Por
José Belaunde M.
COMO EL
CIERVO BRAMA I
Un Comentario de los Salmos 42 Y
43
Introducción: Según la
mayoría de los expertos estos dos salmos formaban originalmente un solo salmo
que fue dividido en dos por razones litúrgicas. Avala esta tesis el hecho de
que mientras el salmo 42 lleva en el encabezamiento la anotación: “Al músico
principal. Masquil de los hijos de Coré”, el salmo 43 carece de ella. De hecho
no tiene encabezamiento alguno, cuando la gran mayoría de los salmos lo tienen,
y en el segundo libro del Salterio sólo uno más, el salmo 71, carece de él. Al
mismo tiempo el estilo de ambos salmos es muy similar y en ambos figura el
mismo estribillo con el cual concluye cada una de las tres partes del salmo en
su forma original (vers. 42:5, 11 y 43:5). Vale la pena notar también la frase
que comparten ambos salmos: 42:9b y 43:2b.
Con este salmo compuesto se
inicia el segundo libro del Salterio, llamado “colección elohística”, porque en
el mismo predomina el nombre de Elohim,
en contraste con el primer libro en que prevalece el nombre de Yavé.
Según la opinión general, este
salmo es uno de los más bellos de todo el Salterio, y se asemeja bastante a
otra joya coreíta, el Salmo 84 (Véase mi artículo “Cuán amables son tus moradas”
#635). No hay acuerdo sobre su probable fecha de composición. Algunos piensan
que es anterior al exilio (587 AC), porque el templo de Salomón estaba todavía
en pie; otros, que es posterior, porque la casa de Dios que se menciona en el
salmo pudiera ser el segundo templo. En todo caso no puede ser posterior a la
publicación de la
Septuaginta (mediados del III siglo AC) porque en ella ya
figura el salmo dividido.
Los llamados “hijos de Coré” eran
descendientes del jefe de familia levita que se rebeló contra Moisés en el
desierto junto con su clan, y que, como castigo, murió con los suyos tragados
por la tierra que se abrió delante de ellos con gran estruendo (Nm 16). A los
que sobrevivieron (Nm 26:11) les asignaron la tarea de guardar las puertas del
templo (1Cro 9:19; 26:1-19). El rey David los puso al frente del canto en el
tabernáculo, posiblemente como premio de que algunos de ellos se sumaron a su
ejército de valientes en Siclag cuando huía de Saúl (1Cro 12:1,6). En tiempos
de Josafat retenían ese papel (2Cro 20:19). La misericordia de Dios redimió a
ese linaje de la vergüenza causada por la rebelión de su antepasado. (Nosotros
hemos sido salvados de caer en la fosa como ellos y deberíamos estar
eternamente agradecidos a nuestro Salvador por ello).
Este salmo contiene las expresiones
de lamento y nostalgia de un levita descendiente de Coré que, por algún motivo
desconocido, había sido desterrado de Jerusalén y se encontraba en la alturas
del Hermón, en las fuentes del Jordán, muy lejos del templo donde él solía
servir, posiblemente como jefe de los músicos y cantores. (Nota 1).
Según P.H. Reardon, el autor se
encontraba frente a las formaciones rocosas y a las cascadas de agua clara que
bajan de la montaña en la ruta que asciende a las alturas de Golán. Es posible
que estando allá viera a un ciervo que huía jadeante, buscando dónde saciar su
sed, y que esa visión le inspirara la imagen con que se inicia el salmo.
1.
“Como el ciervo brama por las corrientes
de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.” (2)
Cuando
el ciervo jadeante, que suele aplacar su sed en los remansos y en los
riachuelos, no encuentra dónde saciarla, emite bramidos sonoros que resuenan en
el bosque como clamores desesperados. No sabemos si lo hace sólo para expresar
su angustia, o si lo hace para comunicarse con otros animales de su misma
especie que podrían venir en su ayuda para guiarlo a donde ellos han abrevado
su sed.
De
manera semejante, y con similar ansiedad, clama mi alma por ti, mi Dios, cuando
me siento alejado de tu presencia y no puedo saciar el ansia que tengo de
refugiarme en tus brazos amorosos.
