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martes, 30 de diciembre de 2014

CONSEJOS PATERNALES III

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
CONSEJOS PATERNALES III
Un Comentario de Proverbios 4:20-27
Esta última sección del capítulo dirige su atención a las diferentes partes de nuestro cuerpo que intervienen en nuestra conducta: oídos (v. 20), ojos (v. 21,25), corazón (v. 23), labios (v. 24), pies (v. 26,27).
20. “Hijo mío, está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.”
21. “No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón;”
22. “Porque son vida a los que las hallan,
Y medicina a toda su carne.”
Esta pequeña perícopa de tres versículos dedica los dos primeros a exhortar encarecida e intensamente al hijo, (o discípulo) a prestar atención a los consejos paternos, y en el tercero expresa la razón de su insistencia, la cual encierra uno de los secretos del valor que tienen las Escrituras para nosotros. Los dos primeros versículos son una exposición de cómo debe ser la escucha: 1) estar atento, es decir, prestar atención a las palabras; 2) escuchar detenidamente su significado e intención (inclinarse es el gesto con el cual uno se acerca a algo); 3) tenerlas siempre presente, es decir, tener los ojos puestos en ellas, lo que quiere decir que no se trata solamente de escuchar la palabra hablada, sino también de leerla escrita. Leer con atención, en efecto, es una forma de escuchar. Finalmente 4) de nada serviría todo ese ejercicio si lo escuchado y leído no penetrara en el corazón, es decir, si no fuera apropiado internamente, incorporado a la propia vida y llevado a la práctica, convirtiendo sus consejos en normas y directrices concientemente vividas.
La razón, el secreto, de esta exhortación es –como ya se ha dicho anteriormente- que las palabras de Dios son vida, es decir, dan vida a los que las escuchan y ponen en práctica.
¿Qué quiere decir dar vida en este contexto? Teniendo en cuenta lo que se dice más adelante, que son medicina para los huesos (Pr 16:24), dar vida quiere decir que tienen, primero que nada, una virtud curativa para sanar las enfermedades del cuerpo. Pero, sobre todo, que, viniendo de Dios, refrescan el ánimo, dan vitalidad, alegran, aumentan las fuerzas, etc. Esto en el plano de la vida material, pero en el plano espiritual, comunican, infunden vida en el alma, acercan a Dios, limpian del pecado y sus secuelas, incentivan el desarrollo de las virtudes, y muy especialmente, avivan el amor a Dios.
Acerca de la virtud curativa de la palabra de Dios hay muchos testimonios escritos, y muchos textos en el Antiguo Testamento que lo confirman. Me limitaré a citar sólo uno: “Envió su palabra y los sanó.” (Sal 107:20). Pero acerca de su efecto espiritual, el Salmo 119 está lleno de instancias concretas: corrige (v. 67,71), redarguye (v. 21), exhorta (v. 25,50,93), guía (v. 105), guarda del pecado (v. 9,11,121,133), consuela (v. 52), etc. Siendo tan grande el poder de la palabra ¿cómo vamos a descuidar alimentarnos de ella cotidianamente? Hacerlo sería descuidar nuestro propio bien y despreciar nuestro provecho. Si Dios la ha puesto a nuestra disposición para que nos valgamos de ella, sería una grave negligencia no aprovechar la oportunidad que se nos brinda de ser enriquecidos por este don suyo de valor eterno.
23. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;

Porque de él mana la vida.”
Este versículo es uno de los más importantes de toda la Biblia, porque trata de la posesión más valiosa que haya sido encomendada al hombre. En efecto, no hay cosa más digna de estima, de mayor valor para nosotros, que nuestro corazón en sentido espiritual. Es decir, nuestro ser interior, con todo lo que ello comprende: mente, sentimientos, decisiones, sueños, aspiraciones e intenciones. El corazón ha sido llamado con acierto “la ciudadela del hombre”. Debemos vigilar su contenido con toda diligencia, porque así como del órgano del corazón mana la vida del cuerpo por la sangre que envía a todo el organismo, llevando el oxígeno que necesitan nuestras células, de manera semejante de ese centro de nuestro ser fluye nuestra vida espiritual, pues nuestros pensamientos, sentimientos y deseos definen y determinan la calidad de esa vida, si es vital o está como muerta.
