LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ARRESTO DE PABLO EN EL
TEMPLO I
Un Comentario de Hechos
21:17-25
Lucas continúa en el
capítulo 21 el relato del tercer y último viaje de Pablo a Jerusalén, que
culmina con su llegada a esa ciudad en el siguiente versículo:
17. “Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos
nos recibieron con gozo.”
El viaje de Pablo
culminó con la llegada de la comitiva que lo acompañaba a la ciudad santa,
situada sobre lo que para nosotros son cerros rodeados de hondonadas en un
territorio que, hoy día al menos, es más bien árido.
Los miembros de la
iglesia de Jerusalén acogieron a Pablo y sus acompañantes con alegría. ¡Cómo no
iban a hacerlo, aparte del amor cristiano que los unía, si sabían que traían
consigo una ofrenda generosa para su sostenimiento!
Podemos suponer que
pasaron el resto del día instalándose en casa de Mnasón y conversando con los
que los recibieron. ¡Tenían tantas cosas que compartir! (Nota 1)
18. “Y al día siguiente Pablo entró con nosotros
a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos”
Santiago y los
ancianos, que deben haber sido avisados inmediatamente de la llegada de Pablo,
se reunieron para recibir como iglesia al apóstol errante. Santiago, el hermano
de Jesús y autor de la epístola que lleva su nombre, era la cabeza de la
iglesia de Jerusalén, y gozaba de gran prestigio y autoridad por su piedad y su
celoso cumplimiento de la ley de Moisés, al punto que la población de la ciudad
le había puesto el sobrenombre de “justo”. Quiénes eran y cuántos eran los
ancianos que gobernaban la iglesia de Jerusalén junto con Santiago, no sabemos.
Pero como eran miles los que habían creído, podemos suponer que su número
llegaría quizá a setenta, constituyendo una especie de sanedrín de “nazarenos”.
¿Y Pedro y los demás
apóstoles? Todos estaban ausentes, sea porque ya habían muerto, o porque
estaban haciendo en otras tierras una labor semejante a la que Pablo realizaba
en territorios griegos. Dónde, no lo sabemos, pues no se han escrito, o no han
llegado a nosotros, libros que narren sus andanzas. ¡Cómo nos gustaría, sin
embargo, tenerlos! Porque ellos deben haber pasado por pruebas y aventuras
semejantes a las que experimentó Pablo, llevando el Evangelio a muchas regiones
cercanas algunas, otras remotas, pues la fe se extendió por gran parte del
mundo entero conocido entonces, aparte de las evangelizadas por Pablo: Italia,
la costa norafricana, las regiones orientales, hasta el Éufrates, de dónde
provenía Abraham, y más allá hasta Persia y la India, a donde, según la
tradición, llegó Tomás fundando iglesias que todavía existen (2). No es imposible
que llegara también a la cercanía de China.
19. “a los cuales, después de haberles saludado,
les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su
ministerio.”
¿Cómo sería la
recepción que les prodigaron Santiago y los ancianos? Seguramente muy efusiva,
llena de abrazos y besos, como cuando se recibe a personas amadas en Cristo
entre las cuales había algunas que no se ha visto durante buen tiempo. Lucas es
parco en su narración. Dice: “después de
haberles saludado”. Hay que tener en cuenta que a varios de los que
llegaron con Pablo, y que venían desde Grecia (no sabemos cuántos se le sumaron
en Cesarea), les veían la cara por primera vez.
Estando pues
reunidos (¿los imaginamos sentados en sillas de madera como las que conocemos
nosotros? Más bien la mayoría, si no todos, estaban sentados en el suelo),
Pablo les contó pormenorizadamente –y él era de palabra fácil- cómo el
Evangelio se había extendido entre los gentiles al norte y al oeste de Judea, y
cuántos signos y señales, amén de muchas peripecias, habían acompañado su labor
misionera y la de su equipo de colaboradores. (3)
20. “Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a
Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han
creído; y todos son celosos por la ley.”
De las cosas
narradas por Pablo algunas ya habían llegado a sus oídos, otras les eran
nuevas. Pero por las unas y por las otras, los ancianos junto con Santiago
dieron gracias a Dios. La acogida del Evangelio por los gentiles era el
cumplimiento de las palabras que Jesús había dicho a los apóstoles antes de
subir al cielo, que su mensaje sería llevado “hasta los confines de la tierra.” (Hch 1:8).
