios no puede ser beneficiado ni perjudicado con nuestra conducta -Él está demasiado por encima nuestro- aunque sí puede ser alegrado por nuestra fidelidad, o entristecido (en cierta manera) por nuestra necedad, y por el daño que nos hacemos a nosotros mismos. Como bien dice Elifaz: “¿Traerá el hombre provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio.” (Jb 22:2; cf 35:6,7).
          Pero el hecho de que tú cargues con las consecuencias de tu sabiduría y de tu necedad no excluye que, en segundo término, otros las soporten también junto contigo; sobre todo tus familiares y los que dependen de ti.  El que es sabio beneficiará necesariamente a muchos con su sabiduría, porque el campo de su influencia afecta a su entorno inmediato, y aun más allá. En cambio, si la guarda sólo para sí, se mostrará egoísta, que es lo contrario a la verdadera sabiduría que, por naturaleza, es necesariamente generosa.
          A este respecto el Sirácida anota: “Hay sabios que lo son para sí, y cargan con el fruto de su saber; hay sabios que lo son para su pueblo, y los frutos de su saber son duraderos.” (37:22,23) No obstante, ocurre con frecuencia que la maldad del impío causa mucho daño a otras personas, porque está en la naturaleza del mal ser perjudicial. El impío causa daño a otros a veces gratuitamente, por pura maldad. Pero con más frecuencia lo hace para obtener algún beneficio personal. ¡No sabe cuánto pagará por ello!
          La primera parte de este vers. me recuerda al dicho del sabio judío Hillel: “Si yo no estoy a favor de mí ¿quién lo estará?”. En otras palabras, piensa en ti primero. Pero lo que el proverbio que comentamos quiere decir no es tan burdamente egoísta, sino que simplemente afirma que el primer beneficiario de la propia sabiduría es uno mismo. La sabiduría ajena no te es útil a menos que te den un buen consejo que pongas en práctica; así como, de manera semejante, tu sabiduría puede serle útil al que te lo pida y no lo eche en saco roto. De otro lado, si te burlas de la sabiduría y del buen consejo ajeno, tú llevarás las consecuencias.
En el libro de Proverbios nos encontramos con frecuencia con la oposición entre el sabio y el escarnecedor, entre el justo y el impío, algo a lo que ya apunta el salmo 1.
La Septuaginta, añade el siguiente versículo, que la versión aramea (Peshita) reproduce con variantes como vers. 13: “El que se apoya en falsedades trata de gobernar el viento y persigue al ave silvestre, porque ha abandonado el camino de su propia viña, y se ha desviado de los senderos de su labor para viajar por un desierto donde no hay agua; viaja sediento por la orilla de un transitado camino y nada recoge.”
El hombre que prefiere la mentira a la verdad es como si quisiera atrapar el viento con sus manos, o pescar las aves en su vuelo. Como ha abandonado la viña que le producía frutos sabrosos, pronto se encuentra en un páramo donde no hallará ni una gota de agua que moje sus labios resecos, ni una fruta que sacie su hambre. Los caminos del vicio son en verdad a la larga muy crueles, porque una vez satisfecho, el deseo ardiente deja como secuela un gran desengaño y desprecio de sí mismo. La lujuria cuando es despertada produce una sed de más placer que con nada puede ser satisfecha. 
13. “La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante.” 14. “Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad,” 15. “para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.”
La mujer insensata es atraída por el hombre, y el hombre es atraído por ella, como las moscas a la miel. Así como la sabiduría invita a los transeúntes a que vengan a su casa (9:1-6), la insensata también lo hace. Pero el resultado de aceptar sus invitaciones es opuesto: una hace más sabios a sus huéspedes, la otra hace más necios a sus invitados. (Nota 1).
Notemos, de paso, que insensato, o necio, no es lo mismo. En español lo primero señala a una persona que no piensa, que actúa por impulsos, que hace lo que en el momento le viene a la mente, y no reflexiona, mientras que necio es el que no conoce, o no admite, sus limitaciones, y cree que tiene siempre la razón, aunque es un ignorante. Por ese motivo, porque no piensa, la mujer insensata es alborotadora, está siempre intrigando, siguiendo sus instintos, que son muy fuertes.
Ella es sensual y astuta, pero también ociosa. Se sienta a la puerta de su casa para ver pasar a la gente. No es como la mujer sabia que envía a sus criadas que hablen por ella. No, la insensata se sienta en una actitud provocadora, arriba donde la gente va de paseo. Ella llama sobre todo a los que van por su camino derecho. A ella no le interesan los sinvergüenzas como ella. Ella tiene un instinto especial para detectar a los rectos incautos; a los que obran juiciosamente pero son poco advertidos, o son más bien ingenuos. A esos se complace en seducir, en hacerles descubrir las delicias del pecado, como hace la Jezabel de Ap 2:20. Notemos, sin embargo, como dice Ch. Bridges, que los deseos de la carne están en abierta oposición con la sabiduría divina, la paralizan y oscurecen el entendimiento (Os 4:11).
