Quiero instar a mis
lectores, y a todos los cristianos en general, a orar
fervientemente por nuestro país. En el proceso electoral que se avecina se va a
decidir el destino de nuestra patria en el próximo quinquenio. Lo que está en
juego va mucho más allá de las preferencias personales, o del bienestar y
desarrollo de los individuos. Es la viabilidad misma de nuestra patria como
estado democrático y civilizado. El resultado de cada elección, como sabemos,
determina la dirección en que se moverá el país en el futuro próximo: si será
ascendente o descendente, si progresamos o retrocedemos. Dios nos ayude.miércoles, 27 de enero de 2016
martes, 26 de enero de 2016
ANOTACIONES AL MARGEN XLIII
LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ANOTACIONES
AL MARGEN XLIII
* Que el hombre no tenga un control total de su imaginación y
pensamientos es muy curioso. Si la mente
es parte de su ser ¿por qué no los puede controlar sino muy
parcialmente? Pero tampoco puede controlar las funciones de su cuerpo. El
funcionamiento de los órganos de su cuerpo es automático e independiente de su
voluntad. Es más, ni siquiera es consciente de muchos de ellos. ¿Qué pasaría si
el funcionamiento de sus órganos dependiera de su atención y de su voluntad?
¿El latido de su corazón, la secreción de los jugos gástricos cuando come, por
ejemplo? Olvidarse de una sola de esas funciones le sería fatal. Los recién
nacidos y los niños pequeños morirían rápidamente. Por eso Dios, en su infinita
sabiduría, hizo que el funcionamiento de las miríadas de funciones internas que
nos mantienen en vida (no sólo a nosotros sino a todos los seres vivos) fuese
automático e independiente de nuestra atención y querer.
Nosotros gobernamos sólo una fracción mínima de las funciones y
capacidades de nuestro cuerpo, los llamados músculos estriados de la cara,
boca, cuello y resto de nuestros miembros. Pero nuestro cerebro recibe miles de
mensajes de los órganos del cuerpo a cada instante, y envía órdenes en
respuesta constantemente sin que nosotros tengamos conciencia de ello.
Igual es con nuestra mente. La atraviesan
cantidades de pensamientos e imágenes, algunos indeseables, sin que podamos
hacer nada para detenerlos. ¿Cómo detener el flujo constante de pensamientos de
nuestra mente? ¿Poner la mente en blanco? Cuando estamos tratando de hacerlo,
eso es precisamente aquello en lo que estamos pensando.
Así pues, el hombre es señor de sólo una
pequeña parte de su ser. Todo el resto lo controla Dios, o está ligado a
factores aleatorios y desconocidos. Lo único que le es propio es su voluntad,
porque ni siquiera sus sentimientos están bajo su control. Y aun la libertad de
su voluntad está condicionada y limitada por las condiciones del entorno y por
la debilidad de su carne. Desea esto o aquello que se presenta delante de sus
ojos, y no puede resistir a las solicitaciones de su sensualidad sin la ayuda
de Dios.
¡Cuán acertada es la frase del salmo: “¿Qué es el hombre para que de él te
acuerdes?” (Sal 8:4). ¡Somos tan limitados, pequeños e impotentes! Y sin
embargo, ese ser minúsculo como el polvo de la tierra se atreve a rebelarse
contra su Creador.
En los millones de células que tenemos en
nuestro cuerpo se realizan, dice la biología, miles de transacciones químicas
por minuto de las que depende nuestra vida, y que la ciencia está recién
empezando a descubrir. ¿Qué pasaría si el funcionamiento de nuestras células
estuviera controlado por nuestra conciencia? ¿Qué pasaría si los millones de
glóbulos rojos que flotan en nuestra sangre esperaran nuestra orden para
descargar el anhídrido carbónico que traen y recargarse de oxígeno al entrar en
los pulmones? Moriríamos de asfixia. ¿Qué pasaría si nuestros glóbulos blancos
esperaran nuestra orden para atacar a los microbios y bacterias que nos invaden
constantemente? La menor infección acabaría con nuestra vida.
Todo eso lo hace Dios que ha programado el
funcionamiento de nuestros órganos y de todas las partes de nuestro cuerpo.
Pese a la enorme potencia de procesamiento de las computadoras modernas, no
existe una sola en el mundo que pudiera controlar la centésima parte del trabajo
que se realiza en el organismo de cada ser humano viviente.
El don de la vida que hemos recibido en el
instante en que fuimos concebidos es un don complejísimo e inescrutable. En
verdad, nuestra existencia física es un verdadero milagro repetido a cada
instante (Nota). ¿Cómo no le hemos de dar gracias a Dios
constantemente por este cuerpo y por este don?
*
|
De cómo ocupemos nuestra mente durante el
día depende de cuán concentrados estén nuestros pensamientos en Dios durante
nuestro tiempo de oración. Si estamos abiertos a toda clase de impresiones
externas durante el día, y andamos ocupados en “entretenimientos”, esas
impresiones e imágenes mentales invadirán nuestra mente cuando queramos orar.
