Por José Belaunde
M.
Un Comentario al libro de Hechos
19:21-30
21. “Pasadas estas cosas,
Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y
Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a
Roma.”
Después de su
enfrentamiento con los hijos de Esceva, Pablo, dice el texto, “se propuso en espíritu”. ¿Qué quiere
decir esa expresión: “proponerse en el espíritu”? Tomar una decisión después de
haber orado y consultado con el Espíritu Santo, de modo que se tenga la
seguridad de que eso es lo que Dios quiere que uno haga.
Nuestra vida debe
estar guiada por Dios. Nosotros podemos tomar nuestras decisiones de dos
maneras: hacer las cosas según lo que en nuestra inteligencia consideramos que
es lo que nos conviene, o hacer las cosas pidiéndole a Dios que nos guíe.
La primera manera
es la que sigue la gran mayoría de la gente, incluso muchos cristianos, la cual
puede llevarlos alguna vez a tener éxito, pero las más de las veces, los
llevará a tener dificultades, o a fracasar.
Lo que los hombres
no saben es que actuando de esa manera –sobre todo si están en pecado- muchas
veces sus decisiones no son sólo resultado de una inadecuada, o equivocada,
comprensión intelectual de los elementos en juego, sino que pueden ser
inspiradas, o alentadas, por Satanás, que tiene propósitos definidos nada
buenos respecto de nuestra persona.
La segunda manera
consiste en “no confiar en nuestra propia
prudencia”, sino tener presente a Dios “en
todos nuestros caminos” (Pr 3:5,6). Es decir tratar de hacer la voluntad de
Dios en nuestro caminar diario. La segunda manera es reconocer no sólo la
soberanía de Dios que nos creó, sobre nuestra existencia, sino reconocer la
realidad de la providencia de Dios, que tiene un propósito bueno para nuestras
vidas.
Quien quiera que
siga esta segunda vía, y siga fielmente lo que Dios le inspire, tiene el éxito
garantizado. No una vida sin obstáculos ni dificultades, pero sí una en la que
incluso las adversidades que podamos soportar, servirán para nuestro
crecimiento espiritual.
Y es de esta
segunda manera de la que Pablo nos da ejemplo. Recuérdese cómo en un capítulo
anterior Pablo quiso ir a la provincia de Asia (donde ahora se encuentra), pero
le fue impedido por el Espíritu, porque no era el momento de hacerlo, y en
cambio, Dios quería llevarlo a Macedonia (Hch 16:6,10) donde realizó una gran
labor. Obremos pues nosotros de esa manera y gozaremos de paz interior y
veremos prosperar nuestros caminos.
Pablo se propuso en
espíritu regresar a Macedonia y Acaya, que ya había visitado anteriormente,
antes de retornar a Jerusalén, proponiéndose también ir posteriormente a Roma,
donde todavía nunca había estado. Todo esto presupone la concepción de un plan
bien delineado que comprendía varias etapas sucesivas. Él sentía inconscientemente
que debía dirigirse a la capital del imperio, donde había una colonia
cristiana, a la que él escribiría más tarde una larga epístola, la más
importante de todas sus cartas, preparando su viaje a esa ciudad.
22. “Y enviando a Macedonia
a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en
Asia.”
Entretanto él envió a
dos de sus principales ayudantes, a Timoteo y a Erasto, a esa región, mientras
él permanecía en la provincia de Asia, para terminar de cumplir los propósitos que
Dios tenía para su estancia allí. El hecho de que el texto diga que “se quedó por algún tiempo en Asia”, y
no diga en Éfeso, nos hace pensar que él no permaneció durante todo ese tiempo en
Éfeso, sino que visitó otras ciudades de esa provincia predicando el Evangelio,
y que, incluso, él haya podido fundar iglesias en esas ciudades. Siendo Pablo
de una naturaleza muy activa nos es difícil imaginarlo reposando en sus laureles,
y no tratando de conquistar nuevos territorios para la difusión del mensaje de
Cristo. Gracias a ese empeño incesante suyo, él algún día escucharía las
palabras: “Bien, siervo bueno y fiel…
entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25:21,23).
Hay un pasaje en
la primera epístola a los Corintios –escrita durante esta estadía en Éfeso,
aunque no sabemos en qué momento- que es muy ilustrativo de la personalidad de
Pablo. En ese pasaje él informa a sus lectores acerca de sus planes de viaje,
diciéndoles que después de pasar por Macedonia tiene el propósito de ir a
Corinto donde se quedaría una temporada, porque no quiere verlos de paso (1Cor
16:5-7). Y enseguida añade: “Pero estaré
en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y
muchos son los adversarios.” (v. 8,9).
