Por José Belaunde M.
ANOTACIONES AL MARGEN XXXIV
* Para amar de verdad hay que ser
humilde porque amar significa inclinarse hacia el otro. El que ama se entrega e
inevitablemente se vuelve vulnerable. Y cuanto más ame, más lo será.
* ¿Es nuestra vida digna del amor que
Dios nos ha mostrado? Nosotros pasamos todo el tiempo pensando en nuestros
intereses, placeres y conveniencias, y rara vez pensamos en Dios durante el
día. Pero Pablo escribió: “Orad sin
cesar” (1Ts 5:17), que quiere decir pensar en Él y hablar con Él todo el
tiempo. ¿Lo hacemos?
¿En qué piensa todo el tiempo el
enamorado, la enamorada? En el ser amado, lo que prueba que sí es posible
pensar constantemente en una persona. Pero cuando se trata de Dios, no podemos
o nos cuesta mucho, porque no estamos enamorados de Él. Pero nadie nos ama
tanto como Dios.
¿Tu enamorado, o enamorada, daría la
vida por ti? ¿Se dejaría crucificar por ti? Seguro que no, porque no te ama
tanto como para llegar a ese extremo. Sin embargo lo amas más que a Dios. ¡Que
inconsecuente y qué ingrato eres!
* Cada día Jesús es ofendido por los
pecados de los hombres. ¿Cómo puedo yo sumarme a esos ataques, como si yo fuera
un impío y no lo conociera?
* Si me hago pequeño y humilde como un
niño, Jesús se agradará de mí. Eso no impedirá que Él me levante delante de
otros, siempre y cuando yo no me jacte de ello.
Dios no ama al jactancioso, al que se
enorgullece de lo que Dios ha hecho en él (1P5:5b) porque Él es celoso de su
gloria.
* Si Jesús se humilló a sí mismo
haciéndose pequeño al hacerse hombre, y tomando forma de siervo ¿por qué no
podré yo hacerme pequeño y humillarme a los ojos de otros, siguiendo su
ejemplo?
* Uno de los mayores pecados del
incrédulo es rechazar el amor con que Dios lo ama. ¡Cuántos hay que en su
soberbia dicen: Yo no necesito de Dios! Si no se arrepienten, algún día esas
palabras arderán en sus entrañas como una espada de fuego lacerante que nunca
se apaga.
* La palabra de Dios dice que este
mundo está reservado para ser destruido por el fuego (2P 3:7), así como el
mundo antiguo lo fue por las aguas. ¿Tan mal están las cosas para que Dios
tenga que intervenir de esa manera? Si vemos el avance del matrimonio gay en el
mundo, no nos extrañe.
* Todos tenemos un oficio o una
profesión, pero lo primero que se enseñaba a los niños es que hemos sido
creados para amar a Dios sobre todas las cosas. Ése es nuestro primer oficio,
nuestra ocupación prioritaria. Cuando lo es en la práctica, todo lo demás
encaja en su lugar.
* ¿Habrá antesala en el cielo?
¿Tendremos que pedir cita para que Dios nos reciba y podamos hablarle? ¿Acaso
la necesitamos ahora? Más bien parece lo contrario: Que Dios tiene que pedirnos
cita para que le escuchemos, porque de ordinario no le hacemos caso.
* ¡Parece increíble! Que Jesús quiera
venir a alojarse en un alma llena de pecado y de maldad. Pero Él está donde
quiere y no hay pecado que lo espante.
* ¿A quiénes detesta Jesús? A los
hipócritas y a los oportunistas, esto es, a los falsarios.
* Los que fingen una devoción que no
tienen, pecan contra el Espíritu Santo.
* ¿Cómo podría agradar a Dios el que
ora con una voz fingida y engolada? Él detesta a los hipócritas. Dios nos libre
de caer en ese pecado.
* ¡Que sea nuestra oración diaria: “Venga a nosotros tu reino!” (Mt 6:10) El
reino de Dios es “justicia, paz y gozo en
el Espíritu Santo”, escribió Pablo (Rm 14:17). ¿Pero no es también amor,
por encima de todo?
Dondequiera que se haga presente el
Espíritu Santo está el amor.
* Todo el que se niega a creer rechaza
al mismo tiempo el amor infinito con que Dios lo ama. Es extraño, porque ¿quién
no ama ser amado?
* Cuando obramos precipitadamente y con
impaciencia, despreciamos la paz que Dios ha infundido en nuestros corazones y
escogemos el estilo del diablo.
* Yo doy de lo que me sobra, o no me es
indispensable. Pero ¿pasaría yo hambre un día para saciar el hambre de un
muerto de hambre? ¿Me privaría yo de lo necesario para ayudar a otro? Hacer eso
es propio de santos. ¡Pero qué lejos estoy de eso! Sin embargo, ¿qué espera Jesús
de nosotros: actos de caridad mediocres o actos heroicos? Si yo fuera conciente
de que lo que yo doy a otros en realidad se lo doy a Jesús (Mt 25:37-40),
¿sería yo tan mezquino? ¿Puedo escatimarle algo a quien dio su vida por mí?