Lo que primero que se dice de ella es que es alborotadora (Pr 7:11). Le gusta hacer líos; anda inquietando, azuzando las rivalidades, y se goza en las peleas que suscita, que después denuncia haciéndose la inocente.
Es simple, pero no tonta sino astuta. Es ignorante, pero no acomplejada. En ella se cumple el dicho: la ignorancia es atrevida. Con gran desparpajo se sienta a la puerta de su casa para ver pasar a la gente que se dirige a los lugares altos a quemar incienso a los ídolos, o los que van ocupados en sus asuntos sin mal pensamiento en su cabeza.
16. “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo:” 17. “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso.”
Al primero que divisa que tiene cara de ser presa fácil, le guiña el ojo y le dice: “Ven acá”, con mirada atrevida y voz sugestiva. Su invitación no es tímida sino directa, aunque usa un lenguaje figurado. “Las aguas hurtadas son dulces”, es decir, el placer ilícito es el mejor de todos, esconde delicias que el amor honesto desconoce. Ven, prueba de esta miel que nunca has gustado y que te será deliciosa. Ven, escóndete para que nadie te vea, ni sepa lo que hacemos, (aunque, en verdad, todos la conocen y saben lo que ocurre entre las paredes de su casa). Pero, sobre todo, lo conoce Dios, para quien nada de lo que ocurre en la tierra está oculto, y cuya mirada penetra en lo más secreto.
“Las aguas hurtadas son dulces” al comienzo, pero después dejan un sabor amargo, hecho de remordimientos, angustia y temor. Por eso te aconsejo, amigo lector: No bebas el agua de la cisterna ajena (5:15), porque aunque parezca deliciosa al comienzo, al final resulta venenosa. (2)  
¿A cuántos habrá engañado el atractivo de la aventura prohibida y llevado prematuramente a la tumba? Centenares de jóvenes sucumben a este hechizo si no físicamente, sí espiritualmente (Pr 20:17). Como dice el Sirácida: “El lujurioso que encuentra dulce cualquier pan no parará hasta que el fuego lo consuma.” (Sir 23:17).
18. Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol.” (cf Pr 2:19; 7:27).
El ingenuo que cae en sus lazos no sabe qué hay detrás del umbral que lo hará irremediablemente prisionero del encanto de una mujer desvergonzada. Comprenderá que lo que ella le ofrecía no era mentira, pero que su pie ha quedado atrapado en una trampa que no lo suelta. Clamará y gritará para librarse, pero no podrá porque, en el fondo, no quiere escapar. Odia su prisión y, a la vez, suspira por ella. Al final sacrificará su libertad por la lujuria. Pero, entre tanto, ella va en busca de otra víctima, y desprecia al primero que cayó en sus redes.
“Ven acá” ¡Qué invitación tan desvergonzada! Eso le puede decir el padre al hijo, el hermano al hermano, el amigo al amigo, el patrón al siervo. Pero ella se lo dice a un desconocido como si estuviera familiarizada con él y fueran viejos amigos.
El simple inocente puede reaccionar de dos maneras: rechazar molesto la invitación, y seguir de largo o, despertada su curiosidad, detenerse un momento y acercarse. Entonces ella le susurra insinuante, y con cierta impudicia en la mirada, la fórmula que nunca falla: “las aguas hurtadas son dulces.” El amor a escondidas, ilegal, es placentero. Déjate atraer por él; concédete este placer, y no lo olvidarás en tu vida.
Ella vive de los que caen en sus lazos, de los que ya nunca escaparán porque los ha capturado sin remedio con su hechizo. Entonces ellos, atrapados entre sus faldas, se sentirán cada día más viles, avergonzados y despreciables, y empezarán a decaer desmoralizados. La decadencia se apodera de sus vidas y pierden su dinero y su trabajo. Pero cuando ya no tienen qué darle a la mujer, ella los desprecia y va en busca de otros incautos.
Nota 1. Algunos ven en esta mujer, dice J. Gill,  a la locura misma como opuesta a la sabiduría; otros a la razón ciega a las realidades espirituales; otros a la herejía y a las supersticiones; otros a la serpiente antigua, al diablo, que asume formas diversas para engañar al hombre. Ella parece ser la misma que la mujer extraña, o ramera, descrita en Pr 2:16-19; 5:3-6; 7:5ss. Otros la identifican, agrega el mismo autor, con el anticristo, que es descrito en Apocalipsis como “la gran ramera” (17:3-6)
2. En la antigüedad los pozos, las cisternas y las fuentes de agua eran una posesión valiosa, y eran muy codiciadas en los lugares desiertos. Sus dueños solían sellarlas para impedir que extraños bebieran de ellas, y a veces surgían disputas por su posesión (Gn 21:22-32).
Estimado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir la presencia de Dios y a gozar de su compañía para siempre, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón por ellos haciendo la siguiente oración:
Señor Jesús, yo me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lávame con tu sangre. Entra en mi corazón y sé el Señor de mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#923 (24.04.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