Pero en respuesta a
la narración de Pablo ellos le hicieron saber que muchos miles de judíos de
Jerusalén y ciudades cercanas se habían convertido a Cristo. El libro de Hechos
narra que el día de Pentecostés, en que Pedro predicó a la multitud por primera
vez, fueron bautizadas tres mil personas (Hch 2:41). Y luego dice que, como
resultado de la prédica de Pedro y Juan, se convirtieron como cinco mil varones
(Hch 4:4). Ahí solo tendríamos ocho mil creyentes. Pero las palabras de
Santiago implican que muchos miles de judíos más se les habían agregado. La
secta de los nazarenos (como se les llamaba entonces) había crecido en gran
número. Y todos ellos eran “celosos de la
ley”, esto es, eran estrictos y exigentes en el cumplimiento de sus normas,
como Pablo lo había sido antes de que el Señor se le apareciera camino a Damasco
(Hch 9:3-6).
En estas palabras se
expresa la gran preocupación que existía en Jerusalén acerca de la actividad
misionera de Pablo. No objetaban que él predicara el evangelio a los gentiles.
Eso era aceptado y daban gloria a Dios por ello. Objetaban que él pudiera poner
en duda la necesaria fidelidad de los judíos a la ley de Moisés: Te acusan de
alentar a los creyentes judíos que viven entre gentiles a apostatar de Moisés,
esto es, a abandonar las prácticas de la ley. Esta era una acusación muy grave
que explica por qué los judíos de la diáspora odiaban y perseguían a Pablo: Él
atenta contra lo más sagrado que tenemos, es decir, contra nuestra religión.
La fidelidad de los
judíos a las normas de la ley de Moisés era el núcleo de su identidad como
pueblo. Sin la ley de Moisés no hay pueblo judío. Acosados y acusados por los
pueblos que los rodeaban, los judíos se aferraban a su identidad judía como
medio para subsistir como pueblo. Apostatar era por eso para ellos el mayor
delito, y peor aún lo era el enseñar a otros judíos a hacerlo. Era un acto de
traición a su nación.
¿Cuán cierta podía
ser esta acusación? Pablo había escrito en Gálatas 3:28 que en Cristo no hay
griego ni judío, ni esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, sino que todos son
uno en Cristo Jesús. Judíos y gentiles, al creer en Jesús, forman un solo
pueblo.
Pero cuando afirma
que en Cristo Jesús no hay varón ni mujer no está diciendo que las distinciones
entre los sexos desaparecen, y que ambos constituyen una especie de uni-sex,
sino que ambos sexos tienen los mismos privilegios y obligaciones.
De igual modo puede
decirse que la fe en Jesús no borra las diferencias entre judío y no judío,
sino que ambos tienen el mismo “standing”, el mismo “status” delante de Dios.
Pablo enseñaba a los
gentiles que abrazaban la fe en Jesús a no circuncidarse. Los judíos que se
convertían a Cristo no podían descircuncidarse (aunque había una operación para
hacerlo) pero obviamente no tenían por qué circuncidar a sus hijos si los
cristianos gentiles no lo hacían, aunque estaban en libertad de hacerlo si lo
querían.
Pablo mismo guardaba
las prácticas de la ley, o las dejaba de lado, según la compañía con la cual se
encontraba, fueran judíos o gentiles. Si estaba con los primeros las guardaba
por razones de cortesía, y para no herir sus sentimientos. Si estaba con los segundos,
no tenía por qué hacerlo (1Cor 9:19-21).
En Romanos 14:1-6
Pablo admite que unos guarden determinadas prácticas y que otros no, con tal de
que el guardar, o el no guardar, sea hecho “para
el Señor”. Puedes guardar esas prácticas si quieres, pero hacerlo no es lo
esencial, pues la salvación no depende de ellas. Cristo nos ha libertado de la
esclavitud de la ley que ordenaba guardarlas (Gal 5:1). Lo importante es que no
uses esa libertad para satisfacer los deseos de la carne (Gal 5:13). Dice además
que no debemos juzgar al hermano por este motivo (Rm 14:10-12).
La acusación
referida contra Pablo era pues falsa. Los ancianos eran conscientes de ello,
pero consideraban que era necesario que Pablo desvirtuara esa acusación. ¡Cuán
necesario es que los cristianos cierren los oídos a los rumores y acusaciones
contra otros cristianos, sobre todo si los acusados han dado testimonio de su
fidelidad a Dios! El enemigo usa los chismes y los rumores para hacer daño a la
iglesia, causando divisiones y manchando la honra de personas que merecen
nuestro respeto. No seamos colaboradores del diablo repitiendo chismes.
22. “¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de
cierto, porque oirán que has venido.”