Notemos que si la fuente está contaminada, sucia, el agua que brote de ella también lo estará. De ahí que deba vigilarse todo lo que entra a nuestra mente y todo lo que nuestra mente rumia, por así decirlo, porque lo que entra en ella y lo que ella elabora, determina lo que sale, esto es, nuestras acciones y conducta (16:9a).
Jesús lo dijo muy claro: “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso lo contamina. Porque lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mt 15:11,18,19). Todo lo que nosotros hacemos y decimos existió primero potencialmente en nuestro corazón. Bien lo dijo Orígenes: “La fuente de todo pecado está en los malos pensamientos, porque a menos que ellos ganen dominio sobre nosotros no existirían los asesinatos ni los adulterios. Recuerda que las fuerzas espirituales de maldad de las regiones celestes andan alrededor nuestro como león rugiente (1P 5:8) tratando de apoderarse de nuestro corazón para gobernar nuestras vidas. Pon pues, por ello, una valla alrededor de tu corazón para que nada impuro lo contamine. El diablo también lo está vigilando, para ver en qué momentos de descuido tuyo puede asaltarlo para clavar sus dardos.
Algunos se guardan de pecar con el cuerpo, pero pecan con el corazón teniendo pensamientos de lujuria, o de odio y venganza. Pero si pecaste con el corazón es como si hubieras pecado con el cuerpo. Tu mano no asestó el golpe para herir, pero tu corazón si lo hizo, y no quedará inadvertido, porque “el Señor aclarará lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones del corazón.” (1Cor 4:5).
24. “Aparta de ti la perversidad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de los labios.”
Habiendo hablado del corazón, ahora pasa a los labios. Sabemos que hay una conexión
estrecha entre la boca y el corazón porque, como dijo Jesús: “de la abundancia del corazón habla la boca.” (Mt 12:34b) Nosotros solemos hablar de las cosas que llenan nuestro corazón, es decir, de las cosas que nos interesan, que ocupan nuestra mente; de las cosas con las que tenemos una vívida relación emotiva; sea positiva, porque las amamos, o negativa, porque nos son odiosas y las detestamos. Todo lo que tenemos en el corazón saldrá algún día por nuestros labios, aun sin quererlo ni darnos cuenta; y a veces nuestras propias palabras inadvertidamente nos acusarán. Más aun, como ya se ha dicho, lo que guardamos en el corazón determinará nuestras actitudes, y nuestros gestos y reacciones, sin que nos demos cuenta.
Si la frase de Jesús es cierta –como lo es sin duda- puede decirse que a quien guarde su corazón con toda diligencia no es necesario aconsejarle que aparte la perversidad de su boca, porque no se hallará en él. Pero no hay hombre tan perfecto en la tierra que no esconda alguna iniquidad en su alma, de modo que aun a ése tal hay que exhortarle a que aleje la iniquidad de sus labios. Si le da expresión con la boca la refuerza en su corazón y se mancilla con ella. Si tiene la tentación de expresar sus malos sentimientos hacia alguna persona, o llevar a la práctica los malos deseos de su mente sensual, será mejor que se refrene para no dar lugar a que el diablo le venza y retome aquella parte de su corazón que ya había cedido a Dios.
L.A. Schökel traduce: “Aparta de ti la lengua tramposa; aleja de ti los labios falsos.” Su versión expone la necesidad de ser siempre veraz, de no engañar a nadie para obtener alguna ventaja, o ganancia. ¡Cómo escucharan este consejo algunos comerciantes! La ganancia mal obtenida puede agujerear su bolsillo, o su estómago, después de agujerear su alma. Aconseja además no mentir ni manchar la honra de nadie, acusándolo falsamente de cosas que no ha cometido. El día menos pensado el daño hecho a la honra, o buen nombre ajeno, rebotará en perjuicio del mentiroso.
