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martes, 23 de febrero de 2016

EL MATRIMONIO COMO PACTO (continuación)

El Matrimonio como Pacto (Continuación)

Pero "¿si me equivoqué y no conocía bien a la persona con la cual me casaba?" –dirá alguno- "Yo vine a darme cuenta sólo cuando ya estábamos casados". No le eches la culpa a Dios de tu error. Tú eres responsable de tus actos. ¿Por qué no lo pensaste bien? La Escritura en el Salmo 15, al establecer las condiciones por las que el ser humano puede permanecer en la presencia de Dios, menciona al hombre que “aun jurando en perjuicio propio no cambia su palabra” (v. 4c). Jesús dirá: “que tu sí sea sí, y tu no, no” (Mt 5:37).

Por eso es que los jóvenes no deberían contraer matrimonio sin haber sido adecuadamente instruidos acerca de la seriedad y de la santidad del compromiso que celebran; sin estar seguros de que Dios es el que los llama a unirse. Y yo creo que los ministros de Dios que casan a los novios sin haberse cerciorado de que ambos comprenden bien lo que están haciendo, sin haberlos instruido previamente sobre la solemnidad e irrevocabilidad de su compromiso, y sin haberse cerciorado de que ambos han buscado la voluntad de Dios antes de decidir casarse, y que están hechos el uno para el otro esos ministros, digo, -pastores o sacerdotes que no cumplen ese deber- pecan gravemente, y se hacen corresponsables del pecado que esos esposos pudieran cometer algún día si se divorcian. 

Y debería advertirse claramente a los novios que si no están absolutamente decididos a comprometerse de por vida al casarse, si no están dispuestos a pronunciar con toda su alma las palabras por las cuales se prometen amarse en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe, sería mejor que no se casen ni tengan hijos. Menor pecado cometen viviendo juntos sin casarse, que casándose mintiéndose el uno al otro y mintiendo a Dios. Pero si ellos celebran su matrimonio conscientes de lo que emprenden, con toda su voluntad y toda su intención, Dios no dejará de sostenerlos en las pruebas y tentaciones por las que pudieran pasar.

(Pasaje tomado del capítulo "Un Poco de Historia" de mi libro "Matrimonios que Perduran en el Tempo" Vol I, publicado por Editores Verdad y Presencia. Tel 4712178. Av. Petit Thouars 1189, Santa Beatriz, Lima, Perú).



miércoles, 20 de enero de 2016

LAS ARTIMAÑAS DE LA ADÚLTERA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LAS ARTIMAÑAS DE LA ADULTERA
Un Comentario de Proverbios 7
Este capítulo consta de un relato magistral y exquisitamente escrito acerca de la seducción (v. 6-23), el cual está enmarcado por una llamada de atención, como si fuera un preludio, hecha por el padre a su hijo (v. 1-5), y una advertencia final sobre las consecuencias de no escuchar la voz de la sabiduría (v. 24-27).
Es muy apropiado publicar este artículo en el Día del Padre, porque todos los hombres, cualquiera que sea su edad, y muchas veces aun los casados, están expuestos a caer en el peligro que aquí se describe. Y es bueno estar advertidos. "El que piensa estar firme, mire que no caiga."(1Cor 10:12).


1. "Hijo mío, guarda mis razones
y atesora contigo mis mandamientos."
2. "Guarda mis mandamientos y vivirás,
Y mi ley como la niña de tus ojos."
3. "Lígalos a tus dedos;
Escríbelos en la tabla de tu corazón."
4. "Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia llama parienta;"
5. "Para que te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña que ablanda sus palabras."

El capítulo empieza con una exhortación paterna semejante a la que figura en otros pasajes de Proverbios, como 1:8, 9; 2:1-4; 3:1; 4:1ss; 4:10; 4:20, 21; 5:1,2, aunque es aquí un poco más elaborada.
El inicio del capítulo está enfocado en dos cosas relativas a la torá, (la cual debe ser entendida aquí no sólo como "ley" sino sobre todo como "enseñanza", o "dirección"): primero, escuchar y guardar en la mente los consejos paternos; y segundo, cumplirlos.