Nosotros alimentamos nuestra mente
constantemente con las cosas que miramos y a las que dedicamos nuestra
atención. Ese es el “input”. No tiene nada de extraño que el “output” sea de
naturaleza semejante.
* Es un hecho que todas las cosas que supuestamente yo hago para
Dios, las hago porque me agrada hacerlas, porque es mi oficio, mi ocupación favorita.
Si no es cierto lo que digo –y no sólo en
mi caso- pregúntenle a un pastor cuánto le cuesta predicar los domingos. Sin
duda le demanda esfuerzo, pero nada le agrada más que hacerlo.
* Todo lo que hago, incluso cuando me involucro en el mundo, debe
estar dirigido a Dios, debe tener como objetivo servirlo. Eso es lo que Pablo
dice en Rm 12:1 y 14:8.
Sin embargo, hay muchas cosas que hago
durante el día que son inútiles, porque no están dirigidas hacia Dios.
* Si todo lo hago para Dios y con el deseo de servirlo, entonces
todo lo que hago es oración.
* Hacer todas las cosas bien (como para el Señor) es una forma de
adorarlo.
* Para el mundano, para el pecador y el cristiano carnal, esto es,
para la mayoría de los seres humanos, la voz del ego viene primero, la voz de
Dios al último. Y para mí ¿qué voz viene primero?
* No sólo mi cuerpo, también mi alma es templo del Espíritu Santo.
* Recogimiento y desprendimiento van juntos. No puedo vivir una
vida de recogimiento, sin vivir desprendido de las cosas. Porque si no ¿a dónde
se dirigirá mi atención?
* ¿Qué es la celda interior? Es entrar en sí mismo, en el silencio
de la vida interior donde Dios nos habla.
* En las situaciones extremas, de sufrimiento o de peligro, las
personas reaccionan según el metal de que están hechas.
* Los sentimientos paternales y los sentimientos maternales son
obra divina, proceden de Dios. Él los ha sentido antes que nosotros, y se los
ha dado a los seres humanos con un fin.
* ¿Qué es lo que más vale de todo lo que hago? Lo que más debo
empeñarme en hacer es que la gente conozca y ame a Dios.
* Esta frase me impresiona: En el infierno hay vírgenes, pero no
hay humildes.
* En la última Cena Jesús lavó los pies de sus discípulos, que
eran mucho menos que Él, para darnos ejemplo de humildad y de servicio, y para
enaltecer el servicio humilde, el oficio de los que despreciamos, porque lavar
los pies de los huéspedes era en ese tiempo labor de esclavos.
* Siempre estamos en la presencia de Dios aunque no lo sintamos ni
lo queramos.
* El mundo no nos enseña a amarnos los unos a los otros sino a
despreciarnos o, por lo menos, a sernos mutuamente indiferentes, a ser fríos y
egoístas con el prójimo. ¡Y qué bien aprendemos a veces la lección!
* Lavar los platos, o ser gerente de una gran compañía; barrer las
calles, o ser ministro de estado; son ocupaciones igualmente valiosas para
Dios. Para Él lo que cuenta es el amor y la entrega con que se realizan, y
cuanto más alta la responsabilidad, con mayor desprendimiento.
* ¿Cómo hacer para no tener más voluntad que la de Dios? Todo el
tiempo estamos haciendo nuestra propia voluntad. El remedio podría ser la frase
que Jesús dirigió a su Padre en Getsemaní: No lo que yo quiera sino lo que tú.
(Lc 22:42)
* Si Dios es infinitamente más que nosotros, ¿por qué pensamos tan
poco en Él? Estamos absorbidos por lo finito que tenemos delante, por nuestros
gustos e intereses.
* Desde el punto de vista natural se diría que cuanto más se ha
sufrido por una persona, más se le odia. Pero desde el punto de vista
espiritual sucede al revés, cuanto más se ha sufrido por una persona, más se le
ama, como hizo Jesús con nosotros.
* A todos los que le sirven Jesús les ha dicho en algún momento: “Tú ven y sígueme”, como al hombre que
iba a enterrar a su padre (Mt 8:21,22).
* Nosotros podemos dar un gran valor aun a nuestras acciones más
pequeñas, si le ofrecemos a Dios todo lo que hacemos a lo largo del día.
* Dios se sirve de los hombres para hacer el bien, y para
bendecirlos, si están dispuestos a ser canales de su gracia.
* Las cosas de la tierra son nada en verdad, comparadas con las
del cielo. Sin embargo, captan toda nuestra atención y nos afanamos por ellas
como si fueran un gran tesoro. ¡Qué necios somos! Somos como alguien que
encontrara en la playa una concha con una perla dentro, y botara la perla y se
quedara con la concha.
* La vida es corta para amar a Dios. El tiempo no nos alcanza
para crecer en su amor como debiéramos. Sólo su gracia puede colmar ese vacío.
* La mejor defensa contra el demonio es
la presencia de Dios.
