lunes, 23 de septiembre de 2013

ALGUNOS CONSEJOS PARA EL MATRIMONIO

Pasaje tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo

ALGUNOS CONSEJOS SOBRE EL MATRIMONIO
Los seres humanos amamos porque tenemos necesidad de amar. Tenemos dentro un caudal potencial de sentimientos que buscan un objeto para expresarse. A la vez tenemos necesidad de ser amados. Por ese motivo nuestros sentimientos surgen a veces más a causa de esa doble necesidad que del valor de la persona que los suscita y que pudiera no merecerlos. De ahí pueden surgir muchas decisiones erróneas que después lamentamos. De otro lado está también el deseo físico insatisfecho que busca expresarse y que puede disfrazarse de amor para conseguir su objeto.
Es bueno ser conscientes de nuestras motivaciones subjetivas para no engañarnos a nosotros mismos y para no engañar al otro. Podemos decirnos: ¡Cuánto la amo! o ¡Cuánto lo amo! cuando en realidad deberíamos decirnos ¡Cuánto la (o lo) deseo! Lo cual en cierta medida es normal. Amor y deseo van por lo general juntos. Pero conviene no olvidar que el deseo es ciego y puede ser satisfecho con cualquier persona del sexo opuesto (especialmente en el caso de los hombres). Pero al que ama realmente le repugna satisfacer su deseo con cualquiera. Y si tiene una visión correcta de las cosas -aunque no sea creyente- sabrá esperar hasta la boda.
Párrafo tomado del segundo volumen (por publicar) de mi libro, Tel 4712178.



