LA
VIDA Y LA PALABRA
Por
José Belaunde M.
ANOTACIONES
AL MARGEN XXXV
Para interiorizar el sentido de cada idea
sugiero no leer este artículo de corrido sino hacerlo meditando cada párrafo.
* A Dios le gusta hacerse rogar y dejarse vencer por el que ora. ¡Qué
bella idea y qué cierta! Me recuerda la parábola de la viuda y del juez injusto
(Lc 18:1-8).
* El tiempo pasado futilmente es tiempo robado a Dios.
* ¿Qué pensaríamos de alguien que no quisiera dar a los demás lo mejor
de sí, en su profesión, en su trabajo, o en su ocupación, cualquiera que fuere,
sino que pensara que basta que dé lo menos bueno de sí, es decir, que no quiera
hacer mayor esfuerzo para desempeñar su oficio? Lamentablemente eso es lo que
ocurre con mucha gente que ocupa cargos públicos, o que se desempeña como
médico, como abogado, magistrado, funcionario, etc. ¡Cuánto daño hacen y cuánto
sufrimiento causan!
* “El primer enemigo al que hay que vencer es el yo”. Es decir, yo soy
mi propio enemigo. Por eso tengo que vencerme a mí mismo, para convertirme en
mi mejor aliado.
* “Lo que tú les das, me lo das a mí.” Éste es un pensamiento que está
grabado con letras de fuego en los Evangelios: Todo lo que hacemos al hombre se
lo hacemos a Dios. Todo el bien, todo el mal. ¡Cuánta responsabilidad asumimos!
¡Y cuántas lágrimas derramaremos algún día por haber tratado a Dios de la
manera como lo hicimos, como al más miserable de los seres humanos!
* Nosotros tenemos por costumbre imponer nuestra manera de ser,
nuestros hábitos, nuestros gustos, nuestros intereses, a los demás como si
fuera lo más natural del mundo, pero nos rehusamos a hacer lo recíproco.
* La justicia retributiva de Dios se manifiesta en las guerras que
asolan a los pueblos, incluso a los que son inocentes. Pero una guerra en el
Medio Oriente no afectaría mucho a los pueblos europeos. En cambio la crisis
del Euro sí está haciendo sufrir a muchos de ellos. Los economistas y las
autoridades ignoran que las causas de esa crisis son espirituales.
* El que busca la riqueza material por lo general la encuentra, pero
como no busca la riqueza espiritual, carecerá de ella. A la larga ¿cuál es
mejor? Pero muchos no le dan importancia a la segunda y se ríen de ella. No
saben cuán grande es su pérdida.
* La gente se enamora de los “gadgets” que inventa la tecnología y que
pronto quedan obsoletos o pasan de moda, pero que los distraen de las cosas que
tienen verdadero valor.
* Las cruces que abrazamos nos acercan a Dios.
* El lujo en que vivimos es un augurio de la pobreza de nuestra morada
eterna, o quizá peor, del ardor del fuego eterno.
* La felicidad que no se encuentra en Dios es pasajera y engañosa.
* Todo acto malvado tiene su origen en falta de amor. El criminal que
mata para robar no siente nada por su víctima, salvo quizá odio, porque tiene
lo que él codicia. Pero quién sabe si el instinto del amor fue ahogado en su
infancia por el maltrato que sufrió, o por la indiferencia con que fue tratado
por quienes debieron amarlo. Así pues, la falta de amor tiene consecuencias de
largo alcance. Así se encadenan las causas que provocan el sufrimiento humano.
El menosprecio conduce al resentimiento, y éste, al deseo de venganza. ¿Quién
sale ganando? El enemigo que se goza en el sufrimiento humano.
* Cuanto más te acoges a Dios, más estrechamente te cierra Él contra
su pecho.
* Dar de comer al hambriento es una obra que trae gran recompensa.
Pero pocos la practican. Creen que hay otras cosas más importantes. Pero fue la
primera cosa que mencionó Jesús en el famoso pasaje del juicio de las naciones
en Mateo 25:35, y que tiene muchos antecedentes en el Antiguo Testamento (Sal
146:7; Ez 18:7,16). En suma, satisfacer las necesidades de nuestros semejantes
es lo que Dios espera de nosotros porque es lo que ordena el segundo
mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a
ti mismo” (Mt 22:39). Si no lo ayudas no lo amas. Si no lo socorres es
porque ha muerto un lado de tu alma. Pero no es lo mismo dar para que otros den
por ti, que dar uno mismo. Esto tiene más valor, porque nos pone en contacto
con el pobre al que se debe amar por muy desagradable que sea.