El libro de Proverbios tiene mucho que decir de la boca, de los labios y de la lengua: Condena los labios mentirosos (12:22); denuncia al chismoso (20:19) (Nunca caigas en ese defecto al que son proclives no sólo las mujeres, como se cree, porque, como dice Ecl 7:21,22, si hablas mal de otro, algún día oirás a alguno hablar mal de ti). En cambio, encomia al corazón del sabio que “hace prudente su boca y añade gracia a sus labios.” (16:23; cf 10:19; 13:3); afirma que “la lengua de los sabios es medicina.” (12:18), y árbol de vida “la lengua apacible” (15:4). Proclama por último que “la vida y la muerte están en el poder de la lengua” (18:21). Cuida pues tu lengua, porque, quiéraslo o no,  comerás del fruto de lo que ella diga.
25. “Tus ojos miren lo recto,
Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.”
Que los propósitos que persigues sean siempre honestos y las metas que deseas alcanzar sean siempre honorables. En ellos fija tu mirada sin vacilar. La persona que anda mirando de un lado a otro al caminar, como espiando el entorno de manera furtiva para ver qué oportunidad se le ofrece de aprovecharse del descuido o ingenuidad de algún incauto, guarda pensamientos de dudosa índole en su corazón. No es una persona confiable. Es mejor que no tengas trato con ella; no vayas a caer en una de sus trampas.
Pero este versículo advierte también del peligro de dejar que nuestra mirada sea atraída por una mujer ajena, con la cual, si uno la mira con deseo, ya ha cometido adulterio en su corazón, según dijo Jesús (Mt 5:28). Por eso es que Job dice que él se había impuesto por ley no mirar con deseo ni siquiera a una virgen (Jb 31:1). Por eso también dijo Jesús muy apropiadamente que los ojos son la lámpara del cuerpo. Si nuestros ojos son malos, es decir, si la intención con que miramos es torcida, todo nuestro ser estará en oscuridad; pero si son buenos, es decir, si nuestras intenciones son rectas e inocentes, todo nuestro ser estará iluminado (Mt 6:22,23). Eso se refiere no sólo a la sensualidad, sino también a la codicia.
26. “Examina la senda de tus pies,
Y todos tus caminos sean rectos.”
27. “No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;
Aparta tu pie del mal.”
26. Este proverbio nos exhorta a hacer el examen continuo del camino que llevamos, de lo que estamos haciendo, si es recto, conforme a la palabra de Dios, o no. Este versículo, además,  respalda la noción de que el examen de conciencia es algo bíblico. "Examina la senda de tus pies" quiere decir: examínate a ti mismo, examina tu conducta, práctica que Pablo recomienda (2 Cor 13:5), no vaya a ser que sin darte cuenta estés incurriendo en faltas. Mejor es que te juzgues tú sinceramente, que no que sea Dios quien lo haga cuando ya no puedes rectificar nada de lo hecho en tu vida.
Nuestros caminos están abiertos a los ojos de Dios que los considera (Pr 5:21), y tiene en cuenta todas nuestras acciones (1Sm 2:3). No hay nada que escape a su mirada.
Esa misma exhortación nos la hace Efesios 5:15: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios.”
27. La exhortación a no desviarse del camino aparece frecuentemente en Deuteronomio y Josué (Dt 5:32; 17:11,20; 28:13,14; Js 1:7; 23:6), y anima a perseverar en el camino trazado que debe siempre perseguir el bien, tal como hizo el piadoso rey Josías (2R 22:2).
En Isaías se da un consejo semejante: “Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” (Is 30:21). No dudemos de que Dios, en su infinita compasión, enviará su voz como un aviso que oiremos a nuestras espaldas cuando más lo necesitemos, alertándonos del peligro de desviarnos que enfrentamos.