* Hemos de orar con mayor fervor cuando menos ganas tenemos de hacerlo,
porque es cuando más lo necesitamos.
* El demonio nos tentará aun en el lugar más santo.
* Nada alegra más al demonio que ver un alma que peca y persevera en el
pecado. Así que no le des gusto al diablo. Arrepiéntete y no peques más.
* ¿Ves a ese hombre a quien todo el mundo admira? Todos escuchan sus
palabras como si fueran las de un oráculo, y ha sido colmado de honores. Sin
embargo, si pudieras ver su alma retrocederías espantado ante su negrura, y
ante el hedor que de su corrupción moral emana. Pero muy posiblemente, fama
aparte, nuestra condición antes de venir a Cristo era semejante.
Nota: Por eso es que
yo estoy convencido de que todos los intentos que se realizan desde hace
décadas, de crear vida “in vitro” en un laboratorio, están condenados al
fracaso.
+++Quiero instar a mis lectores, y a todos los cristianos
en general, a orar fervientemente por nuestro país. En el proceso electoral que
se avecina se va a decidir el destino de nuestra patria en el próximo
quinquenio. Lo que está en juego va mucho más allá de las preferencias
personales, o del bienestar y desarrollo de los individuos. Es la viabilidad
misma de nuestra patria como estado democrático y civilizado. El resultado de
cada elección, como sabemos, determina la dirección en que se moverá el país en
el futuro próximo: si será ascendente o descendente, si progresamos o
retrocedemos. Dios nos ayude.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a
gozar de la presencia de Dios yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados
y te invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo
a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los
míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y
voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin
merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados
y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava
mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante
quiero vivir para ti y servirte.”
#912
(31.01.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección:
Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
miércoles, 20 de enero de 2016
LAS ARTIMAÑAS DE LA ADÚLTERA
LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LAS ARTIMAÑAS DE LA ADULTERA
Un Comentario de Proverbios 7
Este
capítulo consta de un relato magistral y exquisitamente escrito acerca de la
seducción (v. 6-23), el cual está enmarcado por una llamada de atención, como
si fuera un preludio, hecha por el padre a su hijo (v. 1-5), y una advertencia
final sobre las consecuencias de no escuchar la voz de la sabiduría (v. 24-27).
Es
muy apropiado publicar este artículo en el Día del Padre, porque todos los
hombres, cualquiera que sea su edad, y muchas veces aun los casados, están
expuestos a caer en el peligro que aquí se describe. Y es bueno estar
advertidos. "El que piensa estar firme, mire que no caiga."(1Cor
10:12).
1. "Hijo mío,
guarda mis razones
y atesora contigo mis
mandamientos."
2. "Guarda mis
mandamientos y vivirás,
Y mi ley como la niña
de tus ojos."
3. "Lígalos a
tus dedos;
Escríbelos en la tabla
de tu corazón."
4. "Di a la
sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia
llama parienta;"
5. "Para que
te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña que
ablanda sus palabras."
El
capítulo empieza con una exhortación paterna semejante a la que figura en otros
pasajes de Proverbios, como 1:8, 9; 2:1-4; 3:1; 4:1ss; 4:10; 4:20, 21; 5:1,2,
aunque es aquí un poco más elaborada.
El
inicio del capítulo está enfocado en dos cosas relativas a la torá, (la
cual debe ser entendida aquí no sólo como "ley" sino sobre todo como
"enseñanza", o "dirección"): primero, escuchar y guardar en
la mente los consejos paternos; y segundo, cumplirlos.
1.
Es necesario guardar el buen consejo como quien conserva un tesoro valioso, con
el mismo cuidado y diligencia con que se le guarda en el lugar más secreto.
Cuanto mayor sea el valor de un objeto de gran precio, con más cuidado se le
conserva.
2a.
Lo que debe ser guardado, cumplido, son los mandatos, las órdenes o prohibiciones
concretas que da el padre (cf 4:4c). La palabra hebrea shamar que se
traduce por "guardar", tiene el mismo doble sentido que tiene en
español y en muchos otros idiomas, de conservar, mantener, cuidar, asegurar; y
de cumplir, observar, obedecer.
"Guarda mis mandamientos y vivirás." Cumpliendo
los mandamientos se alcanza la vida. A ese respecto vale la pena observar que
cuando el joven rico se acerca a Jesús con la pregunta ¿haciendo qué cosa
alcanzaré la vida eterna? Jesús simplemente le responde: Ya conoces los mandamientos,
y cita algunos de ellos (Mr 10:17-19). La relación entre el cumplimiento de los
mandamientos y la vida eterna es muy antigua en la Biblia. Recuérdese lo que
dice el Levítico: "Guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los
cuales haciendo el hombre vivirá en ellos." (Lv 18:5). Véase también
al respecto Lc 10:25-28.
2b.
La enseñanza paterna debe ser guardada con el mismo extremo cuidado con que el
hombre protege su pupila, porque es a través de ella como entra la luz a sus
ojos, y sin ella deambula ciego (Véase Dt 32:10; Sal 17:8; Zc2:8).