Las razones que él
da para quedarse en Éfeso son, primero, que se le ha abierto una puerta, es
decir, una oportunidad grande, para que muchos inconversos entren por ella y
encuentren a Cristo; pero segundo, que hay ahí muchos adversarios. Este hecho a
él no lo amilana, sino al contrario, lo estimula. Si hay adversarios es porque
el enemigo sabe que él puede hacer ahí una gran obra y quiere impedirlo.
Notemos: La oposición no debe hacer que nos retiremos, sino más bien debe incentivarnos
a redoblar nuestra lucha.
Pablo era un
soldado de Cristo. Cuanto más grande era la oposición, más grande era su determinación
de vencerla para la gloria de su Señor. Para él dificultad equivalía a oportunidad,
y en todo opositor veía él a un posible convertido, porque ése había sido su
caso.
23. “Hubo por aquel tiempo
un disturbio no pequeño acerca del Camino.”
El episodio que sigue,
que es narrado con bastante detalle por Lucas, es muy ilustrativo de cómo a
veces la oposición a la palabra de Dios tiene motivaciones económicas. En Éfeso
había un numeroso grupo de artesanos a quienes la predicación de Pablo contra
los ídolos hacía perder clientela, y por ese motivo estaban muy descontentos y reclamaban.
Pero este episodio
es también un ejemplo de la hábil demagogia del diablo que sabe agitar a las
masas ciegas para empujarlas en determinada dirección que puede ser su ruina.
Nosotros podemos
concluir que donde quiera que haya agitación popular que degenere en violencia,
están las huestes demoníacas actuando, atizando las pasiones y sentimientos que
a veces no son de orden patriótico o desinteresado como aparentan, sino más
bien de orgullo local, u obedecen a intereses y ambiciones particulares.
Notemos que en
este versículo se designa a la fe en Cristo con el nombre de “Camino”, como ya
hemos visto en ocasiones anteriores (Hch 9:2; 19:9). El Evangelio constituye
una forma de caminar con Dios y hacia Dios de la mano con Jesús (Jn 14:6). Pero
es también una regla de vida, una “halajá” en el sentido del judaísmo.
24. “Porque un platero
llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca
ganancia a los artífices;”
La ciudad de Éfeso era
el centro del culto a la diosa Artemisa (a la que nuestra versión española le
da equivocadamente el nombre de Diana, que los romanos daban a otra Artemisa. Nota 1), y que estaba
muy difundido por todo el Oriente.
La ciudad se
jactaba de albergar un templo a esa diosa de la fecundidad, que era considerado
como una de las siete maravillas del mundo.
En la ciudad había
un platero que hacía reproducciones pequeñas del gran templo, con lo cual daba
trabajo a los muchos artesanos que trabajaban para él. Podemos suponer que
había todo un gremio de artífices que labraban el metal precioso y hacían con
ello una jugosa ganancia.
25, 26. “a los cuales,
reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este
oficio obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que este Pablo, no solamente
en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a mucha gente con persuasión,
diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.”
He aquí que su próspero negocio
estaba amenazado por una disminución en la demanda causada por la predicación
de Pablo, que proclamaba que los ídolos y las estatuas hechas por mano de
hombre no son dioses. (2) Demetrio y los
artesanos que él había reunido para hablarles veían en la doctrina de Pablo una
seria amenaza para su negocio, porque él no se contentaba con enseñar en la
ciudad estas cosas, sino que llevaba su prédica a toda la provincia apartando a
mucha gente del culto a la diosa que el pueblo veneraba.
Las palabras del
líder de los plateros son un testimonio del impacto que estaba teniendo la
predicación de Pablo, abriéndole los ojos a la gente, y haciendo que dejaran de
comprar los productos que los artesanos confeccionaban.
27. “Y no solamente hay
peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el
templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida
la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero.”
Demetrio astutamente
apela no sólo a la preocupación económica de los de su gremio sino también a
sus sentimientos religiosos, y a sus sentimientos nacionalistas, que estaban
fuertemente unidos a los primeros, porque su ciudad era el centro del culto a
la diosa que veneraba toda la provincia de Asia, que atraía a muchos
extranjeros y daba prestigio a su ciudad.
Nótese cómo en
este incidente se unen estas tres motivaciones: dinero, religión y patria, que
se han coaligado con mucha frecuencia a lo largo de la historia provocando
conflictos. En el fondo de las tres subyace el egoísmo: mi dinero, mi religión,
mi patria. Ésa es una alianza nada santa que ha causado muchas rivalidades y
guerras entre los pueblos.