Conviene recordar lo que dice otro proverbio: “Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa los corazones.” (Pr 21:2). Para no desviarnos del camino debemos siempre pedirle a Dios que nos guíe y nos guarde, porque mientras vivamos seremos inevitablemente tentados a dejar una y otra vez el camino recto y seguro por el que andamos; y habrá incentivos que atraigan nuestra ambición, o nuestra concupiscencia, y que nos inciten engañosamente a gozar de ellos (Sal 27:11; cf 5:8). Bien advirtió Pablo: “El que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1Cor 10:12).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.
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jueves, 13 de noviembre de 2014

PARA LEER EL LIBRO DE PROVERBIOS III

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
PARA LEER EL LIBRO DE PROVERBIOS III
Continuamos con la descripción de las diversas formas de paralelismo iniciada en el artículo anterior.
Otra forma de paralelismo frecuente es el que podríamos llamar “comparativo”, y que se caracteriza por las palabras “mejor es”, o “más vale”, o similares, en que se yuxtapone el valor o la utilidad de los bienes para el bienestar del hombre, dependiendo de las condiciones psicológicas.
Los ejemplos son numerosos:
“Mejor es lo poco con el temor de Jehová,
Que el gran tesoro donde hay turbación.” (Pr 15:16),
y también:
“Mejor es la comida de legumbres donde hay amor,
Que de buey engordado donde hay odio.” (15:17).
Ambos proverbios recalcan la superioridad de lo espiritual sobre lo material.
Véase también:
“Más vale el despreciado que tiene servidores,
Que el que se jacta, y carece de pan.” (12:9).
Ya hemos mencionado el paralelismo que llamaremos “emblemático”, y que traza una analogía entre dos situaciones de diferentes esferas de la vida para que el lector saque la conclusión práctica. En esta forma de paralelismo es usual que se emplee los adverbios “como” y “así” (aunque en el original hebreo pueden estar sólo implícitos):
“Como no conviene la nieve en el verano,
ni la lluvia en la siega,
así no conviene al necio la honra.” (26:1)
“Como el gorrión en su vagar,
y como la golondrina en su vuelo,
así la maldición nunca vendrá sin causa.” (26:2)
Véase también Pr 25:25,26,28.
A partir de la tercera sección del libro (22:17) proliferan los proverbios que constan de cuatro, cinco o más líneas. A ellos los llamaremos “tetraestico”, “pentaestico”, “sextaestico”, “heptaestico”, “octoestico”, etc., según el número de líneas que contenga. El siguiente es un ejemplo de heptaestico:
“Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,
Y aplica tu corazón a mi sabiduría;
Porque es cosa deliciosa
Si las guardares dentro de ti;
Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.
Para que tu confianza sea en Jehová,
Te las he hecho saber a ti también.” (22:17-19).
Otra forma de paralelismo es el “numérico”, del cual hay varios ejemplos en el capítulo 30:
“Tres cosas me son ocultas;
Aun tampoco sé la cuarta:
El rastro del águila en el aire;
El rastro de la culebra sobre la peña;
El rastro de la nave en medio del mar;
Y el rastro del hombre en la doncella.” (30:18,19).
Véase también los proverbios 30:21-23 y 30:24-28.
En el caso de los versículos 30:15,16 la primera línea del versículo 15 hace las veces de introducción a lo que sigue, pero podría ser suprimida sin alterar el significado del proverbio, aunque provee una imagen llamativa:
“La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame!
Tres cosas hay que nunca se sacian;
Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta!
El Seol, la matriz estéril,
La tierra que no se sacia de aguas,
Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!”
También hay un versículo numérico en el capítulo 6:16-19:
“Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma:
Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,
El corazón que maquina pensamientos inicuos,
Los pies presurosos para correr al  mal,
El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.”