3a.
Esta es una expresión simbólica que indica cuán presente debemos tener la
enseñanza paterna. Nada nos es más cercano, ni tenemos tan fresco en la memoria,
como lo que tenemos entre los dedos, como el hilo blanco que anudamos en uno de
ellos como recordatorio, o el anillo de nuestro compromiso nupcial.
3b.
Así como Moisés escribió los mandamientos en "tablas de piedra", el joven
debe escribirlos en las tablas de su corazón (Pr 3:3), es decir, en su memoria.
Si se tienen escritos ahí, no hay necesidad de leerlos para consultarlos,
porque están bien grabados en la mente. Eso nos recuerda lo que dice Jr 31:33: "Daré
mi ley en su mente y la escribiré en su corazón."
(Nota 1).
4.
La relación que tenemos con la sabiduría debe ser tan estrecha como la que
tenemos con una hermana, de tanta familiaridad como la que tenemos con parientes
cercanos. ¿Qué quiere decir eso? Que nuestra mente debe estar tan imbuida de
las máximas de la sabiduría como para que ellas determinen nuestra manera de
comportarnos y guíen nuestra conducta. La sabiduría que no se manifiesta en
actos, que es sólo especulación, es inútil. Sabio es el que actúa sabiamente,
no el que piensa sabiamente, pero actúa mal.
5.
Lo primero en que esa sabiduría de vida se manifiesta es en evitar a la mujer extraña,
a la tentadora que ofrece sus brazos y sus caricias indiscriminadamente, y cuyo
fin es capturar al hombre por los sentidos para servirse de él y explotarlo. En
verdad, el hombre puede hacerse esclavo de la mujer sin quererlo ni darse cuenta,
por el poder del sexo. Se vuelve incapaz de pensar claramente y discernir lo
que le conviene; se somete a humillaciones y despilfarra sus bienes con tal de
agradarle a ella. Ella lo domina ofreciéndosele y rehuyéndolo, de modo que él
vive pendiente de sus favores como el perrillo mira a su amo. La virilidad en esos
casos es arrastrada por tierra y se vuelve abyecta servidumbre.
6-23.
El libro de los Proverbios muestra una gran preocupación por el gran peligro en
que están los jóvenes de caer en manos de mujeres ligeras. La sabiduría es presentada
en los primeros siete capítulos en gran parte como una manera de prevenir ese
desvío. Esa preocupación muestra cuan común debió haber sido en aquel entonces
ese peligro. Pero es también un peligro presente y causa de perdición de
muchos.
El
pasaje que sigue no nos revela cómo termina la aventura que relata, sino pasa
de frente a la moraleja, dando a entender que el final es trágico: el joven sigue
a la seductora para su daño, o para su muerte, posiblemente como consecuencia
de la venganza del marido engañado.
6. "Porque
mirando yo por la ventana de mi casa,
Por mi celosía,"
7. "Vi entre
los simples,
Consideré entre los
jóvenes,
A un joven falto de
entendimiento,"
8. "El cual
pasaba por la calle, junto a la esquina,
E iba camino a la casa
de ella."
9. "A la tarde
del día, cuando ya oscurecía,
En la oscuridad y
tinieblas de la noche."
El
proverbista se encuentra en su casa mirando a través de la celosía (2)
de una ventana lo que ocurre al oscurecer en una noche quizá de luna nueva, en
la calle por la que pasan varios jóvenes, y se fija en uno, de quien se dice
que es falto de entendimiento, o peor, que podría no haber sido instruido por
sus padres, o mucho peor, que no prestó atención a sus palabras de advertencia.
El joven se dirige a la casa de una mujer de costumbres ligeras. Él hace lo
contrario de lo que aconseja Pr 5:8: "Aleja de ella tu camino, y no te
acerques a la puerta de su casa." (Según la Septuaginta y la versión
aramea llamada Peshita, es la mujer la que espía a través de la celosía).
10. "Cuando he
aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y
astuta de corazón,"
11. "Alborotadora
y rencillosa,
Sus pies no pueden
estar en casa;"
12. "Unas
veces está en la calle, otras veces en las plazas,
Acechando por todas
las esquinas."
13. "Se asió
de él y le besó.
Con semblante
descarado le dijo:"
14. "Sacrificios
de paz había prometido,
Hoy he pagado mis
votos;"
15. "Por tanto
he salido a encontrarte,
Buscando
diligentemente tu rostro,
Y te he hallado."
16. "He
adornado mi cama con colchas
Recamadas con
cordoncillo de Egipto;"
17. "He
perfumado mi cámara
Con mirra, áloe y
canela."
18. "Ven,
embriaguémonos de amores hasta la mañana;
Alegrémonos en
amores."
19. "Porque el
marido no está en casa;
Se ha ido a un largo
viaje."
20. "La bolsa
de dinero se llevó en su mano;
El día señalado
volverá a su casa."
10.