miércoles, 20 de enero de 2016

LAS ARTIMAÑAS DE LA ADÚLTERA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LAS ARTIMAÑAS DE LA ADULTERA
Un Comentario de Proverbios 7
Este capítulo consta de un relato magistral y exquisitamente escrito acerca de la seducción (v. 6-23), el cual está enmarcado por una llamada de atención, como si fuera un preludio, hecha por el padre a su hijo (v. 1-5), y una advertencia final sobre las consecuencias de no escuchar la voz de la sabiduría (v. 24-27).
Es muy apropiado publicar este artículo en el Día del Padre, porque todos los hombres, cualquiera que sea su edad, y muchas veces aun los casados, están expuestos a caer en el peligro que aquí se describe. Y es bueno estar advertidos. "El que piensa estar firme, mire que no caiga."(1Cor 10:12).


1. "Hijo mío, guarda mis razones
y atesora contigo mis mandamientos."
2. "Guarda mis mandamientos y vivirás,
Y mi ley como la niña de tus ojos."
3. "Lígalos a tus dedos;
Escríbelos en la tabla de tu corazón."
4. "Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia llama parienta;"
5. "Para que te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña que ablanda sus palabras."

El capítulo empieza con una exhortación paterna semejante a la que figura en otros pasajes de Proverbios, como 1:8, 9; 2:1-4; 3:1; 4:1ss; 4:10; 4:20, 21; 5:1,2, aunque es aquí un poco más elaborada.
El inicio del capítulo está enfocado en dos cosas relativas a la torá, (la cual debe ser entendida aquí no sólo como "ley" sino sobre todo como "enseñanza", o "dirección"): primero, escuchar y guardar en la mente los consejos paternos; y segundo, cumplirlos.