ANOTACIONES AL MARGEN XXXVI

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ANOTACIONES AL MARGEN XXXVI

* La fe y la obediencia están íntimamente ligadas. La fe del que desobedece es una fe anémica, si no muerta, porque la fe se manifiesta en acción, esto es, en obras (St 2:17; 22).
* Obedecer es también manifestación de fidelidad. ¿Puedo yo realmente creer en un Dios al que no soy fiel? Es el caso de los israelitas que adoraban a otros dioses. No creían realmente en el Dios de sus padres, que decía de sí mismo que Él era único (Is 44:6) y que fuera de Él no había otro (Is 45:21b). Si hubieran creído en Él no hubieran admitido la posibilidad de rendir culto a otros dioses. Lo mismo el cristiano que busca apoyo en ciertas prácticas ocultas o supersticiosas, para cubrir sus necesidades o para protegerse de peligros, demuestra tener poca fe en Dios. Es como si le dijera: Tú no me bastas.
* Honrar a los padres es honrar a Dios. Deshonrarlos es deshonrar a Dios (Ex 20:12), porque ellos lo representan.
* El niño aprende a amar y a honrar a Dios, amando y obedeciendo a sus padres. El niño que tuvo padres que no le inspiraron amor y respeto tendrá como adulto dificultades en su relación con Dios.
* Satanás quiere destruir la relación padre-hijos, porque así subvierte la relación del hombre con Dios. Pero también procura subvertir el matrimonio con el divorcio para que los padres no sean como Dios para sus hijos. Por eso los padres deben portarse con sus hijos como Dios con sus criaturas: hacerse cargo de ellos y disciplinarlos cuando sea necesario.
* El que no es enseñado a obedecer de niño, el niño engreído, será un adulto insatisfecho durante el resto de su vida porque espera que todo el mundo ceda a sus caprichos.
* Si tu padre no es digno de honor, honra en él al padre que Dios hubiera querido que fuera.
* Los científicos incrédulos creen que podrán algún día descubrir el secreto de la vida y crearla. Pero nunca van a alcanzar esa meta, porque la vida procede de Dios y sólo Él puede darla (Gn 2:7). Por ese motivo también sólo Él puede quitarla, o estipular las condiciones en que puede ser quitada.
* Para el otro mi vida es sagrada, no puede quitármela, ni yo puedo tampoco (Gn 9:6). Pero sí puedo dejar que me la quiten por una causa superior, como sería ser fiel a Dios, o salvar la vida del prójimo.
* La santidad de la vida es una de las razones por las que no se debería mostrar asesinatos en la pantalla, sea de la televisión o en el cinema, como se hace con frecuencia, porque acostumbran a la gente a la idea de que matar no es algo abominable.
* El adulterio rompe la unidad espiritual que une a los esposos entre sí, y a ellos con sus hijos. Los hijos de padres adúlteros suelen ser desgraciados, aunque no haya divorcio, porque no hay armonía en el hogar.
* La inmoralidad, la corrupción que observamos en la política y en la justicia en nuestro país comienza con la inmoralidad en el hogar, con la infidelidades y las uniones irregulares.
* Es muy difícil que un hombre que es honesto en su vida personal y familiar, sea deshonesto si ocupa una función pública. Y lo inverso es también cierto, que el que es deshonesto en su vida privada sea honesto en su vida pública. Si dirigimos nuestra mirada a los políticos y jueces que con fundamento han sido acusados de corrupción, podremos constatar que en muchos casos su vida privada es irregular.
* Negarse a sí mismo no es una idea muy popular que digamos, sino todo lo contrario. Si no, díganle a un político que se niegue a sí mismo, si lo que él quiere es afirmarse, imponerse, escalar el poder. Díganle que renuncie desinteresadamente para que otro tome su lugar, si él quiere más bien que otros renuncien a favor suyo.
            Díganle a una actriz, o a una reina de belleza que se niegue a sí misma, si lo que ella quiere es alcanzar la fama, triunfar, ser engreída y admirada, ser rica.
            Díganle a un ejecutivo que se niegue a sí mismo, si lo que él ambiciona es subir en la escala corporativa hasta el puesto más alto.
            Díganle a un empresario que se niegue a sí mismo y ceda el primer lugar a la competencia, si lo que él quiere es que su empresa sea la primera y hacer fortuna, aumentando de paso su poder.
            Díganle a un fisioculturista que se niegue a sí mismo, si lo que él quiere es desarrollar su musculatura y exhibirla en los estadios para ser admirado.
            Sin embargo, toda esa gente, en la persecución de sus metas, se niegan muchas cosas a sí mismas, y asumen grandes sacrificios: recortan sus horas de sueño, hacen dietas severas, se imponen entrenamientos agotadores, se someten a maltratos y humillaciones, emprender viajes incómodos, etc., etc. Pero todo lo soportan para alcanzar la meta que se han fijado.
            Se niegan a sí mismos, toman su cruz y la acarician, confiando en que será el lugar de su triunfo, y luego siguen a… ¿A quién siguen? Me temo que no a Jesús sino al tentador, que exige de ellos muchas pruebas de lealtad: vender su cuerpo, traicionar a sus amigos más íntimos, volver la espalda a los que primero los apoyaron, hacer trampa, adular, intrigar sin escrúpulos…
            ¿Quieres llegar a tu meta? Llegar cuesta muchos sacrificios. Hay que pasar por el aro. El tentador es un amo sin misericordia. Él quiere que a cambio del triunfo que te ofrece le vendas tu alma. Jesús en cambio, es manso y humilde de corazón. Los sacrificios que Él exige son de otro orden. No te envilecen. Mejor síguelo a Él. La recompensa quizá no sea inmediata, pero a la larga es la mejor, porque es eterna.
* El amor de Dios funciona al revés del amor humano. Nosotros amamos a los buenos, a los justos, a los simpáticos, a los que son “amables” por definición (es decir, que se pueden amar). Y detestamos a los malos, a los tramposos, a los sucios, a los carnales, a los criminales.
Pero Dios ama a los que nosotros detestamos, y los ama precisamente por aquellos motivos por los cuales nosotros los rechazamos. Dios se inclina hacia la miseria humana. Nosotros nos apartamos de ella. Si queremos amar como Dios ama debemos llegar a amar a los que detestamos (Mt 5:44,45), a los que son objetivamente detestables. Fue por ellos que Jesús vino al mundo. No vino por los sanos sino por los enfermos (Lc 5:31).
* Aunque suene paradójico podemos agradecer a Dios por el hecho de que antes de que nos convirtiéramos éramos indignos de su misericordia, porque si hubiéramos sido dignos de ella, Él no se habría fijado en nosotros. Nuestra miseria atrajo su atención.
* La mayoría de los reyes de Judá, y todos los reyes de Israel, fueron impíos, o se desviaron. ¿Cómo puede pensarse que Dios coloque en el trono a personas cuya inclinación fue para el mal desde el comienzo, como muchos de ellos? Dios permitió su entronización, pero ellos no fueron sus escogidos.
            En cambio Él puede colocar en el trono a incrédulos para que realicen una obra buena, de acuerdo a sus propósitos, como fue el caso de Nabucodonosor (2R 24:1,2), de Darío (Dn 5:31; 6:25-28), y de Ciro (2Cro 36:22,23). Quizá el propio Faraón en tiempos de José era alguien que Dios había escogido para llevar a cabo su obra (Gn 41: 37-44). O el Faraón cuyo corazón fue endurecido en tiempos de Moisés (Ex 7:3), quizá también fue colocado en el trono por Dios para manifestar su gloria a través de su impiedad.
            Incluso de los peores gobernantes saca Dios algo bueno, como ocurrió con los emperadores romanos impíos, como Nerón o Diocleciano, que desataron crueles persecuciones contra los cristianos. Ellos dieron ocasión a actos heroicos de santidad y sacrificio, y a que por el testimonio de los mártires mucha gente se convirtiera. De hecho, las mismas persecuciones, como ocurre siempre, purificaron y fortalecieron a la naciente iglesia.
            Pero ¿quién se atrevería a decir que Dios puso en el trono a monstruos como Nerón, Heliogábalo o Calígula? No los colocó Él, pero permitió que el diablo lo hiciera porque, en última instancia, servirían a sus propósitos.
* Patriotismo: Estamos celebrando las Fiestas Patrias en estos días, conmemorando el 192 aniversario de la proclamación de la independencia del Perú, y está muy bien que hayamos engalanado la ciudad como de costumbre izando la bandera nacional por doquier.
            ¿Pero de qué sirve que coloques la bandera peruana en el balcón, o en el techo de tu casa, si evades el pago de impuestos, o no cumples la ley? ¿De qué sirve que lleves un banderín en tu automóvil si te pasas la luz roja? ¿De qué sirve que luzcas una escarapela blanquiroja en el pecho si eres mal educado y atropellas el derecho ajeno? ¿De qué sirve que se realicen desfiles militares y el público entusiasmado aplauda a nuestros soldados si las autoridades no cumplen su deber?
            “Obras son amores y no buenas razones” dice el refrán popular. El amor a la patria no se demuestra con palabras elocuentes y gestos solemnes, sino con el respeto de la ley y de nuestras instituciones.
Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#789 (28.07.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

viernes, 13 de septiembre de 2013

LIBERTAD HUMANA, PREDETERMINACIÓN Y PROVIDENCIA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LIBERTAD HUMANA, PREDETERMINACIÓN Y PROVIDENCIA
Existe una oposición teórica frontal entre los conceptos de predeterminación (todo está de antemano determinado por Dios) y la irrestricta libertad humana de elegir.

