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miércoles, 13 de diciembre de 2017

ESDRAS EL ESCRIBA II

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ESDRAS EL ESCRIBA II
Tal como anuncié al final del artículo anterior, el segundo artículo de este mismo título estaría dedicado a describir el contexto histórico en que Esdras y Nehemías desarrollaron sus actividades tan importantes en la reconstrucción del judaísmo después del exilio babilónico.
            Como ocurre también en nuestros días el panorama político del mundo antiguo estaba dominado por potencias rivales que se disputaban el predominio, y      cuya civilización floreció a orillas de grandes ríos que permitieron un gran desarrollo de la agricultura. De un lado, estaba el poderoso y milenario imperio egipcio, a orillas del río Nilo que desembocaba en el Mediterráneo, y de otro, los imperios sucesivos y rivales de Asiria, Babilonia y Persia que florecieron en el creciente fértil irrigado por los ríos Éufrates y Tigris.
            Después de la muerte del piadoso rey Josías, que cayó luchando contra el faraón Necao (2R 23:29), el reino de Judá estuvo sujeto al predominio alternado de Egipto y de Babilonia. Después de la victoria de la segunda sobre el primero en Carquemish (605 AC), Judá cayó en la órbita de Babilonia. Sin embargo, y contra el consejo de Jeremías, el rey Joacim se rebeló contra ella y fue derrotado por Nabucodonosor, que entró victorioso en Jerusalén el 16 de marzo de 597 AC (2R 23:36-24:5). El nuevo rey, Joaquín, fue deportado a Babilonia con unos 10,000 compatriotas suyos, junto con todos los tesoros del templo y del palacio real. Sedequías fue instalado en su lugar (2R 24:8-17).
            El año 589 AC, (esto es, ocho años después) y nuevamente contra el consejo de Jeremías, Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor (2R 24:20), pero fue  derrotado. Nabucodonosor sitió Jerusalén y la tomó el 29 de julio de 587 AC, tal como Ezequiel había anunciado que ocurriría en castigo de la idolatría y de los muchos pecados del pueblo. Sedequías fue cegado y deportado a Babilonia con muchos altos funcionarios y mucho pueblo (2R 25:1-7). Poco después Nabuzaradán, capitán de la guardia, incendió el templo de Salomón y el palacio real, junto con toda la ciudad, destruyó las murallas y se llevó consigo cautivos a más habitantes de Judá (2R 25:8-11).
            Nabucodonosor dejó como gobernador de Judá a Gedalías, pero éste fue asesinado por algunos judíos descontentos, quienes, temiendo la represalia del rey babilónico, huyeron a Egipto llevándose consigo, contra su voluntad, a Jeremías (2R 25:22-26; Jer 43:4-7). ¡Pobre Jeremías! Él había anunciado esta catástrofe, pero no le hicieron caso. No se supo más de él. Posiblemente murió en Egipto.
            En el año 582 se produjo una nueva deportación de judíos a Babilonia. Se calcula que en total los babilonios se llevaron a unas 20,000 personas, la flor y nata del pueblo, funcionarios, militares, artesanos y técnicos. Sólo quedó el pueblo ignorante y algunos nobles y sacerdotes.
            El año 539 el rey persa, Ciro, conquistó Babilonia y, al año siguiente, promulgó un decreto autorizando el retorno a su tierra de los exiliados de Judá que quisieran regresar. (Esd 1:2-4 contiene el texto hebreo del decreto; Esd 6:3-5, el texto arameo). Pero el primer retorno fue un semifracaso, aunque en 537 AC se colocó la primera piedra del nuevo templo. Una nueva emigración en 522 (que es posiblemente la que describe el capítulo 2), al mando del príncipe de estirpe real, Zorobabel, y del sacerdote Josué, reinició la reconstrucción del templo, que había quedado paralizada por la oposición circundante (Esd 4:4,5), siendo inaugurado el año 515 (Esd 6:16-18). Recuérdese que en la cronología antes de Cristo los años decrecen hasta el año primero.