¿Por
qué ha escogido el salmista al ciervo como figura para expresar sus
sentimientos? El ciervo es conocido por cuatro características, dice
Bellarmino. El ciervo es un enemigo acérrimo de las serpientes y está en guerra
constante con ellas. Cuando es perseguido por los cazadores sube a lo más alto
de las montañas lo más rápido posible. Por algún instinto natural pone en
práctica el consejo del apóstol: “Sobrellevad
los unos las cargas de los otros.” (Gal 6:2) porque, según Agustín, cuando
se mueven en grupo, o nadan a través de un lago, los débiles reposan sus
cabezas en los más fuertes. Finalmente, cuando están cansados de su combate con
las serpientes, o de su huida a las montañas, o de ayudarse unos a otros, se
refrescan bebiendo grandes cantidades de agua. Esa es la perfecta imagen del
verdadero amante de Dios: Está constantemente en guerra contra las serpientes
de sus malos deseos; cuando está a punto de ser vencido por la tentación, se
refugia en la montaña de la contemplación de su Dios; lleva las debilidades de
su prójimo con gran paciencia; pero sobre todo, arde de sed por tener comunión
con Dios.
2.
“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios
vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?”
Mi
alma tiene, en efecto, sed de ti, Señor. Con esta declaración osada, el
salmista reconoce cuál es la necesidad más profunda del ser humano que ha sido
creado por Dios para amarlo. Para el que ha saboreado la intimidad con Dios,
todo otro bien del que pueda gozar es insípido y vano. Gozar de la comunión con
un Dios que no está muerto como los ídolos inertes, sino que está más vivo que
un ser humano, pues es la fuente de la vida (Sal 36:9ª; Jr 2:13); porque
responde a nuestros anhelos y peticiones, es la mayor dicha que se puede
experimentar en la tierra.
¿Y
por qué toma la sed como imagen de sus ansias? Porque no hay sensación de
carencia más fuerte y dolorosa que la sed, mucho peor que el hambre. Por eso
los salmos la utilizan con frecuencia para expresar el ansia que el hombre
tiene de Dios. El salmo 63 dice: “Mi alma
tiene sed de ti, y mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay
aguas…” (v. 1b). Jesús provee la respuesta a esa ansia en términos
inequívocos: “Si alguno tiene sed, venga
a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura , de su
interior correrán ríos de agua viva.” (Jn 7:37,38).
La
frase “¿Cuándo vendré y me presentaré
delante de Dios? expresa el deseo de estar en la presencia de Dios en el
templo, donde el humo del incienso y de los sacrificios crea un clima de
adoración. Algunos manuscritos hebreos dicen: “¿Cuándo iré y veré la faz de Dios?, lo que nos recuerda una
estrofa del salmo 27: “Una cosa he
demandado a Jehová, ésta buscaré: Que esté yo en la casa de Jehová todos los
días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su
templo.” (v. 4)
El
que ama al Señor ama las asambleas donde su nombre es adorado, dice Spurgeon.
La adoración privada es muy buena, en efecto, pero mejor es la adoración
pública, cuando es sincera, porque Dios vive en medio de las alabanzas de su
pueblo (Sal 22:3).
Juan
Crisóstomo, con gran penetración psicológica, observa que hay tres cosas que despiertan
nuestro amor: la belleza del objeto, los favores conferidos y el amor mismo,
porque los objetos bellos casi nos obligan a amarlos, los favores recibidos nos
mueven a amar al dador, y el amor hace surgir amor recíproco en el amado como
respuesta.
3.
“Fueron mis lágrimas mi pan de día y de
noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?”
Durante
el destierro forzoso que sufre, el salmista no cesa de llorar y lamentarse día
y noche, de modo que él puede llegar a decir que sus lágrimas son su alimento
diario, como dice otro salmo: “Les diste
a comer pan de lágrimas…” (Sal 80:5).
Pero
su aflicción no despierta compasión de los que le rodean sino, al contrario,
desprecio y escarnio. Las palabras que le dirigen burlándose de él: “¿Dónde está tu Dios?” (Sal 71:11;
79:10; 115:2; Jl 2:17: Mq 7:10) se
parecen a las palabras que los escribas y fariseos dirigían a Jesús en tono de
burla cuando Él estaba agonizando en la cruz: “Decía que era el Hijo de Dios. Que venga pues ahora Dios a librarlo” (Mt
27:43).
