jueves, 24 de enero de 2019

DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX II


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX II
Un Comentario de Hechos 24:22-27

En el artículo anterior hemos visto a Pablo presentar una defensa muy sólida contra las acusaciones hechas por el orador Tértulo por cuenta del sumo sacerdote y los ancianos, haciendo notar que ellos no han presentado un solo testigo que pudiera avalar los cargos que se le hacen.
22,23. “Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. Y mandó al centurión que custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él.”
Llegado a este punto Félix pudo cerciorarse de que las acusaciones que se hacían contra Pablo tenían que ver con asuntos relativos a las diversas creencias judías, (es decir, no concernían a las leyes romanas) y, en particular, con las relacionadas con el Camino, el movimiento iniciado por los discípulos de Jesús, acerca del cual él estaba bien informado. ¿De qué manera? No sabemos, pero pudiera ser a través de su esposa, Drusila, que era hija de Herodes Agripa I.
Por tanto, él decidió en ese momento aplazar el asunto hasta que viniera el tribuno Lisias y le aclare, desde el punto de vista romano, cuál era el motivo de las acusaciones contra Pablo.
Dispuso entonces que se mantuviera a Pablo en custodia, pero con relativa libertad de movimiento y, sobre todo, que se permitiera a los suyos visitarlo y atenderlo. Esto él lo ordenó teniendo en cuenta que Pablo era un ciudadano romano contra el cual no se había probado ningún cargo lesivo a las leyes del imperio.
Lo curioso del relato es que no dice si Lisias vino o no a Cesarea para precisar las acusaciones contra el apóstol, aunque es prácticamente seguro que lo hiciera, pues estaba bajo sus órdenes, ni a qué conclusión llegó Félix con la información traída por el tribuno. Tampoco se dice qué hizo la comitiva acusadora presidida por Ananías. Lo más probable es, que viendo que su acusación no llegaba a buen término, retornaran decepcionados a Jerusalén.
Pero es sorprendente también que Félix, no habiendo ninguna acusación probada concreta contra Pablo, no lo liberara como consecuencia. La explicación de esta irregularidad la veremos más adelante en el relato, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que todo este proceso estaba bajo el control de la Providencia, que obraba a través de las omisiones, errores y arbitrariedades humanas para obtener los objetivos que se había propuesto a través de Pablo.
24. “Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo.”
¿Cuánto tiempo puede ser “algunos días después”? No más de una semana, posiblemente menos, 4 ó 5 días. Félix tenía curiosidad de volver a conversar con Pablo y de saber más concretamente lo que él tenía que decir. Algo en él, su sinceridad, su firmeza al expresarse, y su valor deben haberlo impresionado. Pese a ser un hombre venal y sin escrúpulos, la personalidad de Pablo le atraía.
Quizá quería también que su mujer, siendo judía, y más conocedora que él de las cosas por las que se acusaba a Pablo, lo oyera disertar, pues no debe habérsele escapado también que Pablo era un hombre culto. Drusila, dicho sea de paso, no debe haber ignorado las medidas que años atrás (quizá unos seis) su padre, Herodes Agripa I, tomó en contra de los líderes nazarenos mandando ajusticiar a Santiago, llamado el mayor (hijo de Zebedeo), y haciendo apresar a Pedro (Hch 12:1-3); y que murió comido por gusanos por no haber dado la gloria debida a Dios (12:23). (Nota 1)
En esta ocasión el texto de Lucas menciona directamente en qué consistía el mensaje que traía Pablo. Ya no se refiere a él solamente con el nombre con que lo conocían los mismos cristianos, el Camino, sino menciona su esencia, esto es, la fe en Jesucristo.
Es importante que tomemos nota de esto: la esencia de nuestra vida, aquello que constituye, por así decirlo, la espina dorsal de nuestra conducta y actitud frente al mundo, es nuestra fe en Jesucristo. Es esa fe la que nos da forma y distingue. Si no es ése el caso, convendría que nos examinemos a nosotros mismos.
25. “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.”
Al pasar más adelante Pablo en su disertación a hablar de algunos de los aspectos colaterales del mensaje de Jesús que atañen a la conducta humana, esto es, la rectitud de vida (que es como debe entenderse en este caso el término “justicia”, dikaiosuné en griego); y la templanza, esto es, el dominio de nuestras pasiones; y el juicio futuro, que todos nuestros actos y nuestra vida deberán afrontar algún día ante el Juez de vivos y muertos que no puede ser sobornado, Félix que, sin duda, tenía en su memoria muchas cosas indignas de las cuales su conciencia, por endurecida que estuviera, lo acusaba, tuvo miedo (el texto dice: “se espantó”, que es una forma intensa de temor). Se asustó de lo que Dios podría decirle y de que pudiera condenarlo. (2)
¡Qué bueno fuera, que se recordara con más frecuencia a los hombres, que algún día van a tener que dar cuenta a Dios de todo lo que hicieron en vida! Para comenzar recordémoslo nosotros. Ése es un pensamiento muy útil, si alguna vez nos desviamos del recto camino. Si los hombres no lo vieron, a Dios no se le ha escapado.
Félix pues, interrumpió a Pablo y le dijo: Basta por el momento. Algún otro día, cuando tenga tiempo, te volveré a llamar. Alguien ha observado que Pablo nunca tembló delante de Félix, pero que Félix tembló delante de Pablo. Sin embargo, es una lástima para el destino eterno de Félix que la palabra de Dios que le predicó Pablo, y la perspectiva del juicio divino, sólo le infundiera temor, pero no lo hiciera cambiar de conducta. Como vemos enseguida fue posiblemente el amor al dinero lo que le cerró la entrada al Reino. El suyo no es el único caso en los escritos de Lucas en que esto ocurre: El hombre rico de Lc 18:18-30; el de Ananías y Safira en Hch 5:1-11; y el de Judas en Hch 1:15-20.
26. “Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.”