            El año 445 AC, Nehemías, copero y, por tanto, alto funcionario del rey Artajerjes, obtuvo autorización para ir a Jerusalén –con el cargo de gobernador de Judá- para reconstruir sus murallas que estaban en lamentable estado (Nh 1-2:10). Según Esd 7:8 la misión de Esdras empezó el año sétimo del reinado de Artajerjes, pero como el texto no indica si se trataba del primero, o del segundo de los reyes de ese nombre (que tuvieron ambos largos reinados), no es posible determinar con seguridad si ello ocurrió el año 458 AC, o el año 398 AC, aunque la mayoría de los eruditos se inclina por la primera fecha.
            Esdras (cuyo nombre en hebreo era Azaryahu, que quiere decir “Dios ayuda”), fue un hombre de linaje sacerdotal a quien por primera vez en las Escrituras se otorga el título de “escriba” (es decir, erudito. Sofer en hebreo; grammateus en griego; literalmente “el que sabe escribir”, una habilidad notable si se tiene en cuenta que en la antigüedad la gran mayoría de la población era analfabeta). Él vivía con los exiliados de Judá en el imperio persa en tiempos de Artajerjes (posiblemente el primero, aunque no es seguro). El soberano, que sin duda le tenía en gran aprecio, porque era un hombre muy estudioso, le dio el encargo de reformar el culto en el templo de Jerusalén, de recibir ofrendas en oro y plata para el culto, de nombrar jueces y gobernadores en Judea y de enseñarles las leyes de su Dios (Esd 7:25). Le dio incluso autoridad para juzgar y ejecutar a los que se le opusieran (v. 26).
            Esdras subió a Jerusalén con gran número de pueblo judío (unos 1486 varones con sus familias, cap. 8). Partió después de ayunar y sin protección militar, “porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que lo abandonan.” (8:22)
           Llegado a Judá se enteró del escándalo de los matrimonios mixtos con los pobladores de la tierra (9:1,2) que encerraban el peligro de que los israelitas se corrompieran rindiendo culto a las divinidades paganas de sus mujeres. Esdras se afligió por ello en gran manera: “Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo.” (9:3) Lleno de vergüenza él oró: “Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo…” (v. 6).
            La oración compungida de Esdras, que continuó enumerando todos los pecados en que había incurrido el pueblo, y las muchas veces que Dios se había mostrado misericordioso con ellos (9:7-15), tuvo un efecto inesperado, porque se juntó una gran multitud de hombres, mujeres y niños, llorando amargamente y confesando su pecado de haber tomado por esposas a mujeres extranjeras, es decir, que no eran de su pueblo (10:1,2). Como resultado el pueblo hizo pacto con Dios de despedir a las mujeres extranjeras y a sus hijos (10:3-5).
            No obstante, en una reunión solemne poco después Esdras ordenó a los levitas y sacerdotes y a todos los hombres fieles que se hubieran casado con mujeres no judías, que se separaran de ellas, y que los judíos en adelante no dieran a sus hijas en casamiento a no judíos (10:5ss), según lo ordenado por Moisés (Dt 7:1-5, en especial el vers. 3).
            La tradición rabínica otorga gran preeminencia a Esdras como reformador del culto e instaurador de la lectura regular de la Torá en la sinagoga. Pero, sobre todo, él definió a Israel como una comunidad separada de “los pueblos de la tierra”, todos los aspectos de cuya vida deberían estar gobernados por los principios establecidos en la Torá. A él se le atribuye además haber introducido la escritura cuadrada aramea que actualmente utiliza el hebreo, así como la reconstrucción del texto del Pentateuco. La cronología de los hechos de Esdras es difícil de establecer porque el orden de los pasajes del libro que lleva su nombre ha sido alterado por razones literarias que desconocemos.
A él se le atribuye haber establecido la Gran Asamblea de escribas y profetas, predecesora del Sanedrín, como la autoridad normativa en asuntos relativos a la ley religiosa, así como la lectura obligada de la Torá en las sinagogas.
Según la tradición, él sería el autor del libro de Crónicas, siendo el libro que lleva su nombre su continuación. Y en efecto, como puede verse, los dos últimos versículos del segundo libro de Crónicas son casi idénticos a los dos primeros del libro de Esdras.