1. Es necesario guardar el buen consejo como quien conserva un tesoro valioso, con el mismo cuidado y diligencia con que se le guarda en el lugar más secreto. Cuanto mayor sea el valor de un objeto de gran precio, con más cuidado se le conserva.
2a. Lo que debe ser guardado, cumplido, son los mandatos, las órdenes o prohibiciones concretas que da el padre (cf 4:4c). La palabra hebrea shamar que se traduce por "guardar", tiene el mismo doble sentido que tiene en español y en muchos otros idiomas, de conservar, mantener, cuidar, asegurar; y de cumplir, observar, obedecer.
"Guarda mis mandamientos y vivirás." Cumpliendo los mandamientos se alcanza la vida. A ese respecto vale la pena observar que cuando el joven rico se acerca a Jesús con la pregunta ¿haciendo qué cosa alcanzaré la vida eterna? Jesús simplemente le responde: Ya conoces los mandamientos, y cita algunos de ellos (Mr 10:17-19). La relación entre el cumplimiento de los mandamientos y la vida eterna es muy antigua en la Biblia. Recuérdese lo que dice el Levítico: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre vivirá en ellos." (Lv 18:5). Véase también al respecto Lc 10:25-28.
2b. La enseñanza paterna debe ser guardada con el mismo extremo cuidado con que el hombre protege su pupila, porque es a través de ella como entra la luz a sus ojos, y sin ella deambula ciego (Véase Dt 32:10; Sal 17:8; Zc2:8).
3a. Esta es una expresión simbólica que indica cuán presente debemos tener la enseñanza paterna. Nada nos es más cercano, ni tenemos tan fresco en la memoria, como lo que tenemos entre los dedos, como el hilo blanco que anudamos en uno de ellos como recordatorio, o el anillo de nuestro compromiso nupcial.
3b. Así como Moisés escribió los mandamientos en "tablas de piedra", el joven debe escribirlos en las tablas de su corazón (Pr 3:3), es decir, en su memoria. Si se tienen escritos ahí, no hay necesidad de leerlos para consultarlos, porque están bien grabados en la mente. Eso nos recuerda lo que dice Jr 31:33: "Daré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón."
(Nota 1).
4. La relación que tenemos con la sabiduría debe ser tan estrecha como la que tenemos con una hermana, de tanta familiaridad como la que tenemos con parientes cercanos. ¿Qué quiere decir eso? Que nuestra mente debe estar tan imbuida de las máximas de la sabiduría como para que ellas determinen nuestra manera de comportarnos y guíen nuestra conducta. La sabiduría que no se manifiesta en actos, que es sólo especulación, es inútil. Sabio es el que actúa sabiamente, no el que piensa sabiamente, pero actúa mal.
5. Lo primero en que esa sabiduría de vida se manifiesta es en evitar a la mujer extraña, a la tentadora que ofrece sus brazos y sus caricias indiscriminadamente, y cuyo fin es capturar al hombre por los sentidos para servirse de él y explotarlo. En verdad, el hombre puede hacerse esclavo de la mujer sin quererlo ni darse cuenta, por el poder del sexo. Se vuelve incapaz de pensar claramente y discernir lo que le conviene; se somete a humillaciones y despilfarra sus bienes con tal de agradarle a ella. Ella lo domina ofreciéndosele y rehuyéndolo, de modo que él vive pendiente de sus favores como el perrillo mira a su amo. La virilidad en esos casos es arrastrada por tierra y se vuelve abyecta servidumbre.

6-23. El libro de los Proverbios muestra una gran preocupación por el gran peligro en que están los jóvenes de caer en manos de mujeres ligeras. La sabiduría es presentada en los primeros siete capítulos en gran parte como una manera de prevenir ese desvío. Esa preocupación muestra cuan común debió haber sido en aquel entonces ese peligro. Pero es también un peligro presente y causa de perdición de muchos.
El pasaje que sigue no nos revela cómo termina la aventura que relata, sino pasa de frente a la moraleja, dando a entender que el final es trágico: el joven sigue a la seductora para su daño, o para su muerte, posiblemente como consecuencia de la venganza del marido engañado.

6. "Porque mirando yo por la ventana de mi casa,
Por mi celosía,"
7. "Vi entre los simples,
Consideré entre los jóvenes,
A un joven falto de entendimiento,"
8. "El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,
E iba camino a la casa de ella."
9. "A la tarde del día, cuando ya oscurecía,
En la oscuridad y tinieblas de la noche."

El proverbista se encuentra en su casa mirando a través de la celosía (2) de una ventana lo que ocurre al oscurecer en una noche quizá de luna nueva, en la calle por la que pasan varios jóvenes, y se fija en uno, de quien se dice que es falto de entendimiento, o peor, que podría no haber sido instruido por sus padres, o mucho peor, que no prestó atención a sus palabras de advertencia. El joven se dirige a la casa de una mujer de costumbres ligeras. Él hace lo contrario de lo que aconseja Pr 5:8: "Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa." (Según la Septuaginta y la versión aramea llamada Peshita, es la mujer la que espía a través de la celosía).

10. "Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y astuta de corazón,"
11. "Alborotadora y rencillosa,
Sus pies no pueden estar en casa;"
12. "Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,
Acechando por todas las esquinas."
13. "Se asió de él y le besó.
Con semblante descarado le dijo:"
14. "Sacrificios de paz había prometido,
Hoy he pagado mis votos;"
15. "Por tanto he salido a encontrarte,
Buscando diligentemente tu rostro,
Y te he hallado."
16. "He adornado mi cama con colchas
Recamadas con cordoncillo de Egipto;"
17. "He perfumado mi cámara
Con mirra, áloe y canela."
18. "Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;
Alegrémonos en amores."
19. "Porque el marido no está en casa;
Se ha ido a un largo viaje."
20. "La bolsa de dinero se llevó en su mano;
El día señalado volverá a su casa."