Según lo primero, todo lo que sucede tiene que ocurrir necesariamente tal como se da en los hechos, sin que haya otra manera posible; nada es contingente y no hay lugar alguno para la libertad humana.
Según el concepto opuesto el hombre está dotado de la capacidad de elegir entre alternativas o cursos de acción diversos, y puede escoger entre el bien y el mal, o entre lo que le parezca moralmente mejor, o más conveniente, provechoso o placentero para él, aunque no siempre los hombres prefieren lo que les parece personalmente más conveniente para sus intereses. Pueden también, y lo hacen muchas veces, sacrificar por razones ideales su interés o conveniencia personal.
Esta noción hace al hombre enteramente responsable de sus actos. La noción anterior lo libra hasta cierto punto de su responsabilidad, y está emparentada con el concepto hinduista del “karma”, aunque no coincida enteramente con él. Según el karma las cosas suceden de acuerdo a una cadena irrompible de causa y efecto.
Según la forma extrema de determinismo, aun lo que parece ser una decisión personal ha sido determinado de antemano. Si el ser humano pudiera realmente elegir entre dos alternativas de acción, el orden del universo colapsaría.
Por el contrario quienes insisten en la libertad individual sostienen que los acontecimientos se desarrollan en respuesta a las decisiones que la gente toma libremente, sea individual o colectivamente como familia, comunidad, nación, etc., decisiones que dan forma al mundo.
Esta doctrina rechaza la noción de que exista un plan preestablecido que rige los acontecimientos. Según ella la gente intuitivamente sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. Si bien no siempre escoge hacer lo bueno, sus decisiones son libres. De otro lado, no se puede negar que aun las decisiones “libres” del hombre están condicionadas por una serie de factores psicológicos, sociológicos y religiosos, de los que muchas veces no son concientes, o por decisiones y experiencias anteriores, por lo que el supuesto “libre albedrío” humano es bastante limitado y condicional.
Sin embargo, esta doctrina no excluye la existencia de una deidad benévola que está interesada en el acontecer humano y que interviene en la esfera humana como providencia.
Según la Biblia, Dios tenía un plan para la descendencia que surgiría de Abraham, de acuerdo al cual se desarrollan las líneas matrices de los acontecimientos, dejando, no obstante, amplio espacio para las decisiones individuales que, en los hechos, colaboran o van en contra del plan trazado por Dios. Sin embargo, al que peca sea como individuo, o a los que pecan colectivamente como comunidad o nación, les irá inevitablemente mal. En cambio, a los que obedecen a la voluntad de Dios les irá bien.
No obstante, Dios otorgó a los israelitas el derecho de decidir hacer o no su voluntad, anunciándoles cuáles serían las consecuencias, para bien o para mal, de su decisión (Dt 30:16-20). Dios sabe de antemano qué va a ocurrir, y qué decisión va a tomar el pueblo. Esto se desprende claramente de lo que Dios le dice a Abram en Gn 15:12-16: “Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una gran oscuridad cayó sobre él. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava ahí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la que servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.” Dios se había trazado un plan para el desarrollo inicial del pueblo que ha elegido y se lo comunicó a Abram (que aún no se llamaba Abraham) para mostrar que Él ha fijado el destino de los pueblos.
¿El hecho de que Dios sepa y anuncie de antemano que los egipcios esclavizarán a los hebreos durante 400 años y que la maldad de los amorreos se agravará durante ese período de tiempo hasta llegar a su colmo, limita la libertad de decisión de unos y otros? ¿Son los egipcios y los amorreos menos libres porque Dios sabe cómo se comportarán? No, el preconocimiento de Dios no afecta la libertad de los individuos de ninguna manera. Todos son responsables de sus actos. El hecho de que Dios conozca de antemano qué decisiones tomen los individuos no condiciona sus decisiones. Él lo sabe porque Él está fuera del tiempo y todo es presente para Él.
Eso es para nosotros difícil de comprender, pero quizá sea más fácil entenderlo si tenemos en cuenta que para Dios el tiempo no existe. Que para Dios pasado, presente y futuro se funden en un instante eterno. La situación de Abraham en Ur cuando lo llamó está tan presente delante de sus ojos como el momento en que detuvo el cuchillo que iba a sacrificar a Isaac, así como lo está el futuro de sus descendientes hasta el fin de los tiempos. Todo es presente para Él.
De otro lado debemos tener en cuenta otro factor que se llama la Providencia divina (Nota). Las decisiones que toma el hombre en un momento dado son libres en el sentido de que nadie le obliga a tomarlas, pero están en parte determinadas por las circunstancias que las condicionan y por las influencias que gravitan sobre él.
La Providencia interviene influenciando las decisiones de los hombres (por medios que ellos ignoran) de acuerdo a sus propósitos, tal como lo declara el libro de Proverbios: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en manos de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina.” (Pr 21.1). Puede hacerlo también suscitando factores que actuarán de la manera deseada por Él, alterando el curso de los acontecimientos y el de las acciones emprendidas por el hombre: “El corazón del hombre piensa su camino, mas Jehová endereza sus pasos.” (Pro 16:9). El surgimiento del imperio persa que derrotó a los babilonios el año 539 AC, es un ejemplo concreto. Al año siguiente, el rey Ciro tomó la decisión que había sido anunciada de antemano por Isaías (Is 44:28), de que Jerusalén y su templo fueran reconstruidos.
Por ejemplo, mis decisiones han sido en cierta manera preformadas por la formación moral que yo he recibido. Si yo he sido enseñado que tal acción es moralmente incorrecta, normalmente evitaré hacerla. Pero si he sido enseñado que es legítima, la haré con toda naturalidad y sin escrúpulo alguno.
¿Qué podemos decir de esas declaraciones de la Biblia que describen a Dios como sorprendido del curso de acción tomado por los hombres, como, por ejemplo, cuando dice en Génesis: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha sobre la tierra, y que todo designio del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hombre en la tierra, y le dolió su corazón.”?·(Gn 6:5,6). Ese pasaje da a entender que Dios no esperaba que el hombre se comportara de esa manera, e incluso se arrepintió de haber creado a la humanidad, y se propuso destruirla a excepción de uno que halló gracia ante sus ojos. (Gn 6:5-8).
Ese pasaje describe a Dios pensando y hablando en términos humanos. Pero eso no quiere decir que Dios no hubiera previsto la corrupción de la humanidad y las medidas que tomaría para corregirla. Todo eso estaba dentro de su infinito consejo. La depravación en que cayó la humanidad era consecuencia de la corrupción de su naturaleza causada por la caída de Adán. Dios sabía muy bien a qué atenerse respecto de la conducta humana porque conocía el curso que tomarían los acontecimientos en la tierra antes de que creara el mundo. ¿Por qué entonces, si sabía lo que ocurriría, dejó que el diablo tentara a Adán y Eva? Porque quería que ellos escogieran libremente entre obedecerle y desobedecerle, aunque sabía de antemano que le desobedecerían.
Quizá sea pertinente en este punto enunciar algunos de los principios básicos de cómo opera la Providencia divina, hasta donde lo pueda comprender la limitada mente humana:
