martes, 23 de abril de 2013

SANSÓN III


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
SANSÓN III
La Venganza de Sansón

Jueces 15:1a. “Aconteció después de algún tiempo, que en los días de la siega del trigo Sansón visitó a su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en el aposento.”
Pasado algún tiempo, cuando se le pasó la cólera y comenzó a extrañar a su mujer filistea, Sansón fue a visitarla llevándole de regalo un cabrito –se entiende cocinado- para hacer las paces.
1b,2. “Mas el padre de ella no lo dejó entrar. Y dijo el padre de ella: Me persuadí de que la aborrecías, y la di a tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en su lugar.”
El padre le dijo que se la había dado a otro porque pensó que él ya no quería saber nada con ella, puesto que le había traicionado al revelar el secreto del enigma. ¿Pero tenía él derecho de disponer de su hija que ya tenía marido? Sin embargo, tratando de apaciguar a Sansón, le dijo: ¿Por qué no tomas a su hermana que es más joven y hermosa? En esa época en los pueblos paganos los padres disponían de sus hijas a su voluntad. En Israel, por influencia divina, era diferente. A ellos, por lo demás, les estaba prohibido casarse con la cuñada (Lv 18:3,18). Pero eso, naturalmente, el filisteo no lo sabía.
3. “Entonces le dijo Sansón: Sin culpa seré esta vez respecto de los filisteos, si mal les hiciere.”
Sansón tomó esta burla de sus derechos como una ofensa muy seria y juró vengarse, no del padre y del hombre a quien había dado a su mujer, sino de los filisteos. Acá puede verse cómo Dios iba a aprovechar la atracción desordenada que Sansón había tenido por una mujer filistea para inflingir a este pueblo una gran derrota (Jc 14:4).
4,5. “Y fue Sansón y cazó trescientas zorras (Nota 1) y tomó teas, y juntó cola con cola, y puso una tea entre cada dos colas.  Después, encendiendo las teas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos, y quemó las mieses amontonadas y en pie, viñas y olivares.”
Sansón hasta ahora ha actuado siempre solo, sin contar con la ayuda de nadie. ¿Cazaría él también los animales sin ayuda? Eso es lo que el texto da a entender.
Sansón hizo un gran destrozo en los campos filisteos quemando gran parte de la mies ya cosechada y arrasando los campos sembrados de viñas y los olivares.
¡Cómo estarían de enloquecidas las zorras al tener fuego en la cola! ¿Y cómo harían para correr estando amarradas? Podemos pensar que cada una tiraría por su lado, y no pudiendo, por último, correrían en la misma dirección.
6. “Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les contestaron: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y la quemaron a ella y a su padre.”
En represalia los filisteos quemaron a la mujer y a su padre. ¡Qué feroces! Una acción muy vil y cobarde porque sus víctimas no tenían culpa alguna en lo que Sansón les hizo. Pero esos hombres no tenían conciencia. Tomaron en esos dos indefensos la venganza que no podían tomar en Sansón. Notemos, sin embargo, cómo a ella le sucedió aquello mismo que con su traición quiso evitar. Por algo dijo Jesús que “el que quiera salvar su vida, la perderá.” (Mr 8:35)
7,8. “Entonces Sansón les dijo: Ya que así habéis hecho, juro que me vengaré de vosotros, y después desistiré. Y los hirió cadera y muslo (2) con gran mortandad; y descendió y habitó en la cueva de la peña de Etam.”
Sansón comprendió que lo que los filisteos habían hecho con su mujer y su padre lo habrían hecho con él, de haber podido. Una vez más se propuso tomar venganza sobre ellos y realizó una gran matanza de filisteos. Pero notemos que el texto no dice que él hiciera eso porque el Espíritu de Jehová viniera sobre él. Lo hizo impulsado por su propia cólera.
Esta vez Sansón no regresó a casa de su padre, como en el caso anterior (Jc 14:19), porque comprendió que los filisteos iban a tomarse una gran venganza, y no quería que sus padres fueran víctimas de su saña.
9,10. “Entonces los filisteos subieron y acamparon en Judá, y se extendieron por Lehi. Y los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y ellos respondieron: A prender a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho.”
Entonces el ejército entero de los filisteos subió contra Judá. Preguntados, respondieron que no venían contra ellos sino que querían prender a Sansón para vengarse de él.
11. “Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.”
Comprendiendo cuál era la causa de esa invasión, los hombres de Judá se enfurecieron con Sansón porque les traía dificultades inesperadas. En respuesta, Sansón les dice en buenas cuentas que a él no le importan las consecuencias de sus actos con tal de salirse con la suya. Por eso quizá los hebreos no pensaron en defender a Sansón, que los defendía a ellos, sino creyeron más conveniente colaborar con sus enemigos, entregándoles a Sansón.
12,13. “Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte y entregarte en mano de los filisteos. Y Sansón les respondió: Juradme que vosotros no me mataréis. Y ellos le respondieron, diciendo: No; solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, y le hicieron venir de la peña.”
Los hebreos negociaron con Sansón para que se entregue, asegurándole que no lo matarían, y que sólo lo entregarían a sus enemigos. ¡Entregarían a su salvador! Y lo ataron con cuerdas nuevas, es decir, muy fuertes.
Siglos después una cohorte de soldados del templo vendría de parte de los sacerdotes y ancianos cobardemente a capturar a Jesús para entregarlo a los gentiles para que sea juzgado y condenado. Ahí vemos cómo los sucesos de la vida de Sansón apuntan a otro Salvador de su pueblo mucho más fuerte que él, pero justo e inocente.
¿Por qué se entregó Sansón tan fácilmente? Quizá porque no quería pelear contra su pueblo, pero quizá más probablemente, porque pensó que se le presentaba una ocasión muy propicia para hacer una gran matanza de sus enemigos.
14-17. “Y así que vino hasta Lehi, los filisteos salieron gritando a su encuentro; pero el Espíritu de Jehová vino sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos. Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres. Entonces Sansón dijo:  Con la quijada de un asno, un montón, dos montones;  Con la quijada de un asno maté a mil hombres.  Y acabando de hablar, arrojó de su mano la quijada, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi.” (Es decir, la montaña de la quijada). (3)
Cuando estaban por entregarle a los filisteos que gritaban de júbilo, el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, rompió con facilidad las cuerdas y tomando una quijada de un burro muerto que encontró por ahí, mató a mil filisteos. (4)
Pero Sansón atribuyó su extraordinaria victoria a sus propias fuerzas y no le dio gloria a Dios inicialmente por ella.
18. “Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?”
Fue necesario que Sansón sintiera que desfallecía de sed para que reconociera que era Dios quien le había dado la victoria y que entonces clamara a Dios pidiéndole que no lo dejara morir de sed.
19. “Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó. Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, (5) el cual está en Lehi, hasta hoy.”
Entonces Dios, después de haber cavado como si fuera en la roca del corazón de Sansón por medio de la sed, para que surjan las aguas de la oración y del agradecimiento, abrió una roca que había por ahí para que surgiera agua, y Sansón pudiera beber de ella, tal como siglos atrás Dios había hendido la roca en el Horeb y en Cades para que beba el pueblo sediento (Ex 17:6; Nm 20:8,11).
            El texto dice: “él bebió y recobró su espíritu.” El agua es más necesaria al hombre que el alimento.
20. “Y juzgó a Israel en los días de los filisteos veinte años.”
Los israelitas finalmente reconocieron que Sansón era un enviado de Dios para librarlos de sus enemigos, y permitieron que él fuera su líder durante 20 años.
Es obvio que los episodios que relata el libro de Jueces en los cuatro capítulos que dedica a Sansón sólo contienen una pequeña parte de sus peripecias y hazañas, las más saltantes de ellas.
Pero aún no ha terminado la historia.
Sansón en Gaza
Nosotros sabemos que una de las situaciones álgidas que enfrenta el estado de Israel en nuestros días es el relacionado con la llamada “franja de Gaza”, donde viven hacinados muchos miles de palestinos. En el episodio que sigue podemos ver cómo Gaza era ya, tres mil años atrás, una piedra de tropiezo en la vida de los israelitas.