* El pecado produce oscuridad en el alma, pero el arrepentimiento hace
que de nuevo brille el sol en ella y disipe las tinieblas.
* El premio que recibiremos en el cielo será mayor que el que hayamos
merecido porque Jesús suple a nuestras deficiencias.
* Apocalipsis dice que sus obras siguen a los salvos (Ap 14:13) y
determinan cómo se porte Jesús con ellos.
* Jesús habita en todos los creyentes, pero nos hace sentir su
presencia en mayor o menor medida según sea la intensidad de nuestro amor por
Él.
* Dios es nuestra esperanza, nuestra única esperanza.
* Jesús recibe los golpes que el mundo asesta a sus discípulos, y los
recibe antes que ellos, porque Él conoce el futuro.
* La sociedad moderna quiere expulsar del mundo a Dios que lo ha
creado. Ellos lo ignoran, no lo reconocen como su Creador; quieren ser
autónomos. No se dan cuenta de que sin Él son nada, menos que marionetas,
porque Dios es el sustento de su existencia. ¿Qué pensaríamos de unas
marionetas que se rebelaran contra el titiritero que mueve los hilos que a su
vez los mueven a ellos? Diríamos que están locos. Permanecerían inútiles,
tirados en el piso, sin vida. Eso sucede a todos los que se rebelan contra
Dios.
* “El amor que me brindas viene de mí”. En efecto, si nosotros amamos
a Dios es porque su amor ha sido derramado en nuestros corazones (Rm 5:5).
* Si yo deseo intensamente estar unido a Cristo, lo estaré; pero si lo
deseo sólo tibiamente no haré muchos progresos.
* ¿Cómo abandonarnos totalmente a la voluntad de Dios cuando nos
aferramos a nuestros deseos y preferencias?
* Si reconozco que soy incapaz, Dios me capacita. Pero si me creo
capaz, Él me abandona a mis propias
fuerzas.
* Que mucha gente nazca, crezca y muera sin conocer a Dios es una
tremenda tragedia, pero al menos tienen la luz de su conciencia que puede
salvarlos (Rm 2:14-16); aunque no todos, porque algunos, a fuerza de violarla,
la han apagado.
* ¿Por qué buscan los hombres ser reconocidos y aclamados? Nada puede
evitar que seamos reconocidos por Dios y eso es lo único que importa.
* Jesús dijo: “Entrad por la
puerta estrecha” (Mt 7:13). Nadie puede entrar por la puerta estrecha sin
ser humilde. Los piadosos orgullosos se quedan afuera.
* El rico debe cultivar un desprendimiento absoluto de sus riquezas.
* Hay quienes disfrazan su amor descontrolado de sí mismos en amor por
una persona en particular. La aman por el bien que obtienen de ella.
* Dios puede hacer que muchos imposibles se vuelvan posibles. De hecho
eso es lo que ha ocurrido con los avances tecnológicos de los últimos tiempos.
Lo imposible, lo inimaginable, se ha vuelto posible. No es el hombre, es Dios
quien lo ha hecho.
* He aquí la gran tragedia de muchos de los que se condenan: No
quieren ser salvados, sea porque niegan que exista el infierno, sea porque no
reconocen que viven en pecado, o que están obrando mal. Justifican sus actos de
mil maneras a pesar de que no ignoran la ley de Dios. Dios puede tocar los
corazones de muchos y cambiarlos, pero hay algunos cuyo endurecimiento es
definitivo.
* Cuanto más suframos por seguir a Cristo mayor será nuestra
recompensa. Eso es una idea que muchas almas tibias rechazan, pero que inspiró
y dio constancia a los mártires de los primeros siglos.
* ¡Qué cierto es que el amor encendido que unos tienen por Cristo
inspira a otros a imitarlos y a contagiarse del mismo amor!
* ¡Cuán grande es el pecado de rebelión en la iglesia y cuánto daño
hace! Los más dañados son los rebeldes mismos.
* Si los que han recibido el encargo de alimentar la devoción al Señor
en otros, son ellos mismos tibios ¿qué cosa pueden inspirar en otros sino
tibieza?
* Sólo el que es santo en toda su manera de vivir (1P 1:15) puede
guiar a otros a la santidad.
* Cuando el pecado corrompe el corazón del creyente, su fe se enfría y
el amor muere.
* ¿Cómo podemos nosotros, estando en el mundo, ocuparnos de dar gloria
al Nombre de Dios? Haciéndolo de una manera franca y directa, siempre que se
presente la ocasión, aunque el mundo nos rechace y ridiculice. Pero hay que
hacerlo también con tino.
* Las cosas tienen para uno el valor que uno les da. Sin embargo,
aparte de eso, tienen un valor objetivo, intrínseco, que no depende del que uno
les otorga, y es el que más cuenta.