1. Todo lo creado, antes de manifestarse visiblemente, ha existido en la mente de Dios.
2. Nada ocurre en el mundo que Dios no quiera positivamente, o no permita. Por tanto, todo lo que ocurre ha sido ordenado o permitido por Dios para el bien del universo y de las criaturas que lo pueblan y, en especial, del género humano. Fijado el bien que Dios quiere alcanzar, Él escoge los medios para lograrlo.
3. En el universo no hay nada inútil. Todo tiene un propósito y cumple un fin fijado por Dios hasta en sus más mínimos detalles, lo cual quiere decir que todo, excepto el pecado, tiene en Dios su causa última.
4. Aunque Dios aborrece el pecado, Él lo permite con vistas al bien ulterior que desea alcanzar.
5. Dios quiere, causa o permite, el dolor humano con un fin en mente: nuestro arrepentimiento, o nuestro perfeccionamiento y santificación. Es un hecho innegable que el dolor, físico o anímico, nos hace progresar espiritualmente.
Dios no quiere directamente que el hombre sufra males, sino el bien que esos males procuran (que ya hemos mencionado). Para obtener determinado bien moral puede ser necesario aplicar un remedio doloroso, así como para salvar una vida, puede ser necesario amputar una pierna. ¿Quiere Dios que se ampute la pierna? No, Él quiere salvar una vida.
6. La existencia de la Providencia divina no impide el ejercicio de la libertad humana, como ya se ha dicho. Al contrario, la protege, porque prevé todos los factores que influyen en nuestras decisiones, incluyendo las debilidades y fortalezas de nuestro carácter y de nuestro temperamento, las influencias que incidieron en la formación de nuestra personalidad, así como las consecuencias de nuestras tendencias hereditarias, y la influencia de nuestras emociones.
La infalibilidad de la Providencia divina está expresada en Isaías: “Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera como lo he pensado y será confirmado como lo he determinado…Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá?.Y su mano extendida ¿quién la hará retroceder?” (14:24,27)
El conocido salmo 23 es otro ejemplo de cuán confiable es la Providencia divina: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo…” (1,4).
La naturaleza entera da testimonio de la extensión universal de la Providencia divina que gobierna los fenómenos de la naturaleza y da su alimento a los animales del campo: “Cantad a Jehová con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios. Él es quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la lluvia para la tierra, el que hace a los montes producir hierba. Él da a la bestia su mantenimiento, y a los hijos de los cuervos que claman.” (Sal 147:7-9; cf Jb 38:41).
O como dice Jeremías, Dios es el que pone un límite al mar que no será traspasado: “No os amedrentaréis ante mí, que puse arena por término al mar, por ordenación eterna la cual no quebrantará?” (5:22)
La realidad de la Providencia se manifiesta en la vida del justo: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra… Bienes y riqueza hay en su casa, y su justicia permanece para siempre.” (Sal 112:1-3). De manera similar la maldad de los impíos suele recibir su castigo en esta vida: “Vi yo al impío sumamente enaltecido, y que se extendía como laurel verde. Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; lo busqué, y no fue hallado.” (Sal 37:35,36).
La Providencia se ocupa de sus siervos de manera maravillosa guardándolos en tiempos difíciles, como ocurrió con Elías cuando decretó una sequía sobre la tierra. Dios le dijo: “Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer. Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová, pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit… y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.” (1R 17:3-6)
El caso de José es emblemático como ejemplo del varón justo que es probado por Dios para exaltarlo al fin y usarlo para el bien de aquellos mismos que lo habían vendido en cautividad (Gn 37:28). Él fue calumniado por la mujer de su amo, Potifar, y enviado a prisión (39:10-20), pero luego fue elevado al cargo de primer ministro del Faraón quien, reconociendo que en él moraba el espíritu de Dios, entregó todo el poder en sus manos y le dio autoridad para tomar las medidas necesarias para acopiar trigo en la época de abundancia que había de preceder a la sequía (41:38-40). Más tarde, cuando sus hermanos, empujados por la hambruna, vienen a comprar trigo en Egipto, él se revela a ellos y les dice: “No me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón… y por gobernador de toda la tierra de Egipto.” (45:8). El texto sagrado dice que todo lo que José hacía prosperaba porque la mano de Dios estaba con él (39:3).
Pasando al Nuevo Testamento, vemos que en el evangelio de San Mateo Jesús les dice a sus discípulos: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de ellas… Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mt 6:31-33)
Pablo ha expresado claramente cómo Dios vela por los suyos: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Rm 8:28). Él mismo había experimentado la intervención de la Providencia en su viaje a Roma, cuando el barco que lo llevaba enfrentó un mar tempestuoso y estaba a punto de hundirse. Pero los vientos huracanados llevaron inesperadamente la embarcación a una playa, y aunque el barco encalló y se hundió, todos los náufragos se salvaron, porque Dios le había dicho a Pablo que él debía dar testimonio en la corte del César, y le concedió que todos los que iban en la nave, tripulación y pasajeros, se salvaran con él (Hch 27:13-44).
El día de Pentecostés, el apóstol Pedro, hablando al pueblo, dijo que Jesús había sido llevado a la muerte “por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch 2:23), esto es, porque ése era el plan de salvación del género humano que Dios había concebido.
Más tarde Pablo explicará que Dios permitió el endurecimiento del pueblo elegido a fin de llevar el evangelio a los pueblos gentiles: “Porque no quiero hermanos que ignoréis este misterio… que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo… Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” (Rm 11:25-29). La misericordia alcanzada por los pueblos gentiles, que estaban alejados del Dios verdadero, es anuncio de la misericordia que, a su vez, dentro de la Providencia divina, alcanzarán los judíos al final de los tiempos cuando crean en el Mesías que inicialmente rechazaron.
Nota: Aunque la palabra Providencia no figura en la Biblia, ése es un concepto que está presente en todas sus páginas y que nos dice que el mundo no está gobernado por el azar o por el destino, sino que todo está bajo el control y el dominio de Dios, y que Él guía y prevé todo lo que ocurre, previniendo las circunstancias o factores que pudieran afectar o alterar sus propósitos.
Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#788 (21.07.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). DISTRIBUCIÓN GRATUITA. PROHIBIDA LA VENTA. Los artículos recientemente publicados pueden leerse en el blog http://lavidaylapalabra.blogspot.com. Si desea recibir estos artículos por correo electrónico recomendamos suscribirse al grupo “lavidaylapalabra” enviando un mensaje a lavidaylapalabra-subscribe@yahoogroups.com. Pueden también solicitarlos a jbelaun@terra.com.pe. En las páginas web: www.lavidaylapalabra.com y www.desarrollocristiano.com pueden leerse muchos artículos antiguos. Pueden recogerse gratuitamente los últimos ejemplares impresos en Publicidad “Kyrios”: Av. Roosevelt 201, Av. Guzmán Blanco 287, Lima; y Av. La Marina 1604. Pueblo Libre. Encuéntrenos en FACEBOOK como “Jose Belaunde” o “La Vida y la Palabra” Sugiero visitar mi blog: JOSEBELAUNDE.BLOGSPOT.COM.