Él llegó a Judea en un momento sumamente difícil para su nación: 1. La comunidad israelita era pequeña y se estaba desintegrando; 2. Estaba amenazada por los samaritanos, que eran en ese momento mucho más poderosos que ellos (Nota); 3. Hombres y mujeres se estaban casando con no judíos, violando la ley; 4. Más grave aún, el pueblo estaba violando el sábado, trabajando y comerciando; y 5. Se estaban asimilando a los pueblos vecinos, por lo que la comunidad judía estaba en peligro de desaparecer.
Esdras y Nehemías, que vino poco después que él, cambiaron esa situación en poco tiempo: 1. Bajo el liderazgo de Nehemías se reconstruyeron los muros de Jerusalén (Nh 2:11-3:32); 2. Se reinició la reconstrucción del templo iniciada por Zorobabel (Esd 3:11ss); 3. Se obligó –como ya se ha mencionado- a los hombres a separarse de sus mujeres paganas; 4. Se prohibió estrictamente todo trabajo en sábado; 5. El año 444 AC, y subido a un alto púlpito, Esdras leyó, desde la madrugada hasta el mediodía, el libro de la Ley, apoyado por los levitas que explicaban el sentido al pueblo (Nh 8:1-8); 6. Posteriormente todo el pueblo se comprometió públicamente a guardar la ley de Dios con todo detalle (Nh 9:38-10:39).
La solemne ceremonia pública de lectura del libro de la Torá fue como un eco del otorgamiento de la Ley al pueblo en el Sinaí (Ex 20), razón por la cual en el judaísmo se considera a Esdras como un segundo Moisés. Tal como lo han entendido las generaciones posteriores, ese acontecimiento marca la transformación del judaísmo en una religión centrada en el libro de la Torá como fuente de autoridad máxima, reemplazando a reyes, profetas, e incluso a los sacerdotes, como voceros de la voluntad de Dios, lo cual otorgó a los intérpretes de la Ley una importancia cada día mayor.
La decisión que tomó el pueblo de Israel de mantener una estricta separación étnica y religiosa respecto de todos los demás pueblos (los llamados goyim, esto es, gentiles) tuvo también, a su vez, consecuencias decisivas a largo plazo, y explica que el pueblo judío se haya mantenido durante la era cristiana, es decir, durante casi dos mil años, como una entidad étnica y religiosa separada. Que lo haya podido hacer sin tener, hasta mediados del siglo pasado, un territorio propio, una patria, es un hecho extraordinario que no tiene antecedentes en la historia y es manifestación de un evidente propósito divino.
Nota: Existen varias teorías acerca del origen de los samaritanos. La más plausible postula que cuando los asirios conquistaron el reino del Norte en el siglo VIII, no deportaron a todos sus habitantes, sino que dejaron una pequeña población que trató de conservar las tradiciones de su pueblo, pero que posiblemente también se mezcló con los pobladores que los asirios trajeron a la región para someterla. Ellos poseían un texto del Pentateuco que difería en algunos puntos menores del texto canónico, y que estaba escrito en un alfabeto diferente del hebreo. En el siglo IV AC construyeron un templo en el monte Gerizim, como rival del templo de Jerusalén, el cual fue demolido por el sumo sacerdote Juan Hircano el año 128 AC, hecho que agudizó el antagonismo existente entre judíos y samaritanos. En el diálogo que Jesús sostuvo con la samaritana en Sicar, junto al pozo de Jacob, ella hizo a Jesús una pregunta que reflejaba la rivalidad cultual existente entre ambos pueblos (Jn 4:20).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a arrepentirte de tus pecados, y a pedirle perdón a Dios por ellos., haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#953 (27.11.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

ESDRAS, EL ESCRIBA

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
ESDRAS, EL ESCRIBA I
            Hay libros en la Biblia que son ignorados  por la mayoría de la gente. Hasta su nombre les es desconocido. Sin embargo contienen enseñanzas muy preciosas. Uno de ellos es el pequeño libro de Esdras, que está a continuación de Segunda de Crónicas y que forma con el de Nehemías una unidad, al punto que muchos estudiosos creen que se trata de un solo libro, que fue en algún momento dividido en dos.