10. De pronto una mujer vestida como ramera, es decir, con el rostro cubierto con un velo, y vestida con ropa llamativa (Gn 38:14), se acerca al joven. Ella sabe cómo envolver a los incautos con sus argucias y engañosas palabras, y con sus manos suaves que acarician (Pr 5:13).
11,12. Ella está siempre armando intrigas, yendo de casa en casa (1Tm 5:13). Sus oídos tienen comezón de oír chismes, y su boca de propagarlos, o de inventarlos. Por eso ronda por las calles y las plazas, espiando por las esquinas, al acecho de lo que le parezca sospechoso.
13. Se acerca al joven que ha escogido, lo coge del brazo y lo besa, al mismo tiempo que lo mira con descaro. El Sirácida dice: "La liviandad de la mujer se muestra en el descaro de la mirada, y en el pestañear de sus ojos." (Sir 26:12).
14. Finge ser mujer piadosa para hacerle creer en la bondad de sus propósitos. Le asegura que en cumplimiento de un voto, ha ofrecido ese mismo día sacrificios de paz, por lo que hay abundancia de carne y comida en su casa (Lv 7:15-17).
15. En verdad, ella ha salido a buscar una aventura, no importa con quién sea, y aborda al primer candidato que le parece apropiado, haciéndole creer que lo ha buscado a él en particular. Y el joven se lo cree porque siempre estamos dispuestos a creer lo que nos halaga.
16,17. La mujer venusiana hecha para el amor sensual, adorna y perfuma su cama como por instinto, como para seducir al hombre embriagando su olfato y su tacto con aromas y sedas. Suele tener un sentido innato del amueblamiento sensualmente atrayente. Todo en su alcoba, o recámara, habla de feminidad y de placer. ¿Cómo podría echársele en cara que cultive aquello para lo cual está tan dotada? Es una predisposición innata que está acompañada de ciertas características físicas: ojos almendrados, piel suave como acolchada, firmeza en las manos, voz acariciante, mirada atrevida, labios carnosos. Todo en ella es envolvente y seductor. Para ella el amor físico es un arte que cultiva con sabiduría. Está hecha para atraer al hombre. Es inteligente y valiente; no se achica ante el peligro; está llena de recursos para salir bien librada, porque es lúcida.
La mujer honesta carece de esas artes; su amor es espiritual, hecho de sentimientos. Ella se entrega. Si su instinto no la guarda, puede ser fácilmente engañada.
En cambio la mujer sensual no se entrega, se da por ratos. Ella no pertenece a nadie; es difícilmente conquistada, pero conquista; no es seducida, sino seduce; está siempre en control de la situación; finge dejarse atrapar, cuando es ella la que atrapa; es astuta y calculadora, de palabra fácil; rara vez se conmueve, y si llora, sus lágrimas son una treta. Su cuerpo arde, pero su corazón es frío. Si se enamora es por poco tiempo, y cambia con frecuencia el objeto de sus preferencias.
Cuando el Evangelio dice que de la Magdalena salieron siete espíritus dice una gran verdad, porque detrás del atractivo de la mujer seductora y de su arte amatorio, suele haber espíritus seductores que dan encanto especial a su voz y a su mirada, así como calor a su seno. Guarda su hechizo y su fascinación sobre los hombres hasta edad avanzada, y por eso suele estar siempre rodeada de admiradores.
Es atraída por el buen porte, por la fuerza unida a la donosura y el garbo; por el gesto altivo y despreocupado del hombre engreído y seguro de sí mismo. Pero, sobre todo, es atraída por el dinero. El galán apuesto pero pobre encuentra poco favor a sus ojos, pero no lo desprecia si está sola, porque necesita compañía y detesta la soledad. Conoce muy bien a los hombres y los mide con una rápida mirada.
No está hecha para la maternidad y con dificultad concibe, si no es del todo estéril. Finge pudor, pero le gusta que la miren desnuda. Sabe que desnuda lleva puesto su mejor traje.
La cortesana vive a la sombra del poder, cuyos hilos mueve astutamente. Los poderosos se alocan por ella, y no les importa compartir con otro sus favores, pues saben que las cortesanas no son fieles. Si alguno se enamora realmente de ellas, le tienen cariño y lástima. Prefieren al que las desprecia, y tratan de conquistarlo. Persiguen al hombre que se resiste a sus encantos como quien persigue a un enemigo, hasta vencerlo cuando se incline sobre ella. Si no logra su cometido, al final, odia.
18. El amor físico, exaltado por el estímulo de los perfumes, produce una embriaguez de la que es difícil despertar. Pero el placer que proporciona es un pálido eco del deleite conyugal, que es mucho más profundo y sin culpa (Pr 5:19).
19,20. Ella confía en que su marido está lejos y no los sorprenderá. Ella es una mujer arriesgada que no le teme al peligro. La Vulgata y algunas versiones, como la NVI, dicen: "No volverá a casa hasta la luna llena." Como el vers. 9 sugiere que el incidente se produce una noche de luna nueva, ella le está diciendo que cuentan con dos semanas para gozar a sus anchas.

21. "Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,
Lo obligó con la zalamería de sus labios."
22. "Al punto se marchó tras ella,
Como va el buey al degolladero,
Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23. "Como el ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es contra su vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón."

21-23. El joven tenía otros proyectos, pero ella vence su resistencia con su zalamería, ofreciéndole varias noches ininterrumpidas de placer. Cuando el joven está inclinado al pecado se deja tentar fácilmente, pero no sabe en qué lío se mete. El proverbista presenta tres ejemplos de lo que le espera al incauto; dos tomados del reino animal (el buey que camina confiado al matadero, y el ave que vuela hacia la red), y uno, de las circunstancias humanas (la prisión).

24. "Ahora, pues, hijos, oídme
Y estad atentos a las razones de mi boca."
25. "No se aparte tu corazón a sus caminos;
No yerres en sus veredas."
26. "Porque a muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
27. "Camino al sheol es su casa,
Que conduce a las cámaras de la muerte."