¿Cuándo amaré a Jesús como Él merece ser amado? Cuando ame a mi prójimo tanto
como me amo a mí mismo, amaré a Jesús que está en él.
* ¡Con cuánta frecuencia el dinero sólo
sirve para mandar a la gente al infierno! El dinero ofrece a la gente ocasiones
de pecar que no tendrían si carecieran de él. No sólo ocasiones de pecar por
lujuria, sino también por orgullo. Por eso Jesús dijo que era más fácil que
pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los
cielos (Mr 10:25).
Pero el dinero ofrece también satisfacciones
de otro orden que, sin ser pecaminosas, alejan a la gente de Dios.
* En cierta medida el mal es necesario
en la tierra porque el dolor es necesario. El dolor es nuestra escuela. Hay
quienes lo causan y hay quienes lo sufren. Mejor es pertenecer a los segundos
que a los primeros, aunque los primeros sean también necesarios.
Pero el que no ha pasado por la
escuela del dolor es todavía inmaduro.
* ¿Cuánto cuesta sonreír? Nuestras
sonrisas amables, sin malicia, están apuntadas en el cielo, porque hacen más
bien de lo que pensamos.
* Si yo amara realmente a Dios estaría
todo el tiempo pensando en cómo aliviar el dolor ajeno.
* Debemos darle a Dios plena libertad
para hacer en nosotros la obra que Él desea. ¿Pero acaso necesita Él de nuestro
permiso? No estrictamente, porque Él siempre hace lo que desea. Pero si
nosotros nos rendimos a Él de la manera dicha, cooperando con Él, Él podrá
hacer en nosotros una obra más completa. Por eso nuestra oración diaria debe
ser: Señor, yo te pertenezco; haz en mí lo que deseas (cf Lc 1:38).
* Si Jesús es el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo (Jn 1:29), ¿cómo puedo yo dudar de que me haya
perdonado todos los pecados que he confesado y de los que me he arrepentido
sinceramente?
* Jesús se hizo igual a nosotros en
todo menos en el pecado. Aunque es Dios, Él es nuestro compañero, nuestro
amigo, nuestro camarada.
* Yo tengo puesta toda mi esperanza en
Dios, en que Él nunca me abandonará, porque lo busco con toda mi alma.
* Debemos estar alertas no sólo frente
a las tentaciones de la carne, sino también frente a los intentos del diablo de
perturbar nuestra paz interior. Pero si nuestra conciencia nos acusa no podemos
tener paz.
* Así como Dios puso a Adán en el
huerto del Edén para que lo labrara, de igual manera Dios nos ha confiado el
huerto de nuestra alma para que lo labremos. Algún día vendrá a pedirnos cuenta
de cuán bien lo cultivamos y qué buenos frutos producimos para Él, así como de
cuánta maleza y mala hierba lo limpiamos.
* Cuán cierto es que la castidad
ennoblece nuestra naturaleza y nos hace semejantes a los ángeles que no conocen
la sensualidad. ¿El matrimonio es entonces algo malo o inferior? Aunque el
matrimonio fue creado por Dios y la sensualidad es un componente de ese estado,
yo no dudo de que el celibato sea un estado superior. Pablo dijo que él
quisiera que todos fueran como él, que era célibe, pero que no todos tienen ese
don (1Cor 7:7-9), y es peligroso intentar algo a lo que Dios no nos ha llamado.
Por eso también nos advirtió que era mejor casarse que estarse quemando. Pero Jesús
nos dio ejemplo, siendo célibe. Se me hace imposible imaginarlo casado. Y Él es
nuestro modelo.
* Así como hoy es el día de nuestra
salvación, como dice una canción, hoy es también el día para servir al Señor y
dar fruto, cualquiera que sea nuestra edad.
* Como la Magdalena frente al
sepulcro, a veces nosotros no nos damos cuenta de que Jesús está a nuestro
lado, obrando. Él hace que las cosas nos salgan bien, no el jardinero (Jn
20:14-16).
* Si nosotros nos llenamos de la palabra
de Dios, como sugiere Pablo en Colosenses 3:16, caminaremos con paso seguro a
la meta de nuestra salvación y agradaremos a Dios.
* ¿Por qué se deleitaría Dios en un
pobre pecador? Porque ama a sus criaturas pese a todas sus miserias, aunque lo
ofenden. Por eso trata por todos los medios posibles de ganarlos para su reino.
* Si confiamos en Dios no nos
preocupamos del mañana, pero si no confiamos en Él, mejor es que nos
preocupemos, porque el mañana es incierto y está plagado de peligros.
* ¡Cómo
pudiera decirse de mí: Está en el mundo pero no es del mundo, como dijo Jesús
de sus apóstoles! (Jn 17:11,14,16).
Amado lector: Si tú no estás seguro
de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy
importante que adquieras esa seguridad,
porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria.
Con ese fin yo te invito a pedirle a Dios por tus pecados haciendo la siguiente
oración:
“Jesús,
tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los
hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he
ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces
gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente
de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname,
Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y
gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
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