1. Es necesario guardar el buen consejo como quien conserva un tesoro valioso, con el mismo cuidado y diligencia con que se le guarda en el lugar más secreto. Cuanto mayor sea el valor de un objeto de gran precio, con más cuidado se le conserva.
2a. Lo que debe ser guardado, cumplido, son los mandatos, las órdenes o prohibiciones concretas que da el padre (cf 4:4c). La palabra hebrea shamar que se traduce por "guardar", tiene el mismo doble sentido que tiene en español y en muchos otros idiomas, de conservar, mantener, cuidar, asegurar; y de cumplir, observar, obedecer.
"Guarda mis mandamientos y vivirás." Cumpliendo los mandamientos se alcanza la vida. A ese respecto vale la pena observar que cuando el joven rico se acerca a Jesús con la pregunta ¿haciendo qué cosa alcanzaré la vida eterna? Jesús simplemente le responde: Ya conoces los mandamientos, y cita algunos de ellos (Mr 10:17-19). La relación entre el cumplimiento de los mandamientos y la vida eterna es muy antigua en la Biblia. Recuérdese lo que dice el Levítico: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre vivirá en ellos." (Lv 18:5). Véase también al respecto Lc 10:25-28.
2b. La enseñanza paterna debe ser guardada con el mismo extremo cuidado con que el hombre protege su pupila, porque es a través de ella como entra la luz a sus ojos, y sin ella deambula ciego (Véase Dt 32:10; Sal 17:8; Zc2:8).
3a. Esta es una expresión simbólica que indica cuán presente debemos tener la enseñanza paterna. Nada nos es más cercano, ni tenemos tan fresco en la memoria, como lo que tenemos entre los dedos, como el hilo blanco que anudamos en uno de ellos como recordatorio, o el anillo de nuestro compromiso nupcial.
3b. Así como Moisés escribió los mandamientos en "tablas de piedra", el joven debe escribirlos en las tablas de su corazón (Pr 3:3), es decir, en su memoria. Si se tienen escritos ahí, no hay necesidad de leerlos para consultarlos, porque están bien grabados en la mente. Eso nos recuerda lo que dice Jr 31:33: "Daré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón."
(Nota 1).
4. La relación que tenemos con la sabiduría debe ser tan estrecha como la que tenemos con una hermana, de tanta familiaridad como la que tenemos con parientes cercanos. ¿Qué quiere decir eso? Que nuestra mente debe estar tan imbuida de las máximas de la sabiduría como para que ellas determinen nuestra manera de comportarnos y guíen nuestra conducta. La sabiduría que no se manifiesta en actos, que es sólo especulación, es inútil. Sabio es el que actúa sabiamente, no el que piensa sabiamente, pero actúa mal.
5. Lo primero en que esa sabiduría de vida se manifiesta es en evitar a la mujer extraña, a la tentadora que ofrece sus brazos y sus caricias indiscriminadamente, y cuyo fin es capturar al hombre por los sentidos para servirse de él y explotarlo. En verdad, el hombre puede hacerse esclavo de la mujer sin quererlo ni darse cuenta, por el poder del sexo. Se vuelve incapaz de pensar claramente y discernir lo que le conviene; se somete a humillaciones y despilfarra sus bienes con tal de agradarle a ella. Ella lo domina ofreciéndosele y rehuyéndolo, de modo que él vive pendiente de sus favores como el perrillo mira a su amo. La virilidad en esos casos es arrastrada por tierra y se vuelve abyecta servidumbre.

6-23. El libro de los Proverbios muestra una gran preocupación por el gran peligro en que están los jóvenes de caer en manos de mujeres ligeras. La sabiduría es presentada en los primeros siete capítulos en gran parte como una manera de prevenir ese desvío. Esa preocupación muestra cuan común debió haber sido en aquel entonces ese peligro. Pero es también un peligro presente y causa de perdición de muchos.
El pasaje que sigue no nos revela cómo termina la aventura que relata, sino pasa de frente a la moraleja, dando a entender que el final es trágico: el joven sigue a la seductora para su daño, o para su muerte, posiblemente como consecuencia de la venganza del marido engañado.

6. "Porque mirando yo por la ventana de mi casa,
Por mi celosía,"
7. "Vi entre los simples,
Consideré entre los jóvenes,
A un joven falto de entendimiento,"
8. "El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,
E iba camino a la casa de ella."
9. "A la tarde del día, cuando ya oscurecía,
En la oscuridad y tinieblas de la noche."

El proverbista se encuentra en su casa mirando a través de la celosía (2) de una ventana lo que ocurre al oscurecer en una noche quizá de luna nueva, en la calle por la que pasan varios jóvenes, y se fija en uno, de quien se dice que es falto de entendimiento, o peor, que podría no haber sido instruido por sus padres, o mucho peor, que no prestó atención a sus palabras de advertencia. El joven se dirige a la casa de una mujer de costumbres ligeras. Él hace lo contrario de lo que aconseja Pr 5:8: "Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa." (Según la Septuaginta y la versión aramea llamada Peshita, es la mujer la que espía a través de la celosía).