Como corolario de la historia precedente el proverbista se dirige a su audiencia imaginaria formada ya no por uno sino por varios hijos, a quienes invita a escucharlo con atención.
Notemos que el maestro comienza su exhortación diciendo "Oídme", porque para escuchar sus consejos es necesario, primero, oírlos; no cerrar los oídos ni apartarse; y segundo, prestar atención al que habla, poner todas las potencias del ser tendidas para comprender lo que se dice. La comprensión que se alcanza es una función de la atención que se pone. Si no se atiende, no se entiende.
El pasaje termina con una exhortación del padre (el maestro) a sus hijos (los discípulos): No dejes que tu corazón sea seducido por sus encantos, porque son mortales; no vayas por donde ella te llame. Con ese fin usa imágenes fuertes para describir en términos figurados el terrible destino (o castigo) que aguarda a los que se hacen esclavos de su hechizo.
¡Cuántos son los que la han seguido y han sido víctimas de sus embustes! ¿Cuáles pueden ser éstos? La infidelidad que corroe el corazón, el desprecio de su rechazo cuando ya te tiene atrapado; o el agotamiento que producen los excesos de la pasión; o los errores que hace cometer y que vuelven ridículo al hombre.
La seductora convierte en esclavos de sus caprichos a los que se dejan prender en las redes que tienden sus ojos, o las mentiras de sus labios. En verdad su casa es, en un doble sentido, un camino al sheol, esto es, al lugar de los muertos, porque las penas del amor son para el que las experimenta una tortura comparable al infierno, y el que se vuelve esclavo de sus pasiones encontrará al fin que el camino de su casa lo condujo al abismo de la perdición eterna (Pr 2:16-19; 5:1-6).
Por ello, aconseja el padre: Muchos han creído que podían tener comercio con ella y salir bien librados para contarlo. Pero su abrazo hunde a los más fuertes y hace que se destruyan. El atractivo que ejerce sobre los hombres los empuja a deshonrarse y a vagar como mendigos pendientes de sus favores. Pierden todo sentido del honor y se vuelven como esclavos de sus caprichos.

Notas: 1. Nótese que en francés y en inglés saber algo de memoria se dice "saberlo de corazón" ("savoir par coeur", "to know by heart").
2. Las celosías eran como las persianas modernas hechas de tablillas de madera juntas, que permitían al que estaba en la ventana ver lo que había afuera, pero no permitían desde afuera ver lo que había adentro. Se llamaban así porque su existencia se debía a los celos del marido, que no deseaba impedir que su mujer mirara a la calle, pero que, a la vez, no quería que ella fuera vista (Jc 5:28). Los balcones coloniales de Lima tienen también un entramado de madera que no permite ver a la persona que asoma a la ventana.


#886 (21.06.15) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima 18, Perú. Tel 4227218. (Resolución # 003694-2004/OSD-INDECOPI).

