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jueves, 3 de octubre de 2019

DEFENSA DE PABLO ANTE AGRIPA III


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
DEFENSA DE PABLO ANTE AGRIPA III
Un Comentario de Hechos 26:24-32

Invitado a exponer su caso en la audiencia solemne convocada por el rey Herodes Agripa II, a sugerencia del gobernador Festo, Pablo ha hecho la reseña de su vida, primero como fariseo convencido, perseguidor de los nazarenos, y luego como apóstol de Jesucristo, del que dice que hubo de padecer y morir para resucitar de entre los muertos.
24. “Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco.”
Llegado a este punto, el gobernador Festo, para quien la noción de que un muerto pudiese resucitar era algo extravagante que ninguna persona sensata podía aceptar, interrumpió al acusado gritándole: Estás loco Pablo, estás loco. El mucho estudio te ha trastornado la mente y estás diciendo insensateces. Para él era inconcebible que un hombre sensato se hubiera enfrentado a las autoridades de su pueblo por una noción tan absurda. Pero nosotros sabemos que el conflicto de Pablo con el sanedrín tenía otra causa: Su prédica acerca de Jesús.
No es nada inusual, dice John Gill, que los ministros del evangelio sean tomados por locos, y que las doctrinas que predican sean tenidas por locura, si el mismo Jesús fue acusado de estar fuera de sí y de tener un demonio (Mr 3:21,22; Jn 10:20). Lo mismo decían de los apóstoles (2Cor 5:13). No debe sorprendernos que el hombre natural pensara así, puesto que lo que ellos enseñaban estaba fuera de su esfera y experiencia.
No está demás observar, como hace Mathew Henry, que los apóstoles fueron despreciados por el sanedrín porque no eran hombres instruidos (Hch 4:13), mientras que Pablo, que sí lo era, es despreciado por haber estudiado demasiado para su daño. De ahí podemos ver que el mundo siempre tiene algo que reprochar a los ministros del Evangelio.
25,26. “Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón.”
Pablo inmediatamente se defendió en términos corteses diciendo que lo que él afirmaba no era locura alguna, sino cosas que concuerdan con los anuncios de los profetas. Él afirma además que las cosas que él proclama acerca de Cristo, de su crucifixión y resurrección, son públicas y notorias, y sobre todo, verdaderas; y que él, Festo, comprensiblemente las ignora porque él recién ha llegado a nuestra tierra, pero el rey Agripa que está delante de mí, las conoce muy bien como todo aquel que vive en Judea.
27, 28. “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.”
Entonces Pablo dirige sus palabras directamente al rey para preguntarle si él creía o no en el mensaje de los profetas. Esta pregunta ponía al rey en una posición incómoda, porque aunque él fuera un escéptico, no podía negar públicamente la verdad de las escrituras de Israel sin perder la cara ante sus súbditos. Pablo afirma que él está seguro de que el rey –que pasaba por ser un profundo conocedor de las Escrituras y un experto en asuntos judíos- sí creía en el mensaje de los profetas, y si creía en su mensaje, ¿por qué no creía en el de Cristo?
La pregunta de Pablo no podía dejar de remover la conciencia de Agripa, y su respuesta indica que había dado en el blanco. Nosotros no sabemos cuál puede ser el efecto de las preguntas que dirigimos a las personas que conocen las verdades del Evangelio, pero que se resisten a creer en ellas.
Mucho se ha escrito acerca de estas palabras: “Por poco me persuades”, como si dijera: Casi me convences que crea en lo que proclama el Evangelio. Poco faltó para ello, pero ese poco decidió el destino de la persona que estuvo a punto de creer, pero no creyó y se condenó. Hay muchos que juegan con las verdades del Evangelio, las aprecian, las admiran y las estudian como objetos dignos de ser investigados, pero no las hacen suyas por la fe, y como consecuencia, se pierden.
No basta admirar la filosofía de Jesús, como muchos hacen, su entereza heroica en la persecución, su valentía para afrontar el tormento, como hacen muchos que incluso han escrito biografías de Él, si no se cree que Él es lo que dijo que era: el Hijo de Dios vivo que se hizo hombre para salvar al mundo. ¿Crees tú eso, amigo lector, moderno Agripa? ¿O son estas cosas para ti sólo motivo de conversación frívola?
El rey entonces se escapa del estrecho en que lo ha puesto Pablo con una frase irónica, (que en el texto original está formulada en forma de pregunta, una forma común de evadir una pregunta incómoda) diciéndole que poco faltaba para que Pablo lo convenciera de hacerse cristiano.
29. “Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!”
La respuesta evasiva del rey excitó el celo evangelístico de Pablo haciendo que proclame: ¡Qué más quisiera yo que no sólo tú, oh rey, sino todos los que están aquí presentes, lleguen a la convicción que yo tengo y se hiciesen como yo, exceptuando las cadenas, es decir, mi condición de prisionero. Porque en verdad él era en Cristo más rico que el más rico de sus oyentes, y más afortunado que todos ellos, aunque las apariencias lo negaran.