10. "Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y astuta de corazón,"
11. "Alborotadora y rencillosa,
Sus pies no pueden estar en casa;"
12. "Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,
Acechando por todas las esquinas."
13. "Se asió de él y le besó.
Con semblante descarado le dijo:"
14. "Sacrificios de paz había prometido,
Hoy he pagado mis votos;"
15. "Por tanto he salido a encontrarte,
Buscando diligentemente tu rostro,
Y te he hallado."
16. "He adornado mi cama con colchas
Recamadas con cordoncillo de Egipto;"
17. "He perfumado mi cámara
Con mirra, áloe y canela."
18. "Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;
Alegrémonos en amores."
19. "Porque el marido no está en casa;
Se ha ido a un largo viaje."
20. "La bolsa de dinero se llevó en su mano;
El día señalado volverá a su casa."

10. De pronto una mujer vestida como ramera, es decir, con el rostro cubierto con un velo, y vestida con ropa llamativa (Gn 38:14), se acerca al joven. Ella sabe cómo envolver a los incautos con sus argucias y engañosas palabras, y con sus manos suaves que acarician (Pr 5:13).
11,12. Ella está siempre armando intrigas, yendo de casa en casa (1Tm 5:13). Sus oídos tienen comezón de oír chismes, y su boca de propagarlos, o de inventarlos. Por eso ronda por las calles y las plazas, espiando por las esquinas, al acecho de lo que le parezca sospechoso.
13. Se acerca al joven que ha escogido, lo coge del brazo y lo besa, al mismo tiempo que lo mira con descaro. El Sirácida dice: "La liviandad de la mujer se muestra en el descaro de la mirada, y en el pestañear de sus ojos." (Sir 26:12).
14. Finge ser mujer piadosa para hacerle creer en la bondad de sus propósitos. Le asegura que en cumplimiento de un voto, ha ofrecido ese mismo día sacrificios de paz, por lo que hay abundancia de carne y comida en su casa (Lv 7:15-17).
15. En verdad, ella ha salido a buscar una aventura, no importa con quién sea, y aborda al primer candidato que le parece apropiado, haciéndole creer que lo ha buscado a él en particular. Y el joven se lo cree porque siempre estamos dispuestos a creer lo que nos halaga.
16,17. La mujer venusiana hecha para el amor sensual, adorna y perfuma su cama como por instinto, como para seducir al hombre embriagando su olfato y su tacto con aromas y sedas. Suele tener un sentido innato del amueblamiento sensualmente atrayente. Todo en su alcoba, o recámara, habla de feminidad y de placer. ¿Cómo podría echársele en cara que cultive aquello para lo cual está tan dotada? Es una predisposición innata que está acompañada de ciertas características físicas: ojos almendrados, piel suave como acolchada, firmeza en las manos, voz acariciante, mirada atrevida, labios carnosos. Todo en ella es envolvente y seductor. Para ella el amor físico es un arte que cultiva con sabiduría. Está hecha para atraer al hombre. Es inteligente y valiente; no se achica ante el peligro; está llena de recursos para salir bien librada, porque es lúcida.
La mujer honesta carece de esas artes; su amor es espiritual, hecho de sentimientos. Ella se entrega. Si su instinto no la guarda, puede ser fácilmente engañada.
En cambio la mujer sensual no se entrega, se da por ratos. Ella no pertenece a nadie; es difícilmente conquistada, pero conquista; no es seducida, sino seduce; está siempre en control de la situación; finge dejarse atrapar, cuando es ella la que atrapa; es astuta y calculadora, de palabra fácil; rara vez se conmueve, y si llora, sus lágrimas son una treta. Su cuerpo arde, pero su corazón es frío. Si se enamora es por poco tiempo, y cambia con frecuencia el objeto de sus preferencias.
Cuando el Evangelio dice que de la Magdalena salieron siete espíritus dice una gran verdad, porque detrás del atractivo de la mujer seductora y de su arte amatorio, suele haber espíritus seductores que dan encanto especial a su voz y a su mirada, así como calor a su seno. Guarda su hechizo y su fascinación sobre los hombres hasta edad avanzada, y por eso suele estar siempre rodeada de admiradores.
Es atraída por el buen porte, por la fuerza unida a la donosura y el garbo; por el gesto altivo y despreocupado del hombre engreído y seguro de sí mismo. Pero, sobre todo, es atraída por el dinero. El galán apuesto pero pobre encuentra poco favor a sus ojos, pero no lo desprecia si está sola, porque necesita compañía y detesta la soledad. Conoce muy bien a los hombres y los mide con una rápida mirada.
No está hecha para la maternidad y con dificultad concibe, si no es del todo estéril. Finge pudor, pero le gusta que la miren desnuda. Sabe que desnuda lleva puesto su mejor traje.
La cortesana vive a la sombra del poder, cuyos hilos mueve astutamente. Los poderosos se alocan por ella, y no les importa compartir con otro sus favores, pues saben que las cortesanas no son fieles. Si alguno se enamora realmente de ellas, le tienen cariño y lástima. Prefieren al que las desprecia, y tratan de conquistarlo. Persiguen al hombre que se resiste a sus encantos como quien persigue a un enemigo, hasta vencerlo cuando se incline sobre ella. Si no logra su cometido, al final, odia.
18. El amor físico, exaltado por el estímulo de los perfumes, produce una embriaguez de la que es difícil despertar. Pero el placer que proporciona es un pálido eco del deleite conyugal, que es mucho más profundo y sin culpa (Pr 5:19).
19,20. Ella confía en que su marido está lejos y no los sorprenderá. Ella es una mujer arriesgada que no le teme al peligro. La Vulgata y algunas versiones, como la NVI, dicen: "No volverá a casa hasta la luna llena." Como el vers. 9 sugiere que el incidente se produce una noche de luna nueva, ella le está diciendo que cuentan con dos semanas para gozar a sus anchas.