martes, 27 de agosto de 2013

DIOS CREÓ AL HOMBRE Y A LA MUJER PARA QUE SEAN UNO

Pasaje tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo
DIOS CREÓ AL HOMBRE Y A LA MUJER PARA QUE SEAN UNO, no en infelicidad sino en felicidad. Y la esposa, la mujer es el mayor bien que el hombre puede recibir en la vida, después de la salvación. Proverbios dice al respecto:  “El que halla esposa, halla el bien, y alcanza el favor del Señor” (18:22). Tu bien, tu bien personal es la mujer que tienes al lado, es la mujer que duerme contigo, tu esposa. Atesora ese bien que el Señor te ha dado. ¡Cuídala, cuídala! porque esa responsabilidad es una parte muy importante del matrimonio. Trátala, como dice el apóstol Pedro en otra parte, “como a vaso más frágil” (1P3:7).
¿Cómo tratamos nosotros a una porcelana, a una cerámica frágil?, Con muchísimo cuidado. No se vaya a romper. Un vaso de plástico lo ponemos aquí, o allá, y si se cae no se rompe. No trates a tu mujer como si fuera un vaso de plástico, sino como un vaso de porcelana fina. Trátala con guantes de seda y ella te responderá de la misma manera, con igual gentileza. “Vuestra gentileza sea conocida por todos”, escribió el apóstol Pablo (Flp 4:5). Si eres gentil con todos pero no con tu mujer, no en tu hogar, eres un hipócrita.
Nosotros los hombres en el Perú no estamos acostumbrados a portarnos así. Somos bruscos y desconsiderados con nuestras mujeres, como si eso fuera lo varonil, lo macho, cuando es precisamente lo contrario.
(Pasaje tomado de las páginas  114 a 115. Editores Verdad y Presencia, Tel 4712178)