Al decir esto Pablo no sólo reitera su consagración a la tarea que Dios le ha dado, sino también su aceptación de su condición de prisionero de Cristo, a quien él sirve con todas las fuerzas de su ser, esto es, su alma y su cuerpo. ¡Oh, cómo pudiéramos todos los que nos consideramos cristianos mostrar una consagración semejante a la tarea que nos señala  nuestro Señor y Maestro! ¡Cómo pudiéramos servirle con igual dedicación!
Las cadenas que lleva Pablo, que para otros hubieran sido motivo de humillación y tristeza, para él eran motivo de gloria, pues por ellas se asemeja a Cristo, y por eso él las menciona con frecuencia con orgullo (Hch 28:20; Ef 3:1; 6:20; 2Tm 1:16; 2:9; Flm 1,9).
30-32. “Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos; y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César.”
Con las últimas palabras de Pablo la sesión estaba concluida porque no había más que decir, y los asistentes, precedidos por los huéspedes reales, se levantaron de sus asientos.
Como suele ocurrir en esos casos, una vez retirados, comentaban entre sí lo que habían espectado, llegando a la conclusión de que Pablo no era culpable de ningún delito por el que mereciera ser condenado a prisión, o a muerte.
El rey Agripa comentó a Festo que si no hubiera sido por el hecho de que Pablo hubiera apelado al César, bien podía ser dejado en libertad. ¿Cómo se enteró Lucas de ese comentario del rey? No sabemos, pero al menos el procurador Festo ya sabía qué tenía que escribir al emperador acerca del prisionero que había apelado a su tribunal, y si no, Agripa seguramente lo ayudaría a redactar la carta correspondiente. No conocemos cuál fue el texto de esa carta, pero podemos suponer que ella fue, en efecto, tan favorable a Pablo que permitió que, al llegar a Roma, él estuviera sujeto sólo a arresto domiciliario, y no echado en prisión, y que pudiera recibir visitas, y predicar con libertad (Hch 28:17-31), y que, al fin, fuera absuelto y libertado.
Cuando suceden estos hechos, el año 59, la situación del cristianismo en el imperio era todavía favorable, siendo los cristianos considerados como una secta dentro de la religión lícita que era el judaísmo.
Esta situación cambiaría muy pronto, pero no antes de que Pablo fuera liberado el año 62. Ese año trajo un cambio radical en la actitud del imperio respecto de los cristianos cuando Nerón se divorció de Octavia y se casó con Popea. Ésta era, según Josefo, no sólo muy amiga de los judíos, sino de hecho una “temerosa de Dios”, es decir, creía en el Dios de Israel, y había adoptado hasta cierto punto las costumbres judías. Es muy probable que ella influyera en el cambio de actitud de los romanos respecto de los nazarenos, que dejaron pronto de ser considerados como un movimiento más dentro del judaísmo y, por tanto, dejaron de gozar del privilegio de ser considerados una religión lícita. Ese cambio en su status legal explicaría que Nerón pudiera echarles la culpa del incendio de Roma el año 64, incendio que él mismo, como bien sabemos, había provocado.
NB. Puede ser interesante hacer un pequeño estudio de algunas de las palabras que figuran en los vers. 24 y 25, porque son sumamente significativas.
Festo le grita a Pablo: Estás loco, las muchas letras te vuelven loco.” Las palabras griegas que figuran en el original son respectivamente maínomai y manía. La primera es un verbo que significa “estar loco”, o “volverse loco”, y se aplica a las personas que hablan, o actúan, de una manera que produce la impresión de estar fuera de sí, o de haber perdido el juicio. Alguna vez se aplicó a Jesús (Jn 10:20). Viene de la segunda, que es un sustantivo que significa “locura”, de la cual deriva nuestra palabra “maníaco”.
“Las muchas letras” tiene el sentido de “mucho estudio”. La palabra griega subyacente es gramma, que significa “lo que está escrito”, letra, o libro, carta, o cuenta. Pablo la usa en algunos casos en el sentido de la “letra de la ley”, es decir, su sentido literal, en contraste con pneuma, el espíritu, el principio divino interno que da vida. El plural grammata, con el artículo definido ta, significa estudio, conocimiento, erudición ganada mediante la lectura. Con el tiempo llegó a significar ciencia. Ta hierá grammata designa a las santas Escrituras. De grammata deriva la palabra grammateus, escriba, persona conocedora de la ley y, por tanto, con frecuencia funcionario, no sólo en Israel sino en otros países de esa época. Nuestra palabra “gramática” deriva de ella.
“Verdad y cordura” son los atributos que Pablo afirma que caracterizan sus declaraciones. Aléthia es una palabra muy importante que tiene múltiples aplicaciones en la ciencia sagrada. Significa básicamente “verdad”, la realidad que subyace toda apariencia, con la cual con frecuencia está en contraste. Se dice de lo que es verdadero en sí mismo, en oposición al error y a la falsedad. Jesús dijo que Él era la verdad, esto es, la verdad encarnada.
Sofrosuné, palabra formada por sôos, sano, y fren, mente, entendimiento. Se aplica a la mente sana, sobria y moderada, que se manifiesta en la conducta que tiene esas cualidades e inspira, por tanto, respeto. Es lo opuesto a la locura, a la precipitación, a la inmadurez, o lo irregular y desordenado.