jueves, 24 de septiembre de 2015

AMONESTACIÓN CONTRA EL ADULTERIO

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
AMONESTACIÓN CONTRA EL ADULTERIO
Un Comentario de Proverbios 6:20-35
20. "Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre."
Es interesante la distinción que hace el proverbista entre los consejos del padre y los de la madre mediante el uso de distintas palabras: el consejo del padre tiene la autoridad del mandamiento (mitzvá); el de la madre es menos autoritario, más suave, es enseñanza (tora) (Nota 1). El uno se dirige a la voluntad, el otro al corazón. Pero ambos se complementan, y cuando los esposos están unidos por lazos de amor profundo, nunca se contradicen, sino se apoyan mutuamente. (Véase 1:8,9; cf 4:1)
Nótese también que el mandamiento se guarda y la enseñanza se sigue. No se sigue el mandamiento, ni se guarda (en el sentido de cumplir) la enseñanza.
Obedecer a los padres es obedecer a Dios, dice con acierto I.H. Ironside. Dios bendice a los hijos que se someten a la disciplina paterna, y los guarda de caer en emboscadas y tropiezos morales y de orden práctico, sobre todo cuando los padres los educan "en la disciplina y amonestación del Señor." (Ef 6:4)
Rechazar los consejos de los padres puede tener consecuencias fatales en la vida, como nos  advierte Pr 5:11-13.
21. "Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello."
Este versículo refuerza en términos poéticos el consejo precedente. Bien dice el Salmo 119: "En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti." (v. 11), porque -como dice otro proverbio- "del corazón mana la vida." (4:23). Lo que hacemos en la práctica está determinado por lo que tenemos en el corazón.
Si las ha grabado en el corazón, las amonestaciones de sus padres pueden ser para el hijo como—una cadena al cuello que le impidan voltearse para mirar a una mujer atractiva pero ajena (2). Recuérdese la advertencia de Jesús: "Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." (Mt 5:28).
22. "Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardaran; hablarán contigo cuando  despiertes."
¿Por qué debe darse tanta importancia a los consejos de padre y madre, a su mandamiento y enseñanza? Porque serán una guía segura para el joven (o la joven) al empezar su vida independiente como adultos, al término de la adolescencia. En ellos tendrá el joven un "standard" o patrón, una norma que lo sostendrá en momentos de duda o de tentación, una ley escrita en su corazón que lo guardará de pecar. Serán para él como una valla vigente las veinticuatro horas del día. Nótese que aquí se mencionan tres momentos básicos en la vida que figuran también en Dt 6:7, esto es, andar, acostarse, levantarse, o sea, el día, la noche y la mañana (Véase Pr 3:23,24; 4:12; Sal 63:6).
Te servirán de guía durante el día; te guardarán de noche, para que no aproveches la oscuridad para pecar; e incluso cuando duermas (como dice el salmo 16:7b: "Aún en las noches me enseña mi conciencia.”). Al despertar te amonestarán.
Muchas veces los hijos bien educados dejan de hacer cosas por las que se sentían atraídos para no avergonzar a sus padres; o si no hay peligro de que se enteren, para no ser indignos de ellos. Lo mismo puede ocurrir en sentido inverso. Los padres rechazan ciertas tentaciones para no defraudar la alta opinión que de ellos tienen sus hijos; o para no contradecir con sus hechos las enseñanzas que les dieron, considerando lo que podrían ellos pensar si se enteraran. Eso es lealtad recíproca. Pero si es apropiada esa lealtad entre seres humanos ¡cuánto más apropiada es la   lealtad que el hombre debe guardar con Dios! Aunque no pueda igualar a la fidelidad de Dios, que es infinita y perfecta, el joven debe esforzarse por ser en este aspecto un hijo digno de su Padre  que está en los cielos. Como dijo Jesús: "Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto." (Mt. 5:48).
23. "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones  que te instruyen."
En la antigüedad la imagen de una lámpara en medio de la oscuridad era muy expresiva y  elocuente, porque en esa época en que la iluminación era muy cara, y no había casi alumbrado público, tener una lámpara de aceite portátil al caminar de noche podía salvar de accidentes. De manera semejante tanto el mandamiento paterno como la enseñanza materna ayudan a disipar  las tinieblas del error y de la ignorancia, enseñando a los jóvenes a vivir escapando de los múltiples peligros que los acechan, y de los más graves aun a los que sus pasiones los exponen. Como dice el salmista: "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino." (Sal 119:105).
24. "Para que te guarden de la mala mujer; de la blandura de la lengua de la mujer extraña."
El mayor peligro moral al cual está expuesto un joven es el de caer en manos de una mujer  seductora, de lo que se suele llamar una "mala mujer".
Es interesante considerar lo que este término significa. Ella es la mujer libre, sola, que no está  atada a ningún hombre, o que si lo está, le es infiel. Es la mujer que siente una gran atracción por los hombres, y que, por tanto, a su vez, los atrae como un imán, ya que sabe muy bien cómo  manejarlos. Ella es muy sensual y excita la sensualidad del hombre, que con frecuencia se vuelve esclavo de su encanto y del hechizo que ella ejerce sobre él, hasta que ella lo desecha cuando le ha chupado, por así decirlo, toda la sangre. Ella es la mujer que las mujeres buenas temen que les pueda robar su hombre con sus malas artes; la que arruina los hogares y las familias, y provoca tragedias cuando se encienden los celos y las rivalidades.
El joven está pues muy expuesto a caer bajo el hechizo de esas mujeres, porque estar con una de ellas le hace sentirse hombre. Dice que le guarden de la "blandura de su lengua", porque su boca es un pozo de lujuria insondable en la que el joven se precipita cuando se asoma a sus bordes, es decir, a sus labios, y los roza con los suyos. Un beso fatal puede sellar un destino cuando marca al fuego un alma inexperta. Nunca podrá borrar el recuerdo de ese beso. Hay mujeres, en efecto, (y a  veces, algunos hombres) que albergan sin saberlo un espíritu de seducción que captura a sus  víctimas a pesar de ellas mismas, y sin que sean conscientes de ello, porque su hechizo es irresistible.
Nótese que "la blandura de la lengua" puede también referirse a sus palabras halagüeñas, contra  las que advierte Pr2:16 (cf 5:3-8; 7:1-5,21).
25. "No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos;"
Aquí se habla de dos cosas: de la hermosura de la mujer y del atractivo de sus ojos. El hombre, en  efecto –es decir, su naturaleza sensual- codicia el cuerpo de la mujer de rostro hermoso, que le  promete placeres extraordinarios. De otro lado, la mirada de la mujer, sus ojos misteriosos y profundos, sugestivos a ratos, retadores en otros (Is 3:16), cautivan el alma del varón. La mirada  de la mujer puede ser un pozo maravilloso de sorpresas y de encantos en el que el hombre se  sumerge embelesado. Una vez atrapado ya no puede salir de él aunque quiera. Está preso por sus sentidos excitados. Lo que ella le ha hecho experimentar lo persigue día y noche, y no puede dejar  de desear volver a verla.