Félix tenía un interés personal en volver a conversar con Pablo. Sabiendo que él deseaba sin duda recobrar su libertad, pensó que él estaría dispuesto a comprarla si fuera necesario. Quizá pensó que si Pablo había traído ofrendas a su nación, como él mismo había declarado, podría tener acceso a fuentes de fondos, o que sus mismos seguidores y amigos pudieran reunir el dinero exigido por él para liberarlo.
¿Percibiría Pablo la intención torcida de Félix? Es muy probable, pues el Espíritu nos permite discernir las intenciones del corazón de las personas con que tratamos. Pero él no estaba dispuesto a usar de recursos indignos de su llamado por verse libre. Él había puesto su vida en manos de Dios y dejaba que Dios obrase según sus propósitos. Él sabía que estando en manos suyas, no tenía nada que temer. El que teme a Dios, no tiene nada que temer de los hombres. Como dice el salmo 56: “En Dios he confiado… ¿qué puede hacerme el hombre?” (v.11).
27. “Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.”
Esta situación se prolongó por espacio de dos años. Félix que esperaba que Pablo le diera dinero a cambio de su libertad; Pablo que no estaba dispuesto a ceder sobre este punto, y que posiblemente ni se daba por aludido, por las indirectas si no propuestas directas, que le hacía el procurador. ¿De qué hablarían durante esas conversaciones? No sabemos. Posiblemente trataría de hablarle a su conciencia, pero Félix oponía una barrera a ese discurso.
Al cabo de dos años, posiblemente el año 59,  Félix fue removido de su cargo y reemplazado por Porcio Festo. Lo natural y justo hubiera sido que Félix, antes de dejar el puesto, dejara a Pablo en libertad, pero no lo hizo para congraciarse con los judíos. Tenía buenas razones para ello porque él fue depuesto por Nerón debido al juicio que le entablaron los judíos en Roma a causa de su mala administración y de sus crueldades, y del cual fue librado sólo por influencia de su hermano Pallas.
Nada se sabe de la vida previa de su sucesor, Porcio Festo. Josefo dice que era de un carácter noble, pero su conducta con Pablo no lo demuestra del todo pues, aunque estaba convencido de su inocencia, como veremos luego (26:31), no lo liberó inmediatamente como hubiera sido lo justo. Es cierto que al asumir su puesto él tenía escasos conocimientos de la religión y prácticas judías.
Festo se distinguió por su acción efectiva para restaurar el orden en  Palestina, que había venido muy a menos durante el gobierno de Félix. Él se propuso liberar a la provincia de los sicarios cuyas tropelías habían cundido por descuido de Félix. Esos asesinos, conocidos por el pequeño puñal que usaban (sica), llegaban a una aldea desguarnecida, pillaban lo que podían, la incendiaban y mataban a todo el que les ofreciera resistencia.
Festo intervino en el juicio establecido por los judíos ante el César contra Agripa II, y murió dos años después de su nombramiento, siendo sucedido por Albinus, bajo cuyo gobierno la situación interna volvió a deteriorarse.
Cabe preguntarse qué hizo Pablo durante esos dos años en que fue mantenido en “custodia líbera”, quizá atado, según la norma, a un soldado por la muñeca, aparte de ser llamado ocasionalmente por Félix que quería conversar con él (vers. 26). No se sabe. Él podía recibir visitantes con quienes podía orar y conversar. Quizá esbozó o escribió algunas cartas, aunque carecemos de toda evidencia al respecto. Pero esos años de inactividad forzada para un hombre de un espíritu misionero tan emprendedor como el suyo deben haber sido muy penosos.
Por su lado Lucas muy probablemente aprovechó ese tiempo, en Cesarea y otros lugares, para reunir información valiosa que le serviría para escribir su evangelio y los primeros capítulos del libro de Hechos.
Sin embargo, podemos estar seguros de que en los planes de Dios no hay tiempo perdido. Todo tiene un propósito que muchas veces desconocemos y, por ello, podemos confiar plenamente en su Providencia, sabiendo que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” (Rm 8:28).

Notas: 1. Drusila era la tercera hija de Herodes Agripa I y, por tanto, hermana de Agripa II  y de Berenice y de Mariamne. Nacida probablemente el año 38, su padre la prometió a Epífanes, príncipe heredero de Comagene, a condición de que él se circuncidara. Como él rehusó hacerlo, a los catorce años su padre la casó con Aziz, rey de Emesa, que sí aceptó esa condición. Pero dos años después ella fue seducida por Félix con la ayuda de un mago chipriota llamado Simón. Ella cedió en parte debido a la crueldad de su marido, y al odio de Berenice, esposa de Agripa, que estaba celosa de su belleza. Se casó con Félix el año 54, convirtiéndose en su tercera mujer, del que tuvo un hijo llamado también Agripa que murió en la erupción del Vesuvio, el año 79. Ella, como miembro de la casa reinante, veía en Pablo a un enemigo de ese poder, y lo odiaba porque condenaba sus pecados privados. Es posible que ella influyera en su marido para que Pablo permaneciera en prisión en lugar de ser liberado, como hubiera sido lo justo. Doy esta información para que el lector tenga una idea de cuán contaminada estaba la aristocracia judía por las costumbres corruptas de la sociedad romana. Ése fue el mundo al cual se enfrentó Jesús y luego se enfrentaron los apóstoles.
2. No es improbable que Pablo, conociendo la vida pasada de Félix y de su mujer, escogiera a propósito hablar de esos temas para remover sus conciencias.

Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
   "Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte."

#972 (23.04.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).


1 comentario:

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