Jueces 16:1. “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella.”
Sansón va a esa ciudad fuerte de los filisteos, no para averiguar cómo podía atacarla, sino para gastar sus propias energías. No fue impelido por el Espíritu de Jehová sino por su insaciable sensualidad y, al hacerlo, se expuso a un gran peligro.
2. “Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos.”
Al enterarse sus enemigos de la presencia de Sansón en la ciudad –quizá por boca de la mujer- se propusieron esperar hasta la mañana en que él tendría que salir, para caerle encima y matarlo.
3. “Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.”
Despertado quizá por los remordimientos, o sospechando que los pobladores de la ciudad podrían tratar de atraparlo en la mañana, Sansón se levantó a medianoche y arrancó las puertas de la ciudad con sus postes y barras y se las cargó al hombro como si fueran de pluma. ¿Podemos imaginar lo que esa proeza significaba y la fuerza de cuántos hombres juntos se hubiera necesitado para hacer algo semejante?
Pese a su conducta nada edificante con esta acción Sansón se convierte en un tipo de Cristo quien, al resucitar, no sólo movió la piedra que tapaba la tumba donde lo habían sepultado, sino que arrancó de sus goznes las puertas del Hades, que habían estado herméticamente cerradas, para dejar salir y llevarse consigo a los cautivos que esperaban su liberación (1 P 3:18-20; cf Ef 4:8,9).
Al observar la conducta de Sansón podemos ver lamentablemente que él, al dejarse llevar por su lujuria, había dejado de ser un nazareo consagrado a Dios en su corazón mucho antes de  dejara de serlo exteriormente.
Notas: 1. Aunque el texto dice “zorras” lo más probable es que se trate de chacales, porque estos animales andan en jaurías, mientras que los zorros son animales solitarios.
2. Ésa es una expresión popular que expresa un gran daño.
3. Lehi quiere decir “quijada”. Es muy probable que el nombre de Lehi le fuera dado por los hebreos a ese lugar posteriormente en recuerdo de la hazaña hecha por Sansón con una quijada de asno.
4. Esta hazaña se parece a la realizada por Samgar, que mató a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes (Jc 3:31).
5. Esa palabra quiere decir “la fuente del que clamó”, y en verdad, no clamó en vano.
Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#771 (31.03.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

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