Me queda mencionar el poema alfabético o acróstico, que consiste en que cada línea, o cada versículo, empieza con una letra diferente de las 22 consonantes de que consta el alfabeto hebreo, artificio poético que, por lo demás, era también usado por la literatura sapiencial de otras lenguas con su propio alfabeto.
Existen numerosos salmos acrósticos (Nota 1), el más famoso de los cuales es el salmo más largo del Salterio, el 119, en el que cada una de las ocho líneas de las 22 estrofas que lo constituyen, comienza con una consonante diferente. Lamentablemente –exceptuando el salmo 119- ninguna de las versiones españolas de los salmos que he visto (salvo Nácar-Colunga y la Biblia de Jerusalén) consigna los nombres de las letras hebreas, por lo que el lector no es conciente del uso de este recurso poético.
En el libro de Proverbios hay un poema acróstico famoso: “El Elogio de la Mujer Virtuosa”. Este poema magistral de 22 versículos, describe a la esposa ideal, que no sólo hace feliz a su marido, sino que contribuye al bienestar de sus hijos y de su hogar, y termina siendo elogiada por todos:
Alef     “Una mujer virtuosa ¿quién la hallará?
             Su valor supera en mucho al de las joyas.
Bet     En ella confía el corazón de su marido
             Y no carecerá de ganancias.
Guimel          Ella le trae bien y no mal
             Todos los días de su vida.
Dalet  Busca lana y lino,
             Y con agrado trabaja con sus manos.
He        Es como nave de mercader,
             Trae su pan de lejos.
Vau    Se levanta cuando aún es de noche
             Y da de comer a los de su casa
             Y ración a sus criadas.
Zain    Considera la heredad y la compra
             Y planta viña del fruto de sus manos.
Jet      Ciñe de fuerza sus lomos
             Y fortalece sus brazos.
Tet      Ve que van bien sus negocios;
             Su lámpara no se apaga de noche.
Yod    Extiende sus manos a la rueca,
             Y sus manos al huso.
Kaf     Alarga sus manos al pobre,
             Y extiende sus manos al necesitado.
Lamed           No tiene temor de la nieve por los de su casa,
             Porque en su casa todos llevan ropas dobles. (2)
Mem   Ella se hace mantos lujosos,
             De lino fino y púrpura es su vestido.
Nun    Su marido es considerado en las puertas,
             Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Sámek           Hace túnicas de lino fino y las vende,
             Y da cinturones al mercader.
Aín      Fuerza y dignidad son su vestidura,
             Y se alegra del día de mañana.
Pe       Abre su boca con sabiduría,
             Y la ley de clemencia está en su lengua.
Tsade            Considera los caminos de su casa,
             Y no come su pan de balde.
Qof     Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada,
             Y su marido también la alaba:
Resh  Muchas mujeres hicieron el bien,
             Pero tú las superas a todas.
Sin      Engañosa es la gracia y vana la hermosura,
             La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
Tau    Dadle del fruto de sus manos,
             Y alábenle en las puertas sus hechos.”
(Pr 31:10-31)
Notas: 1. Los salmos 9,10,25,34,37,111,112,119,145 son acrósticos.
2. El original dice ropa “escarlata”, porque la lana solía ser teñida de ese color, en la creencia de que ayudaba a conservar el calor.
Bibliografía: Al escribir los tres artículos de esta serie, además de los libros de T. Longmann, “How to Read Proyerbs” y “How to Read the Psalms”, he consultado con provecho los siguientes libros: Claus Westermann, “Roots of Wisdom”; Derek Kidner “Proverbios”; el 6to Volumen del “Commentary on the Old Testament” de Keil-Delitzscht y las enciclopedias “The International Standard Encyclopedia”, “The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible”, y “The Jewish Encyclopedia”.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
ANUNCIO: YA ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS CRISTIANAS Y EN LAS IGLESIAS MI LIBRO “MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO” (VOL I) INFORMES: EDITORES VERDAD & PRESENCIA. AV. PETIT THOUARS 1191, SANTA BEATRIZ, LIMA, TEL. 4712178.