26. "Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; y la mujer  adúltera (3) caza la preciosa alma del varón."
Una vez que ha conquistado a la mujer deseada, el hombre se vuelve esclavo de ella. La presa se apodera de la voluntad de su captor. Como consecuencia del poder que ella ejerce sobre él, el hombre se vuelve inerme, incapaz de ningún esfuerzo, inofensivo. El pedazo de pan que cualquiera se lleva a la boca sin que ofrezca resistencia, simboliza la condición a la que el hombre en brazos de una mujer así, es reducido. Ella le roba su voluntad y lo convierte en su esclavo (Pr 5:10,11; 29:3; cf Lc 15:13,16,30). Peor aún, se convierte en el hazmerreír de los que observan su condición y saben que ella no le es fiel, ni puede serlo, haciendo que él se resigne a compartir sus favores con otros.
Como el cazador que persigue a su presa no cesa en sus esfuerzos hasta que la abate, de manera semejante la seductora persigue como presa al hombre que codicia, hasta que lo rinde.
Lo que puede pasarle a un hombre en esas circunstancias nos lo enseña el final de la terrible historia de Sansón y Dalila (Jc 16:15-21). ¡Cuánto se habrá arrepentido Sansón, ya ciego y sin fuerzas, de haberse dejado cautivar por los encantos de Dalila! Él había desoído varias veces el consejo de sus padres. El precio que tuvo que pagar por ello al final fue altísimo. A él podría aplicarse el dicho: "El que ama el peligro, caerá en él."
27,28. "¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen?"
En este par de versículos de paralelismo sinónimo ambos dísticos expresan la misma idea. Las imágenes que utiliza ilustran bien cuán inescapable es la acción destructiva del fuego. Nadie puede tomar, en efecto, fuego en su seno, ni andar sobre brasas sin quemarse. El mensaje es claro: ¿Puede el hombre hacer algo ilícito sin sufrir las consecuencias?
La mujer ajena es comparada con el fuego al que nadie puede acercarse sin quemarse, porque la pasión es como un fuego que enciende el alma.
29. "Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare."
Eso es lo que le ocurrirá a todo el que se deja tentar por la mujer seductora que pertenece a otro. El placer experimentado al comienzo se tornará amargo como la hiel, una vez escanciada la copa que ella le ofrece. En adelante una aguda espada de Damocles penderá amenazante sobre su cabeza.
30,31. "No tienen en poco al ladrón si hurta para saciar su apetito cuando tiene hambre; pero si es sorprendido, pagará siete veces; entregará todo el haber de su casa."
El pobre que por necesidad roba para saciar su hambre suele ser tratado con indulgencia por la mayoría de la gente. Pero si cae en manos de la justicia será obligado a entregar todos sus bienes hasta el séptuplo del valor de lo robado, además de ser enviado a la cárcel (4).
El adulterio es, en verdad, un robo. Roba a los esposos la tranquilidad de una unión conyugal sin fallas; roba a uno u otro los favores que el cónyuge le debe con exclusividad; rompe la promesa de fidelidad que ambos se hicieron al casarse; y despoja a ambos del placer que compartían cuando se eran fieles.
32,33. "Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada."
Los dos versículos anteriores comparaban la condición del adúltero con la del ladrón sorprendido "in fraganti". Aquí se constata, primero, que el adúltero actúa sin inteligencia, porque no mide las consecuencias de sus actos. Y en segundo lugar, se destaca el efecto más grave que produce el adulterio: Corrompe el alma del que lo comete, la ensucia y la contamina con un pecado horrendo. Si pudiéramos mirar el alma del adúltero, nos espantaría su aspecto y condición, y el hedor que exhala nos produciría asco.
David, el rey guerrero y poeta, a quien Dios había bendecido tanto, cuando codició a una mujer casada y pecó con ella, para tapar las consecuencias de su adulterio, llegó al extremo de tramar la muerte del marido agraviado. Dios reservó para él un severo castigo, pues el profeta Natán le anunció que la espada no se apartaría de su casa (2Sm 12:10).
Recuérdese que la ley mosaica condenaba a muerte a la pareja adúltera (Lv 20:10; Dt 22:22; cf Pr 2:19). Pero esa pena no siempre se aplicaba estrictamente. En el caso de la mujer sorprendida en adulterio flagrante que trajeron a Jesús, sus acusadores dejaron escapar al hombre, y sólo trajeron a la mujer, como si él fuera menos culpable que ella. (Jn 8:2-5).
34,35. "Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza. No aceptará ningún rescate, ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones."
Pasando a las consecuencias externas de su pecado, se constata que la afrenta que hizo el adúltero al honor del marido agraviado nunca será extinguida y, como resultado inevitable, será atacado y golpeado, y encima será avergonzado, cuando su ofensa se haga pública. No encontrará a nadie que lo defienda. ¿Dónde se hallará un insensato que haga el elogio del adulterio? Más bien todos se avergüenzan de ello, y el que lo comete tratará de ocultarlo.
El adúltero se expone a una de las formas de sentimiento más agresivas y peligrosas: los celos del hombre agraviado, o engañado, por su mujer. No habrá nada que aplaque su furia y su deseo de venganza. No hay dinero con que se le pueda comprar, salvo que sea un descastado. En efecto, por las páginas policiales sabemos que los celos son una de las causas más frecuentes de homicidio.
Si bien Proverbios habla aquí de los celos masculinos, algo semejante se podría decir de los celos femeninos, que pueden ser tan agudos y crueles, y más aún quizá, que los del varón. La mujer defiende a su "hombre" como su posesión más preciada, como un animal herido se aferra a su presa para que no le sea quitada.
Notas: 1. La palabra tora, que suele traducirse como "ley", quiere decir en primer lugar "enseñanza", "instrucción".
2. Véase Pr 3:3; cf 4:21.
3. Así dice el original hebreo y así lo traducen muchas versiones. La versión RV 60, al decir solo "mujer" diluye el contraste entre los dos tipos de mujeres, la ramera y la casada adúltera, y el daño diferente que pueden hacer a un hombre.
4. Siete veces debe entenderse no literalmente, sino como una licencia retórica en el sentido de completo (Véase Gn 4:15,24). De hecho la ley de Moisés no exigía pagar más de cinco veces el valor de lo robado (Ex 22:1). Zaqueo, por ejemplo, ofreció devolver cuatro veces lo que había cobrado en exceso en impuestos (Lc 19:8).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. E n adelante quiero vivir para ti y servirte."
#879 (03.05.15) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima 18, Perú. Telf. 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI) .