LOS PROVERBIOS DE SALOMÓN II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LOS PROVERBIOS DE SALOMÓN II
Notas a Proverbios 1:4-7
4,5. “Para dar sagacidad a los simples (inexpertos, ingenuos), y a los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo.”
Aquí se indica quiénes son los beneficiarios de las instrucciones que contiene el libro. En un extremo están los jóvenes (najar) y los simples (petai); en el otro están los sabios (jakam) y entendidos (bin). Es como si dijera: todos los seres humanos que están contenidos entre ambos extremos. Los jóvenes aún no tienen la experiencia que les permita descubrir las trampas que se esconden bajo apariencias atrayentes y, por tanto, son muy proclives a ilusionarse y a cometer errores.
Los simples, o ingenuos, categoría que no tiene límite de edad, a la que pertenecen los ignorantes, son los que difícilmente aprenden, los que se dejan engañar con facilidad, los crédulos, los necios que desoyen los buenos consejos, y que tienen poco interés en aprender. A ellos los proverbios de este libro, si les prestan atención –y ésa es la condición difícil- les pueden enseñar la sagacidad de que carecen; a ser cautos y circunspectos, y a no dejarse engañar por las argucias del enemigo.
¿Qué es la sagacidad (ormá)? Es un aspecto, o cualidad específica de la inteligencia que permite evaluar las situaciones viendo los inconvenientes y las oportunidades que presentan, sus peligros y sus ventajas, y que permite sopesar unos contra otras para seguir el camino más adecuado y que conduzca al éxito. El sagaz no asume riesgos innecesarios, mide sus fuerzas antes de resolverse a la acción; no muestra sus cartas, pero induce a la contraparte a mostrar las suyas (c.f. 14:15; 22:3). La sagacidad está emparentada con la prudencia o discreción, y con la astucia. Jesús elogió a los que la poseen (Lc 16:8).
A los jóvenes los proverbios pueden darles la inteligencia previniente (dajaz) que les enseñará a pensar antes de actuar, y la prudente cordura (mesimá) a la que sus arrebatos y pasiones juveniles no los inclinan. Les puede enseñar además todo lo concerniente a la moral y al buen comportamiento, a pensar y a actuar correctamente, como dice un salmo: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.”
En el otro extremo se encuentran el sabio y el entendido, palabras que son prácticamente sinónimas, aunque podríamos hacer una distinción entre uno y otro: la sabiduría del primero es el fruto de sus conocimientos decantados por la experiencia, y es una cualidad de orden moral. La inteligencia del segundo es la habilidad o agudeza de la mente que pueden tener también los malhechores. Es decir, es una cualidad natural moralmente indiferente. A los sabios escuchar los proverbios de este libro les servirá para adquirir más sabiduría, según el principio mencionado en Pr 9:9, de que el sabio está siempre deseoso de ampliar sus conocimientos y no descuida las oportunidades para hacerlo. Jesús lo dijo en otros términos: “Al que tiene se le dará y tendrá más (Mt 13:12; 25:29).
Escuchar es uno de los grandes medios de adquirir conocimientos, y lo era más en el pasado, cuando los libros eran escasos y costosos. Jesús instruyó a las multitudes que lo escuchaban (Mt 4:25, 5:1). Aquila y Priscila instruyeron a Apolos (Hch 18:26). Pablo instruyó a los que acudían a la escuela de Tiranno (Hch 19:9). Como bien dice Ch. Bridges, antes de ser maestros debemos ser buenos oyentes. Cuanto más aprendemos, más concientes somos de nuestra ignorancia y, por eso, más debemos aspirar a aumentar nuestros conocimientos de las cosas de Dios para beneficio propio y de los que nos escuchan.
F. Delitzsch parafrasea el segundo estico de este versículo así: “el hombre entendido adquirirá reglas de conducta”, teniendo en cuenta que tajbulah guarda relación con el timonel de un barco. Esto es, no sólo se adquieren en este libro conocimientos, sino también principios prácticos para conducir nuestra vida tal como un piloto experto conduce la nave en aguas tempestuosas.
Sea como fuere, este libro es de gran utilidad para todos, tanto para los que se encuentran al comienzo del aprendizaje de la vida, como para los que han ya recorrido un largo trecho. La única condición que se requiere para sacar provecho de este libro es el deseo de aprender. Eso sólo es ya un síntoma de sabiduría. El ignorante y el necio creen que todo lo saben y que no necesitan aprender nada. El sabio es conciente de su ignorancia, y por eso aspira siempre a saber más. Un dicho antiguo lo expresa claramente: “Soy ignorante de muchas cosas, pero no de mi propia ignorancia.”
Charles Bridges cita las siguientes escrituras como ejemplo de este deseo de adquirir siempre más sabiduría: 1Cor 3:18 y 8:2. Él señala también el hecho de que escuchar es el gran medio para aprender. En verdad todos los grandes maestros de la historia han enseñado hablando ante un auditorio de oyentes, como hacía también Jesús (Mt 5:2). Los otros medios son la lectura, la observación de la realidad, la investigación y la meditación.
6. “Para entender proverbios y su interpretación, dichos de sabios y sus enigmas (dichos profundos).”
Por último se señalan los beneficios pedagógicos generales que proporciona la lectura del libro: Ellos son:
1) Entender los proverbios (meshalim, plural de mashal=proverbio) y su interpretación (o declaración: militza). La palabra mashal cubre una vastedad de significados. Según D. Kidner significa básicamente “comparación” (de lo que hay varios ejemplos en el libro: 11:22; 12:24, etc.), o “alegoría” (como las de Ez 17:2-10 y Jc 9:8-15), o “parábola” (de las que hay también varios ejemplos en el Antiguo Testamento), o simplemente “máxima”, broma, sátira. (Nota 1)
Nuestros refranes populares son también proverbios y muchos de los más antiguos están inspirados en alguno del libro de Proverbios: “Quien bien te quiere, te hará llorar.” “Fieles son las heridas del que ama.” (Pr 27:6ª) “En boca cerrada no entran moscas.” “El que guarda su boca, guarda su alma…” (Pr 13:3a).
Pero no sólo se trata de entender el proverbio sino también la declaración de su sentido que los sabios solían proferir apodícticamente.
2) Entender las palabras (dabar) de los sabios (jakam), es decir, de los eruditos versados en el conocimiento de las Escrituras; las cuales incluyen enigmas, cuyo sentido es menos fácil de descifrar. La palabra jidza quiere decir acertijo, adivinanza, que la RV60 traduce como “dichos profundos”; otras versiones como “dichos misteriosos, oscuros”.
Un ejemplo clásico de enigma es la adivinanza que Sansón propuso a sus treinta compañeros en Timnat (Jc 14:12-14). 1R 10:1-5 dice que la reina de Saba vino a Salomón a probarlo con enigmas, esto es, con preguntas difíciles, que fueron todas contestadas a satisfacción por el rey sabio. No es pues de sorprender que el autor haya colocado varios enigmas en el libro. Los más característicos son los proverbios numéricos del cap. 30: 15,16; 18,19).
7. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”
¿En qué sentido “principio” (reshit)? ¿En el de comienzo, o en el de fundamento? En verdad puede ser ambos, pero lo que el autor propiamente quiere decir es: la sabiduría comienza temiendo a Dios. No hay otro comienzo para el hombre inexperto en el camino de adquirir sabiduría que ése, temer a su Creador.