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martes, 4 de noviembre de 2014

PARA LEER EL LIBRO DE PROVERBIOS II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
PARA LEER EL LIBRO DE PROVERBIOS II
Una de las características más saltantes de la literatura poética y sapiencial del Antiguo Testamento es su estructura en versos de dos líneas. A cada una de ellas se le llama “estico”, y al par, “dístico” (O según otra nomenclatura “colon” y “bicola”). Se ha observado que la segunda línea suele corresponder a la primera, o estar relacionada con ella, de modo que formen una copla.
A este fenómeno se le llama “paralelismo”. El término fue acuñado por Robert Lowth, un catedrático de la Universidad de Oxford, a mediados del siglo XVIII, el cual disipó algunos malentendidos del pasado sobre su interpretación.
Él identificó tres modalidades básicas de paralelismo. El paralelismo sinónimo, el paralelismo antitético, y el paralelismo sintético.
El primero se da cuando la segunda línea, o estico, corrobora o repite, en distintas palabras el sentido de la primera, en cierta manera intensificándolo, completándolo, o aportando un matiz adicional; o presentando un nuevo ángulo de la verdad expuesta en el primero. Por ejemplo:
“Preparados están juicios para los escarnecedores,
Y azotes para las espaldas de los necios.” (Pr 19:29).
“Necios” corresponde a “escarnecedores”, y “azotes” a “juicios”. El proverbio declara que hay una sanción para los que ignoran a Dios. Otro ejemplo:
“Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado;
Y adquirir inteligencia vale más que la plata.” (16:16).
“Inteligencia” corresponde a “sabiduría”, y “plata” a “oro”. El proverbio encomia la utilidad de volverse sabio.
Hay ocasiones en que el paralelismo sinónimo no es tan evidente porque no aparecen palabras sinónimas o similares en las dos líneas, pero el sentido de la segunda refuerza el de la primera.
En los salmos los ejemplos de paralelismo sinónimo son muy numerosos. El salmo 2 está lleno de ellos:
“¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?” (v.1)
“El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos.” (v.4)
“Los quebrantarás con vara de hierro;
Como vasija de alfarero los desmenuzarás.” (v. 9)
Hay casos en que el paralelismo sinónimo se da ya no entre dos líneas, o esticos, sino entre dos pares de líneas, o dísticos, en los que el primer par enuncia una sentencia completa, que es corroborada por el par siguiente:
Quita las escorias de la plata,
Y saldrá alhaja al fundidor.
Aparta al impío de la presencia del rey,
Y su trono se afirmará en justicia.” (Pr 25:4,5)
Aquí hay una relación directa entre las ideas que se enuncian en ambos versículos, siendo el nexo común el verbo hebreo hagah (aparta) -que RV60 traduce por dos verbos diferentes- siendo el vers. 5 la conclusión que se infiere del vers. 4. El sentido general es: “En donde quiera que estés, saca lo malo y mejorará el resultado.” El proverbio aplica una técnica de la metalurgia al ambiente de la corte. Este proverbio parece haberse originado no en un ambiente popular, sino cortesano.
La segunda categoría es el paralelismo antitético, en que las dos líneas del proverbio expresan un mismo pensamiento, pero valiéndose no de sinónimos sino de antónimos. Por eso se le podría llamar también paralelismo contrastante, porque enuncia una misma idea mediante contrastes, o desde perspectivas opuestas. Por ejemplo:
“El hijo sabio alegra al padre,
Pero el hijo necio es tristeza de su madre.” (10:1)
Aquí hay tres pares de contrastes: hijo sabio/hijo necio; alegría/tristeza; padre/madre. Una característica frecuente de este tipo de paralelismo es la preposición “pero” o “mas”.
“Los pensamientos de los justos son rectitud;
Mas los consejos de los impíos, engaño.” (12:5).
Aquí el contraste se da entre “justos” e “impíos”, y entre “rectitud” y engaño”.
