Jueces 15:1a. “Aconteció después de algún tiempo, que en los días de la siega del
trigo Sansón visitó a su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en
el aposento.”
Pasado algún tiempo, cuando se le pasó la cólera
y comenzó a extrañar a su mujer filistea, Sansón fue a visitarla llevándole de
regalo un cabrito –se entiende cocinado- para hacer las paces.
1b,2. “Mas el padre de ella no lo dejó entrar. Y
dijo el padre de ella: Me persuadí de que la aborrecías, y la di a tu
compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en
su lugar.”
El padre le dijo que se la había dado a otro
porque pensó que él ya no quería saber nada con ella, puesto que le había
traicionado al revelar el secreto del enigma. ¿Pero tenía él derecho de
disponer de su hija que ya tenía marido? Sin embargo, tratando de apaciguar a
Sansón, le dijo: ¿Por qué no tomas a su hermana que es más joven y hermosa? En
esa época en los pueblos paganos los padres disponían de sus hijas a su
voluntad. En Israel, por influencia divina, era diferente. A ellos, por lo
demás, les estaba prohibido casarse con la cuñada (Lv 18:3,18). Pero eso,
naturalmente, el filisteo no lo sabía.
3. “Entonces le dijo Sansón: Sin culpa seré esta
vez respecto de los filisteos, si mal les hiciere.”
Sansón tomó esta burla de sus derechos como una ofensa
muy seria y juró vengarse, no del padre y del hombre a quien había dado a su
mujer, sino de los filisteos. Acá puede verse cómo Dios iba a aprovechar la
atracción desordenada que Sansón había tenido por una mujer filistea para
inflingir a este pueblo una gran derrota (Jc 14:4).
4,5. “Y fue Sansón y cazó trescientas zorras (Nota
1) y tomó teas, y juntó cola con cola, y
puso una tea entre cada dos colas. Después,
encendiendo las teas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos, y
quemó las mieses amontonadas y en pie, viñas y olivares.”
Sansón hasta ahora ha actuado
siempre solo, sin contar con la ayuda de nadie. ¿Cazaría él también los
animales sin ayuda? Eso es lo que el texto da a entender.
Sansón hizo un gran destrozo en los
campos filisteos quemando gran parte de la mies ya cosechada y arrasando los
campos sembrados de viñas y los olivares.
¡Cómo estarían de enloquecidas las
zorras al tener fuego en la cola! ¿Y cómo harían para correr estando amarradas?
Podemos pensar que cada una tiraría por su lado, y no pudiendo, por último,
correrían en la misma dirección.
6. “Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y
les contestaron: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la
dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y la quemaron a ella y a su
padre.”
En represalia los filisteos quemaron a la mujer y
a su padre. ¡Qué feroces! Una acción muy vil y cobarde porque sus víctimas no
tenían culpa alguna en lo que Sansón les hizo. Pero esos hombres no tenían
conciencia. Tomaron en esos dos indefensos la venganza que no podían tomar en
Sansón. Notemos, sin embargo, cómo a ella le sucedió aquello mismo que con su
traición quiso evitar. Por algo dijo Jesús que “el que quiera salvar su vida, la perderá.” (Mr 8:35)
7,8. “Entonces Sansón les dijo: Ya que así habéis
hecho, juro que me vengaré de vosotros, y después desistiré. Y los hirió cadera
y muslo (2) con gran mortandad; y
descendió y habitó en la cueva de la peña de Etam.”
Sansón comprendió que lo que los filisteos habían
hecho con su mujer y su padre lo habrían hecho con él, de haber podido. Una vez
más se propuso tomar venganza sobre ellos y realizó una gran matanza de
filisteos. Pero notemos que el texto no dice que él hiciera eso porque el
Espíritu de Jehová viniera sobre él. Lo hizo impulsado por su propia cólera.
Esta vez Sansón no regresó a casa
de su padre, como en el caso anterior (Jc 14:19), porque comprendió que los
filisteos iban a tomarse una gran venganza, y no quería que sus padres fueran
víctimas de su saña.
9,10. “Entonces los filisteos subieron y acamparon
en Judá, y se extendieron por Lehi. Y
los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y
ellos respondieron: A prender a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos
ha hecho.”
Entonces el ejército entero de los filisteos subió
contra Judá. Preguntados, respondieron que no venían contra ellos sino que
querían prender a Sansón para vengarse de él.
11. “Y vinieron tres mil hombres de Judá a la
cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos
dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les
he hecho como ellos me hicieron.”
Comprendiendo cuál era la causa de esa invasión,
los hombres de Judá se enfurecieron con Sansón porque les traía dificultades
inesperadas. En respuesta, Sansón les dice en buenas cuentas que a él no le
importan las consecuencias de sus actos con tal de salirse con la suya. Por eso
quizá los hebreos no pensaron en defender a Sansón, que los defendía a ellos, sino
creyeron más conveniente colaborar con sus enemigos, entregándoles a Sansón.
12,13.
“Ellos entonces le dijeron: Nosotros
hemos venido para prenderte y entregarte en mano de los filisteos. Y Sansón les
respondió: Juradme que vosotros no me mataréis. Y ellos le respondieron,
diciendo: No; solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no
te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, y le hicieron venir de
la peña.”
Los hebreos negociaron con Sansón para que se
entregue, asegurándole que no lo matarían, y que sólo lo entregarían a sus
enemigos. ¡Entregarían a su salvador! Y lo ataron con cuerdas nuevas, es decir,
muy fuertes.