Reshit forma parte de la palabra con que se inicia el libro del Génesis: “En el principio (bereshit) creó Dios…” (Gn 1:1), y que Juan concientemente asume para empezar su evangelio: “En el principio era el Verbo…” (Jn 1:1).
Que la palabra reshit sea usada en el sentido de empezar lo muestra el hecho de que aparezca en Gn 10:10 (“Y fue el comienzo de su reino…”), y en Jr 28:1 (“En el principio del reinado de Sedequías…”). Pero no hay duda de que en el versículo que comentamos tiene también el sentido de “base”, “fundamento” de la sabiduría, como piensan D. Kidner y otros autores, que llaman a este versículo el lema de todo el libro. Eso lo confirma el hecho de que la misma frase aparezca más adelante (Pr 9:10), y en Job 28:28 (“El temor de Dios es la sabiduría.”), y en el salmo 111:10 (cf Sal 112:1). Notemos también que la frase “temor de Dios” aparece catorce veces en el libro de Proverbios. (2)
¿Y en qué sentido “temer”? Se trata muchas veces de evitar el significado literal de temor, dándole el carácter de respeto reverencial, lo cual es cierto, hasta cierto punto. Pero el temor que el niño tiene de su padre cuando empieza a ser enseñado, es el temor del castigo. No que no ame a su padre, pero el amor no basta al comienzo; debe conocer por experiencia su severidad y tenerle un santo y sano temor. Ése es un instrumento muy efectivo para su educación. El hombre que es arrastrado por sus instintos y es empujado fácilmente al mal, lo evita por temor de las consecuencias. A medida que crezca su conocimiento de Dios y su amor por Él, evitará el pecado por motivos más elevados. Pero al comienzo el castigo es la mejor disciplina. (Pr.3:11,12 lo dice con bastante elocuencia y lo repite y comenta Hb.12:5-11).
Jesús y San Juan confirman este sentido de temor. Jesús dice que no temamos a los que pueden dañar el cuerpo, pero no pueden enviarnos al infierno, algo que sólo Dios puede hacer (Lc 12:5). Es decir debemos temer su ira pues puede significar la condenación eterna. Ahí temor es un miedo real.
Muchos, en verdad, llegados a la edad avanzada evitan el pecado sólo por el temor a ser enviados al infierno. Por el temor de ese castigo empiezan a actuar con la sabiduría que les faltó en su juventud.
San Juan dice en su 1ª epístola algo semejante en otros términos (1Jn 4:18): El temor implica, o supone, que hay un castigo. Es una forma todavía primitiva de acercarse a Dios. Pero cuando el amor llega a su madurez, es decir, a la perfección, se evita el mal por otro motivo, porque el que ama no quiere ofender al amado. Es un motivo superior el que nos impulsa a obedecer a Dios, independiente del temor al castigo. Jesús expresa también en otro pasaje una idea semejante: El que me ama obedece a mi palabra (Jn.14:23); no porque teme que le castigue, sino por amor.
Esa es la superación (überwinden) del temor. Pero el que no ha llegado a ese punto de perfección, mejor es que tema, que tema el castigo. Así se guardará del mal. Temiendo sus consecuencias poco a poco lo aborrecerá, como dice Proverbios más adelante: “El temor de Dios es aborrecer el mal.” (Pr 8:13ª). Lo aborrece porque aunque es dulce al comienzo, su final es amargo y cruel.
En mi experiencia como padre pude verificar que cuando castigaba a mis hijos su amor por mí se intensificaba. Dios debe haber puesto un resorte en la naturaleza humana que cuando sufre un castigo justo ama al que lo inflinge, porque intuye que lo castiga por amor. Y el amor llama al amor.
A lo largo del proceso mediante el cual Dios educa al pueblo elegido la amenaza del castigo juega un papel muy importante. Por de pronto ésa fue la experiencia de Adán y Eva. Desobedecer a Dios les valió ser expulsados del paraíso, y tener que soportar las maldiciones que Dios pronunció sobre ellos. En Dt. 28 Dios usa la misma táctica del palo y de la zanahoria con el pueblo elegido: Si me obedecen les irá bien; si me desobedecen, les irá mal. Temiendo el castigo debieron hacerse sabios. Pero no lo hicieron. Dios entonces amenazó destruirles del todo y lo cumplió con las diez tribus del Norte, que fueron dispersadas por los asirios y desaparecieron de la historia; y luego con Judá. Regresados del exilio babilónico Judá y Benjamín ya habían aprendido la lección: Nunca más cayeron en idolatría.
La segunda línea de Pr 1:7 dice que los insensatos (los necios, evyil) desprecian para su daño la sabiduría y la enseñanza que los podría guardar del camino ancho que lleva a la perdición (Mt 7:13). La desprecian justamente porque niegan a Dios y quieren obrar a su manera, satisfaciendo todos sus caprichos y sin considerar las consecuencias que su mal proceder les puede acarrear.
Cuando el salmista pregunta ¿Por qué actúan así los impíos? La respuesta es porque no tienen temor de Dios (Sal 36:1). Es decir, no temen que los castigue. El temor de Dios se parece al temor de la ley, de la sanción, de la cárcel, de las multas. Cuando las autoridades no aplican sanciones a los infractores de la ley, el pueblo les pierde el respeto y no cumple la ley (Eso sucede en el Perú). Pablo enseñará el mismo principio en Rm 13:3,4. Parafraseando a Pr 1:7 podríamos decir que el ciudadano comienza a ser responsable (es decir, sabio) cuando teme que le caiga todo el peso de la ley si no la cumple. Pero cuando la coima reemplaza a la multa nadie guarda la ley.
En el libro de Nehemías vemos la importancia que asume el temor de Dios como factor determinante de la conducta humana sabia y recta (Nh 5:9,15). Él confía en Hananías “jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque éste era varón de verdad y temeroso de Dios). (Nh 7:2). Con el tiempo la frase “temeroso de Dios” se convierte en un indicativo de la calidad ética de una persona (Véase Hch 9:31 y 10:2).
Cabría preguntarse, ¿por qué no hay sabiduría sin Dios? ¿Acaso no hay ateos que son sumamente inteligentes y astutos? Sí los hay, por supuesto. Pero si la sabiduría es la ciencia de la vida que lleva a una conclusión feliz, es decir, a un destino final bienaventurado, entonces la sabiduría de los que niegan obstinadamente a Dios es engañosa y altamente peligrosa, porque su final es trágico: se pierden para siempre. En otras palabras, los ateos pueden mostrar gran habilidad para las partes intermedias del camino, y tener un éxito notable, que les gane el aprecio del mundo entero, pero en lo que realmente importa, su sabiduría los descamina totalmente, a menos que se arrepientan a tiempo.
Notas: 1. Fuera de este libro la palabra “proverbio” figura en los siguientes pasajes de la Biblia: Nm 21:27; 1Sm 10:12; 2P 2:22.
2. Nótese que la palabra hebrea que la versión española traduce como “sabiduría” no es aqui jokma, como se podría suponer, sino dahat, que quiere decir “conocimiento”, y así la traduce la King James Version. Nuestra versión no es arbitraria, porque ésta es una palabra que está asociada al concepto de sabiduría, como puede verse en el vers. 9:10: “El temor de Dios es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#786 (07.07.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