viernes, 22 de mayo de 2015

ELOGIO DEL AMOR CONYUGAL

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ELOGIO DEL AMOR CONYUGAL
Un Comentario de Proverbios 5:15-23
Después de haber advertido contra los peligros de la mujer extraña o seductora, el maestro pasa a ensalzar las virtudes del amor entre esposos.
15. “Bebe el agua de tu propia cisterna,
Y los raudales de tu propio pozo.”
16. “¿Se derramarán tus fuentes por las calles,
Y tus corrientes de aguas por las plazas?”
17. “Sean para ti solo,
Y no para los extraños contigo.”
18. “Sea bendito tu manantial,
Y alégrate con la mujer de tu juventud.”
19. “Como cierva amada y graciosa gacela,
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor recréate siempre.”
20. “¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,
Y abrazarás el seno de la extraña?
15. Este versículo de paralelismo sinónimo contiene una encendida simbología poética del amor erótico, de la unión física afín a la del Cantar de los Cantares (7:1-5). La cisterna propia cuya agua limpia y pura se bebe es la mujer propia. Para entender esta metáfora debe recordarse que muchas casas orientales en ese tiempo en que el agua era escasa, tenían una cisterna en el patio que surtía de agua a la familia y que hacía innecesario buscar el líquido elemento en el pozo común (2R 18:31) (Igual ocurría en la Lima antigua) (Nota 1) La segunda línea repite la misma idea con palabras distintas pero afines: raudales por agua, pozo por cisterna.
Este proverbio es una invitación inequívoca a la fidelidad conyugal, a cultivar el amor de una sola mujer. El amor conyugal es uno de los mayores dones que Dios le ha hecho al hombre, y debe gozarse de él con gratitud y fidelidad, sin codiciar la cisterna ajena. El caso del rey David, que codició a la mujer del fiel Urías, puede servir de escarmiento de la conducta contraria (2Sm 11:2,3). En cambio, las recompensas de la fidelidad son muchas (Sal 127:3-5; 128:3). (2)
16. Esa fidelidad a un solo amor contrasta con la promiscuidad representada por la imagen de las fuentes que se derraman por las calles y de las aguas por las plazas. Las palabras usadas dan una acertada imagen de desperdicio de la propia sustancia, y del peligro de contaminación que la vida promiscua conlleva. Al respecto el lenguaje de la epístola a los Hebreos es muy claro: “Honroso sea el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (13:4). (3)
17. No compartas las aguas de tu manantial con los extraños que se acuestan con tus compañeras ocasionales, ni bebas el amor contaminado por otras fuentes, porque eso, a su vez, no dejará de contaminarte a ti. (4)
18. Más bien preserva tu manantial para una sola mujer con la que puedas alegrarte para que Dios bendiga vuestro amor. Sé fiel a la mujer que amaste en tu juventud (Dt 24:5), y no le des la espalda buscando a una más joven cuando aparezcan arrugas en su rostro, pues Dios será testigo en contra tuya (Mal 2:14,15). Como dice el Predicador (Qohelet): “Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol…” (Ec 9:9).
El versículo que estudiamos lleva implícita la idea de que el amor conyugal que ha sido cultivado a lo largo de los años puede proporcionar satisfacciones mucho mayores y más profundas que los amores nuevos u ocasionales. El placer que proporciona el amor fiel es intensificado por los sentimientos y las experiencias compartidas, e incluso por las pruebas por las que los esposos hayan podido pasar. Como dice Mathew Henry, el placer mutuo es fruto de la fidelidad mutua.
Tu mujer es la esposa que Dios en su Providencia ha destinado para ti. Debes pues tratarla como un regalo de Dios, según dice el proverbio: “La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente.” (19:14).
19. El realismo y sensualidad de esta imagen es sorprendente. Compara a la amada con una cierva o gacela graciosa. En verdad estos animales gráciles han sido siempre símbolos del amor, porque suelen ser muy gentiles con su pareja (Cant 2:9,17). La idea de que las caricias satisfacen es muy exacta y oportuna, no sólo por el placer que proporcionan, sino también porque estando el hombre satisfecho, no tendrá motivos para buscar el pasto verde de otros prados, ni consuelo en otras caricias.
Es interesante que la palabra hebrea que se traduce como “caricias” (dad) quiere decir en realidad “pechos”, de manera que la frase entera podría traducirse así, “Que sus pechos te satisfagan siempre”, de tal modo que, embriagado con ellos, no busques otro elixir que pudiera ser venenoso. En Cantares la esposa dice: “Mi amado…reposa entre mis pechos.” (1:13).
20. La perícopa iniciada en el vers. 15 alentando a la fidelidad matrimonial termina con un consejo paternal en forma de pregunta: “¿Y por qué hijo mío…? En efecto, el casado que se junta con una mujer ajena está trágicamente ciego al daño que se hace a sí mismo, y a su matrimonio y, por tanto, a su felicidad; ciego a la afrenta que inflinge a su esposa; ciego al perjuicio que las relaciones irregulares causan a su propia salud, provocadas por la angustia y los remordimientos que acompañan a la vida desordenada; ciego al castigo que tendrá que sobrellevar, y que será eterno si no se arrepiente a tiempo; ciego, en fin, al daño que puede causar a sus hijos, si los tuviera, y que no le perdonarán fácilmente la ofensa hecha a su madre.
Conviene recordar lo que dice Pr 9:17: “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en secreto es sabroso.” Sin embargo, el placer que proporcionan ambos es de corta duración, y al final, como continúa diciendo el proverbio, se encuentra que “allí están los muertos, y que sus convidados están en lo profundo del Sheol.” (v. 9:18). ¿Qué agua prefieres tú beber, la que brota de un manantial límpido, o la que está empantanada en un charco maloliente y sucio?
De paso este versículo 20 es un caso de paralelismo sinónimo en que la segunda línea apoya con una imagen realista el sentido de la primera.