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."
#977 (28.05.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

lunes, 26 de noviembre de 2018

DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX I


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX I
Un Comentario de Hechos 24:1-21
1-4. Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud. Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad.”

Los enemigos de Pablo se tomaron su tiempo -cinco días es un plazo largo en este caso- para organizar la acusación que iban a presentar contra él ante el procurador según lo que les había sugerido el tribuno que hicieran. Esos días pueden haber sido empleados por ellos en escoger al orador más apropiado para presentar el caso ante un tribunal romano y para instruir al abogado acerca de los cargos que debían formularse.
El texto dice que escogieron a un abogado llamado Tértulo, de quien no se da mayor información, pero que debe haber sido un judío helenista que por su nombre latino era muy posiblemente ciudadano romano. (Nota 1) Esta circunstancia, y el hecho de que él utilizara el estilo y la manera de expresarse de los romanos, haría que el procurador lo escuchara con más atención que si fuera un simple judío.
Vale la pena que nos preguntemos en qué idioma se expresaría el abogado Tértulo ante el procurador romano. ¿Acaso en latín, la lengua de los romanos? No ciertamente sino en griego, que era la “lingua franca” usada en todo el cercano oriente desde la conquista de Alejandro Magno tres siglos antes y que siguieron usando los romanos al extenderse su imperio a esos territorios. Ése es el motivo, dicho sea de paso, por el cual los evangelios fueron publicados en griego, (el de Mateo había sido escrito probablemente en hebreo, si no en arameo) y Pablo y los demás apóstoles escribían sus epístolas en ese mismo idioma.
La comitiva que descendió de Jerusalén estaba presidida por el mismo sumo sacerdote Ananías, quien vino acompañado por algunos miembros del sanedrín. Que Ananías no pensara en delegarle esta tarea a ninguna persona muestra la importancia que él le daba al caso contra Pablo.
Lucas transcribe lo que debe haber sido un resumen del discurso de Tértulo, que empieza su perorata con abundancia de palabras muy halagüeñas para el procurador, como era práctica común en el oriente para ganarse la buena voluntad del juez. Pero dado el contraste entre los elogios dirigidos a Félix sobre su prudencia (2) y la supuesta gran paz de que gozaba el pueblo gracias a él, y la brutalidad con que en los hechos actuó Félix en varias ocasiones, esas palabras eran nada sinceras.
Para ganarse la atención del procurador desde el principio Tértulo le advierte que va a tratar de ser lo más breve posible en su exposición.
5-9. “Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. Los judíos también confirmaban, diciendo ser así todo.”
Los cargos que Tértulo presenta contra Pablo son tres: 1) Él es un promotor de desórdenes entre los judíos por donde quiera que vaya, es decir, dentro y fuera de Judea. 2) Es un cabecilla notorio de la secta de los nazarenos, que era como los judíos llamaban a los seguidores de Jesús de Nazaret (3). Nótese que los nazarenos entonces no se habían separado de la religión judía, sino que eran considerados una “secta”, o partido, dentro de la misma, como eran los saduceos, o los fariseos. 3) Pablo había intentado profanar el templo aunque no llegó a hacerlo  tratando de introducir a un no judío en el área del templo en la que los gentiles no podían entrar bajo pena de muerte. Aquí la acusación hecha ante el tribuno ha sido modificada para que se ajustara a los hechos que podían ser probados (4)
Tértulo añade que cuando ellos quisieron juzgarlo de acuerdo a su ley, como creían tener derecho, el tribuno Lisias intervino con sus soldados arrancándolo de sus manos, diciendo que debían presentar sus cargos ante el procurador en Cesarea, como hacía él en ese momento. Sus acusaciones fueron confirmadas, sin duda con gran vehemencia y abundancia de detalles, por los ancianos que lo acompañaban, mientras que el sumo sacerdote por razones de dignidad posiblemente guardaba silencio.
Llegados a este punto no le quedó al procurador sino dejar que el acusado presente su defensa.