21. "Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,
Lo obligó con la zalamería de sus labios."
22. "Al punto se marchó tras ella,
Como va el buey al degolladero,
Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23. "Como el ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es contra su vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón."

21-23. El joven tenía otros proyectos, pero ella vence su resistencia con su zalamería, ofreciéndole varias noches ininterrumpidas de placer. Cuando el joven está inclinado al pecado se deja tentar fácilmente, pero no sabe en qué lío se mete. El proverbista presenta tres ejemplos de lo que le espera al incauto; dos tomados del reino animal (el buey que camina confiado al matadero, y el ave que vuela hacia la red), y uno, de las circunstancias humanas (la prisión).

24. "Ahora, pues, hijos, oídme
Y estad atentos a las razones de mi boca."
25. "No se aparte tu corazón a sus caminos;
No yerres en sus veredas."
26. "Porque a muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
27. "Camino al sheol es su casa,
Que conduce a las cámaras de la muerte."

Como corolario de la historia precedente el proverbista se dirige a su audiencia imaginaria formada ya no por uno sino por varios hijos, a quienes invita a escucharlo con atención.
Notemos que el maestro comienza su exhortación diciendo "Oídme", porque para escuchar sus consejos es necesario, primero, oírlos; no cerrar los oídos ni apartarse; y segundo, prestar atención al que habla, poner todas las potencias del ser tendidas para comprender lo que se dice. La comprensión que se alcanza es una función de la atención que se pone. Si no se atiende, no se entiende.
El pasaje termina con una exhortación del padre (el maestro) a sus hijos (los discípulos): No dejes que tu corazón sea seducido por sus encantos, porque son mortales; no vayas por donde ella te llame. Con ese fin usa imágenes fuertes para describir en términos figurados el terrible destino (o castigo) que aguarda a los que se hacen esclavos de su hechizo.
¡Cuántos son los que la han seguido y han sido víctimas de sus embustes! ¿Cuáles pueden ser éstos? La infidelidad que corroe el corazón, el desprecio de su rechazo cuando ya te tiene atrapado; o el agotamiento que producen los excesos de la pasión; o los errores que hace cometer y que vuelven ridículo al hombre.
La seductora convierte en esclavos de sus caprichos a los que se dejan prender en las redes que tienden sus ojos, o las mentiras de sus labios. En verdad su casa es, en un doble sentido, un camino al sheol, esto es, al lugar de los muertos, porque las penas del amor son para el que las experimenta una tortura comparable al infierno, y el que se vuelve esclavo de sus pasiones encontrará al fin que el camino de su casa lo condujo al abismo de la perdición eterna (Pr 2:16-19; 5:1-6).
Por ello, aconseja el padre: Muchos han creído que podían tener comercio con ella y salir bien librados para contarlo. Pero su abrazo hunde a los más fuertes y hace que se destruyan. El atractivo que ejerce sobre los hombres los empuja a deshonrarse y a vagar como mendigos pendientes de sus favores. Pierden todo sentido del honor y se vuelven como esclavos de sus caprichos.