            Consideraciones adicionales. Los padres de la iglesia solían dar a la frase: “Bebe el agua de tu propia cisterna…” una interpretación espiritual en un sentido figurado. Así, por ejemplo, Orígenes (siglo III) aplica la imagen de la propia cisterna a la lectura personal de las Escrituras, que puede servir de iluminación a nuestro espíritu. Basilio el Grande (siglo IV) agrega que uno no debe ir a las cisternas ajenas para buscar el consuelo de la vida teniendo en la ley de Dios una cisterna propia. Juan Casián (siglo V) relaciona este versículo con un texto de Isaías: “Serás como huerto de riego y como manantial de aguas…” (58:11) cuando todos tus pensamientos se conviertan en una meditación constante en la palabra de Dios. Clemente de Alejandría (c.150-c.215) interpreta la pregunta: “¿Por qué andarás ciego con la mujer ajena…?” en el sentido de no dar demasiada importancia a la educación clásica secular, en detrimento del estudio de la palabra divina, que es propia del cristiano, y de la cual fluye toda la sana doctrina. Esa observación evoca la polémica vigente entonces acerca de si los cristianos debían o no participar de los estudios académicos de su tiempo, que eran el reflejo de la cultura greco-romana pagana.
21. “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová”,
Y Él considera todas sus veredas.”
22. “Prenderán al impío sus propias iniquidades,
Y retenido será con las cuerdas de su pecado.”
23. “Él morirá por falta de corrección,
Y errará por lo inmenso de su locura.”
21. Este vers. expresa una gran verdad que aparece en muchos pasajes de la Biblia: Nada escapa a la mirada atenta de Dios. Toda nuestra vida, pasado, presente y futuro, está abierta delante de sus ojos, como un libro. Nada se le oculta, así como tampoco nuestras intenciones y nuestras motivaciones, junto con nuestros pensamientos y nuestras palabras. Él lo conoce todo.
            Como ejemplos citemos una frase del salmo 94: "El que formó el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?” (vers 9); o la conocida enseñanza de Jesús: "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados.” (Mt 10:29,30). Si ni aún el menor de nuestros cabellos escapa a su atención, ¿qué será con las cosas mayores? ¿Sabes tú cuántos cabellos tienes en la cabeza? ¿Los has contado? Pues Dios sí lo ha hecho.
            22. Este versículo dice que el impío caerá en la trampa que le tienden sus propias maldades. Con sus actos va tejiendo una maraña de relaciones, de resistencias, de odios, y de complicidades involuntarias, que terminarán por destruirlo. Pasando de las circunstancias concretas a las abstractas diremos que el que así obra sufrirá las consecuencias inevitables de sus actos. Esto es, no será necesario que Dios intervenga  para castigarlo, pues sus propios actos lo harán.
¿Es a esto a lo que lo que la Biblia llama en otros lugares "castigo de Dios"? (Jb 31:23; Pr 3:11) ¿O es el castigo de Dios una intervención divina en el curso de los acontecimientos para producir cierto resultado de acuerdo a sus propósitos de justicia? Dios obra de ambas maneras. Como Él ha establecido las leyes que gobiernan causa y efecto, en muchos casos Él deja que los acontecimientos sigan su curso natural, y que las causas produzcan efectos buenos o malos según su naturaleza. Pero así como a veces Dios interviene para evitar o desviar las consecuencias normales de los hechos, en otras las agrava, o introduce factores nuevos que modifican el curso de los acontecimientos. Pero tenemos que reconocer que, en última instancia, cómo y por qué actúa Dios es algo demasiado alto para que lo podamos conocer (Is 55:9).
23. Todos los seres humanos tenemos necesidad de ser corregidos, porque todos estamos inclinados al mal. El que no tuvo la suerte de ser corregido a tiempo, es decir, en la infancia, o en la juventud; (o habiéndolo sido, rechazó toda reprensión), está a merced de sus impulsos malignos que lo llevarán a la muerte espiritual que es el pecado, el cual, a su vez, puede provocar una muerte física temprana inesperada. Abandonado a los extremos de su desvarío moral, y desprovisto de todo freno, su fin puede ser terrible.
Notas: 1. Yo todavía me acuerdo del pozo que había en la casa de mis abuelos, que estaba rodeado por un parapeto redondo de piedra de poco menos de un metro de altura, y donde todavía estaba la polea y la cadena con la cual antes se bajaba un balde.
2. Así como el agua pura apaga la sed y alivia el calor del estío –apunta J. Gill- de igual manera el amor de la mujer legítima apaga la sed del deseo y alivia el calor de la concupiscencia.
3. Otras versiones traducen este versículo no como pregunta sino así: “Que tus fuentes se derramen alrededor, (como) corrientes de aguas por las calles.” Algunos entienden que “fuente” es el vientre de la esposa que será fructífero por el amor del esposo (“Cosa de estima es el fruto del vientre” dice de los hijos el salmo 127:3b). Es decir, que tu descendencia se multiplique y sea poderosa en la tierra, como promete el salmo 112:2a. En cambio, las rameras, por lo común, evitan tener hijos, y su vientre por eso suele ser estéril.
El comentarista judío del Medioevo, Rashi, entiende figuradamente este texto de los discípulos que se multiplican y honran el nombre de su maestro, a la vez que ellos mismos alcanzan renombre. Pero es mejor entenderlo de las doctrinas del Evangelio que, al difundirse, señalan el camino de la vida eterna a muchos.
4. Algunos interpretan este versículo en el sentido de que siendo fiel a una esposa virtuosa, el marido puede estar seguro de que los hijos que engendre sean realmente suyos, lo que no ocurriría si engendrara otros hijos con sus compañeras ocasionales, pues podrían ser de otro.


Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

 #868 (15.02.15). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).