En el capítulo 10 pertenecen a este tipo de paralelismo los proverbios siguientes: 1,2,3,4,5,6,7,8,9,11,12,13,14,15,16, 17,19, 20,21,23,24,25, y del 27 al 32. Con excepción de los versículos 22 y 26, los versículos no mencionados pertenecen a la categoría de paralelismo sinónimo.
¿Por qué son los paralelismos antitéticos tan abundantes en el libro de Proverbios? Tremper Longmann, en su libro “How to read Proverbs”, contesta: “Como hemos visto, el propósito del libro de Proverbios es presentar al lector una elección fundamental para su vida, entre la sabiduría y la necedad o locura. Los proverbios antitéticos presentan la diferencia radical que hay entre las dos. La sabiduría edifica, exige temor de Dios, evita el lenguaje jactancioso y no miente. El paralelismo antitético apoya la concepción de la vida y el mensaje que trasmite el libro de Proverbios en su conjunto.”
En ocasiones los proverbios antitéticos se presentan en forma de pregunta:
“El espíritu del hombre soporta su enfermedad,
pero el espíritu angustiado ¿quién lo soportará?” (18:14).
(Traducido de la versión de F. Delitzscht), que es como si dijera que el espíritu angustiado es el peor de los tormentos, lo cual es algo muy cierto. Otro ejemplo es:
“De Jehová son los pasos del hombre;
¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?” (20:24)
La primera línea recuerda al salmo 37:23ª. El sentido de este proverbio está bien expresado en el viejo refrán: “El hombre propone, pero Dios dispone.”
El tercer tipo de paralelismo es el sintético, en el que la segunda línea desarrolla, refuerza o completa, el sentido de la primera:
“El alma generosa será prosperada;
Y el que saciare, él también será saciado.” (11:25)
El proverbio encomia la generosidad. Pero debo señalar que hay quienes catalogan este proverbio entre los sinónimos, aunque no emplee en ambas líneas palabras similares.
Otro caso de paralelismo sintético es:
“Como rugido de cachorro de león es el terror del rey;
El que lo enfurece peca contra sí mismo.” (20:2).
Y también:
“Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos,
Así es el perezoso a los que lo envían.” (10:26)
Hay quienes catalogan este proverbio entre los emblemáticos, que veremos luego.
La categoría sintética de paralelismo es ambigua, por lo que hay muchos que niegan que exista realmente, aduciendo que no existe verdadero paralelismo entre las líneas, sino que ambas expresan un solo pensamiento de corrido. Los que son de esa opinión llaman a esta forma de proverbio “dístico integral” (“eigengedánkige” en alemán, es decir, de un solo pensamiento). Por ejemplo:
 (La ley del sabio es manantial de vida
Para apartarse de los lazos de la muerte. (13:14)
Con frecuencia en este tipo de proverbio la segunda línea presenta una razón, o una prueba, propósito o consecuencia de lo que afirma la primera:
“Abominación es a los reyes hacer impiedad,
Porque con justicia será afirmado el trono.” (16:12).
El significado es: Si se actúa con sentido de justicia, la autoridad del gobernante es fortalecida. Otros ejemplos son:
“Escucha el consejo, y recibe la corrección,
Para que seas sabio en tu vejez.” (19:20).
“El impío toma soborno del seno
Para pervertir las sendas de la justicia.” (17:23).
En el siguiente artículo continuará la exposición de las diversas modalidades de paralelismo.
Fe de Erratas: El nombre correcto del sabio egipcio mencionado en los párrafos 4 y 5 de la segunda columna del anverso del artículo anterior es: Amenemope.
NB. El domingo pasado, en atención a las elecciones, no se publicó ningún artículo.
Amado lector: Si tú nunca has recibido al Señor mediante un acto voluntario y conciente de fe, yo te invito a hacerlo en este momento, diciendo la siguiente oración:
 “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#850 (12.10.14). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).