Siglos después una cohorte de
soldados del templo vendría de parte de los sacerdotes y ancianos cobardemente
a capturar a Jesús para entregarlo a los gentiles para que sea juzgado y
condenado. Ahí vemos cómo los sucesos de la vida de Sansón apuntan a otro
Salvador de su pueblo mucho más fuerte que él, pero justo e inocente.
¿Por qué se entregó Sansón tan
fácilmente? Quizá porque no quería pelear contra su pueblo, pero quizá más
probablemente, porque pensó que se le presentaba una ocasión muy propicia para
hacer una gran matanza de sus enemigos.
14-17.
“Y así que vino hasta Lehi, los filisteos
salieron gritando a su encuentro; pero el Espíritu de Jehová vino sobre él, y
las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego,
y las ataduras se cayeron de sus manos. Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la
mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres. Entonces Sansón dijo: Con la quijada de un
asno, un montón, dos montones; Con la quijada de un asno maté a mil
hombres. Y
acabando de hablar, arrojó de su mano la quijada, y llamó a aquel lugar
Ramat-lehi.” (Es decir, la montaña de la quijada). (3)
Cuando estaban por entregarle a los filisteos que
gritaban de júbilo, el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, rompió con
facilidad las cuerdas y tomando una quijada de un burro muerto que encontró por
ahí, mató a mil filisteos. (4)
Pero Sansón atribuyó su
extraordinaria victoria a sus propias fuerzas y no le dio gloria a Dios inicialmente
por ella.
18. “Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y
dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo
ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?”
Fue necesario que Sansón sintiera que desfallecía
de sed para que reconociera que era Dios quien le había dado la victoria y que
entonces clamara a Dios pidiéndole que no lo dejara morir de sed.
19. “Entonces abrió Dios la cuenca que hay en
Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó.
Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, (5) el cual está en Lehi, hasta hoy.”
Entonces Dios, después de haber cavado como si
fuera en la roca del corazón de Sansón por medio de la sed, para que surjan las
aguas de la oración y del agradecimiento, abrió una roca que había por ahí para
que surgiera agua, y Sansón pudiera beber de ella, tal como siglos atrás Dios
había hendido la roca en el Horeb y en Cades para que beba el pueblo sediento (Ex
17:6; Nm 20:8,11).
El
texto dice: “él bebió y recobró su
espíritu.” El agua es más necesaria al hombre que el alimento.
20. “Y juzgó a Israel en los días de los
filisteos veinte años.”
Los israelitas finalmente reconocieron que Sansón
era un enviado de Dios para librarlos de sus enemigos, y permitieron que él fuera
su líder durante 20 años.
Es obvio que los episodios que
relata el libro de Jueces en los cuatro capítulos que dedica a Sansón sólo
contienen una pequeña parte de sus peripecias y hazañas, las más saltantes de
ellas.
Pero aún no ha terminado la
historia.
Sansón en Gaza
Nosotros sabemos que una de las situaciones álgidas que enfrenta
el estado de Israel en nuestros días es el relacionado con la llamada “franja
de Gaza”, donde viven hacinados muchos miles de palestinos. En el episodio que
sigue podemos ver cómo Gaza era ya, tres mil años atrás, una piedra de tropiezo
en la vida de los israelitas.
Jueces 16:1. “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella.”
Sansón va a esa ciudad fuerte de los filisteos,
no para averiguar cómo podía atacarla, sino para gastar sus propias energías. No
fue impelido por el Espíritu de Jehová sino por su insaciable sensualidad y, al
hacerlo, se expuso a un gran peligro.
2. “Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido
acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y
estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana;
entonces lo mataremos.”
Al enterarse sus enemigos de la presencia de
Sansón en la ciudad –quizá por boca de la mujer- se propusieron esperar hasta
la mañana en que él tendría que salir, para caerle encima y matarlo.
3. “Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a
la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos
pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre
del monte que está delante de Hebrón.”
Despertado quizá por los remordimientos, o sospechando
que los pobladores de la ciudad podrían tratar de atraparlo en la mañana, Sansón
se levantó a medianoche y arrancó las puertas de la ciudad con sus postes y
barras y se las cargó al hombro como si fueran de pluma. ¿Podemos imaginar lo
que esa proeza significaba y la fuerza de cuántos hombres juntos se hubiera
necesitado para hacer algo semejante?
Pese a su conducta nada edificante
con esta acción Sansón se convierte en un tipo de Cristo quien, al resucitar,
no sólo movió la piedra que tapaba la tumba donde lo habían sepultado, sino que
arrancó de sus goznes las puertas del Hades, que habían estado herméticamente
cerradas, para dejar salir y llevarse consigo a los cautivos que esperaban su
liberación (1 P 3:18-20; cf Ef 4:8,9).
Al observar la conducta de Sansón podemos
ver lamentablemente que él, al dejarse llevar por su lujuria, había dejado de
ser un nazareo consagrado a Dios en su corazón mucho antes de dejara de serlo exteriormente.
Notas: 1. Aunque el texto
dice “zorras” lo más probable es que se trate de chacales, porque estos
animales andan en jaurías, mientras que los zorros son animales solitarios.
2. Ésa es una expresión popular que expresa un gran daño.
3. Lehi quiere decir
“quijada”. Es muy probable que el nombre de Lehi le fuera dado por los hebreos a
ese lugar posteriormente en recuerdo de la hazaña hecha por Sansón con una
quijada de asno.
4. Esta hazaña se parece a la
realizada por Samgar, que mató a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes
(Jc 3:31).
5. Esa palabra quiere decir “la fuente del que
clamó”, y en verdad, no clamó en vano.
Amado lector: Jesús dijo: “De qué le
sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás
seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda
la eternidad, es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la
tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a
pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú
viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los
hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he
ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces
gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente
de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname,
Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y
gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#771
(31.03.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
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