viernes, 16 de agosto de 2013

EL HOMBRE Y LA MUJER CUANDO SE CASAN...

Pasaje tomado de mi libro
“Matrimonios que Perduran en el Tiempo”
EL HOMBRE Y LA MUJER CUANDO SE CASAN, se casan para amarse. Ésa es la voluntad de Dios. Si
están enamorados y se aman, tanto mejor. El amor enamorado es útil. Es un amor que Dios ha creado como una manera de endulzar las asperezas y las espinas inevitables en las relaciones mutuas, y cumple una función muy importante ciertamente, pero no es el verdadero amor conyugal. El amor conyugal, el amor profundo, es una función del compromiso, surge cuando hay un compromiso total de ambos; cuando ambos asumen su matrimonio concientes de lo que significa, y de que se unen bajo la voluntad de Dios, bajo el signo de Dios.
¿Qué cosa es el matrimonio? El matrimonio es un pacto entre un hombre y una mujer que deciden unirse hasta que la muerte los separe; en el cual Dios, que es el autor del matrimonio, interviene como garante. Es una unión en la cual el hombre y la mujer se dan mutuamente por entero, sin reservas. El matrimonio sólido está construido sobre la base de un compromiso que involucra a toda la persona, su cuerpo, su alma, su espíritu; es un compromiso irrevocable. Ése es el compromiso que Dios bendice. Lo bendice con descendencia, lo bendice con amor mutuo, lo bendice con un amor profundo que no depende de lo exterior ni de lo pasajero; y lo bendice también con su provisión para que tengan lo necesario para llevar una vida digna, ellos y sus hijos.
Cuando hay esa clase de amor, yo estoy seguro, y su palabra lo dice, no faltará el pan en su mesa (Sal 37:25), y no sólo el pan, porque al hombre justo Dios le promete abundancia y prosperidad (Sal 112:3). Eso es lo que Dios quiere para la familia. Es Dios el que confiere el título de esposo al varón, y el de esposa a la mujer, no el registro civil. Es un título recíproco que ellos deben respetar porque proviene de Dios. No es la sociedad solamente la que se los da, no es solamente un papel oficial firmado y sellado, es la bendición de Dios la que lo confiere. Y es bueno que sea un ministro de Dios el que la pronuncie; porque lo hace en nombre de Dios.
(Tomado de las páginas  201 a 203. Editores Verdad y Presencia, Tel 4712178)