            El libro de Esdras es el registro  del cumplimiento glorioso de una promesa de Dios y de cómo Dios pone  en obra todo lo que sea necesario para que su palabra se cumpla. Él había predicho por boca de Jeremías que el pueblo judío sería llevado cautivo a Babilonia a causa de sus infidelidades y de sus maldades, pero había anunciado también que retornaría al cabo de 70 años de cautiverio (Jer 25:11;29:10).
            El libro de Esdras narra cómo se cumplió esa profecía. El libro es parco en los pormenores de ese retorno, pero los detalles que da el texto son suficientes para que podamos visualizar cómo se cumplió en el retorno lo expresado por el Salmo 126: "Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán; irá andando y llorando el que lleva la semilla (del arrepentimiento); regresará con regocijo trayendo sus gavillas (los frutos de justicia)". (v. 5,6).
            Ellos habían partido a Babilonia como esclavos, derrotados; volvieron en triunfo y alegría (“Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de agua, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque yo soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito”. Jr 31:9). Salieron diezmados; su número al regresar era 42360 "sin contar sus siervos y siervas, los cuales eran 7327." (Y sin contar mujeres, niños y adolescentes, porque los censos entonces comprendían sólo a los varones adultos. Esdras 2:65). Partieron pobres, volvieron ricos (Es 2:69). Posiblemente habían sido llevados a pie, en cadenas; regresaron montados en caballos, mulas, camellos y asnos (2:66,67). Nabucodonosor se había llevado a Babilonia los tesoros del templo (2R 24:11-13); ellos los trajeron de vuelta (Es 6:5).
            Dios rara vez interviene en la historia por medio de portentos, aunque a veces lo hace. Por lo general interviene a través de seres humanos y de acciones humanas. Es decir, nos usa a nosotros. La Escritura dice que para cumplir su palabra Dios "despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia". (Esdras 1:1). En la versión inglesa autorizada de la Biblia (llamada también del rey Jaime) se dice "stirred up", verbo que quiere decir "excitar, conmover, aguijonear el espíritu". Es decir, le puso al rey un impulso interno para realizar los planes que  Él se había propuesto. ¿Cómo es que el rey hizo lo que el Señor quería? El libro de Proverbios dice "Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano del Señor; a todo lo que quiere lo inclina." (Proverbios 21:1). Así como Dios puede hacer que nosotros hagamos lo que Él desea, de igual manera Él puede hacer que los gobernantes cumplan sin saberlo su voluntad, creyendo que hacen que lo que ellos se proponen.
            Pero Dios no sólo actuó a través de Ciro y de Darío (cap. 6), sino que se sirvió también para llevar adelante sus planes de judíos piadosos que habían alcanzado posiciones altas en la corte de Persia. En esa etapa de la historia de Israel se valió de Mardoqueo, de Ester, de Zorobabel, de Esdras y de Nehemías y de muchos otros. Habían sido encumbrados en el mundo por su diligencia ("¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará." dice Proverbios 22:29). Si Esdras no hubiera sido diligente en el estudio de las Escrituras (Es 7:6), no habría estado cerca del rey.
            A veces los proyectos de Dios se frustran porque no encuentra creyentes colocados en las altas esferas de la sociedad y del gobierno que le puedan servir de instrumento, porque los creyentes han descuidado ser diligentes en las cosas del mundo. Los creyentes han dejado el mundo de la política y de los negocios en manos de escépticos, o de incrédulos, o peor aún, de impíos, que pueden hacer todo el mal que se proponen porque no hay hombres justos que se les interpongan. Pero Dios tiene necesidad de siervos suyos en todas las capas de la sociedad, inclusive las más altas, porque hay ciertos procesos de su plan que se deciden en la cúspide del poder político y económico.