Notas: 1. Nótese que en francés y en inglés saber algo de memoria se dice "saberlo de corazón" ("savoir par coeur", "to know by heart").
2. Las celosías eran como las persianas modernas hechas de tablillas de madera juntas, que permitían al que estaba en la ventana ver lo que había afuera, pero no permitían desde afuera ver lo que había adentro. Se llamaban así porque su existencia se debía a los celos del marido, que no deseaba impedir que su mujer mirara a la calle, pero que, a la vez, no quería que ella fuera vista (Jc 5:28). Los balcones coloniales de Lima tienen también un entramado de madera que no permite ver a la persona que asoma a la ventana.


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jueves, 16 de enero de 2014

LA FIDELIDAD DE LOS OJOS

Pasaje tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo

Pero hay también la fidelidad de los ojos.
Los hombres saben de qué estoy hablando, porque ellos tienden con mucha facilidad a mirar a una mujer bonita que pasa cerca, que pasa a su lado. Eso lo hacen casi automáticamente. Pero ¿qué pensará de tu esposa esa mujer a la cual estás mirando? Que no la quiere, que no la respeta. Si tú miras a otra mujer con atención, estás ofendiendo a tu mujer. Y también si la mujer mira a un hombre con atención, está ofendiendo a su marido. Es un hecho sabido que a muchas mujeres solteras les halaga que los hombres casados las admiren, las cortejen, y muchas hay que buscan tener una aventura con un hombre casado, sólo por vanidad. Es verdad. Pero ese tipo de asuntos con frecuencia llegan a cosas mayores que pueden causar gran dolor. El solo coqueteo, el solo flirteo, ofende a uno u otro. Si la mujer mira a un hombre, ¿qué va a pensar él? Que su marido no sirve para nada, que no la satisface; o dirá peor, que no le basta uno solo, y quiere tener dos hombres; aquí tengo una oportunidad para un lance. Esas  son cosas que no pueden permitirse en un hogar cristiano. Yo ruego a Dios que no sucedan. Pero es bueno que sepan todos que las verdades de Dios acerca del matrimonio son válidas tanto para los cristianos como para los que no lo son, para todos los hombres, para todo el género humano.

(Este pasaje está tomado de mi libro “Matrimonios que Perduran en el Tiempo”, pags. 185 y 186. Editores “Verdad y Presencia”, Tel. 4712178)

jueves, 9 de mayo de 2013

MATRIMONIO Y FELICIDAD


Pasajes seleccionados de mi libro
“MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO”

MATRIMONIO Y FELICIDAD.
Cuando los hombres son desgraciados en su casa se van a buscar la felicidad afuera, y lo que encuentran son dolores de cabeza, porque “el pan comido en oculto” puede ser sabroso, pero es venenoso (Pr 9:17). Esos son los frutos de no saber aprovechar la felicidad que se tiene en casa. No tendrían necesidad de buscarla afuera si tan sólo cultivaran la felicidad que tienen en el hogar.
Muchos maridos tienden a echar la culpa a su mujer cuando las cosas no andan bien en el matrimonio, y encuentran en la iglesia quienes les respalden en esa actitud. El hilo se rompe siempre por lo más delgado. Pero ¿quién es el responsable de que las cosas no anden bien? ¿La cabeza o el cuerpo? Cuando una compañía arroja pérdidas ¿a quién le pide cuentas el directorio? ¿A los empleados, al portero, o al gerente general? Eva pecó primero que Adán pero ¿a quién llamó Dios? ¿a Eva o a Adán? “Mas el Señor llamó al hombre...”, (Gn 3:9). El hombre es responsable no sólo de sus propios errores sino también de los de su mujer y de sus hijos menores, y a él le pedirá cuentas Dios. No obstante muchos culpan a la mujer y absuelven al hombre. ¿No han leído las Escrituras?
(Estos pasajes están tomados de las páginas 115 y 116 de mi libro “Matrimonios que Perduran en el Tiempo”)