10. “Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa.”
Pablo omite toda palabra de sobonería al iniciar su discurso limitándose a reconocer que el procurador tiene la autoridad para juzgar de los hechos que se le acusan, y que confía que lo hará de manera justa. Él reconoce además que el procurador, habiendo estado al frente de la provincia durante varios años, tiene suficiente conocimiento de la vida y costumbres judías para apreciar sus argumentos. ¿Estaría Pablo informado de la clase de persona que era Félix? Muy probablemente, pero él no ponía su confianza en la justicia humana, sino en el poder de Dios que estaba por encima de ella. (Véase mi artículo “Pablo es Enviado al Procurador Félix”)
11-13. “Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan.”
Brevemente Pablo niega la veracidad de los cargos que se le hacen: Desde su llegada reciente a Jerusalén (5) él no ha estado discutiendo con nadie, ni ha provocado un motín en ninguna parte donde él haya estado, sino se ha limitado a cumplir con los ritos de piedad en el templo que lo trajeron a la ciudad.
14-16. “Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.”
Enseguida pasa a declarar que él pertenece efectivamente al movimiento que algunos judíos consideran una herejía dentro de su religión (6), pero que ellos llaman Camino (7) pues constituye una forma de obrar rectamente según las leyes dadas por el Dios de sus padres y confirmadas por los profetas. La mención que él hace de la ley y de los profetas es una referencia a las Escrituras que eran entonces designadas con esas palabras: la Torá y los profetas, en las cuales él cree fielmente.
Y conforme a ellas, él confiesa que cree, como creen también la mayoría de los judíos (excepto los saduceos), en que algún día, al final de los tiempos (8) Dios levantará de sus tumbas a todos los muertos, tanto a los justos como a los injustos, (Véase Dn 12:2; Jn 5:28,29), se sobrentiende para comparecer en juicio ante Él.
Ése es el motivo por el cual él siempre obra de acuerdo a una conciencia limpia que no tenga nada que reprocharle delante de Dios y de los hombres. (9)
Es curioso que al hacer su presentación del Camino que él sigue, Pablo no mencione para nada a Jesús, que era el fundador de ese Camino, y a quien él con todo el corazón servía. No lo hace porque en ese momento no era oportuno.
17. “Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas.”
Ésta es la única vez en el libro de Hechos en que se menciona la colecta que Pablo trajo para los santos a Jerusalén y a la que había dedicado tanto esfuerzo y tiempo, como puede verse por el contenido de sus epístolas (Rm 15:25-27; 1Cor 16:1-4; 2Cor 8:1-7).
Él hace saber a Félix que ha estado mucho tiempo alejado de Judea (“pasados algunos años”) (10). El propósito de su venida esta vez a Jerusalén ha sido de beneficencia, a favor de su pueblo. Él omite decir, pero hubiera podido corroborarlo llamando a testigos, que él había venido acompañado de un buen número de personas que procedían de las ciudades de donde los cristianos enviaban ofrendas.
18,19. “Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo.”
Estaba ocupado en esas cosas cuando un grupo de judíos de Asia, que eran enemigos suyos sin que él los hubiera provocado, esto es, sin causa, lo encontraron en el templo cumpliendo pacíficamente el rito de purificación con los cuatro nazareos que él apadrinaba (Hch 21:26-28).
Ellos son los que empezaron el alboroto, dice Pablo, acusándome en ese momento de algo falso, esto es, de haber introducido en el templo a un gentil. Ellos son los que debían estar aquí para acusarme de haber alterado el orden público. Pero su ausencia acá es prueba de que no tienen nada que acusarme en ese sentido que pudiera ser probado con testigos.
20,21. “O digan éstos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros.”