De pronto una mujer vestida como ramera, es decir, con el rostro cubierto con un
velo, y vestida con ropa llamativa (Gn 38:14), se acerca al joven. Ella sabe
cómo envolver a los incautos con sus argucias y engañosas palabras, y con sus
manos suaves que acarician (Pr 5:13).
11,12.
Ella está siempre armando intrigas, yendo de casa en casa (1Tm 5:13). Sus oídos
tienen comezón de oír chismes, y su boca de propagarlos, o de inventarlos. Por
eso ronda por las calles y las plazas, espiando por las esquinas, al acecho de
lo que le parezca sospechoso.
13.
Se acerca al joven que ha escogido, lo coge del brazo y lo
besa, al mismo tiempo que lo mira con descaro. El Sirácida dice: "La
liviandad de la mujer se muestra en el descaro de la mirada, y en el pestañear
de sus ojos." (Sir 26:12).
14.
Finge ser mujer piadosa para hacerle creer en la bondad de sus propósitos. Le
asegura que en cumplimiento de un voto, ha ofrecido ese mismo día sacrificios
de paz, por lo que hay abundancia de carne y comida en su casa (Lv 7:15-17).
15.
En verdad, ella ha salido a buscar una aventura, no importa con quién sea, y aborda
al primer candidato que le parece apropiado, haciéndole creer que lo ha buscado
a él en particular. Y el joven se lo cree porque siempre estamos dispuestos a
creer lo que nos halaga.
16,17.
La mujer venusiana hecha para el amor sensual, adorna y perfuma su cama como
por instinto, como para seducir al hombre embriagando su olfato y su tacto con
aromas y sedas. Suele tener un sentido innato del amueblamiento sensualmente
atrayente. Todo en su alcoba, o recámara, habla de feminidad y de placer. ¿Cómo
podría echársele en cara que cultive aquello para lo cual está tan dotada? Es
una predisposición innata que está acompañada de ciertas características físicas:
ojos almendrados, piel suave como acolchada, firmeza en las manos, voz acariciante,
mirada atrevida, labios carnosos. Todo en ella es envolvente y seductor. Para
ella el amor físico es un arte que cultiva con sabiduría. Está hecha para atraer
al hombre. Es inteligente y valiente; no se achica ante el peligro; está llena
de recursos para salir bien librada, porque es lúcida.
La
mujer honesta carece de esas artes; su amor es espiritual, hecho de sentimientos.
Ella se entrega. Si su instinto no la guarda, puede ser fácilmente engañada.
En
cambio la mujer sensual no se entrega, se da por ratos. Ella no pertenece a
nadie; es difícilmente conquistada, pero conquista; no es seducida, sino
seduce; está siempre en control de la situación; finge dejarse atrapar, cuando
es ella la que atrapa; es astuta y calculadora, de palabra fácil; rara vez se
conmueve, y si llora, sus lágrimas son una treta. Su cuerpo arde, pero su
corazón es frío. Si se enamora es por poco tiempo, y cambia con frecuencia el
objeto de sus preferencias.
Cuando
el Evangelio dice que de la Magdalena salieron siete espíritus dice una gran
verdad, porque detrás del atractivo de la mujer seductora y de su arte
amatorio, suele haber espíritus seductores que dan encanto especial a su voz y
a su mirada, así como calor a su seno. Guarda su hechizo y su fascinación sobre
los hombres hasta edad avanzada, y por eso suele estar siempre rodeada de admiradores.
Es
atraída por el buen porte, por la fuerza unida a la donosura y el garbo; por el
gesto altivo y despreocupado del hombre engreído y seguro de sí mismo. Pero,
sobre todo, es atraída por el dinero. El galán apuesto pero pobre encuentra poco
favor a sus ojos, pero no lo desprecia si está sola, porque necesita compañía y
detesta la soledad. Conoce muy bien a los hombres y los mide con una rápida
mirada.
No
está hecha para la maternidad y con dificultad concibe, si no es del todo estéril.
Finge pudor, pero le gusta que la miren desnuda. Sabe que desnuda lleva puesto
su mejor traje.
La
cortesana vive a la sombra del poder, cuyos hilos mueve astutamente. Los poderosos
se alocan por ella, y no les importa compartir con otro sus favores, pues saben
que las cortesanas no son fieles. Si alguno se enamora realmente de ellas, le
tienen cariño y lástima. Prefieren al que las desprecia, y tratan de
conquistarlo. Persiguen al hombre que se resiste a sus encantos como quien
persigue a un enemigo, hasta vencerlo cuando se incline sobre ella. Si no logra
su cometido, al final, odia.
18.
El amor físico, exaltado por el estímulo de los perfumes,
produce una embriaguez de la que es difícil despertar. Pero el placer que
proporciona es un pálido eco del deleite conyugal, que es mucho más profundo y
sin culpa (Pr 5:19).
19,20.
Ella confía en que su marido está lejos y no los
sorprenderá. Ella es una mujer arriesgada que no le teme al peligro. La Vulgata
y algunas versiones, como la NVI, dicen: "No volverá a casa hasta la luna
llena." Como el vers. 9 sugiere que el incidente se produce una noche
de luna nueva, ella le está diciendo que cuentan con dos semanas para gozar a
sus anchas.