¿Cómo podía Pablo
desvirtuar esa acusación maliciosa? Cuando los discípulos oigan que tú has
llegado a Jerusalén se reunirán para saber acerca de ti, y tendremos que darles
una explicación de tu conducta que los satisfaga.
23,24. “Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre
nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo,
purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos
comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú
también andas ordenadamente, guardando la ley.”
La propuesta que
hacen Santiago y los ancianos es sencilla y expeditiva. Hay cuatro discípulos
que han hecho voto de nazareato y que, cumplida la semana durante la cual no se
pueden cortar el cabello, deben rasurárselo y, según lo prescrito por la ley,
deben presentar una ofrenda en el templo (Lv 6:1-21). (4)
Tómalos a tu cargo,
cumple el rito de purificación con ellos, y paga los animales de la ofrenda que
deben presentar al sacerdote. Haz esto a la vista de todos en el templo de modo
que todos comprendan que tú sigues siendo un judío que cumple fielmente las
costumbres ancestrales ordenadas por Moisés.
Que Pablo pudiera
tomar parte del ceremonial de un voto de nazareo no debe sorprendernos pues él
mismo había hecho uno estando en el puerto de Cencrea, antes de embarcarse para
Siria (Hch 18:18).
25.”Pero en cuanto a los
gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden
nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de
sangre, de ahogado y de fornicación.”
Para evitar toda
polémica acerca de lo que se debe exigir a los gentiles que abracen la fe, los
ancianos le recuerdan a Pablo que la iglesia de Jerusalén, a la que ellos
representan, mandó cartas a las iglesias gentiles, que el mismo Pablo se
encargó de llevar, diciéndoles que ellos debían abstenerse de tan solo cuatro
cosas bien sabidas: esto es, de carne sacrificada a los ídolos (algo con lo que
Pablo estaba sólo condicionalmente de acuerdo; véase 1Cor 8:4-13; 10:25-33), de
comer sangre, de comer carne de animal que no hubiera sido completamente
desangrado (que es lo que “ahogado” quiere decir, y que era un complemento del
mandato de no comer sangre), y de fornicación, -un pecado muy común en los
ambientes paganos, como lo es hoy día en el nuestro. Eso es algo que lo
cristianos judíos celosos de la ley conocen. (5)
Notas: 1. J. Munck hace notar que la preocupación de Lucas por dar
información exacta se manifiesta en que él casi siempre indica la dirección
donde Pablo se aloja. Así, por ejemplo, nos informa que en Damasco Pablo se
alojó en casa de Judas, que estaba en la llamada calle derecha (Hch 9:11); en
Filipos, se quedó en casa de Lidia (16:14,15); en Tesalónica, en casa de Jasón
(17:5-7); en Corinto, donde Aquila y Priscila (18:2,3); en Cesarea, con Felipe
(21:8); más adelante, en Malta, con Publio (28:7).
2. La iglesia Siro-malabar de la India, situada en el estado de
Kerala, en la costa oriental del subcontinente índico, sostiene que sus
orígenes se remontan a la predicación del apóstol Tomás, que evangelizó ese
territorio. Tiene actualmente 3.7 millones de miembros. Previamente estuvo
unida a la iglesia nestoriana de Persia. A fines del siglo XVI se unió a Roma,
manteniendo sus ritos y jerarquía propia.
3. Es sorprendente que Lucas en este punto del relato no mencione la
entrega del dinero recolectado con tanta dedicación por Pablo, pero debemos
suponer que fue muy bien recibido.
4. El nazareato es una institución que se remonta al libro de Números
6:1-21, en que se establecieron las condiciones que debe cumplir todo el que se
consagre a Dios permanente, o por un tiempo limitado. El nazareo (nazir) debía abstenerse de tomar todo lo
que fuera fruto de la vid, de afeitarse (lo que incluía cortarse el cabello), y
de contaminarse tocando un cadáver. Nazareos fueron Sansón, Samuel y Juan
Bautista. Santiago, el hermano del Señor, también lo era, según el historiador
Hegesipo. Era usual que las personas hicieran voto de consagración por períodos
limitados de tiempo, a fin de obtener una gracia especial del Señor.
5. Véase al respecto Hch 15:19,20; 23-29, y mis artículos “El Concilio
de Jerusalén I y II”.
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados
cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu
perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces,
pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me
arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido
hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra
en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."
#959 (22.01.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde
M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218.
(Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
1 comentario:
According to Stanford Medical, It's in fact the ONLY reason this country's women live 10 years more and weigh 19 kilos less than us.
(By the way, it has absolutely NOTHING to do with genetics or some secret exercise and really, EVERYTHING about "how" they eat.)
BTW, What I said is "HOW", and not "what"...
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