28. “Cuando oyeron estas
cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los
efesios!”
Las palabras de Demetrio
tuvieron el efecto deseado, pues enseguida se enardeció la multitud y empezaron
a vociferar reivindicando diosa y ciudad -pero no mencionando su preocupación
comercial, que debe haber sido la más poderosa de las tres motivaciones, pues
por allí había él comenzado. Demetrio era sin duda un hombre muy hábil y con
muchas condiciones de líder. ¿No vemos nosotros cómo con frecuencia detrás del discurso
demagógico que solivianta a las masas se esconde el interés personal de unos
cuantos?
29. “Y la ciudad se llenó
de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco,
macedonios, compañeros de Pablo.”
La agitación se extendió
como reguero de pólvora por la ciudad y pronto sus habitantes, posiblemente sin
saber muchos de ellos de qué se trataba, se lanzaron corriendo al anfiteatro,
llevándose consigo a dos de los colaboradores de Pablo que encontraron de paso,
y a quienes seguramente conocían porque los habían visto acompañándolo cuando
predicaba.
Gayo era nacido en
Derbe (Hch 20:4), -ciudad que Pablo y Bernabé habían evangelizado en su primer
viaje misionero juntos- y era uno de los pocos discípulos a quienes Pablo
admite haber bautizado (1 Cor 1:14). Él estuvo con Pablo y lo hospedó cuando el
apóstol volvió a Corinto dos años después y escribió su epístola a los romanos
(Rm 16:23). Podemos suponer que Pablo lo amaba mucho.
Aristarco es
mencionado junto con Gayo en el pasaje citado (Hechos 20:4) como siendo
originario de Tesalónica. Estaba con Pablo cuando éste fue embarcado en Cesarea
para ser llevado prisionero a Roma (Hch 27:2), y permaneció preso con él en esa
ciudad (Col 4:10), si bien es posible que cuando Pablo escribió su carta a
Filemón ya había sido liberado, aunque permanecía a su lado.
30. “Y queriendo Pablo
salir al pueblo, los discípulos no le dejaron.”
Al ver Pablo que la masa
exaltada se llevaba a sus amigos él quiso ir con ellos, pero sus discípulos que
estaban con él por prudencia no lo dejaron, pensando que si él era el principal
causante de la disminución del negocio de los plateros y de la devoción a la
diosa Diana, al verlo los exaltados podrían matarlo.
Notas: 1. La diosa
Artemisa que era venerada en Éfeso no debe confundirse con la Artemisa de la mitología
griega que los romanos identificaban con Diana. Por eso es incomprensible que
la mayoría de las traducciones de la
Biblia a lenguas comunes pongan Diana donde el texto griego
dice Artemisa.
A ella estaba dedicado
el mes de Artemision, que empezaba en
el equinoccio de primavera, durante el cual no se trabajaba pero se celebraban
grandes banquetes, así como juegos atléticos en el Estadio y representaciones
teatrales en el enorme anfiteatro que podía acomodar hasta 25,000 espectadores,
y donde tuvo lugar posiblemente el incidente que se narra en este pasaje de
Hechos.
En cambio, la Artemisa (o Diana) de la
mitología grecorromana era hija de Zeus (Júpiter) y Leto (Letona), y era
hermana melliza de Apolo. Ella era la diosa virgen de la caza y protectora de
la virginidad de las ninfas, que ayudaba a las mujeres a dar a luz. Se le solía
representar corriendo con un arco de flechas y vestida de una túnica corta.
2. Demetrio en su
ceguera pagana no comprendía que los ídolos que el propio hombre fabrica con
sus manos, aunque los cubra con oro y plata, no pueden ser dioses ni ejercer
poder alguno porque no pueden moverse por sí solos. El profeta Jeremías en un
pasaje famoso denuncia el engaño en que están sumidos los idólatras (Jr
10:1-16, especialmente los vers. 3-5). El salmo 115 lo dice aún más explícitamente
(vers. 3-8). Isaías es aún más sarcástico en su condena (Is 44:9-20).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar
de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la
tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Para obtener esa seguridad
tan importante yo te invito a arrepentirte de tus pecados, haciendo una
sencilla oración como la que sigue:
“Yo sé, Jesús, que tú viniste al mundo a
expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los
míos. Yo sé también que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y
voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin
merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados
y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava
mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante
quiero vivir para ti y servirte.”
#731 (17.06.12).
Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
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