Quiero instar a mis
lectores, y a todos los cristianos en general, a orar
fervientemente por nuestro país. En el proceso electoral que se avecina se va a
decidir el destino de nuestra patria en el próximo quinquenio. Lo que está en
juego va mucho más allá de las preferencias personales, o del bienestar y
desarrollo de los individuos. Es la viabilidad misma de nuestra patria como
estado democrático y civilizado. El resultado de cada elección, como sabemos,
determina la dirección en que se moverá el país en el futuro próximo: si será
ascendente o descendente, si progresamos o retrocedemos. Dios nos ayude.
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