21. "Lo rindió
con la suavidad de sus muchas palabras,
Lo obligó con la
zalamería de sus labios."
22. "Al punto
se marchó tras ella,
Como va el buey al
degolladero,
Y como el necio a las
prisiones para ser castigado;
23. "Como el
ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es
contra su vida,
Hasta que la saeta
traspasa su corazón."
21-23.
El joven tenía otros proyectos, pero ella vence su resistencia
con su zalamería, ofreciéndole varias noches ininterrumpidas de placer. Cuando
el joven está inclinado al pecado se deja tentar fácilmente, pero no sabe en
qué lío se mete. El proverbista presenta tres ejemplos de lo que le espera al
incauto; dos tomados del reino animal (el buey que camina confiado al matadero,
y el ave que vuela hacia la red), y uno, de las circunstancias humanas (la
prisión).
24. "Ahora,
pues, hijos, oídme
Y estad atentos a las
razones de mi boca."
25. "No se
aparte tu corazón a sus caminos;
No yerres en sus
veredas."
26. "Porque a
muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más fuertes
han sido muertos por ella.
27. "Camino al
sheol es su casa,
Que conduce a las
cámaras de la muerte."
Como
corolario de la historia precedente el proverbista se dirige a su audiencia imaginaria
formada ya no por uno sino por varios hijos, a quienes invita a escucharlo con
atención.
Notemos
que el maestro comienza su exhortación diciendo "Oídme", porque para escuchar
sus consejos es necesario, primero, oírlos; no cerrar los oídos ni apartarse; y
segundo, prestar atención al que habla, poner todas las potencias del ser
tendidas para comprender lo que se dice. La comprensión que se alcanza es una
función de la atención que se pone. Si no se atiende, no se entiende.
El
pasaje termina con una exhortación del padre (el maestro) a sus hijos (los discípulos):
No dejes que tu corazón sea seducido por sus encantos, porque son mortales; no
vayas por donde ella te llame. Con ese fin usa imágenes fuertes para describir
en términos figurados el terrible destino (o castigo) que aguarda a los que se
hacen esclavos de su hechizo.
¡Cuántos
son los que la han seguido y han sido víctimas de sus embustes! ¿Cuáles pueden
ser éstos? La infidelidad que corroe el corazón, el desprecio de su rechazo
cuando ya te tiene atrapado; o el agotamiento que producen los excesos de la
pasión; o los errores que hace cometer y que vuelven ridículo al hombre.
La
seductora convierte en esclavos de sus caprichos a los que se dejan prender en
las redes que tienden sus ojos, o las mentiras de sus labios. En verdad su casa
es, en un doble sentido, un camino al sheol, esto es, al lugar de los
muertos, porque las penas del amor son para el que las experimenta una tortura
comparable al infierno, y el que se vuelve esclavo de sus pasiones encontrará
al fin que el camino de su casa lo condujo al abismo de la perdición eterna (Pr
2:16-19; 5:1-6).
Por
ello, aconseja el padre: Muchos han creído que podían tener comercio con ella y
salir bien librados para contarlo. Pero su abrazo hunde a los más fuertes y
hace que se destruyan. El atractivo que ejerce sobre los hombres los empuja a deshonrarse
y a vagar como mendigos pendientes de sus favores. Pierden todo sentido del
honor y se vuelven como esclavos de sus caprichos.
Notas: 1.
Nótese que en francés y en inglés saber algo de memoria se dice "saberlo
de corazón" ("savoir par coeur", "to know by heart").
2.
Las celosías eran como las persianas modernas hechas de tablillas de madera
juntas, que permitían al que estaba en la ventana ver lo que había afuera, pero
no permitían desde afuera ver lo que había adentro. Se llamaban así porque su
existencia se debía a los celos del marido, que no deseaba impedir que su mujer
mirara a la calle, pero que, a la vez, no quería que ella fuera vista (Jc
5:28). Los balcones coloniales de Lima tienen también un entramado de madera
que no permite ver a la persona que asoma a la ventana.
#886 (21.06.15) Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M.
Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima 18, Perú. Tel 4227218.
(Resolución # 003694-2004/OSD-INDECOPI).
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sexualidad,
temor a Dios
jueves, 14 de enero de 2016
QUIÉN ES EL MAYOR (B)
LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
QUIEN
ES EL MAYOR (B)
Un Comentario de Lucas 9:46-48
Aunque acabo de publicar un artículo con el mismo título ("Quién es
el Mayor" No. 880, 10.05.15), basado en el pasaje paralelo de Mateo,
publico el presente texto, basado en Lucas, -e impreso originalmente hace once
años- para que pueda verse cómo pueden escribirse comentarios relativamente
diferentes, y sacarse, hasta cierto punto, diferentes conclusiones, sobre un
mismo episodio.
46. "Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el
mayor".