            Una vez cumplidos los aspectos iniciales del proyecto de Dios para Israel en relación con su retorno del cautiverio, esto es, una vez concluida la reconstrucción del templo y de las murallas de la ciudad, y empezada la restauración del culto y de las fiestas solemnes, Dios tenía necesidad de un hombre que guiara al pueblo elegido en el amor y en el conocimiento de las Escrituras, para que aprendiera a conducirse rectamente delante de sus ojos. Este hombre fue Esdras que "había preparado su corazón para inquirir la ley del Señor y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos" (7:10).
            Toda persona que desee guiar con corazón sincero al pueblo en el conocimiento de la palabra de Dios, debe sentir ese triple impulso de investigar, cumplir y enseñar. Son tres pasos estrechamente unidos y se implican mutuamente, porque no se puede enseñar lo que no se cumple (salvo hipócritamente) y no se puede cumplir lo que no se conoce bien. Eso es evidente. Al mismo tiempo, el que investiga la palabra de Dios con corazón sincero se verá impulsado a cumplirla, y, si la cumple, la misma palabra lo empujará a enseñarla a otros para que también la cumplan. Pero no será capaz de hacer bien esas tres cosas si no ha preparado su corazón.
            La comprensión que uno alcance de las Escrituras no depende tanto de su cultura, de su erudición o de su inteligencia, cuanto de la intimidad que uno tenga con el autor de las Escrituras. A eso nos referíamos al hablar de preparar el corazón. Así como nos será fácil entender la letra de alguien si estamos acostumbrados a leer sus cartas, de igual manera la letra de los escritos de Dios –que son como una carta que Él nos envía- nos será tanto más comprensible cuanto más la frecuentemos y más cerca estemos de su espíritu: "El que se une al Señor, es un mismo espíritu con El" (1Cor 6:17).
            Depende también del deseo que tengamos de entenderla. Si uno no está interesado en entenderla, si nos es indiferente, difícilmente va a sacar uno algún fruto de su lectura. Pero si nosotros deseamos ardientemente comprender su palabra, Él va  a satisfacer ese deseo iluminando nuestra mente.
            Nuestra relación con el Señor está gobernada por esta ley espiritual: "Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros", como dice Santiago 4:8. Nosotros gozaremos de tanta intimidad con el Señor cuanto queramos tener. Somos nosotros los que decidimos el grado de nuestra intimidad con Dios. Si nos acercamos un poco a Él, Él se nos acercará un poco. Si nos acercamos mucho, Él se nos acercará  mucho. Depende de cuánto lo busquemos, de cuánto ahínco pongamos en conocerlo. Dios es dócil con los que le son dóciles.
            También depende de cuán grande sea nuestro deseo de obedecer su palabra. Cuánto más la pongamos por obra, más la comprenderemos. Cuanto más la cumplamos, mejor la entenderemos. Aprendemos a comprenderla, haciéndola. Comprender y hacer van, pues, unidos y se refuerzan mutuamente. No se trata de una comprensión intelectual, sino de una comprensión intuitiva interna, del corazón (así como nosotros comprendemos a los seres que amamos sin necesidad de analizarlos), porque si guardamos su palabra Él se manifestará a nosotros, como dijo Jesús: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” (Juan 14:21).
            ¿Y de qué manera se manifestará Él al que lo ama y guarda su palabra? Hablándole al corazón (“Porque dulce es la voz tuya” dice el Cantar de los Cantares, 2:14), e iluminando su mente para que pueda conocerlo y comprenderlo mejor.
            La intimidad con Dios es ciertamente una gracia inmerecida, pero en gran medida depende también de nuestra actitud. ¿Quieres conocer íntimamente a Dios? Acércate a Él en oración. Búscalo en tu cámara secreta, y Él se revelará a ti.
            NB. Este texto fue escrito el 01.05.96 para una charla transmitida por Radio Miraflores. El 20.11.05 fue impreso, enriquecido con notas sobre el contexto histórico de los hechos narrados. El segundo artículo que se publique a continuación estará basado en el contenido ampliado de esas notas.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a arrepentirte de tus pecados, y a pedirle perdón a Dios por ellos., haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#952 (20.11.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).