* ¡Ay de aquellos que son piedra de tropiezo para otros! ¡Ay de
aquellos que hacen caer a otros en pecado! Jesús dijo: Mejor sería que les
atasen una piedra de molino al cuello y que los echasen al mar (Lc 17:1,2). Ese
sufrimiento sería menor que el que les espera en el infierno. Si los
responsables de los medios de comunicación, de las radios, y de los canales de TV,
y de los diarios y revistas; si los dueños de las discotecas que promueven una
vida de pecado presentándolo como una cosa atractiva y hacen caer a tantos,
supieran el daño que hacen y el suplicio que les espera, renegarían de lo que
están haciendo y se arrepentirían. Pero carecen de fe. Si la tuvieron alguna
vez, la han perdido. El amor al dinero se la ha robado. No creen en el castigo
eterno. ¡Qué necesidad hay de advertir a esa gente acerca de la condenación al
fuego inextinguible que les espera!
* Jesús dijo: “No juzguéis, para
que no seáis juzgados” (Mt 7:1). Podría también haber dicho en nuestro
idioma: No acuséis para que no seáis acusados. Aunque a veces, debido a nuestra
posición, podemos vernos en la obligación de juzgar, o de acusar a otros,
siempre es mejor que nos acusemos a nosotros mismos, pues tenemos delante de
Dios muchos motivos para hacerlo.
* Desgraciadamente no todo lo que yo hago le da gloria de Dios, y eso
es un lastre muy pesado en mi vida espiritual.
* Las campanas de las iglesias deberían doblar a duelo por cada
persona que muere sin reconciliarse con Dios.
* Dios es débil con sus criaturas en el sentido de que se apiada de ellas
y no se anima a castigarlas cuando lo merecen.
* Mi miseria, mi debilidad, conmueven a Dios.
* ¿Puede Jesús sufrir en el cielo a causa de la infidelidad e
ingratitud de los hombres?
* Muchos creyentes cuando hacen algo para Dios, cuando predican y la
gente se convierte, tienden a creer que son algo, olvidando que no son ellos
sino el Espíritu Santo que actúa a través de ellos quien hace la obra, y que ellos
siguen siendo nada más que siervos inútiles (Lc 17:10).
* Cuanto más sencillamente vivamos, aún gozando de comodidades, o aún
siendo ricos, más cerca de Dios estaremos.
* Cuando estábamos lejos de Dios ya Él pensaba en nosotros esperando
el momento de atraparnos en sus redes de amor.
* Estar atentos al sufrimiento de otros y estar siempre dispuestos a
ayudarlos es algo que todos deberíamos aprender para asemejarnos a Jesús, pues
Él lo practicaba.
* ¿Por qué hiere la maledicencia tanto al maldiciente como a su
víctima? Porque tarde o temprano se vuelve contra el primero y sufrirá
inevitablemente las consecuencias.
* Aunque nos cueste admitirlo, Jesús, siendo Dios, está presente aun
en los antros más asquerosos del pecado. Está sufriendo e intentando salvar a
los que ahí se arrastran.
* Un pecador que se arrepiente ha dejado de serlo.
* La humildad es mucho más poderosa que la soberbia aunque parezca lo
contrario, porque a la larga triunfa.
* Hay grandes pecadores que se convierten, y otros que no. ¿De dónde
viene la diferencia? Sólo Dios lo sabe, pero me atrevería a especular que el
elemento crucial es la presencia del orgullo en los segundos.
* Los que rechazan convertirse no saben lo que les espera. Si lo
supieran retrocederían aterrorizados.
* Los cristianos nunca deben hablar mal de otros cristianos, de los
que pertenecen a otras iglesias, a otras denominaciones, porque sus palabras
son latigazos que Cristo recibe. Si discrepamos debemos hacerlo en amor.
* En el cielo no hay lugar para los soberbios, así hayan salvado a
miles (Mt 7:21-23)
* Todo el que se jacta de lo que Dios le da, lo pierde.
* Los avances de la tecnología de las comunicaciones, en particular el
Internet y los celulares, que atrapan la atención de la gente en sus redes
fascinantes, conspiran para alejar a los cristianos de la lectura de la palabra
de Dios, que es su alimento. Al alejarse de la palabra los creyentes empiezan a
padecer de desnutrición. De esa manera pueden ser fácilmente victimas del león
rugiente que merodea buscando a quién devorar (1P 5:8).
Amado
lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la
presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras
esa seguridad. Con ese fin yo te invito
a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús,
tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los
hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he
ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces
gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente
de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname,
Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y
gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#776 (28.04.13).
Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
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