Jesús acaba de hablarles de su muerte y ellos, como hemos visto, tapan inconscientemente
con el velo de su incomprensión, el significado de sus palabras para no verlas.
Sin embargo, esas palabras, aunque contrarias a sus ambiciones y expectativas,
les evocan la esperanza de la próxima venida del reino de Dios. Y como reino
supone cargos, posiciones, promociones y honores, el gusanillo de la rivalidad
levanta su cabecilla y los inquieta (Nota 1)
Cuando hay cargos y honores, hay jerarquía. Inevitablemente a uno le
tocará el primer lugar. ¿Quién de ellos será? "Me toca a mí por tal motivo".
"No, a mí por tal otro". Empiezan a disputar por el reparto de las
ganancias de la leche aún no vendida -según la conocida fábula-, sin adivinar que
el cántaro lleno se quebrará antes de llegar a venderse. ¡Cuánta verdad hay en
el dicho de Jeremías sobre lo perverso del corazón! (Jr 17:9)
Jesús los ha llamado a seguirlo en una misión superior, trascendente, que implica
el sacrificio de su propia vida, y ellos
están pensando en las ventajas personales que pueden obtener, en el poder del
que pueden gozar. Es casi como si hicieran anticipadamente un festín sobre los
despojos mortales de su Maestro.
¿Pero no somos nosotros muchas veces así? ¿No hacemos de la iglesia el
ring de box de nuestras ambiciones? ¿No nos disputamos los cargos, la preeminencia,
el púlpito, el pastorado? ¿No
estamos dispuestos a vender a nuestro Maestro por las monedas inmundas de los
homenajes y de los primeros lugares?
Este pequeño episodio no es tanto una historia como una pintura de
nuestros corazones, y un adelanto de lo
que empezaría a suceder pronto en la iglesia que Jesús fundaría. Y está allí no
para que critiquemos a los apóstoles, sino para que miremos dentro de nosotros
mismos, para que descubramos las raíces de nuestras ambiciones personales, y
nos corrijamos. Porque si no lo hacemos Jesús lo hará y nos avergonzará algún
día públicamente.
47. "Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó
a un niño y lo puso delante de Él."
Él conocía lo que había en los corazones de sus discípulos más allá de lo
que expresaban sus palabras. Jesús sabe siempre qué es lo que realmente perseguimos
cuando expresamos nuestra opinión, o sostenemos una idea, o defendemos una
causa. Sabe qué propósito verdadero se oculta detrás de nuestro lindo discurso,
conoce nuestras intenciones (Hb 4:12) ( 2 ). Todos protegen sus intereses, defienden sus ambiciones sin reconocerlo.
Pero Dios lo sabe todo.
Jesús tenía una manera sutil de arrancarles la máscara a sus discípulos
sin que les duela. Como ejemplo de su enseñanza les pone delante un niño, un pequeño
a quien los adultos no suelen dar
importancia. ( 3 )
48. "Y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a
mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque
el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande."
Si un gobernante o un hombre importante desea enviar a otro de su mismo rango
un mensajero, un embajador, ¿a quién escogerá? Al más distinguido de sus colaboradores,
sin duda. Jesús nos envía para que lo recibamos en su nombre como embajador suyo,
no al más distinguido, o al más importante de sus seguidores según el mundo, sino
a un niño. El niño lo representa, porque dice: "Si alguno lo recibe en mi
nombre, a mí me recibe." Los que son como niños son, en última instancia,
en la jerarquía de valores de Jesús, más importantes que los que se precian de
sus logros, o que los que el mundo más admira.
Pero no sólo al niño nos envía Jesús, también nos envía al enfermo, al
pobre, al desvalido, al descastado. Si los recibimos en su nombre, a Él lo recibimos,
porque es Él quien nos los envía. (Mt. 25:37-40) ¡Oh, no le cierres la puerta
de tu casa al pobre, al humilde, al zarrapastroso! Interrógalo para saber qué
es lo que quiere, trátalo bien aunque te cueste, y si piensas que su necesidad
es verdadera, recíbelo, es decir acoge benévolamente su pedido, y dale algo de
lo tuyo –una moneda, un pan, una fruta o, por lo menos, una sonrisa porque es
Jesús quien te tiende la mano. No lo trates mal, no lo despidas con dureza, no
vaya a ser que en el día del juicio Jesús te lo recuerde delante de todos y,
sonrojado, te avergüences.
Jesús añade: el que me recibe a mí, recibe al que me envió, esto es, a mi
Padre. ¿Despreciarías tú a Dios? Pues eso haces cuando desprecias a los que Él
te envía. Él te envía a los pobres y humildes con un buen motivo: para probar
tu corazón. Para probar si tienes sentimientos semejantes a los suyos, si eres
capaz de mirar por encima de las apariencias, por encima de la miseria de las realidades
humanas, a la gloria de su Redentor que se esconde tras ellas.
A veces despreciamos al que quiere darnos un buen consejo, porque nosotros
somos los dueños de la verdad, y no necesitamos que venga nadie a enseñarnos.