Cuando
los impíos ven al justo en aflicción no se compadecen de él, sino, más bien, se
alegran de sus sufrimientos y se gozan dirigiéndole invectivas burlonas para
humillarlo y aumentar sus padecimientos. “¿Dónde
está tu Dios?” Una de dos: O no quiere, o no puede librarte. Mal haces pues
en confiar en Él.
4.
“Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi
alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa
de Dios, entre las voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.”
El
salmista se acuerda de sus tiempos felices cuando estaba en Jerusalén
participando en las grandes fiestas, e iba en procesión con el pueblo
conduciéndolo hacia el templo. Son varios los salmos que describen las
procesiones del culto en el templo: “Los
cantores iban delante, los músicos detrás; en medio las doncellas con panderos,”
dice el Sal 68:25. La nostalgia por el templo es un sentimiento que
impregna varios de los salmos de los hijos de Coré: “Anhela mi alma, y aun ardientemente desea los atrios de Jehová.” (Sal
84:2). Es un sentimiento afín al que experimentan los creyentes cuando desean
más que nada estar ocupados en las cosas de Dios.
¿Qué
cosa quiere decir la expresión: “Derramo
mi alma dentro de mí” que también emplea Ana, la madre de Samuel, para
expresar su pena (1Sm 1:15); y que
también usan Job y el autor de las Lamentaciones? (Jb 30:16; Lm 2:12). Que
vuelco todo mi ser, mis anhelos y mis nostalgias, en lágrimas y oración
ferviente delante de Dios. El salmo 68:2 nos anima a hacerlo con plena
confianza de ser escuchados.
“Dentro de mí.” (cf Sal 142:3; Lm 3:20). Eso es algo que sucede
entre Dios y él; nadie tiene parte en su aflicción, como dice un proverbio: “El corazón conoce la amargura de su alma; y
extraño no se entrometerá en su alegría.” (Pr 14:10).
5.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas
dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios
mío.”
Esta
es la estrofa-estribillo que aparece tres veces en el salmo compuesto (vers. 11
y 43:5). Expresa en forma de pregunta la reacción del autor frente a la situación
difícil en que se encuentra, como si se interpelara a sí mismo.
El
salmista está abatido y angustiado por el destierro y la consiguiente nostalgia
de su patria que lo embarga. Ésta es una situación común en todos los que por
una razón u otra, se ven forzados a alejarse de su casa y su ciudad, del
entorno en que suelen desarrollar sus actividades.
Para
contrarrestar este sentimiento de tristeza el salmista se fortalece en la
seguridad de que no tardará el día en que Dios permita que él pueda retornar al
templo para volver a desempeñar las funciones en la alabanza que le
correspondían y a las que estaba acostumbrado. Él no tiene puesta su esperanza
en las circunstancias cambiantes, ni en nada de lo que allá en las tierras
alejadas de su hogar donde se encuentra, pudiera volverse favorables para él,
sino en el Dios que gobierna las circunstancias.
Nota 1: Spurgeon -y otros autores con él- no cree que
los dos salmos formaran originalmente uno solo, sino que se trata más bien de
dos salmos que fueron compuestos por David en épocas diferentes, y que el
segundo fue escrito como complemento del primero.
2.
Según el comentarista A.B. Faucett, el verbo “clamar” figura en su forma
femenina y, por tanto, el animal en cuestión sería una cierva y no un ciervo.
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Amado lector: Jesús dijo: “De qué le
sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás
seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda
la eternidad, es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la
tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a
pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por
todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque
te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo
ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento
sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy.
Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi
corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#767 (24.02.13).
Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
2 comentarios:
hola es una bendición estar aquí bendiciones
mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
Los animales herbívoros buscan su comida lejos de los depredadores y en esa búsqueda de buenos pastos se alejan de los arrolló de agua por la sencilla razón de que los depredadores esperan a sus presas en ese lugar, cuando estos animales les da sed su cuerpo comienza a emanar un olor fuerte que el depredador lo persive a distancias considerable, es hay donde el ciervo comienza a sufrir, el sabe que descender a las aguas le significa exponerse a que algún depredador persiva su olor y lo ataque. De hay el bramido del siervo.
Es como una res cuando comienza a adentrarse a un matadero,persive el olor a sangre y muerte, sabe que a llegado su hora, comienza a bramar de angustia.
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