Los que han venido desde Jerusalén donde ti no tenían tampoco nada de qué acusarme cuando comparecí ante el sanedrín por disposición de Lisias, que quería averiguar cuál era el motivo del alboroto que los judíos de Asia habían suscitado en el templo. La discusión que se armó en esa sesión, y en la cual mi integridad física estuvo en peligro, se suscitó porque yo declaré que yo era juzgado en ese momento a causa de mi creencia en la resurrección de los muertos, de la cual yo estoy firmemente convencido (Hch 23:6).
Al mencionar el tema de la resurrección de los muertos Pablo era posiblemente consciente de que si bien Ananías, como saduceo que era, no creía en ella, era muy probable que algunos de los ancianos que le acompañaban sí lo hicieran, por lo que la mención que él hace de ese tema los inclinaría a su favor en ese momento.
Notas: 1. Tértulo, dicho sea de paso, es el diminutivo del nombre Tertius.
2. La palabra griega que figura en el texto en este lugar es prónoia (“saber por adelantado”) y que generalmente se traduce como “providencia”.
3. En hebreo y en árabe a los cristianos se les sigue llamando hoy día “nazarenos”.
4. Cuando los sanidritas llevan a Jesús ante Pilatos presentan también una triple acusación contra Él: 1) Pervierte a la nación; 2) Prohíbe pagar tributos al César; y 3) Afirma que Él es el Mesías, un rey. No está de más notar que las acusaciones que le hicieron los opositores de Pablo en Tesalónica eran semejantes: 1) Trastorna el mundo entero; 2) Se opone a los decretos del César; y 3) Afirma que hay otro rey, que es Jesús (Hch 17:6,7).
5. Los doce días que él menciona son la suma de los siete días que tomó el rito de purificación (21:27), y los cinco días que han transcurrido desde su arresto por el tribuno (21:33).
6. La palabra hairesis quiere decir opinión, disciplina, o forma de culto. Viene del verbo  hairéomai (escoger, elegir, preferir) y se traduce con frecuencia como “secta” (Hch 5:17; 15:5; 24:5) Difiere de “cisma” (Schism), que significa “separación”. En el caso de hairesis uno puede tener puntos de vista que difieren de la mayoría, pero permanecer, no obstante, en el mismo cuerpo.
7. Hodos es la expresión común con la que en el libro de Hechos se designa a la fe en Cristo y a la manera de vida que adoptan los que siguen sus enseñanzas (cf Hch 19:9; 24:22. Véase también 16:17 y 18:25).
8. El tiempo venidero era designado en el judaísmo por el término olam ha ba, en contraposición al tiempo presente, llamado olam ha zé. Podría condensarse el pensamiento judío sobre el más allá de la siguiente manera (Según el Diccionario del Judaísmo de Nicolás de Lange): Al morir las almas de los justos serán enviadas al jardín del Edén (Paraíso), mientras que las de los impíos pasarán por un período de castigo en el Gehinnom (infierno). La venida del mesías será precedida por una gran crisis social  y económica. Entonces retornará, según lo anunciado, el profeta Elías y sonará una gran trompeta, y los exiliados judíos serán reunidos en su tierra. Seguirá una guerra cataclísmica conocida como la guerra de Gog y Magog, después de la cual el mundo será renovado en la era mesiánica, que será una de paz y armonía. Eventualmente los muertos resucitarán y serán juzgados junto con los que estén vivos; y los que sobrevivan al juicio vivirán eternamente en la era futura. Puede notarse algunas coincidencias de esta concepción con lo que exponen 1Cor 15:52; 1Ts 4:15-17; y Apocalipsis 20.
9. El tema de la buena conciencia figura en la defensa propia que hace Pablo ante el sanedrín para afirmar que sus enemigos no tienen nada que reprocharle (cf 23:1) pero ocupa además un lugar importante en sus epístolas: Rm 9:1; 13:5; 1 Cor 10:25,29; 1 Tm 1:19, etc.
10. La última vez que había estado en Jerusalén fue cinco años antes, en su apurada visita antes de iniciar su tercer viaje misionero (18:22), lo cual descarta toda posibilidad de que él pudiera haber estado envuelto en motines locales o en actos de sublevación.

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
   "Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."
#971 (16.04.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).