¿No reaccionamos a veces así? "Nosotros ya sabemos eso; lo hemos estudiado,
lo dominamos", pensamos. Pero Dios quiere que abramos los ojos a ciertas verdades
que desconocemos, que seamos conscientes de nuestra ignorancia y, para ello, nos
envía a un hermano humilde, a un niño, a uno que es ignorante como niño. ¿Qué sabe
él? Sabe lo que el Espíritu le sugirió que te dijera. Y tú, gran sabihondo, lo
desprecias.
Por último, Jesús corta por lo sano sus ambiciones, y junto con las de
ellos, las nuestras: "Este niño que veis aquí, este inocente que nada pretende
porque es humilde, es el mayor entre vosotros".
En el reino de los cielos los papeles están invertidos. El mayor es el
menor, y el menor, el mayor; el primero es el último; y el último, el primero. Y
el ambicioso queda por los suelos.
Él nos ha llamado a que nuestra meta sea servirlo, borrándonos nosotros; a
que nuestra mayor ambición sea pasar desapercibidos, desempeñar el rol más
humilde. Para el que voluntariamente se reserva ese papel, reserva Dios la
corona más bella. ¿Quieres tú que un día adorne tu cabeza? No quieras ponerte
ahora corona alguna. Más bien deséchalas todas y ponte al final de la cola, en
el lugar que nadie pretende.
Si Él quisiera que pases adelante, a un lugar prominente, que sea Él quien
te llame, no hagas tú nada por ocuparlo. No te disputes los primeros asientos
en el banquete. Espera más bien que a los demás les sirvan antes de servirte
tú. Y da gracias por el honor que se te confiere de ser el último. (4) (13.06.04)
Notas: 1. A veces pienso que la sola mención de su muerte que Jesús, por lo demás,
ya había hecho antes- les evoca, como en una reacción inconsciente de rechazo,
el pensamiento de la victoria sobre sus opresores romanos que ellos esperan que
Jesús logre, y se aferran a esa idea para no admitir que los proyectos de Jesús
puedan ser contrarios a sus deseos y esperanzas. Está en la naturaleza del
corazón humano reaccionar de esa manera frente a lo que no deseamos.
2. Qué profundo y qué peligroso, en cierta manera, es el hecho de que Dios
sepa siempre lo que hay en nuestros corazones, que no podamos engañarlo. Porque
muchas veces, engañándonos a nosotros mismos, queremos engañarlo a Él, justificándonos.
Pero, ¿quién podría hacerlo si de antemano estamos condenados, y sólo nos salvamos
por su misericordia?
3. Marcos, de paso, nos da el precioso detalle de que al traer al niño Jesús
lo tomó cariñosamente en sus brazos (Mr 9:36). Pero la escena muestra, de paso,
que había entre sus discípulos, mujeres que lo seguían con sus niños, pues sin
sus madres ellos no estarían allí.
4. El Evangelio de Marcos, que narra con más detalle este episodio (Mr
9:33-37), puntualiza que Jesús preguntó a sus discípulos sobre qué estaban
discutiendo, y ellos no se atrevieron a decirle cuál era el motivo, obviamente
porque tenían vergüenza de que Jesús lo supiera. Ellos sabían que hacían mal al
disputarse los primeros puestos. Ya lo que habían escuchado enseñar a su Maestro,
y su sola compañía les había hecho comprender que Él condenaba la ambición.
Pese a ello, su carne, es decir, su orgullo y su deseo de destacar, era más
fuerte que su docilidad a las enseñanzas de su Maestro. Pero Jesús, que se
cuidaba tanto de no herir los sentimientos de nadie, no los corrige
directamente, sino lo hace por medio de un ejemplo, tomando a un niño en sus brazos.
¡Qué vergüenza deben haber sentido de haber discutido sobre un tema que quisieron
ocultar! ¡Pero también cuán profundamente debe haber calado en su espíritu la enseñanza
que Jesús les dio suavemente ese día cuando, una vez muerto, la recordaron! Porque
en ese mismo momento, por lo que viene en los versículos siguientes de Lucas
-que veremos otro día-, no parece que la hubieran entendido: El que quiera ser
el primero, hágase el siervo de todos.
Hay pocas enseñanzas de Jesús que hayan sido más descuidadas y
contradichas en la práctica por nosotros, los cristianos, a lo largo de los siglos
que ésta, porque todos quieren ocupar los primeros puestos.
Amado lector: Jesús
dijo: "De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su
alma?" (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a
gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa seguridad,
porque no hay seguridad en la tierra que se le compare, y que sea tan
necesaria. Con ese fin yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados, y te
invito a pedirle perdón a Dios por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú
viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres,
incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente
y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo.
Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el
mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados
con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir
para t i y servirte."
#885
(14.06.15). Depósito Legal
#2004-5581. Director: José
Belaunde M. Dirección: Independencia 1231,
Miraflores, Lima, Perú 18. Tel
4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
Etiquetas:
ambición en la iglesia,
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posición en la iglesia,
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